Tenia pánico.

Sus ojos buscaron con desesperación el rostro de su hermana pequeña, pero a pesar de todos los intentos, a pesar de que la buscaba con desesperación, lo único que pudo ver fue un mar de sangre.

Recordaba su sonrisa, la manera tan brusca y precipitada en la que actuaba, y al mismo tiempo la forma tan valiente que la caracterizaba.

–Renato ¿Hasta cuando mamá me tendrá encerrada? –pregunto con un tono triste.

–Shhh... Mamá no es mala–dijo el pequeño vestido de marinero– Ella solo esta enferma de la cabeza.

Aquellas palabras le dieron un poco de consuelo.

Hacía ya más de dos meses que su hermana había desaparecido junto con el pequeño conejito. Siempre pensó que un día abriría los ojos, y vería la sonrisa de ambos chiquillos. Pero los días pasaban, y lamentablemente, lo único que vio al despertar, fue la mirada envenenada de su madre y los asquerosos acercamientos de su padrastro.

–Renato– esta vez dejo resvalar una lágrima.

El niño la conocía muy bien. Conocía sus debilidades y la manera tan valiente en la que ella solía enfrentarse al mundo. Fue por eso que la acompañaba a donde sea que ella fuera, la cuidaba en las noches y era su consuelo cuando se dejaba caer.

A pesar de tener 12 años, Ángela era mucho mas frágil que su hermana de 10. Era cobarde, algo que detestaba y al mismo tiempo agradecía.

–Tranquila Rin Rin– canturreo el angelito que la cuidaba– Ellos estarán bien.  Ellos aun estan...

Un fuerte golpe hizo que pegara un brinco en su lugar.

Aferrándose a la pared detrás de ella, escucho las voces de Jaime y su compadre.  Sabía lo que venía, pero tenía que ser fuerte. Tenía que soportar todo y solo para volverlos a ver.

«Rin Rin yo te protegere»

***

Elizabeth colgada del arbol.

La risa de ella.

La manera en la que su alma pasaba formar parte de su colección.

La sangre derramada de una inocente.

Erika cerro los ojos e intento hacer como que nada malo sucedía.

«Solo por Damien, sólo por el hago esto»  se repitió varias veces.