Capítulo trece: Es tiempo de matar al pasado
—Derek y Erick dijeron que tú tenías los detalles de la historia —comenté.
Asintió.
—Lo que él, lo que nadie sabe —se corrigió— es que él me maltrató, en la discusión que tuvimos hubo violencia, y fue ahí cuando intenté matarlo. Él decía que yo era su prometida y que debía servir como una cierva, decía que no era digno que una princesa estuviera vagando sola por ahí, también me dijo que...
Una lágrima cayó sobre su mejilla pálida, cerró los ojos con fuerza y pasé mi dedo pulgar por su mejilla, quitándosela.
—No hace falta que sigas. No necesitas revivir todo eso para convencerme de que ese idiota no te merece.
Ella se limpió las lágrimas e intentó calmarse.
Por más que quisiera, no podía abrazarla o contenerla a mi gusto, no podemos demostrar mucha cercanía.
—¿Tatiana no hizo nada?
—Ella quería continuar con el compromiso, pero los padres de Ronnie se enteraron de lo sucedido y lo anularon, pero no sé qué hizo Tatiana para volver al compromiso.
—La verdad no entiendo a tu hermana, pero no te preocupes, no dejaré que te haga daño —le dije para tranquilizarla.
—No quiero casarme...
—Encontraremos la manera de evitarlo, no te preocupes —tomé una breve respiración y las yemas de mis dedos tocaron suavemente su mano apoyada en el pasto fresco.
Ella me miró y con una mirada y sonrisa traviesa me acarició la mano, en señal de que quería darme un beso, pero claro que no podíamos hacer eso en público, menos de día.
Una sonrisa se formó en sus labios y estaba más tranquila.
—¿Nos vemos esta noche en donde la luna? —me sonrió.
—Solo si estarás allí.
Teníamos varios códigos, como el de acariciar la mano de la otra si queríamos dar un beso, la frase "¿Nos vemos en donde la luna?" se refería al castillo abandonado, ya que la luna siempre iluminaba la ventana de la habitación.
Se levantó y antes de irse volteo a verme y me guiñó el ojo.
Poco tiempo después me encontraba caminando por los pasillos del castillo. Había ido a una de las salas de entrenamiento para evaluar a el equipo más avanzado, pero en el entrenamiento hubo un problema con dos chicas que se estaban peleando.
Luego de un rato el príncipe vino hacia mí y se disculpó por su comportamiento extraño durante el entrenamiento. De mala gana acepté su disculpa.
—¿Hace cuanto estás en esta isla? —preguntó con una manzana en su mano.
No lo había pensado, ya había perdido la cuenta de cuántos días, semanas o meses había pasado allí. Estaba tan preocupada por sobrevivir y por mi relación con Rachel, que había olvidado cuánto tiempo llevaba allí.
—Perdí la cuenta, pero de seguro unos meses —dije con una voz preocupante.
—Rachel me contó cómo llegaste aquí, y como sobreviviste, parece que le agradas.
Claro que le voy a agradar, si cada vez que puede me roba un beso, idiota.
—Puede ser, no le agrado a muchos en esta isla.
—Dudo que una mujer tan hermosa como tú no le agrade a nadie —sonrió de manera maliciosa.
—No te pedí tu opinión, guárdala para alguien a quien le interese —le contesté con frialdad y odio.
Ronnie me miró y me dedicó una mirada de odio.
—Cambiando de tema, Rachel está rara, no es la misma que el año pasado.
De seguro por lo que le hiciste, infeliz.
—No sé qué decirte, no la conocía el año pasado, pero últimamente ha vivido cosas no muy agradables.
Seguimos caminando por el pasillo y llegamos al pasillo en donde se ubicaba mi aposento.
—Lo sé, él incendió y lo secuestro.
¿Cómo lo sabía? ¿Sería probable que él fuera el enmascarado? ¿Tatiana le dijo sobre lo que sucedió? Todas esas preguntas rondaban mi cabeza, y el deseo de matarlo por el hecho de hacer sufrir a Rachel, eran incontrolables.
—La reina me informó, pero tú estuviste ahí para salvarla. Gracias por salvar a mi prometida —él sonrió de lado.
Déjame matarlo, te hará bien y en especial a Rach.
No.
—Solo cumplí con mi deber, no quiero tus agradecimientos —mordió un pedazo de la manzana roja.
—¿No te enseñaron a que debes ser amable con los príncipes? —pregunto de manera retórica.
—En la civilización no hay príncipes, sólo personas...
—Aún así, quiero darte las gracias, de no ser por ti no me casaría con ella —dijo en un tono suave e inocente.
Realmente parecía un príncipe, bueno, educado, amable, cariñoso, pero cuando sabes que una persona le hizo daño a la persona que amas, lo ves de otra manera y haces lo posible para dejarle en claro que no te engaña
Aunque eso te perjudique, no te importa, porque solo quieres proteger a esa persona sin importar lo demás.
—Quiero agradecerte con una cena, ¿Qué te parece? Rachel, tú y yo —preguntó con una sonrisa.
—No creo que sea adecuado, la reina podría malinterpretarlo y no quiero problemas.
La verdad era que no sabría si podría estar en el mismo ambiente que Rachel mientras un desgraciado estaba diciéndole mi amor o mi prometida.
—No, no lo creo, es solo una cena normal con mi prometida y tú, que eres como su ángel guardián.
Soy algo mejor, soy su novia, idiota. ¿Por qué rayos no se muere? Es irritante.
—Bien -acepté de mala gana.
—Entonces hoy, al anochecer, en la terraza del castillo. Nos vemos —me sonrió y se fue.
Al fin se fue, no lo soporto más.
Rodé los ojos y me puse a pensar. ¿Qué debía ponerme? ¿Llevaría la daga? ¿Sería una trampa? No, de haber sido así me hubiera matado antes.
Dejé de pensar en teorías que no me llevaban a nada y entré a mis aposentos.
Al abrir la puerta, vi que había algo en mi cama, me acerqué para verlo de cerca y vi que era un vestido de color rojo, con las mangas descubiertas, dejando mis hombros al descubierto. Las tiras del vestido se cruzaban por la parte de atrás-
Junto al vestido había una carta.
"Ronnie me dijo que organizará una cena, te regalo el vestido, seguro que te quedará lindo. Nos vemos en cuanto anochezca.
Rachel"
Estaba muy nerviosa, pero no por la cena en sí, sino por el hecho de con quienes compartiría esa cena. No creo poder resistirme y no hacer ningún comentario respecto a lo que siento y pienso.
Al llegar a la terraza no vi a nadie, solo había una mesa con dos velas y tres platos vacíos.
Mire a mis alrededores, desconfiada, pero no había señales de que fuera una trampa, aunque tampoco sería una cena muy agradable.
Me senté en una de las sillas y esperé un rato a que Rachel y Ronnie vinieran. La primera en aparecer fue Rachel.
Ella llevaba puesto un vestido de color violeta con un cinturón de color dorado, en la cintura. Sus hombros y sus brazos estaban descubiertos y su cabello cubría toda su espalda.
Le quedaba perfecto, sus ojos resaltaban junto con su cabello.
—Wow... Estás...Hermosa —le dije como pude.
—Y tú estás muy provocadora —sonrió de manera pícara.
—Te recuerdo que tú elegiste mi vestido.
—Pero el vestido no sería nada si la persona que lo lleva puesto no sabe lucirlo.
Le sonreí y ella se sentó. Me analizó de arriba a abajo y estoy segura que sabe que esto no me agrada.
—¿Qué tienes? No te ves bien...
—¿Cómo quieres que esté? Estoy en una cena con mi novia y con el prometido de mi novia, no puedo estar bien —le susurré para que nadie nos oyera.
—Sé que la situación no es favorable, pero tú sabes que no me casaré con él, yo te amo a ti —me dijo tomando mis manos, juntándolas con las suyas.
De algún modo eso me calmó, en parte. Aún no estaba tranquila sabiendo que Rachel tenía que pasar tiempo con un alguien que le hizo daño.
—¿Qué haremos para que no te cases? No veo una solución.
—Calma, un día a la vez —ella miró a sus alrededores y me sonrió.
—¿Nos vemos en donde la luna? Esta noche, después de la cena.
—Solo si tu estarás allí.
—Siempre estaré allí, esperándote.
De pronto aparte mis manos de las suyas, lo había visto, él venía hacia la mesa con un montón de ciervos trayendo la comida.
Ronnie se sentó y a continuación los ciervos colocaron tres copas y en ellas colocaron jugo de uvas. En los platos había una ensalada con pollo, claro que también había frutas y algunas golosinas.
Lo único bueno en esa isla era que había comida normal.
—¿Qué cuentas, Kate? ¿Los entrenamientos son duros? ¿Puedes con el mando de general? —me pregunto mientras cortaba la pata del pollo.
—Están normal, hoy hubo un pequeño problema con unas chicas que se pelearon, pero nada que interfiera con el ejército del reino. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes al volver aquí? —pregunté de manera calmada, aunque lo único que quería era alejarlo.
—Es raro, desde que llegué hay una tensión extraña en el reino, la reina está rara, y mi prometida también —dijo mirándola.
Por un momento creí que él lo sabía todo, que de alguna manera lo había descubierto y si así era, estábamos perdidas.
—Es solo que... Aún no me recupero del secuestro, es todo —ella miró su plato y empezó a jugar con la comida.
—Lo sé, amor. Pero tienes mi apoyo.
Que ganas de vomitar o de que la tierra me trague, lo que pase primero estaba bien para mi.
Tenía curiosidad, ¿por qué la reina estaría rara? También la había notado algo extraña, pero pensé que solo era impresión mía.
—¿Y por qué crees que la reina está rara? ¿Notas algo diferente en ella? —solté.
—Sé que puedo confiar en ustedes, así que les diré. Escuché un rumor de que la reina tiene una alianza con alguien, pero no sé quién.
—¿Una alianza? —preguntó la ojiazul sorprendida.
—Fue lo que escuché, pero son rumores, de haber sido así seríamos los primeros en saberlo, prácticamente tu hermana es mi cuñada y Kate es general, tendría sentido que todos sepamos ¿No?
Hay algo de todo ese rumor que no tiene sentido. Se supone que las alianzas son para mantener la paz, pero la reina ya tendría una alianza si Rachel se casara con Ronnie, ¿para qué querría otra alianza?
Tenía lógica, pero si ella tenía una alianza de seguro no era para nada bueno.
—De cualquier modo, tenemos que estar atentos a cualquier cosa. Todo cuidado es poco —dijo la ojiazul.
—Cambiando de tema, Kate. ¿No tienes pareja?
Me atragante con el jugo y empecé a toser y dejé la copa a un lado del plato.
—¿Qué clase de pregunta es esa? —pregunte indignada.
—Es que se me ocurrió que podríamos hacer una boda doble, no estaría mal.
—¿Una boda doble? No, no, no, no me casaré con alguien que no amo. Además a quien amo, está en la ciudad y está con alguien más. No tengo oportunidad... —mentí.
Algo que había estado notando en la cena o más bien desde que llegó Ronnie, es que Rachel se comporta de manera tímida ante él. Se limitaba a decir cualquier palabra y solo hablaba cuando era un tema del reino, para lo demás era como si la cena fuera solo de dos.
La cena transcurrió... Normal, por así decirlo, pero para ser franca no dejaba de pensar en esa alianza. Podría ser algo peligroso, incluso para nosotros, lo peor era que de no ser por Ronnie, no nos hubiéramos enterado.
Luego de la cena, decidí ir a mis aposentos para ponerme algo más adecuado para ir al castillo. Me coloqué mi traje, tomé mi daga y la espada.
Dejé el vestido en la cómoda y me dirigí hacia el castillo abandonado, pero me detuve en cuanto Erick y Derek vinieron corriendo hacia mi.
—¡Kate, eres la única que puede ayudarnos! —dijo Derek agitado.
—¿Qué sucede? —ellos se miraron entre sí y por sus miradas deduje que no era algo bueno.
—Es Ronnie, creo que va a hacerle algo a Rachel y ten por seguro que no será nada bueno —soltó Erick.
—Pero ¿por qué? ¿Qué te dijo? —pregunté desesperada.
—Él nos contó que tuvieron una cena, luego de eso me dijo lo mucho que ansiaba casarse con Rachel, poco después nos encontramos con ella y dijo que tenía que irse, ambos empezaron a discutir y vinimos a avisarte. No sabes lo mal que estaba la pelea.
—¿Crees que Rachel ya se fue del castillo? —pregunté temiendo lo peor.
—Creo que si, conociéndola habrá dejado a Ronnie hablando solo. ¿Sabes para donde iba a esta hora? —preguntó Derek.
—Sí, pero ustedes no pueden venir.
—Estás loca si crees que te dejaremos sola con Ronnie. Si él te ataca, ¿Quién ayudará a que Rachel huya?
Lo pensé un momento y él tenía razón, en parte. Pero ahora no importaba quien conociera nuestro escondite.
—Bien, pero no pregunten como se a donde va.
Ambos asintieron y nos dirigimos hacia el castillo abandonado.
Estábamos por el sendero que solía tomar para ir al castillo abandonado, el cual era bastante terrorífico. No sé si era por el miedo que sentía, pero ese bosque nunca se sintió tan extraño, nunca lo sentí como un bosque de película de terror.
—¡Qué asco de lugar! —se quejó el chico de rulos, tratando de matar a un bicho que lo molestaba.
—Cierren la boca, los traje para que ayuden, no para que estorben —le susurré.
—Bien —susurró él, encogiéndose de hombros.
—Mejor cállense los dos —soltó Derek.
Llegamos a una parte del sendero en el cual había árboles y algunas rocas. El ambiente era tenso, Erick y Derek sabían de lo que Ronnie era capaz, pero yo no y eso era lo peor.
A lo lejos se oyeron unas voces y teniendo en cuenta que por ese lugar no transitaba nadie sabíamos que eran ellos dos.
—Síganme —susurré.
Ambos fuimos en puntitas de pie hacia la escena, la cual hizo que pudiera odiar a ese sujeto.
Rachel estaba contra un árbol mientras que Ronnie tenía sus brazos por sobre sus hombros, reteniéndola, ella le advertía que la dejara en paz, pero él no cedía.
—¡¿Así que aquí vienes?! ¡¿A qué vienes aquí?! Vienes a encontrarte con la general, ¡¿no es así?! —preguntó furioso.
—¡Ella no tiene nada que ver! ¡Solo estoy aquí para alejarme un poco de tu toxicidad! —exclamó.
Ella giró su mirada hacia todos lados, como si buscara algo con que defenderse hasta que su mirada se encontró con la mía y se quedó perpleja. Desvío la mirada rápidamente para que Ronnie no nos viera, ni notará muestra presencia.
Nos escondimos detrás de unos arbustos para que él no nos viera.
—¡No! ¡No es así! ¡Deja de mentir! ¡Se que tienes algo con esa mujer! —él colocó sus dedos en su mentón y lo apretó con ira.
—¡Suéltame! ¡Sino ya sabes que pasara! —colocó su mano en el brazo de Ronnie, intentando que él la soltara.
—¡¿Crees que me da miedo que me apuñales otra vez?! ¡Tu hermana no te salvo antes, no lo hará ahora! ¡Si sigues así, la general morirá y de cualquier modo te casarás conmigo!.
Así que eso había hecho, lo había apuñalado, pero logró salvarse. De ese modo el matrimonio se anuló, pero al parecer su hermana no estaba satisfecha con lo que sucedió.
—¡Esta vez te mataré! ¡No dejaré rastro alguno de ti! —él no lo pensó dos veces y con toda la ira que sentía le pegó una bofetada tan fuerte que la tiró al suelo.
—Eso es para que aprendas. Tú vas a ser mía y nadie te ayudará.
En ese momento no estaba pensando, no sé si fue por impulso o por la acción que él había hecho, pero fui corriendo hacia él, saqué mi espada, lo tomé del hombro dándole la vuelta para que me viera y simplemente el filo de mi espada traspasó los tejidos de su piel y la sangre empezó a brotar de su abdomen.
Los chicos no lo dudaron y fueron a ayudar a Rachel.
Tiré la espada hacia un costado y en cuanto vi que las miradas de ellos tres se dirigían hacía el cuerpo de Ronnie y el mío, entendí lo que había hecho.
Miré la espada en el suelo, llena de sangre y lo había entendido, lo había matado, había vuelto a quitar una vida.
¿Qué pasaría ahora? Alguien notaría su ausencia y preguntaría por él. ¿Dios, que fue lo que hice...?
—Tenemos que deshacernos del cuerpo —murmuró Erick.
Me acerqué a ella y no dudé en abrazarla. No quería soltarla.
Su rostro estaba rojo y su corazón latía muy rápido.
—¿Estás bien? —pregunté poniendo la yema de mis dedos en la mejilla roja, debido a la cachetada.
—Yo... No te preocupes, no es nada -dijo mirando hacia el cuerpo sin vida.
Derek se acercó al cuerpo de Ronnie, se agachó para verlo mejor y en un movimiento rápido él le clavó la daga en el corazón.
—Nos vemos en la otra vida, infeliz —murmuró.
—¿Cómo nos deshacemos del cuerpo? ¿Tirándolo al agua y que los animales marinos hagan lo suyo? —preguntó Erick entusiasmado.
Al parecer le daba emoción deshacerse de un cadáver. Teniendo en cuenta que le encantaba la muerte, no me sorprende.
—Kate, ¿Cómo supiste que ellos estarían aquí? —preguntó levantándose y viniendo hacia nosotros.
Ambas nos miramos, pero teníamos acordado no decirle a nadie sobre ese lugar.
—Yo... Es que cuando Rachel me llevó a recorrer la isla dijo que le gustaba este sendero —mentí como pude.
—Claro —dijeron ambos al mismo tiempo.
Ahora que lo pensaba, Erick era el único que podía sacar algo de humanidad en ella, era el único que podía hacer que se olvidara de la vida que tenía.
—Si lanzamos el cuerpo de Ronnie al océano, la sangre se verá en cuanto el sol salga y se abriría una investigación —dedujo Derek.
—¿Y si lo quemamos? —solté sin pensarlo.
—Tiene que ser en un lugar desolado, donde nadie nos vea —Erick se rascó el cabello mientras pensaba.
—¿Y si hacemos una fogata pero en una balsa? —propuso ella.
—Es una buena idea, así nadie sabría quién fue, y nadie podría sospechar de nosotros -dijo Erick con brillo en sus ojos.
—Pero si de mí —dijo ella pensativa.
—Luego nos ocupamos de eso, ahora debemos deshacernos de él —nos acercamos al cadáver.
Tomé mi espada y la coloqué en el cinturón. Los tres tomamos el cadáver y como pudimos lo llevamos a la parte trasera de la isla en donde casi ni había seguridad, ni personas.
Erick lo tomó de los pies y yo de los brazos mientras Rachel y Derek iban delante nuestro asegurándose de que nadie nos viera. En caso de que nos vieran, ambos habían acordado noquear a cualquier persona que se nos acercara.
Llegamos a la parte trasera y colocamos el cuerpo en una de las balsas. Erick hizo una fogata pequeña para no llamar la atención.
—¿Estás segura de que éstas bien? —asintió.
Ella no dejaba de ver el cadáver de Ronnie y no sabía si era por miedo o por impresión.
Rachel se apartó y tomó un ramo de hojas y las acercó a la fogata, haciendo que el fuego empezara a consumirlas. Con el ramo de hojas prendido fuego, se acercó a la balsa y se quedó quieta.
—Te dije que acabarías muerto —le dijo ella con el fuego enfrente de ella.
Se ve aún más hermosa a la luz del fuego.
Aunque mi conciencia no mentía, no era momento para eso.
Ella dejó caer las hojas sobre el cuerpo y el fuego lo fue consumiendo delante de nuestros ojos.
Los cuatro nos quedamos contemplando la escena por unos segundos y empezamos a empujar la balsa hacia el agua. La dejamos junto con la corriente del océano y nosotros volvimos por otro atajo para que nadie sospeche.
—Será mejor que nos separemos o llamaremos la atención —dijo Erick.
—Ustedes descansen y nosotros pensaremos en algo —dijo Derek.
Ambos se mezclaron con las sombras de la noche y nosotras nos dirigimos hacia nuestro sitio secreto.
—¿Cómo te sientes? —pregunté acercándome a Rachel.
—Confundida. ¿Por qué lo hiciste? Yo podía defenderme sola —reclamó.
—Lo hice para protegerte, no buscaba matarlo. No tolero que nadie te haga daño. Además si no lo mataste antes es porque no pudiste, algo te detuvo.
—Erick, él me detuvo, solo por él no lo maté.
—Eso ya no importa...
—Vamos, quiero que estemos a solas y tranquilas —me dijo tomando mi mano.
Juntas seguimos el sendero el cual nos llevaba hasta el castillo abandonado. Ambas íbamos en silencio sin decir nada, sabía que lo que hice no fue lo correcto, pero sentí tanta impotencia e ira que ni lo pensé.
Fue un impulso.
Ella seguía shockeada, creo que aún no lo había asimilado. Para ser sincera lo quise muerto desde la primera vez que lo vi.
Llegamos al castillo y nos dirigimos hacia la habitación, ella se sentó en la cama mirando a la pared, pero en realidad su mente no estaba en este mundo.
Me senté a su lado con delicadeza y la abracé por los hombros. Le di un pequeño beso en su mejilla y le acaricié el brazo para tranquilizarla.
—Calma, nadie sospechara nada...
—Quiero... —ella se detuvo. Tomó aire y exhalo.
—¿Qué quieres, Rach? ¿Quieres que me quede esta noche contigo? —pregunté esperando una respuesta, pero no obtuve nada.
—Huyamos... Quiero irme de este lugar —afirmó ella.
Quedé atónita con lo que dijo, no lo decía en serio ¿o si?
—¿Huir? ¿Lo dices en serio? —pregunté confundida.
—¿Y por qué no? ¿Qué tenemos aquí? ¿Lujos, riquezas y comodidades? ¿De qué nos sirve tener toda la riqueza, toda la comida, todo un ejército y una población a nuestra disposición, si no podemos ser libres? Aquí nunca podremos vivir en paz, ya sea porque mi hermana me busque un pretendiente por política o porque eres una forastera y yo una princesa y ese es un amor prohibido y lo sabes.
—Rach, nadie desea más que yo que podamos estar juntas y salir de esta isla del infierno, pero no es algo que planeas de un momento a otro.
—Podemos ir con tus amigos, ¿no? ¿Crees que ellos nos aceptarán? Los chicos pueden venir con nosotras, ¿verdad? —preguntó desesperada.
—Claro, a mis amigos les encantaría conocerte y claro que Derek y Erick vendrán con nosotros. Pero nada que sea fácil es simple, debemos tener precaución y ser cuidadosos —acaricié su mejilla y le di un beso en la cien.
—¿Cómo haremos para huir? —preguntó encogiéndose de hombros.
—No lo sé, pero puedes estar segura de que nos iremos de aquí.
—¿Puedes quedarte aquí esta noche? ¿Conmigo?
—Siempre.
—No... Me refería a si puedes...
Creo que sabía lo que quería, pero no se atrevía a decirlo.
—¿Quieres que duerma contigo?
—Sí... Pero no quiero que lo hagas obligada, nosotras nunca hemos dormido juntas.
—No, pero si es contigo no me molesta —le sonreí de lado.
Ambas nos pusimos los pijamas, una saliendo de la habitación para que la otra se cambie. Nos adentramos a la cama y por más raro que suene no me sentí incómoda como creí que me sentiría. Más bien me sentí en paz, plena.
Ella apoyó su cabeza en mi brazo y con mi mano empecé a acariciar su cabeza, sabiendo que eso la relajaba.
Ella se durmió, pero no sin antes robarme un beso.
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