Capítulo cuarenta: Verdad revelada

El rubio tomó el látigo que había traído del exterior, cerré los ojos y sin muchas fuerzas, me arrodillé en el frío suelo. Solté un gemido de dolor, tenía algunos moretones de color morado y verde. Luego de que me comentó sobre aquella sorpresa, quiso ver que tan fuerte era y desde ayer ha estado dándome latigazos, sin dejar que mis heridas cicatricen.

—¿Podrías gritar para mi placer? —preguntó burlonamente.

¿Qué sentido tenía hacerle caso? Si no lo hacía, me castigaría, me golpearía hasta que se aburriera y me acercaría a mi muerte. Para pronto morir e ir al lado de mi novia.

Oí el sonido de sus botas hacer eco en toda la habitación, de repente me tomó del cabello y tiró mi cabeza hacia atrás. Se acercó a mi oído y sonrió ampliamente.

—No irás con tu amada, como es tu deseo. Te mantendré con vida hasta el fin de mis días y si me fastidias... bueno, creo que Kaden podría encontrarse con su hermana en el infierno —me soltó bruscamente.

—Haz... lo que quieras... Ya nada importa —río y a continuación sentí como su bota aplastaba mi espalda, haciendo que cayera al suelo.

Por acto de reflejo mis palmas tocaron el suelo antes de que mi cuerpo se destruyera. Cerré los ojos con fuerza debido al dolor que provocaban mis heridas. Luego sentí como el látigo tocó mi piel, abriendo una nueva herida. Sentí como la sangre se escurría de mi espalda, cual cascada.

Solté un leve quejido, casi inaudible.

—Tal vez así aprendas que nadie puede traicionarme —el látigo volvió a dañarme—. ¡Así aprenderás que no eres nadie! —otro latigazo—. ¡Solo una niña indefensa que solo llora por la muerte de sus familiares! —otro y otro y otro, hasta que las heridas dejaron de doler.

Levanté un poco la mirada y frente a mi estaba la pared de color gris, despedasándose poco a poco, debido a la humedad que había aquí abajo. ¿Quién diría que una pared y yo tendríamos tanto en común?

De pronto ella estaba ahí.

—Aguanta, mi amor, ya falta poco —sonrió angelicalmente.

¿Rachel?

Oliver siguió con los latigazos, pero mi mente estaba concentrada en ella. No quería que me dejara aquí, necesitaba irme con ella y estar en sus brazos.

No me dejes...

—Creo que fue suficiente por hoy —comentó—. Me gustaría seguir jugando, pero necesito preparar las sorpresas que te esperan —mi corazón empezó a acelerar lentamente.

Cerré los ojos tratando de concentrarme en los latidos de mi corazón, porque sabía que mi hora había llegado. Mi cuerpo no aguantaba más heridas, no aguantaba más la pérdida de sangre y sobre todo, mi corazón ya no aguantaba vivir sin Rachel.

El pecho comenzó a dolerme, me llevé mi mano a él por un acto de reflejo, pero era evidente que no podía hacer nada.

De pronto oí que Oliver lanzó el látigo al suelo y consigo trajo un vaso de agua. Con su mano tomó mi cuero cabelludo y enderezó mi cabeza, abrí los ojos y él acercó el vaso de vidrio a mis labios. Estos temblaron del frío que tenía el cual llevaba acumulando desde hacía días.

—¡Bebe! —ordenó.

Parpadeé dos veces y Rachel seguía allí. Se agachó a mi altura y asintió con la cabeza, indicando que debía beber el agua. No estaba segura si de hacerlo, porque era claro que Rachel estaba muerta, ¿Entonces cómo podía verla?

Estaba alucinando debido a la falta de agua y de comida, era la única explicación.

Sin más, decidí hacerle caso a Rachel, ya que ella siempre había estado a mi lado y nunca deseó mi mal. Oliver inclinó el vaso un poco y el agua empezó a correr por mi garganta seca.

Él siguió inclinando el vaso, hasta que de a poco me bebí todo el agua. Mi corazón seguía palpitando fuertemente, pero ahora estaba más tranquilo, con un poco más de energías, pero no las suficientes como para sobrevivir.

—Al fin tomaste conciencia. Eso es bueno, de lo contrario te hubiera inyectado lo que sea necesario para que pudieras comer —fruncí el ceño un poco confundida.

Oliver tenía muchas habilidades, pero salvar vidas no era una de ellas, así que era imposible que él me inyectara algo. Antes trabajaba con Ana y ella lo ayudaba, ¿pero ahora quién era el desquiciado que lo ayudaba?

—¿Cómo?

—No eres la única que puede manipular a las personas.

—¿A qué te refieres?

—¿Todavía no te has dado cuenta, Kate? Yo aquí no soy el malo, tú estás creyendo una mentira. Tú y yo somos iguales, asesinos desde la cuna.

Igual que ella...

—Rachel también lo era.

—Pero ella jamás se ocultó, nunca se escondió. Así como yo, Kate. Tú también eres despiadada y cruel —negué con la cabeza—. ¿A no? Entonces déjame recordártelo, porque parece que has olvidado quién eres en realidad.

—No tengo nada que recordar —objeté.

—Cuando mataste a Ronnie no sentiste nada, ¿verdad? Cuando mataste al enemigo de la isla para salvar a Rachel, no sentiste nada. Cuando asesinaste a Ana, tampoco lo sentiste, piensa por qué nunca sentiste remordimiento.

—Ellos tenían que morir, de lo contrario iban a seguir lastimando a los que amaba.

—¿Lo ves? Eres una asesina confesa, no le tienes miedo a nada ni a nadie.

La perdí y eso me aterra.

¿Oliver tenía razón? ¿Soy una asesina confesa? No era secreto que jamás sentí pena por las personas que asesiné en el último tiempo, pero tampoco me daba placer. Se trataba de vida o muerte.

Tatiana hubiera lastimado a Rachel si yo no hubiera matado a ese hombre, Ronnie se habría casado con Rachel y la hubiera maltratado si no lo asesinaba. Y Ana, ella nos hubiera seguido mintiendo a todos, poniéndonos en peligro sin importar qué.

—¿Y qué si no sentí remordimiento? Ellos no valían nada y mi familia lo valía todo.

—¿Entonces me quieres?

—Eres un enfermo si crees que caeré en tu juego engañoso, Oliver. Soy una asesina, pero mis asesinatos no se deben al placer —soltó una carcajada sonora—, se debe a la protección de mi familia.

—¿Qué familia? ¿La qué te abandonó? Porqué no dudes que si sales viva de aquí, Joanna hará todo lo posible para que no veas la luz del día. Aunque humildemente ese es mi trabajo.

No podía contradecirlo, él tenía razón. Mi familia ya no existía, porque Oliver nos dividió y cuando Kaden sepa sobre la muerte de... Lo destrozará y la verdad no tengo idea si así como en el amor, también sufren el luto de una manera especial. Kan no aguantaría ver tan devastado a Kaden y Katar... él no tiene que sufrir por mi, me habrá salvado la vida, pero mi muerte solo se prolongó unos años.

Joanna está tan dolida, que es capaz de todo para vengarse por Firox.

—No tienes a nadie Kate y el ejército de la isla no haría nada sin su reina, mucho menos por una cualquiera que ni siquiera es parte de la isla —apoyó las palmas de sus manos en sus muslos y se levantó.

Se acercó a la mesa de metal y dejó el vaso sobre ella. Luego él se acercó a mí de nuevo, solo que esta vez en sus manos estaba el plato de comida. Solo era un gran pedazo de pollo, con algunas sobras de una ensalada.

Observé el plato y levanté la mirada. Ella asentía con la cabeza, quería que comiera la comida, pero me era difícil confiar en que Oliver no le había colocado veneno.

No tengas miedo, amor —dijo con su voz angelical.

—Mejor come, dentro de poco podremos platicar más y luego entenderás todo, hermanita —él dejó el plato en el suelo frío y caminó hasta la puerta.

Tomó el extenso picaporte frío, la abrió y al irse dejó la luz encendida.

El suelo seguía manchado de sangre, mi corazón seguía latiendo más fuerte de lo normal, pero mis ojos no se movían, estaban incrustados en ella.

—¿Eres real o solo un producto de mi imaginación?

Soy lo que tengo que ser, Kate.

—¿Estoy alucinando?

¿Por qué no comes? Tienes que estar fuerte para la sorpresa de Oliver —dijo sin prestar atención a mi pregunta.

—¿Qué sentido tiene? No estás viva... ni debería hablar contigo.

¿Entonces prefieres quedarte callada? Siempre nos contamos todo, Kate.

—Eso fue antes de que... —cerré los ojos con fuerza y me convencí mentalmente que no debía decirlo.

Si lo hacía, podría ser más real y aunque muy en lo profundo lo supiera, quería vivir con la ilusión de que ella podría cruzar esa puerta y me salvaría de este infierno. ¿Pero qué tan probable era que una muerta lo hiciera?

¿Recuerdas cuando te odiaba? —asentí—. No era odio, era amor. Siempre te quise, Kate, desde la primera vez que te vi —fruncí el ceño.

—¿Qué quieres decir?

A veces las cosas no son lo que parecen y por peor que parezca una situación, siempre puede empeorar —hizo una pausa y sonrió—. Ahora come, te aseguro que no está envenenado.

—¿Cómo lo...? Claro, eres un producto de mi mente —me senté en el suelo y al hacerlo solté un quejido de dolor.

¿A veces las cosas no son lo que parecen? Definitivamente mi mente me estaba jugando una broma de muy mal gusto. Nada podría ser peor, había perdido al gran amor de mi vida, luego de todos los obstáculos que tuvimos que atravesar.

¿Era necesario todo esto? ¿Era necesaria la venganza de Oliver? Sería más fácil si él me matara de una vez por todas, al menos mi sufrimiento no sería prolongado. Aunque es eso lo que él siempre quiso.

Oliver destruyó todo lo que había construido, tardó años en prepararse para su gran momento y todo se fue por la borda cuando Rachel y yo nos enamoramos, ¿pero a qué precio? Ahora ella estaba en la otra vida y no sé cuándo la volveré a ver.

Volví a observar el plato y lo hice a un lado, si quería verla, tendría que no comer y no beber nada.

Te dije que comieras, no está envenenado.

—No quiero comida, quiero estar de vuelta en tus brazos. Aunque sea en la otra vida, no me importa —mis ojos estaban acuosos, a punto de dejar que las lágrimas brotaran e humedecieran mi piel descuidada.

¿Por qué? Todavía tienes mucho por lo qué vivir.

¿Qué? Esto no tenía el menor sentido.

A veces creemos que somos alguien y no nos damos cuenta de que nuestro verdadero ser se libera con nuestro verdadero amor —se cruzó de brazos—. No te rindas, Kate. Siempre habrá una luz en medio de tanta oscuridad.

—¡Tú eres mi luz! ¡¿Qué se supone que haga?! ¡¿Cómo se supone que viva sin ti?! —no aguanté más y las lágrimas comenzaron a brotar. Una gota cayó en una parte de mi muslo descubierto y la piel se me erizó.

De la misma manera en la que sobreviviste antes de conocerme. Cumpliendo tu promesa.

La alucinación de Rachel era tan serena, era como si su alma estuviera en un lugar pacífico, en donde no había miedo, oscuridad y terror. Todo lo contrario a la vida.

—Ya no tiene sentido alguno cumplirla.

¿No quieres venganza?

—¿Qué? —pregunté confundida.

Rachel nunca querría que yo me vengara sin un plan confiable, esta no era ella, era una alucinación, lastimosamente.

Véngate por todo lo que te hizo ese infeliz. Véngate por Shera, por la Señora Nora, por Firox, por mi y por todo el engaño y sufrimiento que aún causa en ti. Solo así, podrás vivir en paz.

—¿Si yo me vengo... te volvería a ver? —asintió.

Todo de nuevo, Kate. Solo así podremos estar juntas...

                                       * * *

Tal vez era solo una alucinación, estaba claro, ¿pero y si tenía razón? Oliver nunca me dejaría morir, por eso la única manera de hacerlo, era enfrentándolo. Él perdería el control y se vería obligado a asesinarme rápidamente.

Para lograr eso, necesitaba estar bien alimentada e hidratada. Así que había comido todo lo que Oliver me había dejado durante un tiempo, si no es que pasaron días, lo cual es lo más probable.

Hablando del diablo, él entró por la puerta, con su cabello bien peinado, su sonrisa demoníaca y esos ojos celestes que irradiaban placer en el sufrimiento humano.

Se acercó a mí y se sacó sus guantes.

—¿Sabes? Debo agradecerte, Kate —fruncí mi ceño y entre cerré mis ojos un poco confundida.

—¿Agradecerme por qué? ¿Por ser tu juguete?

—No, claro que no, hermana —respondió con inocencia—. Esa noche, en el incendio, pude sentir como el calor era parte de mi, como cada partícula de fuego me quemaba y oír el grito de mamá y papá no tuvo precio. No quería que murieran, pero nuestra madre era débil, como tú. En cambio nuestro padre nunca pudo dominarte, pero yo lo tenía todo para ser mejor que tú.

¿Podría ser que Oliver extrañara algo del pasado? ¿Solo era un hombre de destrucción masiva?

—¿Dijiste qué el fuego te quemó? No tienes ninguna herida.

—Porque no las ves —sus manos que estaban al costado de su cintura, se dirigieron hacia el borde de su polera de color negro.

La levantó lentamente, dejándome observar las heridas que tenía en su dorso. Su piel era blanca como la mía y sus heridas eran rosadas, al igual que las líneas que se extendían por su espalda.

Se quitó la polera completamente y la dejó sobre la mesa de metal, lentamente giró sobre su eje, para mostrarme lo que el fuego le había hecho aquella noche.

Lo había destruido, su piel estaba cubierta por cicatrices que cubrían, lo que algún día fue un abdomen normal de un asesino. Oliver estaba loco, no había duda alguna, pero el fuego, los gritos, el miedo y la desesperación hicieron que él viera la vida de otra manera.

—El fuego me enseñó cómo algo tan bello, puede destruirte, Kate. Quería que tú también sintieras eso, primero fue con Shera, luego con Rachel y tus amigos.

—El incendio no fue mi culpa, no lo provoqué.

—Tú tuviste que haber estado allí conmigo, pero no fue así... Estabas sufriendo por la muerte de una cualquiera...

—¡No es verdad! ¡Ella no era una cualquiera! —soltó una sonora carcajada.

—Que tierna, pero al parecer mis sospechas eran verdad.

—¿Qué verdad?

—Tienes razón, ella no era una cualquiera, era nuestra hermana —respondió con tranquilidad.

—Ahora el loco eres tú. ¿Cómo podría ser nuestra hermana? Ella era un año mayor que yo y papá siempre la detestó.

—Exacto, ella era un año mayor que tú, pero ponte cómoda que te contaré la horrible historia de nuestra hermanastra —apoyé mis manos en el suelo y usé toda la fuerza que tenía para poder levantarme y observarlo a los ojos.

Ahora él no usaría nunca más una máscara y su debilidad siempre fue que cuando dice la verdad, no parpadea, porque le gusta ver el sufrimiento de su víctima, en otro caso, ni miraría a su víctima.

—Nuestro padre estaba comprometido con nuestra madre, pero en su despedida de soltero quiso divertirse un poco y pasarla bien con prostitutas baratas. Una de ellas era la madre de Shera y por lo que entendí, se divirtieron bastante, pero poco después papá se enteró que ella estaba embarazada, al igual que nuestra madre —soltó una pequeña risita—. Nuestro padre nunca se hizo cargo de la hija de una cualquiera, en cambio te tuvo a ti, una hija débil, igual que su esposa. Ambas crecieron juntas y ella siempre te trató como una hermana, siempre te protegió y siempre te escuchó, a diferencia de nuestro padre, quien solo te ponía atención cuando usaban armas.

Esto no podía ser cierto, no era posible. Yo hubiera sabido si la mujer que murió frente a mis ojos era mi hermana, lo hubiera sentido, pero... nunca sentí nada y papá nunca hizo referencia a que tenía una hija o que... podría tener otra heredera.

—Mientes —fue lo único que dije.

—Papá nunca quiso a Shera y ella siempre estuvo a tu lado, pero nunca te diste cuenta de algo —lo observé confundida—. ¿Nunca has sospechado que Shera compartía la misma necesidad de sentirse libre? ¿La misma libertad? ¿El mismo deseo? El hermano de Shera quería acompañarlas, para protegerlas, pero las cosas cambiaron...

—Nos fuimos sin él... ¿Tú lo...?

—Yo no, papá sí. Era un traidor y murió en el incendio.

—¿Cómo fingiste tu muerte? Había el cadáver de un niño...

—El hermano de Shera, fue perfecto para mi venganza contra ti. Quería que el mundo creyera que me había ido y que en cuanto menos lo esperaran, un nuevo Oliver Jones resurgiría de las llamas —dijo con orgullo.

—Empezaremos una nueva vida y olvidaremos lo que hoy somos.

—¿No más asesinatos? —le pregunté a aquella niña, ofreciéndole mi meñique.

Ella lo miró y cruzó su dedo con el mío, haciendo una promesa.

—No más asesinatos y una nueva vida comienza para nosotras.

Sin darme cuenta las lágrimas habían empezado a caer por mis mejillas, era algo incontrolable. Mi corazón empezó a acelerarse, mi mente viajó al pasado trayendo consigo recuerdos dolorosos y las viejas heridas que creía cerradas, se habían vuelto a abrir.

—No me sorprende que tengas esa reacción, aunque creí que querrías matarme por idear este plan perfecto. Supongo que la rabia llegará después o dentro de un rato, quien sabe —rió.

Se acercó a mi oído y su aliento chocó con mi oreja.

—Yo tengo el poder —susurró.

Se alejó de mí y oí cómo sus pasos se alejaban de mí, Luego el rechinido de la puerta de metal especializado se hizo presente, indicando que se había ido.

Sin poder controlarlo, me eché a llorar sin control alguno, mis rodillas comenzaron a temblar y en pocos segundos flaquearon, haciendo que cayera al suelo. Grité de dolor cuando mis rodillas tocaron la sangre seca y el duro suelo.

Los recuerdos más importantes que había vivido con Shera estaban en mi cabeza, los estaba viviendo como si fueran el pasado que estaba en el presente. Cada recuerdo era tan fuerte como el anterior, como un cuchillo que lentamente es clavado y rompe cuidadosamente cada capa de la piel, hasta llegar a la sangre y luego, al hueso.

Era demasiado que asimilar, la muerte de Rachel y la verdad sobre por qué mi padre odiaba tanto a Shera. Ella era mi hermana, se sacrificó por mí para que pudiera ser feliz y no cumplí nuestra promesa.

No había dejado de ser una asesina y el poco tiempo que fui feliz se desvaneció por culpa de Oliver.

Grité de dolor, de sufrimiento e impotencia, Oliver me lo había arrebatado todo. Todo lo que había logrado conseguir, el respeto, el amor de mis amigos y el amor de Rachel, él me lo quitó todo.

Sacudí las cadenas que me mantenían presa, la piel rojiza alrededor de mis muñecas empezaba a arder con cada roce con el metal, pero no me importaba. Necesitaba salir de aquí, buscarlo y matarlo con todo el placer del mundo.

Mientras mi corazón era oprimido por la tristeza, Rachel estaba ahí o al menos, en mi imaginación estaba cerca de mi.

Es la hora, Kate. No faltará mucho y pronto todo será diferente, habrá luz y la oscuridad se irá para siempre.

Ella tiene razón. No olvides la regla número tres: Haz lo que sea necesario para sobrevivir —dijo aquella niña de cabello marrón y ojos verdosos.

—No te preocupes, Shera, pronto moriré y podremos estar las tres juntas.

Es una promesa...

Ella estaba aquí, junto a mí, dándome ánimos, como siempre. Shera estaba de acuerdo con Rachel y eso haría, sobrevivir hasta asesinarlo y cobrar mi venganza.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top