Capítulo treinta y seis: Un encuentro que tarde o temprano sucedería
—¿Entonces dices que los padres de Vanlo te buscaron de nuevo? —él asintió.
—Trata de tranquilizarte, sis.
—¡¿Calmarme!? ¡Estoy tratando de idear un plan para salvarte! —la ojiazul caminaba de un lado a otro, tratando de calmar la ansiedad.
—Cuéntame mejor cómo fue que te amenazaron.
—Bueno, hace unos días Kan me invitó a dar un paseo e ir al cine, dijo que eso me ayudaría a despejar la mente. Cuando estábamos volviendo él se bajó del auto y fue a comprar una caja de pizza, mientras lo esperaba en la puerta del auto, dos hombres que trabajan en ese lugar horrible, se acercaron a mí y me dieron un puñetazo, cortesía de Fabían y Antonella, los padres de Vanlo. Me dijeron que tarde o temprano me encontrarían y las matarían a ustedes dos y a la Señora Nora por haberme ayudado a escapar —relató.
—Si Vanlo no hubiera sido su hijo estaría muerto hace mucho tiempo —me levanté del sofá y la abracé por la espalda para calmarla.
Hace un rato Rachel me llamó eufórica por miedo a que algo le suceda a Kaden, entonces le dije que vinieran a mi casa para que estuvieran más seguros y hablaríamos más. Traté de convencerla que debíamos contarle a Vanlo lo que sus padres están haciendo, pero se rehúsa.
—Cálmate, encontraremos una salida —acaricié sus brazos para calmarla.
—Fabían y Antonella no admitirán que perdieron un gran luchador, mucho menos admitirán que quedaron ridiculizados frente a sus empleados y sus amigos. Sería admitir una derrota —comentó el ojiazul.
—Yo creo que debemos decirle a Vanlo, antes de que esto empeore —agregué.
—Tal vez si los mato estaríamos en paz —murmuró Rachel pensativa.
Dejé de abrazarla y la miré molesta.
—No vas a hacer nada de eso, Rachel. Te lo prohíbo.
—¡Haré lo que sea con tal de proteger a mi hermano y tú no me lo vas a impedir!
—Claro que lo haré, estás alterada, nerviosa y así no puedes pensar en nada coherente. No les tocarás ni un solo cabello a los padres de Vanlo.
—Disculpa que intervenga, cuñada —él se levantó del sofá y se acercó a nosotras— , pero estoy de acuerdo con mi hermana. Me alejaron de mi familia, hicieron mi vida miserable y lo justo es que ellos paguen con su vida.
—¡¿Tienes idea de cuántas personas han sufrido por culpa de ellos?!
—¿Acaso no pueden entender que son personas peligrosas? Apenas Vanlo salió con vida, ¿Qué creen que nos sucedería a nosotros?
Sin darnos cuenta empezamos a discutir entre los tres, Kaden apoyaba a Rachel, pero yo no. Sé cuán peligrosos pueden ser los padres de Vanlo, Firox y Joanna tardaron años en sacarlo de esa vida que él tanto odia.
Y luego de liberarlo nos llegaban cartas de amenazas, todavía no entiendo como no nos mandaron a matar.
Mientras discutíamos oímos golpes que provenían de la puerta, inmediatamente nos callamos y nos miramos confundidos. No esperábamos a nadie.
—¡ABRE LA PUERTA, MOCOSO! ¡SABEMOS QUE ESTÁS AQUÍ CON TU LINDA HERMANITA! —gritó un hombre del otro lado de la puerta.
Lentamente me dirigí hacia la mesada de la cocina, abrí el cajón beige lentamente y tomé tres cuchillos grandes. Cada uno de nosotros tendría un cuchillo, porque en una guerra, la sangre es inevitable
De pronto la puerta se abrió abruptamente y cinco hombres que parecían de la misma pandilla que los que secuestraron a Rachel antes de terminar nuestro noviazgo, se acercaron a nosotros.
—¿Cómo estás, mocoso? —observó a Rachel de arriba abajo—. El jefe nos dijo que habría diversión, pero por lo visto está noche tendremos el honor de jugar con tu hermanita —hizo una sonrisa maliciosa y Kaden frunció el ceño, molesto.
De reojo observé como Kaden lentamente se estaba acercando a una mesa pequeña en donde había una lámpara, la tomó y sin dudarlo le dio un fuerte golpe en la cabeza a ese hombre, dejándolo en el suelo.
Lo inevitable sucedió y los otros hombres nos empezaron a atacar. Rachel y yo peleábamos con un hombre a la vez, mientras que Kaden peleaba con dos.
El hombre que peleaba conmigo me tomó de las piernas y con una fuerza descomunal, me lanzó al suelo y de su bolsillo trasero sacó una daga. Intentó clavármela, pero antes de que pudiera hacerlo le clavé el cuchillo en la pierna y gritó de dolor.
—¡Maldita perra! —exclamó furioso.
Mientras él sufría, me acerqué a Kaden sabiendo que Rachel tenía todo controlado. Uno de los hombres estaba detrás de Kaden, lo tomé de su cabello y le coloqué el filo del cuchillo en su garganta.
—¡Paren todos! —oímos un grito que provenía de la puerta.
Todos levantamos la vista y vimos a Vanlo entrar lentamente y observó la escena.
—Los quiero fuera de aquí. ¡AHORA! —gritó.
—Joven, White, su padre nos...
—¿Acaso te lo pregunté, Shir? No, no te lo pregunté. Ahora largo todos de aquí y nunca más vuelvan a lastimarlos. ¿Entendido? —lentamente solté al hombre que estaba a punto de matar.
El hombre calvo, al cual le clavé el cuchillo, había manchado todo el suelo de sangre y seguía quejándose un poco.
—No los oí, ¿Está claro o no?
—Lo siento, tenemos nuestras órdenes —dijo uno de ellos.
Se abalanzó sobre Vanlo y él lo tomó del brazo para luego golpear su cabeza contra la pared.
—¡¿DÓNDE ESTÁ?!
Era inútil esto, así que mientras todos estaban distraídos, aproveché el momento y volví a tomar el cabello del hombre y lo estiré para luego pasar el filo del cuchillo sobre su piel fina. Todos me observaron un tanto sorprendidos.
—¿Qué?
Sí, dije nada de matar, pero me refería a los padres de Vanlo, no a personas que nos quieran herir.
—¡Si no me dices donde está, terminarás muerto! —amenazó al hombre que tenía contra la pared.
Apretó lentamente su cabeza contra la pared y el hombre gritó de dolor. Como si estuvieran conectados, los hermanos atravesaron los cuerpos de sus enemigos y solo quedaron dos hombres vivos. El hombre de cabello negro que estaba con el cuchillo clavado y el que estaba contra la pared.
—¡DIME, ¿DÓNDE ESTÁ?! —exigió saber.
—¡Solo sé que iban a secuestrar a una joven, desconozco quien es! —contestó.
—¡¿A dónde la llevaron?!
—No lo sé, por favor, joven, White, solo cumplo órdenes. No me mate.
—Buena siesta —Vanlo golpeó la nuca del hombre y el cuerpo cayó al suelo.
—Solo queda uno consciente —él peli marrón se acercó al hombre que tenía el cuchillo clavado en la pierna y se lo sacó lentamente, solo dejó la una parte del filo en la pierna.
—¿A quién se llevaron? —pregunté.
—A Joanna —contestó—. ¿Por qué la secuestraron? —le preguntó al hombre herido.
—N-no l-lo sé... —estrelló su cabeza contra el suelo y quedó inconsciente.
Para ser sincera me sorprendía que Vanlo fuera así de violento, nunca le hizo daño a nadie, pero sé que teme que a Joanna le suceda algo.
—Así que tú eres su hijo —Kaden se acercó a Vanlo y lo observó furioso.
—Por desgracia. En nombre de mis padres te pido perdón por todo lo que te hicieron —él extendió su mano para estrecharla con la de Kaden, pero él no hizo nada.
Era notorio que a Kaden no le agradaba, sus ojos decían que quería matarlo, pero sabe que no tiene motivos para hacerlo. Al fin y al cabo fueron sus padres los que lo llevaron a esa vida, Vanlo solo es una víctima más.
—Un perdón no arreglará todos los años de dolor y sufrimiento, mataron a mis padres y me alejaron de mis hermanas. Me gustaría matarte, pero por la amistad que tienes con Kate no lo haré.
—Lo entiendo y lo lamento.
—Mejor rescatemos a la joven, de lo contrario te mataré ahora mismo —dijo mientras lo miraba a los ojos.
—Iremos por Joanna, pero tú te quedas Kaden —le dijo Rachel—. Si tú vas con nosotros ellos podrían capturarte.
—Rachel tiene razón, tampoco puedes quedarte solo —agregué.
—Llamaré a Kan, no se preocupen por mi —le dio una sonrisa cálida a Rachel.
* * *
Llamamos a Katar para tener refuerzos por si acaso y Kan llamó a Rachel para decirle que se estaban encargando de los cuerpos de los hombres junto a Kaden. Es increíble como Kan se adaptó tan rápido a todo este mundo de asesinos.
Vanlo conducía a toda velocidad, teniendo la vista al frente y estaba tan furioso que ni siquiera era capaz de parpadear.
Sinceramente creo que los padres de Vanlo, al ser mafiosos y personas tan peligrosas, creo que podrían reconocerme o saber la verdad sobre mi, incluso podrían... Es una medida extrema, pero como asesina traicioné a los padres de Vanlo, sin mencionar que él también, y podrían exponer mi identidad públicamente.
Eso traería grandes consecuencias, me vería obligada a huir a un lugar desierto. La otra opción es que nos maten a todos, pero no podría suceder, Vanlo jamás se los perdonaría.
Luego de unos minutos llegamos a una parte del bosque en el cual vi a Kaden por primera vez, estacionó el auto entre unos arbustos y abrió la puerta de su lado y nosotros tres hicimos lo mismo.
Rodeamos el auto y Vanlo se dirigió hacia el baúl del auto, al abrirlo los tres nos miramos sorprendidos ante lo que estábamos viendo. ¿Vanlo con armas? ¿Qué sigue?
—Tomen una cada uno, no sabemos que podemos encontrar ahí adentro —tomó y recargó su arma.
—Rachel y yo iremos por detrás, ustedes dos irán por el frente, ¿de acuerdo? —ambos asentimos a lo que dijo el ojiazul.
Caminamos hasta que nos acercamos a unos arbustos cerca de la gran mansión que estaba enfrente nuestro. Había cuatro guardias, dos adelante y dos atrás, sin mencionar que dentro debe haber todo un ejército.
De pronto dos hombres de traje salieron de la puerta de la mansión y se pusieron en posición de combate con sus armas. No dudo que dentro de sus trajes tengan más armas, como pistolas o cuchillos.
—Son más que nosotros, ¿Cómo los distraemos? —preguntó Katar.
Nos arrodillamos y vi que en el suelo había varias rocas grandes, que entraban en nuestra mano. Es perfecto.
—Usaremos rocas, con ellas romperemos dos ventanas y algunos guardias irán a ver que sucedió, será cuando Vanlo y yo actuemos yendo al frente mientras ustedes dos nos cubren la espalda —tomé dos rocas y Vanlo hizo lo mismo.
—Cuídate —la ojiazul se acercó a mí y me dio un beso en la frente.
—Tú también, protege a Katar.
—No me trates como niño —susurró.
—Cierto, eres más grande que yo, eres viejo —rodó los ojos.
Ambos nos levantamos, apuntamos a dos ventanas y cuando lanzamos las rocas la alarma empezó a sonar. Dos guardias se miraron entre ellos y empezaron a caminar hacia el lugar de impacto.
El peli marrón y yo caminamos lentamente hasta estar cerca de los guardias, se veían confundidos. Murmuraron algo entre ellos y sacaron sus armas para luego recargarlas, de pronto observamos como una bala atravesó la frente de uno de los hombres.
Me di la vuelta y a lo lejos observé una sombra con un francotirador. Por un breve momento creí que nos dispararía, pero luego oí el grito de otro hombre, lo observé y él había recibido una bala en el pecho, específicamente en el corazón.
La persona que disparó a esos hombres quiso ayudarnos, porque luego desapareció entre las sombras como si se tratara de un fantasma.
—Tomemos sus armas —dije y él me miró confundido.
—¿Quién nos ayudó?
—No tengo idea, solo sé que usaba un silenciador, por eso nadie oyó los disparos.
—Quien quiera que sea, es un héroe —tomó el arma que estaba en el suelo.
—Cualquiera puede ser un héroe, si lo que hace no es por pura conveniencia —tomé el arma que estaba en la mano del hombre de cabello negro y él me miró con el ceño fruncido.
—¿Crees que lo hizo por algún beneficio?
—Agradece mientras esa persona misteriosa no se vuelva contra nosotros.
Caminemos contra la pared, con el corazón latiendo muy fuerte y con los nervios queriendo controlarnos. Sabíamos que esto sería difícil y estoy segura que no es casualidad que los padres de Vanlo secuestraran a Joanna.
Llegamos a las puertas principales y los guardias que se supone que Rachel y Katar iban a distraer, también estaban muertos.
—¿Aún sigues creyendo que no está de nuestro lado?
—No podemos confiar en nadie, no con todo lo que está sucediendo.
Coloqué mi mano en la manija circular de color dorado y la giré procurando no hacer ningún ruido. Al abrirla todo estaba normal, solo parecía una mansión entre otras, los muebles, los vasos sobre la mesa, todo estaba impecable, hasta diría que nos estaban esperando.
Vanlo frunció el ceño y caminó lentamente con su arma en sus manos, fui detrás de él y caminamos hasta una sala en done había una mesa larga, con un mantel rojo color sangre cubriendo la mesa de color negro, había tres copas, una vacía y dos llenas de vino.
—Que bueno que vienes a visitar a tus padres, creímos que te habías olvidado de nosotros —soltó una voz masculina.
Nos dimos vuelta lentamente y allí estaban ellos. Ambos vestidos elegantes, Fabían con un traje de color negro y su madre con un vestido del mismo color, junto a un broche con las iniciales F.W.
Vanlo apuntó el arma hacia su madre, pero ella ni siquiera parpadeó ante la acción de su hijo.
—Me hubiera gustado olvidar mi vida con ustedes.
—Eres un White, no le temes a nada, ni siquiera temes a dispararle a tu madre —dijo él con orgullo.
—Te criamos bien, hijo. Un día herederas todo lo que le pertenece a tu padre.
—¿Por eso secuestraron a mi novia? ¿Para chantajearme? ¿Para qué sea como ustedes?
—No —rió su padre—. Tu novia es linda, valiente, pero tiene un serio resentimiento con los Jones —abrí mis ojos sorprendida al oír lo que dijo.
—Fuiste muy obvia, querida —Antonella caminó hasta estar cerca de mi.
—Soy hija de los mejores asesinos, no me dio miedo haber rescatado a Kaden, hubiera hecho lo mismo por los demás, pero no tuvimos tiempo.
No tiene sentido que me hayan reconocido, cambié demasiado, pero no me sorprendería que Oliver les hubiera dicho que yo estaba viva o que lo supieran por su cuenta.
—¡AYUDA! —oímos un grito desesperado.
Ambos nos miramos y empezamos a correr hacia el lugar de donde provenía el grito. De pronto sentí como el padre de Vanlo me empujó hacia el suelo y ambos caímos. A lo lejos vi como el peli marrón forcejeaba con su madre, en una pelea sin fin.
Fabiano me golpeó en el estómago, haciendo que soltara un quejido de dolor, luego me dio un puñetazo en el rostro y otros más hasta que salió sangre.
Ahora tenía todas mis fuerzas, ya no estaba envenenada, ahora podía luchar y eso iba a hacer.
Con la pistola en mi mano le di un golpe en las costillas, pero apenas frunció el ceño por el dolor. Varios hombres entraron, tomaron a Vanlo de los brazos, haciendo que le sea imposible pelear contra su madre.
De pronto vi como una bala se dirigió hacia la pierna de la madre de Vanlo, Fabían gritó desesperado y aproveché ese momento para darle un puñetazo en el rostro y en un movimiento rápido se alejó de mí y fue a ver a su esposa mientras gritaba de dolor.
Vanlo forcejeaba con los hombres, pero ellos eran cinco, no podía hacer nada. En cuanto me levanté sentí una suave mano en mi hombro. Rachel me dio una sonrisa en medio del caos y señaló una puerta que estaba al final de un pasillo.
—Katar ayudará a Vanlo, Joanna debe estar ahí abajo, o al menos eso nos dijeron los guardias.
Caminamos hasta la puerta de color marrón, sentí que alguien venía detrás de mi. Me di la vuelta y evidentemente un hombre con un cuchillo intentó cortarme el cuello, pero lo esquivé por abajo y no me hizo daño alguno.
Vinieron más hombres con armas y cuchillos, estábamos acorralados contra la pared, junto a un mueble que lucía costoso y un lindo florero. Lo tomé y se lo lancé a los dos hombres que estaban más cercanos a nosotras.
Ambos se agarraron la cabeza y Rachel les disparó a los otros cuatro hombres como si nada.
—Kate... Todos lo saben, tu identidad ya no es secreta, debemos huir cuanto antes.
—Lo sospechaba, los padres de Vanlo lo saben, solo es cuestión de tiempo para que salga en las noticias.
—Entonces rescatemos a Joanna antes de que sea tarde —nos dimos la vuelta, pero oímos varios pasos detrás nuestro.
Eran diez hombres de traje que nos tenían acorraladas, todos con armas diferentes, algo que me hace pensar que no son hombres comunes, deben ser de la estúpida banda de Oliver, Los Hermanos De Sangre.
—Vete, yo me encargaré —soltó.
—No podrás con todos sola.
—No podría si tuviera que dejarlos vivos, pero ya nada importa, solo sobrevivir.
Con un poco de recelo, empecé a correr y por extraño que parezca, nadie me siguió, nadie me disparó o algo por el estilo. Me detuve cuando creí que esto era demasiado bueno para ser cierto, caminé por el pasillo hasta llegar a la puerta.
Suspiré para prepararme para lo que sea que estuviera detrás de esa puerta, solo espero que no sea un cadáver.
Coloqué mi mano en la manija circular dorada y la giré lentamente, la puerta se abrió, dejándome ver unas escaleras que me conducían a una especie de sótano. Baje lentamente cada uno de los escalones hasta que una luz apareció y apunté hacia un hombre pelado y de mal aspecto.
Tenía una mirada y sonrisa siniestra, sus dientes estaban amarillos, tenía varios tatuajes por todo el cuerpo y su barba estaba descuidada. Había una silla a su lado, en ella estaba sentada una persona con el rostro tapado debido a una bolsa de papas.
El hombre estiró su brazo y le quitó la bolsa a Joanna, ella tenía varios moretones en el rostro y un pañuelo en la boca, que estaba atado por detrás para que ella no hablara. Estaba atada a una silla por varias sogas que le apretaban el estómago, las piernas, los tobillos y las muñecas.
—Imagino que sabes quien soy —le dije al hombre, a lo que este asintió con la misma sonrisa.
—Sé quien eres, ¿pero tú sabes quien soy, Kate?
—Un enfermo que acabará muerto si no la sueltas —le apunté con el arma.
—Soy un padre que perdió a su hijo, a su esposa y lo único bueno que tiene es su hija que es abogada —la mano del hombre se dirigió hacia la mejilla de Joanna y ella giró el rostro para que no la tocara.
No puede ser, es el padre de Joanna.
—Usted nunca quiso a su familia, mató a su esposa y maltrató a sus hijos —él asintió.
—Tenía dos bellos hijos, ahora solo tengo a uno. Joanna dejó que Firox muriera, lo justo sería que ella también muera, ¿no crees?
—No, porque quién mató a Firox fui yo, yo estuve con él al momento de su muerte. Así que deje a su hija en paz y máteme a mí, no tengo nada más que perder.
—Hija, querida, ¿quieres recordar cómo murió tu madre? —ella negó varias veces y su rostro se puso colorado—. Quería divertirme con ella, la até a cama, de brazos y piernas, hice lo que quise con ella, como debe ser, luego intentó huir y quería llevarte a ti y a Firox con ella, para que nunca más los volviera a ver, me vi obligado a pelear contra ella y divertirme un poco más para luego asfixiarla con mis propias manos —estiró sus manos para que yo las viera.
Este hombre es repugnante, ahora entiendo porque ellos nunca hablaban de su padre.
Es uno de los peores que conocí, me da escalofríos de solo verlo.
—Ahora quiero divertirme con mi hija —ella negó con la cabeza varias veces de manera desesperada.
—Es su hija... Debería respetarla —él asintió.
—Y lo hago, pero una mujer como ella debe estar preparada para todo en la vida, lo bueno y lo malo —Joanna lo miró confundida.
Me acerqué lentamente hacia ellos y mi mirada se dirigió hacia el foco de luz que iluminaba la escena horrible que estaba viviendo.
—Joanna es una de las mujeres más valientes que conozco, no necesita de sus enseñanzas —a continuación, con la última bala que tenía, disparé al foco de luz.
La atención del hombre se desvió hacia lo sucedido, empujé al hombro contra la pared y tomé la bolsa de papas que tenía Joanna. La coloqué en su cabeza mientras él forcejeaba contra mí, apreté la bolsa cada vez más, hasta que dejó de forcejear, su voz no se escuchó más y sus brazos quedaron inmovilizados por la falta de oxígeno.
No hay honor entre asesinos.
Luego vi como la puerta del sótano se abría y vi que Katar había venido a ayudarme.
—Hay que hacerlo rápido, Vanlo y Rachel no podrán detenerlos por mucho tiempo —él sacó una navaja y desató a Joanna, mientras yo le sacaba el pañuelo.
—¿Puedes caminar? —le pregunté y ella solo se limitó a observar el cuerpo de su padre.
—¿Segura de qué está muerto? —asentí.
—Debemos irnos, aquí ya no es seguro.
* * *
Al llegar a la mansión vimos a Kaden y Kan un poco nerviosos y no entendimos porqué hasta que vimos a la misma persona que había eliminado a los hombres de la entrada de la casa.
Estaba vestida de negro, con una máscara de polar dejando ver sus ojos, en su mano izquierda sostenía el francotirador con un silenciador. Dirigí mi mirada a la suya y pude reconocer esos ojos marrones.
—¿Ana? —asintió.
—Tengo que confesar algo, Kate...
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