Capitulo 20 Abismo
Darien frenó su coche patinando en el pavimento haciendo chillar las ruedas a ras del suelo. Con rapidez se bajó del auto y abrió la puerta del copiloto para tomar a Anna en brazos, ella seguía vomitando rojo, manchando toda su ropa y Darien angustiado se preguntaba que era aquello que ella expulsaba de su cuerpo. En ese momento, la frente de Anna estaba perlada de sudor indicando que la fiebre que poco a poco subía su calor corporal iba en aumento acompañada de violentas convulsiones.
— Ve a mi despacho — le ordenó Darien a Molly quien sigue a su hermano hasta la habitación. Él por su parte, acostaba a Anna en la cama y le quitaba la ropa mientras hablaba con la hechicera diciendo cada palabra y oración de manera atropelladora y agitada — busca en mis grimorios que clase de poción es la que la dejó así, debe haber un antídoto
— ¡E...está bien! — respondió ella cruzando la puerta de la habitación para salir a toda prisa, y un tanto nerviosa; ella se sentía algo culpable porque todo esto pasó estando a su cuidado , Molly tuvo varias visiones previas mostrándole aquel momento casi fatídico pero al no ser capaz de distinguir qué fue lo que pasó, no supo cómo llevarlo, ni cómo reaccionar por lo que prefirió quedarse con la duda, pues pensó que quizás se trataba de alguna mala pasada gracias al alcohol que vivió, después de todo, no era la primera vez que un poco de borrachera le jugaba malas pasadas con sus visiones del futuro. También se reprochaba aquella actitud, pensando que sí le hubiese dicho lo que vio, Anna ahora estaría bien, pero es que ni siquiera vio con exactitud lo que dañó a la pobre mortal, todo fue tan confuso y rápido, tanto para la joven hechicera como para Anna.
— ¡ah, Molly, espera!— la detuvo su hermano antes de que ella desapareciera totalmente por la puerta — y sí no encuentras nada entre los grimorios de mis despacho, ve a la casa de papá y mamá y busca los grimorios que dejé en mi antigua habitación — añadió Darien
— está bien... ¿ qué harás tú?
— trataré de bajar su fiebre con magia, dudo que pueda hacerlo de manera normal ... ¡ahora ve, ve! — apremió Darien a su hermana. Ella finalmente desapareció por la puerta y corrió al despacho de su hermano dirigiéndose directo a las grandes bibliotecas de aquella habitación repletos de libros con aspectos avejentados y gastados. Molly tomó el primero y se sentó de tras del escritorio para comenzar a ojear rápidamente el índice con la listas de pociones y para que servían.
Entre tanto, Darie, se sentó junto a Anna quien no paraba de temblar de manera violenta, sus temblores era tan fuerte que llegaba a saltar sobre la cama; afortunadamente había dejado de vomitar, pero las alucinaciones eran aún muy fuertes y realistas. Estaba balbucear casi sin timbre en su voz, sin embargo, Darien podía oírla claramente, pero lo que no lograba comprender, es que quería decir con eso
— mi bebé... me la quieren quitar... Sal... Sálvala
— ¿qué dices? — preguntó el hechicero preocupado
— «Puedo sentir su dolor»— dijo el Avatar Jared
— «Lo sé, yo también» — respondió Darien
— Tengo miedo, Darien, tengo miedo de caer — continuó ella
— «No podemos ayudarla » — dijo el Avatar Jared sin inmutarse, pero extrañamente, con un dejo de preocupación que nunca habia sentido antes
—Sí, sí podemos— respondió Darien en voz alta. Enseguida se acercó más a ella, inclinándose a su rostro, puso sus manos sobre las sienes de la muchacha lentamente, como sí acariciara su cabello; y pegó su frente a la de ella. Podía sentir su débil respiración y el lento palpitar de su corazón, Anna se estaba muriendo y Darien no sabía cómo ayudarla al menos que supiese lo que pasaba por su mente.
— muéstrame, Anna, muéstrame tu mente, amor — suplicó en un susurro.
Entonces lo pudo ver por un breve segundo, como sí se tratase de un sueño. Anna estaba al borde de lo que parecía un precipicio o un abismo, Darien la veia en tercera persona, como sí quisiera alcanzarla para evitar que cayera
— « tengo miedo de caer, Darien»— dijo ella en esa alucinación que también compartía con Darien
— «no te dejaré» — dijo él tendiendo su mano — « sólo afírmate de mi y te sostendré»
Anna estaba a punto de tomar la mano de Darien, pero entonces, aparecieron tres personas mas parandose junto a Darien, la primera, era el Avatar Jared quien la miraba inexprecibamente como sí esperara algo de ella, la segunda era el hechicero Lee a quien nunca habia visto en su vida pero por la sonrisa sarcástica y perturbadora, supo de inmediato, que él no podía ser una buena persona, y la tercera, era Mia, a quien tampoco veia en su vida, pero por alguna razón supo quién era. Vestía de negro como siempre y en sus brazos llevaba un bulto que quizas se trataba de un bebé. Anna horrorizada desistió de la idea de tomar la mano de su novio y en vez de avanzar hacia Darien, retrocedió cayendo de ese modo al vacio de aquel abismo.
Darien volvió en si irguiendo su cabeza un tanto frustrado, pues Anna había cerrado su mente una vez más como autodefensa. Se puso de pie un momento, caminó de un lado a otro con las manos en sus caderas sin levantar la mirada y entonces, volvió a sentarse soltando un gran suspiro para volverlo a intentar.
En general, muchos hechiceros tienen la capacidad de entrar en la mente de la gente (muchos, pero no todos) con el fin de leerla o modificar sus recuerdos. Algunos hechiceros lo hacen sólo para torturar psicológicamente a sus víctimas o enemigos provocándoles alucinaciones o falsos recuerdos. Darien podía hacerlo, podía entrar a la mentes ajenas pues al tener el don de la persuasión él era capaz de manipular desde lo profundo de la mentalidad humana, era de ese modo que torturaba a la gente para que Lee creara sus Avatares en el tiempo en el que él trabajaba para el hechicero científico. Sólo que con Anna siempre le ha costado más que a cualquier persona, comparaba aquello como el intento fallido por leer un diario de vida cerrado con candado. La mente de Anna era difícil de manipular, siempre lo ha sido desde el primer momento que lo intentó, mas no ha sido imposible, Darien se ha tenido que esforzar mucho para poder usar aquel don en su propia novia.
No estaba seguro sí en ese momento lograría poder penetrar en los pensamientos Anna , pero tenía que lograrlo, ya que era la única forma de ver que es lo que le estaba haciendo tanto daño. Hasta ahora, sólo tenía piezas sueltas, que tenían que ver con su hija , Lee, el Avatar Jared y Mia, la nueva asistente del anciano hechicero.
— déjame ayudarte, amor... abre tu mente para mi... abre tu mente, no temas — le susurró volviendo a su antigua posición antes de que Anna cayera a ese vacío oscuro
Anna despertó sobre un frio y duro suelo negro, sin saber donde estaba exactamente, se encontraba tendida de espalda; y sus ojos que lentamente trataban de acostumbrarse a esa negra oscuridad comenzaron abrirse poco a poco. Se enderezó lentamente apoyándose sobre sus codos. Enseguida se mantuvo sentada sobre el suelo y una vez que pudo mantenerse estable, ella logró ponerse de pie, miró a su alrededor, pero aquel espacio vacío era tan oscuro que ella no era capaz de distinguir que era techo, pared o suelo, de pronto notó que aquel lugar estaba en claro oscuro, pero la única rasó de aquello, era...ella misma; ella irradiaba una luz blanca que provenía desde su ser, una luz pura y blanca que contractaba con aquel fondo sin principio ni final.
Confundida intentó inútilmente encontrar una luz que le indicara el camino de salida, pero lo único que pudo notar era, que se podía ver a sí misma, podía ver sus brazos, sus manos, su atuendo. Su atuendo que la hacia ver como un ángel con aquel vestido blanco de tela vaporosa, largo hasta las canillas en la parte delantera, mientras que por dé tras éste era más largo con una cola corta que se arrastraba hasta el piso, no tenia mangas y se ajustaba perfectamente a su delicada figura.
La angustia comenzó a invadirla haciendo reaccionar su cuerpo con fuertes escalofríos. Su instinto maternal la obligó a llevarse una mano a su vientre y con horror descubrió que éste lo tenía absolutamente plano. En su interior ya no sentía los movimientos de su bebé. Entonces bajó la mirada y se dio cuenta que entre sus piernas sangraba abundantemente, lo extraño era, que no le dolía, pero ella estaba aterrada, su vestido blanco brillante tenía una enorme mancha escarlata. Muy pronto, sintió que ya no tenía fuerzas para sostenerse en pie y sus piernas temblaron cual gelatina antes de derrumbarse y caer de rodillas al suelo; llorando desconsoladamente, gracias a la angustia que súbitamente comenzó a invadir su pecho dejándola casi sin respirar.
Sintiéndose vacía, ella se abraza así misma cruzando sus brazos a la altura de su vientre, doblándose por la cintura hasta topar su nariz con su regazo mientras humedecía aquel vestido con las gruesas lagrimas que derramaba de una tristeza que se apoderó de todo su cuerpo, su alma y su mente. En aquel momento ella, se trasformó en el miedo que sentía, el dolor, la desesperanza. Anna era la propia locura.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top