Capitulo 39 - Reclutas

El viejo hechicero científico se ocupaba en su nueva creación, observando cómo éste acababa con la vida de su propio progenitor, en su mente; Lee sentía que algo no andaba bien dejándolo con una extraña sensación de desasosiego

— Vaya — dijo él bastante sorprendido, pero en su particular tono de voz calmo

— ¿qué sucede? — preguntó Mia desde su lugar observando el mismo espectáculo que aquel nuevo avatar ofrecía al alimentarse de aquel pobre inocente que ya yacía sin vida en el suelo. La bruja negra se encontraba apoyada en una pared junto a la matriz. Una vez más aquella mole de crista se encontraba intacta y con un nuevo ser en su interior, éste aún sin desarrollarse por completo, era más bien como un niño de diez año, sin embargo su progenitor, quien estaba atado en una camilla en el sótano, era un joven de unos dieciocho años de edad en realidad.

— el hijo prodigo apareció — respondió Lee

— ¿Christopher Leto? — preguntó asombrada Mia mientras caminaba hacia el hechicero

— el mismo

— ¿cómo es posible? — preguntó ella algo confundida

— la mente de Molly es muy parlanchina — contestó el hechicero

— oh... cierto, la poción— dijo ella un tanto seria, como si estuviese molesta, y es que Mia aun estaba enojada con Lee por no permitirle usa dicha poción ella también

— exacto... pero me desconcerta algo

— ¿qué cosa?

— cuando secuestré a Christopher, lo llevé a una familia de millonarios en California, no me imaginé que ese pequeño volvería a sus orígenes en su vida adulta

— ¿en serio? ¿Y usted fue líder? — se burló Mia — todo el mundo mágico sabe que un hechicero que se aleja de sus orígenes vuelve de manera directa o indirecta algún día... es como un llamado secreto de la naturaleza o algo así — explicó ella restándole importancia; Lee volteó hacia ella con seriedad y enseguida comenzó a asentir lentamente mientras le dedicaba una sonrisa juguetona

— muy bien, mi bella Mia, al parecer eres más lista de lo que creí, sin embargo no lo suficiente. Gracias a tu arrebato de celos, lograste que el parto de Annabelle se adelantara cuatro meses y ahora tendré que acelerar el proceso del Avatar nuevo — dijo mirando hacia la matriz

— ¿eso es malo? — preguntó Mia un tanto avergonzada

— por tu bien, espero que no — contestó él mirando nuevamente hacia él de manera amenazante

— ¿y qué hay de Christopher? — preguntó ella un tanto nerviosa por esa situación

— bueno, se acaba de enterar que es hechicero... supongo que tardará un rato en controlar sus poderes, así que no es ninguna amenaza... por ahora. — explicó Lee en un tono tranquilo mientras tomaba una gruesa cuchilla y comenzaba a cortar el cordón umbilical que unía a aquel cuerpo inerte de su nueva víctima al Avatar que se acababa de alimentar de él.

*/*/*/*

Dos semanas desde aquel día, dos semanas de una inquietante tranquilidad, Mia no se había manifestado en mucho desde que atacó a Anna y posteriormente a su hermano mellizo, los avatares de Julie y Dylan tampoco daban señales de vida Joe no volvió aparecerse más, ni siquiera para visitar a Anna al hospital, lo que para Darien aquello era un alivio, porque tampoco estaba dispuesto a verlo cerca de su nueva familia. Sin embargo Payton iba todo el tiempo, le encantaba llevarle regalos a la bebé y a Anna cada vez que iba y aunque ella decía que era regalos suyos, lo cierto era, que todos eran regalos que Joe le mandaba en secreto tanto a Anna como a la pequeña Emma, él prefería mantenerse al margen de todo eso, pero sin estar totalmente ausente y esa era su manera de decir "aun te amo, pero no quiero verte, ni a ti, ni a él". Tampoco había ido a la escuela a trabajar, simplemente se reportó enfermo y desde ese día no salía de su departamento, usando a Payton como mensajera tanto en la escuela, como con Anna, sólo que en el caso de esta última de una forma más escondida

La pequeña Emma seguía en el hospital con la visita constante de sus padres. Anna no podía cree que ya no estaba embarazada, que su niña ya estaba con ellos por fin y era el ser más hermoso que había visto en su vida, no podía dejar de compararla con un pequeño querubín; sin duda era una joven madre llena de felicidad. Por su parte Darien observaba a su pequeña con una felicidad que no se le quitaba con nada, sus grandes ojos azules brillaban aún más cuando estaba cerca de esa bebé.

Si bien la doctora que la trajo al mundo declaró, que pese haber nacido con treinta semanas de gestación, la pequeña era una bebé muy fuerte, tanto, que no se explicaba cómo era capaz de respirar por sí sola y su peso era cada día mejor, tanto era su asombro, que ya estaba considerando la posibilidad de dejarla ir a casa pronto

— bien, la pequeña respira por sí sola desde ya un tiempo, se está alimentando bien y tiene una mejor regulación de temperatura corporal, así que, si aumenta de peso de aquí a la próxima semana, podrán llevársela a casa — les anunció la doctora a la pareja. Anna se colgó al cuello de Darien y éste la abrazó con gran alegría

— ¿qué se puede esperar de una futura hechicera con el don de la curación? — comentó Darien una vez que la doctora los dejó asolas. Anna no dijo nada ante ese comentario, simplemente le sonrió mirándolo a los ojos y rodeaba el cuello a Darien con sus brazos, se puso de puntillas para besar a su novio en los labios

— Es un pequeño milagro — dijo ella

— Tal vez... un milagro mágico — respondió él. Ambos aun abrazados y con sus narices rozando una con la otra mientras se sonreían mutuamente — es nuestro hermoso milagrito mágico.

*/*/*/*

La noticia de que en el barrio El Bronx hubiese una gran cantidad de asesinatos, ya no era novedad... pues era algo habitual que en aquel bario se reunieran traficantes y pandilleros de alto nivel de violencia. Pero cuando comienza una gran ola de asesinatos, desapariciones inexplicables y cuerpos sin vidas de aparente muerte súbita, ya era sospechoso, en especial, porque las víctimas fatales siempre eran encontradas sin heridas mortales, sin marcas de asfixias o balas; eso si es novedad... novedoso, alarmante y perturbador y más si los cuerpos sólo tenían una característica llamativa, además de lo ya mencionado; no sólo era que parecieran haber muerto de manera inexplicable, todos los cuerpos tenían la boca y los ojos bien abiertos.

Ella era una chica morena de alta estatura y esbelta figura cual modelo de pasarela o de revistas de alta costura, sus ojos eran castaños y su ondulada cabellera también, tenía una hermosa piel luminosa y tostada. Representaba unos veintiséis años de edad, quizás menos; su atuendo, una diminuta blusa que lograba exponer su tonificado abdomen con mangas cortas y abombadas, unos jeans negros ajustado que se encargaba de resaltar aún más su esterilizada figura y torneadas piernas largas; también llevaba puestas unas cómodas zapatillas deportivas y unos calcetines bastante cortos de color blanco.

Era casi imposible creer que aquella descripción desentonara con la situación en la que se encontraba en ese momento, y no era que ella estuviese en problemas, más bien ella era el problema en sí.

Él era un chico joven y más alto que ella, de sobre peso y piel de color, nariz ancha, labios gruesos y cabello oscuro, expresivos ojos marrones y grandes manos masculinas. Su atuendo era digno de aquel lugar tan popular como lo es el barrio El Bronx; camiseta grande, pantalones holgados que colgaban en su cadera y una gorra negra con visera y el logo de NY en el medio, ésta cubría casi todo el ancho de su cabeza .

Y ahí estaban ambos, uno frente al otro; ella lo acorralaba como un depredador que acecha a su presa contra una muralla de cemento tapizada de grafitis y garabatos, que componía un sucio y mal oliente callejón de aquel hostil barrio. Lejos de defenderse, el chico simplemente temblaba incontrolablemente doblegándose ante esa chica que a simple vista parecía mas delicada e indefensa que él.

La razón era simple; aquel joven con sobre peso se encontraba en el lugar y momento equivocado cuando escogió aquel callejón como ruta para ir a casa luego de una larga tarde con sus amigos. Pudo haber escogido otro camino, pero esa vez decidió ir por ahí justo a tiempo para ser testigo ocular de un bizarro y casi surrealista acto criminal, al ver con sus propios ojos, como aquella chica despampanante y de aura sensualmente salvaje a su alrededor; acababa con la vida de una mujer tan sólo usando el tacto de sus largas y finas manos femeninas. El joven aterrado vio como aquella exuberante morena presionaba con fuerza las sienes de esa mujer y ésta a su vez dejaba escapar de sus ojos y boca un fuerte destello blanco apagando incluso el grito de dolor que intentaba liberar. Él al ver esa imagen que tal parecía ser una película de terror o ciencia-ficción, quiso huir de inmediato, pero con los nervios también se hizo presente la torpeza y al intentar correr hacia el lado contrario, el pobre muchacho chocó contra un gran tarro de basura al que pasó a tirar provocando un estrepitoso ruido que llamó la atención de la avatar, quien no tardó en ir por él y acorralarlo contra esa muralla mientras lo miraba fijamente relamiéndose los labios, era como sí el hambre no se le hubiese quitado, su primera víctima no le fue suficiente y aquel chico estaba ahí para ser el plato fuerte... o quizás postre.

— Debe ser ella — dijo un chico al final del callejón. Éste era un joven alto, delgado de cabello rubio rizado y ojos tan claros como el azul del cielo, labios ligeramente gruesos y una nariz respingada. Vestía con una camiseta sin mangas de color negra, pantalones de cuero ajustados también negros, botas del mismo color y un abrigo de color oscuro que le llegaba hasta las rodillas. En su brazo derecho, desde el pliegue del codo hasta la muñeca tenía tatuado el símbolo de su aquelarre: Zodiac, un dibujo representado con el planeta tierra rodeado de estrellas formando de manera simbólica los signos zodiacales. También tenía un tatuado en la parte frontal de su cuello justo arriba de su manzana de Adán y parte del esternón ; un dibujo de dos personas tomados de la mano.

En su brazo izquierdo llevaba puesta una muñequera de cuero deshilachada y en la hebilla de su pantalón, en lugar de cinturón tenia puesta una gruesa cadena.

La avatar se dio vuelta al oír aquella voz, olvidándose por un momento de su presa. Lentamente lo fue soltando y comenzó a caminar hasta el recién llegado, pero se detuvo de golpe cuando apareció una segunda persona, quien se instaló justo al lado de su compañero. Entre tanto, el joven que la avatar intentaba poseer , quiso huir pero con lo aterrado que estaba, sus piernas no le respondían y no le quedó más remedio que quedarse ahí pegado a la pared mientras observaba de reojos la reacción de esa extraña mujer morena al ver a ese par de individuos

— Sí, es ella — dijo la chica: era rubia joven de aspecto rudo. Sus ojos eran celestes, labios gruesos nariz pequeña y cejas finas y estilizada. Su piel era clara pero ligeramente tostada, sus mejillas rosadas y un cuerpo bastante curvilíneo. Su atuendo era unos jeans gastados de color negro, una camiseta corta y una chaqueta de cuero negra y brillante arremangada hasta los codos; también se le podía ver el tatuaje que aquel rubio llevaba en su cuello, pero ella en vez de llevarlo en esa parte de su cuerpo, lo llevaba en su brazo derecho, también en la misma zona, desde el pliegue del codo hasta la muñeca. Calzaba botas largas y en sus delgadas manos se enfundaba guantes de cuero de dedos cortos. Con ese aspecto, Cualquiera que viese a ese par de gemelos rubios , dirían que parecían dos caza vampiros o algo parecido

— O al menos eso cree el líder de Elementis— añadió la chica

— así es — terció alguien mientras se abría paso entre los dos rubios con pinta de cazadores — es una avatar... como yo — dijo Jared dirigiéndose con la mirada a la chica que los observaba con ojos de acecina— ¿ qué número eres, linda? — Comenzó a decir el avatar mientras caminaba lentamente alrededor de ella — ¿N° 31, 32...o? Ah, no... Verdad, yo fui el último avatar que llevaría un Número ¿no? ¿Cómo te llama Lee entonces?— la chica ni se inmutaba, simplemente seguía con la mirada los movimientos de Jared

— ¿quiénes son? — Preguntó ella

— Yo soy Britt— respondió la rubia

— Y yo Toby — contestó el chico de rizos dorados haciendo un gesto con la mano llevándose los dedos a su frente y luego saludando rápidamente

— y yo soy Jared, el Avatar N° 30... Sí, soy como tú... en cierto modo — contestó el Avatar sonriendo de lado

— Estaba a la mitad de algo realmente importante cuando me interrumpieron — dijo la avatar cruzándose de brazos

— ah, si... lo sabemos, pero no vas a necesitar mas energía vital cuando acabemos contigo — dijo Jared como sí le quitara importancia al hecho de que la chica avatar estaba a punto de atacar a un inocente. Luego él miró de reojo al asustado chico que seguía contra la pared — dame un momento — añadió como si se excusara para ir al baño. Se acercó al muchacho de una manera tan intimidante que éste, no sólo temblaba de manera violenta, también comenzó a sudar a grandes cantidades — mírame a los ojos — el asustado chico hizo lo contrario — mírame — insistió Jared sosteniendo bruscamente el rostro del muchacho— dime tu nombre— ordenó el avatar , quien en realidad en ese mismo segundo cambió de lugar con Darien, pues si bien ambos podían persuadir a la gente, aquel poder era más fuerte en el hechicero, que en el avatar

— I... Ivan — tartamudeó el muchacho

— bien, Ivan... relájate , no tengas miedo — continuó el hechicero en un tono suave , aterciopelado como era habitual en él pero al mismo tiempo, imperativo. De inmediato Ivan comenzó a sentirse más ligero, sus músculos se relajaron y dejó de temblar — perfecto... ahora, pon atención, tú no viste nada, pasaste por aquí y seguiste tu camino

— Pasé por aquí... y seguí mi camino — repitió Ivan con una voz más calmada y casi sin expresión en su tono

— Exactamente — afirmó Darien sonriendo — ahora vete de aquí — soltó el rostro del muchacho lentamente sin quitarle la mirada de encima hasta que lo liberó por completo y éste se fue caminando como sí nunca hubiese pasado nada. Enseguida Darien nuevamente le cedió su lugar a Jared y caminó una vez más hacia la chica avatar

— ¿qué hiciste? ¡Él era mío! — espetó la morena sin demostrar gran enfado

— ya te lo dije, no necesitará mas energía vital

— Pero moriré — susurró ella

— tal vez... tal vez no — replicó Jared — pero cambiando un poco de tema ¿ no se supone que no debes consumir toda la energía de tus victimas y además debes llevar los cuerpos al laboratorio

— pues... no se me dan dejarlos vivos, ellos me ruegan que los maten y yo no puedo dejarlos sufrir — respondió ella encogiéndose de hombros

— pues, tus actos de piedad están levantando sospechas— contestó Britt en un tono sarcástico

« Probablemente su progenitora era de buen corazón y alma pura» — acotó Darien dentro de la mente de Jared

« y ahora que lo dices, creo reconocerla» — contestó Jared, también mentalmente, enseguida volvió a mirar a la chica y entre cerró los ojos — te reconozco... más bien tu cuerpo... tú eres mi primera víctima, la avatar que Lee creó después de mi Alexiz Moor

— sí, así se llamaba mi progenitora... me lo dijo antes de morir

« Pobre chica... no se merecía esto» — comentó Darien

— terminemos de una vez por todas con esto ¿sí? — apremió Toby bastante impaciente mientras rodeaba los ojos

— sí, tienes razón, hagamozlo — dijo Jared — ya habrá tiempo para explicar todo... Britt, es tu turno.

La rubia sonrió complacida y acercándose a la avatar a cierta distancia, mientras alzaba las manos hacia el frente con las palmas mirando hacia arriba, un extraño vapor salió de éstas; eran delgadas ondulaciones blancas y semi trasparentes que se entrelazaban una con otras formando cadenas que crecían a medida que avanzaban hasta la avatar Alexiz, quien muy pronto comenzó a sentir que dichas cadenas vaporosas comenzaban a atarla e inmovilizarlas

— ¿qué...? ¿Qué es esto? — quiso saber Alexiz forcejeando

— cadenas de vapor — contestó Britt — para que no te muevas, no las subestimes, son más poderosas que las de metal ... ah y por cierto, cuando te digo que es para que no te muevas, es literal porque mientras mas forcejeas, mas apretadas son... sí quieres circulación en tu cuerpo, es mejor que te quedes tranquila

— ¿por qué? ¿Por qué hacen esto? — cuestionó la morena sin dejar de forcejear

— te reformaremos — contestó Toby de manera cortante mientras daba un paso hacia ella y avanzaba hasta caminar a su lado y darle la espalda, como si estuviese analizando el lugar en donde se encontraban parados mientras fruncía la nariz y los labios con desagrado

— ¿reformarme? No entiendo ¿qué quieres decir con reformarme? ¡Estoy bien así como soy!

— veras, tu comportamiento es inaceptable entre los mortales y los hechicero— dijo Jared mientras le acariciaba la mejilla a la avatar de la misma forma que él lo hizo esa vez en el bosque cuando la Alexiz humana y su difunto novio Paul fueron atacados por un salvaje y descontrolado Jared, quien en ese entonces aún era N°30— tranquila, no dolerá... no tanto — le guiñó un ojo y le sonrió de lado.

Toby abrió un portal en el que fue el primero en pasar llegando así al bosque de Queens Giant.

— camina ya — le ordenó Britt a la avatar, esta vaciló un poco y la rubia hechicera le dio un brusco empujón — ¿ qué esperas, no tenemos todo el día — insistió resaltando mas la rudeza que le caracterizaba. La avatar dio torpes pasos hasta el portal y lo cruzó sin entender nada al verse de pronto en un frondoso bosque, cuando segundos antes estaba en un apestoso callejón. Enseguida cruzó Britt y tras ella Jared cerrándose de esa forma aquel portal luminoso que de pronto se encendió en aquel callejón oscuro y al desaparecer aquel circulo destellante, dejo el lugar en absoluta oscuridad y desolación.


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