ENRIQUE
Parte de sus funciones como jefe de comunicaciones consistía no sólo captar y emitir transmisiones del y hacia el exterior de la nave, musicalizar el ambiente y emitir los mensajes del Capitán para la tripulación, sino también controlar el flujo de información entre cada sector de la nave. Ya fuera un reporte de la sala de motores para la consola de Raúl, una citación que la doctora le enviaba a un paciente para recordarle un turno o simplemente algo de correspondencia personal de rutina entre dos tripulantes, pasaba por su estación de trabajo. Alguna vez, en un pasado terriblemente cercano, su antiguo Capitán lo había obligado a revisar cada uno de los mensajes personales, buscando complots y una conspiración que en aquel momento no existía. Y que cuando existió decidió ignorar, por ser parte de ella.
Pero aún estando familiarizado con el caudal de información, no pudo evitar sorprenderse cuando llegaron dos mensajes de texto dirigidos a él, al mismo tiempo. Uno era de Tomás. El otro de Valeria. Y tenía una imagen adjunta.
"¡Prioridades!", suspiró. Y abrió el mensaje de su Capitán:
De: Tomás Rivera
Para: Enrique Montoya; Benjamin Culbert
Los Eghar nos acusan d haberles destruido 1 nave exploradora. No estamos seguros si lo dicen x Deragh o x la nave anterior. Necesitamos pruebas!
El exceso de abreviaturas en el corto mensaje era impropio de Tomás, así que parecía indicar que había sido enviado con disimulo, probablemente durante una discusión.
Culbert también había leído su mensaje, y ya estaba dando órdenes y planificando los estudios que debían hacer para demostrar su inocencia. Lo que más le llamaba la atención a Enrique era el silencio total de cualquier tipo de transmisión por parte de Deragh después de aquella pequeña escaramuza. ¿Pero por qué? Y si las naves que traían al negociador Eghar eran sus refuerzos, como habían pensado, ¿Cómo les había avisado, si no podía detectar ninguna señal de comunicación?
No podía avanzar en su razonamiento. Estaba atascado. Necesitaba despejarse. Algo de música, o...
Y entonces recordó aquel otro mensaje que había recibido. El de Valeria. Tapó su pantalla con el respaldo de su asiento ("nunca se sabe", pensó) y abrió la foto adjunta.
No podía creer lo que estaba viendo. Aquella chica, su objeto prohibido de deseo, la novia de su antiguo jefe, quien apenas horas atrás lo había sorprendido con uno de los mejores besos que había probado en su vida, le estaba enviando una selfie. La cámara la tomaba hasta un poco por debajo de los hombros, sin ningún rastro de ropa alguna. Y aún así, era mas excitante que verla de cuerpo entero. Sus exquisitos labios le mandaban un indecoroso recordatorio de aquel beso. No pudo evitar recordar aquel estribillo de la canción "Rocket Queen", de Guns n Roses:
Here I am
And you're a rocket queen
I might be a little young but honey I ain't naive
Here I am and you're a rocket queen oh yeah
I might be too much
But honey you're a bit obscene.
— ¿ Todo está bien, señor Montoya?
La voz de Culbert lo bajó al piso. Minimizó la foto con singular presteza.
— Bien, señor. Estaba pensando... — ¿Pero en qué estaba pensando? ¿Qué decirle a Culbert? ¿Cómo evitar un regaño? Y lo que era peor, ¿Cómo evitar el papelón? — Estaba pensando en la primer nave que nos cruzamos. La que nos atacó.
Culbert lo miró, interesado. ¡Tenía que decir algo! ¿Pero qué? Y entonces comprendió qué era lo que le había llamado la atención.
— No puedo detectar ningún pedido de refuerzos. ¡Deragh nunca pidió ayuda! ¡Y te... le digo más! ¡Me da la sensación de que captó a sus compañeros antes que nosotros y eso lo hizo huir!
— ¡Hmm! ¡Tiene sentido! ¡Responda el mensaje al Capitán, aclarando que se trata de una hipótesis! ¡Que él decida si esto le sirve!
Enrique asintió.
— ¡Buen trabajo, señor Montoya!
— ¡Gracias, señor! — Respondió Quique, aliviado.
— ¡Y no quiero volver a verlo mirando fotografías personales en horario de trabajo! ¿Comprendido?
Sintió la marea roja inundando sus mejillas. ¡A ese hombre no se le escapaba una! No había podido escapar del papelón. Asintió avergonzado.
"¡Ay, mi Rocket Queen!, dijo para sí, ¡En qué quilombos me vas a meter vos!"
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