Capítulo veinticinco : Tormenta en mi interior
Habían pasado tres días, tres días desde que ella volvió y no sabía cómo sentirme al respecto, si emocionada por ver que está viva o enojada por todo lo que hizo y por todo lo que causó en mí.
Rachel quería hablar a solas conmigo, pero yo no quiero verla, no creo poder soportar verla mientras que en mi mente el pasado se revive una y otra vez.
Katar y yo estábamos en mi habitación porque había tenido un leve mareo y él me estaba ayudando. Delicadamente me tomó por la cintura y me ayudó a recostarme en mi cama.
Apoyé la cabeza en la almohada y Katar se sentó en el borde de la cama, cerca de mi.
—Sabes que tarde o temprano lo descubrirá. Es inteligente —suspiró.
—E insistente —él me miró confundido—. Quiere hablar conmigo, pero trato de evitarla a toda costa.
—Tal vez quiere arreglar todo.
—No hay nada que arreglar, Katar. Toda relación que podría tener con ella, murió.
—Deberías ser feliz cuando estás al borde de la muerte, disfrutar de la vida y de que ella está aquí.
—Soy feliz con ustedes y resolviendo misterios.
—¿Y también eres feliz soñando una vida perfecta con Rachel mientras que en la vida real la ignoras y haces como si ella fuera un fantasma? —cuestionó.
No dije nada porqué él tenía razón. Desde que ella llegó no puedo parar de soñar con la vida que pudimos tener, porque cuanto más trato de olvidarla, más aparece en mis sueños y como si eso no bastara, ahora convivimos a veces en el mismo sitio.
Maldito veneno, maldito Oliver...
El silencio reinó en el ambiente, pero fuimos interrumpidos por los gritos de ellas dos. En estos días Ana venía a verme cada día y se quedaba hasta que yo me dormía, para asegurarse que yo estuviera bien, pero claro que nunca faltaron las peleas entre Rachel y Ana.
Y esta vez no sería la excepción.
—Bajaré a detenerlas —se levantó.
—Iré contigo —despacio me senté en la cama.
—Supongo que es inútil insistir en que descanses —asentí.
Él abrió la puerta y me ayudó a bajar las escaleras que parecían infinitas. Nunca me había sentido más inútil en mi vida, que cuando tenía que pasar por situaciones en donde necesitaban que me ayude porque lo más probable era que diera un paso y cayera rodando por todas las escaleras hasta llegar al suelo.
—¡Ugh! ¡Eres muy irritante! —la peli marrón se cruzó de brazos
—¡Ya te dije que no es bueno que te metas conmigo! —hizo una sonrisa arrogante para irritarla.
—¡Soy policía, no te tengo miedo!
—El primer día que vino Rachel, ¿tuviste que soportar esto? —me preguntó Katar confundido.
—¿Tú qué crees? —respondí con ironía.
Katar tosió, haciendo que ambas nos miraran, traté de debitar la mirada de Rachel a toda costa y sé que eso le duele.
—Podemos saber qué sucede aquí —preguntó Katar.
—Ayer esta mujer vino aquí y se robó algo de mi habitación —la ojiazul la acusó.
—No es cierto, vine a ver a Kate. ¿Acaso crees que perdería mi tiempo contigo?
Dejé de prestar atención a lo que decían cuando me di cuenta que Rachel no traía puesto el collar que le había dado su madre. Jamás anda sin él y sé cuánto cariño le tiene al collar.
—Yo no he sido, Kate. Te lo juro.
—Tu palabra no vale nada —Rachel pasó por al lado mío, me ignoró y se dirigió a la cocina, furiosa.
Los tres nos miramos y no pude evitar sentir un poco de lástima por ella, porque sé lo que es extrañar a alguien y tener tan solo algo de esa persona. Creo que para Rachel era el consuelo que Tatiana nunca le dio.
—Espero que no hayas sido tú —Ana abrió los ojos, sorprendida de mi comentario.
—¿En serio crees que fui yo? —me miró incrédula.
—No, pero Rachel no haría un escándalo por algo así.
—Es solo un collar, Kate. Que se compre otro, no es tan grave.
—El collar es especial, no es un collar común —ella bufó y rodó los ojos.
—Como sea, voy al trabajo, ¿te llevo? —me dio una cálida sonrisa.
—¿No tenías que llevar a Rachel a trabajar contigo? —Katar rompió el silencio.
A Firox se le ocurrió la idea de que Ana y Rachel trabajen juntas para encontrar a Oliver o cualquier cosa que pudiera hacernos llegar a él y Ana viene evitando el tema, pero creo que Katar quiere verla sufrir.
—No quiero, será terrible trabajar con ella —se quejó.
—-Si quieres no lo hagas, pero Rachel podría ayudarte, es mejor que yo en esa área —intenté convencerla.
—Bien, la llevaré... —suspiró y se dirigió a la cocina.
Katar soltó una pequeña risita y lo miré extrañada.
—¿De qué te ríes?
—No te ofendas, pero soy team Kachel —fruncí mi ceño ante la confusión.
—¿Team Kachel?
—O team Kana. Joanna tuvo la idea de combinar tu nombre con el de Rachel y Ana —explicó como si fuera lo más normal del mundo.
—Okey, en primera, eso es estúpido, y segundo, no digas eso, es tonto e inmaduro —dije molesta por su comentario.
Me dirigí a mi habitación, tomé mi mochila para el trabajo y al salir me encontré con ellas dos. Rachel levantó la mirada y vi que Ana estaba en el auto sentada, esperando a que Rachel subiera al auto, pero ella no me quitaba la mirada de encima.
Tomé mis casco y le di la espalda para no tener que verla, me subí a la moto y por el espejo retrovisor vi que Ana me saludaba con la mano.
* * *
Estaba en el trabajo y no me podía concentrar, tenía miedo de decirle a Rachel la verdad, para ser franca no quería decírselo. No estaba lista, pero sabía que tarde o temprano lo descubriría.
Aún así, eso no aminoraba el hecho de cómo reaccionaría ¿Se pondría triste? ¿Cómo se lo diría? ¿En qué momento? ¿Ella sabe sobre esto? Esas preguntas no paraban de atormentar mi mente.
Estaba en mi escritorio, eligiendo un color de fondo para una publicidad de la empresa, hasta que mi celular emitió un sonido de notificación. Desbloqueé el mensaje y vi que era un número desconocido.
Abrí el mensaje.
Desconocido: ÈL TE VIGILA
¿Qué? ¿El hombre que supuestamente es Oliver me vigila? Eso no sería nuevo, muchas veces los psicópatas vigilan a su presa debido a que les gusta saber cosas sobre ella. Además, si de verdad es Oliver, no debería vigilarme porque sabe todo sobre mi.
Aunque ese mensaje explicaría muchas cosas.
Kate: ¿Quién eres?
Esperaba su respuesta, pero no contestó.
No podía ser alguien de los chicos, ellos me lo dirían y Rachel también, y aunque odiaba admitirlo Ana se había encariñado demasiado conmigo, así que también la descarté por completo.
Si ellos no eran ¿Quién es la persona que quiere ayudarme?
Tenía tantas cosas en mi cabeza que decidí terminar el pedido de mi jefe antes de lo esperado. Me fui del trabajo y en cuanto iba al estacionamiento Rachel estaba apoyada sobre mi motocicleta, esperándome.
¿Qué hace aquí?
—¿Qué haces aquí? —le pregunté de mala gana con el ceño fruncido.
—Al igual que tu novia, vine a saber como estabas —su tono de voz fue de molestia, pero luego hizo una sonrisa de lado.
Esa sonrisa me mata... Tengo que dejar de pensar en eso.
—Me da igual, apártate tengo que irme.
—¿Así va a ser esto? ¿Me ignoraras? —se apartó de mi motocicleta.
—Créeme, es mejor así.
—No, sé que lo arruiné y que me odias, pero al menos déjame ayudarte.
—No, Rachel, no quiero nada que venga de ti... Déjame subirme a mi motocicleta.
Me subí a la motocicleta bajo sus atentos ojos azules que me observaban con ternura y amor. Odio cuando me mira así, porque ante esa mirada soy débil, pero no puedo demostrarle eso, no a ella, no después de lo que me hizo.
—¿Sales con ella? —me sorprendí ante su mirada.
No sabía qué responder, si le decía que no ella podría tener esperanzas y no quería eso, si le decía que sí, ella se alejaría de mí y tal vez así no sufriría.
—Sí —mentí y me dolió el alma.
—¿Por qué me cuesta creerte? —ella me quitó el casco y me miró a los ojos.
—Porque tú quieres oír otra cosa, quieres que te diga que yo no te odio, que yo te amo, pero eso no sucederá —le dije con la mayor frialdad que podía.
Me examinó durante unos minutos, sus ojos me recorrieron de arriba abajo, luego estiró sus brazos y me dio el casco.
Coloqué la llave en la motocicleta y me puse mi casco.
—¿Me dejarás aquí?
—Después de todo lo que has hecho, ¿tienes el valor de decirme que te lleve?
Y como si mi suerte no fuera peor, vi que Matt estaba entrando al estacionamiento. Lo miré con odio por algo que hizo en el pasado y jamás fue castigado por eso. Lo que realmente me preocupaba, era que mientras él venía hacia nosotras, miraba a Rachel de una manera que no me gustaba.
No con ella, no dejaré que sufra...
—Hola, Kate —me saludó, y lo fulminé con la mirada—. Haré una fiesta el viernes, ¿vienes? —me preguntó con una sonrisa maliciosa.
—¿Para que pase lo mismo que la última vez?
—No tienes pruebas.
—-No las necesito, sé que todo fue a propósito.
Él dirigió su mirada a Rachel y la miró de arriba a abajo analizándola. Sabía muy bien que pretendía al analizarla así, ya se había salido con la suya una vez, esta vez estaba yo para evitar una nueva tragedia.
—Kate, ¿no me vas a presentar a tu amiga?
No, idiota, si le tocas un cabello te mato.
—Es mi novia y no, no pienso presentársela —mentí y Rachel puso cara de no entender nada, y era mejor así.
—Tú y tus gustos —él se echó una risita—. Bueno en ese caso, ambas están invitadas a mi fiesta el viernes por la noche. La fiesta empieza a las 20:00 y termina a las 2 a.m.
—Soy Rachel, y nos encantaría ir a tu fiesta. Puedes contar con nuestra presencia —le aseguró.
Puedes contar con nuestra presencia ¿Acaso está loca o qué? Con es idiota cerca de Rachel nada bueno puede pasar.
Matt se fue con una sonrisa de oreja a oreja. Pero esa sonrisa no era de felicidad, era de malicia por lo que tenía planeado.
Miré a la ojiazul con mala gana y ella alzó las manos en señal de rendición.
—¿Qué? Solo acepté ir.
—¡Eres una idiota, no tenías porque haber interferido!
—¿Idiota? ¿Yo? ¡No fui yo quien dijo que somos novias!
—¡Sí, tú, eres una idiota! ¡¿Acaso eres o te haces?!
—¡¿Qué te molesta que haya aceptado?! ¡No tiene nada de malo!
—¡Claro, porque tú no lo conoces como yo! Idiota... —ya me estaba exaltando, pero estaba muy molesta por la situación y los nervios no ayudaban.
—¡Pesada!
—¡Metida!
—¡Mentirosa!
—¡Traidora!
—¡Forastera asesina!
No dije nada al escuchar ese apodo, creí que ella había olvidado todo, pero no fue así. Ahora más que nunca sé que no se ha olvidado de nada y estoy segura que ni quiera hizo un esfuerzo por hacerlo.
Ahora sí que pensaba irme en mi moto y no esperar a nadie más, estaba furiosa y confundida, necesitaba estar a solas.
Literalmente me estaba muriendo y lo último que quería era estar en una fiesta, junto a Matt tratando de hacer lo que hizo la última vez.
Mientras iba a toda mi velocidad, los recuerdos de todo lo que sucedió hasta ahora, llegaron a mi mente, golpeándome, diciéndome que yo no merecía ser feliz, que no tenía derecho a eso. Tal vez no me lo decían realmente, pero así lo sentía.
Me sentía en una jaula y mi dueño era Oliver, donde él decidía qué hacer conmigo y Rachel era su compañera, mientras que en algunas ocasiones Ana era mi salvadora, pero no me siento salvada, sino condenada.
Al llegar a la mansión me encontré con Firox y vio que estaba un poco alterada.
—¿Qué hizo Rachel para que estuvieras así?
—¿Es tan evidente que hizo algo? —asintió.
Suspiré y me senté en el sofá para contarle lo que sucedió. Al principio le causó gracia, pero cuando le dije lo que hizo Matt, se puso serio y se preocupó por mi.
—Y todavía no sé cómo decirle a Rachel que me estoy muriendo... —murmuré.
—Bueno, creo que lo único que puedes hacer es decirle y atesorar los momentos que tengas a su lado. De lo contrario, antes de morir te arrepentirás de no estar con la persona que amas —metió las manos en los bolsillos de su jean.
—Odio que todos sepan que todavía me importa.
—Ya sabes, todos somos team Kachel —lo fulminé con la mirada.
—Creí que Ana les agradaba —dije confundida.
—Nos agrada, pero te veías más feliz con Rachel, tenías un brillo especial en tus ojos y eso nadie lo había logrado. Ella es la luz que alumbra tu oscuridad y tú la de ella, por eso se aman, no le temen a los desafíos y eso no lo tiene todo el mundo —suspiró con pesadez—. La mayoría solo busca hacer las cosas mal y quejarse, pero jamás hacen algo para remediar esa situación.
Se dejó caer para que su espalda chocara con el respaldo del sofá y yo apoyé mi cabeza en su hombro.
—Gracias por escucharme, niño rudo —dije haciendo referencial apodo que le puse cuando nos conocimos.
—Para cuando lo necesites —fruncí mi ceño y lo miré extrañada.
—¿Qué te picó?
—Me di cuenta que no podía seguir protegiendo a Joanna del mundo y creo que ya es hora de que aprenda a caerse, pero siempre estaré allí para ayudarla a levantarse y el idiota de Vanlo tambíen —rodó los ojos.
Seguimos hablando un poco más, hasta que escuchamos como la puerta de la mansión se abrió y vimos que Ana y Rachel venían enojadas.
—La oficial aburrida me trajo, dice que me escapé —Rachel se acercó a mí, se sentó a mi lado y por alguna razón eso hizo que mi piel se erizara.
—¿Puedes creer que estábamos en el trabajo y ella se estaba haciendo un café?
—¿Qué tiene de malo el café? Es horrible trabajar contigo —se quejó.
—¡Estábamos haciendo una investigación, no haciendo una fiesta de té!
—Mira, puedes decirme que hacer, pero no puedes esperar que lo haga.
Ella suspiró y con sus dedos se frotó la sien, frustrada.
—Kate, tienes razón, ella es buena para la investigación, pero luego de tratar de buscar coincidencias para saber el nombre del enmascarado, ella simplemente se fue. En plena investigación.
—No, espera, tu dijiste el escaneo tardará un rato y en ese rato me fui y luego me fuiste a buscar al estacionamiento.
Creo que las peleas que tuvieron hoy no se debe a que se lleven mal, sino a que Rachel quiere devuelta su collar y hace lo posible para que Ana se lo devuelva, pero dudo que ella lo haya tomado, no tendría sentido.
—¿Cómo la encontraste? —miré a Ana.
—Le pregunté a Katar si ella estaba aquí y me dijo que lo más probable era que esté contigo.
En serio era increíble como Katar sabía leerme.
—¿Entonces, iremos a la fiesta? Porque según yo recuerdo ahora somos novias, ¿verdad, Kate?
Me miró, hizo una sonrisa pícara y en sus ojos pude ver como eso le molestaría a Ana y creo que justamente por eso lo dijo.
—No es cierto, solo lo dije porque ese imbécil estaba ahí.
—¿Qué imbécil? —preguntó confundido.
—Matt, ¿Quién más?
—El mundo está lleno de imbéciles —dijo él mientras se cruzaba de brazos.
—¿Novias? —preguntó Ana confundida.
—Ese idiota nos invitó a una fiesta, y todo porque Rachel no puede quedarse callada.
—¿Matt? No era él quien...
—Sí, es él...
—Tal vez no sea tan malo ir a la fiesta —añadió Ana con una sonrisa de lado.
—¿Lo ves? Hasta la oficial cree que mi idea fue genial —le di una mirada de odio y ella se encogió de hombros.
—No te entiendo, ¿Cómo podría ser bueno?
—Fácil, tú no tienes pruebas de lo que pasó ¿verdad?
—Tú sabes que sí.
—Entonces, ahí está la respuesta, él hace lo mismo cada fiesta y nunca nadie sabe nada y las víctimas nunca se enteran porque no recuerdan nada —Rachel se dirigió a la heladera y ella la abrió.
No, jamás haré algo como lo que ella insinúa, jamás pondré a alguien en peligro.
—Sé a dónde va este plan, y no, no y no, no usaremos a alguien como carnada —le dejé en claro.
—¿Y cómo esperas evitar que siga haciendo de las suyas?
—Me están confundiendo, no entiendo nada, ¿qué fue lo que él hizo? —preguntó Rachel tomando una rebanada de pizza de la heladera.
—No te interesa, Rachel. Porque tu no iras a esa fiesta.
—¿Cómo que no? Yo acepte ir, así que iré —sonó muy segura.
—¿Firox, tú que sabes que paso? Me dices ¿por qué Kate y la policía lo odian tanto?
—Hizo cosas que no debió. No quiero hablar del tema.
Molesto, se levantó del sofá y se fue escaleras arriba.
Había una razón por la cual a Firox no le gustaba tocar este tipo de temas, le recordaban a lo malo que fue su padre y toda la infancia que tuvo al lado de Joanna y un hombre que lo golpeaba todo y él solo se dejaba golpear para proteger a su hermana menor.
Así que no puedo culparlo por huir de esta situación, últimamente huyo de hablar con Rachel.
—¿Así será esto? ¿Ustedes dos saben todo y yo me quedo al margen? —dijo la ojiazul cruzándose de brazos.
—Tú, inútil, te acabas de meter en un lío tremendo, y ahora Kate y yo estamos tratando de arreglar lo que has hecho.
Rachel suspiró y al escuchar no me pude contener a decirle algo a Ana por ese insulto indebido.
—No le digas así —las palabras salieron sin pensarlo.
La ojiazul me miró por unos segundos y me dio una cálida sonrisa. Esa sonrisa que no veía hace mucho tiempo, era de felicidad.
—¡Que yo no hice nada! —se defendió.
—¡Por un demonio Rachel, tú aceptaste ir! ¡Eso es suficiente! ¡Te metiste en la conversación y... —fui interrumpida porque empecé a toser muy fuerte.
Quise levantarme para dirigirme al baño, mientras Ana me miraba con pena, pero al hacerlo vi doble. Todo en la sala de estar estaba duplicado, los nervios se estaban apoderando de mí.
Este veneno era muy extraño, Kan aún no había podido identificarlo y Ana menos.
Lo próximo que sucedió fue algo que hasta ahora no había sucedido, seguía tosiendo sangre y por un breve momento empecé a temblar, como si estuviera a punto de convulsionar, pero no fue así.
Solo vi oscuridad.
Intenté abrir mis ojos, pero sentía mis párpados pesados y todo el cuerpo me dolía como si un camión me hubiera pasado por encima. Apenas pude abrir los ojos y me di cuenta que estaba en mi habitación, junto a Rachel, Ana y Katar.
Veía borroso, pero reconocí a Rachel por su camisa de color azul y su cabello negro, a Katar lo reconocí porque estaba de brazos cruzados y a Ana la reconocí por su cabello de color marrón.
—¿Estás bien? —me preguntó Rachel acercándose a mi cama.
—Vete, por favor, vete... —supliqué.
No quería que me viera así, así de débil y asustada por la situación No quería que me viera y me preguntara sobre esto, no tengo el valor para decírselo y eso me esta atormentando cada día que paso junto a ella.
—Kate, se que...
—¡Que te vayas! —la interrumpí.
Rachel se sorprendió ante mi reacción, solo se limitó a asentir e irse de la habitación. Frustrada, me pasé la mano por el cabello y una lágrima pequeña recorrió mi mejilla.
—¿Cuándo le dirás? ¿Cómo explicarías este desmayo? —preguntó ella mientras se sentaba a mi lado.
—No quiero decirle y no sé...
Intenté enfocar mi vista y logré ver un poco mejor, pero el veneno en mi sangre corre como si fuera agua, corre como si mi cuerpo fuera de su propiedad, una que puede destruir y una que no puedo controlar.
—No me agrada, por mí puede irse, pero tiene derecho a saberlo y lo sabes.
—¿Cómo se lo digo? Oye, Rachel, sabes que hace un mes me drogaron y descubrimos que tengo veneno desconocido y mortal y no sé cuánto me queda de vida.
—Sí, no suena muy bien... ¿Por eso eres así? ¿Por eso la tratas así? ¿Por el veneno? —Katar me miró confundido ante mi comportamiento.
Lo pensé un momento y me di cuenta que no había pensado en eso, pero creo que las reglas sobre asesinos estaban volviendo en mis recuerdos. Según las reglas, debería traicionarla y en el fondo quiero que sufra como yo sufrí, pero creo que no podré hacerlo.
Ya no soy la asesina que era antes...
—La trataría así con o sin veneno. Ella me traicionó y jamás la perdonaré...
—Ana, ¿podrías dejarnos a solas?
—Claro, cualquier cosa me llaman —ella me dio un tierno beso en la cabeza y se fue de la habitación.
Él suspiró y dio unos pasos hacia mi para estar más cerca mio.
—Rachel me contó todo...
—No sé cómo se lo voy a decir, no tengo valor... —confesé.
—Kate, yo... Tú sabes que eres como mi hermana pequeña, solo quiero ayudarte, si quieres yo podría...
—Gracias, Katar, pero eso algo que debo hacer yo, aunque sea difícil... —respiré profundo y con la poca fuerza que tenía abrí el cajón de mi mesita de luz, de ella saqué una carta y la caja que contenía una pieza partida a la mitad, pero con un significado enorme.
—Cuando yo... —no pude terminar la frase—. Quiero que se la des —estiré mi brazo para darle ambas cosas.
Él observó la carta y la caja de terciopelo y con una mirada de tristeza, asintió.
Tal vez no sobreviva para vivir mi vida al lado de la vida de alguien, pero esa carta que escribí hace unos días, dice exactamente cómo me siento con el veneno y con respecto a la vuelta de la arquera y de una princesa a mi vida.
Tal vez Firox tenía razón, tal vez debía atesorar los momentos que tenía con ella, aunque por fuera sea alguien que no la quiere, por dentro creo que aún me importa.
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