Capítulo doce: Una sorpresa desagradable

Rachel no es un monstruo, porque los monstruos no tienen sentimientos, ni remordimiento y claramente ella no era esa clase de persona.

Y su miedo por contarle a Erick sobre nosotras, me lo confirmaba.

Hace unos días, por casualidad, nos encontramos en el lugar de trabajo de Erick y ninguna de las dos pudimos evitar mirarnos y con la mirada decirnos todo aquello que teníamos que callar.

Yo había ido con Erick para pedirle perdón por como lo traté la última vez, claro que solo le pedí disculpas porque Rachel me lo pidió y no por mi cuenta, porque si fuera por mi, no hubiera hecho nada.

Justo en el momento en el cual cruzamos miradas, Tatiana nos sorprendió y aunque no sospechó nada, acordamos que lo mejor sería odiarnos ante los ojos de todos y en secreto, ser amantes una de la otra.

Hace algunos días que no nos pudimos ver en el castillo abandonado porque yo tengo mis responsabilidades y Rachel las suyas.

No me gustó no poder verla, la extraño cada segundo, cada minuto y cada hora, pero lo peor es que ella estaría sola para soportar los ataques sola.

Entré a la habitación y la vi en mi cama, abrazando mi almohada. Ella lloraba, su rostro estaba rojo y lágrimas salían de sus ojos y caían en la almohada.

—Kate... —susurró.

Lentamente me acerqué a ella, me senté en la cama y me acosté junto con ella. Rodeé su cintura con mis brazos y la atraje hacia mí, empecé a acariciar su vientre por encima de la ropa y su piel se erizo.

—Concéntrate en mis caricias, en el latido de mi corazón, en mi aroma y en lo mucho que te amo —le dije dejando un beso en su hombro descubierto.

—Tengo miedo de herirte...

—No lo pienses, porque de tanto pensarlo puede hacerse realidad.

Su mano se fue deslizando hasta que encontró la mía en su vientre, la acarició y unió nuestras manos.

Estuvimos un rato así y la respiración de Rachel volvía a la normalidad.

Debo admitir que no me molestaba acostarme a su lado, era relajante.

Se dio la vuelta para mirarme, se limpió las lágrimas y yo la atraje para tenerla más cerca de lo que ya estábamos.

—¿Mejor? —ella asintió.

—Prométeme que pase lo que pase, no me abandonarás...

Se escondió en el hueco de mi cuello, acaricié su cabello y quedé confundida.

—¿Piensas que te dejaría sola? —ella negó.

—Solo tengo miedo de que no soportes estar en una relación con una anormal como yo —respondió.

Me estiré hacia atrás y la miré con el ceño fruncido.

—Tú no eres una anormal. Tú eres con quien quiero despertar cada día, tú eres con quien quiero compartir el infierno que vivo dentro mío y también quiero que conozcamos el cielo juntas, porque de a dos todo es mejor y si mi vida no es contigo, entonces no tengo motivos para vivir.

Ella me sonrió y me dio un beso en la nariz.

Bajó su mirada y supe que algo la perturbaba.

—¿Qué sucede?

—Me encantaría asumir nuestra relación públicamente...

—Al menos podemos estar juntas.

Su rostro volvió a su tonalidad de tez blanca y las lágrimas estaban desapareciendo.

—¿Crees que...? ¿Debería...?

—Sí, él es tu mejor amigo y dudo que no te apoye. Si quieres se lo decimos juntas, así no te sentirás sola.

—No, debo hacerlo por mi cuenta, de todos modos es mejor que no mostremos mucha cercanía o confirmaremos lo que mi hermana sospecha

—Tienes razón.

Mi mano se posó en su cuello y la deslicé hasta su clavícula, la bajé un poco más y pude sentir que su corazón seguía latiendo muy rápido.

—Hay algo más que te aflige... Dime que es.

—Mi hermana tiene que hacer uno de sus famosos anuncios —rodó los ojos.

—No le veo lo malo, digo, en tanto no sea nada grave.

—Creo que lo es, quiere que vayamos a medianoche.

—¿Por qué crees que es malo? ¿Sospechas algo? —pregunté con curiosidad, pero ella no me respondió, solo se quedó en silenció.

Intenté saber qué era lo que temía, pero fue en vano, ella no quería decirme nada. Decidí no indagar mucho en el tema ya que tarde o temprano lo sabría.

—Será mejor que vaya al castillo...

—No quiero separarme de ti, Kate.

—¿Y si te dijera que hay una sorpresa en tus aposentos esperándote? —me miró confundida.

—No entiendo.

Debajo de tu almhoada dejé una pequeña bolsa de color azul con un detalle dentro -le sonreí.

Hace unas horas le había comprado una pulsera con piedras de color lila y blanco. En cuanto mis ojos se posaron en esa joya, supe inmediatamente que era para Rachel.

—Eso es soborno —hizo un puchero.

—Rachel —dije en tono de regaño.

—Bien, te dejo libre hasta mañana por la noche —suspiró.

Uní nuestros labios y ella profundizó el beso en cuanto me tomó del cuello y me acercó más a ella.

Me levanté de la cama y mi cerebro me recordó lo que podría pasar si me quedaba con ella y no iba al castillo a saber que pasaba.

Llegué al interior del castillo, más específico, a la sala del trono, en donde la reina esperaba con ansias para dar su comunicado.

—¿Rachel te avisó de que se trata de esta reunión? —preguntó la reina en un tono firme y a la vez malicioso.

—Sí, dijo que nos quería a ambas a medianoche en la sala del trono.

—Bien, te iré avisando de qué trata el comunicado. Verás estoy buscando un esposo para Rachel y creo que encontré el indicado.

¡¿QUÉ?!

Cuando dijo eso sentí una presión en mi pecho, como una bala que atravesaba nuestra burbuja de cristal y lo rompía en miles de pedazos, trayéndonos a la realidad fría y oscura en la que vivía.

Intenté disimular mi tristeza y sensibilidad frente a la reina. Ella esperaba una respuesta y la única que quería darle no era la más adecuada.

—¿Quién? —pregunté con toda la calma que podía sentir.

—El príncipe de Kai, se llama Ronnie, es un buen partido. Ronnie ya ha estado en la isla y ya conoce a Rachel.

Como si no bastará todas las emociones que sentía justo en ese momento, escuché la puerta abrirse y mi corazón se aceleró aún más cuando por la mente se me pasó la idea de que alguien más podría estar cerca de Rachel, sentir su piel, sus abrazos, su calidez.

Apenas la vi y mi mirada se encontró con la joya que le regalé.

Sonreí internamente, pero esa sonrisa se esfumó rápidamente en cuanto vi su cara de enojo y preocupación.

—¡¿Cuándo ibas a decírmelo?! —le preguntó furiosa.

—¿Cómo te enteraste?

—Los rumores corren rápido por esta isla. Tienes que saber que prefiero morir que estar con esa escoria de persona.

—Yo decido lo que es mejor para el reino, y en este caso lo mejor es que te cases con Ronnie —rebatió la reina.

—Estas completamente cegada por el poder, cegada por esa arrogancia de que tú controlas todo y a todos, pero no controlarás mi futuro.

—Yo controlo todo, y tú no harás nada que yo no quiera. Te casarás con él o de otro modo tendré que...

—¿Qué harás? Porque dudo que Ronnie quiera estar conmigo luego de lo que sucedió.

¿Qué sucedió?

Los días que la reina estuvo fuera... Se fue al reino del príncipe y arregló el matrimonio de Rachel con el príncipe, cuyo nombre ya olvidé.

—Mañana él y su comitiva estarán aquí y quiero que lo trates bien y tú —me miró—. Quiero que refuerces la seguridad del reino y que esté todo listo para mañana. Ahora déjame sola, tengo que tratar ciertos asuntos con la princesa.

No respondí, solo me limité a hacer una reverencia y salir en silencio, mientras maldecía para mis adentros.

—Ronnie dice que no puede esperar a la noche de bodas, así que te aseguro que está más que contento —fue lo último que escuché antes de abandonar la sala.

No nos puede estar pasando esto...

Ese estúpido príncipe llegaría mañana a la isla y pronto se casaría con Rachel, pero su cara lo dijo todo y sé que ese idiota no es buena persona. Lo único que tengo que hacer es averiguar más sobre él.

—Kate, necesitamos hablar —escuché mientras caminaba por el pasillo.

Justo a quien buscaba.

—¿Ya lo sabes? —Erick asintió.

—¿Por qué no esperas? Tenemos tiempo hasta mañana —dijo Derek viniendo detrás de él.

—¿Es tan malo como para que los dos estén juntos y quieran hablar conmigo?

Ambos se miraron y Derek me miró con pena.

—Hablemos en tus aposentos. Te informaremos sobre Ronnie —ambos se acercaron a mi.

Caminé rápidamente porque la intriga y la ira me estaban carcomiendo. Llegamos a mis aposentos y cerré la puerta.

—Hablen antes de que muera de intriga —les ordené.

—Ronnie fue el prometido de Rachel el año pasado, pero su compromiso se rompió porque Rachel no quería casarse.

—Eso sin mencionar que su relación no era de lo mejor.

—¿Cómo qué no era de lo mejor? —pregunté sin entender.

—Rachel sabe los detalles, pero nosotros la ayudamos en una pelea fuerte que tuvieron.

Derek se pasó la mano por su cabello en señal de frustración.

—¿Y a ti por qué te entró la valentía de repente? —le dije a Erick.

—Porque entre Tatiana y Ronnie no sé quien es peor y esta vez no me pienso apartar de la situación.

Iba a seguir recriminándole en la cara no haber ayudado a Rachel la última vez, pero fuimos interrumpidos cuando el ruido de la puerta se hizo presente.

Los tres nos miramos por miedo a que sea la reina, pero claramente la reina no tocaría la puerta. No, entraría creyéndose dueña de todo.

—¿Estás enojada? —habló ella al otro lado de la puerta.

Al escuchar su voz nos tranquilizamos y suspiramos al mismo tiempo. Tomé la manija de la puerta y apenas la abrí, Rachel entró rápidamente.

Al ver a Derek y Erick se asombró y me miró.

—Erick... Yo...

—Tranquila, no saben disimular y lo deduje rápido.

—Y sabemos que nunca vas a la aldea a comprarte joyas y por esa pulsera sabemos que fue Kate —comentó.

Ella sonrió de lado y se tocó la pulsera.

—¿Qué haremos cuando ese infeliz venga mañana?

—Nada, Derek. Solo actuaremos normal —dijo con tristeza.

—Habla por ti, porque cuando te ponga un dedo encima le daré la paliza de su vida —contesté.

—Sé que estás molesta, pero no podemos actuar así —se acercó a mí y colocó sus manos en mis mejillas, acariciándolas.

—Rachel tiene razón. Tenemos que planear algo antes de actuar, actuar de manera impulsiva no nos llevaría a nada más que a nuestras muertes.

Erick tenía razón.

Si yo estaba asustada, por no decir aterrada, por el hecho de que Rachel se case con alguien que no ama, que no la respeta y que la maltrata, no puedo imaginar las emociones que ella debe estar sintiendo.

Y ella se muestra tan calmada, pese a que es la protagonista de esta situación, yo tenía que tener la misma calma y serenidad.

—Nada ni nadie nos separará. Encontraremos una solución...

La abracé y en cuanto nuestros cuerpos se tocaron pude sentir como su corazón latía rápidamente y también sentí que ella se sentía insegura ante la situación y tenía miedo, al igual que yo.

                         * * *

Ya era la mañana y sinceramente no pude dormir en toda la noche. Pasé toda la noche pensando en una solución o en algo que nos diera tiempo, pero ninguno de los escenarios que se me ocurrieron era bueno.

En las películas y series, cuando dos personas se enamoran y tienen un amor prohibido, suelen huir y eso es lo que envidio, porque aunque quisiéramos, Rachel y yo no podríamos huir. Estaríamos muertas en menos de lo que una bala atraviesa un cuerpo.

De mala gana me levanté y me coloqué mi traje. Rápidamente me dirigí a la sala del trono, pero en la puerta me encontré con un soldado.

—¿Está todo listo para la llegada del príncipe?

—Como usted nos ordenó; la seguridad aumentó en todos lados y los mejores soldados del reino están por llegar junto con la comitiva del príncipe de Kai —informó.

—Gracias, soldado. Ahora puede ir a su posición.

Luego de que el soldado se fuera, tome fuerzas y valor para entrar a la sala del trono. En cuanto entré vi que todos estaban conversando. Derek y Erick estaban hablando con Rachel y ella estaba hermosa.

Bueno, más de lo normal.

Tenía un vestido que le llegaba hasta los talones de color violeta y con un cinturón de color dorado, que le hacían juego con la pulsera que le di el dÍa anterior. El vestido le daba un contorno a sus curvas, resaltan su piel blanca y su cabello caía por sus hombros de un solo lado.

Cabe recalcar que también tenía un poco de maquillaje en los ojos y sus labios estaban pintados de un rosa muy suave, pero que sin duda le quedaba perfecto.

Quiero casarme con esta mujer.

La reina se acercó por detrás de Rachel y yo me acerqué para hablar con todos, menos con Tatiana.

—¿Qué piensas sobre mi decisión, Kate? -preguntó.

Que no tienes corazón.

—Estoy segura que el matrimonio favorecerá al reino —sonreí falsamente.

—Mejora esa cara para cuando llegue tu prometido —le susurró la reina en el oído a Rachel y su respiración se aceleró.

Le di a Rachel una sonrisa cálida mientras por dentro me moría de ganas de tomarla de la mano y llevarla muy lejos de esta maldita isla.

Nosotros tres nos pusimos junto a la corte y en ese momento un guardia vino a avisar que el príncipe y su comitiva ya habían llegado.

Las puertas doradas se abrieron de par en par y un chico con un poco de barba y cabello marrón, se hizo presente en la sala. Detrás de él venían algunos guardias de la isla y algunos de su reino, ciervos, damas y un sin fin de regalos.

Generalmente los regalos simbolizan la paz y prosperidad durante el tiempo en el que los invitados permanecen en la isla, pero si algo aprendí en esta isla, es que no existe la paz.

Él le sonrió a Rachel y ella le sonrió forzadamente. Se tocó la pulsera en modo de nerviosismo.

—Un placer volver a verte, Rachel —le tomó la mano y la besó.

—A nosotros también nos agrada verte —mintió

—Tenemos sorpresas para ti, querida —los ciervos le acercaron un cofre de color azul y dorado.

Ella abrió el cofre lentamente y rápidamente me dio una mirada que lo decía todo. Se siente mal con todo esto y la impotencia me está matando.

Del cofre saco un vestido de color verde oscuro, con un cinturón de color blanco.

¿Qué no sabe que a Rachel no le gusta ese color?

Rachel me había dicho que le gustaban los colores fríos y algún que otro cálido. El vestido era realmente horrible, el vestido no tenía mucho diseño.

Seguro que eligió el peor vestido, cuando ella se merece el mejor.

—Gracias... —dijo sin mucha emoción.

Todos en la sala los estaban mirando con sonrisas, mientras que yo solo podía ver todos los sentimientos que contenían sus ojos.

—Nosotros también tenemos un regalo para ti, Ronnie —dijo la reina.

Rachel no pudo disimular y rápidamente miró a la reina sin entender nada.

Dos ciervos se acercaron cargando un estuche de color azul con diseños de color dorado. Abrió el estuche y en el se encontraba un arco de color marrón y rojo, al igual que su carcaja y las flechas.

—Tu gusto sigue impecable, Rachel —sonrió de manera radiante.

La reina dio dos aplausos y las bailarinas aparecieron por la puerta, distrayendo la mirada de Ronnie hacia ellas.

¿Cómo puede mirarlas teniendo a Rachel?

Las personas volvieron a hablar entre sí, la música se hizo presente y poco después los cocineros y asistentes vinieron con platos llenos de comida y recetas exquisitas.

—Kate, tengo que decirte algo... —me miró con el ceño fruncido.

—Mejor salgamos de aquí, Erick. Nos pueden escuchar.

Salimos al pequeño jardín del castillo y nos sentamos en una mesa y dos sillas que había allí.

—No debería contarte esto, pero cuando Ronnie estuvo aquí el año pasado, ellos pelearon y Rachel lo intentó matar, pero los detuve antes de iniciar una guerra contra el reino de Kai.

—Creí que ella no era cruel.

—Lo era y mucho, pero te conoció y cambió radicalmente.

—¿Qué fue lo que le hizo?

—Ellos tuvieron una discusión porque ella no quería casarse con él, pero estaban comprometidos, así que ella intentó suicidarse, ya que no aguantaba todo lo que tenía que vivir, pero antes de intentar suicidarse ella quería matarlo para estar más tranquila, pero lo impedí.

¿Suicidarse? Nunca imaginé que por su mente podría pasar eso... Ese idiota... Sabía que no era confiable, más le vale no cruzarse por mi camino.

—No sabía que ella...

—Es normal que no te lo dijera, eres lo único bueno que tiene y no quiere mostrarte su peor versión —me interrumpió.

—Hablaré con ella en cuanto pueda. Tú mantén vigilado al príncipe, no confío en él.

—Parece que cambió, parece una persona normal.

—Al igual que tú, y sabemos que tú puedes ser un ángel y un demonio a la vez.

—Es parte de mi encanto —dijo él con una sonrisa.

Ambos volvimos a la fiesta y todo seguía como cuando nos fuimos.

                            * * *

Los días pasaron y aún no había podido hablar con Rachel, había muchas personas y la idea era que nadie sospechara, si ella no estaba con él príncipe, estaba con su hermana.

Aún no tenía la oportunidad de decirle que ya sabía sobre lo sucedido. Quería decirle que tiene todo mi apoyo y que no la voy a abandonar nunca.

Sabía que si iba al entrenamiento tal vez podría cruzarme con Rachel e intercambiar algunas palaras, pero seguro que el idiota del príncipe estaría con ella.

Ante los ojos de todos, Ronnie era un buen chico, tierno y cariñoso, pero al menos nosotros cuatro sabíamos la verdad y podríamos evitar una tragedia.

Estaba caminando por la orilla de la isla y vi a Rachel, Erick y Ronnie entrenando como si fueran amigos de toda la vida.

Creo que se tomaron muy en serio lo de actuar normal.

—¡Oye, general! —alzó la voz.

Me acerqué a ellos y le lancé una mirada de odio al príncipe idiota.

—¿Entrenas con nosotros? —preguntó sonriente.

—No —respondí fríamente.

Ahora que sabía lo que le había hecho a Rachel, se ganó mi odio entero. Impediré que esa boda se lleve a cabo, no importa si tengo que sufrir. Con tal de ver a Rachel lejos de ese idiota, yo hago lo que sea.

—¿Eres así de fría con todos? —me dijo poniéndose su brazo alrededor de mis hombros.

Lo observé a él y luego a su brazo y entendió que no me gustó que hiciera eso, así que sacó su brazo en cuanto sintió mi mirada.

—Tranquilo, es así con todos, no lo tomes personal —le dijo Erick de la forma más amable posible.

—Entonces, ¿Entrenamos?

—Claro —dijo Erick.

—Amor, ¿entrenamos juntos? —le sonrió.

Juro que me dieron ganas de vomitar, pero tuve que aguantar.

—Primero: No soy tu amor y segundo: Prefiero morir que casarme contigo, así que vete olvidando de que seré tu esposa.

—Tu hermana ya lo tiene todo pactado. Pero no vine a ponerte triste, no. Vine a que entrenemos los cuatro juntos, tu amigo Erick, tu general, tú y yo.

No lo soporto...

—Yo quiero entrenar contigo. Para las cosas que suceden en esta isla tienes que ser un buen soldado o mueres —saqué la espada del cinturón.

—Ya lo verás, no encontrarás a nadie como yo —dijo emocionado.

Ambos nos pusimos en posición de combate y empezamos a pelear.

Cada vez que lo veía a los ojos era como una piedra que me decía que mi romance con Rachel no me llevaría a ningún lado, que sería imposible que tenga una relación con ella, sin que algo esté sucediendo.

¿Lo peor? No quería creerlo, algo tenía que hacer, no permitiría que ellos dos se casen, y menos sabiendo lo que le hizo.

Su espada chocó con la mía y en un intento de ira él me atacó sin motivo alguno. Con toda la fuerza que tenía me tiró al suelo y el filo de la espada venía en mi dirección. Rodé sobre la arena para evitar la muerte y enganché mi pie por detrás del suyo haciéndolo caer.

—¿Qué rayos te sucede? Es solo un entretenimiento —lo regañé.

—Tranquila, solo me ocupaba de que la seguridad de mi prometida fuese buena —se defendió.

—Claro que es buena, no por nada es la general —comentó el chico con rulos.

Él se levantó con una mirada que daba miedo, parecía poseído por algo.

Rachel y Erick se quedaron perplejos ante la escena que no podíamos entender.

—¿Estás loco? —preguntó ella.

—Por ti si... Pero si te refieres a la general, no te preocupes, no es nada personal.

—Mejor vamos a calmarnos y nosotros dos podemos volver al castillo, así Rachel entrena un poco más.

—No entiendo, ya eres buena en el arco y la flecha, ¿para qué seguir entrenando?

—No te debo explicaciones —lo enfrentó.

—Mejor vámonos —colocó su mano en el hombro de Ronnie y ambos se fueron.

Nos sentamos bajo un árbol para cubrirnos del potente y fuerte sol de la isla. Apoyamos nuestras espaldas en el tronco del árbol y descendimos hasta el pasto.

—¿Qué fue eso? —murmuré para mi, pero ella me oyó.

—No... No lo sé.

—Rach —tomé su mano que estaba en el pasto y ella miró nuestras manos unidas—. Sé lo que te hizo, Erick me lo contó todo.

Ella bajó la mirada y apartó su mano de la mía, se me había olvidado que debíamos disimular y se me hacía muy difícil. Con ella sentía que todo estaba bien, que la maldad no existía y también me puedo olvidar de mi pasados por pequeños instantes.

—No pudo contarte todo porque... Porque él no sabe toda la historia...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top