ENRIQUE


 La culpa es una piedra atada al corazón que nos hunde en aguas oscuras. Muchas veces conseguimos un elemento filoso para cortar la soga y conseguir salir a flote antes de ahogarnos. Muchas veces no.

Enrique tenía la tranquilidad de saber que mientras había decidido abandonar momentáneamente la búsqueda de Valeria para ayudar a Florencia a regresar a salvo a la nave, su novia en realidad ya había conseguido llegar hasta el hospital de a bordo, relativamente ilesa. Y sin embargo, todavía no se había animado a mirarla a los ojos. Incluso cuando ella había apoyado su elección en aquel momento de caos y confusión.

Cuando se sentía así, lo que lo calmaba era escuchar algo de música tranquila. En aquel momento, el reproductor de música que había diseñado Raúl, el que le había salvado la vida, hacía sonar un disco de Morcheeba, que siempre lo ayudaba a encontrar su centro. Estaba en su habitación, sólo, boca arriba. Las manos cruzadas bajo la nuca, la mente viajando hacia atrás y adelante en el tiempo. Atrás, hacia recuerdos recurrentes de decisiones y autorreproches. Adelante, hacia futuros probables e improbables.

Y entonces golpearon a su puerta.

Era ella, desde luego. Y aquellos futuros por los que su mente divagaba se volvieron presente.

— ¿Qué pasa? ¿No me vas a dejar entrar? ¿Ni siquiera me vas a saludar?

El peso de la culpa bajó la cabeza de Enrique, quien murmuró un "Tenés razón" apenas audible.

Valeria entró, se sentó sobre la cama y lo estudió con la mirada, en silencio, hasta hacerlo sentir incómodo. Él apartó la vista y volvió a mirarse el ombligo.

— ¿Qué te pasa, Quique? ¿Por qué me estás evitando? ¿Por qué desde que terminó todo este bardo no me quisiste ver más? — La respuesta salió en un hilo de voz imposible de oír. — ¡No te escuché!

— Porque no me lo merezco. Porque cuando tuve que elegir entre seguir buscándote o volver a la nave con Florencia, preferí abandonarte a tu suerte.

Valeria inclinó la cabeza hacia un costado. Nunca la había visto hacer aquel gesto antes. ¿Qué significaba?

— ¿Vos me estás hablando en serio, Quique? — Silencio. — ¿En serio te estás alejando de mí por eso? — De pronto la culpa se convirtió en otra cosa. En la sensación de vergüenza que se siente cuando alguien comprende que estaba haciendo una estupidez magna.— ¡Si tengo que enojarme con vos, en todo caso, va a ser por estar escuchando esta canción que habla tan alegremente de un femicidio! ¿Pero cómo te vas a sentir así por lo que pasó?

— Sí. ¿Cómo tengo que sentirme si no?

— ¡Contento, nene! ¡Feliz de haber podido ayudar nada menos que a Florencia, la novia de Tomás! ¿No entendés lo que esto significa? — Enrique le demostró con una mirada repleta de confusión que no, no entendía qué significaba aquello. — ¡Significa que ahora vas a ser más cercano al Capitán! ¡Vamos a ser más cercanos! ¿No te das cuenta? ¡Por fin vamos a tener un status un poco más alto! Sí, lo que pasó allá abajo fue horrible para todos. ¡Pero nadie se murió! ¡Y encima ahora nos vamos a hacer amigos con Tomás! ¡Esto es un paso muy importante hacia arriba! ¡Vení acá, tontito!

Y lo abrazó. Enrique aún seguía confundido. Quizás incluso más que antes. Pero cuando comenzaron a besarse aquellos sentimientos de duda se evaporaron como alcohol al sol.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top