Capítulo 1

La comisaria de Kioto era bastante grande y estaba dividida en varios departamentos. Se sentía algo cohibida al seguir a su abuelo sin saber muy bien por dónde iba y mientras todos hacían reverencias para saludar a su jefe. 

—Ven por aquí, voy a presentarte a uno de mis oficiales más preciados. Él será el que te enseñará todo lo que necesitas. Trabajarás bajo sus órdenes, y más te vale no defraudarme. Eres la nieta del inspector y el listón está muy alto —aseguró su abuelo, bromeando con lo último. Llamó a la puerta y una voz profunda indicó que podíamos pasar—. Buenos días, oficial Smoker.

—Buenos días, inspector Garp. —Los ojos de aquel hombre se clavaron en la joven que cruzo la puerta detrás de su superior. 

(TN) trató de no mirarle con mucho descaro. ¿Ese iba a ser su superior? ¿Aquel hombre que parecía tallado por los mismísimos dioses? Era alto y su cuerpo estaba muy bien trabajado. Debía tener unos treinta y pico años, pero su pelo ya estaba completamente gris —aunque eso le daba un toque más maduro—. La cicatriz que recorría su rostro le hacía todavía más interesante. 

—Esta es mi nieta, (TN). Empieza hoy a trabajar bajo tu mando —indicó Garp.

A Smoker no le hizo mucha gracia. Ya le habían endosado los últimos dos novatos a él. Estaba claro que era señal de que hacía bien su trabajo, pero ya estaba un poco cansado de que le quitaran agentes más antiguos para darle a los nuevos. 

—Como ordene, señor inspector —aceptó él. Jamás se quejaría o rechazaría una orden que viniera desde arriba. 

—Y ahora, déjame usar ese aparato. Voy a reunir a todo el cuerpo de esta comisaria. —Garp se acercó al micrófono, pulsó el botón y su voz resonó en cada rincón del edificio—. Venga, vamos para allí. 

(TN) siguió a sus superiores, pensando si no hubiera sido mejor que le hubiera tocado en otra comisaria en la que su abuelo no estuviera al mando. Al principio incluso le hizo ilusión, pero en aquellos momentos se sentía algo incómoda.

Tal vez se iría acostumbrando. 

Cuando llegaron, varios agentes ya se habían reunido en el recibidor. El resto, los que estaban más lejos, apenas tardó un par de minutos más en llegar, obedeciendo la llamada del inspector. 

—Hoy tenemos una nueva incorporación —anunció, con orgullo, pasando el brazo por los hombros de la peli(t/c) y atraiéndola hacia él—. (TN), mi querida nieta. 

Todos hicieron una pequeña reverencia.

—Encantada —dijo ella, devolviendo el saludo.

—Trabajará bajo las órdenes de Smoker y espero que todo el mundo sea amable con ella —aclaró—. Y como alguien intente ligar con ella le cortaré las manos. Es más le cortaré la...

—Vale, abuelo —le frenó ella, dándole un apretón en el brazo—. Está todo claro. 

—Más vale que esté todo claro —recalcó él—. ¡Venga, ahora todos a vuestros puestos!                      
La gente comenzó a dispersarse por los pasillos, volviendo a su lugar de trabajo. El oficial Smoker indicó a su grupo que debían reunirse en su despacho, así que (TN) y otras personas siguieron al hombre de cabello blanco. 

Una vez allí, él se sentó en su silla y el resto se colocó en semicírculo alrededor de su mesa, esperando sus palabras. 

—Aquí tenéis la distribución de esta semana. El cuadrante estará colgado en el tablón de anuncios y en mi despacho. También os lo he mandado por correo. En una hora empieza vuestro turno, haced lo que tengáis que hacer hasta entonces —indicó el oficial. Acto seguido, dirigió sus ojos hacia la nueva incorporación—. Señorita Monkey D., quédese un momento. 

(TN) obedeció, al igual que el resto de sus compañeros y compañeras, que fueron abandonando ordenadamente la sala. Smoker esperó a estar a solas para continuar hablando.

—Tome asiento —indicó, señalando con la mano las dos silla que había frente a su escritorio. La joven hizo caso y se sentó en una de ellas—. Necesito que me facilite una dirección de correo y le explicaré un poco como funcionamos, aunque creo que sabe perfectamente cómo va esto.

La peli(t/c) le dio su correo electrónico, aunque estaba claro que aquel hombre no había leído su ficha, ya que ahí estaban todos los datos. Tal vez no había tenido tiempo o tal vez no tenía ningún interés. 

Los agentes de policía se distribuían en pequeñas comisarias que había en las zonas más frecuentadas de la ciudad. Cada semana variarían los turnos: aquella irían de mañanas, a la siguiente de tardes, otra por la noche y, así, sucesivamente. Un mismo grupo solía estar siempre en el mismo lugar, ya que así se conocían bien la zona por la que se movían.

Al final de la jornada debía entregar un reporte sobre como había transcurrido todo y llevar un registro de las incidencias. 

—¿Tiene alguna duda?

—Está todo claro, oficial Smoker —respondió ella—. Tan solo tengo una petición...  Le agradecería que me tuteara, al igual que al resto. No quiero ningún trato especial. Y preferiría que se me llamara por mi nombre, no por mi apellido.

—Eso está hecho, (TN). —La piel de la joven agente se estremeció al escucharle pronunciar su nombre—. Haré cualquier cosa para que la nieta del inspector se sienta a gusto. 

—Gracias —murmuró ella, tratando de disipar ciertos pensamientos que habían acudido a su cabeza. 

Estaba claro que no lo había dicho en el sentido que había pensado. Ni si quiera entendía por qué ella misma lo había pensado así. Desde luego eso no era empezar con buen pie. También esperaba que no le estuviera recordando constantemente que era la nieta del inspector. 

—Puedes tomar algo en la cafetería antes de ir a tu puesto —sugirió Smoker, mientras comenzaba a rebuscar en uno de los cajones de su escritorio. Acabó sacando un puro—. Tus compañeros deben estar allí. Que vaya bien la ronda de vigilancia, espero un buen reporte al final de la jornada. 

—Sí, oficial Smoker —aseguró ella, haciendo el saludo oficial antes de abandonar el despacho. 

La cafetería estaba en la planta baja. (TN) conocía la distribución bastante bien, ya que su abuelo le había llevado allí varias veces durante varios años. Ya de pequeña se había imaginado trabajando en un lugar como aquel.

Tal y como su superior había comentado, la zona estaba repleta de agentes. Mientras se dirigía a la barra para pedirse un café bien cargado divisó una mesa en la que estaban sentados varios de sus compañeros a los que había visto hacía apenas unos minutos en el despacho.

Una vez con la bebida entre las manos, fue directa hacia la mesa.

—Hola —saludó, haciendo que todas las miradas se posaran en ella. Trató de no poner los ojos en blanco. Esperaba que no le trataran diferente por ser la nieta de Garp, aunque su abuelo no lo había puesto nada fácil.

—Hola, (TN), yo soy Koby —se presentó un chico de cabello rosa que no debía ser mucho mayor que ella—. Y este es Helmeppo. Estamos juntos esta semana, en la misma comisaria que está en un centro comercial cerca de aquí. 

—Encantada —dijo, regalando una sonrisa al tal Koby y al otro chico de pelo rubio y largo recogido en una coleta—. ¿Y quién suele conducir hasta allí? 

—Yo, pero estaré encantado de cederte mi puesto sí te apetece —respondió Koby, amablemente. 

Por supuesto que le apetecía. Hacía siglos que soñaba con conducir un coche de policía teniendo ya su puesto de trabajo.

[•••]

La mañana en el kōban transcurrió bastante tranquila. Apenas se acercó algún que otro grupo de turistas a preguntas por algunas direcciones.

Habían salido a dar ya un par de vueltas, por turnos, pero todo parecía en orden. Se habían comprado unos refrescos en una máquina expendedora y estaban disfrutándolos sentados dentro del pequeño edificio, junto al almuerzo.

Charlaban animadamente, contándose cosas sobre ellos para conocerse mejor.

Ya hacia un par de horas que habían almorzado cuando (TN) se dio cuenta de que una niña pequeña, de unos tres años, estaba llorando desconsolada acercándose hacia la puerta.

—Mirad, debe haberse perdido —dijo, arrastrando la silla y levantándose para dirigirse hacia la puerta. Sus compañeros la imitaron—. Hola, pequeña.

—Mi mamá... —sollozó la criatura, con la cara empapada en lágrimas y la respiración agitada.

—No te preocupes. Enseguida la encontraremos. ¿Nos dices tu nombre? —preguntó la peli(t/c), agachándose junto a ella.

—Jin.

—Vale, Jin. Aquí estás a salvo y nosotros encontraremos a tu mamá. ¿Tienes algún número de teléfono? ¿La mamá te ha dado algún papelito? —inquirió la joven policía.

La niña dirigió sus manos temblorosas al pequeño bolso color azul —a conjunto con el vestido— que llevaba colgando.

Lo abrió y rebuscó hasta sacar un sobre de color blanco. En letra a mano ponía "Teléfono de mamá".

—Muy bien —le felicito (TN), abriéndolo y tomando entre sus dedos la tarjeta que había dentro. Se la pasó a Koby, que enseguida se dirigió hacia el teléfono—. Vamos a llamar y tu mamá vendrá enseguida. Ven, siéntate aquí con nosotros. ¿Quieres un vaso de agua?

La pequeña asintió moviendo la cabeza, ya un poco más tranquila. Se limpió los ojos con el dorso de la mano mientras seguía a la chica policía.

—Ya hemos hablando con tu mamá, debe estar a punto de llegar. No estaba muy lejos —explicó Koby. A Jin se le iluminaron los ojos de la emoción y regaló una dulce sonrisa a los agentes.

Pocos minutos después, se escuchó el ruido de las puertas automáticas. Una mujer de unos treinta y pocos años entró a toda prisa y acalorada. Sus mejillas estaban rojas por el esfuerzo de haber estado corriendo y por el sofoco de haber perdido a su pequeña.

—¡Jin! —exclamó, con voz aguda. La susodicha saltó de la silla y corrió hacia los brazos de su madre, fundiéndose en un cariñoso abrazo—. Gracias por cuidarla y por avisarme.

—De nada, es nuestro trabajo velar por la seguridad de los ciudadanos y ciudadanas —dijo (TN), haciendo el saludo oficial—. Qué vaya bien el día. Tengan cuidado.

La mujer hizo una reverencia, a modo de despedida y de agradecimiento. La pequeña la imitó con torpeza y, después, abandonaron el lugar.

—Creo que esto será lo más interesante que nos pase hoy —comentó Koby, mirando hacia el reloj analógico que colgaba en una de las paredes. Tan solo quedaba una hora y media para acabar su turno—. Podemos ir redactando el informe.

—Solemos comenzar a redactarlo un rato antes de acabar y si pasa algo nuevo lo añadimos después —ilustró Helmeppo.

En el ordenador ya había una plantilla. Había pasado poca cosa, así que no tardaron en rellenarlo.

Tal y como esperaban. No tuvieron que añadir nada más. El turno de mañana solía ser más tranquilo, el de la noche era el más movido de todos. Durante las tardes... Bueno, ese era el menos predecible.

—Mándalo a imprimir —le indicó Koby.

—¿A imprimir? —cuestionó (TN), arqueando una ceja—. Si lo acabamos de mandar por correo.

Los agentes del siguiente turno entraron por la puerta e intercambiaron saludos.

—Al oficial Smoker le gusta tenerlo todo en mano también. Es algo tradicional —explicó el joven de cabello rosado.

—Y poco derrochador... Poco cuidaremos al planeta así —apuntó la peli(t/c). Encogiendo los hombros. Apretó la opción de imprimir y los papeles no tardaron en salir.

—¿Se los entregas tú?

—Claro, sin problemas —aceptó la joven. Era la nueva y era su turno.

Una vez todo listo y hecho el cambio de turno, los tres agentes se dirigieron al coche de policía para poner rumbo a la comisaría base.

Una vez allí Koby y Helmeppo se despidieron de su compañera hasta la mañana siguiente, que empezarían un nuevo turno.

(TN) se dirigió hacia el despacho de su oficial con la misión de entregarle el registro de la jornada. La puerta estaba entreabierta, así que golpeó con los nudillos y no entró hasta que se le indicó.

—Aquí traigo el informe en papel —anunció la agente, acercándose y depositándolo en la mesa.

—Perfecto. ¿Qué tal ha ido el primer día?

—Tranquilo, pero está bien para ser el primer día.

—Me alegra que haya ido bien. Esto es así, hay días más emocionantes que otros —comentó él, mientras guardaba los papeles—. De hecho, más vale que todo esté tranquilo.

La conversación se vio interrumpida y ambos se sobresaltaron al escuchar la voz del inspector a través de los altavoces.

—¡Atención! ¡Atención todo el mundo! —exclamó, haciendo que agentes y oficiales de pusieran en alerta—. ¡Este fin de semana es obligado acudir a la cena que he organizado y tomar unas copas!

(TN) no pudo evitar soltar un par de carcajadas. Su abuelo no tenía remedio y Smoker no parecía sorprendo. Ya debía estar más que acostumbrado.

[•••]

(TN) había superado su primera semana de trabajo. Ella y su equipo tan solo habían tenido que enfrentarse a algún pequeño hurto, peleas callejeras y reconducir a algún borracho pasado de copas. Nada fuera de lo común.

—¿Dónde vas así vestida? ¿Acaso no tienes algo con un poco más de tela? —le increpó su abuelo, al verla llegar al salón.

—Es un vestido de mamá, además me queda genial —sentenció la joven, dando una vuelta sobre sí misma y con expresión de orgullo, haciendo que su madre soltara varias carcajadas—. No seas un anticuado, abuelo.

La verdad es que aquel vestido corto negro hacía resaltar su cuerpo de una manera espectacular. O así lo veía ella. Le costaba mucho que le gustara un vestido.

—Venga, vamos. Qué mínimo que llegar el primero, siendo el inspector de la comisaría. Además, necesito una buena copa —comentó con energía.

—Pásalo bien, cariño —se despidió si madre, depositando un beso despedida en la mejilla de la joven.

—Nos vemos más tarde, mamá.

La cena pasó más o menos tranquila, a excepción de que su abuelo se puso borracho como una cuba poco después de empezar el primer plato.

(TN) era más cautelosa. Su abuelo y su madre, ya de por sí eran bastante... No sabía cómo describirlo, llamativos tal vez. No necesitaban beber para mostrar su locura.

Ella en cambio, era más como su tío, Dragón. Tal vez no tan seria a simple vista, pero ambos se desataban cuando bebían. La gente no solía esperárselo se su tío, pero es que tan solo lo habían visto así en privado. Todo quedaba en familia.

—Oye, guapa, ¿quieres algo de beber? Yo invito —propuso un chico joven a la peli(t/c), sin saber lo que le esperaba.

—¿Quieres invitarme a mi? —preguntó Garp, pasando el brazo por los hombros de su nieta. El chico se quedó en blanco—. ¿¡Qué pasa!?

—Disculpe, señor, disculpe —farfulló, nervioso, haciendo par de reverencias y sin comprender nada de toda aquella situación. Se alejó a gran velocidad.

—Va, (TN), pídete algo, que invita tu abuelo.

—Una cerveza está bien, por el momento.

Cuando acabo esa cerveza pidió otra y otra. Pronto se vio metida en un concurso de acabarse el botellín primero. Obviamente ganó a sus contrincantes.

—¡Esa es mi nieta! —exclamó Garp, entre carcajadas. Las carcajadas, de repente, se convirtieron en tos y el viejo perdió el equilibrio.

—Bueno, abuelo, creo que os hora de pedirte un taxi —comentó la joven, acercándose a él al mismo tiempo que el oficial Smoker, el cual no había tomado ni una gota de alcohol—. ¿Puedes ayudarlo a salir fuera? Yo iré buscando uno.

—Por supuesto.

Por suerte, por aquella zona era fácil encontrar un taxi, ya que había varios pubs y la gente solía salir por allí. Así que no tardó en parar uno.

—Buenas noches, espere un momento por favor —pidió la peli(t/c), tras abrir la puerta con dificultad, ella también iba algo perjudicada por los efectos del alcohol—. Ese hombre que está saliendo por la puerta es el que va a subir.

Entre ambos lograron que Garp se sentara apropiadamente en uno de los asientos de detrás.

—¡Eh! —exclamó el viejo, agarrando el antebrazo de Smoker antes de que este cerrara la puerta del vehículo—. Cuídame a la niña, que no se le acerque ningún degenerado.

—No se preocupe, yo me encargo —aseguró Smoker.

(TN) rodó los ojos al escuchar aquella conversación.

Genial, tendría niñera el resto de la noche.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top