Capitulo 43 Reformación
Sobre un butacón arrinconado en una esquina de esa amplia habitación poco iluminada, se encontraba sentado un joven hechicero de cabello negro y largo hasta los hombros, su blanca mirada parecía que penetraba en el alma de los dos avatares sentados y atados en un par de sillas frente a él, sin embargo Tomo, no podía ver más que la oscuridad que lo cegaba completamente
Los dos avatares, le devolvían una mirada recelosa al hechicero, preguntándose en qué momento éste comenzaría a parpadear. El silencio reinaba en ese lugar como una gélida manta invisible delegada y vaporosa.
La Avatar Alexiz apartó sus ojos de la imperturbable y neutra mirada de Tomo para observar mejor a su alrededor. En una esquina, había un gran escritorio de color caoba con una laptop sobre él, junto a éste se encontraba una lámpara negra apagada, lo que hacía que todo ese rincón se tornara oscuro. Más cerca de la computadora, un portar retrato en cuya foto salían Tomo y Vicky junto a dos pequeñas niñas de entre siete o cuatro años de edad.
También había otros artículos de oficina como una rígida y hermosa pluma de ganso de color blanco con franjas marrones claro, junto a ésta se encontraba también un tradicional tintero redondo de vidrio de color negro que reposaba justo a la cabecera de una libreta de anotaciones desvencijada, cuyas hojas eran de tono sepia. Al lado del escritorio, se hallaba también una pequeña mesita moderna con rueditas dividida en dos compartimientos. En la bandeja superior de la mesita descansaba una impresora multiusos y en el compartimiento de abajo se encontraba una rema de hojas para imprimir. El conjunto de todos estos artículos de oficina hacia de manera casi casual, un contraste armonioso del clásico siglo XVI y el actual siglo XXI.
Tras el escritorio, abarcando toda la pared de suelo a techo; una imponente y gran biblioteca que se extendía también en ambas paredes laterales. Repleto de libros, tanto normales como grimorios, que se clasificaban, según el contenido. De ese modo, los grimorios que le pertenecían a Tomo eran los que se encontraban en la pared izquierda junto a los libros de hechizos que heredó de su familia. En el lado derecho, se encontraba la gran colección de grimorios que le pertenecen a Vicky y finalmente, en el centro, se encontraba una gran colección de literatura mortal, que iban desde los grandes clásicos hasta los más actuales, incluyendo las más populares sagas de los últimos tiempos.
Un poco más cerca de la entrada, alejándonos del escritorio. La pared izquierda estaba decorada con unos pocos cuadros pequeños pintados al oleo, y la poca luz que brillaba en un tono cálido color sepia en esa habitación, provenía de una lámpara pegada a la muralla justo arriba del gran sillón de tres cuerpos color beige que se encontraba frente a una hermosa mesa de centro tallada en madera de roble, rodeada de otros sillones más pequeños.
De pie, junto a los dos avatares cautivos, se encontraba Darien, quien estaba detrás de ellos esperando que las condiciones para proceder con su plan, sean las adecuadas. La mayoria de los hechiceros que acudieron a la reunión esa tarde, ya se habían ido a casa, quedando solamente unos pocos, entre ellos los tres líderes restantes de los distintos aquelarres
— ¿estás listo? — Preguntó en un tono serio y voz ronca Darien a su invidente amigo
— sí— respondió Tomo
— Bien... esto no será nada bonito — advirtió. Tras decir eso, Darien puso sus dos manos sobre las sienes del avatar Alexiz, y cuando estaba a punto de penetrar en su mente, la puerta de la habitación comenzaba a abrirse lentamente interrumpiendo al hechicero. Desde el umbral de la habitación, Molly asomaba su cabeza por la puerta, observando el intenso ambiente en una postura muy tímida.
— lo... Lo siento
— ¿Qué sucede, Molly?— Preguntó Darien resoplando, como sí le fastidiara que ella estuviese ahí
— me... Me preguntaba si yo podría presenciar...
— No lo creo necesario— interrumpió él — no es algo que debas presenciar, Molly; esto es muy fuerte —vamos, Darien, no seas así; yo ya he presenciado cosas peores — rogó ella.
— Nada como esto— dijo Darien
— Además, quiero estar cerca de él cuando le toque — insistió la joven hechicera
— está bien, pero cierra la puerta con cerrojo, no quiero más interrupciones— respondió Darien cansado de discutir, prefería consentir a su hermana en algo, que él no estaba desacuerdo que perder el tiempo negándoselo sin resultado alguno. De todas formas, Molly se saldría con la suya y él simplemente prefirió ahorrarse todo ese rato. Molly empujó la puerta justo en el instante en el que se abrió nuevamente de forma ligera, y entre la abertura que se formó, se asomaron los cuatro dedos de una mano masculina empujando con fuerza la puerta que separaba el pasillo principal de aquella extraña habitación.
De tras de ésta entraron cuatro personas más en fila india, estas eran: Daniel, Zoey, Vicky y Natasha Wolf quien era la líder de un aquelarre que llevaba poco tiempo en formación, a comparación con los otros tres aquelarres, los que llevaban siglos de vigencia. En tanto que el aquelarre Fauna apenas llevaba alrededor de cincuenta años.
— Esto no es un espectáculo— dijo con algo de frialdad Darien
— Los demás ya se fueron a casa— informó Vicky quitándole importancia tanto, al tono de voz como al comentario de su líder — incluyendo el hombre que él atacó— añadió señalando al avatar masculino.
— Creemos prudente que los líderes de los cuatro aquelarres debemos presenciar este momento — añadió Daniel en un tono elocuente y elegante. Darien no respondió, mas los miró a todos con fastidio.
— ¿y tú? — preguntó el líder de Elementis dirigiéndose a Vicky ya que ésta era la única de los recién llegados que no tenía un aquelarre que liderar
— Vine acompañar a mi marido— dijo la señora Philips con evidente altanería mientras se sentaba junto a Tomo, como sí ese modo, le recordara a Darien que estaba en su propiedad y no en Soho, por lo que debía tratarla con más respeto. Tomo sonrió.
Una vez qué comprobó que definitivamente no había nada ni nadie que lo distrajera, procedió a lo suyo. Puso las manos sobre la cabeza de Alexiz presionando con fuerza sus sienes y está de pronto comenzó a sentir una punzada que creyó qué le estallaría el cerebro del dolor provocando con ello, el descontrol de su cuerpo derivándolo así a unos fuertes espasmos que contraían sus músculos de vez en tanto .
La Avatar no pudo aguantar más, y un desgarrador y agudo grito salió de lo más profundo de su garganta mientras se retorcía cómo anguila eléctrica sobre su asiento. Los testigos se obligaron a cubrir sus oídos con desesperación; muy pronto el angustioso chillido invadió también sus almas, como sí la angustia que Alexiz trasmitía de forma inconsciente con ese chirrido y desesperado sonido, fuese también suyas.
Mientras Alexiz más luchaba y se resistía, más fuerza ejercía Darien sobre la cabeza de la chica. De pronto ella fue cediendo, su resistencia era cada vez menor y una sensación de aletargo la obligó a cerrar los ojos lentamente hasta perder la conciencia en su totalidad
— escúchame — susurro Darién para que sólo ella pudiese oír sus palabras— ahora, en este momento comenzarás a ver y sentir cosas en las que no tenías conocimiento, pero tu progenitora Alexiz, si... y cuando lo logres sentirás sus sensaciones, tanto físicas, como las emocionales. De ese modo sabremos qué tú y ella volver a ser una, su dolor será el tuyo, su alegría, sus tristezas y frustraciones también te pertenecerán y jamás volverás a sentir hambre ni sed de energía vital humana. Su espíritu te podrá alimentar sus recuerdos serán los que te sostendrán con vida en esta tierra.
La avatar continuaba retorciéndose en el asiento, pero cada vez más lento y débil, sus espasmos eran cada vez menos frecuentes y sus gemido se convertían lentamente en un leve susurro. Darien retiró sus manos de Alexiz, dio un paso atrás y a continuación levantó la mirada a los espectadores.
— Lo que acabó de hacer...— Dijo pausadamente mientras caminaba hacia el otro avatar. Al mismo tiempo, Molly se apresuró a arrodillarse frente al avatar varón y, tomándolo de la mano buscó su mirada. Él, en cambio la miró con unos ojos fríos, neutros, casi sin expresión; pero aún así, no soltó la mano de la joven hechicera.
—...es persuadirla mentalmente para que deje de sentir ganas de absorber energía humana... explicaba Darien poniendo justo detrás del joven avatar
— Todo estará bien — le aseguró Molly al avatar en un tierno susurro
— Pero va a doler— dijo éste
— ¿Te asusta el dolor?— preguntó ella
— No, pero te pido que no sueltes mi mano — dijo el chico en un tono neutro — Te lo prometo...— dijo ella esbozando una tierna sonrisa— ¿cuál es tu nombre?— quiso saber
— Además... — continuó el hechicero.
— Justin...— alcanzó a responder el avatar, un segundo antes de que su cabeza estallara en un punzante dolor que penetró en todo su cerebro haciéndolo gritar a todo pulmón mientras se aferraba con fuerza a la mano de Molly
—... le di a probar un poco de su propia medicina — finalizó Darien apretando y tensando su mandíbula mientras presionaba las sienes del avatar. Su voz sonó con tanta amargura y frialdad, que Molly y Tomo por un instante no lo reconocieron, su forma de decir la última frase incluso se les antojó algo cruel, una crueldad que Darien jamás en su vida ha tenido antes, más que cuando torturó a Mia meses antes.
— resiste, Justin— dijo Molly angustiada— todo saldrá bien— añadió con la voz un poco ahogada porque el avatar apretaba tan fuerte su mano, que por poco logra cortar la circulación de la hechicera mientras él comenzaba asentir las mismas contracciones musculares qué Alexiz, los mismos dolores punzantes, y por último la misma sensación de aletargamiento que poco a poco lo hicieron ceder por completó hasta caer en un estado de inconsciencia que lo debilitó tanto, al punto extremo de qué la mano que se cerraba entorno a los dedos entrelazados de Molly, perdiera fuerza dejándola caer suelta al costado de la silla en la qué estaba sentado.
— Es todo— dijo Darien, retirando sus manos de la cabeza del avatar, la cual en ese instante quedó colgando hacia delante como un muñeco de trapo — Sólo hay que esperar
— ¿Esperar que?— preguntó Molly sollozando al ver el estado en que quedó aquel chico— poco a poco revivirán lo que sus progenitores sentían... crearán lazos y empatía por ellos
— Es por eso que gritaban tanto— dijo Daniel deduciendo la respuesta— estaban reviviendo el día qué atacaron a sus progenitores ¿me equivoco?
— No, no te equivocas; es exactamente lo que estaba ocurriendo en estos momentos— respondió Darien— les hice experimentar lo que sus victimas sintieron al absorber su energía. Diciendo eso, él se acercó a la puerta y la abrió para abandonar esa habitación, qué horas antes era acogedora y cálida, pero luego se tornó fría y densa, cargada de una fuerte tensión emocional quien no sólo afectada directamente a Darien, dejándolo agotado, también afectó anímicamente a todos los presentes. Sin embargo, a Darien le tocó la peor parte calando hasta lo más profundo de su ser y por ende afectando también a Jared.
— « ¿ahora eres Darien el castigador?» — se burló Jared; Darien lo ignoró y pretendió no oír ese comentario tan reprochable, pero en el fondo él también se cuestionaba asimismo aquel extraño comportamiento. No supo desde cuando se convirtió en una persona tan vengativa y cruel.
—Darien— llamó Tomo caminando hacia él apoyado en un bastón para ciegos
— ¿Sí?— respondió el líder de Elementis volteando hacia su amigo mientras los demás abandonaban la habitación en completo silencio dejándolos a ellos atrás
— ¿Estás bien?— pregunto el pelinegro en un tono preocupado a su amigo— puedo sentir que esto te afectó más que a los demás
— Es lo usual, amigo— respondió Darien encogiéndose de hombros — me conoces bien—añadió, esta vez dejando atrás la hostil seriedad de momentos antes
— Bueno...— dijo Tomo pasando su brazo por destres del hombro izquierdo a su amigo—... ya sabes qué ahora no puedo ver con los ojos , pero puedo ver con otros sentidos, en especial cuando se trata de mi mejor amigo; El hechicero empático
— Sí— tercio Molly apareciendo junto a su hermano— nuestro líder tiene la manía desconectarse espiritualmente con las personas
— Sólo con la gente que quiero— respondió Darien sonriendo levemente. Enseguida aquella sonrisa simpática comenzó a desvanecerse endureciendo su semblante mientras sus ojos se perdían en un punto en blanco — hablando de gente que quiero, necesito ir a casa— dijo con voz ronca y seria —Algo no anda bien.
Minutos después, se encontraba saliendo de un portal precipitándose con rapidez hacia la habitación de ambos, pero al no hallarla a Anna ahí corrió hacia la habitación de la bebé encontrándose con un panorama totalmente diferente. La niña durmiendo plácidamente, lo que en cierta forma le dio un poco de tranquilidad, aunque le molestaba un poco el hecho de que Anna pareciera no estar en casa. Salió de la habitación y se dirigió a la cocina donde supuso que pudiese estar, pero en esa amplia habitación no había un solo alma, sin embargo, sobre la mesa habían dos tazas bacías y ya frías con rastros de café y dos plato de pasteles a medio comer. Una imagen bastante inquietante para su gusto. Volvió a su habitación, golpeó la puerta del baño, pero no hubo respuesta, así que simplemente la abrió para comprobar con angustia que ella no se encontraba ahí. Miró su reloj de pulsera y rascándose la cabeza con desesperación se preguntaba dónde estaría Anna a esas horas de la noche dejando a su bebé absolutamente sola, definitivamente, algo no estaba bien. Entonces tomó su celular para ver si así la podía hallar, pero lamentablemente, el teléfono de Anna sonó dentro de la habitación, éste vibrando sobre la mesita de luz, ella jamás olvidaba su celular, en especial desde que Emma nació.
Entró nuevamente al dormitorio de la pequeña Emma y se acercó a su cuna para revisar a la niña. La tomó en sus brazos y fue cuando se dio cuenta que su hija estaba bajo los efectos de un hechizo para dormir. Su preocupación era sobrecogedora, no sólo era el evidente hecho de la desaparición de Anna, la bebé también había sido atacada ¿ pero quién? ¿Quién sería capaz de hacerle algo así a una inofensiva bebé? Lo único que lo aliviaba de toda esa situación era, saber que Emma estaba sana y salva en su cuna , sin contar el hechizo que la hacía dormir como La Bella durmiente; solo un contra hechizo la despertaría nuevamente.
— ¿quién te hizo esto, princesa? — susurró abrazando a la niña. A parte de él, el único que conocía aquel hechizo era Molly, pero ella no sería capaz de hacer algo así, no tenía sentido sospechar de su hermana, además ¿cómo? Ella estaba en casa de Tomo
— « Pero también estuvo aquí antes de ir al bosque»— le recordó Jared
— sí, tienes razón, pero sigue sin tener sentido ¿a demás como explicas que Anna no esté aquí?
— «Lee»— fue lo único que pronuncio el Avatar para que Darien comenzara atar los cabos sueltos. Su cuerpo tembloroso de ira se tensó y de pronto, de un segundo a otro la preocupación se convirtió en desesperación y ésta, pasó a ser una gran angustia. Sí Lee estuvo aquí era por una sola razón, cobrar su penitencia. Una sensación de nauseas invadió su estomago y muy pronto se empezó a odiar así mismo por haber dejado a Anna sola por tanto tiempo aquel día.
— Lee — repitió Darien entrecerrando los ojos y apretando sus dientes. Bajó la mirada hacia la bebé y suavemente posó su mano en la frente de la pequeña aplicándole el contra hechizo; enseguida la deja nuevamente en la cuna y la arropó torpemente con manos temblorosas. La idea de volver a dejar a la pequeña sola, no le convencía del todo, pero tampoco podía pensar en otra opción en ese momento, pero de todas formas aquel hechizo tarda en dar efecto y Darien estaba seguro de que para cuando la pequeña despertara, él estaría de vuelta con Anna a salvo.
Se dirigió decididamente hacia la sala principal y en ese mismo momento, cuando estaba a punto de abrir un portal, el timbre sonó. Dispuesto a ignorarlo, lo intentó de nuevo, pero aquel sonido agudo sonaba con insistencia, por lo que eso le incidió concentrarse en su objetivo, necesitaba pensar con claridad en su destino y cualquier distracción, tal como aquel insistente e inoportuno timbre, lo llevaría a cualquier parte, menos hacia su amada novia.
Frustrado y desesperado lanzó un fuerte gruñido mientras se revolvía el cabello con ira usando ambas manos, respiró profundo para intentar tranquilizarse y se dirigió a la entrada. Al abrir la puerta con una expresión iracunda y de angustia en sus ojos, también la sorpresa se añadió en esa mezcla de emocione que sus ojos expresaban
— vaya, primo... no creí que verme te afectaría tanto — dijo bromeando Eliott Cubbins, quien llegó con su familia desde Washington en el momento menos esperado.
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