T R E I N T A Y C U A T R O
Caminando más o menos seis cuadras, mis pies empiezan a quejarse y mis pulmones a gruñir por la velocidad involuntaria que llevaba. Ambos perros jadeando con sus lenguas afuera y ya tan entrada la noche, cada exhalación crea un vaho frente a nosotros. Llegamos a una esquina que limita dos tiendas y una panadería; sigo caminando unos metros más y finalmente me siento en la banca de un paradero, para ver dos segundos después a Theo sentarse a mi lado.
—Así que... fue él quien te llamo —dice, rompiendo mis reflexiones internas.
—Sí.
Mi monosilábica respuesta edifica un silencio entre ambos solo llenado por los buses que transitan frente a nosotros. Escucho la pesada respiración de Theo y tras un resoplido, su voz.
—Quizás debamos formar un club de los desafortunados en el amor. —Su comentario me causa gracia y termino riendo con él—. Te sorprendería la cantidad de afiliados que habría.
—Mi caso no entra —objeto—. En teoría no tuve nada con él así que no puede contar como relación fallida.
—El amor fallido a veces es unilateral, sí entra tu caso.
—Eso no me hace sentir mejor —asevero
—Ese no es mi objetivo tampoco —bromea—. Si buscas consuelo, jamás me busques a mí.
—Es bueno saberlo.
Vi una película de niños hace un par de años: La princesa y el sapo. Resulta que Lottie pide un deseo a la estrella para encontrar el amor y su romance de cuento, la estrella le manda al príncipe y ella se ilusiona —a pesar de que es un impostor, pero ese es otro punto— y prácticamente se enamora, encontrando lo que anhelaba; pero en realidad ella no es la protagonista, ella es solamente la amiga de la que realmente vive ese romance bonito con el príncipe y que culmina en boda. Teniendo esa referencia, puedo pensar que lo que me pasa con Luka puede ser culpa mía:
Cuando pedí el deseo a la velita de cumpleaños de vivir en una historia de amor, no aclaré que yo quería ser la protagonista y mi papel quedó como el de la amiga fiel que está enamorada en secreto del príncipe. Esa que escucha sus penas y con el dolor del alma aconseja al protagonista solo buscando su felicidad.
Después de todo, toda historia de amor tiene a «la amiga», el papel secundario y como todo en la vida, ese es el que me tocó.
Luego de que el helado viento me distrajera lo suficiente, decidimos volver al edificio, tampoco es que me vaya a morir aunque de doler, sí duele.
Llegamos al elevador y subimos juntos, Theo es de esas compañías que son más cómodas en silencio pero que reconfortan sin ni siquiera dedicar una mirada. Cuando el número en la parte superior va avanzando y veo el número diez, giro mi cuerpo hacia él.
—Gracias.
No sonríe, no voltea, apenas y se nota que respira. Cuando la puerta se abre en el piso 12, pone uno de sus pies afuera y hala a la perrita. Finalmente se digna a hablar.
—Cuando quieras una compañía de minutos u horas en que no vayas a hablar mucho de nada, ni me hagas hablar a mí, sabes dónde encontrarme. —Esboza una sonrisita diminuta y añade—: Son mis compañías favoritas.
En ese caso, hoy fue suerte porque yo hablo como loro.
—¿Qué haces acá? —inquiere con evidente sorpresa.
—Quería verte. Aunque parece que el sentimiento no es recíproco. —Estiro el labio inferior en un puchero y Adam sonríe.
—Siempre quiero verte, solo que no te esperaba en pleno jueves —aclara—, aunque por otro lado, me prometieron una visita hace unos días y no cumplieron así que...
—Así que acá estoy. —Tomo asiento a su lado, poniendo mi mano en su rodilla; su compañero de dominó decide levantarse e irse para dejarnos hablar—. ¿Cómo estás?
—Aún respiro y camino por mí mismo —dice—, así que puede decirse que todo está excelente.
—Hablas como...
—¿Como un viejito? —completa mi frase. Río y asiento—. Pues hija, la tierra es redonda y yo soy un viejito. Mejor cuéntame qué ha pasado contigo.
—No sé ni por dónde empezar, abue.
—Por ti. Siempre inicia por ti, ¿cómo estás?
—¿De salud? Bien. Económicamente, aún estoy estable...
—¿Y del corazón?
Un suspiro desde lo más profundo le dice Adam un poco más de lo que debería. Sus cejas descienden a los lados y apreta sus labios, sintiendo ese pesar por mí de solo verme. Le sonrío, decidida a no hacerme el mártir por lo que pasó con el vecino.
—Bien, supongo. Aún late —bromeo—. Todo ha sido muy raro y complicado estos días, ¿sabes? Mamá... mamá no me ha llamado para nada y a pesar de todo eso no es bonito... He estado trabajando y eso me distrae de pensar en que ya, en la práctica, no tengo padres. Y hace unos días Luka...
Ya que mis palabras desde la primera empezaron paulatinamente a bajar detono, ese último nombre me sale apenas en un susurro. Agacho la mirada y río levemente como un reflejo para disimular... lo que sea que cruza por mi mente ahora. Adam me levanta el mentón con su expresión seria.
—¿Te hizo algo?
—No, ¿cómo crees? Sabes que él es buena persona. Solo que... ya como que me dijo directamente que ni le gusto ni le voy a gustar —admito—. Solo era cuestión de...
—¿Tiempo? —interrumpe—. No minimices el poder o el valor del tiempo, hija. El tiempo es relativo y sabio, no digas «Solo era cuestión de tiempo», el tiempo trasciende más a solo un reloj. Le dedicaste algunas semanas a ese muchacho, pudieron ser meses o años, agradece que solo fueron semanas. El tiempo son emociones, el tiempo crea recuerdos. Entre menos tengas, menos duele.
—Pero duele al fin y al cabo, Adam. —Sus párpados se mueven ligeramente en un abrir y cerrar lento, paso mi brazo por su hombro y aspiro su aroma que desde que lo conozco es característico de un perfume clásico—. No importa, no vine a ponerte de psicólogo. Solo quería verte, hablar contigo me hace bien pero no de cosas tristes.
—Entonces te diré que ayer me dieron doble postre —comenta—. En realidad, dije que no me habían dado y me repitieron, me sentí bien delincuente haciendo eso.
—¿Esas son las enseñanzas que me dejarás para el futuro?
—Por supuesto. —Hace una pausa en que se acomoda en su asiento, busca una posición estable y tras una risita continúa—. Aún y con todo, el nieto de Elvira me agrada.
—A mí también —confieso—. Es una buena persona, Adam. En teoría no hizo nada para hacerme sentir mal a propósito, solo fue sincero.
Si hay algo que recuerdo de lo que Luka me dijo iniciando nuestra curiosa amistad es que ningún favor es gratis y de hecho tenía razón y si bien no es que Theo me esté cobrando como tal el haber sido una especie de consuelo hace unos días, me sentiré terriblemente mal si me niego, sin embargo...
—Bien, veo tu cara y tu expresión de: "Estás demente, imbécil, apenas te conozco y no puedes venir a pedir eso", pero realmente necesito este favor y si quieres luego puedes no volver a hablarme. No es que te pida que asesines a alguien.
—Tampoco accedería a asesinar a alguien —musito. Theo resopla y muerde su labio inferior—. No sé, Theo... es raro, ¿entiendes?
—Bien, Cinthya, te lo voy a poner así a ver si no te sientes tan dubitativa: eres mi última opción en este momento, eres como el dicho ese de "peor es nada". Eso es, sin ti no tengo nada —concluye. Calla un segundo y analiza sus propias palabras, arrugando el entrecejo, entonces añade:—. Me salió bien ridícula esa frase, pero ya sabes de qué hablo.
—¿Cuándo es? —pregunto, en un tono que dice que ya accedí.
—Este sábado, a eso de las seis. Iré a la fiesta, pero ni de chiste voy a la ceremonia.
Resulta que sus padres se separaron hace ya unos seis años y su madre volverá a casarse; Theo es de esos que no está de acuerdo y más aún cuando el futuro esposo no le agrada por ser un par de años menor a su madre; según él es algo inhumano y no está bien. Yo le dije que exageraba y que su madre merecía ser feliz y él con su tacto de siempre me hizo saber que no era de mi incumbencia y me limitara a aceptar o rechazar su invitación a la fiesta.
—Seguiré pensando que eres un egoísta con tu madre, ella...
—Y yo seguiré diciendo que no es problema tuyo —corta, sin amabilidad alguna. Al ver que me callé de repente, cierra sus párpados dos segundos y baja un poco la guardia—. Disculpa, no me gusta ser grosero, es solo que... no entiendes, Cinthya, es complicado. Debo ir porque según mi madre es una obligación de hijo que tengo y a pesar de todo es mi madre y no merece desprecio; pero a ese tipo no le debo nada y puedo despreciarlo cuanto quiera.
—Podrías ir solo.
—No. No puedo. Ya verás que no puedo.
Theo tiene un tono de voz que de cierta manera te obliga a no preguntar más aunque no termina de ser del todo descortés, simplemente él es así y aprendo de a poco a llevarlo. Además, no es que mi agenda esté increíblemente llena como para no poder ir a comer un buen buffet en una boda; nunca es mal momento para eso.
—Bien, iré.
Es absolutamente necesario tener mi mente ocupada por estos días. Es horrible saber que no debo entristecerme por lo de Luka y a la vez hacerlo, eso me ha tenido de los nervios estos días. Es como si una parte gritara la realidad de que no fue nada pero la otra se aferrara a ese amor que se construyó en unas semanas. No he visto más a Luka desde el lunes, no me ha llamado y yo no he hecho el intento tampoco; las coincidencias que lo traían a mí de un momento a otro se han ido y parece que así era como debía ser.
Tengo entendido que Luka trabaja los viernes desde las cinco, así que he caminado un poco desde las cuatro y media con Luna hasta estar casi segura de que no me lo voy a cruzar entrando al apartamento. Siendo las cinco en punto, puedo más o menos saber que ya se fue así que caminamos hasta el edificio. Cuando bajamos del elevador y estamos a unos pasos de nuestra entrada, Gabriel abre su puerta de golpe y sale, profiriendo un grito a modo de saludo que me da un susto haciendo que de un respingo y grite a pulmón entero por un milisegundo.
—¡¿Qué te pasa?!
—Estaba pendiente a ver cuando llegabas —confiesa, ahogándose en su propia risa. Denny sale tras él—. Quería asustarte.
—¿Qué tal si sufriera del corazón? Pude morir.
—Ya te habrías muerto si sufrieras del corazón —apostilla Denny—. Eres muy hiperactiva.
—Hoy no tengo el mejor de los humores, gracias.
—No seas amargada —resonga Gabriel, atrayéndome hasta dentro de su apartamento—. Hoy vamos a salir, es viernes y hay que gozar.
—Pues que lo disfruten, no era necesario el susto para informarme eso —replico.
—Te haré una pregunta seria —anuncia Gabriel, guardando su humor. Que no me vaya a preguntar de Luka o ahí sí me da algo en el corazón—. ¿Eres lenta a propósito o ni te das cuenta?
Las carcajadas de ambos no se hacen esperar, la de Gabriel más estrepitosa que la de su novio que procura no hacer escándalo. A mí no me causa ni pizca de gracia, más que nada porque realmente no quiero nada que no sea irme a dormir.
—Los odio —asevero, doy media vuelta y Luna sale antes que yo—. Me voy.
Antes de que cruce la puerta Denny se atraviesa, quedando frente a mí con su sonrisa pícara y claramente con más amabilidad y tacto que Gabriel.
—Lo que este fastidioso quiso decir es que vamos a salir —explica. Al ver que mi rostro no cambia su expresión, añade lentamente—: Los tres. Vamos a salir los tres.
—Gracias, pero no gracias.
—No es una pregunta, no seas amargada.
—No tengo ganas de salir, ni dinero, ni estoy arreglada y además la flojera abunda.
—Te estamos invitando —interviene Gabriel—, tienes tiempo de arreglarte, la flojera se va con un par de tragos y así no tengas ganas, Denny se va mañana y debes ir. Es tu obligación como vecina y amiga nueva.
Ambos chicos comparten una mirada y asienten, dando la razón a los motivos. Me observan expectantes y al ver la sonrisa que no se reserva más en mi rostro, sonríen conmigo.
—Bien, solo porque Denny se va.
—Nos vamos a las ocho, tienes casi tres horas para arreglarte.
La ventaja de no tener un armario lleno a reventar como en las películas, es que no debes pasar horas y horas mirando qué ponerte porque básicamente no hay muchas opciones así que mis tres horas de tiempo sobran y solo en veinte minutos pude acomodarme un poco. Tampoco es que vaya a ponerme cual modelo antes de salir a pasarela, más bien solo un jean y una blusa colorida, el maquillaje no cambia a lo que uso normalmente y mi cabello... bueno, nada qué hacer con eso, solo ponerle un adorno y ya. Viendo mi reloj y descubriendo con tristeza que no son ni las seis, opto por dormir un rato.
Unos golpes brutales a mi puerta me despiertan de un brinco y me dejan desorientada por unos momentos, avanzo los cuatro pasos a trompicones y llego a la perilla, Gabriel y Denny están del otro lado.
—¿Qué rayos te sucede conmigo que siempre quieres asustarme? —inquiero con voz ronca—. ¿Tienes un problema conmigo o qué?
—¿Estabas dormida? —pregunta Gabriel, poniendo una mano en su pecho dramáticamente—. Oh, no lo sabía. Vámonos, dormilona, ya son las ocho y media.
Gabriel se adelanta unos pasos camino al elevador y Denny queda a mi lado. Aún bizqueo un poco por el despertar abrupto y Denny pone una de sus manos en mi hombro.
—Gabriel te quiere, Cinthya.
—¿Cómo pitos lo soportas? Me tiene de los nervios, solo hoy me ha asustado dos veces. —Sonrío al mirar a Gabriel que oprime el botón del elevador con un entusiasmo anómalo.
—Luego de unos años, uno se acostumbra —responde. Llegamos al donde su novio está y Denny se acerca para tomarle la mano—. Oye, que dejes de asustarla.
—Sabes que eso no va a pasar.
—Lo sé, pero quería que ella viera que realmente te reprendo por ello.
Entramos al pequeño cubículo y ellos dos se ponen en un rincón, se dan un corto beso que se alarga a dos, tres, cuatro y un susurro.
—Oigan, si van a estar así toda la noche, mejor me devuelvo —sentencio—. Me parece genial que se amen y lo demuestren, en serio —ironizo—, pero si van a andar todo el rato juntos y dejándome de violinista mientras recuerdo que sigo soltera, pueden irse solos y juntos. Y yo no voy.
—Envidiosa —escupe Gabriel en una tos mal disimulada pero se separa de su novio—. Ya, ¿Feliz?
—No estoy infeliz —respondo—. ¿A dónde vamos?
—Hay un bar de karaoke cerca de acá —comenta Denny—. Es genial y podemos cantar.
—¿Sabes cantar?
—Todo el mundo sabe cantar.
—¿Sabes cantar bien?
—Ahh, eso. No, se oye del asco —admite—. Pero es un bar, no un teatro en Broadway, qué importa.
—Yo no voy a cantar.
Eso de que la flojera se pierde con un par de tragos es tan cierto como que Luka no me quiere. Y no solo se va la flojera, también la infelicidad, los pensamientos de problemas, la vergüenza y la seriedad. Todo se vuelve repentinamente alegre y vivaz; un par de amigos como Denny y Gabriel son la pizca que hace falta en esa receta de la inhibición, amigos como ellos sacan esa parte oculta de una persona, esa parte feliz y segura, no solo te ven hacer locuras sino que las hacen contigo solo porque les gusta, porque se sienten felices de compartir el momento y crear un recuerdo.
Luego de sabrá Dios cuántos tragos, aunque ellos han bebido un poco más que yo, nos armamos de valor para subir al escenario. Aún estamos plenamente conscientes pero el ambiente como que crea una burbuja para nosotros tres en la cual no importa nada con tal de reírnos el uno del otro.
Por el motivo anterior y siendo nosotros los únicos en este mundo, cuando el chico de la música nos dijo qué canción íbamos a cantar, la idea llegó a la mente de Gabriel y puso un clásico hermoso de la cultura musical.
—¡ASEREJÉ, JÁ, DEJÉ, DEJÉDETUDEJEBE SEINOWA, AJAMI ANDEBUGI ANDE WIDIRIPÍ!
Estando Denny en el centro sosteniéndo el micrófono y Gabriel a su izquierda gritando más que ninguno, no soy capaz de cantar nada al estar riendo a carcajadas a la derecha del ojiazul. Si dieran premio por ponerle el alma a una canción, habríamos ganado, a pesar de que apenas me he acercado al micrófono. Denny acompaña la voz de su novio con la coreografía de la conocida canción y yo trato de seguirle el paso.
Estando sobria, sola o con cualquier otra persona estoy segura de que no podría hacer el ridículo que acá estoy haciendo. La canción se acaba y los abucheos no se hacen esperar, produciendo más risa en Gabriel que parece estar en su salsa.
—¡¿Ves?! ¡Es divertido! —grita Gabriel, sentándose en una de las sillas de nuestra mesa. Mis manos van a mi vientre del dolor por reírme tanto y Denny pasa todo su brazo por mi hombro.
—¡Estás demente!
—¿Y?
Se pidió otra botella, que lentamente se consume. Gabriel habla mucho, Denny ríe mucho y yo los escucho. No sé cuánto tiempo es el ideal para amar a los amigos pero creo que a ellos ya los amo, son como esos hermanos que no tuve —porque mi hermano no cuenta— y que tanta falta me hicieron.
Cerca de las tres nos informan que deben cerrar así que apuramos los últimos tragos y salimos; afortunadamente la madrugada parece no traer ventiscas perjudiciales y con uno de los chicos a cada lado, caminamos un par de calles hasta un taxi. De la última vez que vi a Gabriel ebrio a esta, se nota el cambio. Hoy no está casi balbuceando, está sí turuleto pero no nada excesivo. Al igual que nosotros dos.
—¿Cuándo volverás? —pregunto a Denny, aún estando en el auto. Suspira.
—Posiblemente hasta diciembre, en vacaciones.
Noto cómo Gabriel desvía la mirada hacia afuera por su ventanilla y se pierde allí en esa visión. Solo entonces noto lo duro que debe ser una relación a distancia y más una como la de ellos que parecen quererse tanto. Como siempre yo de metiche, hice que los humores del moreno bajaran con mi pregunta y ahora en el elevador se limita a arrinconarse en la esquina lo que vuelve el ambiente algo incómodo.
Al llegar a su puerta que está primero, Gabriel se apronta a abrir con algo de dificultad y entra, nos observa una vez más antes de dirigirse a su habitación.
—Te veo mañana, Caro. —Le da una fugaz mirada a Denny y le dice:— Te espero adentro.
Denny me acompaña unos pasos hasta mi puerta, también algo decaído. Su rostro se fractura en una mueca que pretende sonreír aunque no tenga ni el más mínimo aliento para hacerlo.
—Lamento haber preguntado eso —susurro sincera, metiendo la llave en mi cerradura pero sin abrir aún.
—No es tu culpa, Cinthya. Siempre es difícil cuando debo irme o cuando él debe volver acá; procuramos estar juntos siempre que se pueda pero siempre sabemos que el tiempo es limitado. Al menos hasta que acabemos de estudiar.
—Ustedes son la pareja más bella que me he cruzado —confieso, impulsada por el sentimentalismo mezclado con licor—. En serio, ustedes se aman tanto que da rabia. Pero rabia de la buena, es como envidia.
—Me encantó conocerte en estas vacaciones, Cinthya. Espero verte en las próximas.
—¿Cómo se comporta Gabriel sin ti? ¿mejor? ¿peor? Es como para prepararme psicológicamente —bromeo. Recargo la espalda contra mi puerta aún cerrada y Denny ríe.
—Mejor. No tiene a nadie que se ría de sus bobadas, así que le baja un poco a sus bromas.
—Menos mal, porque...
El timbresito del elevador hace un eco suave en los desolados pasillos. No es ese ruido lo que me distrae sino quién sale de allí; hace varios días que no lo veía y me impacta verlo ahora. No viene exactamente caminando, viene más bien arrastrando de a poco los pies y a tientas ya que adelante suyo lleva a una chica linda de cabello oscuro, ambos con los ojos cerrados y comiéndose a besos en un claro preludio de lo que va a pasar en cuanto sortee lo suficiente hasta su puerta.
Adriana ríe entre beso y beso, Luka la sostiene con fuerza por la cintura, asegurándose de que no caiga pues ella va de espaldas.
La visión me oprime el pecho, produciendo tristeza, rabia, ira y decepción. Un jadeo poco sutil se me escapa y los ojos se me cristalizan; mi mano viaja a mi boca tratando de tapar la sorpresa y los deseos de gritar se hacen presentes. Denny observa la escena y parece debatirse internamente para qué hacer a continuación; un impulso estúpido guiado por las emociones del momento me hace dar un paso hacia ellos con la idea fugaz y errónea de que debo reclamarle algo. Denny me toma del brazo, impidiendo que haga una escena que no me corresponde.
Cuando la pareja llega a la puerta y Luka estira la mano para abrir, se da cuenta de que está abierta y se separa de la boca de Adriana. Mira en ambas direcciones y nos ve, primero a Denny y luego sus ojos llegan a los míos. El contacto visual solo dura una décima de segundo, tiempo que me basta para desviar la mirada.
—Hola... —dice en nuestra dirección. Adriana nos enfoca y acomoda su blusa que iba casi por el cuello y nos sonríe.
—Hola, Cinthya —saluda ella amablemente, con esa vergüenza propia de haberla encontrado en ese momento que debía ser íntimo.
Abro la boca para intentar responder a Adriana pero no encuentro la voz, aún así fuerzo una sonrisa, sin embargo cuando mis pómulos suben con esa acción, hacen que la gota de mi ojo rebose y sienta el peso de la humillación en mis hombros. Parece que Denny también nota lo que me sucede y se pone en mi campo visual, alejándome de ellos y pasa su mano frente a mí cuerpo para girar la llave y abrir. Me empuja suavemente hacia adentro y quedamos ambos del otro lado de la puerta.
Sin decir palabra alguna, Denny me envuelve en un abrazo, tocando mi cabello mientras trato de recuperar el aire.
Quiero pensar que es bueno para la vida descubrir que el corazón puede romperse varias veces por una misma persona, que no basta con dejarlo en dos partes porque esas dos partes pueden pisotearse después y agrandar el daño, más aún cuando la otra persona no es consciente del daño que hace.
El daño colateral duele más que el daño directo, quema desde más adentro porque te lo haces tú mismo al guardar una ilusión de algo que no existe. Es como creer que el oxígeno está ahí aún cuando no puedes respirar: inútil y perjudicial.
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¿VIERON ESO?
ESTOY QUE ME CAIGO DE LA SILLA, PERO NO PORQUE LUEGO ME DUELE XD
ES INCREÍBLE EL AMOR QUE LE ESTÁN DANDO A ESTA HUMILDE NOVELA, SINCERAMENTE NUNCA PENSÉ QUE LLEGARÍA TAN PRONTO A LOS 100K, CON LAS DEMÁS ESO O NO PASÓ O PASÓ CASI LLEGANDO AL FINAL Y ESTA AÚN VA PASANDO LA MITAD.
SU APOYO HA SIDO MARAVILLOSO Y NO ME QUEDA SINO AGRADECER POR TANTO AL YO DARLES TAN POCO. AGRADEZCO NO SOLO PORQUE ME LEAN SINO POR LOS VOTOS, LOC COMENTARIOS Y LA PACIENCIA QUE ME HAN TENIDO PARA LAS ACTUALIZACIONES.
USTEDES VALEN ORO, NO LOS MEREZCO <3 <3
UN ABRAZOTE A CADA UNO DE USTEDES DE MI PARTE Y SEPAN QUE ME AYUDAN A SUBIR LOS ÁNIMOS CUANDO TODO SE ME COMPLICA EN LA VIDA. DE VERDAD, LOS AMO UN MONTÓN, YA NO SÉ QUÉ HACER SIN USTEDES MIS LECTORES ♥♥
Pd: Sé que este cap es cortico :v pero era necesario, quizás tengan otro pronto ♥
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