Capítulo nueve: ¿Un amor riesgoso?
Me estaba despertando con un dolor de cabeza increíblemente fuerte. Me levanté del suelo y pase mi mano por mi cuello para ver si tenía alguna herida.
Salí del castillo recordando lo que sucedió la noche anterior y no podía creer que Rachel me había golpeado para dejarme inconsciente e irse.
Espero que algún día me perdones y que entiendas que yo hago lo necesario para sobrevivir.
¿Sobrevivir a qué? ¿Por qué simplemente no puede decirme lo que sucede?
La desesperación se apoderó de mí cuando entendí que ella pretendía volver al castillo, pretendía volver con su hermana.
Llegué al castillo e inmediatamente me dirigí a la sala del trono, para saber si había alguna novedad con respecto a la situación.
Entré a la sala del trono y los vi a los dos, a Derek y Rachel, hablando con la reina como si nada hubiera sucedido.
Me acerqué a ellos y la reina sonrió maliciosamente.
—¿Te relajaste anoche?
—¿Qué? —pregunté sin entender.
—Varias personas te vieron en un bar con una pelirroja, hasta donde sé ambas la pasaron muy bien —la arquera me fulminó con la mirada.
Mi plan funcionó y Tatiana no sabe nada, ¿pero qué le habrá dicho Rachel por ausentarse días? ¿Qué ocultan?
—La verdad es que si me divertí, la pelirroja hacía bien su trabajo —pude sentir como Rachel tragó con dificultad.
—Ustedes dos ya saben, que no se repita lo sucedido. En especial tú —miró a la arquera.
—¿De que me perdí?
—Rachel y Derek estuvieron fuera de la isla sin mi permiso. Ahora, largo, los tres.
Los tres nos miramos y salimos de la sala del trono. Al salir miré a Derek con una mirada de muerte.
—Iré a descansar —se dirigió a sus aposentos.
Rachel y yo nos miramos, ambas estábamos enojadas. Ella estaba enojada porque supuestamente yo me acosté con la pelirroja y yo estaba enojada porque ella me dejó inconsciente.
—Dijiste que no había sucedido nada —frunció el ceño.
—No te debo explicaciones de lo que hago con mi vida. Al fin y al cabo tú no me das explicaciones de la tuya.
—Te dije que hacía lo necesario para sobrevivir.
—Yo también, necesitaba distraerme un poco de todo este drama y la pelirroja estaba dispuesta a ayudarme —rebatí.
Ella se acercó a mí y me acorraló contra la pared, su aliento chocó con mis labios y mi corazón empezó a palpitar muy rápido.
Colocó sus manos en la pared, haciendo que no tuviera oportunidad de escapar.
—Ella no te hace sentir como yo y lo sabes —susurró.
—Tienes razón, porque ella fue sincera conmigo y no me hace sentir una mierda...
Ella miró mis labios y luego mis ojos, cerró los ojos con fuerza y negó con la cabeza.
—Perdón...
—¿Por dejarme inconsciente? Tranquila, es algo de todos los días —ironicé.
No voy a mentir, ambas teníamos un deseo por la otra, pero ninguna se atrevía a dar ese paso que probablemente nos cambiaría la vida.
Me he enamorado un par de veces en la vida, pero nada se compara con lo que siento por Rachel.
Sé que lo que hizo lo hizo porque sabía que no la dejaría volver, porque sabía que la protegería aunque eso me pusiera en peligro.
En sus ojos se podía ver que ella estaba arrepentida, pero eso no quita el hecho de que sigo molesta con ella.
—No te quiero a mi lado —ella se apartó de mí, quedé perpleja.
—¿Qué? No te entiendo Rachel, primero me pides que me quede a tu lado, en más de una ocasión, me salvas de Derek y sus amigos, me llevas a pasar un día a la orilla de la isla y ¿ahora me dices que no me quieres a tu lado? —fruncí mi ceño.
Jamás lograría leerla como a un libro, jamás.
—¡Que no lo entiendes! Soy peligrosa, Kate, no quiero que estés a mi lado, por favor no insistas... Por tu bien.
—Siempre me gustó el peligro, no tengo miedo de estar a tu lado —rebatí.
Me acerqué a ella, pero se alejó
—No soy lo que crees, soy mucho peor.
—¿Acaso sabes lo que creo de ti? —ella no respondió—. No, no sabes nada.
—Entiéndelo, no te conviene estar a mi lado, solo voy a herirte y destruirte.
—Al menos dame una explicación de este comportamiento tan repentino —exclamé.
—No tengo porque hacerlo, y las veces que te pedí que te quedarás a mi lado era para saber qué tan dispuesta estabas a proteger a la familia real —soltó con frialdad.
Sentí como una presión en mi pecho aparecía y un nudo se me hizo en la garganta.
No quería creer que todo lo que vivimos hasta ahora era falso, pero esa frialdad con la que me habló, me hace pensar otra cosa.
La miré a los ojos. Sus ojos eran su ventana a la verdad y ella estaba mintiendo o al menos eso creía yo.
—Entonces ¿Todo fue fingido? Vaya... Las pruebas que te ponen en esta isla son estúpidas...
Ella se fue sin decir nada más, y yo me quedé en el pasillo como una idiota total.
¡¿En qué rayos estaba pensando?! ¿Acaso estaba pensando? Ella es una princesa y como Tatiana dijo, ella solo jugó conmigo.
Necesitaba despejarme y dejar de pensar en Rachel, pero no sin antes saber algunas cosas.
Caminé por los pasillos del castillo hasta que encontré a quien buscaba.
—Ay, no... —se quejó.
Me acerqué a él para hablarle.
—¿Quieres que hablemos? —frunció su ceño.
—Hablemos en otro lado, por favor —él asintió.
Sabía que si hablábamos en el castillo corríamos el riesgo de que Tatiana nos oyera y claramente no necesitaba ese problema en mi vida.
Tengo tantas dudas que aclarar y sé que Derek me dará las respuestas que quiero, así le guste o no.
Por eso mismo le pedí que habláramos, también se lo pedí porque sé que Erick no me diría nada y no puedo seguir sin información, no si quiero acercarme a Rachel.
Durante el camino hubo una tensión extraña entre nosotros. Sobraba decir que yo no confiaba en él, pero no tenía a otra persona a la cual preguntarle mis dudas.
Salí de mis pensamientos cuando escuché el ruido del agua y mis botas tocaron la arena.
—Que sea rápido, hoy no tengo paciencia para ti, Derek —le hablé en un tono firme.
—Parece que tienes dudas, ¿Qué quieres saber?
Nos detuvimos y se puso enfrente de mí.
—¿Dónde estuviste? —él sonrió.
—Que tierna, te importo —me acerqué y lo miré a los ojos.
—¿Por qué no puedo estar cerca de Rachel?
—Tienes tanto que entender, pero te explicaré lo necesario, ni más ni menos. Sabes muy bien que nosotros no somos normales ¿Verdad?
—Solo sé que les gusta el sufrimiento y que no temen dañarse entre sí.
—Nos gusta todo lo que tenga que ver con la sangre y el dolor. Somos masoquistas, narcisistas y psicópatas, pero dejando eso de lado. Nosotros no somos como ustedes, por eso vivimos alejados de la ciudad, para protegerlos —explicó.
—¿Protegernos de qué? ¿De quién?
—Haces muchas preguntas y eso me irrita.
—Derek, no me estás diciendo nada nuevo —rodó los ojos—. ¿Qué sucede si me acerco a Rachel?
—La transformarás y eso te matará —susurró.
¿Transformarla? Cada vez entiendo menos.
—¿Hace cuánto que Tatiana maltrata a Rachel?
—Desde que sus padres murieron —dijo sin darle importancia.
Me quedé pensativa por unos momentos, tratando de entender a Rachel y el mundo en el que ella vive, pero la verdad no entiendo nada.
—Solo aléjate de ella, te lo digo bien. Es por precaución.
Se dirigió hacia un muñeco de madera y tela sucia y empezó a entrenar.
Estar lejos de ella no es una opción.
Luego de un rato él miró al cielo, el cual estaba nublado, parecía que se aproximaba una tormenta y una muy fea. Pero con todo lo que tenía en mi cabeza ni me fijé en el clima.
Ambos entrenamos por separado, sin pelearnos, lo cual era tan raro que hasta daba miedo.
Al cabo de un tiempo me di cuenta que una gota de agua corría por mi piel, miré hacia el cielo y evidentemente había comenzado a llover.
Le dije a Derek que el entrenamiento se suspendía por hoy, ya que los otros equipos estarían ocupando la sala.
Él se fue y yo me dirigí al castillo.
Empezó a llover aún más fuerte que antes y el viento se dirigía en mi dirección.
Una ráfaga de viento golpeó mi piel, coloqué mi mano por delante de mi frente para ¿ver mejor?, ni siquiera sé por qué lo hice.
En cuanto intenté llegar al castillo algo chocó contra mi, o más bien alguien. Levanté mi vista y la arquera estaba ahí, asombrada, o asustada, pero algo tenía.
—Disculpa...
Ella se apegó a mí de una manera extraña, nuestros cuerpos llegaron a tocarse y nuestras miradas se encontraron.
Tenía un aroma especial, no sabía describirlo, pero era muy rico, ese olor hacía que mi corazón se calmase.
Lo conocía, la cama en la que había dormido en el castillo abandonado también tenía ese olor. ella no usaría ambas camas ¿o si?
Espero que no.
Rachel temblaba sin poder evitarlo. Al principio creí que era por el viento, pero ella se refugiaba más en mí, entonces entendí que no temblaba por el frío, temblaba de miedo.
¿A qué le temes?
De un momento a otro la piel se me erizo de manera extraña, mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal, sentía que se me iba a salir del pecho.
Rachel me miró y rápidamente se apartó de mí.
—Lo siento... Debo irme —me susurró.
Ella dio media vuelta y lentamente se alejó.
—¡Espera! ¡Rachel! —me rendí.
No la perseguiría, no después de lo que me dijo. Ella no me quería a su lado, y yo no me moría por estar con ella.
No me moví, me quedé allí, parada y confundida, ¿acaso le temía a la lluvia? ¿Por qué vino a mi?
Seguí mi camino y me dirigí rumbo a mi habitación. Ya estaba anocheciendo y solo quería descansar, quería dejar de pensar y de sentir.
Me quité la armadura, dejé la espada y la daga a un lado.
Me adentré en la cama y traté de dormir una siesta.
Al principio me costó descansar, estaba confundida y por alguna razón mi corazón seguía latiendo fuerte y rápido.
Solo daba vueltas en la cama, pensando en lo que Derek me dijo y pensando que bien me hacía sentir Rachel con tan solo estar a mi lado.
Me puse a mirar el techo empedrado, me perdí en mis pensamientos y para cuando me di cuenta había pasado un tiempo pensando en la arquera.
Pensando en como no conocía la tecnología, en los juegos, de lo que se estaba perdiendo, ella solo vivió la vida de una guerrera y probablemente no sabía manejar sus emociones.
Tal vez deba perdonarla...
Lo que más me impresionaba era que ella sufrió toda su vida y en vez de escaparse o de matar a Tatiana, solo se quedó en esta prisión en forma de isla.
Ella era... De alguna manera había algo en ella que la hacía especial, tal vez sería su cabello, sus labios, quizás sus ojos, o su inocencia adorable por no saber nada de la civilización.
Al cabo de un rato pude cerrar los ojos.
—¡Kate!
Una voz hacía eco en la oscuridad, de la nada una luz blanca apareció y puse mi brazo por sobre mi cabeza, haciendo sombra para poder ver y vi que estaba en mi casa con Shera.
—¿Shera? —dije perpleja y con miedo.
—Hasta que al fin, Katie, vamos. Ella llegará y ya quiero conocerla —me dijo emocionada preparando la mesa.
Era mi casa... Todo se sentía tan real, el olor a comida, la televisión encendida, Shera moviéndose de acá para allá.
—¿Esto es real? ¿Eres real? —pregunté de manera desesperada.
—Tranquila, ella llegará y todo saldrá bien, ya lo verás —me dijo sonriendo.
No entendía, ¿Quién llegaría? ¿Y por qué estaba tan emocionada?
Ella abrió la puerta y ahí estaba la arquera.
De pronto todo se oscureció, aparecí en la mansión, como si eso fuera común.
Una imagen que había visto hace años estaba en mi sueño, ese momento en el que mi vida cambió, ese momento que me hizo cambiar.
—¡Kate! ¡Vete! ¡Corre! —gritaba una voz conocida.
Corrí hacia el patio de la mansión y una silueta estaba detrás de Shera.
La silueta levantó la mano en la cual tenía una espada y se lo atravesó en el pecho, lentamente.
No podía moverme, de la nada Shera se fue y quien estaba en su lugar era Rachel.
La sangre salía por su boca, su mirada se desvanecía poco a poco y su alma se fue, dejando sin vida a su cuerpo.
Me desperté asustada y sudada.
Miré a mis alrededores, buscando algún consuelo o algo que me dijera que nada de eso fue real y por suerte solo fue una pesadilla.
Me senté en la cama, tratando de calmarme, mi pecho subía y bajaba muy rápido de lo asustada que estaba.
Hace años que no soñaba con ella, pensé que ya lo había superado, pero no, aún no.
Luego de un rato me tranquilicé y decidí ir a ver las estrellas que siempre me calmaba.
Pero no iría al barranco, no. Está vez iría a la orilla.
No entendía, ¿por qué soñé con Shera? ¿Por qué ella quería conocer a Rachel? Mis sueños eran cada vez más raros.
Me sentí terrible cuando Rachel moría en mi sueño, no sabía porqué, solo sabía que eso no estaba bien.
No tenía derecho a sentir nada hacia ella, no era más que una asesina, pero hace tiempo que rompí varias de las reglas.
Katar una vez me dijo que tener sentimientos no te hace débil, ni cobarde, te hace fuerte y esa frase se quedó en mi mente.
Fui entrenada para no sentir y solo ser una máquina de destrucción, pero Katar me hizo entender todo lo contrario y ahora tenía que demostrarlo.
Sin darme cuenta llegué a la orilla e hice una fogata para no morir de frío.
De día hacía un calor insoportable, pero de noche parecía que estaba en Alaska, el frío era demasiado.
Estaba en frente de la fogata, sentada con las piernas cruzadas, tratando de entender el sueño.
La arena estaba húmeda, pero nada podría ser peor que mi pesadilla.
Todavía corría un viento ligero, pero lo suficiente como para que tuviera frío.
Alguien me sacó de mi trance cuando vi que se sentó a mi lado. Era ella.
—¿Tienes frío? —preguntó seriamente.
—¿Tú crees que hago una fogata por qué no tengo nada mejor que hacer? —dije frotando mis manos cerca del fuego.
—Estás sin tu armadura...
—Gran observación, eres muy inteligente —dije con sarcasmo.
—Lo lamento.
—No me interesa lo que sientas, solo déjame en paz.
¿De verdad le estaba diciendo eso? Katar me mataría si me viera.
Ella tomó una rama que estaba cerca de la fogata y empezó a jugar con ella como si fuera una niña.
Rachel miró a sus alrededores y me dio una cálida sonrisa.
—¿Qué miras?
—Mira el fuego y no desvíes la mirada de él...
—¿Por qué? —le susurré.
—No quería gritarte, pero ella me vigilaba, me amenazó y no quiero ponerte en peligro.
¿Qué? En esta isla es imposible no estar en peligro.
—He vivido muchas cosas, sabré defenderme de tu hermana.
—No, esta vez ella está furiosa y no se porqué. Solo sé que ya no podemos andar tan unidas... —ella bajó su mirada viendo la rama que tenía y la lanzó al fuego.
—Esta isla es el mismo infierno y tu hermana es el diablo... —susurre para mi, pero ella llegó a escucharme.
—Lo sé, créeme lo sé...
La miré pero al verla las imágenes de mi sueño volvían a mi mente, ella se dio cuenta de que algo andaba mal conmigo.
—¿Qué tienes? ¿Te sientes mal?
—No sé, tú dime, ¿Cómo se siente una persona que acaba de tener una pesadilla? —ironicé.
—¿Qué soñaste? —preguntó con curiosidad.
Ella parecía estar preocupada de verdad, se acercó sigilosamente a mí y puso su mano en mi antebrazo.
—Confía en mí...
Sentí su toque cálido, tenía las manos suaves y un escalofrío me recorrió por todo el cuerpo, la piel se me puso de gallina.
—Soñé con la muerte de una conocida... —baje la mirada mirando la arena de la isla.
Algo en mi decía que debía decirle que soñé con ella, pero no quería.
—¿Eran amigas?
¿Cómo lo supo? Ya no quería contarle nada sobre el sueño.
—¿Quién te dijo?
—Nadie, imagine que sería tu compañera del crimen.
—No quiero hablar del tema. Ni siquiera sé porque hablo contigo, ni debería...
—Tal vez porque te confié mi pasado... Y porque quieres que yo sepa más de ti, aunque no lo admitas...
Katar es mi mejor amigo, ni siquiera él sabía de Shera, pero quería que Rachel pudiera confiar en mí así como yo confío en ella.
—Yo hace un tiempo también soñé con alguien... —soltó.
Me entró la curiosidad ¿Habría soñado con su madre? ¿O con sus padres?
—¿Puedo preguntar con...?
—Contigo —me interrumpió antes de poder terminar la frase.
Estaba perpleja, ¿Por qué soñaría conmigo? Dudo que ambas hayamos tenido el mismo sueño.
—¿Qué sucedía en el sueño?
—Estábamos las dos y me diste una rosa...
—¿Una rosa? —sonreí de manera sarcástica—. ¿Solo eso? ¿Solo te doy una rosa y listo?
Ella asintió con la mirada y con una sonrisa de lado se levantó y me dejó un papelito todo doblado.
Lo abrí y había una nota.
Ya me estaban empezando a molestar las notas.
"No solo sucedió eso en el sueño, sucedió algo más...
Rachel."
¿Algo más? En momentos como este necesitaba a Firox para que me ayudara con las indirectas. Como las odio.
Intenté pensar como Firox para saber si podía descifrarlo y por desgracia creo que si pude, pero no quería pensar en eso.
Por un lado me ponía feliz que ella soñara conmigo, pero si su sueño era similar al mío, preferiría que no soñara.
Ya tiene bastantes pesadillas con la muerte de sus padres y no sería justo que ella soñara con mi muerte, ya que es imposible que uno muera en el sueño.
Me quedé un rato más con la fogata y la noche.
Eché mi cuello hacia arriba mirando al cielo, recordando cuando Shera decía que alguien gustaba de mi, a ella le hubiera encantado verme en esta situación.
—Shera... Como te encantaría verme con este papel, incluso es como si pudiera escuchar tu voz y que me dijeras que tengo que ir a hablar con ella.
Tal vez ella quisiera que haga eso. No me puedo creer que vaya a hablar con ella.
Apagué la fogata y volví al castillo, para ser más exacta, al cuarto de la arquera.
Estaba caminando por el pasillo tratando de saber porque estaba haciendo esa estupidez, ni siquiera sabía porqué estaba allí, pero algo me decía que debía ir allí, porque así entendería mi sueño.
Yo y mis idioteces.
No me decidía, si iba y ella me abría la puerta ¿Qué le diría? "Mira sabes que soñé contigo, soñé que morías, mientras que tú soñaste quien sabe que conmigo".
Eso sonaba tonto. En cambio, si no iba no sería tan grave, digo, ni que ella me buscara ¿o si?
Ya que, necesito al menos una respuesta ante todas las preguntas que tengo y ella por lo menos puede darme una respuesta, o eso creo.
Me decidí y mis nudillos tocaron la madera áspera. Espere y espere, pero la puerta no se abría, tal vez ella no volvió volvió a su cuarto.
Opté por irme, lo cual debí haber hecho en un principio y fui rumbo a mis aposentos.
Entré y todo estaba oscuro, lo cuál no era común ya que las antorchas iluminaban todo.
La puerta se cerró gracias a una ráfaga de viento que casi me da un infarto. Me di la vuelta y vi a Rachel sentada al borde de mi cama.
Ella se levantó, se acercó y puso su dedo índice en mis labios, indicando que tenía que hacer silencio.
De a poco fue deslizando su dedo por mis labios hasta que su dedo dejó de hacer contacto con mi labio inferior.
—No hables fuerte... —me susurró.
—¿Qué rayos haces aquí? —la miré a los ojos.
Claro, como si no hubiera ido a su habitación para hablarle por un sueño ¿no?
—Tengo algo que decirte...
No quería preguntar qué pasaba en el sueño, pero tenía mucha curiosidad.
—¿Qué sucedió en el sueño? A parte de darte la rosa.
Ella me miró, miró mis labios y se me acercó un poco, lo suficiente como para que un escalofrío me recorriera la piel.
—¿De veras quieres saber?
Asentí con la cabeza.
—Estábamos a la orilla, como hace un rato, y me diste una rosa, no me dijiste el porque, solo me la ofreciste. La tomé y aparecimos en tu cuarto, así como ahora —ella se acercaba cada vez más—. Me tomaste de la mano y con tu otra mano recorriste mi cintura, me miraste a los ojos. Así como nos estamos mirando ahora y tus labios colisionaron con los míos en un profundo beso.
Sentí como mis mejillas se ruborizaron y un calor apareció en mi cuerpo.
Debí haber puesto una cara de tonta cuando pensé que en el sueño pasaba otra cosa.
Estúpido Firox y sus malas indicaciones de cómo tomar una indirecta.
—Yo... —murmuré con vergüenza.
—Pensaste otra cosa ¿Verdad?
Solo pensé en lo que soñé. Claro que no iba a decírselo.
—Yo...
Mi pecho subía y bajaba cuando sentí su respiración cerca de mi cuerpo.
Sé que Derek me dijo que estuviera lejos de ella, pero es como si me pidiera que no respire, no puedo, ni quiero.
Estoy lista para enfrentar lo que tenga que enfrentar, en tanto Rachel esté a mi lado, puedo soportar cualquier cosa.
—¿Me tienes miedo?
—No... Pero yo soñé algo muy diferente...
—Quiero...
Ella miró mis labios nuevamente y se mordió su labio inferior.
—Hazlo —se me salió sin pensarlo.
—¿Por qué?
—Porque ahora me doy cuenta de que llevo mucho tiempo resistiéndome...
Deséandola.
Que rayos estaba haciendo.
Escuchándome —sentí que me dijo el corazón.
Sonrió y su mano empezó a subir por mi brazo hasta llegar a mi mejilla mientras que con su otra mano empezó a subirla por mi muslo y se detuvo en mi cintura, acariciándola para que mi respiración se calme.
Era en vano porque ese movimiento solo hacía que el calor aumente.
—Cierra los ojos —sus ojos estaban bañados en deseo.
Lo hice y sentí como sus labios se entrelazaban con los míos, eran tan suaves como una almohada y tan dulces como la miel. Su sabor era exquisito y probablemente me haría adicta a él.
Sin darme cuenta la tomé de la cintura, pegándola más a mí, sintiendo todo un cosquilleo en mi interior y el vacío que sentí toda mi vida, desapareció.
¿Cómo rayos llegue a eso?
A veces el deseo gana a la razón.
Eso solo pasó porque Rachel me da seguridad y siento que con ella no debo ocultar mi pasado, siento que puedo ser abierta y ella nunca me juzgaría.
Por eso ambas nos queremos, porque yo la entiendo y sé lo que es sufrir, mientras que ella sabe lo que es perder a quien más amas y sentirte vacía.
Nos separamos debido a la falta de aire y ella me miró con una sonrisa de lado.
—Hace tiempo que me vengo aguantando... —me susurró.
—Creo que yo también...
Su dedo pulgar acarició mi mejilla y ella volvió a besarme, pero esta vez sin previo aviso.
No la detuve, se sentía muy bien, así que tenía mi consentimiento para seguir toda la noche si era necesario.
Por fin entendí el sueño, tenía miedo de perderla.
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