Capítulo diez: No eres un monstruo

—¿Entonces somos novias oficialmente? —ella me miró.

Pasaron unos días desde aquel beso y desde que me di cuenta que la necesitaba como el aire que respiro.

Tomó mi mano y empezó a acariciarla.

—Sí —sonreímos al mismo tiempo.

Estábamos en el castillo abandonado, donde podíamos ser nosotras sin miedo, sin presiones y sin ataduras a peligro alguno.

Aunque una parte de mi sabía que estar en esta relación sería un peligro, pero ya había dejado pasar oportunidades y perder la oportunidad de estar con alguien como Rachel no era una opción y jamás lo sería.

Rachel estaba sentada contra la pared y yo estaba sentada delante de ella, entre sus piernas. Sus manos, que estaban encima de las mías, junto a mi vientre, acariciaba mis manos, la suavidad y calidez de su cuerpo me transmitía seguridad y paz.

—Me gusta cuando estamos así... Solas, mientras te acaricio... —giré mi cabeza para verla.

—Mientras me robas besos —ella río y negó con la cabeza.

—No tengo la culpa de que tus labios sean perfectos para mi.

Ella no lo dudó y sus labios colisionaron con los míos en un beso desesperado, pero dulce a la vez.

—Tengo que decirte algo... —frunció el ceño.

—Dime —ella bajó la mirada y luego me miró a los ojos.

—No quiero que haya secretos entre nosotras, así que te diré dónde estuvo Derek —suspiró—. Él fue a la ciudad, porque le pedí que buscara a tus amigos...

No pude evitar sonreír, saber que Derek tuvo contacto con ellos, me hacía muy feliz.

—Tal vez sea tonto preguntar, ¿pero por qué no me lo dijiste antes?

—Porque no quiero que te ilusiones pensando que tus amigos vendrán a rescatarte, porque no tienen como.

—¿Derek te dijo si estaban bien? ¿Cómo los encontró? ¿Te dijo algo? —pregunté desesperada.

Ella se río y me acarició la mejilla con su mano suave y delicada.

—Me dijo que habló con el chico que estuvo aquí, junto contigo y que un chico de cabello negro casi le da un golpe porque pensó que era una broma —soltó una risita.

—Habló con Katar y Firox, fue él quien casi le da una golpiza. Siempre fue así, impulsivo, sobreprotector y celoso, pero tiene un buen corazón.

Es curioso como en la ciudad encontré mi familia y en esta isla encontré a mi novia, pero el precio de eso era no ver a mi familia nunca más y no estaba dispuesta a perder a nadie, ni a Rachel ni a mi familia.

—Me alegra saber que están bien y que no han cambiado.

Sonreí, pero en parte estaba triste. La nostalgia y los recuerdos volvieron y no pude evitar preguntarme tantas cosas, Rachel lo notó y me dio un beso en la mejilla.

—Si te sirve de algo —se escondió en el hueco de mi cuello—. No pienso dejarte.

—Sirve mucho...

                           * * *

Me alegraba saber que Rachel confiaba en mí. Sus ojos azulados desprendían un brillo que nunca vi en los ojos de nadie y según ella, era porque estaba con la forastera más aburrida y linda de esta isla.

La verdad me causaba ternura y gracia que ella me siga llamando forastera, porque así la llamaba yo cuando no quería hablar con ella.

Hoy en la mañana desperté y poco después Rachel entró y me robó un beso y me dijo que me traería una rosa de color azul, para que nunca olvide sus hermosos ojos.

Como si pudiera olvidarme de alguna facción de su rostro.

Por desgracia nuestra felicidad duró poco, porque hace unos días, cuatro personas fueron asesinadas sin motivo alguno. No había algún patrón o algo que conectara a esas personas.

Por lo tanto este caso sería un poco difícil de resolver, por eso, según la reina, no había nadie mejor que yo.

Intenté negarme, pero la reina quería que yo resolviera el caso y no tuve más opción que aceptar.

Entré a la sala del trono y Tatiana me esperaba junto con Derek.

La sensación que tenía de ver a Tatiana y no poder hacer justicia por todo lo que le hizo a Rachel, llegaba a consumirme, pero le prometí que estaría a su lado, sin importar que.

Y eso incluía en no meterme en problemas, ni en peleas.

—Llegas tarde —dijo la reina con un tono de autoridad.

—Tuve que atender un asunto —sonreí internamente.

Rachel y sus caricias me entretuvieron toda la mañana.

Me coloqué enfrente de Derek y al lado de la reina. Los ojos de él me miraban con desconfianza.

Tenía su vista en la mía y el hecho de que no parpadeara por mucho tiempo, me indicó que estaba molesto con algo y creía saber qué era lo que lo tenía inquieto.

—Hubo otro asesinato y al igual que los demás, no tiene conexión alguna con los otros difuntos —nos informó.

—Y al igual que los otros asesinatos, son sorpresivos —él frunció su ceño.

—Por eso mismo ustedes dos se encargaran de encontrar al culpable y cuando lo encuentren, tráiganlo ante mi y le daré el castigo que merece.

Parece que tendré que soportarlo hasta resolver el caso.

—Ahora pueden irse.

Ambos hicimos una reverencia y nos encaminamos hacia los pasillos del castillo.

La única teoría que se me ocurrió, fue que el enmascarado estuviera de vuelta en la isla y estuviera matando personas solo por pura diversión.

Lo cual no me sorprendería, porque con el incendio que causó anteriormente pudo haber matado a muchas personas y eso ni le importó en lo más mínimo.

Porque sé cómo son los psicópatas, fríos, sin empatía, crueles y solo buscan placer al hacerle daño a sus víctimas.

—Kate —él me tomó del brazo con fuerza y sus ojos desprendían ira.

—Déjame en paz, Derek. Tenemos cosas que hacer.

Llevé mi mano a la suya, la cual apretaba mi brazo con fuerza y la saqué de manera lenta.

—No valdrá la pena investigar nada, ya está hecho. ¿Qué más quieres?

—No estás conmigo para cuestionarme, sino para seguir mis órdenes y si no te callas... —me detuve.

Para vivir mi presente, tengo que dejar ir a mi yo del pasado...

—Si no vas a ayudarme, entonces no me estorbes —me di la vuelta y empecé a caminar.

—Me necesitarás para lo que estamos a punto de enfrentar —me detuve.

Giré para verlo y él se acercó a mi.

—¿Por qué lo dices? —pregunté sospechando que el enmascarado hubiera regresado.

—Lo entenderás más adelante —respondió con una sonrisa siniestra.

Tengo el presentimiento de que algo voy a descubrir y no quiero saber que es.

—Mejor vamos a ver a los familiares de los difuntos.

Fuimos a la aldea, preguntando a cada persona que veíamos si sabía algo de lo ocurrido, si conocían o no a alguna de las personas, si los había visto alguna vez, si conocían a sus familiares o amigos, etc.

Estuvimos gran parte de la tarde buscando y tratando de averiguar algo que nos ayudara, pero era como buscar una aguja en un pajar.

El sol estaba en lo alto y el calor se tornó insoportable. Nos apoyamos en una pared de una casa antigua, de color blanca.

Bufé y me di cuenta que Derek tenía razón, investigar se estaba volviendo tedioso y el solo hecho de que el enmascarado apareciera y le hiciera daño a Rachel, me ponía de los nervios, pero trataba de no pensar en eso.

—¿No te lo dije? Es inútil.

—Si es inútil, ¿por qué la reina nos envió a investigar?

—Simplemente porque te pone a prueba y la verdad me caes de lo peor, pero haces feliz a Rachel, así que trato de no hacerte daño —comentó.

No me imagino si no lo intentara.

¿Espera? Él lo sabe... No, lo dudo, Rachel no se lo contó a nadie.

Levanté mi vista y vi a un grupo de cinco niños pidiendo algo de comer, las personas pasaban de largo, los ignoraban o simplemente los abucheaban.

Me sentí identificada con los niños, pues yo también había pasado hambre y el único techo que tenía eran las estrellas mientras que mi acolchado era el viento que había en las noches, junto a mi colchón, el suelo.

—¿Por qué esos niños están solos? ¿No tienen padres?

Derek levantó la vista y en cuanto los vio pude notar que su mirada cambió, su mandíbula se tensó y su ceño estaba fruncido.

Rápidamente supe el motivo de su reacción.

—Eras como ellos, ¿verdad?

No me miró, no pestañeó, no se inmuto, pero por su silencio supe que tenía razón.

—Era peor que ellos, porque yo robaba para comer, hasta que un día le robé a la niña equivocada, la cual me busco un hogar y encontré una familia que me quisiera...

—¿A quién le robaste?

—A Rachel...

—Por eso la proteges, para retribuir lo que Rachel hizo por ti.

Él seguía mirando a los niños y se fue de mi lado. Se acercó a un vendedor que vendía cestos de frutas, Derek le dio un saco de monedas y a cambio, el vendedor le dio un cesto.

Me acerqué al vendedor y le compre un cesto, Derek me miró y por primera vez en todo este tiempo, me dio su más cálida sonrisa y ambos nos acercamos a los niños.

—Estos cestos son para ustedes —los colocamos en el suelo—. De ahora en más pueden ir todos los días a las puertas del castillo y solo digan que buscan a Derek y yo les daré comida, ropa y todo lo que necesiten —dijo con amabilidad.

Los niños sonrieron y una niña de cabello rubio lo abrazó y Derek la rodeó con sus brazos, devolviéndole el abrazo.

—Gracias, señor.

La cara que Derek puso al escuchar que le dijeron señor era de lo más graciosa, pero tuve que contener y solo sonreí de lado.

Empezaron a comer todas las frutas que había y mientras veía a las personas hacer su vida, mi mirada se centró en la casa que estaba detrás nuestro y pude ver a una persona con una capa de color negro.

El enmascarado.

—Derek —dije viendo al sujeto.

Él me miró y luego dirigió su mirada hacia la persona que estaba dentro de la casa. Sin pensarlo empezamos a correr entre las personas, evitándolas y llevándolas a algunas puestas, tratando de llegar antes de que ocurriera una tragedia.

Llegamos a la puerta de la casa e intenté abrir la puerta como si mi vida dependiera de eso, pero estaba trabada.

Derek dio dos pasos hacia atrás y con toda la fuerza, pateó la puerta haciendo que se abriera y nos diera paso a la casa.

Entramos y con la vista busqué algo fuera de lugar, pero en realidad todo estaba acomodado, nada estaba fuera de lugar.

Derek señaló con la cabeza hacia las escaleras que llevaban a la parte de arriba del sitio.

Mientras estaba subiendo escuchamos un grito, me apresuré a subir las escaleras y en cuanto vi el último escalón, vi un cadáver.

Una señora con una edad avanzada, yacía en el suelo, con sangre saliendo de su estómago, manchando la alfombra.

—¡Yo me quedo con ella, ve!

Mientras él se quedaba con la señora ensangrentada, yo me dirigí al final del pasillo, en donde había una ventana.

La persona corrió hasta que quedó atrapada entre yo y el pasillo.

Empecé a detallar a la persona que me daba la espalda y me di cuenta que no tenía la contextura física del enmascarado.

No puede ser que resuelva un problema y ya tenga otro encima.

Me acerqué con cuidado. La respiración del sujeto estaba agitada, la daga que tenía en su mano estaba llena de sangre y del filo las gotas caían sobre sus botas.

Antes de que pudiera hacer movimiento alguno, el sujeto corrió hacia la ventana, rompiéndola y escapándose.

Corrí hacia la ventana y vi cómo el sujeto se bajaba de un muro y corría hacia dentro del bosque, perdiéndose en él.

Mis botas crujieron en cuanto tocaron los pedazos de vidrios rotos y un olor me llamó la atención.

Miré al suelo y debajo de mi bota vi que estaba una rosa de color azul, me agaché para tomarla y una frase apareció en mi mente.

No valdrá la pena investigar nada.

Lo entenderás más adelante.

Las rosas azules no son muy comunes aquí.

De pronto recordé que Rachel había venido a mis aposentos esta mañana y me dijo que me traería una rosa de color azul.

No... Por favor, que no sea lo que pienso.

—Tenías que saberlo por ti misma —su voz me sacó de trance.

Me di la vuelta y vi a Derek en el medio del pasillo.

Él lo sabía y no dijo nada.

Sentí una presión en el pecho y el miedo, pánico y el dolor se apoderaron de mi.

Caminé hasta él y en cuanto me acerqué, levanté mi mano y le iba a dar una bofetada, pero antes de hacerlo él me tomó de la muñeca con fuerza.

—Estás dolida, pero no me corresponde decírtelo —su rostro expresaba serenidad.

—Lo supiste todo este tiempo ¡Sabías que todo este tiempo estábamos persiguiendo a Rachel!

Tenía ganas de llorar, ya no aguantaba todo lo que sucedía a mi alrededor.

—Ella te ama y aunque no lo creas, te está protegiendo —me soltó con cuidado.

—Tú lo...

—Rachel no sabe disimular cuando te mira y en todos estos años ella no ha estado feliz. Bastó que vinieras tú para que sus ojos volvieran a tener brillo —interrumpió.

—Si tu le dices a...

—No me meteré en sus asuntos —habló con firmeza.

Empecé a caminar tratando de procesarlo todo, pero aunque quisiera, no entendía nada. Solo tenía muchas preguntas y sé que tarde o temprano las conseguiré.

—Encárgate del cuerpo y no le avises a la reina —dije con frialdad.

—¿A dónde vas? —preguntó mientras bajaba las escaleras.

No contesté.

Estaba tan enojada porque Derek me trato como una idiota y en vez de decirme la verdad para poder ayudarla, la protegía, y por la culpa de Derek hay una victima más en la lista.

Estaba confundida y en parte angustiada. Rachel yendo por ahí matando personas, corriendo el riesgo de ser herida-

Lo peor es que por no escuchar las advertencias de Derek, Rachel estaba cometiendo crímenes y yo era la encargada de cazarla, como si de un animal se tratase.

Quiero y necesito respuestas.

Erick es demasiado cobarde como para darme las respuestas y además, él podría contarle a la reina y ella sospecharía. Derek ni se diga, es aún peor, pero creo que en parte lo entiendo.

Cuando le conté a Katar mi verdadero yo, él se asustó y me dijo algo que nunca iba a olvidar y eso mismo es lo que le diré a Rachel.

El cielo nocturno junto a las estrellas y la luna, se hicieron presentes en la isla.

La verdad quería hablar con ella a solas, con tranquilidad. Sabía que si yo, que estaba acostumbrada a los asesinatos, ella debía estar mucho peor por sufrir esa transformación.

Claramente no hablé con ella en todo el día, excepto en la mañana, por ende no habíamos hablado sobre de vernos, pero sé que ella siempre viene aquí.

Es por eso que estoy en el castillo abandonado, porque ella no se lo esperará.

Dejé la rosa que tenía en mis manos en el colchón y me senté al borde de su cama, a esperarla.

Pasé la mayor parte de la noche pensando en su reacción al saber que es ella la asesina.

Múltiples escenarios pasaron por mi mente, pero curiosamente en ninguno de ellos Rachel me hacía daño.

De pronto sentí como la puerta se abrió.

—Kate... —dijo en un susurro.

Por el tono de su voz supe que ella ya lo sabía...

Yo estaba de espaldas, pero estaba segura que tenía miedo a mi reacción, así como yo tenía miedo de la suya.

No me sorprende que sepa que yo lo sé, Derek debió de habérselo dicho.

—Tenemos que hablar... —voltee a verla y vi sus ojos llorosos.

Ella miró la rosa en la cama y lentamente se fue acercando a mi. Ella temblaba, se sentó a mi lado y lo primero que hice fue abrazarla.

Rachel me apartó bruscamente y yo me quedé confundida.

—No puedo estar cerca tuyo... No quiero lastimarte —se levantó.

—Eso no te detuvo al matar a esas personas. Lo hiciste a sangre fría...

—¡Lo hice para protegerte!

—¿De qué? ¿De quién?

—De mi— soltó.

—Derek me lo advirtió, pero no creí que su advertencia fuera tan literal...

—¿Qué te dijo?

—Que te transformarías si yo estaba a tu lado, pero nunca me dio los detalles.

Me estiré sobre la cama para tomar la rosa que estaba sobre ella y la miré, recordando la linda mañana que tuve, con su sonrisa, sus besos y su felicidad.

—¿Por qué no me lo contaste?

—Porque soy un monstruo y no quería que me vieras como me ves ahora. Con duda, con miedo y con desconfianza.

—¿Sabes lo que es ser un monstruo?

—Una persona que no tiene sentimientos —contestó.

—No eres un monstruo por no controlar algo que está fuera de tu alcance.

—¿Y cómo estás tan segura de que está fuera de mi alcance?

—Lo veo en tus ojos, lo siento en tu voz y puedo notar como tu cuerpo tiembla de miedo.

Ella tragó grueso y se sentó a mi lado nuevamente. Coloqué mi mano sobre la suya y suspiré.

—Entiendo si quieres terminar con esto —una lágrima recorrió su mejilla.

—No quiero terminar contigo, pero necesito saber si confías en mí...

Cerró sus ojos con fuerza y rápidamente se levantó de la cama y se sentó en la mía.

—No puedo con esto... Vete, por favor...

—Rachel, yo...

—¡Que te largues! ¿No ves que puedo matarte?

—¡Tuviste infinidades de oportunidades para hacerlo, incluso ahora! Pero no lo harás...

—Déjame sola...

—Déjame ayudarte...

Ella volvió a cerrar sus ojos y negó con la cabeza.

Sin ganas de dejarla sola, dejé la rosa sobre la cama y me fui de allí, antes de que me arrepintiera.

No puedo creer que esta mañana estábamos tan felices y que en menos de un día, todo se fue al abismo.

Ahora lo confirmo, ella no confía en mí y cualquier tipo de relación se basa en la confianza y el hecho de que Rachel no lo haga, me duele bastante.

Creí que después de todo lo que pasamos habría más confianza entre nosotras, creí que ella me amaba, pero creo que me ilusioné bastante rápido.

Estaba caminando por el pasillo del castillo en cuanto vi una sombra detrás de mi.

—Kate —una voz masculina me llamó.

Voltee a ver quien era y Derek me miró serio y enojado.

—¿Fuiste con ella?

—¡¿Tú qué crees?!

Ya no podía más. No sé qué rayos está sucediendo, aparentemente todos saben menos yo y eso hace que me sienta mal y no poder ayudar a Rachel me afligía bastante.

—Ella puede...

—¡Me importa una mierda lo que creas o pienses sobre ella! La amo y que ella sea así no quiere decir que dejaré de hacerlo y la ayudaré todo lo que pueda.

—Veo que es inútil seguir ayudándote.

—Decirme cosas a medias no es ayudar, es gozar de mi sufrimiento y el de Rachel.

Abrí la puerta de mis aposentos y le cerré la puerta en la cara.

Mi vista se centró específicamente en una flor de color magenta, con un degradado hasta el color blanco.

La dejé en un florero que había y sin ganas me tiré a la cama.

Lágrimas brotaron de mis ojos, los recuerdos de este día y especialmente de esta noche, se repetían una y otra vez.

Rachel, no te dejaré sola, aunque me odies por ayudarte.

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