Capítulo catorce: Un fin

Había pasado una semana y aún no teníamos un plan para salir de la isla. Rachel me había contado que generalmente, cuando alguien huye de esa isla acaba muerto de la peor manera posible. Lo cual hacía mucho más difícil la huida.

No voy a mentir, me hacía muy feliz la idea de irme de este lugar, ver a mis amigos, volver a la ciudad. Pero lo que más me hacía feliz era que por fin podría tener una vida normal al lado de Rachel, claro que habría que enseñarle como funciona todo en la ciudad, pero ella aprendía rápido.

Por desgracia la ausencia de Ronnie fue notada en el castillo. Los que acompañaban al príncipe, preguntaban por él y Erick les dijo que tenía una enfermedad contagiosa y que solo él podría entrar a sus aposentos Por desgracia eso no servirá por mucho tiempo

Estábamos en el castillo esperando a Erick y Derek, aún no le habíamos mostrado nuestro escondite y mucho menos les dijimos sobre la huida.

—¿Cómo son tus amigos? —preguntó curiosa.

—Son como mi familia. Katar, él fue al primero que conocí, él me ayudó cuando mi vida ya había perdido el sentido, es frío pero también es sobreprotector conmigo, ya que soy su mejor amiga y no quiere que nadie me haga daño. Luego está Vanlo, él es inocente y muy tierno, no sería capaz de matar ni a una mosca. Tiene un acento que hace que Joanna se vuelva loca. Joanna es la hermana de Firox, nuestro amigo, el también es muy sobreprotector con Joanna, pero ella nunca le hace caso, y por último está Kan, es aun mas frio que Katar, ellos dos no se llevan muy bien, así que siempre tratan de no hablarse.

—Vaya amigos que tienes, ¿Crees que les caeremos bien? —preguntó con miedo.

—Claro, además sería la primera vez que les presento una novia así que probablemente te llenen de preguntas, en especial Vanlo y Joanna.

—¿Nunca les presentaste a tus novias? —preguntó celosa.

—¿Estoy percibiendo algo de celos, Rachel? —dije conteniendo la risa. Cuando ella se ponía celosa era muy tierna.

—Puf, claro que no, pero si me encuentro a alguna no niego que desearía su muerte.

—No te preocupes, no puedes encontrar algo que no existe —le dije riéndome.

—¿Cómo? ¿Ya se murieron todas? ¿Alguien ya las mató?

—Rach, nunca tuve una novia. Tú eres la primera —le dije tomándola de la mano.

Ella se quedó boquiabierta, creo que no se esperaba esa respuesta.

—¿Te comió la lengua el gato?

—Ja, ja, muy graciosa. Es que no me esperaba esa respuesta, digo, eres una chica genial, eres linda, atenta, cariñosa, y celosa.

—Yo no soy celosa, tú lo eres.

—¿Crees que no vi como matabas con la mirada a esa chica del escuadrón A?

—Tonterías. ¿Crees que vengan? —dije cambiando de tema.

—Vendrán, les dije que era importante.

En ese momento desvié mi mirada hacia el camino rocoso que rodeaba el castillo y vi que ambos se acercaban al castillo. Erick tenía un poco de miedo, mientras que a Derek todo le daba igual.

Ella también los vio y se bajó de la ventana y fue a buscarlos. Cuando volvió, ellos estaban sorprendidos.

—¿Cómo pudiste mantener este lugar oculto de tu hermana y de todos?

—Fácil, todos le temen al castillo por la leyenda.

—Historia —corrigió Derek.

—Como sea. Les pedimos venir porque tenemos un tema serio que tratar —ambos se miraron confundidos.

—Pido ser el caballero en la boda, solo eso —levantó la mano.

Ambas quedamos confundidas y Rachel estaba totalmente roja, parecía un tomate tierno.

—Cállate, no es eso —lo regañó.

—Aún así, ya tengo el papel de caballero reservado.

—Queríamos decirles que... —ella se detuvo y me miró en señal de que yo tenía que decirle.

Derek se cruzó de brazos y bufó, en señal de que se le estaba acabando la paciencia.

—Hablen ya, contener a todos en ese castillo es cada vez más difícil.

—Nos iremos de aquí y queremos que vengan con nosotras —dije sin más.

—¿Cómo? ¿Se van a una luna de miel adelantada? —el chico de rulos subió y bajo sus cejas rápidamente.

—No, idiota, van a huir de la isla y quieren que huyamos con ellas —dijo Derek.

—¿Recuerdas la promesa que tenemos? —preguntó ella acercándose a él.

—Claro, yo voy a donde tú vas y tú vas a donde voy yo.

—Bueno, al fin podremos conocer un poco más de este mundo, expandir nuestros conocimientos.

—Yo voy —espetó Derek.

—Creí que dirías que no —dijo ella emocionada.

Perdí la apuesta.

—¿Tú le diste la idea? —preguntó Erick con el ceño fruncido, mirándome de mala manera.

—¿Qué? No, claro que no.

—Creí que te alegrarías al escuchar que al fin podríamos irnos de aquí, siempre fue tu sueño —reclamó Rachel.

—Y lo es, pero nadie sale vivo de este lugar, no quiero que nos maten.

—Y no lo harán, por eso debemos pensar en un plan de huida, pero antes... necesito tu confirmación...

—Claro que sí, yo quiero ver cuando se casen y tengan hijos —dijo él con una sonrisa.

—No puedo creer que te voy a seguir viendo todos los días de mi vida —murmuró Derek.

A veces su personalidad daba miedo, él podía estar tan furioso y al segundo feliz, era algo a lo que ya me había acostumbrado.

—¿Y cómo nos vamos? —preguntó emocionado.

—Lo mejor será que nos vayamos de noche y por detrás de la isla, si no nos vieron cuando nos deshicimos del cuerpo de Ronnie, no nos verán ahora —dije acercándome a ellos.

—Aún así, eso no será suficiente. También podemos matar a quien se nos atraviese en el camino —comentó el chico de cabello marrón.

Va a ser difícil que se adapten a la ciudad.

—¿Qué tal un secuestro? —propuso la ojiazul.

—Claro, y ¿a quién secuestramos? —preguntó Erick con brillo en sus ojos.

—A mi.

—No, no pienso secuestrarte, ¿estás loca?

—Tiene sentido, tú eres una forastera, podrías querer vengarte y la mejor manera de hacer eso sería secuestrando a la princesa de este reino.

La idea no me convencía, pero en parte era buena. Además no encontré otra solución.

—Bien —acepté de mala gana.

—¿Y cómo te secuestramos?

—Buena pregunta.

Los cuatro estuvimos pensando un rato. Estábamos en silencio hasta que Erick gritó y me asustó.

—¡Ah, ya sé!

—¿Quieres decirnos algo? —preguntó la ojiazul.

—Podíamos hacer esto; ustedes dos podrían simular una pelea, pero una fuerte, nada de pelear por quien es mejor usando la espada. Luego de la pelea ustedes se enojan y después simulan el secuestro.

—Espero que no sea tan malo como suena.

—No tenemos alternativa, no se me ocurre otra cosa.

                          * * *

Como la mayoría de las noches, me estaba dirigiendo hacia el castillo abandonado. Pasé por un corredor, pero algo me detuvo, un murmullo. Intenté identificar las voces, eran de Rachel y Tatiana.

Me asomé por la columna para observar.

—No es la primera vez que te encuentro por estos pasillos en la noche -la miró de arriba a abajo—. ¿Sabes algo de Ronnie?

—No, ni me interesa y lo sabes. Agradezco que se haya enfermado.

—¿Cómo puedes ser tan malagradecida? Lo tienes todo y siempre fuiste una rebelde, una pérdida —reclamó.

—¿Pérdida por no hacer lo que tu digas? Entérate, no eres mi madre para mandarme y manejarme, yo no te tengo miedo —su ceño estaba fruncido.

Rachel estaba furiosa y veía en sus ojos. No entiendo como hizo Rachel las otras veces que ella tenía que ir al castillo abandonado y logró salvarse de Tatiana.

—¿Acaso quieres que te golpeé?

—Haz lo que quieras, porque sé que muy pronto todo mi sufrimiento acabará —le dijo con firmeza.

—Eres una perdida sin control, pero yo sé lo que le confesaste a mamá y a papá.

Ella se quedó perpleja. Al parecer ella tenía un secreto y solo sus padres lo sabían. Bueno, en realidad ya nadie lo sabía.

—No sé de qué estás hablando.

—Sé que te gustan las chicas, Rachel, no soy idiota, pero... Meterte con una forastera fue caer bajo, incluso para ti.

Nuestro peor temor se hizo realidad.

Mi pecho empezó a subir y a bajar por la respiración nerviosa que tenía. Pensé en sacar mi espada y matarla en ese instante, pero no podía.

Rachel tenía miedo, lo podía ver en sus ojos. Pero también estaba confundida. No había manera de que ella lo supiera. Aparentemente sí lo había, alguien debió decirle.

Retrocedí un poco para ocultarme detrás de la columna y tratar de observar un poco más la situación antes de tomar cualquier decisión precipitada.

Erick y Derek no serían capaces de delatarnos, siempre apoyaron nuestro romance y nos han ayudado.

—Tu general solo es una conocida, entrenamos juntas y no pasa de eso —dijo con firmeza.

—Querida, no soy idiota. Tú fuiste quien mató a esas personas. Es inútil que niegues la naturaleza de una enamorada.

La mandíbula de Rachel se tensó y trago grueso ante lo que acababa de escuchar, mientras que mi corazón palpitaba a mil por hora y me imaginaba todos los escenarios en donde podríamos acabar.

Dos guardias vinieron por detrás de Rachel y ellos se miraron entre sí, como si lo que estuviera por pasar fuera lo más loco que pasó en la isla.

—Quedas detenida por múltiples homicidios y serás condenada por matar al príncipe Ronnie, sin derecho a juicio —sentenció.

Se volvió prioridad huir de este infierno.

Los guardias no se inmutaron ante la orden de Tatiana, pero Rachel solo colocó sus muñecas juntas, en señal de rendición.

—No voy a huir de lo que hice —fue lo único que dijo.

Decidí irme para buscar a Derek, él sabría como ayudarme en este momento.

Por favor, aguanta, Rachel...

Salí corriendo como si mi vida estuviera entrelazada a la de Rachel y en parte así era. Lo peor no era eso, solo era cuestión de tiempo para que descubrieran lo de Ronnie, que descubrieran que los cuatro mentimos.

Tatiana ya había mostrado de lo que era capaz, ya había amenazado la vida de Rachel, la había maltratado, humillado y esta fue la gota que rebalsó el vaso.

Rachel, Derek, Erick y yo teníamos los días contados, tal vez moriríamos esa misma noche.

Llegué a la habitación de Erick y toqué la puerta de manera desesperada. Cuando la abrió me dirigí hacia el interior de sus aposentos y cerré la puerta como si huyera de un monstruo.

—¿Qué sucede? ¿Por qué estás tan agitada? —preguntó confundido.

Me di la vuelta y mire la armadura que él tenía en una silla.

—Tómala, tenemos que huir hoy de aquí, toma todo tipo de armas que puedas.

—¿Huir? Pero el secuestro es mañana, ¿por qué lo adelantaron para hoy? —preguntó sin entender.

—Tatiana lo sabe todo. Arrestó a Rachel, la va a condenar sin derecho a juicio por múltiples homicidios. Y lo peor es que sabe lo de Ronnie y tú y Derek morirán por ser cómplices. No tenemos nada más que hacer en esta isla.

—¿Sabes cómo lo supo? —preguntó con los brazos cruzados y con el ceño fruncido.

—No, pero eso ya no importa.

Mientras que yo estaba desesperada, Erick no se inmutaba, no hacía nada, solo me miraba de manera seria.

Algo anda mal....

Erick se acercó a mí, me miró de arriba a abajo y rápidamente me empujó con fuerza contra la pared y su mano tomó mi cuello con fuerza.

—¡Fui yo, le conté todo a la reina! ¡Tu estúpido romance con Rachel nos estaba llevando a la perdición, mataste a un príncipe, desencadenaste una guerra innecesaria y cambiaste a Rachel!

—¡¿La cambié o la liberé de la prisión en forma de castillo?! —pregunté de manera retórica.

—¡Tatiana castigará a Rachel por sus crímenes, mientras que tú no podrás hacer nada para ayudarla!

La rabia me estaba consumiendo. Si toda esta situación me dolía a mi, no me imagino como le dolerá a Rachel cuando sepa que su mejor amigo la traicionó de la peor forma posible.

—¡MALDITO TRAIDOR! ¡ELLA CONFIÓ EN TI! —grité

Su mano apretaba mi cuello con fuerza, hasta que de pronto me lanzó al suelo con brusquedad. Dio unos pasos hacia mi y se me quedó viendo, con una sonrisa arrogante en su rostro.

—Cuando mueras, dile a los padres de Rachel que su hija es una pérdida.

—Eso no pasará, porque luego de matarte, escaparemos y ella se verá libre de esta isla —me levanté.

Erick flexionó un poco sus rodillas y colocó sus puños por delante de sus ojos. Yo imité la misma pose y ambos sabíamos que uno de los dos saldría con vida.

Y ya no me importaba matar, solo quiero que Rachel tenga una vida feliz

Con su puño, intentó darme un golpe en el rostro, pero al ver que lo esquive, él puso su pie por detrás de mi tobillo y enganchó su pierna a la mía, haciendo que ambos cayéramos al suelo.

Él estaba encima mío, su puño no paraba de golpear mi rostro, haciendo que la sangre inundara sus nudillos y manchara su mano. En uno de sus golpes detuve su mano con mi mano derecha, con mis piernas hice fuerza y coloqué mis pies sobre su abdomen, lanzándolo al otro lado de la habitación.

Él cayó al suelo y emitió un quejido ante el golpe que recibió al caer. Nos levantamos al mismo tiempo y fui corriendo hacia él, pero fue inútil porque me tomó del cuello nuevamente y me puso al borde de la ventana abierta.

Estando de cabeza vi algo, no, más bien vi a quienes estaban detrás de unos arbustos. No sabía si era por el calor del momento o si era porque ellos de verdad me habían venido a rescatar.

Creí ver a Katar y a Kan, estaban entre los arbustos a lo lejos, pero solo yo podía reconocer ese cabello blanco de Kan.

Eran ellos. Estaba segura de eso. También estaba segura de que entenderían un mensaje.

Miré a Erick con toda la ira que sentía y solo fui capaz de gritar una cosa.

—¡RATAK! —grité y la palabra resonó en toda la isla haciendo eco.

—Así que ahora dices palabras sin sentido. No entiendo como Rachel se pudo haber enamorado de una forastera como tú.

Cuando creí que mi fin se acercaba, escuché una voz en el pasillo del lado de afuera.

Unos guardias se estaban peleando. Y yo conocía esas peleas mejor que nadie. Eran Vanlo y Firox.

—Etak —dijo Vanlo en un tono normal, pero su voz era tan fuerte que llegué a oírlo.

—¡Hazlo! ¡Tírame! —él frunció el ceño, confundido.

Estuvo apunto de hacerlo, pero algo lo detuvo, en el último momento me soltó y me tiró contra el suelo otra vez.

—No. Mejor te llevaré con la reina.

Él se acercó a mí, o eso pensaba hasta que se dirigió a una copa de oro que había sobre la mesa. Me levanté rápidamente y me alejé de él. Tomó la copa en su mano y se dio la vuelta para dirigirse a mi.

—Eres de lo peor —me dijo y tiró el líquido de la copa sobre mi. Puse mi brazo para que no me mojara la cara, pero fue peor.

El infeliz me había lanzado agua caliente y eso hizo que cayera al suelo, gritando mientras veía como mi brazo ardía.

Se abalanzó sobre mi tirándome a la cama, él estaba encima mio y recordé que aún tenía algo que Rachel me había dado, la daga de color negro y rojo.

Sin pensarlo la saqué de mi cinturón y se la clavé en el abdomen.

Él abrió los ojos, sobresaltados, su boca se fue abriendo lentamente, sus ojos se dirigieron a mí y luego a la daga clavada en su abdomen. Y mientras la sangre brotaba de su cuerpo, su respiración iba disminuyendo, hasta que dejó de respirar y su cuerpo quedó encima del mío.

Me quité el cuerpo de encima y lo tiré al suelo, le quité la daga y la guardé en mi cinturón. Con un pedazo de cortina que había en sus aposentos, me limpié la sangre que tenía en el rostro y en mi mano.

Salí del cuarto corriendo, aún estaba en shock ante todo.

Corrí por el corredor y en cuanto vi una sombra intenté calmarme y disimular. Al ver quien era la persona supe que estaba perdida.

—¿A dónde vas con tanta prisa? —preguntó con una sonrisa diabólica.

—A la orilla, olvidé que dejé algo allá y debo ir a buscarlo —mentí.

Intenté sonar lo más calmada que pude, intenté hacer que mi respiración fuera normal, pero era estúpido hacerlo.

Varios guardias se acercaron por detrás mío y me tomaron del brazo con mucha fuerza.

—Quedas destituida de tu mando como general y a partir de ahora eres considerada una enemiga del reino.

Intenté escapar, golpeé a los guardias, pero eran cinco, eran demasiados.

Me detuve a ver a los guardias que estaban a mi alrededor y noté que uno de ellos era Vanlo.

Me tranquilicé al saber que no todo estaba tan perdido como parecía, pero aún faltaba avisarle a Derek y rescatar a Rachel.

Los guardias que me tomaron de los brazos, me llevaron por todo el castillo, hasta donde estaban las mazmorras. Sabía que Rachel estaría allí, por eso no puse resistencia.

Mientras caminábamos por el pasillo, pude ver como en una mazmorra se encontraba Rachel.

—¡Maldita, infeliz! ¡Déjala ir! —exclamó ella, sus manos sostenían las rejas.

Tatiana abrió la puerta de la mazmorra que estaba enfrente de Rachel y los guardias me tiraron con fuerza, dentro de ella.

En la celda no había nada más que una silla, una silla que tenía metales en los apoyabrazos y en las patas delanteras de la silla. Los metales eran para agarrar las muñecas y los pies, algo así como una silla eléctrica, pero con la diferencia que había una mascarilla de gas, la cual estaba conectada a un contenedor de gas.

—Siéntate —me ordenó la reina.

No quería obedecerla, pero Vanlo estaba ahí, por ende los muchachos también estaban cerca.

Recuerdos de cuando era niña se aparecieron en mi mente, en como mi padre me había entrenado y en cómo yo había sufrido por sus métodos de hacerme más fuerte.

Me senté en la silla, viendo a Rachel a los ojos mientras los guardias aprisionaban mis muñecas y mis pies en la silla.

—¡No! ¡Por favor! ¡No! —dijo ella, tenía miedo, estaba sudada al igual que yo.

—Rachel, escúchame, todo saldrá bien, te lo prometo.

La reina soltó una risita y unió los metales, y me vi obligada a permanecer en esa silla sin moverme.

Tatiana me colocó la mascarilla y la apretó con fuerza para que no me la pudiera quitar. Luego de eso giró la llave del tanque de gas, pero en cuanto sentí lo que era, entendí el miedo de Rachel.

La reina se fue, dejando a esos dos guardias custodiando mi celda.

—¡Kate! ¡Concéntrate en mi voz! Por favor, no me dejes —ella empezó a llorar.

Apoyó su cabeza en las barras de la mazmorra, mientras las lágrimas caían por sus mejillas y sus manos intentaban romper las rejas.

El gas empezaba a hacer efecto, me estaba empezando a faltar el aire y por más que forcejeara no podía liberarme.

Vanlo me miró y unos segundos después todos estaban en el pasillo de las mazmorras.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó un guardia con tono firme.

—Que rápido se olvidan de las personas que secuestran —dijo Katar.

A continuación inició una pelea entre los guardias y mis amigos. Mientras ellos esquivaban las espadas y las lanzas, el gas me estaba matando, pero gracias a mi padre tengo resistencia a varios venenos y gases.

Él siempre decía que podría estar en una situación así y por eso me entrenó para soportar cualquier tipo de veneno o gas, pero eso no quiere decir que sea inmortal, ya que no puedo aguantar durante mucho tiempo.

Los muchachos vencieron a los guardias y ellos intentaron abrir la mazmorra en la que yo estaba.

—¡Saquenla a ella primero! —exclamé.

—Tú saca a Kate, yo saco a la chica de la mazmorra —le ordenó Firox a Vanlo.

Vanlo se sacó el casco y empezó a golpear la reja para que esta se cayera, pero por más golpe que le diera no podía derribarla.

—¡Esta cosa es irrompible! Firox, ayúdame.

—¡No! Nosotros sacaremos a Kate. Kan, ayuda a Firox.

—Alguien puede venir —dijo ella.

—Si tu amigo no nos traiciona, estaremos bien —dijo Frirox.

Derek...

Katar y Vanlo se lanzaron con fuerza hacia la reja de mi mazmorra. Una y otra, y otra, y otra vez, hasta que las rejas cayeron al suelo. Rápidamente Katar me sacó la mascarilla y Vanlo cerró la llave del tanque de gas.

—¡¿De qué está hecha esta cosa?! No podemos derribarla —dijo Kan al ver que no podía liberar a Rachel.

—Kan, golpearemos juntos la cerradura, a la cuenta de tres —dijo el ojiazul.

Firox se apartó y dejó que ellos dos se encargaran de la situación.

Ambos se colocaron enfrente de la mazmorra y Katar empezó a contar y para cuando llegaron a tres, golpearon la cerradura con fuerza, pero apenas hizo efecto.

Lo intentaron dos veces más y la mazmorra se rompió, dejando libre a Rachel.

Rachel vino corriendo hacia mí y desabrochó los metales que me mantenían sujeta a la silla.

Estaba débil, me costaba respirar y la verdad tenía mucho miedo de que algo pudiera pasarles. Ahora todos somos los enemigos del reino.

—Tranquila, estoy aquí. Debemos irnos, ¿alguno tiene un plan? —preguntó.

—¿Y tú quién eres? —preguntó él inocente de Vanlo.

Ella me miró y entendió que yo tenía que decirles, de todos modos aún no era el momento, estábamos en medio de una persecución.

—Kate se los dirá luego, ahora debemos irnos.

—Pero ¿por dónde? Los guardias deben venir detrás de nosotros —comentnó Firox.

—Conozco un atajo que lleva a la parte atrás de la isla, díganme que tienen un bote o algo.

—Un yate ¿sirve? —preguntó Vanlo.

Rachel me cargó en sus brazos y se dirigió hacia el exterior de la celda.

—No sé qué sea, pero si es rápido y sirve para irnos, sirve —contestó.

En cuanto nos estábamos por ir unos guardias nos vieron, pero Vanlo tomó una antorcha que iluminaba el pasillo y los amenazó con quemarlos si se acercaban.

Derek apareció por detrás y empezó a luchar contra los dos guardias.

—¡CORRAN!

—¡No vamos a dejarte, Derek! —le dijo Rachel.

No podía ver bien, mi vista se estaba nublando, pero estoy segura que Derek no podrá salvarse de esta.

—Tranquila, Rachel. Esto compensa las veces que ambas me salvaron la vida. ¡Ahora, largo!

Nos fuimos de las mazmorras, estábamos corriendo y tuvimos que pasar por un túnel que nos llevó a una especie de subsuelo y de ahí llegamos a la parte de atrás de la isla, tal como Rachel lo había dicho.

Durante la persecución unos guardias nos vieron y nos acorralaron, creímos que sería nuestro fin. Hasta que algo inesperado sucedió, flechas vinieron de una parte de la isla y las fueron a parar en los pechos de los guardias.

A lo lejos vi una silueta y en su rostro había una especie de luz azul.

—Es un enmascarado, no es Batman, pero me agrada —dijo Vanlo.

¿Por qué el enmascarado nos ayudaría? ¿No era que me odiaba?

—¡Rápido, suban! —Joanna nos llamó.

Todos empezaron a correr y mientras Rachel me tenía en sus brazos, pude sentir el olor a la libertad.

Subimos al yate, apresurándonos y fijándonos de que ningún guardia nos siguiera o nos lanzara algo.

—Hay que llevarla a una de las habitaciones —comentó Katar.

—Le diré a Joanna que empiece a conducir a máxima velocidad —Vanlo se dirigió hacia otro lado.

Katar guio a Rachel hasta una habitación libre y en cuanto entramos, ella me recostó con cuidado sobre la cama.

Todavía me costaba respirar, pero ya estaba volviendo a la normalidad.

Empecé a toser y Katar me trajo un vaso con agua. Me senté en la cama y bebí agua como si nunca en mi vida hubiera tomado líquido alguno.

—Despacio, pequeña —dijo con dulzura.

Rachel tomó un mechón de mi cabello y lo colocó por detrás de mi oreja, dándome una sonrisa de consuelo.

—No puedo creer que mi pequeña ya tiene novia —soltó.

Rápidamente Rachel me miró y se dio cuenta de que Katar lo sabía, sin que yo le dijera algo.

—Tranquila, aquí nadie va a decirte nada por ser mi novia —le dije.

Alguien golpeó la puerta de la habitación y cuando Katar la abrió se dio cuenta de que era Kan. En cuanto lo vio lo dejó pasar y el peliblanco dejó unas cosas sobre la mesa de noche.

—Tengo que ver como estás, Kate —miró a Rachel.

Ella lo miró con desconfianza, al igual que a Katar

—Necesito que todos salgan de la habitación para poder revisar a Kate, por favor —la miró.

—Puedes revisarla, pero no me iré de su lado —frunció el ceño.

Kan miró a Katar, como pidiéndole ayuda, pero yo sabía que ella no se movería de mi lado. Y ahora menos, sabiendo que fue traicionada por su mejor amigo, dudo que confiara en los míos.

—Deja que se quede, no perjudica en nada tu trabajo —el pelinegro me dio una cálida sonrisa.

Se acercó a mí y me abrazó, yo le devolví el abrazo, pero lo abracé aún más fuerte en cuanto sus brazos me envolvieron.

—Me alegra que estes devuelta, pequeña.

Luego nos separamos del abrazo y él se fue para avisarle a los demás que ya estaba mejor.

Kan sacó un estetoscopio, una báscula y una tabla con unos papeles junto con una lapicera.

Se colocó el estetoscopio en los oídos y se acercó el metal a mi corazón para escucharlo. Empecé a respirar profundo e inhalar hondo varias veces, para que él se asegurara de que mi corazón estaba bien.

Luego de eso, me pidió que me pusiera encima de la báscula para ver si no estaba desnutrida.

—Parece que estás bien, pero antes de dejarte descansar, tengo que hacerte unas preguntas —se sacó el estetoscopio.

Al ver que Rachel se sentía incómoda con la presencia de Kan, preferí que era mejor saltearnos las preguntas. De todos modos yo estaba bien, no tenía nada de qué preocuparme.

—Kan, creo que no es necesario que me hagas las preguntas.

—Bueno, cualquier cosa me llamas —se dirigió hacia la puerta—. Y... estoy feliz que estás bien.

Le sonreí y él se fue.

La verdad era que Kan no demostraba mucho sus sentimientos, pero cuando lo hacía lo apreciamos de verdad.

Giré mi cabeza para ver a Rachel y ella me abrazó. Apoyé mi cabeza en su hombro y su mano se dirigió hacia mi cabeza y empezó a acariciar mi cabello de manera tierna y lenta.

Sé que Rachel no confiara en mis amigos tan rápido y menos con la traición de Erick, pero sé que el sacrificio de Derek creo que podrá avanzar.

Creo que no le agrada Kan porque se parece un poco a Erick y creo que tiene miedo de volver a ser herida, y no la culpo, yo era igual a ella.

—¿Cómo supiste que Erik nos traicionó? —temí al preguntar.

—Lo había notado extraño desde que le dijimos que íbamos a huir y luego Derek me confirmó que él no nos apoyaba. Todo fue una farsa, para ayudar a mi hermana —explicó.

—¿Crees que Derek haya salido ileso?

—Siempre se sale con la suya -contestó.

Me recosté en la cama y ella me cubrió con la frazada. Al estar lista para dormir, levanté un poco la frazada, indicándole que quería que ella durmiera conmigo.

No lo dudó y al instante se metió debajo de la frazada, me abrazó y yo me dormí sobre su pecho, mientras ella acariciaba mi cabello y mi espalda.

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