Capítulo diecinueve: Los problemas siguen
Lo que sucedió luego de esa noche en el puente, fue lo siguiente: Joanna no pudo evitar que la policía registraran todo mi departamento. Al hacerlo y hacer algunas pruebas de ADN llegaron a la conclusión de que yo no estaba sola, estaba con Rachel y querían interrogarla, al igual que a mis amigos.
La comisionada Ana Smith quería estar al cargo de este caso. Nos interrogó a todos, pero habíamos acordado algo: No decirle a nadie sobre el enmascarado o sobre que existía una isla llena de asesinos como Rachel.
Podría odiarla por lo que me hizo, pero lo que sea de su vida de ahora en adelante, no me importaría en lo más mínimo.
Prometiste no mentir.
Nadie te preguntó nada.
Cada uno dijo su versión, pero digamos que la comisionada ya conocía a los demás. Ella había sido quien se encargó del caso de Katar hace unos meses y el hecho de que luego sucedió esto, lo hacía verse como el principal sospechoso, pero nosotros sabíamos que no es así.
—Tú y tus amigos fueron vistos en un puente, a las afueras de la ciudad. Háblame sobre eso —ordenó.
—Fuimos allí a buscar algo que nos ayudara con el ataque. Solo encontramos una prenda de mi ex, creímos que la mantenían secuestrada, pero no fue así. Nos emboscaron y tuvimos que pelear —contesté.
—¿Fue divertido jugar a ser policía? —dijo irónicamente.
—Teniendo en cuenta que sabemos más de ellos siendo solo un par de personas y ustedes siendo un edificio entero, sí, fue divertido —ella frunció el ceño.
—¿Dónde está tu ex? ¿Por qué no vino a declarar?
—No lo sé. Nosotras rompimos ese mismo día y no supe más de ella.
La comisionada no lo sabía, pero me dolía mucho relatar lo que sucedió esa noche. No por el enmascarado, sino por la traición que dejó una cicatriz en mi corazón.
—Hace días que intentamos localizarla, pero no lo logramos. Seguiremos con la búsqueda, pero si ella no aparece, se cancelará y ni tú, ni tus amigos podrán intervenir. ¿Entendido? —dijo con superioridad.
—Como el agua.
Me levanté de la silla y me dirigí hacia la puerta de la sala de interrogación. La abrí y salí del edificio y me dirigí a Katar, que me estaba esperando afuera del lugar.
* * *
Desde que rompí con Rachel, estuve triste y sin ganas de nada. Solo salía de la mansión para ir a la comisaría, pero solo para eso. Pasaba los días en mi cama y Katar me traía la comida, pero era en vano.
Ya no tenía ganas de nada. El dolor por la traición de quien más amaba, me estaba consumiendo y era un agujero en el cual estaba cayendo de a poco y aunque recibiera ayuda, no servía mucho.
Estaba en mi habitación, tomé mi billetera y saque las dos fotos que tenía con Rachel cuando fuimos al cine. Las coloqué en la palma de mi mano y cerré el puño con fuerza mientras una lágrima corría por mi mejilla.
Te odio tanto...
Pensé en tirarlas al inodoro y que el agua las destruyera por completo, pero el sonido de alguien tocando la puerta me impidió hacerlo.
Rápidamente me limpié las lágrimas y puse las fotos arrugadas adentro del cajón de la mesita de noche.
—Pasa —la puerta se abrió.
Vanlo se asomó por la puerta y me dio una mirada y sonrisa cálida. Al pasar cerró la puerta y pude notar que en sus manos se encontraba un cómic de Batman.
—¿No tienes hambre? Firefox compró comida china —me animó.
—No, solo quiero estar sola.
—Eso has dicho en las últimas dos semanas. No puedes seguir así.
—Creí que solo habían pasado un par de días.
—Días que se convirtieron en semanas —no dije nada—. Como sea, cuando Joanna está triste suelo leerle un comic o algo así, creí que eso podría ayudarte, pero no estoy seguro de eso —dijo apenado.
Yo y todos menos Firefox sabíamos la verdad. A Joanna no le gustaban los héroes y villanos, pero le gustaba ver como Vanlo le hablaba de ellos con pasión. Así que las veces que él le lee, no es porque le guste, sino porque le gusta verlo a él.
—Aprecio el gesto, Vanlo, pero creo que necesito dormir un poco.
Me acomodé en la cama y me acosté de costado, dejando en claro que quería estar sola.
—Claro, buenas noches, Kate —se levantó y se dirigió hacia la puerta.
—Buenas noches.
Cerré los ojos, haciéndome la dormida, pero al no oír el ruido de la puerta cerrarse, los volví a abrir.
—Para tu desgracia no serán buenas noches —dijo Katar apoyado en el umbral de la puerta.
—¿Qué quieres? Ya te dije que quiero estar sola.
—Sí y aunque esa charla no terminó muy bien, hablaremos de esto porque esas palabras te están matando por dentro.
No puedo entender como no se enojó por la pelea.
Él entró a mi habitación, cerró la puerta y se cruzó de brazos, esperando a que diga algo.
—¿Qué esperas que te diga? Ya te lo dije, quiero estar sola y no estás ayudando.
—Kate, ya pasamos por esta etapa de rebeldía. ¿Quieres volver a eso? Bien, pero me dirás que te ocurre ahora mismo, porque no me gusta verte tan decaída como cuando te conocí —suspiré.
Odio cuando tiene razón.
—Me siento como en aquella noche, vacía y sola. Despojada de todo aquello que amaba y ahora estoy sola. Sé que te tengo a ti, pero también tienes tus problemas y con la comisionada vigilándote, todo es peor.
—Jamás voy a dejarte, Kate. Eres mi mejor amiga y creíste en mi cuando nadie más lo hizo, no voy a abandonarte y con respecto a la comisionada, no te preocupes.
Me senté en la cama y él se sentó a mi lado.
—Duele tanto, Katar —empecé a llorar—. Duele tanto saber que toda mi vida quise ser fuerte por Shera, por mi y solo quería tener una vida normal y en cuanto bajé la guardia, me apuñalaron en el corazón.
—Sé que te duele, pero me tienes a mi para hablar.
—Lo sé... Solo quiero saber por que las cosas tuvieron que ser así. Quiero saber cual es ese plan tan grande que el enmascarado tiene para mi.
—No importa cual sea el plan, estaremos para ti —hizo una pausa—. Cambiando de tema, Joanna vendrá mañana y tendrán una salida de chicas —lo miré extrañada.
—¿Por qué no me lo dijo?
—Te mando varios mensajes, pero no le has contestado.
—Ah... —fue lo único que pude decir.
Me puse a pensar y recordé que una vez Rachel me dijo que ella me conocía desde antes de ir a la isla. Nunca le tomé importancia porque sé que Tatiana podría haberla mandado a seguirme, pero la duda todavía existe.
En parte tengo culpa por dejar sola a Rachel, cuando en realidad no tiene a nadie y si vuelve a esa isla del infierno, sufrirá los peores horrores, pero por otro lado, estoy tan furiosa y herida por su culpa, que la quiero lo más lejos de mi.
—¿En qué piensas, pequeña?
—En nada, solo quiero dormir —mentí, solo quería llorar.
—De acuerdo —dijo no muy convencido—. Sabes donde queda mi habitación, así que si necesitas algo, no dudes en tocar la puerta. No importa si son las tres de la mañana, yo estaré para ti.
Él se levantó de la cama y antes de que pudiera irse de mi habitación, me levanté de la cama y fui a abrazarlo. Él me cubrió con sus brazos y me acarició la cabeza con cariño.
—Buenas noches, pequeña.
—Buenas noches, Katar —nos separamos del abrazo y él se fue.
Luego volví a mi cama y me puse a llorar por todo, por el pasado con Shera, por el pasado con Rachel, por el presente y por lo que me esperaba en el futuro.
Al día siguiente un rayo de sol me despertó y cuando miré la hora me di cuenta que eran las once de la mañana.
Bufé y antes de que pudiera levantarme, la puerta de mi habitación se abrió, dejando ver a Joanna con una bolsa de mi hamburguesería favorita.
—Solo te la doy si prometes salir de ese agujero en el que estás.
—¿Y cómo sé si puedo salir? Estoy marcada.
—Firox se comió tu helado —la miré enojada.
Automáticamente me levanté de mi cama y bajé rápido las escaleras para ir a reclamarle.
¿Qué rayos se cree que es para comer mi helado? Lo mataré.
Al llegar a la sala vi que solo estaba el peliblanco, leyendo un libro.
—Está entrenando con Vanlo —dijo sin quitar sus vista de su libro.
—Gracias —me dirigí a la sala de entrenamiento.
Seguí caminando por el pasillo hasta que llegué a una puerta de color marrón y la abrí, viendo como mis dos amigos estaban entrenando. Firox levantando pesas y Vanlo haciendo flexión de brazos.
—¡TÚ! —ambos me miraron.
—¿A quién le hablas? —preguntó el pelinegro.
—¿Cómo pudiste comerte mi helado? Sabes que no me gusta que hagan eso —me crucé de brazos.
—Yo no fui —se hizo el inocente.
—Claro que fuiste tú, Joanna me lo dijo —Vanlo se levantó y se empezó a reír.
Ambos se miraron entre sí y Firox hizo una sonrisa victoriosa.
—¿Les parece gracioso?
—Sí —dijeron varias voces a la vez.
Al darme la vuelta vi que Katar, Joanna y Kan estaban en la misma habitación que nosotros y luego entendí que todo fue un plan para sacarme de mi habitación.
Que astutos.
—Les dije que funcionaria —dijo el ojiazul.
Joanna no dijo nada, solo aprovechó la vista que Vanlo le ofrecía al estar sin camisa.
Dios, esta chica no disimula.
En las manos de Katar se encontraba la bolsa de hamburguesas y rápidamente se la arrebate de las manos, le quité el papel a la hamburguesa y empecé a comerla.
—Ahora que todo funcionó, Kate y yo iremos a dar un paseo de chicas —me tomó del brazo y me arrastró por toda la habitación.
Luego de llegar a mi habitación, darme un baño y ponerme ropa para salir, me sentía un poco mejor. Esa estrategia que mis amigos emplearon me hizo olvidar el mal rato que estaba pasando y como siempre, me hicieron ver que la vida no es una mierda como a veces aparenta.
—Gracias por ayudarme, salir me hizo bien —ella me sonrió.
—Agradécele a Katar, él tuvo la idea.
—No sé porque me sigue queriendo, a pesar de la pelea del otro día.
—De eso se trata la verdadera amistad, de pelearse, de reírse, de llorar, de ser felices juntos, en las buenas y en las malas. Eres su mejor amiga y te quiere ver feliz.
Ella me contó lo aliviada y lo feliz que estaba por haber hablado con Vanlo y que arreglaron las cosas, pero eso no era todo. Durante la plática que tuvieron, las cosas se subieron de tono y pasaron la noche juntos.
Y eso explica porque Joanna se comía a Vanlo con la mirada.
Luego de caminar por un rato, llegamos a un bar que estaba en la esquina y le dije a Joanna que teníamos que entrar, para hablar con más tranquilidad.
Nos sentamos en la barra y ella pidió unos tragos. El bartender nos preparó los tragos y le guiñó un ojo a Joanna.
—Tengo novio —ambos nos sorprendimos.
—¿Y te da lo que mereces? —dijo con doble sentido.
Apenas es mediodía y ya vamos a tener problemas.
—Me da lo que ningún hombre me podría dar, amor puro y sincero —él no dijo nada.
—Mejor vámonos a una de las mesas libres —le di una mirada amenazante al hombre y este se estremeció.
Nos dirigimos hacia una de las mesas del fondo y ella me contó con detalle, lo que sucedió entre ella y Vanlo. Y aunque yo no quería saber esa información, la dejé seguir hablando porque la veía muy feliz y enamorada.
—Así que ya son novios, ya pasaron una noche juntos y ahora falta que lo hagan oficial.
—No sé cómo reaccione Firox.
—Que reaccione como quiera. Es tu vida y no la de él.
—Es el mejor amigo de Vanlo y no quiero romper eso —dijo cabizbaja.
—No romperás nada. Firox tiene muchos defectos, pero a pesar de la infancia que tuvieron, él siempre quiso a un hombre que te quiera y te valore de verdad. Y dudo que ese hombre no sea Vanlo.
—Tal vez un día encuentres a alguien como Vanlo.
Creía haber encontrado a la persona perfecta para mi, pero la vida me jugó una mala pasada.
—No te ofendas, pero no quiero a alguien igual que Vanlo —dije tomando un sorbo de la bebida.
—Me refería a que alguien te quiera como él me quiere a mi.
Seguimos hablando y perdimos la noción del tiempo y así pasaron tres horas y cuando ya estábamos por irnos, la mirada de Joanna se centró en una rubia que no paraba de mirarnos.
—Desde que llegamos esa chica no te quita la mirada de encima —susurró.
—Da igual, no quiero nada con nadie.
Sé que puede sonar contradictorio, pero no importa cuán enojada esté con Rachel, todavía la amo y no estoy segura si algún día la superaré.
Los únicos ojos que quieren que me miren con deseo y con amor son los de Rachel, quiero volver a sentir su piel con la mía, sus abrazos, sus mimos y sus besos. Pero eso jamás sucederá, porque todo fue una farsa.
Y no sé qué me duele más, si saber que todo fue una farsa, saber que siempre trabajó con el enmascarado o que hayamos terminado.
Salí de mi trance cuando una mano se posó en mi hombro y al girarme observé a la rubia que no paraba de mirarme.
—Bueno, iré a pagar la bebida —ella se levantó.
Luego de esto, la mataré.
—Una chica bella como tú no debería estar triste —se sentó en frente mío.
—Tal vez no, pero no tengo muchos ánimos —dije con la mirada en el vaso, pero en realidad no lo estaba mirando.
—No me digas, tu ex te terminó —una sonrisa se formó en sus labios.
—Yo la terminé a ella, por eso mi amiga me trajo aquí, para distraerme —sus ojos se dirigieron hacia mi mano que estaba sobre la mesa.
—Tal vez yo pueda ayudarte —apoyó su mano sobre la mía y la empezó a acariciar.
Sonreí, pero no por ella, sino porque me imaginaba como estaría Rachel de celosa y cuando se ponía celosa, se veía muy tierna.
Pero ella ya no está, tenemos que seguir.
—No y por favor no insistas —me levanté de la mesa y fui hacia donde estaba Joanna.
—Solo vámonos.
Ella me miró sin entender nada, pero no me importa si una modelo multimillonaria esta interesada en mi, solo quiero a Rachel, pero por el bien de mi familia y el mio, fue mejor que todo acabara así.
Pero no por eso voy a acostarme con cualquier chica que me mire, no soy ese tipo de persona.
Salimos del bar y al querer hablarle a Joanna, no la vi. Volví a entrar al bar y vi que la rubia le estaba dando un papel a Joanna y ambas me miraron.
Nuevamente salí del bar y esperé a que ella saliera. Cuando salió no dijo nada, solo sonrió y me dio el papel que la rubia le había dado anteriormente.
Lo tomé y vi que en el papel estaba escrito su número de teléfono.
—No puedo, no soy esa clase de persona —le aclaré.
—Solo píensalo —insistió.
—No tengo nada que pensar —tiré el papel en un tacho de basura que había.
Empezamos a caminar y sin poder evitarlo, la historia que tuve con Rachel pasó por mi mente y todavía seguía sin entender porque todo tuvo que ser así.
Entre los recuerdos intenté ver qué hice mal, pero fue en vano. Fui paciente con ella, le di amor, la liberé de su prisión en forma de isla y le di una nueva familia, pero tal vez no fue suficiente.
Tal vez era la naturalidad de una asesina, tal vez era normal y predecible este fin.
Salí de mis pensamientos cuando mi celular empezó a sonar y ví que era un número desconocido.
Me frené, creyendo que podría ser el enmascarado. Joanna me miró y observó que en mi celular decía que era un número desconocido.
Sin pensarlo atendí la llamada.
—¿Kate Allen? —dijo una voz familiar.
—¿Quíen habla?
—Soy la detective Smith.
Que susto.
—¿Qué se le ofrece? —suspiré y me tranquilice.
—Los señores, White, Snow, Waker y Blane están presos. Necesito que venga a la estación de policía ya mismo.
—¡¿Qué?! ¿Cómo que presos?
Joanna abrió los ojos, sorprendida, al igual que yo.
—¿Puede venir o no?
—Sí —colgó.
Justo vi pasar un taxi por la calle y lo paré para que pudiera llevarme hasta la estación de policía en lo que Joanna iba a la mansión y tomaba en auto de Firox, para cuando ellos salieran de prisión, llevarlos de vuelta a casa.
En veinte minutos llegué a la estación y en cuanto entré un chico me recibió y yo le pedí hablar con la señorita Ana Smith.
De casualidad la encontramos en el pasillo y ella me miró de arriba a abajo, analizándome.
Dios, no puedo creer que apenas salimos de un problema y ya estamos metidos en otro.
—Imagino que viene por sus amigos —habló con ese aire de superioridad.
—Imagina bien —le dije con firmeza.
—Sígame, señorita Allen.
Ella estaba vestida con una camisa de color bordó, con el primer botón desabrochado, dejando un pequeño escote a la vista, un jean y unos borcegos de color negro.
Y por supuesto, tiene un arma en su cinturón de policía.
Me llevó hasta una puerta de color avellana y le pidió a un oficial el acceso a las celdas. El oficial nos dejó pasar y me llevó hasta la celda en donde estaban los muchachos.
Kan estaba contra la pared, suspirando, mientras que Vanlo estaba nervioso y lo noté porque su pierna subía y bajaba levemente. Firox y Katar estaban sentados, y podía notar preocupación en la cara de mi mejor amigo.
—Katar, explícame que significa todo esto.
Él levantó la vista y se levantó para caminar hasta las barras de la celda que nos separaban.
—Gracias por llamarla —dijo el pelinegro.
—Solo lo hice por ti, no por el asesino —dijo mirando a Katar.
Ah, no. A él no le vas a decir asesino.
—¿Quién te crees para hablarle así?
—Soy quien tuvo el honor de arrestar a tu amigo cuando fue el primer sospechoso de la muerte de su hermano.
—Pero se comprobó que él es inocente.
—No eres nadie para dictar esa sentencia, si yo quisiera podría poner una orden de arresto contra el señor Snow.
Esta mujer me irrita mucho, ¿quíen se cree que es?
—Y tendría que hablarlo con la abogada Joanna Blane, ¿no le parece? Ella nunca pierde un caso, por el mínimo que sea —la confronté.
—Déjalo, Kate. Eso es pasado —insistió Katar.
No quería dejarlo, no quería que lo siguieran tratando de un asesino, cuando en realidad no es así.
Pero si algo aprendí de él, es a escucharlo, ya que siempre elige la opción pacífica y no estoy en condiciones de pelear, no con mis amigos dentro de una celda.
—¿Ana, puedes sacarnos de aquí? —preguntó Firox.
—Tengo que hablarlo con mi superior o tendrán que pagar una fianza.
Ella se fue del pasillo para hablar con su superior y yo me quedé con los chicos.
—¿Por qué los arrestaron?
—Porque cuando la policía nos atrapó, teníamos drogas.
—¡¿Acaso están locos?! —pregunté retóricamente.
—Intentamos atrapar al enmascarado uniéndonos a su maldita pandilla o su estúpido grupo —dijo el peliblanco mientras se acercaba a las barras de la celda.
—De esta manera no.
—¿Y de cual? Porque hasta ahora no se te ocurre nada —dijo furioso.
—Estas cosas no se hacen por impulso, Kan.
Firox se levantó y apoyó su mano sobre el hombro de Kan, intentando calmarlo.
—Tal vez esto sea bueno.
—¿Estás drogado? —preguntó Vanlo mientras se pasaba las manos por el rostro, con frustración.
—No, solo digo que si empiezas a llevarte mejor con Ana, podrá ayudarnos con el enmascarado.
—No, no confío en los policías.
—En ese sentido me veo obligado a darle la razón a Firox. Si nosotros fuimos capaces de estar en la cárcel por ti, creo que tú podrías trabajar con ella en un caso aparte —dijo Katar.
—Lo pensaré.
Ana volvió y miró mal a Katar. En mi mente me repetía una y otra vez que tenía que contenerme, por mis amigos, por mi familia.
—Hablé con mi superior y dijo que pueden salir, si pagan una fianza por cada uno de ustedes.
—Nosotros no tenemos tanto dinero —dijo Vanlo.
—No se preocupen por eso, Joanna y yo veremos la forma de pagar la fianza lo antes posible.
—Puedes sacar el dinero que tengo en mi cuenta del banco para sacarnos de aquí —dijo el chico de cabello marrón.
—No, Vanlo. Yo me encargaré —miré a la comisionada—. Para el final del día tendrá todo el dinero.
—Entonces al final del día tus amigos serán libres.
Salí de la estación de policía y llamé a Joanna para explicarle todo lo que sabía respecto al arresto de los chicos. Ella me dijo que podría pagar la fianza de Firox y Vanlo mientras que yo podría pagar la fianza de Kan y Katar.
Ambas nos pusimos de acuerdo y yo le di permiso a ella para que sacara gran parte del dinero que tenía en mi cuenta bancaria.
La verdad es que no era millonaria o algo por el estilo, pero luego de que Katar me encontró, "robé" dinero de mis padres. En ese entonces solo lo tomé para sobrevivir, pero siempre lo reservé para una ocasión como esta.
Llegó la noche y la luz de la luna iluminaba todo a mi alrededor y junto a las luces de las aceras, todo se veía hermoso.
Por un lado estaba un poco enojada con los chicos por hacer algo tan imprudente, pero por el otro lado, no podía evitar sonreír al saber que ellos serían capaces de todo por mi.
Así que pensé en lo que Katar me dijo y como siempre, tenía razón. Yo tenía que poner mi esfuerzo así como ellos pusieron el suyo.
Joanna me llamó diciendo que ya estaba todo listo y que ella se encargaría de hablar con Ana y darle el dinero personalmente.
No puedo creer que vaya a aceptar trabajar con esa mujer.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top