D I E C I O C H O


—Quiero llevarla a cenar en un restaurante que abrieron en Oasis —solicita con su afable y puta sonrisa.

Dylan prefirió evitarse mi tono de voz golpeado por teléfono y apareció de sorpresa en mi casa. Mamá está extasiada y cuando me llamó a bajar –por que hoy luego de tres semanas, al fin tengo un día de descanso en casa– se enojó de verme en pijama. No se enojó exactamente, se ofendió y se avergonzó. Con el imbécil este ni siquiera me da vergüenza que me vea en mi pijama enteriza. Me levanté hace horas pero luego de ducharme me puse mi pijama de nuevo.

Mamá me abre los ojos como si le fuera a echar gotas diciéndome que debo responder. Al conectar mis ojos con mi próxima cita, se dibuja una sonrisa linda en su rostro.

Recordando lo que sucedió en la primera y última cita hasta el momento y desde la cual no tenía noticias de él, recapacito de mostrar mi desprecio pues puede que su misericordia se pierda y quiera hundirme, sabe que con un par de palabras puede ahogarme y yo sé que sería capaz de hacerlo.

—¿Cuándo? —respondo, Dylan amplía su gesto y mamá da un brinco del sillón donde estaba.

—Los dejaré solos un momento para que decidan. —Sus ojos brillan y cualquiera pensaría que soy su mas grande tesoro cuando me observa así.

Esa espinita de dolor de saber que nunca me mira así me hace fruncir la frente viéndola alejarse. La tristeza me llena por un minúsculo momento hasta que la voz de Dylan me recuerda que está acá de lambón.

—La conversación termina al decirme cuándo y a qué horas —apostillo antes de que hable.

A diferencia de lo que esperaba que era una risa burlona y cínica, obtengo una mirada que no logro descifrar; una mirada silenciosa pero sin rencor o gracia. Su semblante tranquilo me hace sentir mal por mi austeridad y suelto los brazos relajando la postura y alisando mi ceño. Antes de que pregunte, él habla en tono calmado y conciliador.

—Quiero disculparme contigo —anuncia.

¿Escuché bien? ¿Se disculpa? ¡¿Conmigo?! ¿Será que tiene una enfermedad terminal y no quiere irse con cargo de conciencia? O puede que me lo haya imaginado, el Apocalipsis estaría cerca si realmente dijo eso... Las profecías, los pergaminos, todo se resume a un hecho único e irrepetible como la venida de Jesús o Dylan pidiendo perdón.

—¿Qué?

Rueda los ojos con algo de fastidio tratando de guardar la paciencia. Apreta los labios y logro ver un sonrojo leve en su rostro. Cambia el peso de su cuerpo a la otra pierna y mete las manos al bolsillo de su pantalón. Está incómodo, lo sé.

—No me porté bien contigo la otra vez —explica pausadamente. Me quedo mirándolo fijamente esperando escuchar más o despertar, pero él continúa—. Dame otra oportunidad, Cinthya. No era mi intención tratarte así.

Mi cerebro despierta para reprochar con gusto.

—¿Te refieres a tratarme como a un muñeco para tu diversión? ¿O a querer demostrar que soy de tu propiedad porque mis padres te aprueban?

Cierra los ojos un segundo y casi puedo aventurarme a decir que mis palabras le duelen. Aunque con él nunca se sabe.
Puede ser quién sea pero mi corazón sigue siendo de pollo y el filo de mis palabras me deja remordimiento, sin embargo, me muerdo la lengua para no susurrar una disculpa. Lo que dije es cierto y lo mantengo.

—Cinthya... —Se acerca un par de pasos quedando a poca distancia de mí. Estira su mano y agarra la mía, de la estupefacción ni siquiera puedo retirarla y me limito a mirar sus ojos—. Lo lamento. Solo... empecemos de nuevo, ¿sí? Por favor.

—Solo quiero que me digas qué esperas de mí —confieso con un nuevo valor derivado de su vulnerabilidad momentánea. Parece dudar y traga saliva.

—Eres una gran persona, Cinthya y...

—¿Ya saben...? —Mamá irrumpe con su voz desde la sala y antes de que aparezca su cuerpo, nos soltamos y damos un paso atrás cada uno. Al ver nuestra posición de nervios, mamá se disculpa—. Oh, ¿Interrumpo algo?

Realmente se siente mal por haber interrumpido pero más que nada porque ella quiere que con Dylan pase de todo. Dylan cuadra sus hombros volviendo a su normal actitud y niega con la cabeza a mi madre sonriéndole. Mi mirada seria y preguntona no se separa de él aún cuando creo que mamá me está hablando; veo sus labios moviéndose pero no escucho lo que dice, mi mente es una maraña de preguntas y estoy segura que de mamá no ser tan inoportuna, habría respondido varias.

Esa venita de nobleza que habita en mi frente quiere creerle a Dylan y llevarlo bien pues a fin de cuentas estamos saliendo pero siempre está esa espinita que no me deja y filtra sus palabras por mi oído para que lleguen con odio a mi cerebro.

—Dime la verdad —pide.

A pesar de que hay cuatro órdenes pendientes y dos más que está registrando Cielo, Julián considera oportuno ahora preguntarme si realmente estoy saliendo con Luka. No lo pregunta con malicia ni me molesta la pregunta, solo creo que no es el momento. Me desconcentra y eso me perjudica; él está en la estufa fuera de la vista de los clientes a diferencia de mí que estoy frente a todos corriendo de aquí a allá.

—Él es un amigo, pero sí salgo con alguien —respondo apresurada.

—¿Con quién?

—Se llama Dylan. No lo conoces. —Dejo las papas en una de las bandejas, acomodo la gaseosa y le dedico a la cliente una sonrisa afanada. Voy por otra cajita para más papas—. Hablemos de esto después.

Decide asentir y tranquilamente vuelve a su labor dándome tranquilidad para seguir la mía. Gianella descansa hoy y eso parece que es algo que llama la atención de Julián en mí; si bien su turno dura una hora más que el mío, acá está mirando cómo me alisto para irme. Empieza a ser algo fastidioso, es como un perrito faldero que está pendiente de mis movimientos, no quiero que eso me incomode porque él tiene un gran corazón y quiero ser su amiga, pero empieza a ser cansino.

—Así que... Dylan. Pensé que tus padres no te dejarían tener novio —exclama, rompiendo así el silencio y desatando la incomodidad.

—Es... complicado. Pero salgo con él.

—¿Y el chico del baile? —pregunta. Suspiro con mi sonrisa de enamoradiza y él lo nota—. Te gusta.

—Es un amigo.

—¿Y? Tú me gustas y solo somos amigos.

Cada copa tiene una gota que la rebosa y considero que esa frase sin rencor –pues su trato sigue siendo muy gentil conmigo y de cero reproche– es la de esta extraña situación. Respiro con pesadez y me acerco a él antes de que mi valor y mi resolución se pierdan al soltar todo el oxígeno que guardé.

—No es posible que seas tan ciego —digo en un tono similar a un susurro, como si alguien estuviera esperando escucharlo para condenarme y yo quisiera ocultarlo.

—No entiendo.

—Gianella se desvive por ti, Julián. ¿Cómo le haces esto? Coqueteas conmigo frente a ella y le rompes el corazón cada vez, ¿Tienes idea de cómo se debe sentir al ser rechazada de esa manera?

Agoto mi provisión de oxígeno y con ello se va la determinación dejando paso al sentimiento de culpa. Ya lo dije y ya no puedo hacer nada pero su rostro enojado y confuso me dejan en blanco.

—Ella solo me ve como un amigo. Lo hemos sido desde la primaria, ¿Cómo es qué...? —Parece que todo lo dice más a sí mismo que a mí y quedo yo en medio con esa extrañeza de haber metido la pata.

Pero ya dije la mayoría, ya no pierdo nada.

—Julián, ¿No has visto cómo te mira? Ella está enamorada de ti sabrá Dios desde cuándo. No puedes seguir pidiéndome a mí salir contigo, yo no podría hacerle eso a ella. Ella es una muy buena persona.

Su mirada que había estado en la pared gira bruscamente y se endurece para observarme con odio. Retrocedo un paso por reflejo a pesar de que él no se mueve y un temor empieza a recorrerme el cuerpo. De una zancada llega a mí y acerca su rostro al mío con sus ojos llameantes, aguanto la respiración y quedo estática.

—Eso no es cierto —sisea entre dientes—. No puede serlo.

Se aleja con la misma precipitación y sale dándole a uno de los casilleros un puño que hace eco y me hace dar un respingo a la vez que respiro de nuevo. Dios, creo que la he cagado profundamente.
No obstante, mi miedo puede un poco más y salgo rápidamente de BurgerBoy y a paso veloz camino al paradero.
Un cuerpo se estrella conmigo, siento el impacto en mi costado y ya que iba casi corriendo, jadeo del dolor. Antes de disculparme, esa voz familiar me habla.

—¿Ves porqué te digo que vuelas como un Colibrí? —dice.

Esa expresión de rencor de Julián está reciente e impresa en mi retina por lo que esa intranquilidad que procede a una travesura, no me permite ni siquiera sonreírle a Luka. Mi desasosiego lo alerta y mira a ambos lados.

—¿Qué pasó? —Finalmente subo mi vista a la suya y mi corazón se calma un poco. Niego con la cabeza para quitarle la preocupación a su lindo rostro y sonrío nerviosa.

—Nada. ¿Qué haces acá?

—Tenía que ir a una calles de acá a comprar un libro para Mateo —Ondea en su mano una bolsa que según su forma, debe contener un libro— y recordé que ayer me dijiste que salías a las cuatro y... pasé a saludar.

Él conoce mis horarios y de cierto modo, yo conozco los suyos. Nuestras charlas por mensajes se resumen a eso: cosas y datos insignificantes.

—¿Cómo está Mateo?

—Gabriel lo llevó a un campamento por hoy y mañana —responde.

Me ha dicho que Gabriel es su mejor amigo y es como un tío para Mateo así que eso no me extraña. Nunca toca ni de cerca el tema del resto de su familia y sinceramente, no me interesa. Solo sé que es un hermano dedicado y eso ya lo hace una buena persona.

—Jamás he ido a uno. Debe ser divertido.

—Lo son. Yo he ido a muchísimos —presume—. Iba a ir con ellos pero tengo turno esta noche, así que acá estoy.

Hemos estado caminando hasta que llegamos al paradero. El tiempo a su lado nunca es suficiente y quisiera siempre alargarlo, y si bien no es mucho, he dejado ir dos buses adrede para prolongar los minutos. Puedo esperar uno poco.

—Creo que metí la pata con Julián —comento queriendo sacar mi culpa con alguien. Luka suelta una risita—. No te rías.

—¿Qué pasó, Colibrí?

—Le dije que Gianella estaba enamorada de él. Creo que no era yo la que debía decir eso; se puso furioso y ahora me siento mal.

—Deberías. La cagaste feo.

—¿No se supone que debes apoyarme? —ironizo resoplando. Pasa su brazo por mi hombro atrayéndome a él.

—Eso hago. Si quieres puedo ser un apoyo y decir lo que quieres escuchar o puedo ser un amigo y decirte la verdad.

Llevando ya unos días de estancia en la friendzone no me duele tanto su indirecta, pero igual...

—Quiero la primera opción, por favor —exclamo con un puchero.

—De acuerdo: hiciste bien, Colibrí. Ahora él la verá con otros ojos pues sabe que ella lo ama; en menos de una semana serán novios y todo será gracias a ti porque le dijiste la verdad. No hay peor ciego que el que no quiere ver y tú le quitaste la venda a Julián.

Siento que puedo tener confianza con Luka, aún si puede significar nada para él y todo para mí. Y ya que quiero aprovechar que él me permite esa cercanía, rodeo su cintura con mis brazos, sus manos acarician mi espalda. Igual que a una mejor amiga.

—No crees nada de eso, ¿Cierto?

—No. Ni una sola palabra. Ahora él se sentirá culpable por no corresponderla y posiblemente dañaste la amistad de tantos años.

Todo se dice con seriedad excesiva y si bien hay un trasfondo de burla en sus palabras, sé que tiene razón. Están las dos posibilidades pero lo que suceda, será mi culpa por impulsiva.

—Maldición.

—Sonríe —ordena. Saco mi cabeza de su hombro y rompemos el contacto.

—¿Por qué lo haría?

—La vez pasada dije que me quedaría contigo si sonreías. Y no me quiero ir aún. Sonríe.

Es imposible no sonreírle a eso. Sin embargo, es una de esas sonrisas que salen de resignación y de un intento de emoción sobre la desdicha. Pero a él le basta. Y por ende, a mi tambien.

—En fin...

—¿A dónde te llevará Dylan?

Le dije anoche de mi visitante y pretendiente. Claramente omití revelar el lugar pues no quiero tentar a la suerte de nuevo y ya que Dylan se disculpó, considero que estando solos y ya sin tanta hostilidad de por medio, no será un grosero.

—Por ahí. —contesto. Va a objetar y me adelanto—. No vas a aparecer, Luka. La otra vez fue una suerte que no me haya traído problemas, pero una segunda... no.

—No voy a... —Alzo mis cejas ladeando la cabeza. Ríe—. Bien, ¿Por qué no? ¿Qué tal y sea un patán de nuevo?

—¿Qué tal que no?

—¿Qué tal que sí? Vamos, Colibrí. El tipo es un guache.

—Vamos a ir a un restaurante por ahí así que sabrá comportarse —replico.

—¿Qué tal esto? —contraataca—. Voy y me quedo en una mesa lejos escondido esperando a que te grite o algo.

Esos ojos llenos de picardía brillan con un poder de atracción impresionante. Gracias al cielo, mi bus aparece por la esquina a lo lejos. Le hago el pare y antes de que la puerta abra, me acerco a despedirme.

—No. —Pone su mano en mi cintura con un poco de fuerza hasta que lo miro a los ojos. Su hoyuelos se hacen presentes adornando sus comisuras.

—Terminarás diciéndome —asevera con desafío en sus hermosos iris.

Eso... es cierto. Luka tiene la capacidad de doblegar mi voluntad solo con un susurro. Esto de estar flechada es un laberinto de emociones: no se sabe qué sentir porque todo va a ser guiado por las acciones de ese enamorado, dividiendo todo en los caminos que él –o ella– quiera.

Me alejo de él y mientras una señora se sube antes que yo, le sonrío.

—Posiblemente —confieso.

Y... efectivamente; quisiera reprocharme por ser tan gelatinosa e inestable por su influencia, pero no importa. Me dijo «corazón» en uno de sus mensajes y sé que fue una artimaña sucia y lo sé porque funcionó.

Ya le dije a dónde iremos.

∞∞∞∞∞∞

Hola <3

Una aclaración general:

En próximos capítulos, (unos 4/5 más adelante) el drama saldrá en la casa de Caro. Eso que muchos comentan de «yo ha me habría ido con esos tratos» no es fácil, mazorcas. Partir del hogar no es fácil y recuerden que Caro no tiene gran valentía o estima propios.
Esta novela mostrará la evolución de Colibrí pero todo es un proceso lento así que aún tendrá que aguantarle mucho a su madre. No se desesperen cuando las cosas pasen al maltrato físico, todo tiene su mensaje al final :v

Eso. Gracias por leer.

Bai. ✡✴

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