XXII ¦ La Balada de Hielo y Frutos Rojos ¦
| Música de Multimedia: Si por Mí Fuera - Los Rumberos |
——————————
"Lo más doloroso es sentirse solo aunque estés rodeado de gente y tener que callar cuando tienes tanto que quisieras decir".
Anónimo—.
——————————
——————————
Tristán
——————————
El timbre que marcaba el final del día sonó e inmediatamente todos los alumnos del curso artístico fueron a sus clases y los del curso normal siguieron a sus clubes. Yo me había quedado sentado en mi sitio, ocultando el rostro, mientras intentaba aguantar el dolor de cabeza.
—¿Vamos juntos a nuestros Talleres? —cuestionó Kira, en aquellos dos meses ella y yo nos habíamos hecho muy buenos amigos.
—No, hoy no iré —respondí con una sonrisa cansada—. Y no es porque tengo "futvo" sino porque mi profesora se ausentará toda la semana y nos dejará libres. —Se incorporó, tomando su bolso—. Iré a casa a descansar, tampoco tengo turno en Campo Paraíso. Además, tengo que pensar un nombre para nuestro equipo...
—Está bien. —Me regaló una sonrisa y se despidió de mí y fue directo a su clase de ensueño de pintura—. Cuidado.
Después del almuerzo infernal con las dos partes del espíritu deportivo asesino de nuestro bloque, ambos pasamos juntos las siguientes clases. Sorprendentemente, los miércoles teníamos clases juntos en la segunda mitad del día y eso me alegraba, era un buen cambio para alejarme del ambiente competitivo.
Suspiré profundamente y comencé a guardar mis útiles y libros en la mochila bajo la atenta mirada de la Srita. de la Vega; ella me daba la última clase de los miércoles.
—¿Qué ocurre, Meza? —cuestionó la Srita. de la Vega mientras borraba el pizarrón—. Usualmente eres el primero en salir a tu Taller cuando termina mi clase.
—Las semanas previas al festival deportivo siempre me cansan —respondí, cerrando mi mochila—. Agradezco que por un día pueda ir a dormir, me faltan minutos de sueño en la mañana.
—¿Los minutos en los que llegabas tarde a tus clases? —preguntó la Srita. de la Vega un tanto divertida, yo no supe qué responder y al parecer eso le causó gracia—. No lo tomes personal, Meza, recuerda que Leah me dejó a cargo de ti cuando no estaba pero por más que te tocara la puerta, jamás me respondías y me rendí. —Bostecé y me estiré—. Agradezco mucho que ella esté para traerte, no sé qué serías sin ella.
—Pues cuídala por mí hoy —respondí, tomando mi mochila en el hombro—. ¿No salían hoy? —Ella asintió—. No la lleve tan noche a casa, no quiero que ella incumpla sus horas de sueño.
Durante los dos años que había estado en la Academia, podía contar con los dedos las veces en las que había faltado o no tenía sesiones de mi Taller Artística, por lo que ver los pasillos solitarios era muy raro. A clara excepción del chico de gorro de pescador, era de las únicas personas que recorría los pasillos.
Dejé las solicitudes de inscripción junto con el cronogramas del Festival Deportivos en dirección y me dirigí a mí taquilla a guardar a Snow en su pedestal.
—Jamás me acostumbraré a no tocarte —dije al aire, viendo mi saxofón con cansancio—. Pero el festival absorbe toda mi energía. —Tallé mi rostro y exhale, obtuve los libros necesarios para mis tareas—. Bueno, nos vemos mañana.
—¿Con quién hablas? —Una voz femenina se escuchó a mi lado justo cuando cerré la puerta del casillero. Grité de miedo e hice sobresaltar a la chica, dio un paso hacia atrás mientras se llevaba la mano al pecho—. ¡Perdón!
Al ver a Beth con una sonrisa juguetona me relajé, nuestra relación no había vuelto a ser lo de antes pero la diferencia estuvo en qué podía estar con ella sin ponerme tan nervioso... era un avance, cómo decía mamá Leah: "lento pero seguro".
Desde el fiasco que fue nuestra huida del Baile de Bienvenida acepté que ella no saldría de mi vida. Al fin y al cabo, éramos uno de los mejores duetos y teníamos que convivir.
—Al menos anúnciate, Beth —suspiré, di el giro rápido para cerrar bien mi taquilla y la confronté—. Pensé que Chifla... que Silviano te acompañaría en la salida.
—La verdad es que escapé de él —confesó la castaña, mordiéndose la lengua de forma juguetona—. Necesitaba charlar contigo sobre...
Alce la mano y la detuve frente a la comisura de sus labios, ella guardó silencio y pude jugar que tragué en seco. Mis. Dedos. Estaban. Sobre. Sus. Labios.
¡Sus labios!
—No lo digas —argumenté con sinceridad, ella se acercó un poco más—. No lo digas, por favor, por el bien de nuestra actuación de dueto. Quiero comenzar de cero.
¿Acaso mi corazón estaba arrebatándole el control a mi cerebro o por qué poco a poco me acerqué a ella?
—¿Solo como dueto? —cuestionó, estiró sus manos y con sus dedos índices comenzó a trazar círculos invisibles encima de mi camisa—. Si eso quieres...
Mis piernas comenzaron a temblar nuevamente y su fuerza se desvaneció, esto hizo que tuviera que empujar levemente a Beth contra el casillero y la aprisioné con mi brazo, evitando mi oportuna caída. Nuestros rostros estaban demasiado cerca, podía sentir su respiración y su olor a frutos rojos.
—Hace mucho que no sentía este olor —musité por inercia, sus manos tomaron mi camisa con ligera fuerza y poco a poco me arrastró a su cercanía. Ahí terminó mi valentía—. El olor a frutos rojos...
—Y el tuyo, el olor a bosque —susurró Beth, nuestros labios estaban a nada de tocarse y nuestros cuerpos estaban demasiado cerca—. ¿Seguirán sabiendo como la primera vez?
Pude jurar que mi corazón se detuvo al escuchar aquellas palabras, estaba seguro que si un Doctor me hubiera tomado el pulso me declararía muerto.
—Hay que averiguarlo —dije y la separación entre nuestros cuerpos se rompió.
Nuestros labios se unieron y pude sentir aquel atardecer de nuestro primer beso. La brisa marina tocando cada parte de nuestro rostro junto con la dulzura y ritmo del compás de nuestros labios.
Con mi mano libre la tomé por la cintura y atraje su cuerpo al mío, haciendo más fuerte y pasional nuestro contacto. Pude notar como su piel se erizaba por encima de la tela de su blusa.
¿Hacía calor o por qué tenía la extraña sensación de quitarme una sudadera invisible? No lo quería descubrir, así que dejé que mi corazón tomara mi razón.
—————————
Kira
——————————
Observé con frustración mi celular mientras llegaba al primer piso de un brinco, resoplé mientras abría mis mensajes.
Mi Taller Artístico estaba cancelado por lo restante de la semana, a causa de la exposición de mi profesor. Y aunque parecía que me quejaba esto era bueno, podía descansar antes del gran fin de semana que nos aguardaba.
Por lo poco que me comentó Chuleta, el fin de semana deportivo en la Academia de las Artes era duro, demasiado exigente y casi siempre daban facilidades o pistas acerca de la siguiente prueba que tendría el año. A consecuencia de eso, yo estaba inmiscuida en el malvado plan de Karen, era de las mejores atletas y no me perdonaría no asistir.
Leí el mensaje de parte del italiano, quería que le llevara unos cuantos libros de su casillero, debido a que él y Tristán estaban en malos términos por el dichoso festival deportivo. Resignada, bloqueé mi teléfono y continué la marcha, tenía que llegar a su casillero para poder irme rápido a casa.
Comencé a caminar entre los pasillos mientras saludaba a las pocas personas que había, que aunque no conocía, lo hacía por respeto. Mi trayecto fue en silencio hasta que al doblar la esquina me encontré una escena no tan family friendly.
Tristán Meza se encontraba en pleno beso con la, considerada por la mayoría de mujeres de la Academia, como la Reina de Hielo, la Alfa de la cadena alimenticia. Parpadeé en automático y afiancé el agarre de mi bolso cruzado, tragué en seco y tuve que armarme de valor para caminar directo hacia ellos.
Porque el casillero de Jaiden estaba tras de ellos. Y por alguna extraña razón, mis pisadas eran menos ruidosas, al punto de poder jurar que podía robar algún banco y no me atraparían.
Al acercarme a ellos comencé a sentir el calor de la incomodidad creciendo a su alrededor, esto debido a su apasionado intercambio. Por alguna razón, me sentía mal por mi amigo.
Me explico: Elizabeth es considerada una "Tenoria" o, en términos coloquiales, una "hombriega", una mujer que disfruta de jugar con los sentimientos de los hombres. Y Tristán Meza fue su anterior presa, antes de caer en las garras del fuckboy del lugar.
Así que, con ese sentimiento en mi ser y al no ser consciente de cómo había llegado frente a ellos tan rápido, agarré con más fuerza la tira de mi bolso y tosí ligeramente, provocando la separación y que al verme ambos se pusieran rojos como un tomate.
—¿Podrían darme permiso? —pregunté con una falsa sonrisa. Al leer sus expresiones de incomprensión suspiré—. Alessandro me pidió que le llevara unas cosas
Ambos asintieron y se apartaron, abrí mi casillero con tranquilidad y comencé a depositar los libros que no ocuparía.
—¿No tenías Taller Artístico? —preguntó Tristán, apenado. Negué y le expliqué la situación—. Vaya, parece que sí le afectó la pelea al italiano.
«Estabas ocupado con la reina», pensé.
—¿Acaso te conozco? —interrumpió Beth con un oscuro tono despectivo antes de que pudiera responder.
Me detuve y abrí ligeramente la boca para procesar lo que acababa de decir, ¿estaba enojada por interrumpir algo que estaba invadiendo mi espacio personal? Solté un suspiro y negué divertida.
—Todavía no tenía el placer de hablar bien contigo —dije y cerré la taquilla, me giré en un ángulo agudo y extendí mi mano derecha—. Por tu faz, ropa y como tienes a mi encantador amigo, debes ser Elizabeth, mucho gusto, soy Kira. —La reina de Hielo no sé tomó muy bien mi tono por su expresión de desprecio, yo seguía sonriendo—. Tristán ha contado mucho sobre ti, ¿acaso Silviano te ha soltado de sus garras?
—Es un placer, nueva —respondió Beth, tomando mi mano y estrechandola con frialdad—. Él me espera, no debes preocuparte, solo somos amigos, el que me interesa es...
—¿No me digas? —cuestioné, las palabras que acababa de decir estaban incomodando a Yadiel—. Una pena, Johnny y tú harían una increíble pareja, son el uno para el otro.
Sam estuvo a punto de soltar una maldición hasta que su teléfono sonó, rompiendo el ambiente y nuestro apretón de manos.
—Aunque me gustaría seguir hablando, me tengo que ir —señaló el teléfono y besó a Yadiel en la mejilla—. Me marcho, espero volver a tener este contacto en otro futuro, ¡Adiós, linda!
La castaña dio media vuelta y se perdió entre los pasillos, dejando a un aturdido músico al ver ese intercambio de palabras.
—¿Qué acaba de ocurrir? —finalmente preguntó Yadiel, yo lo miré ladeando la cabeza—. Eso fue...
—No pasó nada, ideas tuyas —respondí con una ligera mentira y un pequeño golpe con mi índice en su frente—. ¿Me acompañas? Creo que tengo una idea para el nombre del equipo que les va a encantar.
N. de A.
No tienen idea de lo difícil que son las interacciones entre Tristán y Beth, es abrir una puerta que desearía volver a tener.
Por otro lado, esto es más personal, feliz aniversario; hace cuatro años fue un día que siempre recordaré. En fin, ¡Que comiencen los juegos deportivos del Hambre!
Nos vemos en un futuro cercano.
PD. La de los guioncitos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top