C U A R E N T A Y C U A T R O
#CapítuloFinal
#MuchasGracias
—¿Es todo?
Theo observa mis cuatro cajas y cuatro bolsas en el suelo con una ceja levantada. Me encojo de hombros y asiento.
—Tenemos casi lo mismo, no me juzgues.
—No te juzgo. Es que las mujeres siempre guardan mucha basura, esperaba más, es todo —bromea—. Charlie no demora en llegar con el auto.
—Eso espero porque sí que jodiste con lo de madrugar y mira el frío que hace —refunfuño.
—Apenas falta un cuarto para las 8, no te preocupes.
—Sí, pero mientras eso parecemos dos indigentes con cajas en la calle.
Theo ríe, mas no me contradice. Hice dos viajes en el elevador hace un rato con todo lo que compone mi mudanza y Theo hizo lo mismo. Luna ni sabe para dónde vamos pero está más emocionada que Theo y yo juntos, anda brincando de acá a allá con su cola moviéndose constantemente.
—Oye, yo ya entregué el apartamento, ¿tú ya lo hiciste?
—El casero dijo que estaba acá a las ocho para poderlo entregar. Esperemos que sea cumplido.
Y muy cumplido, faltando cinco minutos para las ocho, vemos al señor encargado de los apartamentos llegar en su pequeño y viejo auto. Al bajarse me sonríe y tras el respectivo saludo, subimos en el elevador hasta mi, ya desocupado, apartamento. El hombre revisa el baño, que la cama y los muebles estén completos y me pasa unos papeles.
—Firme ahí, señorita Carolina. Es la terminación del contrato.
Tras leer por encima lo que dice, pongo mi firma y número de documento abajo.
—Muchas gracias por todo.
—No hay de qué agradecer, señorita. Le deseo lo mejor.
—Aquí están las llaves.
Le tiendo al señor las dos llaves de la puerta y él las recibe. Cierra el registro del agua y desconecta la luz para luego salir y dejar con seguro. El hombre se retira de inmediato y yo me quedo dos segundos frente a la puerta con la nostalgia de irme presente.
Bajo de nuevo y Theo ya está poniendo todo en el auto de su amigo, que al parecer acaba de llegar.
—Hey, Cinthya, él es Charlie.
Me acerco al chico que es un poco más bajo que Theo y que tiene cara de acabarse de levantar. Él estrecha mi mano y fuerza una sonrisa, la verdad sí creo que acaba de levantarse.
—Muchas gracias por llevarnos.
—Lo que sea por Theo, es un gran amigo —responde escuetamente.
—Cinthya, sube esas tres cajas de allá —pide Theo, estando al otro lado del auto.
Hago lo que me pide y el suelo queda limpio de nuestras cosas. Luna se sube de un brinco cuando el chico Charlie abre la puerta y se acomoda en la parte de atrás.
Theo se sube de copiloto y Charlie manejando. Miro una vez más el edificio y con una sonrisa, me despido mentalmente.
—Es para irnos hoy, Cinthya —recrimina Theo.
Escucho la risita del amigo de Theo pero omitiéndola y sonriendo también, asiento y me subo. Al cerrar la puerta con un golpe seco, Charlie enciende el auto y se dispone a arrancar.
—¡Caro! —el grito de mi nombre se escucha proveniente de la entrada del edificio. Al voltear y mirar, Luka se acerca corriendo al auto. Theo me observa por el espejo.
—Tú dirás si arrancamos o esperamos.
El corazón se me dispara en un segundo cuando lo veo a unos metros del auto. A modo de reflejo abro la puerta, en lugar de decirles que arranquen como debería. Luka llega hasta mí y frena sin decir nada.
—Bueno, no te demores —dice Theo desde el auto y veo que avanza un poco hasta la esquina, donde estaciona y se apaga.
La respiración trabajosa de Luka por la carrera se retiene un segundo cuando me mira a los ojos. Inspira hondo una vez más y pone las manos en su cintura.
—¿Cómo es que no me dijiste que te ibas? —dice. Trago saliva, sintiendo repentinamente una resequedad en la garganta.
—No le vi necesidad.
—Colibrí, ¿p-por qué te vas? Gabriel acaba de decírmelo y yo... no puedes irte.
—Necesito empezar de nuevo, lejos de esta ciudad... —admito—. Lejos de ti.
Luka toma mis manos y veo cómo sus ojos se cristalizan levemente.
—Te necesito a mi lado, Colibrí. Te quiero mucho y tú eres lo más lindo que...
—No me digas eso. Para ti cualquier cara bonita es lo más lindo que se te cruza —espeto.
—Es que no es tu cara, Caro —insiste—. Eres tú, es tu sonrisa, tu voz... por favor, Carolina, yo te quiero conmigo. Solo a ti, yo voy a cambiar y...
—La gente no cambia.
—Pero se vuelven mejores personas por alguien especial.
Es desagradable querer creer todo lo que dice, pero no ser capaz. No, ya no.
Es muy probable que esta sea la última vez en quién sabe cuánto tiempo que pueda ver a Luka y no quiero que guarde mi recuerdo como alguien que se fue enojada con él. Al contrario de lo que puede parecer obvio, yo le debo mucho a Luka. Mucha de la fuerza de la que puedo alardear hoy nació de las insistencias de Luka en que yo podía ser mejor persona.
—Luka, quiero agradecerte por todo lo que hiciste por mí. Por darme fuerza, valor y coraje. Por enseñarme que debo amarme a mí primero. —Una lágrima resbala por la mejilla de Luka y se pierde en su mentón. Muerde su labio y se acerca para envolverme en un abrazo—. Tú no me quieres y eso no está mal, no puedo obligarte a hacerlo.
—Sí te quiero...
—Lo sé, pero no como pareja. Yo... yo me enamoré de ti y sabía que no era el tipo de chica con el que usualmente andas y lo acepté y seguí a tu lado aunque me estrellé al final. Yo acepto que me quieres, pero acepta tú que no como una posible pareja. Te gustó mi ingenuidad y eso es todo, solo fue un capricho de momento.
—No puedes pensar eso, Caro. No tú. No eres un capricho y tampoco una de las que cruza en mi vida y se va así no más. Lamento haberte dicho todo lo que te dije la otra noche, nada de eso es cierto. —Habla apresuradamente, sin siquiera tomar aire para continuar—. No te hubiera llevado a la cama, pero no porque no quería sino porque quería más que eso... no quería dormir contigo, quería que amanecieras conmigo y que desayunáramos juntos y salir con Gabriel y...
El paisaje, ahora imposible, que me pinta, se desdibuja con la grieta en mi corazón.
—Basta —imploro, con el nudo en la garganta—. No me hagas esto.
—Por favor, no te vayas. Dame una oportunidad.
—Decidí darme una oportunidad a mí misma —murmuro, pasando mi mano por mi mejilla, limpiando el rastro de la tristeza— y no te incluye.
Sin darme tiempo a pensarlo, Luka me besa. Un contacto suave, un roce de labios sin más intención que una despedida. Con los ojos cerrados puedo sentir como frunce sus párpados y un lastimero jadeo se escapa de él. Pongo mis palmas en sus mejillas y le devuelvo el beso, dejándole un punto final al amor que aún le tengo.
—Te quiero muchísimo, Luka —susurro, aún con los ojos cerrados—. Vas a ser feliz y espero serlo también.
—¿Cómo voy a encontrar a una igual a ti? —jadea—. Solo te quiero a ti.
Luka acaricia suavemente mi rostro, desde mi frente hasta mi mentón con su índice. Suspiro ante ese contacto y siento su pulgar delineando mi labio inferior.
—Por ahora. Solo me quieres por ahora —objeto—. Descuida, el tiempo y la distancia acaban con todo.
O eso espero.
—No me vayas a olvidar tan pronto —pide con un sollozo, besando mi mejilla.
—Nunca te voy a olvidar, Luka. Hay personas que dejan huella en la vida y tú dejaste una buena. —Me pongo un poco en puntas y rodeo su cuello con mis brazos, apretándolo en un abrazo tan fuerte que duele en cada resquicio del alma, un abrazo que quiebra cada cosa mala y la transforma en un agradecimiento.
—Te quiero, Colibrí y así no me creas, te juro que eres la única Colibrí que ha pasado por mi vida —susurra en mi oído. Aflojo mi agarre y pongo los pies de nuevo en el suelo. Acaricio su cabello una vez más.
—Dios te pondrá a alguien mejor en el camino.
—Le pediré al cielo que seas tú de nuevo —responde.
—Adiós, Luka.
Luka pasa su mano por mi brazo hasta que doy un paso atrás y rompo todo contacto. Baja sus manos a los lados de su cuerpo y compartimos una mirada que reluce mil emociones que las palabras no pueden decir.
—Adiós, Colibrí.
Camino con rapidez hacia el auto y entro velozmente en él, azotando un poco la puerta. Ya adentro tomo una bocanada de aire que alimenta las lágrimas que ya no se resisten más y salen a borbotones.
—¿Estás bien? —pregunta Theo, asomándose por en medio de los dos asientos delanteros. Charlie me observa desde el espejo. Asiento varias veces, con la vista nublada—. ¿Estás segura de esto?
—Completamente —farfullo—. Vámonos.
El auto es encendido de nuevo y mi cuello involuntariamente se voltea para ver a Luka aún en la entrada del edificio, mirando en nuestra dirección. Su imagen se hace más pequeña a medida que nos alejamos y en la vuelta de la siguiente cuadra, lo pierdo de vista.
El mejor material para construir una nueva vida, son los pedazos fortalecidos de un corazón roto; la única historia de la que deberíamos aspirar a ser protagonista es la del amor propio.
La vida es un viaje, un camino de autodescubrimiento que en algún punto se debe transitar solo. Todo el que llegue se vuelve un pasajero, algunos duran más que otros, algunos dejan carga y otros la liberan, algunos hacen ameno el viaje, otros lo hacen pesado al punto de hacerlo sentir atascado, pero al fin y al cabo es uno mismo quien decide si atascarse o seguir a pesar de los baches.
Nunca se sabe qué nos depara en el camino de la vida y eso es lo que hace interesante cada estación. Ir preparada para lo peor pero esperando lo mejor es lo único que se puede hacer al emprender el viaje y tengo la fortuna de, en esta ocasión, no ir sola.
En este momento, mi viaje va acompañado de Luna y de Theo, pero más importante, del valor que he conseguido en estos meses.
Una nueva vida, un nuevo camino y a pesar de las circunstancias, sé que será para bien, sin importar la cantidad de baches que encuentre.
Llevando una hora de camino, escuchando la música suave de Los Beatles que Charlie puso en su radio y sintiendo el sol a través del vidrio del auto, sonrío. Le sonrío al día, a la vida, a mí misma.
Y todo va a estar bien.
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