Capítulo dieciocho: Corazón roto

Katar se había quedado en casa por una semana, pero en ese lapso de tiempo, no sucedió nada, ni una llamada, ni una amenaza, nada.

Yo ya ni dormía, solo tenía pesadillas en donde aparecía el enmascarado y de pronto mis amigos estaban a mi lado y en menos de un segundo todos se esfumaron, la silueta de un chico apareció y la noche que cambió mi vida apareció en mi sueño también.

Ese sueño se repitió varias veces y yo me despertaba asustada. Rachel me contenía al igual

que Katar, pero al ver que nada sucedía, supuse que era mejor liberar a Katar de esto.

Él podrá haberme salvado, pero no lo puedo condenar a vivir una vida de peligro.

Hoy era jueves, eran las once de la noche y Rachel me dijo que para aliviar el ambiente y para que no esté tan tensa, tenemos que distraernos y ella eligió una película romántica. El Titanic.

—Ten —me ofreció un pote con pop-corn.

—¿Por qué estás tan tranquila? —pregunté con curiosidad.

—Porque sé que no importa lo que suceda, siempre estaremos juntas y afrontaremos todo —se sentó a mi lado en el sofá y nos tapó con una manta de color beige.

Ella le puso play a la película, pasó su brazo por detrás de mi cuello y me atrajo hacia ella. Tenía miedo y estar en sus brazos era como estar en un escudo irrompible.

Me apoyé en su pecho y pude sentir como su corazón latía muy rápido y muy fuerte. La miré y por fuera parecía estar tranquila, pero por dentro algo le perturba y esta vez no lo podía dejar pasar.

Espere un rato y su corazón seguía igual, palpitando a toda velocidad y fuerte.

Tomé el control y puse pausa a la película, Rachel me miró confundida, me senté y fruncí mi ceño.

—¿Por qué pausaste la película?

—Porque quiero que me digas porque tu corazón late tan rápido y fuerte. Y no me digas que es por el enmascarado, porque desde hace tiempo que te noto extraña.

—No estoy extraña, Kate. Solo se me aceleró el corazón por la película —se levantó y fue hacia la heladera.

—¡Apenas estamos por la parte en la que Rose se sube al Titanic! No tiene nada de emocionante.

—Ya te lo dije, estás viendo cosas en donde no las hay —rebuscó y sacó una caja de pizza.

—Rachel, me dirás qué rayos te ocurre porque ya no puedo más con esta situación —supliqué.

¿Qué la perturba? ¿Por qué no confía en mí y me lo cuenta? Siempre nos contamos todo.

—Ya te lo dije, no es nada —mintió.

—Rachel, por favor dime que...

La puerta del departamento se abrió de golpe y unos hombres altos y robustos entraron y sacaron armas, como navajas, cuchillos y un bate de béisbol.

No son de la isla...

—Tú vienes con nosotros, niña —miró a Rachel.

Me levanté del sofá y me interpuse entre Rachel y los seis hombres que se encontraban a unos centímetros de nosotras. De reojo vi la lámpara que se posaba en un pequeño mueble a un costado del sofá y sin pensarlo dos veces la tomé y le golpeé a un hombre pelado en el rostro.

—¡SUBE! —grité y Rachel lo hizo.

El hombre cayó al suelo y un corte se hizo presente en su frente, y de este, salía un poco de sangre, pero eso no lo detuvo al abalanzarse contra mi.

—¡VAYAN POR LA OTRA! —gritó el hombre y otros tres se dirigieron a las escaleras.

Me interpuse entre ellos y la escalera, pero uno de ellos me tomó del brazo y me lanzó al suelo, haciendo que chocara con el mueble que sostenía la televisión.

Los otros hombres subieron y solo dos hombres se quedaron conmigo.

Uno de ellos me tomó del brazo con mucha fuerza y me puso contra la pared. Sin dudarlo, miré su entrepierna y le di una patada allí. El hombre cayó al suelo, maldiciendo.

Luego de oír a Rachel gritar, me dirigí hacia la cocina y tomé un cuchillo, pero uno de los hombres me tomó de los tobillos y me hizo caer.

Se puso arriba mío y me empezó a dar puñetazos en todo el cuerpo, en el rostro, en los brazos, en el abdomen y pecho. Mientras él levantó su puño manchado de sangre, llevé mis manos hacia su rostro y metí mis dedos pulgares en sus ojos. Haciendo que él perdiera el equilibrio y cayera al suelo de dolor.

Me levanté y lo pateé en el abdomen hasta que quedó inconsciente. Volví a tomar el cuchillo y con la vista me fijé que no hubiera nadie en la sala de estar. Al asegurarme pasé por la puerta del baño para dirigirme hacia mi habitación.

Pero una mano me tomó del abdomen y otra me tapó la boca y ambas manos me atrajeron hacia un cuerpo robusto. Inmediatamente levanté mi mano, el cual sostenía el cuchillo y se lo clavé en el muslo izquierdo.

El hombre cayó al suelo mientras gritaba. Sin pensarlo me dirigí hacia las escaleras y en cuanto terminé de subirlas otro hombre se me apareció enfrente de mí y antes de que yo pudiera hacer algo, me dio una patada en el rostro y eso me hizo caer y rodar por las escaleras.

Terminé en el suelo y lo último que vi fue que dos hombres tomaban por los brazos a Rachel, mientras uno de ellos la tomaba del cuero cabelludo. Ella gritaba mi nombre y mi vista se nubló.

                             * * *

—¡Kate! ¡Kate, por favor contesta! —la voz de Katar hacía eco en mi cabeza.

Abrí mis ojos lentamente y lo primero que pude notar, era a Katar. Se veía borroso, tenía un intenso dolor de cabeza y un pitido muy agudo se hizo presente.

Me senté y pude notar que estaba en mi habitación, pero no en la del departamento, sino en la de la mansión.

Y si estaba allí fue porque Katar me encontró inconsciente en el suelo, pero Rachel no estaba conmigo.

—¡¿Dónde está?! —pregunté desesperada.

—Cuando llegué a tu departamento solo vi todo destrozado y te vi inconsciente. Ella no estaba allí —relató—. Firox está en la sala buscándola por las cámaras de toda la ciudad —me levanté y sin pensarlo bajé las escaleras y me dirigí hacia la sala.

Lo primero que vi al bajar a la sala era un montón de monitores y una computadora de color gris. En todos los monitores se encontraban al menos seis cámaras de una parte en especifica de la ciudad, mientras que en la computadora de color gris solo podría ver una pantalla de color negra con muchas letras verdes.

—¿Dime que tienes algo? —él levantó la vista y negó con la cabeza.

—Es como buscar una aguja en un pajar. Ver cada cámara de la ciudad nos llevará tiempo —siguió apretando las teclas de su computadora.

—No tenemos tiempo —me puse a su lado y empecé observar las cámaras.

—Llevamos media hora buscándola —dijo Katar mientras bajaba de las escaleras—. Les dijimos a Joanna, Vanlo y Kan. Joanna está moviendo sus contactos de la policía para encontrarla y Vanlo está con ella, mientras que Kan está haciendo un análisis de sangre para saber quienes fueron los que las atacaron.

—¡No me sirve saber sus nombres, quiero saber donde están y a por qué se la llevaron! —dije desesperadamente.

—Kate —colocó sus manos en mis hombros—, sé que estás alterada, pero necesito que trates de recordar algo.

—Había un hombre que dijo que se iba a llevar a Rachel, parecía que la conocía.

—¿De dónde?

—Rachel ha estado actuando raro últimamente. Antes de que ellos llegaran estábamos discutiendo sobre eso, ella dijo que no era nada, pero noté que mintió. Aunque desconozco el motivo.

—Sigamos viendo si las cámaras nos dicen algo —dijo Firox.

Seguimos observando las cámaras hasta que una llamó mi atención. Una cámara que mostraba un puente mientras los autos pasaban, pero lo peculiar de esta escena era que sobre el puente estaba el saco de color amarillo de Rachel.

—Ahí —señalé la cámara.

—Hackea el funcionamiento de la cámara para moverla, capaz encuentres algo más —dijo el ojiazul.

Firox no despegó sus ojos de la pantalla y luego de apretar unas teclas, pudo girar un poco la cámara, lo suficiente como para ver una camioneta con patente.

Sin pensarlo dos veces él busco el número de la patente en su computadora y cuando supo de quienes eran, sus ojos se abrieron sorprendidos.

—La camioneta pertenece a los hermanos de sangre, pero dudo que quieran a Rachel para su pandilla.

—¿Quiénes son?

—Cuando los secuestraron, creí que podrían haber sido ellos. Así que armé un expediente sobre ellos, sé sus miembros, su manera de vestir, sus armas, pero no sé el nombre de su jefe.

—Tenemos que ir al puente.

—Claro, ve a un puente a las doce de la noche para llegar y que te maten —soltó el pelinegro.

—No la mataran si vamos en tu auto -dijo Katar.

—Ustedes dos vayan en auto, yo iré en mi motocicleta, será más rápido.

—Hecho.

Salimos de la mansión y rápidamente me coloqué el casco y me subí a la motocicleta. Mientras nos dirigimos hacia el puente, mi mente se imaginaba a Rachel en los peores escenarios, creyendo que esos hombres podían hacerle cualquier cosa.

Mi corazón latía muy rápido y fuerte, mi mente no para de dar vueltas y el miedo y el pánico se están apoderando de mí, lentamente, consumiendo la poca cordura que me queda.

Por el retrovisor ví que el auto gris de Firox me seguía y aunque sé que Katar me dijo que no vaya sin ellos, no los puedo esperar. No cuando sé que le pueden hacer daño y puedo impedirlo.

Aceleré sin pensarlo y dirigí mi vista nuevamente al retrovisor y vi como me iba alejando de mis amigos, pero no me importa nada, más que rescatarla.

Supe que estábamos cerca cuando vi un cartel que decía que al llegar al puente debíamos bajar la velocidad, pero hice lo contrario, pues el miedo, la angustia y la espera me estaban consumiendo.

Vi el sacó e inmediatamente frené, me saqué el casco y lo tiré al suelo. Fui corriendo hacia donde estaba el saco de Rachel y lo tomé con mis manos. miré para todos lados, en busca de algo más, pero nada.

El puente está por arriba del agua, lo que quiere decir que nos alejamos mucho de la ciudad. Estamos a las afueras y no entiendo por qué la trajeron hasta aquí.

No hay señal alguna de la camioneta que vimos hace media hora.

Escuché el sonido de unas llantas rechinar y creí que eran los chicos, pero lo próximo que vi fue una camioneta de color negra y por detrás de ella salió el enmascarado con Rachel. Ella tenía sus manos atadas con una tela, impidiéndole moverse.

Quedé impactada por ver a mi novia con esa expresión en su rostro. Es una expresión que jamás vi, una de miedo, pena y arrepentimiento.

—Kate... —lágrimas caían de sus ojos.

El enmascarado dio unos pasos hacia mí, con su mano sosteniendo la nuca de Rachel.

—¡Suéltala!

Quiero correr hacia él y literalmente matarlo por todo lo que la está haciendo pasar, pero no puedo, él podría sacar un arma y simplemente dispararle.

—Te lo advertí —se acercaron al borde del puente.

—¡DÉJALA IR! —grité.

—¿No querías que la suelte? —tomó a Rachel de sus piernas y la lanzó al agua como si fuera un costal de papas.

Sin pensarlo, más bien por impulso, me lancé al agua de cabeza.

Hace meses también estaba en una situación similar, rescatando a Rachel, saltando para salvarla, saltando para que no se ahogue, pero esta vez es diferente y temo saber el motivo.

Ella salió a la superficie y al verla nadé lo más rápido que podía hacia ella y desaté el nudo que mantenía unidas sus muñecas.

Nadamos hacia tierra firme, pero al salir del agua helada, no había señal del enmascarado. Solo estábamos nosotras dos, o eso creí hasta que oímos un ruido.

El enmascarado salió de las sombras, como si se mezclara con ella.

Rachel estaba detrás mío, temblando y yo estaba apunto de saber que sucede cuando le rompes el cráneo a alguien con tus propias manos.

—Esa mirada de odio no deberías tenerla contra mí, sino contra ella —la señaló.

—¿Qué estás diciendo?

—Ahora Rachel es parte de algo mayor.

Giré mi cabeza para verla. Fruncí mi ceño y al ver que ella se encogió de hombros, su mirada estaba mirando el suelo y el hecho de que no decía nada. Confirmaba lo que el enmascarado decía.

—Dile o el trato se acaba ahora —ordenó.

—¿Decirme qué?

—Yo... Yo... —ella tartamudeó.

—Está conmigo, trabaja conmigo para ser parte de un plan mayor. Pero para saber si podía confiar en ella, tenía que probarla y hace unas semanas le dije que si no lo hacía, todo acabaría mal para ella y para ti.

Seguro fue cuando la noté extraña.

—¿Parte de algo mayor? ¿A que se refiere? —ella no contestó—. ¡CONTESTA, MALDICIÓN!

—No puedo decírtelo, Kate, pero tienes que saber que...

—¿Nos ibas a traicionar? ¿Así como lo hizo Erick? —pregunté mientras caminaba hacia ella.

Ella me miró y luego escuchamos el ruido de las llantas de la camioneta, giré para atrás y vi que él ya no estaba. Se mueve como un fantasma y eso es aterrador.

—Más te vale que me respondas, Rachel —dije conteniendo las lágrimas.

—Sí, lo iba a hacer —afirmó.

Al oír esas palabras sentí como algo dentro de mi murió, se rompió en pedazos que jamás podrán ser unidos de vuelta. Se rompió la poca cordura que tenía, la confianza y el amor que alguna vez tuve por ella, se desvaneció. Como si nunca hubiese existido.

—¿Alguna vez me amaste? Porque yo estoy dudando si te amo o no.

—Aunque no lo creas, yo te amo —me miró a los ojos.

Siempre dije que sus ojos me lo decían todo, pero ya ni en su mirada podía confiar, ella me mintió durante meses, me daño, jugó conmigo como si fuera un juguete y me mató.

La ira, el dolor y el rencor se apoderaron de mi y solo podía ver cómo todo este tiempo ella me usó, solo me engaño. Solo tenía su boleto para salir de esa isla que le hacía daño.

—¡TU HERMANA TENÍA RAZÓN, SOLO USAS A LAS PERSONAS, PARA HACERLAS SUFRIR!

—Kate, tienes que creerme, yo...

Ella intentó acercarse a mí, pero puse mi mano, indicando que no lo hiciera.

—¡NO QUIERO VOLVER A VERTE EN MI VIDA! —me acerqué a su rostro —. Quiero que te alejes de mí y de mis amigos, de lo contrario te mataré, así como tú me mataste.

Ella no dijo nada y yo solo me fui de allí, con la mente la mente confundida, con el corazón roto y con los sentimientos apoderándose de mi.

Mientras me dirigía hacia el puente vi como Katar estaba un poco lastimado y con sangre, al igual que Firox.

Cuando ambos me miraron pensando lo peor, que ella estaba muerta, pero lo que no sabían era que yo estaba muriendo, por un cuchillo que clavó en mi corazón, una chica a la que le había entregado mi corazón y ella decidió enterrar un objeto filoso.

Solo fui capaz de caer de rodillas al suelo y llorar, Katar vino hacia mí y me sostuvo con sus brazos. Mi respiración se empezó a acelerar y las lágrimas no tardaron en hacerse presentes.

—¿Qué sucedió para que estés en este estado?

—Mi corazón murió, Katar y la asesina fue Rachel —fue lo único que pude decir.

No sé en qué momento sucedió, pero llegamos a la mansión, no sé que fue de mi motocicleta, pero poco me importa.

El enmascarado ganó, me destruyó y todavía no sé nada de él.

Cuando entré a mi habitación encontré una carta sobre la cama.

"Esto recién comienza, Jones"

Arrugué la hoja con ira, y la tiré en alguna parte de mi habitación.

De camino a la mansión, Katar me contó que tuvieron que pelear con unos enmascarados o algo así, la verdad no le presté atención. Estaba demasiado metida recordando todo lo que viví con Rachel.

Cuanto más lo pienso, más me duele, y ahora me doy cuenta de lo idiota que fui al creer que aLguien como ella me quería.

—Kate —el ojiazul tocó la puerta.

No contesté, simplemente me eche en la cama a llorar y a abrazar la almohada. Tratando de que mi pecho no doliera, pero era inútil, solo podía sentir como el dolor se hacía más grande y el vacío que sentí por años, volvió.

Mientras lloraba sin parar, vi una foto de nosotras dos, felices y juntas. Me senté en la cama y tomé el marco de la foto que estaba sobre la mesita de noche y sin pensarlo lo lancé contra la pared con toda la ira que era capaz de sentir.

Los pedazos de vidrio se esparcieron por toda la habitación y Katar volvió a golpear la puerta, pero esta vez su tono de voz era de miedo y preocupación.

—Sé que estás dolida, sé que quieres romper todo lo que hay a tu alrededor y alejarte de todos, de mi, pero eso no será posible. Te seguiré a donde vayas, porque así funciona esto, tú estás para mi y yo para ti —dijo al otro lado de la puerta.

Lo pensé un poco y tenía razón. Tenía ganas de ir a mi departamento y romper, tirar y quemar todo lo que era de Rachel. Estoy tan enojada y tan destruida que sería capaz de cualquier cosa.

El dolor es un sentimiento muy fuerte, y al igual que la ira, puede hacer que hagas cosas de las cuales te arrepientas.

—Pasa —dije con un hilo de voz, pero él me escucho.

Escuché como la puerta se abrió y sentí que Katar estaba a mi lado cuando el colchón se hundió un poco. Yo no podía mirarlo, no quiero que vea el monstruo que soy, pero él más que nadie, me entiende.

Él pasó por una situación similar, en la cual se sintió traicionado cuando su hermano mató al amor de su vida, pero no sé cómo logró controlarse.

—Tranquila, pequeña —me abrazó y yo solo pude llorar.

Estuvimos unos minutos así y luego nos separamos. Me limpié las lágrimas, pero fue inutil, pues más lágrimas caían y caían sin detenimiento alguno.

Estábamos en silencio, solo se escuchaban a los grillos que se escondían en la noche y nuestras respiraciones.

—¿Qué sucedió?

—Rachel estaba con el enmascarado. Nos trató como idiotas y nos traicionó —dije mirando a la nada.

Él miró el suelo lleno de pedazos de vidrios y luego observó la foto en el suelo.

—No quiero ir al departamento.

—De todos modos no ibas a poder ir. Ellos saben donde vives y no dudes que tus vecinos irán con la policía. Joanna dijo que se encargaría de todo, pero probablemente te necesiten para que cuentes lo que sucedió.

—No tengo cabeza para eso.

—Lo sé, por eso le pedí que no hiciera nada y que lo atrasara lo más que pudiera.

—Dijiste que Kan estaba haciendo unos análisis de sangre o algo así ¿no?.

—Respecto a eso, los hombres que las atacaron, están muertos. Parece que el enmascarado pensó en todo.

Dirigí mi vista hacia el papel arrugado y Katar también lo observó. Me miró confundido y se levantó a tomar el papel. Abrió el papel y leyó lo que decía.

—Estoy marcada, Katar. Creo que la felicidad no forma parte de mi vida —volvió a sentarse a mi lado.

—¿Crees que lo que sucedió esa noche y lo que sucedió hace unas horas, sea casualidad?

—No lo sé, solo quiero dejar de sufrir —pasó su brazo por detrás de mis hombros y me abrazó.

Cuando le entregas tu corazón a alguien, esperas que lo cuide porque es tan frágil como una flor, pero letal como una bomba. Esperas que lo cuide porque crees que esa persona te ama, incluso con tus defectos, pero no siempre es así.

Y ahora estoy luchando internamente para no volver a ser la misma niña asustada de antes. No quiero ser esa niña que vivía desconfiando de todo y de todos, pero tal vez esa sea mi naturaleza, tal vez sea la naturaleza de los asesinos.

Ahora entiendo porque existen esas reglas y ahora entiendo porque papá nunca quiso a mamá, pero ella sí lo quiso a él, porque papá sabía que mamá podría traicionarlo y ponernos en riesgo, así como lo hizo Rachel.

Ella nos vendió al enemigo, por ende está de su lado y por lo tanto ahora es nuestra enemiga.

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