| Música de Multimedia: The Greatest Show - Hugh Jackman, Keala Settle, Zac Efron & Zendaya |
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"La vida es una gran fiesta".
Ezra Miller—.
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Tristán
El lunes después de que hablé con mi prima Casey, todo Ment Valley fue transformado por los centenares miembros de la Compañía del Sol, la familia cirquera más grande del mundo; el tren que los traía estaba lleno de color y diversión que poco a poco, fue transladado a todos los puntos de interés de la ciudad. Durante toda esa semana, las tiendas de conveniencia, los supermercados e inclusive las plazas comerciales se volvieron coloridas, con aires de carnaval y podías ver a varios artistas realizar sus performances a lo largo de las carreteras y semáforos mientras contagiaban de alegría a todos los ciudadanos.
Por otro lado, la Academia de las Artes se convirtió en un punto central, las usuales paredes blancas fueron repintadas con cientos de colores neones, provocando un espectáculo por sí solo en las noches, iluminandose con enormes focos que apuntaban hacia el cielo.
El Consejo Escolar por fin había mandado todas las invitaciones y el sastre del pueblo había entregado todos los atuendos para la Compañía del Sol, asistentes e invitados.
Todo estaba saliendo demasiado bien.
Si no fuera porque la noche previa al baile, se requirió varias personas para ayudar ante la demanda que estaba creciendo. Esto no sería un problema porque todos los alumnos de la Generación encargada asistirían a gusto, pero la Presidenta del Consejo nos unió en equipos. Mientras Jaiden pasaba tiempo de calidad con Kira y su amada Abigail, yo tenía la fortuna o desventura, sea del lado que lo vieras, Beth y Cecilia eran mis compañeras; ellas se encargarían de la logística de la banda y yo sería su contacto.
Había insistido en que me tocaran otras compañeras pero la Presidenta fue firme, negando mi petición y obligándome a entablar un lazo amistoso. No lo niego, fue difícil volver a hablar con Elizabeth sin sonar herido, intenté llevar bien las cosas aunque ella seguía acercándose a mí, queriendo una nueva oportunidad a nuestra relación.
Alessandro me mantenía con los pies en la tierra y gracias a eso, yo no caí en sus tentaciones, así que me enfoqué en entablar los lazos de equipos con Cecina, aunque me cayera demasiado mal.
Por otro lado, mi deber con la banda me salvó de la locura total. Los músicos de la Compañia del Sol se unieron a nosotros y nos enseñaron las partituras de todas sus actuaciones; fácilmente todos los miembros nos aprendimos nuestra parte y la noche previa, la Academia ofreció un concierto sinfónico con la participación de los cirqueros que por supuesto, hizo más llamativo el Baile de Bienvenida.
Era el gran día, todo Ment Valley había puesto su corazón en el Baile de Bienvenida de la Generación XLIV, Soto's Enterprise había rentado limosinas para todos los invitados que en estos momentos estarían afinando los últimos detalles.
El Sol se estaba ocultado y el atardecer estaba entrando por mi ventana, yo había salido de la ducha y me encontraba secando mi cabello frente al espejo, observando de reojo el precioso traje negro que el Sr. Lim me había hecho. Era la primera vez que tenía un traje nuevo hecho a mi medida y todo acorde para un miembro de la banda.
Rápidamente me vestí, me puse los pantalones y me puse la playera, suspirando. Me observé de nueva cuenta en el espejo, era la primera actividad que tenía como alumno de último año y yo tenía que dar todo mi esfuerzo.
—¿Puedo pasar? —preguntó mamá Leah, golpeando la puerta. La observé por el espejo y vi su cabeza asomarse, una sonrisa se esbozó en sus labios y sus ojos brillaron—. ¡Te ves muy guapo, hijo!
—Mamá, me averguenzas —respondí mientras reía nervioso, le hice una seña y ella ingresó a la habitación, esa noche traía un pantalón alto y una blusa de tirantes blancos; ella sería la encargada de llevarme a mí y al italiano al baile una hora antes—. ¿Podrías ayudarme con esto?
—¿No usarás corbata? —cuestionó, tomando el suéter de cuello que había elegido, lo tomó y me lo tendió. Negué y lo agarré—. Algún día lo tendrás que usar.
—No hay nadie que me enseñe...
—¿Cómo de que no? —cuestionó, cruzándose de brazos. Yo me puse el suéter y se puso a mis espaldas, tomándome por los hombros—. Me tienes a mí, cielo.
—¿Sabes hacer nudos?
—Lo bueno de vivir en una casa autoritaria y clasista, es que "aprendes todo lo necesario para ser una buena esposa" —citó, recordando a su abuelo, él era demasiado anticuado, mientras masajeaba mis hombros—. Eso incluye aprenderse todo tipo de nudos y cosas para vestir a un hombre. Y también porque tengo que usar corbata para mi trabajo, cielo.
—No quería ofenderte, mamá. —La miré a los ojos, usualmente mamá Leah poseía una mirada tranquila y esta vez no era la excepción; sus cálidos ojos cafés te invitaban a confiar en ella y decir siempre la verdad. Por más dura que sea—. No pensé que sabrías... por lo regular los padres hombres son los que enseñan eso.
—No me ofendo, cielo. —Me giró y me abrazó, el olor de su perfume de gardenia impactó en mi nariz, este era intenso y aún así me encantaba. Era un olor que me regresaba a casa. Yo le regresé el abrazo mientras cerraba los ojos con una enorme sonrisa—. Es normal tu suposición, cuando tengas alguna duda, no dudes en que yo siempre te la responderé. —Se separó de mí y llevó su mano derecha en forma de pistola imaginaria a su mentón, esbozó una extraña sonrisa y me guiñó un ojo—. Al fin y al cabo, ¡soy la mejor piloto del universo y mi palabra es la ley! —No pude contener la risa ante su actitud, ella relajó su postura y comenzó a salir de mi habitación—. Ya vámonos, tenemos que cruzar una larga distancia en medio del caos de la ciudad.
Asentí, me puse mis gafas, tomé mi estuche y me coloqué el suéter, salí de mi habitación mientras las olas rompían con la costa, esta noche el clima sería muy agradable.
Kira
Revisé mi reloj mientras subía los escalones de la entrada principal de la Academia de las Artes, suspiré al ver que ya casi se acercaba la hora de llegada de los invitados, alcé la vista al cielo y volví a suspirar.
Toda la noche había sido caótica, tuve que aceptar que Karen llamara un taxi para ambas para poder llegar a tiempo después de que, mágicamente, el vestido de la gótica no llegó, por lo que, optó por usar uno de los trajes a la moda de mi madre. Misteriosamente, son de la misma talla.
Volvía a bajar la mirada, estaba a un lado de la entrada con una pequeña canasta de mimbre, repasando en mi mente las instrucciones que la Presidenta me había dado: mi misión consistía en sonreír, dar la bienvenida y escanear las invitaciones para así, darles su regalo de bienvenida.
Un reloj inteligente conectado a la red de la Academia de las Artes.
Observé un pequeño y viejo automóvil estacionado frente a la entrada y de ahí, salieron los chicos, Tristán y Alessandro se veían muy elegantes y muy bien, los escaneé de pies a cabeza. Era una escena que no se repetiría en mucho tiempo.
Durante mi escaneo, mis ojos chocaron con los de Yadiel, este me sonrió con gusto y yo le devolví la sonrisa un poco apenada, ocultando mis intenciones.
—¿Qué estamos viendo? —preguntó Abi, pasando sus manos sobre mis hombros. Yo brinqué asustada—. ¿Tan sucia tienes la consciencia?
—¡No es eso! —exclamé, llevando mi mano a mi pecho. Tomé aire y señalé a nuestros compañeros—. Estaba guardando en mi memoria cómo se ven ellos.
Karen fue aún más descarada que yo. Pero a diferencia de mí, solo se enfocó en el italiano, su mirada lo barrió completamente de pies a cabeza, seguido de un silbido pícaro.
—Al fin aceptaste tu faceta de "fuckboy", ¿no, Alessandro? —cuestionó divertida mi amiga cuando los dos chicos llegaron a nuestro lado. El italiano sonrió divertido y metió su mano izquierda a su bolsillo y con la otra tomaba la mano de Abi. Ella intentó retroceder—. ¿Qué...? ¿¡Qué estás haciendo!?
—Besando la mano de aquella que robará todos los suspiros de los novatos —musitó Jaiden, depositando un beso en la mano de mi amiga, podía jurar que ella dio un brinco—. Y no solo de los novatos.
—Suéltame, Testa —respondió Chuleta al cabo de unos segundos, quitó su mano y la cubrió con la otra. ¿Acaso estaba ruborizada?—. No exageres en tu papel de presentador de circo.
—Vamos, Gutiérrez. —Tomó mi mano e hizo el mismo gesto. Yo, a diferencia de mi homóloga, hice una pequeña reverencia—. Diviértete como lo hace Kira.
El italiano soltó mi mano y Tristán se aproximó, hizo el mismo gesto que su mejor amigo pero a diferencia de este, sus labios eran más cálidos con mi tacto. Abigail aceptó el saludo del saxofonista.
—Él me obligó a hacerlo —señaló Yadiel a su amigo—. Yo solo las hubiera saludado como siempre.
—Pero me sigues en mis locuras. —Jaiden pasó su brazo por el hombro de Tristán—. ¿Acaso no estuvo divertido?
—Detalles...
Antes de que pudieramos decir otra cosa, las luces de la Academia de las Artes se apagaron y con ella, los colores neón que fueron apareciendo a lo largo de la semana se encendieron; un misterioso pero llamativo humo se esparció por los terrenos y los enormes faros al cielo se encendieron al compás de que la música de la banda de la Compañía del Sol comenzaba su son. Fuegos artificiales fueron lanzados al cielo y todo se comenzó a llenar de magia del carnaval.
Las enormes puertas comenzaron a abrirse y los cirqueros comenzaron a hacer sus actos en la entrada.
No pudimos conversar más porque Jaiden y Karen fueron a tomar sus posiciones de forma rápida ya que todos comenzarían a llegar. Aunque Tristán fue el único que se quedó a admirar maravillado el cielo.
—¿Hermoso, no? —cuestionó con una sonrisa, yo me limité a acompañarlo. Mi puesto estaba aquí—. No pensé que nuestra generación pudiera planear algo así...
—¿Cuál fue el tema del suyo? —pregunté, sintiendo nostalgia por nunca haber ido a un baile en calidad de invitada. El castaño bajó la mirada y me vio, estaba escaneándome—. ¿Ocurre algo? ¿Me veo mal?
—Años 60's —susurró y suspiró mientras me veía atentamente. Me volvió a sonreír y comenzó a caminar con su estuche al hombro—. No, te ves maravillosa. —Me guiñó un ojo y comenzó a correr, no sin antes decirme en voz alta—. ¡Te ves muy guapa, Kira!
Antes de que pudiera decir algo, Tristán desapareció en los pasillos mientras yo estiraba mi mano, ¿eso fue un cumplido? Negué, no tenía tiempo para pensar.
Me giré y tomé mi posición ya que los invitados comenzaban a llegar en parejas, todos estaban maravillados. Yo sonreí y proseguí con mi misión.
«—Tú también...».
Yo sonreí y proseguí con mi misión. Guardando aquel cumplido en mi mente porque hoy no era la noche para pensar eso: era la noche de la generación XCIV.
N. de A.
¿Se pensaban que no iba a publicar en diciembre? Pues se equivocan, aquí va uno de los tres (espero) capítulos de hoy. Me he esforzado y trabajado como esclavo para que funcione y traerles un increíble final de primera parte de la historia.
Porque sí, solo me he tardado en hacer 20 capítulos en dos años xdxd.
¡Nos vemos al rato!
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PD. ¡Feliz año nuevo!
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