T R E I N T A Y S I E T E

—Es como que nadie me toma en serio, Adam —concluyo, tras contarle la sorpresa que me llevé el martes con Dylan.

—Eso suele pasarle a la gente de corazón noble.

—Eso no ayuda.

—La verdad no siempre ayuda, Carito. Te diré: ¿sabes por qué la gente que solía ser buena ahora es no tan buena? Eso no pasa porque sí, Carito, la gente pierde su gen de la bondad cuando pasan por encima de ellos.

—Según esa lógica, debo volverme una mala persona con todo el mundo, a ver si así dejan de verme como una alfombra.

—No tan así, pero sí. Te lo demostraré: ¿le dijiste algo a Dylan luego de que te presentó a su novia? —Niego muy suavemente con la cabeza, entendiendo a lo que se refiere—. ¿Ves, hija? Si tú no haces escuchar tu voz cuando quieren acallarla, simplemente lo seguirán haciendo.

—No me nace ser mala persona, lo siento.

—No lo sientas, esa es tu mejor virtud; pero debes aprender a convertir eso en una fortaleza también.

Solamente en la cabeza de Dylan es posible que su plan funcione; hacerme ver como su novia estos seis meses mientras termina su carrera y luego poder irse con Melinda como si la vida fuera perfecta, solo puede lucir como un plan de vida genial ante él y aparentemente ante la chica que dice amarlo tanto.

Mirándolo desde cierto punto de vista es una noción bastante romántica, lamentablemente no desde mi punto de vista. Yo lo veo de la siguiente manera: Dylan últimamente me ha tratado dentro lo que cabe bien y de no ser por mi enredo emocional con Luka, podría haberme fijado en él; si pasaban seis meses de "relación" con él, posiblemente me habría enamorado, cuando mi compañía dejara de ser útil Dylan me habría contado todo, terminaría conmigo, mi mamá se molestaría (porque en ese caso hipotético yo seguiría bajo su techo), yo hubiera terminado con el corazón roto y con una madre que me despreciaría más de lo que ya lo hace. ¿Cómo, desde cualquier punto de vista, es eso justo para mí?

No es la primera vez que Adam me dice eso de que mi propia bondad es mi enemiga, sin embargo, nunca había tenido un caso de estos en donde literalmente fui la alfombra de alguien, en este caso Dylan; y de paso, tras irme de la encantadora reunión con la parejita feliz, la idea de que la amabilidad y generosidad de Andy eran por y para beneficio de Dylan y no por mérito mío me molestó. 

—No sé cómo hacer eso —confieso a Adam—. No sé cómo hacer nada, Abue. No tengo a nadie que me haga ver cuando barren el piso conmigo y a veces soy demasiado ciega para notarlo. 

—Eres ingenua, hija y eso no está mal —dice. Entrecierro ambos ojos esperando alguna explicación más pero no continúa.

—Claro que está mal. ¿No has escuchado todo lo que te he dicho?

—He escuchado cada palabra y honestamente eres igual a mí a los veinte años. —Su semblante carga un poco de añoranza por un instante, posiblemente recordando a alguien especial—. Quizás yo era más ingenuo; cuando eres joven quieres creer que todo es posible. A los diez años crees en el poder de las hadas, a los quince en las promesas de los chicos, a los veinte en el amor desenfrenado y de ahí en adelante empiezas a ver la verdad y elegir en qué y en quién creer. 

Había estado encerrada en mi hogar desde que tengo consciencia y apenas hace unas semanas cuando el nido me quedó grande, empecé a ver algunas verdades, unas cuantas realidades y a encontrar el verdadero valor de algunas cosas; la verdad... eso, "la verdad" es un verdadero asco. Siempre nos venden que la honestidad es lo que más vale, lo que debemos vivir y esperar de los demás pero entonces cuando pasa preferirías volver a donde los engaños eran más interesantes y hacían que todo doliera menos. 

Hablar con Adam es como una sesión de psicología pero de las que no cobran y siempre que salgo de una de nuestras charlas, salgo con una duda existencial más y cuestionándome mi actuar ante las situaciones que enfrento.

Ya de camino a casa y con los pensamientos más despejados, me siento como estúpida de no haberle reclamado a Dylan, al menos decirle lo que pensaba, siempre en mi afán de ver lo bueno de la vida ignoro lo que me lastima, como esto. Estaba de cierto modo ensimismada y enternecida por la historia de amor de Melinda y Dylan que no me tomé la molestia de defender la dignidad que sin que yo me diera cuenta me estaba quitando. Tampoco accedí a seguir "saliendo" con él, en realidad ni siquiera lo miré, solamente me despedí de forma general de los tres y me fui sin dar lugar a que me sacaran más conversación.

Al llegar a mi puerta encuentro una cajita con un moño verde encima en el suelo frente a esta; miro en ambas direcciones mas no hay nadie, solo se oyen los ladridos de Luna al otro lado de la puerta. Me agacho un poco y miro la tarjetica que trae: «Para Cinthya». 

Y es así como mis humores cambian tan de repente pasando de la rabia a la emoción; no suelo recibir muchísimos regalos y mi cumpleaños ya pasó pero bueno... Introduzco la llave en la cerradura y nada más abrir Luna se pone en dos patas apoyándose en mi cintura, pues ya está más alta.

—¡Hola, Luna! —La perrita gimotea como si no me hubiera visto en meses y empujándola un poco, entro, moviendo la cajita con el pie hasta que queda adentro también—. ¡Mira! Nos trajeron algo.

Me siento sobre la cama y destapo la caja, Luna mete su nariz de inmediato y revuelca los ¿algodones de embalaje? La caja está llena de ellos, de esos que conservan las cosas delicadas en los envíos. Cuando Luna acaba de explorar y saca el hocico meto yo la mano y saco un...¿walkie talkie?

No veía uno desde que era niña y uno de los vecinos tenía dos; me prestaba uno ocasionalmente y cuando mi madre no estaba nos separábamos dos o tres metros para ver qué tanto alcance tenían.

El que tengo en mis manos es amarillo y con una pequeña antena, le doy vuelta mirándolo en todos los ángulos y de repente suena el crujido de una trasmisión aunque nadie dice nada. Tras unos segundos, escucho su voz.

—No sé si me ignoras las llamadas a propósito o no así que no se me ocurrió qué más hacer, cambio.

Una mueca que mezcla la sorpresa, una sonrisa y un sonrojo adorna mi cara y agradezco que solo esté Luna para verlo. No respondo sin saber muy bien qué decir, Luna ladra y entonces la voz habla de nuevo:

—Vamos, no puedes ignorarme por siempre, cambio.

Como si Luna también esperara mi respuesta se calla completamente y tras dudar unos segundos, oprimo el botón para contestar.

—Tienes razón, Theo, no puedo. Cambio.

—Espero que este método de contacto no te haga pensar que soy un loco acosador, porque no lo soy, cambio.

—Es poco convencional, eso te lo acepto, cambio.

—Seré directo, Cinthya, cambio.

—Primero yo... lamento muchísimo haberte ignorado, tienes razón, lo he hecho deliberadamente, es solo que no sabes la vergüenza que tengo contigo, cambio.

No hay mayor muestra de inmadurez de ignorar a una persona luego de haber dormido con ella y eso lo sé pero creo que ya ha quedado claro que no tomo las mejores decisiones en cuanto a nada y que mi destino en la vida es cagarla cuanto más se pueda. 

De acuerdo, Cinthya te voy a decir algo que normalmente me haría sonar como un idiota total pero creo que contigo la sinceridad se me da mejor: no me gustas, ¿de acuerdo? Sí, estaba ebrio y dicen que un hombre ebrio no sabe ni dónde la mete pero eso no quiere decir que trate a las chicas como basura y solo me pierda después de que pase... lo que pasó, cambio.

Escucharlo de esa manera lo hace más real y más me avergüenzo de lo que sucedió; bien, yo sé que el sexo es parte de la vida, de la juventud, del licor y a veces de las malas decisiones pero aun así jamás pensé que yo, siendo yo, pudiera meter la pata de esa manera; dejar que todo recuerdo de mi primera vez se redujera a una botella de whisky me decepcionó totalmente de mí y tengo esa sensación de que todo el que escuche mi relato o se entere por cualquier medio va a pensar mal de mí y se decepcionará de igual forma. 

Desde que te conocí te he dicho que me pareces una buena persona y no quiero herirte, no quiero justificar lo que sucedió con mi reciente dilema amoroso pero tampoco me veo diciéndote que sí, que te quiero y que deseo que seamos algo más. ¿Me odias?, cambio.

La garganta se me ha secado de repente y debo tragar saliva para intentar responder.

—No te odio. No me gustas, Theo..., cambio.

—Entonces dime por qué me ignoras, cambio.

—Bien, te lo diré: no quiero que pienses que soy de esas chicas que andan de boca en boca o de cama en cama... jamás me había pasado eso y yo... no quiero que te hagas una imagen mía que no es, no quiero que me veas y recuerdes esa noche y simplemente... es complicado, Theo... no sé qué más decirte, cambio.

—Te propongo algo: nunca mencionemos lo que sucedió, ¿de acuerdo? Nada pasó y si por azares de la vida alguien preguntara, lo negamos todo, cambio.

—Aun así es vergonzoso mirarte, cambio.

¿Y si te digo algo vergonzoso de mí para que no te sientas tan mal?, cambio.

Sonrío al aparato y al ver mi cambio drástico de expresión y cambio de postura, Luna se sobresalta y empieza a batir su cola. 

—No lo sé, cambio.

Te confesaré el motivo de mi insistencia, Cinthya, verás, había estado con mi ex desde el colegio prácticamente y ella era básicamente el centro de todo en mi vida, para todo la buscaba a ella, lo que implica que no andaba mucho con amigos y luego de que termináramos me quedé solo. Entonces llegaste tú y a tu peculiar manera me ofreciste tu amistad aunque yo estuve insufrible; eres una amiga, ¿sí? En ti puedo confiar y no quiero que dejes de hablarme por un simplísimo error que cualquiera puede cometer, cambio.

La historia de Theo y su ex la he ido armando de a poco con los míseros retazos que él quiere darme porque no he querido preguntar tan imprudentemente, además, creo que solo con saber que justo ahora esa chica está embarazada de otro y que además es familiar de él, es suficiente para saber que ese tema tiene mucho drama y que no planeo meterme en él. Si bien hay una pequeñísima e irracional parte de mí que se siente ofendida por el hecho de llamar mi primera vez como un "simplísimo error", Theo me está ofreciendo una muy buena solución al asunto. 

—Dime tu cosa vergonzosa, cambio —digo, aunque mi tono ya deja en claro que acepto a su "propuesta".

—¿No te has preguntado mi nombre completo? Cambio.

—Supuse que Theodore o solo Theo y tu apellido que creo que tu hermana lo mencionó pero no recuerdo, cambio.

—Casi, es Theodoro, pero es el segundo nombre el que me perseguirá hasta el día de mi muerte como el más feo; no lo cambio porque era el nombre de mi abuelito y significaba mucho para mi padre, pero por Dios, es horrible, cambio.

—¿Cómo se llamaba tu abuelo, cambio?

Jacinto. —El tono de resignación que usa casi me deja imaginar la vergüenza en su rostro y no puedo más sino reír, agradeciendo que mientras él no diga "cambio" no puede oírme, pero no lo dice, en lugar de eso habla de nuevo—. Fingiremos que lo que sucedió desde el sábado hasta esta conversación no existió; no hay cambios ni devoluciones. Cambio y fuera.


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