Capítulo treinta y ocho: La estadía duró poco
Cuatro meses después.
El tiempo había pasado, nadie sabía nada sobre Oliver, ni nuestros espías, ni Derek. Era como si se hubiera borrado de la faz de la tierra, pero luego de todo lo sucedido sé que esperará la mínima oportunidad para atacarnos.
Al llegar a la isla me reencontré con Derek, sigue siendo el mismo de siempre, solo que ahora tiene un hijo que cuidar. Los niños a los que ayudamos una vez, lo habían salvado de los guardias que querían matarlos por órdenes de Tatiana.
Cuando Rachel volvió a la isla, él fue perdonado y pudo volver al palacio, con la diferencia que entrenaría a todos y a cada uno de los niños que lo habían ayudado. Los ayudó a encontrar una familia, aunque muchos seguían buscando una que los quisiera y él adoptó a un pequeño muy lindo, pero es igual a Derek.
Igual de gruñón, desobediente y a veces piensa en sí mismo. Su nombre es Kyan, tiene cabello marrón y ojos color verde, con un poco de marrón. En el fondo es un buen niño, pero pasó por muchas cosas que le afectaron, al igual que Derek.
La llegada de Kaden a la isla dejó mucho de qué hablar, el pueblo creía que por haber pasado tanto tiempo fuera de la isla, no tendría las agallas y el carácter para poder gobernar junto a Rachel.
Todos sabemos que no es así, puede aprender y sé que el apoyo de Kan y Rachel lo incitan a volver a intentarlo.
Katar y Kan todavía se estaban acostumbrando a la isla, Kan es el nuevo médico del palacio y Katar se encarga de cuidar a los niños junto a Derek. No tenía idea de cuánto podrían gustarle los niños, pero parece que se llevan muy bien.
Ahora me encuentro entrenando con Kyan, porque Rachel y Kaden tienen muchas responsabilidades siendo reyes. Casi siempre está con algún problema o una situación no muy agradable, pero siempre reserva un tiempo para que estemos a solas.
—Eso, estira más la cuerda del arco, necesitas que esté bien extendido para que la flecha sea más certera —él asintió y estiró un poco más la cuerda.
Suspiró y mientras sus ojos no se movían del blanco, soltó la parte trasera de la flecha y esta dio cerca del medio.
—Ahg, esta cosa no sirve —dijo molesto.
—No es eso, Kyan, estás concentrado, pero no como deberías. ¿Qué sucede?
—Papá Derek le da más atención a los otros que a mí, no sé para que me adoptó si apenas recibo atención —soltó el arco, dejando que cayera en la arena y se sentó sobre ella.
—No digas eso, tu padre te ama y mucho. Sabes que tiene otras responsabilidades, igual que mi novia y no me ves quejándome —me senté a su lado.
—Pero tú eres grande, no necesitas atención —hizo un puchero.
—Todos la necesitamos. ¿Sabías que cuando conocí a tu padre él me odiaba? —me miró sorprendido.
—¿Por qué?
—El amor, puede ser tan bello como peligroso, él temía que al estar con Rachel pudiera desatar el caos, pero luego entendió que las cosas no eran así. Y como él entendió, tú tienes que entender que no importa que suceda, tu padre siempre tendrá tiempo para ti, siempre te amará.
—Me está enseñando a cabalgar —murmuró.
—¿Lo ves? Papá Derek te prepara para la vida, para ser un soldado mejor que él, pero para eso tú tienes que poner de tu parte. Tienes que hacer todo lo que te diga y tratar de entender que es un hombre ocupado —sonrió de lado y pareció entender.
Derek tuvo un acto muy noble al adoptar a Kyan, pero si ya estando sin hijos era gruñón, ahora trata de no perder la paciencia. Es como si se estuviera cuidando a sí mismo, el pequeño siempre quiere tener la razón cuando se trata de discusiones.
—¿Crees que seré un buen soldado? —sus ojos brillaron de la emoción.
—Serás mejor que él, pero ese es nuestro secreto —estiré mis brazos y empecé a hacerle cosquillas por todo el cuerpo.
Empezó a reírse y se acostó en la arena cuando se dejó vencer.
Derek me pidió que no le dijera nada a Kyan, pero la verdad de porqué está tan ocupado, es porque había ido a la ciudad como espía en dos ocasiones. Por desgracia no consiguió ninguna información sobre Oliver, solo sabemos que desapareció y que su pandilla ya no existe.
Debíamos mantener toda esta situación en secreto para que los niños no tuvieran miedo, pero ahora el entrenamiento se había vuelto fundamental para todos.
De pronto oímos como las pisadas de caballos se acercaban a nosotros. En un caballo blanco con manchas de color café, vi a Derek con una mueca de enojo y luego mi mirada se dirijió a Rachel, quien estaba sobre Titán.
—Te dije que estaría aquí, Derek —comentó mi novia, refiriéndose al pequeño.
—Estás en problemas, jovencito —Kyan me observó, para que interviniera por él.
—Estábamos entrenando y hablando un poco, ¿No? —ambos nos levantamos y nos sacudimos para que la arena no estorbara.
—Imagino que no te dijo porqué huyó —el peli marrón se bajó del caballo, caminando de manera amenazante, pero a la vez como si ya no tuviera paciencia.
—¿Qué hizo? —pregunté.
—Quiso salir de la isla, sabiendo el riesgo que eso implica —el tono de voz de Derek era de enojo y mucho.
—¡Solo quería explorar! —se defendió.
—Explora en la isla, es lo suficientemente grande para ti, pero jamás cruces las fronteras entre la ciudad y la isla —Kyan frunció el ceño e hizo un puchero—. ¡No te lo digo como tu padre, te lo digo como general del reino y es una orden!
Rachel al ver la situación se bajó de Titán y se acercó a nosotros, colocó una mano sobre su hombro y él suspiró.
—Ve a jugar a la orilla, Kyan, luego hablaremos —el pequeño asintió.
Me abrazó las piernas, debido a que tiene siete años y es bajito. Luego hizo una reverencia a Rachel y ella le acarició la cabeza tiernamente. Cabizbajo caminó hasta la orilla, tomó una pequeña roca y la lanzó al agua.
—Eres demasiado duro con él, Derek —comentó Rachel.
—No soy duro, soy exigente, estamos en época de guerra, no puede ir por la isla creyendo que nada va a sucederle. Tiene que estar preparado para la vida y los riesgos.
—Nadie dijo que no le enseñes los peligros, pero podrías ser más cariñoso, al fin y al cabo tú pasaste por la misma situación y sabes como eso te cambia —agregué.
—Lo sé perfectamente y también era como él, hasta que el cocinero real me adoptó, pero Kyan es inconsecuente —no pude evitar soltar una risita.
Rachel también se río y Derek nos observó extrañado.
—¿Qué es tan gracioso?
—Derek, tú nunca tuviste en cuenta las consecuencias de tus actos —respondió Rachel.
—¿Acaso olvidaste cuando me molestabas con tus amigos? ¿Recuerdas el castigo de Rachel?
—E-eso fue diferente.
—Claro que no, sabías perfectamente que nadie podía tocarle un solo cabello a Kate, pero no te importó y me vi obligada a castigarte por desobedecerme.
—Además, Kyan es un niño, a veces para vencer al enemigo, hace falta pensar como él.
Derek se quedó pensando en eso por un breve instante.
—¿Pensar como un niño?
—A los niños les gusta explorar, pasa un día con tu hijo y con cariño hazle entender que la vida es tan bella como riesgosa —Rachel sonrió.
El peli marrón se pasó una mano por su cabello, mientras suspiraba. Ser padre le era difícil, pero quería mucho a Kyan, además de que Derek ha cambiado en el tiempo que no estuve aquí, eso lo ayudará a ver la vida de otra manera y no como alguien inmaduro o inconsecuente.
—Lo intentaré, pero no sé cómo ser un padre.
—Nadie sabe, con el tiempo y los errores irás aprendiendo —dije.
—Mejor nos vamos, quiero hablar con él a solas.
Derek se despidió de nosotras con un asentimiento y se dirigió a buscar a Kyan, quien jugaba con las pequeñas rocas de la orilla. El pequeño le tomó la mano a Derek e hizo un puchero.
Ambos subieron al caballo y se alejaron lentamente. Mi mirada se dirigió hacia mi hermosa novia y ella me sonrió dulcemente.
—¿Y qué milagro es este? ¿Tú aquí en vez de la sala del trono? —comenté burlonamente mientras Rachel me tomaba de la cintura con amor.
Me acerqué a ella y mi corazón empezó a palpitar más fuerte, mis piernas temblaban y sus ojos me tenían hipnotizada.
El efecto Rachel Doson, a veces puede ser una maldición.
Rodeé su cuello con mis brazos y nuestros labios estaban separados por una línea demasiado fina.
—Quería invitarte a pasear y estar el resto del día contigo.
—Suena perfecto —sus ojos azules se dirigieron hacia mis labios y no dudó en besarlos.
El beso era tierno, pero luego un fuego fue creciendo en mí y estoy segura que en ella también, pero me aparté y ella hizo una sonrisa pervertida.
—Pervertida —la acusé.
—Un día deberíamos encerrarnos en nuestra habitación y tener un día para ambas —susurró contra mis labios con un tono de voz pícaro.
En ese momento se me ocurrió una idea, algo que podría funcionar para relajarnos. Sonreí por el pensamiento que tuve, en mi mente todo era hermoso, la cena, las luces, la comida, ambas bailando en medio de la noche bajo la luna de las estrellas.
Hoy sería una noche inolvidable.
—Tengo una idea, reina mía —sonrió.
—¿Cuál?
—Al caer la noche te esperaré en el castillo abandonado, te tengo una sorpresa.
—No me hagas esperar, eso es cruel.
—Te lo diré si me dejas preparar tu sorpresa
—¿Entonces vine a verte para que me digas que ahora debo estar lejos de ti? —hizo un puchero tierno.
—Te prometo que en la noche seré toda tuya —besé sus suaves labios.
—Bien —rodó los ojos—. ¿Mientras que hago?
—Busca un lindo vestido y espera a la noche —sonreí con malicia.
* * *
Había preparado todo para esta noche. Le pedí ayuda a Katar y Derek, ya que Kan quería estar con su novio, los dos me ayudaron a traer la comida hasta aquí, me ayudaron a preparar todo para que se viera perfecto.
—Espero que hayan entendido que esto no sale de este castillo y que no deben interrumpir a no ser que suceda algo importante —comenté.
—Sí, Kate. Quieres tener una noche de pasión con Rachel, no te molestaremos —dijo burlonamente el ojiazul.
—Rachel ama las cenas románticas, ahora debo devolverle el favor.
—¿Favor? —preguntó el peli marrón confundido.
—Cuando llegamos a la ciudad Rachel me hizo una cena romántica para compensar todo lo que estaba haciendo por ella, ahora quiero ofrecerle esta cena para que se relaje.
—Odio su cursilería —comentó Derek rodando los ojos.
—Entonces vete, nadie te lo impide —solté con placer.
—Voy a ver a Kyan, debo vigilar a ese travieso —nos dio la espalda y se dirigió hacia la puerta de madera— Bonita noche, futura reina —me guiñó el ojo.
Derek desapareció entre las estructuras viejas del castillo abandonado, mientras pensaba en lo que me acababa de decir.
—¿Entendiste lo qué dijo? —Katar negó con la cabeza.
—También me voy —me dio una sonrisa tierna.
—Katar, gracias por todo y me refiero a gracias por venir a la isla y no dejarme —sonreí de lado.
Sé cuán difícil es para Katar y Kan adaptarse aquí. Katar ya no tenía nada en la ciudad, pero seguro que la decisión de venir aquí no fue fácil.
—Eres la hermana que nunca tuve, siempre estaré contigo, enana —me abrazó dulcemente.
Le devolví el abrazo y nos separamos. Caminó lentamente hasta la puerta y se fue por las escaleras en silencio.
Observé la cena que habíamos preparado, habían dos candelabros con velas blancas altas, un mantel rojo que ocultaba la mesa, dos platos de oro con un pedazo de carne para cada una, junto a una ensalada de lechuga, tomate y zanahoria rallada.
Había una jarra de oro, al igual que las copas, con vino de dátiles, una bebida común en la isla.
También había una bandeja con algunas frutas, junto a una hoja de menta. La luna iluminaba toda la habitación, junto a las velas, dándole un toque misterioso, prohibido, como cuando solíamos venir aquí a escapar de Tatiana.
Suspiré y traté de calmarme, había cocinado todo especialmente yo, para que Rachel viera que me esfuerzo para mejorar en mis artes culinarias, quería sorprenderla.
Fue gracioso como el cocinero intentó echarme de la cocina real cuando quemé el pan.
De pronto oí unos pasos me sacaron de mis pensamientos, volví a suspirar y tomé la venda de color rojo que tenía guardada debajo de la almohada, para que los chicos no se dieran cuenta que la tenía.
Salí de la habitación y cerré la puerta, para que Rachel no viera el interior y la cena que tenía preparada.
Ella al verme se detuvo en las escaleras y no pude evitar detallarla por completo. Tenía un vestido de color rojo, su cabello estaba recogido del lado derecho con algunas ondas, sus uñas estaban pintadas de color carmesí, combinando con el vestido.
Rachel parece una diosa, mi hermosa diosa de ojos azules.
Sus ojos me recorrieron de arriba abajo, viendo mi vestido de color negro con un cinturón de color dorado y mi cabello suelto, pero tenía un mechón del costado izquierdo sostenido por un broche de oro, que ella me había regalado hace unos días.
Empezó a subir los escalones lentamente mientras no dejaba de verme a los ojos. Cuando estuvo a la misma altura que yo me sonrió dulcemente.
—Diría que estás hermosa, pero no sería suficiente —su dedo pulgar se posicionó en mi mentón, hasta que llegó a acariciar mi labio inferior, provocando una oleada de sentimientos en mi cuerpo.
—Yo creo que eres una diosa —observé sus labios rosados.
—¿Es necesaria la cena? Prefiero comerte a ti —susurró.
—Sí, es necesaria, quiero que experimentes algo —alcé mi brazo y le mostré la venda roja.
—¿El truco de la venda? Como olvidarlo, usé una cuando habíamos llegado a la ciudad.
—Date la vuelta, amor —sonrió y se dio media vuelta.
Le tapé los ojos y rodeé su cabeza con la venda, luego le hice un nudo y la tomé de la mano. Se volvió a dar la vuelta, abrí la puerta y al oír el ruido de la puerta rechinar, volvió a sonreír.
Tomadas de las manos empezamos a caminar hasta que la senté en una de las sillas, mientras yo me quedaba parada.
—Todo lo que comerás a continuación lo preparé yo misma, espero que tu experiencia con la comida sea la mejor —comenté antes de empezar.
—Eso explica la molestia del cocinero —soltó una risita.
—Empezaremos con algo simple, comerás varias cosas, para que puedas saborearlo mejor.
—¿Por eso la venda?
—La venda es para que tus otros sentidos se activen y puedas interpretar todo de otra manera —tomé una frutilla y la acerqué a sus labios.
La acerqué a su nariz para que pudiera olerla y sonrió de lado.
—¿Puedo probar? —susurró.
Me acerqué a su oído y su piel se erizó. Eso sucede cuando tiene frío o cuando le gusta que le hable al oído.
—Puedes probar lo que quieras, mi reina —ella abrió la boca lentamente, acerqué la frutilla nuevamente a sus labios y le dio un mordisco.
Se relamió los labios y de la manera tan sensual que lo hizo supe que fue para provocarme, pero no sabe que esta noche yo tendré el control.
—¿Puedes sentir el jugo de la frutilla? ¿Cómo se deshace? —asintió.
Me comí lo que quedaba de la frutilla y tomé una uva, repetí los mismos gestos con la uva, la menta, la lechuga, la zanahoria y el tomate. Tomé la copa de vino y la acerqué a su nariz.
—Vino de dátiles, ¿verdad?
—Sí, mi amor —me pude detrás de ella y lentamente deshice el nudo—. Ahora puedes admirar la cena con tus propios ojos —observó todo con delicadeza y luego me observó a mi.
—Sin duda alguna tengo a la mejor novia del mundo —se levantó de la silla y su mano acarició mi mejilla.
—Yo tengo a la mejor arquera como novia. Nadie en toda la historia de este reino fue tan feliz como yo lo soy contigo, arquera —chocamos nuestras frentes y Rachel tomó la venda que tenía en la mano.
Bajo la luz de la luna y las velas se veía más hermosa de lo que estaba. Rachel es perfecta para mí y me alegra que podamos estar juntas.
—Ahora me toca a mi, forastera —fruncí el ceño y en un movimiento rápido me vendó los ojos.
Rachel colocó sus suaves manos en mis mejillas y rozó su nariz con la mía, haciéndome perder el control dentro de mi. Mi respiración se volvió tensa, debido a lo que ella estaba haciendo.
Creo que perdí el control.
Sus labios rozaron con los míos, sus manos acariciaron mis brazos, hasta llegar a mis muslos.
—¿Ya te dije que con una venda en los ojos te ves hermosa? —susurró en mi oído y la piel se me erizó.
—Me estás haciendo perder el control, Rach —dije como pude.
—Quiero que lo pierdas y ver que sucede, mi amor —volvió a susurrar.
Rachel empezó a besar mi cuello lentamente, mientras internamente rogaba que me quitara la venda. Sus manos se posicionaron en mi cintura, me atrajeron más cerca de ella y mis manos se dirigieron a su espalda.
* * *
Los vestidos estorbaron, al igual que los adornos y todo lo que ocupaba nuestro cuerpo. Rachel no quiso esperar y tuvo primero el postre antes que la comida, pero aún así quiso probar lo que cociné y se sorprendió de lo bien que estaba.
—¿Tienes más talentos ocultos? —preguntó.
—Creo que ya viste demasiados talentos por esta noche —me acerqué a sus labios y le robé un beso.
—Nunca será suficiente, quiero conocer todo de ti, todos los días, de todos los años de mi vida —sonreí.
—¿Estás diciendo lo que creo que es? —ella abrió la boca para responder.
Antes de que Rachel pudiera decir algo, oímos como unos pasos se acercaban a la habitación. Nos miramos confundidas y de pronto entró Derek con la respiración agitada, estaba sudando y su rostro demostraba terror.
—Lamento interrumpir, pero no encuentro a Kyan y tengo miedo de que algo malo le haya sucedido.
—¿Buscaste en todos lados?
—En todo el reino, tengo miedo, por favor, ayúdenme —asentimos.
Él salió de la habitación para que pudiéramos cambiarnos, al hacerlo salimos del castillo, Rachel fue a buscar a Kyan con Titán, Derek se fue en su caballo y yo en el mío. Nos dividimos por distintos sectores de la isla, mientras los demás también ayudaban en la búsqueda.
—¡KYAN! —grité para que me oyera, pero no obtuve respuesta.
El caballo corrió por varios lugares de la isla, en los cuales no obtuve ninguna pista. Decidí buscar en el camino que estaba cerca del castillo abandonado y oí el llanto de un niño. Tiré de la cuerda del caballo para que se quedara quieto, mientras intentaba saber de dónde venía el llanto.
—¡¿Dónde está tu reina, mocoso?!
Aquella voz provenía de entre los arbustos, no la conocía, pero seguro que Kyan estaba allí. Le di la señal al caballo para que empezara a correr hasta los arbustos y en cuanto estuve cerca, vi que Kyan estaba rodeado de varios hombres.
Ninguno era de la isla.
Del bolsillo del asiento que tenía el caballo, saqué una daga lo suficientemente larga para poder acabar con todos a la vez.
Había un hombre de espaldas, bajé del caballo, me escondí entre los arbustos y le hice un corte en la pierna, más específicamente es un área donde había una vena, algo que le afectaría. El grito del hombre alertó a los otros.
Rompí el largo de mi vestido con la daga, porque lo más probable es que me impediría hacer movimientos bruscos. Un hombre se acercó a mí con un arma, pero tomé el cañón de esta y él disparó.
Eso me favoreció, ya que los demás habrían escuchado el disparo, lo que significaba que tendría refuerzos o eso creía hasta que vi a Oliver con su máscara saliendo de detrás de un árbol.
—¡Corre, Kyan! —el pequeño asustado asintió e intentó huir, pero Oliver lo tomó de los hombros y por más que él pataleaba y le suplicaba que lo dejara en paz, no lo hacía.
—El niño o tu reina, hermana —comentó.
—Diez hombres, uno herido, ¿Son solo nueve hombres que te quedaron de tu pandilla sin sentido?
—El niño o tu reina —volvió a decir.
Miré a todos los hombres que estaban a mi alrededor formando un círculo. No tenía idea de cómo se habían infiltrado, pero por más habilidosa que fuera, nueve hombres contra mí era mucho.
Pero era mejor luchar con valor que morir por ser una cobarde.
Así que apreté la mano del hombre que sostenía el arma y luego le hice una llave en su brazo, para a continuación romérselo. Fue cuando un hombre se abalanzó encima mío y me tiró al suelo, me golpeó varias veces en el abdomen y le clavé la daga en la pierna, pero eso no lo detuvo.
A lo lejos vi como Oliver le ponía unas esposas a Kyan y un trapo en su boca para que no dijera nada. En un momento de distracción, otro hombre me quitó la daga y Oliver se alejó de Kyan para acercarse a mi.
Se quitó la máscara lentamente y no podía creer el rostro que estaba viendo, ese cabello rubio, esos ojos azules, esa sonrisa diabólica. Era él.
Luego impactó su pie contra mi cabeza dos veces y todo se volvió negro.
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