Capítulo treinta y siete: Huir o morir
—¿Qué cosa? ¿Qué tendrías para confesar? —pregunté acercándome a ella lentamente.
Se quitó la máscara de polar y dejó el francotirador a un lado, apoyado sobre la barra de la cocina que estaba conectada con la sala de estar.
—Soy yo... —fruncí mi ceño ante la confusión.
—No entiendo.
—Soy a quien buscas, Kate...
—No estoy buscando a nadie —aclaré y ella suspiró.
—Soy quien mató a Shera años atrás —soltó.
Un nudo se me hizo en la garganta y no pude evitar que mis ojos se pusieran llorosos. De repente mi mente viajó al pasado, a esa noche, a ella, al incendio, al dolor y a la desesperación.
—¡VETE! ¿¡VETE, KATE! ¡NO ROMPAS LA PROMESA, POR FAVOR!
—Tú me lo arrebataste todo. Ahora me toca a mi.
—¡Shera! ¡Por favor! ¡NO!
—Te lo prometo... Comenzaré de nuevo, Te lo prometo.
El recuerdo de aquella noche pasó por mi mente, lo reviví, cada sensación, cada momento, cada acción, se volvieron a repetir al igual que aquella noche. La persona que destruyó mi vida, la persona que me arrebató a mi amiga, mi hermana de corazón, estaba frente a mi.
Sin darme cuenta, me abalancé sobre ella y comencé a darle varios puñetazos, hasta darme cuenta que mis nudillos tenían sangre, pero ella no me detenía, nadie lo hacía. De pronto unos brazos fuertes me tomaron de la cintura y me alejaron de ella.
—¡DÉJAME, KATAR!
—¡Así no resolverás nada, Kate!
Ana se tocó la frente, las yemas de sus dedos tenían sangre, debido a la herida que le hice. Se levantó lentamente, pero dio unos pasos hacia atrás cuando Rachel se le acercó.
—Desde el principio supe que no eras de confianza, pero meterte con el hermano de Kate, hacerla sufrir, te costará la vida. Haré que sufras los peores castigos. No tendrás paz, así como mi novia no tuvo paz durante todos estos años —le habló amenazantemente.
—Kate no es la única que no tuvo paz durante todos estos años. Además, como dije aquella noche, fue un ajuste de cuentas.
Katar me soltó lentamente.
—¡¿Tú no tuviste paz?! —caminé hasta ella, pero Rachel se puso delante de mí para que no hiciera nada.
La sangre me hervía, yo lo había perdido todo, la oportunidad de ser feliz, la oportunidad de tener una nueva vida lejos de todo esto. Pero esa oportunidad me fue negada, por una persona que no tenía derecho a decidir quién tenía que vivir o quién tenía que morir.
—Mejor explícate, porque en esta sala hay dos asesinos que no dudarían en matarte —amenazó Kaden.
—Imagino que tú eres el otro asesino.
—Por naturaleza y al igual que Rachel, no tolero que hagan sufrir a quienes quiero. No dudes que cualquier paso en falso que des, nosotros te mataremos sin piedad —aclaró.
—Empieza antes de que te mate con mis propias manos —ordené entre dientes, mientras la ira me invadía.
—Hace años vivía con mi padre, él era un agente del FBI, una noche tuvo una misión muy riesgosa, encontrar a los hijos de los Jones, pero fue entonces cuando fue asesinado por dos niñas. Kate y Shera.
—Esa información era confidencial, no había testigos al matar policías o cualquier enemigo. ¿Cómo pudiste enterarte sobre eso? —pregunté manteniendo la poca calma que tenía.
—Yo quería venganza, porque desde que mi padre había muerto, mi vida fue un infierno. Un día me escapé del orfanato y fui al lugar de su muerte, fue cuando Oliver me encontró, él dijo que debía deshacerse de dos personas y yo estaba dispuesta a ayudarlo, con tal de vengarme de la mujer que me había arrebatado la felicidad.
—¿Quién era tu padre? —preguntó Vanlo.
—¡Jack Myers, murió cuando tú y tu estúpida amiga hacían su iniciación!.
Recuerdo esa noche perfectamente, Shera estaba emocionada, pero yo no, no me gustaba la idea de asesinar a agentes de policía o agentes del FBI, sabía que ellos tenían familia, hijos y esposa, por esa razón no me gustaba asesinarlos.
—¡¿Y ESO ERA JUSTIFICACIÓN PARA MATARLA?!
—¡Tú habías asesinado a mi padre!
—¡NO POR ELECCIÓN PROPIA!
—Lo más fácil de todo fue haberme acercado a ustedes, lástima que la princesa lo arruinó todo, hubiera sido más doloroso haberte engañado —soltó una risita.
—¡ARRUINASTE MI VIDA, ARRUINASTE LA DE TODOS! —grité.
No aguanté y por impulso moví a Rachel, le di un puñetazo, la tomé del cuello y ella caminó hasta chocar contra la pared, coloqué mis manos en su cuello. Hice mucha presión hasta que su cuello se fue tornando de un color salmón.
Dicen que la venganza nunca es buena, pero ya no me importaba. Necesitaba matarla, ahora que sé que ella fue una infiltrada, una hipócrita, no puedo dejarla viva.
De pronto oímos unas sirenas de la policía y trataron de separarme de Ana, pero no quería moverme. Quería que sufriera, quería que lo último que viera fuera la persona que asesinó a su padre.
No sé que hubiera querido Shera, pero sé que Oliver tiene los días contados, más tarde o más temprano lo encontraré y lo mataré. No le daré tregua.
Ana pataleaba, trataba de sacar mis manos de su cuello, pero mi fuerza e ira eran mucho más fuertes.
—Nunca, jamás, debes meterte con la familia de un Jones —le susurré.
Frunció el ceño, abrió la boca para poder respirar un poco y me observó a los ojos, para luego cerrarse lentamente. Su alma abandonó su cuerpo, el cual ya no hacía más fuerza conmigo, se rindió, pero antes de morir nos dijo lo que necesitábamos.
Oliver planeó esta venganza desde hace más de una década, pero aunque sea el mayor, no ganará.
Observé el cuerpo de Ana en el suelo, durante unos segundos, últimamente ya no éramos tan unidas, pero aún así duele saber que dejé que alguien se acercara, creí que era mejor que esto. Creí que era mejor que una persona normal que no se da cuenta cuando quieren hacerle daño.
Unos brazos delicados me abrazaron por la espalda y no pude evitar que una lágrima cayera sobre mi mejilla.
—Tranquila, mi amor. Estoy aquí, esto solo es el principio del fin.
—Debemos irnos, las sirenas están cada vez más cerca —comentó el peli marrón.
—¿Y a dónde vamos? No tenemos un refugio e ir a la isla nos llevaría horas —agregó Kaden.
—Sé quien puede ayudarnos —dije.
Salimos de la mansión dejando el cadáver de Ana en el suelo, para que se pudra y los bichos se la coman, porque eso es lo que se merece.
* * *
Estaba sentada sobre una cama, sin tener la vista en ningún punto y mi mente estaba en otro mundo, en el pasado. Un pasado lleno de dolor, mentiras, sufrimiento y traiciones.
Fui una tonta, tuve que haberme dado cuenta antes, me volví débil, incapaz de reconocer al enemigo y lo peor es que mis amigos y mi novia pagaron el precio. Ellos no merecen huir, merecen ser felices, pero junto a mi nunca lo serán.
Todo este tiempo creí que luchaba contra una persona que quería vengarse por algo que sucedió en el pasado, por el incendio, pero no era así. Estoy luchando con el pasado personificado en una persona. Una simple persona que sabe absolutamente todo de mí. Sabe mis debilidades y mis fortalezas.
Usó a Kaden como un instrumento de manipulación, Oliver le prometió a Rachel que a cambio de mi muerte él le daría a su hermano, pero sabía que ella no me mataría, sabía que eso sería la gota que rebasaría el vaso. Sabía que yo estaría destrozada por la traición de Rachel porque él sabe lo que significa la traición para nosotros.
E hizo lo mismo con Ana, la manipuló, ella quería vengarse y él le dio la oportunidad perfecta. Maldito desgraciado.
Oí como Rachel entró por la puerta y se sentó en el borde de la cama, a mi lado. Me abrazó por los hombros y dejó un beso en mi cabeza.
—No te culpes, Kate.
—Tal vez si yo no hubiera existido nada de esto estaría sucediendo. Lo mejor sería que desapareciera de la faz de la tierra, solo causo el sufrimiento de las personas que amo.
—Eso no es verdad, Kate. Sé que tienes miedo, estás en shock, pero nunca digas eso. Fuiste y siempre serás lo mejor que me pasó en la vida, tú haces mis días más felices, incluso en medio de todo este caos.
—A mi lado siempre sufrirás, Rachel y no quiero eso.
—En la vida siempre habrá caos, pero si estamos unidas nada podrá vencernos. No voy a abandonarte en este momento, ni en ninguno, no importa cuanto lo quieras. Siempre serás mi reina —su mano se dirigió hacia mi mejilla y la acarició dulcemente.
No pude aguantar más y me eché a llorar en su hombro, mientras me consolaba con sus caricias. Me gusta cuando lo hace, me hace sentirme protegida, pero realmente mi corazón estaba muy alterado y con miedo.
—Podremos con esto, mi amor —me dio un beso en la cabeza.
—Deberías dejarme aquí e irte a la isla para vivir mejor —la miré con los ojos llorosos.
—Nos iremos todos, no te dejaré aquí.
—No tiene sentido dejar tu vida tranquila por alguien como...
—¿Por la mujer que amo? Tiene todo el sentido. Yo te amo, nada ni nadie me hará cambiar de opinión.
—No sé como arreglar esto...
—Ahora debemos huir, luego pensaremos en qué hacer.
Estuvimos un rato más a solas, hasta que la Señora Nora quiso hablar conmigo. Habíamos venido a su casa porque no tenía otra idea y sabía que nos ayudaría. Sabía que podríamos confiar en ella sin correr riesgo alguno.
—Rachel me comentó lo que sucedió, ¿Cómo te sientes, querida?
—Necesitaba matarla, necesitaba acabar con el pasado, pero mientras Oliver siga vivo, jamás tendremos paz.
—No será fácil, tu hermano sabe todo sobre ti, incluso sabe sobre la isla. Fue lo que Rachel me comentó. El fin de tu sufrimiento no será algo fácil, pero no será imposible, solo debes planear todo perfectamente, como lo hizo él.
En ese momento tuve una idea, por eso hemos estado fallando todo este tiempo, este lugar, la ciudad, es el territorio de Oliver, donde tiene a todos comprados, policías y criminales, no podíamos confiar en nadie.
Justamente por eso fuimos vencidos y heridos, pero si no estuviéramos aquí, si estuviéramos en nuestro propio territorio, con nuestro propio ejército, ganaríamos la guerra y la paz volvería a nuestras vidas.
Necesitaba hablar con Rachel.
Me levanté de la cama, caminé hasta la puerta y la abrí, para luego dirigirme a la sala de estar. Al entrar pude ver que Joanna estaba discutiendo con todos, seguramente por mi culpa.
—¡Yo me voy! ¡No me importa nada más!
—No seas así, Joanna, de no ser por Kate estarías muerta —soltó en un tono amenazante la ojiazul.
—Claro, defendiendo a tu novia, que lindo, pero ella mató a mi hermano. Imagínate si Kaden muriera, ¿no estarías destrozada? ¿Pérdida? —la peli marrón se acercó a Rachel y yo me interpuse entre ambas.
El pecho de Rachel subía y bajaba, su ceño fruncido y la expresión en su mirada lo decían todo, estaba furiosa por el comportamiento de Joanna y más aún cuando mencionó ese tema tan delicado para mi novia.
—Entonces vete, Joanna, eres una abogada conocida, tal vez puedas acabar con Oliver antes que nosotros, pero deja a mi novia y a mi cuñado en paz —le advertí.
—No puedo creer que todavía tengas el valor de verme a los ojos, maldita asesina —a continuación sentí como la palma de su mano chocó contra mi mejilla.
Por instinto llevé mi mano a mi mejilla, podía sentir como me ardía. Para ser sincera hacía tiempo que nadie me daba una bofetada, pero tampoco era algo nuevo.
—¡Oye! ¡Deja a mi cuñada en paz! ¡Maldita malagradecida! —soltó Kaden con ira.
—¿Malagradecida? No sé si estás enterado, pero tu querida cuñada mató a mi hermano.
—¡Eso no es verdad! —dijo Rachel.
—Kate no es una santa, pero fue Oliver quien mandó a sus hombres para matarnos y tú lo sabes muy bien —aclaró Vanlo.
—Sin mencionar que ella te salvó de tu padre, de no ser por Kate estarías muerta o tu padre te habría hecho lo mismo que le hizo a tu madre —agregó Katar, seguro con tal de protegerme.
—Está bien —dije—. Yo te entiendo mejor que nadie, Joanna, maté a Ana porque mató a alguien a quien quería y quiero como una hermana, entiendo toda esa rabia, ese dolor y esa frustración que sientes, pero culparme no revivirá a Firox.
—Me largaré de aquí y te juro que haré todo lo que esté en mi poder para que te pudras en la cárcel, junto a tu novia —su voz sonó amenazante.
A continuación ella nos dio la espalda y observó a Vanlo de reojo. Sus ojos estaban llorosos, lo conozco demasiado bien para saber que él la ama, no la quiere perder, pero tampoco quiere dejarnos.
Joanna abrió la puerta de la casa y se fue sin decir siquiera una sola palabra. Me acerqué a Vanlo y le di un abrazo.
—Ve por ella y cuídala —le dije al oído.
—No quiero dejarlos —me abrazó fuertemente.
—Joanna está muy afectada por la muerte de Firox, necesita a alguien que la cuide, tú eres el indicado —agregó Katar.
Nos separamos del abrazo y él observó a Katar y Kan.
—Supongo que ustedes se quedan, ¿No?
—Kate es una hermana para mí, no la dejaría —el ojiazul me dio una cálida sonrisa.
—Sí, bueno, yo... No puedo dejar solo al playboy —admitió con dificultad el peliblanco.
—Lo imaginaba —el ojiazul le dio una palmada en el hombro y el peliblanco se acercó a Vanlo.
—Vete antes de que la pierdas, seguro nos volveremos a ver en mejores condiciones —tragó grueso.
Era claro que no lo veríamos nunca más, pero Vanlo siempre amó a Joanna, no podíamos ser tan egoístas. Además, la vida de asesinos no le agrada a Vanlo, no encajaría.
—Estoy seguro que sí —se acercó a Katar y se dieron un abrazo amistoso.
—Cuídate y cuida a Joanna —le pidió Kan.
Se separó del ojiazul para luego abrazar a Kan con mucha fuerza.
—Sé feliz, amigo. Eres una buena persona a pesar de ser gruñón —el peliblanco rodó los ojos.
Antes de separarse vio a los mellizos por última vez y sonrió, para luego separarse de Kan.
—No te preocupes, Kate está en buenas manos —comentó Kaden.
—Lo sé y una vez más te pido perdón por la actitud de mis padres —el mellizo asintió en forma de perdón.
El peli marrón se dirigió hacia la puerta, giró la manija y antes de irse nos volvió a observar, supongo que lo hizo para no olvidarse de nuestros rostros. Cerró la puerta y sentí un pequeño escalofrío.
Rachel se acercó a mí por la espalda y su delicada mano acarició mi mejilla.
—¿Estás bien? —asentí.
—Fue lo mejor —me dio un beso cariñoso en la mejilla en la cual había recibido la bofetada.
—¿Ahora qué hacemos? —preguntó Kaden.
—Debemos volver, hermanito. No tenemos otra opción que volver a casa —él sonrió.
—¿Crees que Derek me recuerde? —Kan rodó los ojos, como si estuviera molesto.
—Claro.
—El problema es que no tenemos un vehículo para ir hacia las afueras de la ciudad —comentó Kan.
En ese momento la Señora Nora apareció con una escopeta, tres armas, dos revólveres y una bolsa llena de cosas. Nos acercamos a ella y nos miramos extrañados.
—Todo esto es para su huida, queridos —fruncí mi ceño confundida.
—Nuestra —la corregí.
La Señora Nora es alguien importante en mi vida, siempre me ha ayudado y no puedo dejarla aquí, sería presa fácil.
—Querida —ella tomó mis manos—, conoces a Oliver, lo que yo hice fue traición, no me queda mucho tiempo y prefiero usar lo que me queda de vida para que ustedes huyan y tú seas feliz. Cómo era tu sueño desde pequeña —sonrió.
En ese momento sentí un nudo en mi garganta, mis ojos se pusieron acuosos y tuve el impulso de abrazarla. Ella me devolvió el abrazo cariñosamente.
—Solo te pido que seas feliz, te lo mereces, cielo —la abracé más fuerte, sabiendo que sería la última vez que la vería con vida.
Ella fue como una madre, como mi mejor amiga, siempre brindándome de su apoyo, siempre tuve un hombro en el cual llorar. Solo me arrepiento de no haberla encontrado antes, tal vez así hubiéramos pasado más tiempo juntas.
Nos separamos y cada uno tomó el arma que estaba a su alcance, mientras la Señora Nora se quedaba con la escopeta.
Por favor, Shera, cuando la Señora Nora ya no esté aquí, sé la primera en recibirla.
—Detrás de la casa hay un auto de color azul, allí hay más armas, podrán usarlo para llegar a las afueras de la ciudad y salir a salvo.
—Gracias, señora —agradeció el mellizo.
Rachel me tomó de la mano y empezamos a correr hacia afuera de la casa, los demás nos siguieron y sabía cuán asustados estaban, pero también sabía que sus vidas de ahora en adelante no serían las mismas.
Desde hace tiempo estaban marcados.
Caminamos por un pasillo, hasta que de pronto oímos un ruido, frenamos y tratamos de oír de dónde provenía el ruido. Luego oímos un quejido de dolor de la Señora Nora, una lágrima cayó por mi mejilla al saber que probablemente era Oliver.
Di un paso hacia adelante, dispuesta a acabar con todo, pero Kaden se interpuso, con su semblante serio me observó y sus ojos me suplicaban que no lo hiciera.
—No dejes que su muerte sea en vano, estamos en territorio enemigo, estamos en desventaja —comentó.
Cerré los ojos con fuerza y sacudí la cabeza, como si eso impidiera que los recuerdos con ella se borraran, al menos por el momento. Con un nudo en la garganta me di la vuelta y me mentalicé no mirar atrás, sabía que no sería bueno.
Seguimos corriendo hasta que abrimos el ventanal, bajamos unos escalones de madera y corrimos por el jardín hasta que encontramos el auto. Rachel abrió la puerta del piloto, a su lado se sentó Kan, mientras que nosotros tres estábamos en la parte de atrás.
Kan rebuscó las llaves del auto, hasta que las encontró colgada sobre el retrovisor, Rachel las tomó e inmediatamente colocó la llave en el interior del mando y la giró varias veces hasta que el motor quiso cooperar.
Por la ventana observé cómo varios hombres se habían metido a la casa, destruyendo todo a su paso. Entre gritos, miedo y desesperación, a lo lejos vi como una sombra caminaba tranquilamente entre los hombres que invadían la casa. Oliver levantó su mano que estaba cubierta por un guante de látex, enseñándome como estaba lleno de sangre.
Tragué grueso y Rachel aceleró hasta que empezamos a alejarnos del disturbio. El pecho de Katar subía y bajaba rápidamente, al igual que el de Kaden. Él se levantó del asiento y observó el baúl, para luego sonreír.
Ambos observamos lo que había allí dentro, granadas, armas, un encendedor, varias botellas y trapos viejos. No podía creer que la Señora Nora hubiera conservado esto por tanto tiempo.
—Estamos muertos, es nuestro fin —comentó Kan alarmado, mientras sus ojos inspiraban terror.
Todos miramos hacia afuera del auto, mientras Rachel conducía observamos cómo varios hombres en motocicletas y camionetas se acercaban a nosotros. Rachel me dio una mirada pícara, sabiendo que no tendríamos más opción que deshacernos de ellos. Kaden tomó una metralleta y sonrió al tenerla en sus manos.
Era notorio que ser asesino estaba en él, si bien estaba agitado con todo esto, nunca lo vi con miedo y sé que se debe a que Kan y Rachel le dan seguridad, así como ella me daba confianza.
Bajó el vidrio de la ventanilla y se asomó, para luego apuntar hacia las ruedas de una motocicleta y apretar el gatillo. Esta se volteó y el hombro cayó al suelo. Katar no dudó en tomar una granada y asomarse por la ventana, quitó el gancho de seguridad y lanzó la granada hacia una camioneta con hombres que nos estaban disparando sin éxito alguno.
La granada explotó, dejando su vida todo lo que estuviera cerca de ella, pero aún había muchos hombres. Eran como el ejército de Oliver.
Vi como el limitador de velocidad llegó a su punto máximo, lo que significaba que ahora tendríamos que arreglarnos con lo que teníamos.
—Tú puedes, amor. Confío en ti —me guiñó un ojo para darme más confianza.
Volví a observar el interior del baúl, tomé un trapo viejo y luego le hice un nudo para que quedara enganchado al cuello de la botella, mientras una parte de él quedaba dentro de ella. Tomé el encendedor, giré la pequeña rueda y acerqué el trapo hacia el fuego, pero se apagaba, hice lo mismo varias veces, sin éxito alguno.
—¡Se apaga! ¡El viento es muy fuerte! —exclamé con el corazón latiéndome muy fuerte.
—¡Hay que subir el vidrio! —Kaden asintió y ambos lo hicieron.
Intenté que el fuego no se apagara, pero aún así seguía haciéndolo.
—Regla número cuatro, traiciona a quien te traicione —observé a Kaden—. No estás haciendo nada malo, solo justicia por quien te arrebataron, puedes hacerlo.
Suspiré y cerré los ojos para armarme de valor, los abrí y volví a girar la pequeña rueda del encendedor, seguí persistiendo hasta que finalmente el fuego consumió la punta del trapo. Le di la botella a Kaden y él volvió a bajar la ventanilla.
Katar imitó su gesto.
El ojiazul lanzó la botella por los aires y cayó en una motocicleta, quemando a un hombre vivo, mientras que la botella de Katar rompió el vidrio de otra camioneta y quemó a todos lo que estaban dentro de ella.
Oí un ruido y miré hacia arriba, no me había dado cuenta que había una parte del techo liberado, tomé tres granas, me paré sobre el asiento y la mitad de mi cuerpo estaba fuera del auto, las lancé y junto al fuego que estaba consumiendo todo a su paso, todos explotaron.
Luego vi como Kan estaba con una metralleta y disparó hacia los pocos hombres que quedaban vivos. La ruta era un caos, el fuego se extendía hasta llegar al pasto y árboles de nuestro alrededor.
Parecía que la pelea había cesado, pero me preocupaba no ver a Oliver, él debería estar con ellos.
Mi corazón todavía estaba intranquilo, pero al notar que cada vez nos alejábamos más de aquel incendio, no tuve más opción que aceptar lo que había sucedido. Oliver seguía con vida, pero ahora ya no tiene a su cómplice, ya no tiene a sus espías, ni a su ejército.
Ahora tendríamos todo en ejercito para protegernos y no deberíamos preocuparnos por matar, ya no sería un crimen.
En la isla el único crimen es amar, porque a veces amar es arrastrar a esa persona junto a ti, junto a tus problemas y desafíos, corriendo el riesgo de perderla.
Bajé del techo y me senté. Observé a los demás y me di cuenta que todo estaba bien, estábamos vivos y rumbo a una nueva vida.
—¿Ya llegamos, sis? —preguntó emocionado.
—Todavía no, hermano, debemos tomar un yate, donde nos esperan personas de confianza. Pronto podremos vivir en paz —volvió a guiñarme el ojo, junto a una sorisa cálida.
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