¦ VIII ¦ Extravagancia Gótica ¦
| Música de Multimedia: I'm an Albatraoz - Aronchupa |
Cerré mi casillero mientras seguía oliendo las nuevas brochas con los ojos cerrados. Era un sueño estar plantada en esta institución.
—Nunca había visto a alguien oler una brocha con tanto ímpetu y tremenda cara de felicidad. —Una voz femenina me hizo saltar, ¿cuándo llegó?—. ¿Estás bien? ¿No necesitas que te acompañe a la enfermería? Eso podría ser un problema bastante serio.
Abrí los ojos y observé a escasos metros de mi rostro a una chica pelinegra con las puntas en morado, de metro setenta, vestida con unos pantalones altos, botines y crop top negro, con una larga sudadera de mezclilla pálida. Me retiré de la impresión y ella rio.
—¡Tranquila, chica! —exclamó la pelinegra, mostrando su cuasi perfecta sonrisa, ¿quién era ella?—. Vi que somos vecinas y quise romper el hielo, sabes, desde siempre este pasillo siempre está vacío y no conoces a mucha gente. —Se giró y abrió su casillero, metiendo algunos de sus libros y sacando otros—. Muchas veces, la gente pide el cambio a una zona más relajada o cercana a la entrada pero desperdician la oportunidad de oro de estar frente al comedor y ser los primeros.
Todavía atontada, asentí, metiendo los pinceles y el libro de mi siguiente clase en mi mochila. Ella comenzó a revisar su maquillaje, sacó un labial de un intenso vino tinto, se observó en un aparente espejo de la puerta de su casillero y se lo aplicó directo en sus finos labios.
—¿Qué ocurre? —preguntó la pelinegra, yo abrí los ojos y negué. Era raro ver a alguien tan extravagante sin que la molestaran—. ¿Tengo algo en la cara?
La chica comenzó a revisarse la cara, una vez comprobado que era una falsa alarma, suspiró y metió su labial, sacó el mismo libro que yo había sacado.
—Lamento ser bastante hostigosa —se excusó la misteriosa chica, cerró la puerta de su taquilla y estiró su mano—. Me presento, Karen Abigail Gutiérrez Mendoza. —Guiñó su ojo derecho con seguridad. Sonreí, nunca antes alguien se había presentado con sus nombres y apellidos completos. Tomé su mano y la estreché—. Pero me dicen "Chuleta".
Sin que pudiese controlarlo, una risa traicionera brotó de mi boca. Inmediatamente aplane los labios e intenté volver a sonreír, no quería ser maleducada.
—Lo siento —me excusé, intentando no incomodar la situación, solté su mano y cerré la puerta de mi casillero—. Es raro encontrar a gente que esté orgullosa de sus apodos, muchos llegan a ser ofensivos y no me gusta usarlos.
—Descuida —aligeró la situación, sacó una liga de su muñeca y se ató el cabello en una coleta improvisada—. Estoy acostumbrada a esas reacciones, es más, mucha gente huye cuando me ve, no suelo ser bastante amistosa.
—¿Agresividad impulsiva? —pregunté sin pensar. Cerré los ojos y maldije por lo bajo, un problema que tenía en Inglaterra, era que yo decía las cosas sin pensarlo, no me detenía y podría llegar a ser catalogada como ingenua o molesta. Respiré profundamente y volví a abrir los ojos, ella estaba cruzada de brazos—. Lo lamento... yo, olvido que tengo que pensar todo lo que digo, es una maldición familiar, mi abuela Abby también hacía eso.
Karen sonrió y pasó su brazo por mis hombros, yo la observé hacia arriba, era más baja que ella.
—Me agradas —añadió Chuleta, pasando un mechón rebelde tras su oreja—. Y también me agrada tu abuela, ¡somos tocayas! —Nerviosa asentí y me dejé guiar mientras ella comenzaba a caminar—. ¿Eres nueva o pediste cambio de casillero?
—Soy nueva —respondí, sacando mi horario doblado de mis bolsillos traseros, mientras desdoblaba ella me miraba atentamente—. De hecho, me vendría bien saber dónde se encuentra el salón de mi siguiente clase...
Karen tomó el pedazo de papel y comenzó a leer, veía cómo sus ojos grises recorrían el horario, sonrió y me lo entregó.
—Antes que nada, bienvenida a la Academia —felicitó, y comenzamos a caminar hacia las escaleras—. Y nos toca la misma clase, Historia, después tienes libre y puedes pasar el tiempo en la cafetería, ahí tendrás que estar sola ya que tengo una clase de asesoría y después tienes tu sesión de presentación del Taller Artístico.
—¡Gracias! —exclamé y volví a doblar la hojita para guardarla en mi pantalón. Karen quitó su brazo de mi cuello y comenzó a caminar junto a mí. Estiré mi mano para presentarme—. Creo que no te he dicho mi nombre. —La pelinegra me miró ladeando la cabeza—. Kira Atenea Thalessino Andueza, un placer, Chuleta.
Abigail sonrió y estrechó mi mano, la seguí hasta el tercer piso, mientras conversábamos.
Después de unos minutos y un enorme atasco en el descanso del segundo piso, Karen y yo estábamos plantadas en el tercer piso de la Academia, suspiré y cerré los ojos, ¿acaso toda la escuela era un laberinto?
—¿Cómo es posible que puedas memorizar todo? —pregunté, observando hacia ambos lados del pasillo, ¿había gente que caminaba sin siquiera ser conscientes del entorno?
—Longevidad —respondió Karen, comenzó a caminar hacia la izquierda y estiró su mano, invitándome a seguirla—. Es fácil, cada grado tiene unos salones específicos que se repiten a lo largo de los semestres, los de primero y segundo siempre tienen los pisos inferiores y los de quinto y sexto, nosotros, tenemos los pisos superiores. —Nos detuvimos enfrente de los sanitarios—. También hay salones que compartimos toda una generación, me refiero a que los Talleres Artísticos siempre son el mismo salón en toda tu estadía; aunque también, hay salones que comparten grados, por ejemplo, el salón de Historia lo compartimos con los de quinto. —Chuleta dio media vuelta y se dirigió hacia el baño—. ¡Tengo que ir! El salón es el siguiente, apartame un lugar, rubia.
Aún sin saber cómo estaba hablando tan animadamente con una persona nueva, ingresé en el salón, estaba completamente vacío, revisé la hora y todavía faltaban diez minutos para el inicio de la clase; me acomode la correa de mi mochila y me senté en la penúltima fila pegada a la ventana, el salón era colorido.
Las paredes estaban envueltas en un color crema con diversas figuras famosas matemáticas e historia. A mi izquierda se encontraba un enorme ventanal translúcido que permitía la entrada del sol sin peligro de un golpe de calor. Enfrente se encontraban tres pizarrones, dos blancos en los que funcionaban con marcadores y uno electrónico en la parte central.Coloqué mi mentón sobre mis manos y me quedé embelesada por la vista de la ventana.
No fui consciente del tiempo que pasé mirando por la ventana hasta que una voz femenina me hizo voltear hacia la puerta.
—¡Tristín! —exclamó una chica rubia, llamando la atención del chico que me salvó en la mañana. ¿Cuándo fue que él llegó?
El chico que me salvó rodó los ojos y ocultó su rostro en su cuaderno, me reí ante la reacción. Detrás de la rubia, Karen apareció, cerrando sus ojos y negando, alcé mi mano para indicarle los lugares.
Chuleta caminó hacia y se sentó a mi izquierda, furiosa sacó sus útiles y comenzó a masajearse las sienes.
—¿Qué ocurre? —pregunté sacando mi cuaderno y libro, ella se veía molesta—. ¿Algún problema con aquella chica...?
—¿Eh? —musitó Karen, mirándome de reojo—. No, no hay ningún problema, solo es la estúpida de Cecina... —Intenté abrir mi boca para decir algo, mas ella se interrumpió—. No, descuida, éramos amigas de la infancia, hasta hace dos años... Ella... comenzó a separarse porque "necesitaba un estatus". —Asentí, ella cerró sus ojos y respiró profundamente—. Necesito unas papas fritas, ¿podrías conseguirme unas cuando vayas a desayunar? Te prometo que te alcanzo a la salida.
—¡Claro! —exclamé y ella posó su vista en un profesor joven que entraba al salón y colocaba su maletín en el escritorio.
—Gracias —susurró Abigail, apretando levemente mi mano mientras cerraba los ojos. Se giró hacia enfrente y abrió su libreta.
Aturdida, miré de reojo a la rubia, ella estaba animadamente hablando con el chico de la mañana, el cual, me observó de reojo cuando la chica dejó de molestarlo. Le sonreí y presté atención al profesor, era hora de demostrar todas las horas que mamá me hizo ver documentales de History Channel.
N. de A.
Hola, pipol. ¿Cómo llevais esta cuarentena interminable? Hace unos días el bendito covid cumplió un año de vida y el jodido creo que ha festejado a lo grande, llegando a que en mi ciudad posiblemente volvamos a semaforo rojo :c
En fin, ¡hoy volvemos con LMQNU! Sí, ya sé que tardo mucho pero es difícil, los personajes les cuesta salir.
Hoy les presento a la contraparte de Cecina, Chuleta: amante de lo gótico y las papas fritas; ¿qué les pareció?
Muchísimas gracias por el enorme apoyo que ha recibido la historia tan de pronto, en verdad, gracias.
Y otra cosa, ¡quedamos en segundo lugar en los Neon Light Awards 2020! Esto no me lo creo, una historia que metí por los jajas, logró ganar. Neta, le voy a poner empeño para que LMQNU siga creciendo.
Y nada, ¡me voy que tengo que hacer labores de esclavo!
¡Os leo en comentarios!
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