C U A R E N T A Y U N O
«La niña empieza a ser mujer cuando vive, mi niña; cuando se rompe y debe remendarse para empezar de nuevo, cuando llora por algo ajeno a la alegría y comienza a ver la realidad».
Las palabras de Adam provenientes de lo más recóndito de mi cerebro me sacan del sueño en el que estaba inmersa. Tengo el corazón acelerado y un corrientazo me recorre el cuerpo entero. Miro el reloj en mi celular: 12:48 a.m.
Ni el amor causa los mismos desvelos que la incertidumbre produce. Si pudiera hacer en símil de mi vida ahora, sería básicamente una persona en medio de un fondo blanco, con muchos caminos para tomar pero atada de manos y pies para poder dar un paso a donde sea.
Desde que Benjamín me buscó hace unos días no he podido de dejar de pensar en el rumbo de mi vida. Adam planeó todo para que nada me faltara aunque el precio fuera su ausencia, no obstante, no tengo claro qué hacer ahora. Pensé en irme al apartamento que tiene en el sur y de hecho fui a mirarlo, es lindo, pero el... olor de mi abuelo y su esencia seguían allí así que terminé llorando por dos horas. No puedo vivir ahí.
He pensado en irme pero, vamos, ¿a dónde? No tengo familia en ninguna ciudad, no conozco más que diez calles a la redonda de mi actual vivienda, mis padres no quieren ni verme y a pesar de que Adam me dejó los recursos, no me dejó las instrucciones de cómo proceder.
Tal vez a esto se refería Adam con eso de que «La niña empieza a ser mujer cuando vive, mi niña; cuando se rompe y debe remendarse para empezar de nuevo». Tal vez me quería decir que iba a ser una persona adulta cuando me viera en la obligación de enmendar mi alma sola, sin ayuda, sin él. Rota me dejó pero me dejó las herramientas para arreglar todo, solo que aún me siento una niña que está perdida en un supermercado y llora por no saber dónde está su madre. Adam me dejó en la crisálida, como él mismo dijo, pero siento que a diferencia de lo que él pensaba, aún me falta mucho para salir como mariposa y agarrar vuelo.
Luna es todo lo fijo y estable que tengo y eso lo agradezco enormemente.
Como si deseara mostrarme su sutil pero incondicional apoyo, la perrita suelta un gemido antes de pasar su nariz por mi brazo, estando acostada a mi lado.
—Tampoco puedes dormir, ¿eh? —Luna ni se mueve, acaricio su espalda—. ¿Qué hacemos ahora, Luna?
En el silencio sepulcral propio de la hora mi voz retumba a pesar de que apenas y fue un susurro. Me giro de costado de frente a mi Luna para mejor comodidad pero la perrita opta por levantarse mejor y bajarse de la cama.
—¿Por qué te vas? Ven acá. —Palpo el lugar junto a mí para enfatizar el «acá» pero no la siento llegar a mí.
Prendo la lámpara que está junto a mi cama y veo a Luna insistiendo con su nariz hacia el baúl que tengo en la esquina de la habitación. Parpadeo un par de veces para acostumbrarme a la nueva luz y pongo mi cabello tras mis orejas.
—¿No puedes elegir otro momento del día para ser curiosa?
Un sonido similar a un chillido es emitido por el can, un sonido de esos manipuladores que solo ellos conocen y usan para hacer todo a su voluntad. Bueno, ya estoy despierta y sin sueño, no pierdo nada trasteando un rato. Me siento en el suelo junto al baúl que Luna insiste en abrir, sin embargo, al verlo abierto, mete su nariz y pierde el interés totalmente. Vuelve al calor de la cama y me deja ahí en el suelo, revolcando entre libros de la universidad, bolígrafos, un par de fotos y varios cuadernos. Agarro uno de ellos al azar y paso sus hojas en dos segundos, sintiendo ese olor a papel guardado. Cuando lo voy a guardar de nuevo, un papelito cae por el lado. Dejo el cuaderno en le baúl y tomo lo que cayó, al abrirlo, sonrío. Es la lista que hice hace unos meses al inicio de mis vacaciones.
Tomo uno de los bolígrafos del baúl y empiezo a tachar los puntos que ya he hecho. Tras un par de minutos en que la sonrisa se me va borrando, la lista queda así:
⬜Encontrar a mi compañero perfecto (no es necesario que él sepa que lo es).
√Tener la iniciativa de empezar la conversación (y si es posible invitarlo a comer helado).
⬜Escaparme una noche por mi ventana (así sea solo hasta el árbol de al frente y no importa si voy sola).
√ Tomarme varios tragos a escondidas de mamá (tampoco importa con quién).
√Bailar en alguna fiesta (con o sin él, no importa).
√Ir a un club.
⬜Salirme de misa y no entrar más (esa solo aplica a mí).
⬜Entrar a una cabina de fotos y hacer muecas (no es necesario compañía).
√ Dar mi primer beso y que sea perfecto (No que sea con el amor de mi vida pero sí que sea algo, al menos una gótica romántico).
√ Ir a la marcha del orgullo LGBT (eso no es nada del otro mundo pero si mamá se entera... Mejor que no se entere).
√Conseguir un intento de mejor amiga.
√Hacer karaoke.
Tener esa certeza horrible de que más de la mitad de mi lista está hecha gracias a Luka me deja un malestar que se mezcla con ese maldito amor que aún le tengo y que se traduce en una lágrima solitaria que baja desde mis ojos hasta el papel. El punto uno: "Encontrar a mi compañero perfecto" queda sin marcar, solamente por el "mi" que no aplica a esta situación. Luka es perfecto en muchos sentidos pero ha quedado estipulado que no es "mi compañero", así que no estoy muy segura de si debo tachar el punto por él. Por ahora, en blanco quedará.
Antes de guardar la lista y acostarme para evitar otra sesión de autocompasión, agrego un par de puntos con tinta de otro color.
⬜No dejar que me pasen por encima
⬜Aprender a vivir sin Adam
⬜Salir adelante.
⬜Ser feliz.
⬜Olvidarme de Luka.
No pude conciliar el sueño sino como hasta las dos de la mañana, lo que me tiene un poco ojerosa, pero intento pasar del cansancio para ponerle buena actitud al día. Adam me dejó escrito que no quería que mi sonrisa se borrara y tras todo lo que ha hecho por mí, creo que lo mínimo que puedo hacer por él es cumplir su voluntad.
Recién me levanté, recordé lo que puse de anexo a mi lista de cosas por hacer, la más importante "ser feliz" y me dije que debía arraigarme la idea de que iba a serlo sin importar lo que pasara y estoy dispuesta, con cortos pasos, a cumplir ese camino. Me sonreí en el espejo esta mañana y pude convencerme de que mi sonrisa era bella y de que podía alegrar el día de alguien mostrándola y de que no la iba a borrar mientras estuviera en mis manos el estar alegre. Así que me puse mi uniforme y salí con mi Luna; el cielo se puso de acuerdo con mi decisión y optó por mostrar el sol.
Una calle antes de llegar a BurgerBoy, entré a la tienda que queda en la esquina y compré un lindo Muffin decorado, lo puse en su cajita y me dirigí a mi trabajo. Ya llegando, veo a Gia que está afuera esperando a que yo abra y al hacerlo, entramos las dos. A los tres minutos, Andy llega y se interna directo en su oficina luego de saludar. Julián no tarda en llegar y Gia y yo le sonreímos ampliamente; es ella quien primero se levanta y lo abraza.
—¡Feliz cumpleaños! —Julián se ríe y recibe la cajita que Gia le ofrece.
Supe de su cumpleaños ayer porque a Gia se le salió antes de que mi turno acabara, no le presté mayor atención por el humor que me acompañaba tras la visita de Benjamín pero con mi resolución de estar sonriente, decidí que lo mínimo que podía hacer era estar feliz hoy por él.
Gia lo suelta y entonces me acerco yo. Le ofrezco el Muffin, que recibe; tiene sus ojos brillantes y acepta mi abrazo.
—Feliz cumpleaños. Te deseo lo mejor del mundo.
—No tenían que traerme nada.
—Pues ya qué —responde Gia.
Julián pone la cajita sin abrir y el muffin en su casillero y se acomoda la gorra de BurgerBoy. La jornada laboral lamentablemente no se detiene por el cumpleaños de sus empleados así que seguimos con nuestros deberes. En un segundito en que Julián pasa por mi lado, me susurra:
—¿Cómo sigues?
—Ya estoy bien, gracias.
—Genial. Esta noche salimos.
—¿Qué...?
—No es una propuesta, ya está decidido. Salimos los tres y unos amigos míos.
Levanto la vista hasta Gia que limpia el suelo de la entrada y ella me sonríe y me guiña un ojo. Julián se retira, así de rápido como llegó y sigue con sus labores.
Por azares de la vida —de la celebración por el cumpleaños de Julián—, terminamos en su casa pasando la noche. Era más práctico eso a tener que pagar un taxi que nos dejara en tour por toda la ciudad, pasando por la casa de Gia y luego la mía y luego Julián. Era más económico también. Tuvimos que poner la alarma bien temprano para alcanzar a ducharnos para ir a trabajar los tres, lo bueno era que habíamos previsto algo así como posible así que tanto Gia como yo trajimos lo necesario para pasar la noche.
La señora Marisol ha sido muy servicial en recibirnos a las dos en su casa; nos prestó la habitación que tienen para visitas y Gia y yo dormimos juntas, ella había bebido un poco más de la cuenta así que estaba como lora mojada anoche hable y hable, yo por mi lado solo tomé agua, no estaba de humor para ni una gota de alcohol, pero me divertí. Yo ya estaba acostada pero Gia insistía en permanecer sentada en la cama.
—¿Viste la manera en que me tomó la mano? —preguntaba casi susurrando, con una sonrisa de oreja a oreja imposible de borrar. El hedor a licor me alcanzaba a llegar, pero como buena amiga, le seguí la idea—. O, ¿viste que casi no bailó con nadie que no fuera yo?
—Sí, es cierto. —Hablaba de Julián, por supuesto.
Julián llevó tres amigos, una chica y dos chicos y ya estando allá supe que lo había hecho prácticamente para no dejarme sola porque estuvo como chicle con Gia toda la noche. Yo estaba contenta de verlos juntos.
—Creo que le gusto, Cinthya —murmuró, casi soltando chispas con sus palabras—. ¡Creo que le gusto! ¿Crees que eso es posible...?
—Claro que sí. Le gustas mucho, Gia, pero debes calmar esa emoción un poco y... —Cuando la miré, la euforia le ponía los ojos brillantes y una mueca de felicidad muy extraña. Incluso la envidié—. Olvídalo. Debes gozarlo, si quieres pon la almohada en tu cara y grita. Te lo mereces.
Y eso hizo y tras otro rato hablando, cayó profundamente dormida.
Ya luego de darnos una ducha, Gia y yo bajamos las escaleras al comedor. Gia va enlazada en mi brazo y sonríe aún igual de ampliamente a anoche. Cuando llegamos, la señora Marisol ya está en la mesa junto a Julián. Nos sonríe.
—Buenos días.
—Buenos días, señora Marisol —respondo.
—¿Qué tal durmieron?
—Muy bien —dice Gia—. Gracias por dejarnos quedar acá.
—Las puertas de esta casa siempre están abiertas para ti, Gia —asegura. Luego me mira a mí—. Y ahora para ti también, Cinthya. Yo ya voy de salida, pero en la cocina hay de todo, coman lo que quieran antes de irse. —Se dirige a Julián que acaba de sentarse a desayunar y le da la bendición—. Te veo en la noche.
—Bueno, ma. Adiós. —Julián espera a que la señora Marisol salga para hablarnos—. ¿Cómo amanecieron?
—Yo super bien, Gia sí tiene algo de resaca —exclamo. Gia me da un codazo, pero se ríe—. ¿Qué tal tú?
—Me duele la cabeza pero puedo trabajar. —Julián estira su mano un poco sobre la mesa y toma mi celular que quedó ahí anoche. Me lo tiende—. Ese aparato no ha dejado de sonar.
Tomo mi celular con un poco de recelo. Eso es muy raro porque a mí nadie me llama, el único que lo hacía ya no está. Quizás fue otra alarma que quedó allí sin querer. Desbloqueo la pantalla y los íconos de mensajes y de Whattsapp se muestran en la parte superior. Bajo la ventana de notificaciones y aparece "252 mensajes de 5 chats".
—¡252 mensajes! —exclamó en tono alto. Gia ríe.
—Eres una chica muy solicitada.
—No, eso es impo... —Entonces entiendo y casi todo tiene sentido—. No había agarrado internet desde que me fui de la casa, acá tengo el Wi-fi de cuando vine la primera vez.
—¿Y de quién son todos los mensajes?
—Voy a mirar.
Abro la app. Son 5 chats: Un grupo en el que casi no hablo de las chicas de la universidad, Luka, Dylan, Denny y... Mamá. Son 150 mensajes del grupo; 10 mensajes de Denny; de mamá hay 22; de Dylan hay 18 y de Luka hay 52.
Miro primero los de Denny. Son solo saludos y buenos deseos y me pregunta que cómo estoy por lo de Adam, que se enteró pero que no ha podido llamar; esos son de hace dos días. Abro la ventana de Dylan. Básicamente me dice que lo ayude, que me necesita, que está desesperado y varias cosas más que no me interesa repetir. Dejando los últimos dos chats de últimas, el corazón se me acelera un poco. Julián lo nota.
—¿Todo bien, Cinthya?
—Emmm... son mensajes de mi mamá.
Ambos guardan silencio, entendiendo más o menos lo que significa. Trago saliva y abro esa ventana. Los mensajes son de días diferentes, el primero del mismo día en que me fui y así, más o menos con una semana o días de diferencia, varios de ellos.
Sé que vas a volver, Cinthya.
Te hará falta mucho esfuerzo para compensar lo que hiciste.
Ya pasaron seis días, ¿qué esperas para volver?
¿Estás bien? Solo dime que estás viva.
Voy a ir a tu trabajo, hija, solo para ver cómo estás.
Me dijeron que estabas descansando, ¿es cierto?
Solo necesito saber que estás bien.
¿Ya vas a volver?
Dylan me dijo que sigues con él, eso me alegra. Quisiera que me dejaras acompañarte en tu relación con él.
Cinthya, ¿ya vas a volver?
No sé si no quieres responderme o no ves mis mensajes, si los ves, por favor, solo responde una vez.
Tu hermano quiere verte, Cinthya.
Cinthya, feliz cumpleaños.
Ya me hice a la idea de que no vas a volver, pero no esperaba que no me hablaras.
Hija, lamento haber dicho todo lo que dije, respóndeme. No te llamo porque no quiero que me cuelgues.
Carolina, siempre serás mi hija; no apruebo lo que haces, pero tienes mi sangre. Solo dime que estás bien.
Supe lo de Adam, lo lamento, cariño. Cuando quieras venir a hablar, acá estamos.
Cinthya, lamento lo que ha pasado.
Hija, ven a visitarnos.
Cariño, nos haces falta.
Carito, te extraño.
El último mensaje fue enviado hace dos días. La garganta se me seca y repentinamente un nudo de púas sube por ella desde el estómago. Noto el movimiento involuntario de mis manos y dejo el celular en la mesa abrumada por esas palabras. Pensé todo el tiempo que mi mamá no quería saber absolutamente nada de mí y resulta que me ha estado buscando; una mezcla de tristeza, ira y algo de alegría se bate en mi interior; los deseos de ir ya a casa y llorar en su hombro se hacen fuertes pero hay un orgullo personal que no me lo permite.
—¿Qué pasa, Cinthya? —La voz de Julián me devuelve a la mesa y al desayuno.
—¿Mamá fue un día y preguntó por mí? —Julián y Gia intercambian una mirada cómplice y bajan su vista a la mesa. Es Gia la que responde.
—Un día que tú descansaste fue una señora preguntando por ti. No nos dijo quién era pero asumimos que era tu madre. Yo le dije a Julián que no te dijéramos nada porque te podía sentar mal, ya sabes... No te molestes.
—No estoy molesta, solo... sorprendida.
Miro el vaso de jugo que tengo en frente y lo bebo de un sorbo sintiendo la frescura en mi garganta. Me queda un chat por mirar. El de Luka. Con algo de temor, lo abro.
Los primeros son de luego de irme de la casa, cosas como "Hola" y así, nada del otro mundo. Hay una serie de mensajes del mismo día y haciendo cuentas de fechas. coincide con aquel domingo luego de que me dijera ebrio que yo no era su tipo. Los mensajes son de un poco más tarde de haberme ido de su casa, o sea, a eso de las 4 de la madrugada. Seguía ebrio.
Carolina, lamento lo que dije. No era mi intención decir eso; en realidad me gustas. Me gustas muchísimo y no sé qué hacer con eso.
Colibrí, eres tan diferente a todas y yo soy tan igual a todos.
Eso no tuvo sentido.
Te quiero, Colibrí.
Eres mi montaña rusa, te lo dije una vez, cierto? o no?
Sí, sé que sí.
Algo de que eras calma y desastre y de que quiero montarme en ti.
No, espera, eso suena horrible.
No es "montarme en ti". Entiendes?
Sí voy a montarme pero porque eres una montaña rusa.
Eres un desastre pero eres mi calma. Eres adrenalina.
Como la montaña rusa. Y por eso me asusta que me quieras y yo quererte.
Salgamos.
Quiero tomarte de la mano y que te sonrojes.
Eres más bonita de lo que piensas.
Perdón por lo que dije. No me odies.
Ni siquiera vas a ver estos mensajes, cierto?
Tengo muchísimo sueño, Colibrí.
Beo medio borroso.
Veo*
Quizás deba hablarte cuando esté sobrio.
No me vayas a odiar.
Eres la montaña rusa en la que quiero subirme.
Eso se lee feo, pero bueno... te diré un secreto:
Le temo a las montañas rusas desde siempre.
Luego de eso hay pocos, solamente quedan cuatro, de ayer en la noche. Supongo que luego de que se fue de mi casa.
Te escribo acá porque sé que no los vas a leer.
Te quiero mucho, Colibrí.
No te alejes.
Dame una oportunidad.
Es curiosa, incluso divertida, la manera en que todo en mi vida siempre cambia de un segundo a otro. Cada cosa que me sucede, me pasa de golpe y no paso a paso como se supone. En un momento estaba llegando a mi casa y al otro ya no vivía en ella. En un momento estaba a punto de besar a Luka y al otro estaba deprimida por no ser su tipo. En un momento hablaba con Adam de mi vida y al otro me llamaron a decirme que ya no estaba. En un momento quiero olvidar a Luka y lo puse en mi lista y al otro, quiero tachar el primer punto de esa lista pensando en él.
Debo hablar con Luka.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top