T R E I N T A Y S E I S
El insistente olor a papas fritas en el aire me tiene tan mareada como es posible a pesar de que he vivido con ese olor los últimos dos meses. Andy tiene su planilla en la mano y línea a línea va repasando conmigo el inventario. Sus ojos negros apenas se mueven de los papeles a mí ocasionalmente aunque ahora, deja de nombrar los productos y se queda observándome.
—Hey, ¿te sientes mal? —Usa su mismo tono desinteresado de siempre, como si no le importara en realidad y es que puede que no le importe.
—¿Me veo mal? —inquiero, sin levantar mucho la vista.
—Físicamente, no —responde—, por otro lado, tu actitud... estás muy dispersa.
—Lo siento.
—No te estoy regañando, solo te pregunto cómo estás.
—Estoy bien, Andy. Solo eso... estoy distraída.
Andy se encoge de hombros y vuelve sus ojos a la planilla sin prestar mayor atención. Hago lo mismo desviando la mirada, excusando que voy a ir al baño.
Es cierto que he estado bastante distraída, muchísimo y todo es mi culpa. Siento que con los recientes eventos del fin de semana compliqué mi vida, e innecesariamente. Sabía que iba a pasar en algún momento de mi vida pero aún así, perder la virginidad estando completamente ebria y sin ser dueña de mí, me decepcionó un poco. No es que considere que es demasiado importante pero sí hubiera preferido que fuese en mis cinco sentidos y con alguien con quien tuviera muchas más confianza que con Theo.
Pues nada... errores se cometen y ya qué, aunque sí se complica todo. No soy capaz de mirar a Theo a los ojos y ya me estaba agradando como buen amigo. Me llamó ayer y el domingo también y simplemente dejé pasar la llamada. Sé que yo no le gusto ni él me gusta a mí, solo fue un desliz... él estaba furioso con su ex y yo triste por Luka y había whisky y soledad y... pasó. Lo peor del asunto es que no recuerdo mucho, de hecho casi nada.
Recuerdo que Theo puso música luego de que llegué a su apartamento y bebimos la primera copa. Luego conectó su teléfono al televisor y puso karaoke de rock que yo casi no pude seguir pero él cantaba mucho y yo reía mucho. Ya estábamos ebrios para ese momento. Entonces sonó una canción que me gustaba y la cantamos juntos, tan desafinados como fuerte. Luego bebí más y él hizo lo mismo. Volvimos al sofá y él comenzó a contarme cosas de su ex, no recuerdo mucho de eso. Yo le dije de Luka y de lo mucho que me gustaba, que creía haberme enamorado de él y que me dolía verlo con su hermana.
De repente lo estaba besando, luego apuramos las dos botellas empezadas hasta que acabaron y bailamos dos canciones sin ton ni son. Y nos besamos de nuevo y... hasta ahí llegan medio claros mis recuerdos. Lo siguiente fue la luz del sol y el dolor de cabeza y la cama de Theo y la poca ropa que teníamos bajo las cobijas. Luego la vergüenza con él, conmigo, con todos.
Y después Luka. Dios, Luka. No sé ni qué hora era o qué hacía él ahí visitando a Theo pero ahí estaba y fue horrible verlo y que me encontrara con ese aspecto de pasar la noche con un chico y luego caminar frente a él tratando de mantener el orgullo a flote. No sé qué pudo pensar de mí aunque por lógica, supongo que sus pensamientos no se alejaron mucho de la realidad.
No lo he visto desde el infortunado domingo; ayer lunes Mateo fue por la casi noche a despedirse pero fue solo y no fui capaz de preguntarle por su hermano. A Theo... espero no verlo por ahora y dentro de un futuro cercano. No deseo que piense que soy una maldita o que ando de boca en boca o de cama en cama y luego me desaparezco. Nada más lejos de la realidad pero mi grado de vergüenza con él es extremo.
Salgo del baño tras intentar componer una expresión más de este planeta y me dirijo a mi lugar, tras la caja. Bebo un poco de mi agua bajo el mostrador y un cliente al que tampoco deseo ver, asoma por la puerta y camina hasta mí.
—Bienvenido a BurgerBoy —saludo.
—Hola, Cinthya. —Dylan levanta una de sus manos y menea sus dedos; me sonríe sin tensión como normalmente lo hace, quien lo vea bien puede decir que es un amigo de años—. ¿Cómo estás?
—Bien, supongo. Trabajando y ocupada —asevero. Dylan voltea su rostro hacia atrás y examina el local de lado a lado. No hay sino un cliente en una mesa alejada. Vuelve sus ojos a mí y eleva una de sus cejas—. Bien, no tan ocupada.
—Te traje algo —anuncia. Le sonrío en cortesía y saca un talonario de su bolsillo. Me lo tiende—. Trabajo en una heladería en el Oasis y me dan esos bonos mensuales. Jamás los uso y se pierden pero quizás te sirvan; se pueden usar en los supermercados de Oasis y de otros tres centros comerciales. Ahí atrás dice dónde.
Observo los bonos por los lados y son buenos, son de un buen monto y sinceramente sí pueden servirme. Un lugarcito remoto de mi mente siente que Dylan está haciendo caridad conmigo pero he aprendido a ser agradecida y esto realmente es una ayuda.
—Gracias, Dylan. —Dylan se encoge de hombros con indiferencia, me examina por un par de segundos y repite su primera pregunta—. ¿Cómo estás? Me refiero a... todo. ¿Cómo estás?
—No es tan fácil, si soy sincera. Pero tampoco imposible —confieso—. Han sido dos semanas diferentes pero me voy acostumbrando.
—¿Has pensado en lo... lo que te pedí? —pregunta titubeando.
—Si te digo la verdad, no. He tenido... mucho en la cabeza y no he pensado mucho en eso.
—Cinthya, te necesito. —Un brillo de súplica brilla en sus dos pupilas oscuras. Pone sus manos en el mostrador, acercándose un poco a mí—. Solo necesito que estés conmigo un par de meses más. Solo ve conmigo a donde mis padres un par de veces y será suficiente. Les he dicho que no terminamos, que solamente te estás acomodando viviendo sola y por eso no has ido a la iglesia.
—Dudo mucho que tus padres tengan buena impresión de mí en este momento.
—Te voy a contar algo, Cinthya y espero no te enojes —dice—. Te dije antes que eras de quién mis padres no dudaban su virtud y por eso te apreciaban, y es cierto pero el motivo por el que no había ido antes a pedir compromiso contigo es por tus padres.
Presto más atención y al ver que guarda silencio, insisto.
—No entiendo.
—La gente en la iglesia habla, eso ya lo sabes. Tu familia no tiene la mejor de las reputaciones; a pesar de los intentos de tu madre por parecer perfecta, nadie la tiene en el mejor de los conceptos. Tu madre es anticuada, injusta, manipuladora y todos saben que es mala contigo porque siempre te maneja con un dedo.
—Nosotros nunca escuchamos nada de eso —exclamo, algo sorprendida por su confesión.
—Claro que no, Cinthya. Pero así es. Cuando mi familia o cualquier familia se refiere a tu virtud, no solo se refieren a... ya sabes, sino a la pureza de tu alma, de la bondad que hay en ti. Todos saben que ayudas a los demás, que estás estudiando en universidad y que quieres salir adelante, más aún admiran todos los años que estuviste con tu madre aguantando tanta mierda. Muchos hablan de ti ahora, es cierto, pero piensan que eres valiente y que vales más por tu coraje que por haberte ido como tal. Te admiran, Cinthya.
Realmente dudo que alguien pueda admirar lo perdida que estoy en la vida y mi falta de plan para el futuro, sin embargo, es lindo que alguien te diga eso.
—¿Y que hay de ti, Dylan?
—¿De mí de qué?
—Dices que me necesitas como novia. Decías eso hace unas semanas, pero no me dices por qué. ¿Qué ocultas que me necesitas a mí de fachada?
Su actitud inmediatamente cambia a una de hombros caídos y mirada gacha. Observa en varias direcciones sin mirar a ningún lado en específico, mete las manos a sus bolsillos y la coloración ligera de sus mejillas da fe de sus nervios.
—No puedo decírtelo.
—Entonces no puedo ayudarte —sentencio, sabiendo que tengo el Jaque y las de ganar. No me molestaría ayudar a Dylan, después de todo, ha sido casi amable conmigo últimamente y está en mi naturaleza ayudar—. No me meteré en un juego sin conocer las reglas.
Duda. Sus ojos son dos faros que se apagan con la incertidumbre y la indecisión tras ellos. Muerde sus labios, aplanando así su sonrisa y finalmente levanta la vista.
—De acuerdo, tú ganas. Pero no te lo diré yo ahora. —Mira en ambas direcciones y luego centra de nuevo la atención en mí—. ¿A qué hora sales hoy?
—A las cuatro.
—Vendré entonces.
Mi vena curiosa y necesitada de saber absolutamente todo no me ha dejado estar al cien por ciento en mi trabajo. Aunque celebro que al menos me haya sacado de la mente los asuntos con Theo y con Luka y con mis padres y todos.
Tomo mi bolso y mi bufanda, los pongo en su lugar y salgo del área de casilleros. Dylan llegó hace unos minutos y está afuera esperándome; mis ansias de saber crecen y crecen, siendo eso lo único emocionante que pasa por mi mente. Dylan está en la acera del frente y cruzo la calle tras mirar a ambos lados, antes de llegar al otro lado siento alguien caminando junto a mí. Es Andy. Llegamos al otro lado y cuando me dispongo a decir algo, es Andy quien lo hace.
—Hola, Dylan.
Mi confusión se presenta en una apertura circular de mis labios. Los observo a ambos; Andy se posiciona junto a Dylan quedamos ambos frente a mí. La imaginativa mente que poseo viaja a las explicaciones obvias que resaltan de su cercanía pero opto por no ponerme de imprudente y esperar alguna palabra de alguno.
—Vamos —dice Dylan. Sin esperar respuesta emprende pasos hacia el paradero de buses. Andy lo sigue, sin dedicarme ni una mirada.
Mi ansiedad me juega una mala pasada y no soy capaz de callarme hasta que ellos digan. Llego a su nivel y toco a mi jefe con la mano.
—Andy, ¿de dónde conoces a Dylan?
—Amigos de amigos —responde indiferente.
—¿Qué tanto lo conoces? —pregunto, buscando una manera sutil de callar o confirmar mis sospechas.
—Bastante bien —dice. Esboza una ligera sonrisa de añoranza y la sangre en mis venas empieza a palpitar más fuerte.
Voy a hacer otra pregunta pero Dylan gira en una esquina, Andy hace lo mismo y me obligan a mí a girar. De la esquina del otro lado, también viene una chica alta, de cabello oscuro y enrulado; al vernos sonríe en nuestra dirección y alza su mano, en reconocimiento de a quienes va a encontrar. Tanto Dylan como Andy le sonríen y la chica tras unos cuidadosos pasos llega a nuestra altura. Primero se abalanza a Andy y planta un beso en su mejilla, él le apreta la mano con dulzura. Andy me mira y me presenta.
—Ella es Cinthya. Cinthya, ella es Melinda, mi hermana.
La chica sacude su mano en saludo, exhibiendo una preciosa sonrisa. Le devuelvo el gesto. Mis ojos viajan hasta Dylan que observa a Melinda con una sonrisa tan amplia como no se la he visto antes. Entonces ella se suelta de Andy y acorta los dos pasos hasta Dylan, se inclina un poco en las puntas de sus pies y lo besa en los labios a modo de saludo.
Trato como puedo de ocultar mi sorpresa y cuando se separan, Dylan me habla con la culpa tatuada en su rostro. O la vergüenza, quién sabe.
—Ella es mi novia —admite.
De repente todo encaja en mi mente. Las evasivas de Dylan con sus padres, su insistencia en mostrarme como su novia, también llega el recuerdo de la discusión que escuché que Andy tenía por teléfono y cuadra completamente, confirmando que sí era con este Dylan con quien hablaba. Toda duda se resuelve al bajar mis ojos sin mucho disimulo a la enorme panza de unos siete meses de embarazo de Melinda.
Hola, gente <3
Qué sorpresota, ¿eh? :v
Oigan, para los que no saben acabé de abrir un Twitter por si quieren seguirme por allá y leer las bobadas que publicaré XD Estoy como "Jhullyhanha" por si se deciden por pasarse ♥
¿Qué les pareció el capítulo? 7u7 La Caro ya no es una niña XD
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