Capítulo veinticuatro: ¿Todavía me quiere?
Katar y yo hablamos con los demás respecto a todo. Les conté el porqué pienso que es Oliver y eso me llevó a decirles toda la verdad. Aunque ellos ya sabían que mi familia era peligrosa.
A pesar de que Joanna y Kan estaban enojados por no haberles contado antes, todos decidieron apoyarme.
Llegué a la mansión y pasé la llave, pase a la sala de estar y todo estaba normal, excepto porque todos estaban reunidos, todos y una persona más, una persona que no quería volver a ver en mi vida, pero para mi mala suerte la vida me odiaba. Mis ojos se quedaron estupefactos al ver nuevamente a aquella chica de cabello negro que caía por sus hombros.
Esa misma chica que hacía que el corazón se me saliera, la misma chica que había conocido meses atrás, la misma de ojos azules, esa misma chica que había roto mi corazón, mi confianza, que me había engañado, mentido y tal vez, la misma chica que me mataría.
Estaba ahí parada junto a mis amigos. Yo no podía creerlo, no quería, pude sentir las miradas de todos sobre mi, las de todos menos la de aquella chica que me había hecho sentir tanto amor como odio, dejé caer mi mochila al piso y ella se dio media vuelta, al volver a verla supe que ella me seguía amando, y lo peor es que yo también la seguía amando, pero no la podía perdonar, no después de la traición.
Además yo estaba muriendo, no quería hacerla sufrir.
La observé de arriba a abajo, di unos pasos hacia atrás, pero ella se quedó inmóvil.
—Así que ya la trajeron a la traidora —les dije con el ceño fruncido, sin poder mirarla a los ojos.
—Kate, la necesitamos y tú lo sabes —añadió Katar antes de que ella pudiera pronunciar una palabra.
—¡No, no la necesitamos, podemos arreglarnos como lo hemos hecho hasta ahora!
—¡Por dios Kate! ¡No es posible que no puedas ver el absurdo que estás diciendo! Ellos ya me pusieron al tanto de la situación, me dijeron por todo lo que has pasado, pero hay algo que no les dije, estaba esperando volver a verte para hacerlo —-al escuchar su voz me trajo muchos recuerdos, su voz hacía que me calme, que pensara con claridad, pero en ese momento solo podía sentir ira hacia ella.
—¡Entonces dime! ¡¿Qué más no nos has dicho?! ¿Acaso nos traicionaste otra vez?
—Yo fui quien te salvó en la cabaña, cuando fuiste secuestrada, yo estaba en la ciudad, y supe de tu secuestro, en cuanto lo supe te busqué y te salvé de ellos.
Lo suponía, pero aún así me quedé en shock al escuchar sus palabras, porque incluso después de todo, ella fue capaz de dejar el pasado de lado y salvarme.
Por un lado me sentía feliz de que fuera ella, pero por el otro solo quería que se largara de mi vida.
—Yo te habría reconocido...
—No podías reconocerme, habías perdido mucha sangre y estabas débil, además yo estaba con un traje diferente, para que no me reconocieras.
—El tiempo pasa y tú sigues ocultándonos cosas, nunca cambiaste, ni lo harás.
—Será mejor que las dejemos solas —dijo Kan.
—Pues vayan ustedes, yo quiero quedarme a ver el drama —dijo Vanlo con una sonrisa de oreja a oreja.
A veces enserio llegaba a ganarse mi odio.
—¡Auch! —Katar le dio un codazo.
—Si serás idiota —murmuró Firox.
A rastras se llevaron a Vanlo, dejándonos solas.
Había un silencio incómodo. Aún no podía creer que ella estaba junto a mí, yo solo quería saltar a sus brazos y decirle lo mucho que la extrañé, quería volver a sentir sus brazos alrededor de mí, quería volver a escuchar su corazón, pero no estaba dispuesta a volver a ser lastimada, no otra vez, no como en el pasado.
—¿Por qué...? ¿Por qué volver? —fue lo que pude decir, tenía tanto para decirle.
—Porque me necesitas para vencer al enmascarado. Cuando él me dijo que tenía que matarte me rehusé, entonces él me dijo que te destruiría de la peor manera posible. En ese momento no supe a qué se refería, pero cuando él te contó la verdad entendí que él era quien estuvo detrás de todo.
—¿A qué te refieres? —ya nada podría sorprenderme.
—Quería que estuvieras en la isla para que sufrieras, para quebrarte. Él sabía que no querías que tu pasado volviera, por eso mataste al enemigo luego de la guerra, no lo hiciste porque mi hermana te lo pidió, sino porque él quería quebrarte emocionalmente. Oliver tenía todo planeado, pero no contaba con que yo me acercara a ti, él no contaba con que tú te enamoraras de mi —ella suspiró y bajó la cabeza—. Él no contaba con que fuéramos novias, Oliver pensó que fue una estrategia, pero cuando supo que no era así se vengó de mí, haciéndote sufrir.
Y sin darse cuenta, respondió varias dudas que yo tenía respecto al enmascarado, que resultó ser mi odioso hermano que aparentemente estuvo vivo durante todos estratos años.
—Al menos él me dijo la verdad, no te necesitamos, Rachel. Vuelve a la isla, ese es tú lugar —tomé mi mochila y conteniéndome, conteniendo el llanto, solo quería llorar, quería que la tierra me tragara.
Me di la vuelta y volví por donde vine, quería salir de allí cuanto antes. No quería verla, no quería ver a la persona que me partió en mil pedazos.
No importa si sabes que algo va a suceder, porque en el momento en el que suceda, no podrás controlar tus emociones. A veces las emociones nos controlan.
—¡Kate! ¡Kate! —escuché que me llamaban mientras me subía a mi motocicleta.
—¿Qué quieres, Katar? —pregunté molesta.
—¿Cómo fue todo?
—¿Para que lo quieres saber? Es decir. Ahora eres el mejor amigo de Rachel, así que ve, pregúntale a ella y déjame en paz.
Me coloqué el casco e hice que la motocicleta rugiera por el ruido del motor y me fui de la mansión lo más rápido que pude.
No quería estar en el mismo sitio en donde ella estaba. No podía soportar esa situación, quería huir de aquella chica a la cual le había entregado mi corazón y ella solo fue capaz de usarlo como un juguete del cual pronto se cansaría.
No sabía si sentía tristeza o ira, ni cuenta me di cuando las lágrimas brotaron de mis ojos, podía sentir como el viento golpeaba mis lágrimas, mi rostro, pero también podía sentir un nudo en la garganta.
Llegué a mi departamento, dejé el caso sobre la mesa y escuché que mi celular sonaba, era Katar, sabía que él no tenía mala intención, solo quería ayudarme, pero en ese momento no quería hablar con él, ni con nadie.
Apagué mi celular y me lancé a la cama, abrazando a la almohada y me quedé dormida entre lágrimas y recuerdos del pasado.
Me desperté en la noche, me fijé qué hora marcaba el reloj, eran las diez p.m. tomé mi celular y lo prendí, tenía siete llamadas perdidas de Katar, tres de Firox, y una de Vanlo, al menos Kan sabía que necesitaba mi espacio.
Él siempre fue el más maduro de todos, tal vez por ser el mayor.
Un mensaje me llegó, era Katar.
Katar: Kate, sé que estás molesta, no voy a obligarte a que vengas, pero Ana está aquí, no sé a qué hora verás este mensaje, pero cuando lo hagas, ven
No puede ser, van a desatar una guerra en la mansión.
Ya había tenido muchas emociones ese día, pero si ella estaba allá tenía que ser algo importante. Salí de mi departamento tan rápido que ni siquiera fui capaz de tomar mi casco.
Sabía que si Rachel se encontraba con Ana, habría una pelea, en especial porque Rachel estaría provocando a Ana sin duda alguna.
En cuanto llegué toqué la puerta, me daba vergüenza entrar como si nada hubiera pasado, la puerta se abrió, creí que era Katar, pero al levantar la vista vi que era Rachel, pasé por al lado suyo sin decir palabra alguna.
—Creí que estabas aquí —soltó.
—¿Qué sucede? Debe ser algo grave —me acerqué a Ana.
—Solo quería ver como estabas, ya sabes... —Rachel cerró la puerta.
—Pues ya la ves, aquí, sana y salva. Ahora lárgate —ella se cruzó de brazos.
Rodé los ojos ante su comportamiento.
—¿Quién es esta chica tan irritante? Ha estado aquí desde que llegué y no quiere irse —la señaló.
—Los muchachos dijeron que podía quedarme —dio pasos lentos hasta que se acercó a nosotras—. ¿Por qué no te vas? Ya hiciste lo que tenías que hacer.
Esto va a acabar mal...
—¿Tienes idea de con quién estás hablando? —habló usando su tono de superioridad.
—No me importa quien seas, no confío en ti.
Pues claro que no va a confiar en ella, es una policía y Rachel una asesina.
—¡Paren las dos! Parecen dos niñas peleando —ambas me miraron.
—Todavía no has respondido a mi pregunta.
—Estoy bien, Ana. En serio, no te preocupes —le di una sonrisa cálida en medio de una guerra.
¿Estará celosa? Pues no tiene motivos, ya no somos nada.
—¿Has visto? Está bien, ahora largo —me interrumpió Rachel.
La verdad era que siempre me gustó verla celosa, como Vanlo decía, ella podía ser muy tierna estando celosa y por primera vez él tenía razón.
—Podrías decirme ¿Quién rayos es?
—Ella es Rachel, ella es...
—Lo que tú jamás serás, su única felicidad —sonrió como si eso fuera cierto.
Pero si es...
Tú cállate.
—¿Así que por ella sufrías?
—Eso no importa ahora —la interrumpí—. Por cierto ¿qué hacen las dos despiertas a esta hora? Ana, tú deberías estar en tu casa, es tarde.
Rachel suspiró y luego me miró.
—Esta mujer vino creyéndose que puede venir a la hora que se le da la gana y me dijo que vino a verte, así que decidí esperar a que vinieras para comprobarlo —la ojiazul se cruzó de brazos, mostrando cierto enfado por la presencia de Ana.
Era evidente que no le agradaba.
—¿Te hubieras quedado toda la noche?
—¿Por ti? Sí, por alguien más, no —dijo mientras miraba a Ana con toda la ira que era capaz de sentir.
—¡Ugh! —la peli marrón la miró con odio.
—¡Cierra la boca, no estoy hablando contigo!
—¡Cállense las dos, van a despertar a los demás! —les advertí y ninguna dijo nada.
—No hay nadie aquí, solo estamos nosotras tres —añadió Ana.
—Cuando vine, Katar dijo que sería mejor que estuviéramos las tres solas, sin ellos. Dijo que tú estabas sensible y querrías estar a solas —soltó la arquera.
Claro estar a solas, pero no con Rachel sino conmigo misma.
—Me sorprende que no la hayas matado —dije mirando a Rachel, la verdad hasta daba miedo que no se hubieran agarrado de los pelos.
—Supuse que no te gustaría, además ella tiene que entender el tipo de chica que te gusta.
—Juro que voy a matar a Katar —murmuré mientras maldecía para mis adentros.
—Ay, por favor, Kate debe tener buen gusto. Ella jamás querría estar con alguien que le hizo daño. No creo que seas su ex —llevé mi mano a la sien y la froté un poco debido al cansancio que tenía de este día tan estresante.
—Claro que lo soy, dile Kate —pidió mi apoyo, pero me negué a algo tan estúpido como una pelea de celos.
—Esta pelea no lleva a ningún lado, así que las tres nos quedáramos a dormir aquí, porque ya es tarde, no quiero que ninguna de las dos comience una pelea, ¿entendido?
Ninguna de las dos respondió, pero Rachel asintió con la cabeza, así que supe que por su parte no habría ningún problema.
En cambio Ana solo se limitó a suspirar.
—La verdad solo tenemos seis habitaciones, pero hay un sillón cama, yo puedo dormir allí y tú en mi cama —le ofrecí a Ana.
—Claro que...
—No, tu no dormirás en su cama, yo sí —interrumpió Rachel.
¿Pero ella quién se cree? ¿Acaso piensa que estamos en la isla?
—Claro, para matarme mientras duermo, sería una gran idea ¿no? —ironicé mientras subía las escaleras.
—¡Él me engañó, no sabía la verdad! —se defendió.
—¡Me da igual lo que digas! ¡Ya no confío en ti! —su expresión facial cambió.
Ella bajó la mirada, abrió su boca para decir algo, pero se arrepintió y no dijo nada. Al levantar la vista vi que en sus ojos había tristeza y estaba arrepentida.
Eso pareció romperla por dentro, es como si hubiera escuchado su corazón partirse en miles de pedazos.
Ella estaba sintiendo lo que yo sentí.
A continuación Ana subió unos escalones y se detuvo cuando Rachel la tomó de la muñeca. Ana giró su cabeza lentamente y observó el agarre y luego observó a Rachel.
—No dejaré que duermas en su cama —siguió la ojiazul.
Dios, que entienda que en mi vida mando yo.
—Es Kate la que decide no tú —se soltó de su agarre.
—¿Te las llevas o te las mando? —dije mirando al techo con las palmas unidas.
—Mándale a ella, nadie la extrañará.
—En serio podría meterte a la cárcel.
—Métete conmigo y te mato —ella la fulminó con la mirada.
—¡Bien! ¡Ya basta las dos! —me quedé pensando y se me ocurrió una pésima idea, pero que tal vez sería buena así ambas podrían llevarse mejor.
—¿Qué piensas? —me preguntó la arquera.
—Ambas dormirán en la misma habitación.
—¡¿Qué?! —dijeron ambas al mismo tiempo.
—-Kate, esto es una mansión, ¿no tienes más habitaciones?
La verdad era que no era una gran mansión, solo tenía siete habitaciones, una pileta, una piscina, un patio, una sala de entrenamiento, una sala de juegos y una terraza.
No era un hotel, era una mansión pequeña comparada con otras que tenían hasta quince habitaciones.
—Quiero dormir en paz. Al menos dejen que duerma —bostecé.
Ana rodó los ojos y de mala gana aceptó.
—Trata de no matarme ¿quieres?
—Será difícil...
La miré de reojo y ella entendió que no debía hacer nada.
—Bien, solo porque tú me lo pides... —murmuró ella.
En el fondo extrañaba sus celos, más bien extrañaba todo de ella, incluyendo cuando se comía la última rebanada de pizza.
—Iré a dormir —habló la policía para luego terminar de subir las escaleras.
Ahora solo quedamos nosotras dos en un silencio incómodo. Yo no podía ni verla a los ojos, porque sabía que si lo hacía, caería en su trampa una vez más y eso no sucederá.
—Kate yo...
—Te lo diré una vez, Rachel —la interrumpí—. Te odio, no quiero verte, por mí puedes irte, pero los chicos creen que te necesitamos. Así que olvídame, olvida todo lo que pasó porque jamás volverá a repetirse.
Ella me miró fijamente a los ojos, pero rápidamente desvié la mirada. Sabía que eso le dolería y aunque en ese momento habló la rabia, solo quería tenerla lejos de mi, solo me trae sufrimiento y dolor.
Ninguna de las dos dijo nada, Rachel solo fue capaz de pasar a mi lado y mirarme con la misma mirada que cuando estábamos juntas.
Luego me fui a mi habitación, me puse mi pijama y traté de dormir, pero no podía. Tenía miedo de que Rachel se enterara de mi estado y no quería que supiera nada de mi.
Aunque agradezco que ella me haya salvado, pero debe sospechar que algo anda mal conmigo.
Al día siguiente me desperté y deseé que todo esto fuera un sueño, pero no fue así. Todo era real, ella había vuelto, Oliver también y ahora tendría que enfrentarlos a ambos.
En cuanto me levanté y me disponía a salir de mi habitación, escuché como Vanlo entraba a los gritos y juro que solo pensé en matarlo.
¿A quién se le ocurre gritar a estar horas?
—¡Llegó por quien esperaban!
Cuando salí de mi habitación, vi que Rachel también estaba saliendo de la habitación y me di cuenta que tenía una almohada en sus manos.
Rápidamente bajamos las escaleras y al llegar a la sala, Rachel le lanzó la almohada a Vanlo.
Hice una sonrisa de lado.
—¡Oye! Solo trataba de ayudar —dijo el sacándose la almohada.
—Pues no ayudas nada gritando, ¿Sabes? —él rodó los ojos.
—Aja, claro, pero en el fondo me adoras, ¿Verdad? —hizo una sonrisa tierna.
Pequeño tierno...
—Claro, adoraría poder tirarte a la piscina —bromeé.
—Uno ya ni puede ser buena persona —se hizo el ofendido.
Me dirigí a la cocina para tomar un tazón de color verde agua, cereales y leche para poder tomar mi desayuno. Mientras estaba preparando todo me di cuenta que Katar no vino y creí que sería por la manera en la que le hablé ayer.
Soy una idiota... Él no tiene la culpa de la ira que Rachel causa en mí.
—Vanlo... Sabes si Katar ¿Vendrá? —pregunté avergonzada mirando el tazón con leche y cereales.
—Él me dijo que vendría para que no trates de matar a Rachel, así que no te preocupes —me dio una sonrisa cálida.
—Buen día —-dijo Ana bajando de la escalera.
—Buen día —dijimos al mismo tiempo, Rachel solo se limitó a ignorarla.
—Bien, me encantaría ver su drama, pero este cómic no se pondrá en la colección sólo —dijo él sosteniendo un cómic de Batman. Fue rumbo a su habitación o como él la llama Su fortaleza de la soledad.
Rachel empezó a prepararse café y con lo grande que es la cocina, justo vino a preparar su café al lado mío.
En serio odiaba cuando hacía este tipo de cosas dejándome sola con ellas dos, ambas parecían querer matarse entre sí.
—En un rato debo ir al trabajo, ¿vienes, Kate? —me senté en la banqueta y apoyé el tazón sobre la barra.
Rachel la miró confundida, pero a la vez como si quisiera tirarle su té encima.
—No, no puedo, el jefe me pidió que rehaga algo y estaré ocupada todo el día. ¿Por qué no llevas a Rachel?
—En serio me odias ¿verdad? —dijo la ojiazul poniendo cara de pena.
—Rachel puede ayudarte —ignoré el comentario de la arquera.
—¿Y cómo podría ayudarme si no sabe nada sobre el enmascarado?
Demonios, se me olvidó que ella no sabe nada acerca de Rachel.
—Necesitarás su ayuda, créeme —jugué con la cuchara y los cereales.
—Te necesito a ti, no a ella —Ana puso su mano sobre la mía, a lo que yo solo pude retirarla tan rápido como pude.
—Me da igual, no me interesa lo que necesites.
Hubo un silencio incómodo y aunque Rachel estaba detrás mío, sabía que estaba sonriendo de lado.
Las tres estuvimos desayunando juntas un rato, hasta que Rachel y Ana volvieron a pelear, pero las ignoré debido a que estaba pensando en cómo podría ocultar mi muerte de Rachel.
Al terminar de desayunar me dirigí a la habitación de Vanlo.
Él era muy bueno e inocente, pero a veces también era un poco distraído y sabía que le podría decir a Rachel sobre el veneno en mi sangre.
Mis nudillos tocaron la puerta de la habitación que estaba entreabierta. Mire en su habitación llena de posters de superhéroes, una estantería de cómics y otra de Funko Pop de héroes y villanos que tanto le gustaban.
—¿Qué sucede, Kate?
—Haz una pregunta más tonta, ¿quieres? —me adentré en la habitación.
—Bien —se sacó los auriculares que tenía puestos y se los bajó al cuello—. Sé que lo de Rachel no te agrada, pero no tenemos más ayuda que la de ella.
—Solo vine para decirte que no le digas nada a Rachel sobre el veneno en mi sangre o te romperé uno de tus cómics —le dije con los brazos cruzados y fulminándolo con la mirada.
Él se quedó con la boca abierta. Sabía cuánto aprecio tenía por sus cosas de superhéroes, así que, para que él entendiera la gravedad de las cosas intente hacerlo entender con lo más preciado para él.
—Bien, no le diré nada.
—Promételo.
—Bien, te juro que por todos los Robis y por todas las tierras paralelas que no le diré a Rachel sobre él veneno en tú sangre —juró alzando su mano como si hiciera un juramento.
Luego de eso me fui a mi habitación y al terminar de vestirme escuché que alguien estaba tocando la puerta. Al abrirla pude ver la figura de Katar y se notaba en sus ojos que estaba preocupado por mi.
Sin pensarlo lo abracé, él me rodeó con sus brazos y empecé a llorar en silencio.
—Lo siento... —murmuré.
—Tranquila, no es nada —dijo mientras me acariciaba la cabeza.
Nos separamos y él hizo una sonrisa de lado.
—Sé que no tuviste mala intención, es solo que...
—Sé que aún la amas, no tienes que ocultarmeló a mí.
No puedo amarla, ni a él ni a nadie, ya no tengo ese derecho.
—Tengo que ir a trabajar, si surge algo ¿me avisas? —intenté cambiar de tema.
—¿Cuándo se lo dirás? ¿Se lo dirás?
—-No quiero decirle, eso la destrozará...
—Aún la amas ¿no?
-¿Qué? ¡No! Por mi ella puede morirse y yo no movería ni un músculo. Es solo que no quiero que esté apegada a mi. Si le digo... Simplemente creo que no podría soportarlo
—Haz lo que sientas que es correcto, te apoyaré decidas lo que decidas.
Le sonreí de lado y empecé a bajar las escaleras.
No puedo decirle la verdad, ella perdería el tiempo en busca de algo que no existe y tampoco puedo demostrar cariño o algo bueno con ella, eso le daría esperanza y lo último que quiero es que la chica que arruinó mi vida vea como mero lentamente.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top