Capítulo treinta y cinco: Problemas para un futuro

Absolutamente a nadie le gustan las clínicas o los hospitales, pero ahí estábamos nosotras, en la clínica de Kan. Su padre hizo los análisis ya que él estaba muy ocupado y notó algo diferente en la cura.

No sabíamos que era, solo sabíamos que nada bueno podía salir de eso. Estaba muy nerviosa, no por el hecho de morir, sino por saber que Oliver no hizo esto con la intención de matarme, de lo contrario no nos hubiera dejado encontrar la cura tan rápido.

—Tranquila, resolveremos esto, Kate —la ojiazul me abrazó por los hombros.

—¿A quién más podría afectar esto? Si soy yo quien lo lleva en la sangre, el veneno no puede ser contagioso.

El pasillo de la clínica estaba vacío, todos los pacientes dormían y los doctores eran pocos, mientras que las enfermeras del turno noche estaban descansando.

Llegamos al consultorio de Kan y toqué tres veces la puerta. Al abrirla se hizo a un lado para que podamos pasar. Cuando entramos él nos miró con ¿lástima? No lo sé, pero había algo en sus ojos que no me gustaba.

—¿Qué sucede? ¿Cómo es eso de que el veneno no afecta solo a Kate? —preguntó Rachel y Kan suspiró.

—Mejor ve a ver a Kaden, él tuvo una pesadilla y está asustado. Estuve con él hasta hace poco, pero no deja de llamarte —frunció el ceño.

—¿Y por qué no me lo dijiste antes? —suspiró con molestia—. Kate, yo... No quiero dejarte, pero... —juntó sus manos con las mías.

—Entiendo, ve con Kaden, luego te cuento —se acercó a mi cabeza y me dio un beso en la frente.

Me dio una mirada cálida y luego caminó hasta que se fue del consultorio.

—¿Qué sucede, Kan? Rachel podrá no conocerte tan bien, pero yo sí, sé que no le dijiste lo de Kaden porque fuera verdad.

—Él si tuvo una pesadilla, solo lo usé como excusa porque creo que lo que mi padre y yo descubrimos debes saberlo primero —fue hasta su escritorio de color beige claro y tomó una carpeta de color amarillo con algunos papeles dentro.

Él me la extendió y había una ficha médica sobre mí, había muchos datos, sobre qué tipo de sangre soy, mi edad, mi peso, etc. Pasé a la siguiente hoja y mi vista se centró en la esquina superior de la hoja.

El gen del asesino serial, mejor conocido como el gen MAO-A.

—¿Qué es esto? ¿Qué tiene que ver conmigo y la cura?

—Kate... No tengo buenas noticias —suspiró—. La cura te salvaría del veneno, pero tú tienes el gen MAO-A, no te afecta porque ya eres una asesina y aprendiste a controlarlo, pero...

¿Qué? No puedo creerlo, nunca nadie me lo dijo, ni la Señora Nora.

—¿Pero qué?

—Si un día tú y Rachel deciden tener hijos... La cura podría desbloquear el gen, debido a los químicos por la cual está compuesta. La cura podría salvarte, pero podría destruirte si un día decides tener hijos y ellos no controlan el gen.

No puede ser...

Ahora todo tiene sentido. Oliver no solo hizo esto para debilitarme ante sus ataques, lo hizo porque sabía que si un día yo tuviese hijos, serían una máquina de destrucción si no se controlan.

¿Cómo se lo diré a Rachel? Ella siempre quiso que tuviéramos hijos, al igual que yo, acabamos de arreglarnos y ahora esto.

—No puedo creerlo, Kan... —se acercó a mí y colocó sus manos sobre mis hombros.

—Kaden es muy bocón y dijo que Rachel quiere formar una familia contigo, por eso decidí que debía contártelo solo a ti. Si un día llega en el que ustedes tengan hijos, será mejor que se preparen para todo.

—¿Y cómo se lo diré? Su sueño siempre fue que formemos una familia —dejé la carpeta a un lado y me senté en una de las sillas del consultorio.

—Si te preocupa que Rachel te deje, te diré que eso no pasará. Te ama y lo entenderá, habla con ella —pasé mis manos por mi cabello, frustrada.

No puede ser, siento que defraudé a Rachel.

Sin darme cuenta las lágrimas empezaron a aparecer, humedeciendo mis mejillas.

—Kate, sé que duele, pero aún pueden formar una familia, pueden adoptar niños y ser una familia —trató de consolarme a su manera.

No tengo el valor para decirle a Rachel la verdad, temo que se enoje... No sé qué pueda pasar y eso me aterra.

Sin decir nada, me levanté y salí del consultorio.

Tengo ganas de no decirle nada, pero sé que no es lo correcto, sé que tarde o temprano lo sabrá. Tengo mucho miedo a su reacción.

Caminé por el pasillo sumergida en mis pensamientos.

Sé que siempre digo que mataré a Oliver y que todo esto acabará, pero siento que todo esto está muy lejos de acabar. No sé qué más quiere Oliver, pero no ha de ser nada bueno.

Llegué hasta la sala en la que Kaden estaba, me asomé un poco y los vi a los dos. Kaden está asustado y Rachel lo abrazó para contenerlo, parece que esa pesadilla lo perturbó mucho.

—¿Kate y tú se arreglaron?

—Sí, gracias, hermanito. Sé que tú lo planeaste todo.

—Solo quiero que seas feliz —sonrió forzadamente.

—Mejor trata de descansar, me quedaré contigo para asegurarme que esa pesadilla no vuelva —él se recostó en la camilla y Rachel le colocó el acolchado de la clínica sobre el cuerpo.

—Te amo, sis —ella sonrió de lado.

—Yo también, hermanito —se acercó a él y le dio un beso en la frente.

Verlos así de unidos me dio ternura, Rachel se merece toda la felicidad del mundo, pero no estoy segura de ser yo quien se la pueda dar.

De pronto sentí como una mano se posicionó en mi hombro, por costumbre, tomé la mano y la doble, simulando que iba a quebrarla. Cuando escuché el quejido de un hombre me di cuenta que era Katar.

—Lo siento —lo solté y sostuvo su mano mientras le dolía.

—Sé que estás en modo alerta por Oliver, pero no me mates, te aseguro que soy muy útil.

—¿Qué haces aquí?

—Bueno, Kan me llamó hace media y me dijo que era urgente que viniera, dijo que algo te había pasado, pero por lo que veo estás bien —hubo un silencio incómodo.

—Tengo que contarte algo... —se acercó más a mi y me observó a los ojos.

—Primero vamos a tomar un café, luego me cuentas —asentí.

Caminamos por los pasillos de la clínica, mientras le contaba la existencia de Kaden, cómo me había reconciliado con Rachel y como ahora estábamos bien. Katar se puso feliz por mi, pero sé que está preocupado porque sabe que oculto algo.

Llegamos a una máquina expendedora de café, él se compró un café expresso y yo un café con leche. Nos sentamos en unas sillas de metal que estaban vacías debido al horario que es y suspiré.

No es lo mismo contárselo a Katar que a Rachel, pero me da miedo.

—Katar, yo...

—¿Qué ocurre? ¿Tiene que ver con el hermano de Rachel? —negué con la cabeza.

—Él es una buena persona, consiguió la cura para mí y Kan hizo unos análisis antes de poder tomarla, pero... Descubrió algo que me aterra contarle a Rachel.

—¿Qué descubrió?

—Yo... tengo el gen del asesino en serie, cuando tenga hijos la cura podría activar eso en ellos por los químicos que tiene y su podría ser peor si no lo controlan.

—¿Cómo puedes controlarlo?

—Fui criada como asesina y siempre maté, nunca tuve una sed de sangre, pero mis hijos podrían tener eso, puede ser muy malo si no lo controlan. Casi nadie puede controlarlo, tengo miedo de contarle a Rachel porque puede dejarme por alguien más —él me abrazó por los hombros para consolarme.

—Primero: Rachel te ama. Segundo: Ambas son asesinas, hay una isla entera de personas como ustedes. Tercero: No debes temer, ella lo entenderá —lo miré por unos segundos y en sus ojos vi lástima.

Dejé el café a un lado y lo abracé fuertemente. Estuvimos así durante unos segundos y luego nos separamos.

Tal vez tenía razón, no sería malo educar a nuestros hijos en la isla. Al fin y al cabo allí podrían vivir mejor que aquí, no tendríamos que vivir escondidos por mi, debido a quien soy. Allí podrían ser libres, si son asesinos allí encajarían y no se sentirían mal, además podríamos criarlos mejor. Pero eso no quiere decir que sea algo fácil de aceptar.

—Tal vez tengas razón, pero aún así tengo miedo, Katar.

—Es normal, pero no estás sola y si te hace sentir mejor, voy a ser el mejor tío para mis futuros sobrinos —trató de animarme.

—Gracias por estar conmigo, pese a todo —apoyé mi cabeza en su hombro y suspiré.

—De nada, enana —bebió un sorbo de su café.

* * *

Luego Katar se fue a cubrir a un compañero que faltó a trabajar, pero me dijo que luego hablaríamos más.

Eran las diez de la mañana cuando entré a la sala en donde estaban los mellizos, Kaden estaba durmiendo y Rachel estaba en una silla sosteniendo su mano mientras dormía.

Durante unos minutos me quedé observándola. Sé que no debería sentirme culpable, pero me siento mal sabiendo que no soy capaz de darle la paz que merece. A mi lado siempre tendrá problemas y miedos.

Acaricié su cabeza suavemente, sentí su aroma invadir mis fosas nasales y dejé un pequeño beso en su frente. Ella abrió sus ojos lentamente y sonrió al verme.

—¿Cómo estás? —pregunté.

—Mejor ahora que sé que cada día estarás en mi vida —sonreí de lado.

Me es imposible no amar a Rachel, jamás dejé de hacerlo.

—¿Y Kaden? ¿Cómo se encuentra?

—Vivió muchas cosas mientras estuvimos separados, de vez en cuando tiene pesadillas. Siempre me quedo con él hasta que duerma, a veces tiene miedo de despertar y no verme, creyendo que volvemos a estar separados.

—Todo esto es muy nuevo para él.

Rachel me observó con amor y ternura durante unos segundos y me dio un suave beso. Sonreí, pero esa sonrisa fue borrada cuando recordé una de mis desgracias.

—¿Qué sucede? ¿Qué te dijo Kan? ¿Bebiste la cura?

Abrí la boca para decir algo, pero en ese momento Kaden empezó a dar vueltas en la camilla y a murmurar cosas que nosotras no entendíamos.

Frunció el ceño levemente y su respiración se tornó más acelerada.

—No... Rachel... No me dejes, no puedes... —murmuró.

Por un breve momento recordé cuando Rachel me contó que Tatiana la maltrataba y justo esa misma noche tuvo una pesadilla. Era increíble como algunas escenas eran tan similares.

—Estoy aquí, Kaden —ella empezó a hacerle leves caricias para calmarlo.

Eso pareció funcionar, porque de a poco su respiración se calmó, pero todavía seguía tenso. Sus manos apretaron la remera que él traía puesta y vi como una gota de sudor caía por su frente.

—Está teniendo una pesadilla, lo mejor será despertarlo.

Ella lo movió un poco y de pronto su mano izquierda tomó la muñeca de Rachel con fuerza. Luego abrió los ojos y cuando vio que se trataba de su hermana, lentamente retiró su mano y abrazó a la ojiazul con el miedo en sus ojos.

—Perdón, ojitos de cristal.

—Tranquilo, no me iré de tu lado —le susurró.

Ambos se separaron y Kaden evitó mirarme.

—Quiero irme de aquí —nosotras nos miramos.

—Tengo que preguntarle a Kan si puedo llevarte a casa —le acarició la cabeza.

—No me gusta estar aquí, quiero estar contigo... —Rachel soltó un leve suspiro.

—Hablaré con Kan, él sabrá qué es lo mejor para ti, hermanito.

Oímos dos golpes en la puerta, me acerqué para abrirla, pero antes de que pudiera hacerlo la puerta se abrió y Kan entró a la sala.

—Umm, creí que Kaden estaba solo —se quedó mirando a Rachel y luego dirigió su mirada hacia mi.

—¿Por qué estaría solo?

—No lo sé, como sea. ¿Cómo estás, niño playboy? —el ojiazul hizo una pequeña sonrisa al verlo.

—Quiero irme de aquí. ¿Puedo irme con mi hermana y mi cuñada?

—Preferiría que te quedaras, pero puedo visitarte una vez por semana, si te parece bien, claro.

¿Acaso Kan estaba nervioso?

—Claro.

* * *

Estábamos en la casa de Rachel y ella me pidió que me quedara esta noche para ayudarla con Kaden. Creí que era mejor irme, pero ella insistió, además Kaden también me pidió quedarme.

—Que bonita casa tienes, Rachel —él miraba todo con curiosidad.

—Tenemos —lo corrigió—. Ahora esta casa es tuya, puedes hacer lo que quieras.

Kaden dirigió su mirada a mi celular que estaba sobre el sofá.

—¿Me das tu celular? —lo miré confundida.

—¿Para qué?

—Antes de conocerte, Rachel me mostró una foto tuya, le pregunté cómo podías estar dentro de un celular y me explicó que era una fotografía, es cuando captas un momento que te hace feliz —explicó orgulloso—. Quiero una foto ahora, es un momento feliz para mi porque soy libre gracias a ustedes.

Me dio ternura lo que dijo, así que sin dudarlo tomé mi celular, lo desbloquee y se lo di para que Kaden pusiera la cámara en modo selfie. Rachel se puso en el medio de nosotros dos, ambos sonrieron y pude notar lo feliz que estaba mi novia, quería que todos los días tuviera esa hermosa sonrisa.

Abracé a Rachel por la cintura y Kaden pasó su brazo por nuestros hombros, abrazándonos.

Kaden apretó el círculo blanco y luego la foto apareció en la pantalla. Los tres observamos la pantalla y sonreí al saber que por un breve momento fui feliz. Tenía a Rachel a mi lado, mis amigos estaban bien y ahora tenía un cuñado.

—Gracias por la foto —me dio el celular y se levantó del sofá—. Si no les molesta estaré en mi habitación.

—Claro, debes descansar —dijo Rachel y le dio una tierna sonrisa.

Quedarme a solas con Rachel no era bueno, no es tonta y sé que sabe que oculto algo. Por estúpido que suene, me levanté del sofá y me dirigí hacia la cocina, simulando que iba a sacar algo de comida del refrigerador.

Abrí la puerta y con la mirada busqué algo que ni yo sabía que buscaba.

—Habíamos acordado que ya no habría más secretos, ni mentiras —oí sus pasos acercarse a mi.

Cerré la puerta y al darme la vuelta vi que Rachel estaba muy cerca de mi rostro. Era obvio que me estaba analizando, pero aunque entre asesinas no podemos mentirnos, tenía que intentarlo.

—Dime que me ocultas —bajé la mirada al suelo.

—Yo... —cerré los ojos con fuerza—. Tengo miedo de decírtelo, porque luego querrás buscar a otra mujer, con la cual puedas tener una familia normal...

—¿Familia normal? ¿A qué llamas normal? ¿A una familia hipócrita donde se critican entre sí? Yo te amo, no me importa quienes seamos o de donde venimos —lentamente sus manos se colocaron en mis mejillas y las acarició—. Nada ni nadie me separará de ti, te amo y un día quiero que tengamos una familia tan grande como el universo —abrí los ojos e hice una pequeña sonrisa por ese comentario.

Sus ojos me daban la confianza y la seguridad que no tenía con nadie. Al oírla hablar así mi corazón empezó a palpitar más fuerte, no sé si por el miedo o por las cosas lindas que dijo.

—Dime que te sucede —suspiré con miedo.

—Kan... Él me dijo que tengo el gen del asesino en serie, todo este tiempo lo supe controlar debido a que fui una asesina y esa sed de sangre, se fue, pero si bebo la cura eso podría afectar a nuestros hijos. Podrían ser asesinos en serie o algo así. Kan me explicó que por los químicos que contiene la cura podría activarse tanto en mi, como en nuestros futuros hijos.

—Entonces tu hermano no te envenenó para matarte, sino para hacernos sufrir —asentí.

Rachel me abrazó y empezó a acariciarme la cabeza para calmarme. No me gusta que me vea llorar, pero en sus brazos me sentía tan bien, como si todo lo malo no existiera y ella fuera mi refugio.

Comencé a llorar en silencio.

—No me importa, te seguiré amando hasta el fin de mis días, no me importa si nuestros hijos son asesinos. Podríamos irnos a vivir a la isla y allí nuestros hijos estarían con personas como ellos, asesinos —levanté la cabeza para observarla.

—Lo dices como si fuera tan simple.

—Lo es, tú, Kaden y yo en la isla. Tú a mi lado siendo mi reina, reinando junto a Kaden y yo, estarías protegida de cualquier peligro y nuestros futuros hijos no se sentirían excluidos. Imagínalo —sus ojos brillaron de emoción.

—Mereces a alguien que te de una familia normal, Rach. No soy esa persona —-su mano se dirigió a mi mentón y lo levantó suavemente.

—¿Normal? Cuando me enamoré de ti maté a varias personas, te mentí y luego descubriste la verdad. No sé si lo has notado, Kate, pero nosotras no somos normales y si ser normal significa ser hipócrita, entonces prefiero ser la persona más anormal del mundo —la abracé con amor y fuerza.

—Te amo, arquera —dejó un pequeño beso en la cabeza.

—Yo también, forastera.

En ese momento oímos un ruido que provenía del baño de la planta de arriba. Nos miramos sorprendidas y no dudamos en salir corriendo hacia las escaleras.

Cuando llegamos a la puerta del baño Rachel golpeó repetidas veces la puerta pero Kaden no contestaba.

—¡Lárguense! ¡Déjenme en paz! —exclamó al otro lado.

—¿Kaden, qué fue ese ruido?

—¡QUE SE VAYAN!

—Déjame a mí —le dije con seriedad y ella asintió.

Lentamente puse mi mano en la manija de la puerta de color blanco y la giré para poder abrirla. Entré lentamente al baño y vi que había pequeños pedazos de vidrios en el suelo, junto a algunas manchas de sangre.

Cerré la puerta para tener más privacidad y Kaden se dio la vuelta, furioso y asustado.

—¡Les dije que no entraran! —al mirarme de frente pude visualizarlo mejor.

Su cabello estaba despeinado, su pecho subía y bajaba rápidamente y su mano estaba llena de sangre, pero parece que Kaden no siente dolor. Observé el espejo, roto, debido a un puñetazo que le dio.

—Solo quiero ayudarte, he ayudado a Rachel en el pasado, confía en mí —suspiró y se apoyó en la pared, para lentamente deslizar su espalda por ella y sentarse en el suelo.

—Solo quiero que todo esto acabe... —di unos pasos y me senté a su lado.

—¿Qué quieres que acabe?

—Las pesadillas, los malos recuerdos, mis cicatrices... Todo... —contestó mirando a la nada.

—Kaden, yo creo que las cicatrices que tienes son de una persona fuerte y valiente. Tú eres un sobreviviente, no tienes que ocultarlas. Cada cicatriz es una historia, una prueba de que tan valiente y fuerte has sido.

—No soy valiente —cerró los ojos.

No estaba segura, pero creo que estaba teniendo un ataque de pánico.

—¿Y sabes qué es ser valiente? Porque yo creo que una persona que se levanta todos los días, sabiendo que su vida es puro sufrimiento y aun así soporta todo por volver con quien ama, creo que esa persona es una fortaleza. Pudiste haber desfallecido ese día, el día en el que te llevaron, pero no fue así, eres valiente y un sobreviviente.

Lentamente su mano tomó la mía y la llevó hasta su pecho, para que notara que su corazón estaba latiendo muy rápido. Pareciera que podría darle un ataque al corazón.

—No estás solo, Kaden. Tienes a tu hermana, a mi, a Kan y a nuestros amigos. Ya no estarás solo, no otra vez.

—T-tengo m-miedo de volver a esa vida... —noté como frunció su ceño y como empezaba a sudar.

—No volverás, Rachel y yo te protegeremos. Nada ni nadie podrá alejarte de ella, tenlo por seguro.

De a poco su corazón volvía a latir con normalidad y su respiración ya era normal. Abrió los ojos y observó su mano ensangrentada.

—No sientes dolor, ¿verdad?

—Me acostumbré a estar herido —lentamente soltó mi mano y levantó el borde de su buzo y remera para dejarme ver algunas de sus cicatrices.

Me daba impresión que tuviera tantas heridas, eran demasiadas para cualquiera, pero Kaden no es cualquier persona, es el hermano de Rachel y de Tatiana, proviene de una familia fuerte y valiente, que no le teme a nada.

Pese a que Tatiana tomó el camino equivocado, reconozco que era fuerte, parecía invencible y Kaden se parece a ella.

—¿Cómo te hiciste esa cicatriz? —temí al preguntar.

—Tenía quince años, había un niño de diez años en mi celda que quería comer más que un simple pedazo de pan duro, pero el guardia que nos vigilaba quería azotarlo, solo por pedir más comida. No podía quedarme sin hacer nada, así que me interpuse en el medio y por eso recibí varios latigazos. Las heridas no fueron bien curadas, ya que no les importaba nuestro bienestar, así que me quedaron algunas cicatrices —relató.

—Fuiste muy valiente.

Pasé mi brazo por detrás de su cuello y lo abracé para que no se sintiera solo.

—Gracias —le sonreí—. ¿Crees que Rachel se moleste porque rompí el espejo?

—No, tranquilo.

* * *

Nos quedamos un rato más en el baño, en silencio. No quería hablar porque estaba segura que Kaden estaba pensando en todo lo que hablamos. Luego de salir del baño Rachel fue a curar a su hermano, pero dijo que tenía una herida y no sabía cómo tratarla.

Así que llamó a Kan para decirle que él viniera.

Ahora me encontraba limpiando los pedazos de vidrio que estaban esparcidos por todo el suelo, junto a la sangre.

—Kaden está esperando a Kan afuera, quiere estar solo —me informó.

—¿Está mejor?

—No quiere decirme que sucedió, creo que tiene miedo a que lo regañe.

—Creo que tuvo un ataque de pánico, un poco extraño, pero él pudo controlarlo. Hablamos un poco y le hice ver que es una gran persona, fuerte y valiente, igual a ti.

Ella se acercó a mí, quitó la escoba que tenía en mis manos y me dio un beso.

—¿Te dije que te amo?

—Sí, pero nunca está mal volverlo a escuchar —bromeé.

—Te amo, Katherine Jeniffer Jones. No podría vivir sin ti —me abrazó.

—Como me vuelvas a decir Jeniffer me comeré tu pizza —soltó una risita.

—¿Puedo confesarte algo? —nos separamos del abrazo.

—¿Ahora qué sucedió?

—Creo que Kan está interesado en Kaden —abrí mis ojos como platos.

—¿Qué dices? —fruncí mi ceño.

—¿No te das cuenta lo amable que es con él? Cuando hoy lo llamé, se puso nervioso y desesperado por saber sobre Kaden.

—Es normal, es su paciente.

—Te apuesto cinco cajas de pizza a que Kan está interesado en Kaden.

—Si gano me dirás un secreto tuyo —sabía que ella ocultaba el significado de la flecha y aunque ya lo supiera, quiero oírlo de sus labios.

—Hecho —estiró su brazo para que estrechara mi mano con la suya.

De pronto oímos el sonido del timbre y nos miramos confundidas. Bajamos las escaleras y Rachel abrió la puerta, para luego ver una escena muy tierna.

Kaden estaba sonrojado porque Kan le estaba dando una caja de pizza. Mi amada novia, a la cual parece que le tendré que comprar cinco cajas de pizza, me miró y me sacó la lengua, como si de una niña se tratase.

—Bien, tendrás las cinco cajas de pizza —murmuré y me crucé de brazos.

Rachel me abrazó por atrás y me llenó toda la cara de besos.

—No seas mala perdedora, mi amor —solté un gruñido solo para molestarla, pero en verdad sus besos me vuelven loca.

Debería ser ilegal que me bese tanto, me va matar de amor.

—¡Entren, tortolitos! —ambos miraron en nuestra dirección y se pusieron más colorados.

Es extraño ver a Kan con una caja de pizza. Antes de conocer a Rachel, todos los viernes comíamos comida chatarra toda la noche y él nunca fue a comprar nada, porque decía que era absurdo comer mal una vez a la semana.

Y ahora aparece aquí con una caja de pizza, qué privilegio tiene Kaden.

Kaden tomó la caja de pizza y entró con una sonrisa a la casa, detrás de él venía Kan con su semblante serio, pero había algo diferente en él.

Se detuvo frente a mí, metió su mano en su bolsillo y sacó el tubo con el líquido color violeta.

—No sé qué hablaron, pero aquí tienes la cura —la tomé pensativa.

Él pasó y Rachel cerró la puerta.

—Tómala si estás lista, amor. Estaré contigo pase lo que pase —me acarició la mejilla.

No estoy lista, tengo miedo, pero Rachel estará conmigo, ella me da paz y seguridad. Creo que nunca estaré lista, pero debo hacerlo, de lo contrario todo podría empeorar aún más.

Abrí la tapa del tubo y lo observé, tratando de saber si era la decisión correcta. Me decidí y coloqué el borde del tubo en mi boca y empecé a beberlo, Tenía un sabor repugnante.

Me bebí todo el líquido y me sentía un poco diferente, más fuerte, ya no me sentía débil o a punto de morir.

Solo espero que esto sea la última cosa que haga Oliver, soy humana, no inmortal.

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