¦ VII ¦ Durazno Inglés ¦

| Música de Multimedia: Shake It Off (Taylor's Version) - Taylor Swift |


 Desde que tengo memoria, quedé embelesada por la pintura hasta adoptarla como un estilo de vida. Cada día, desde que vi a mi abuela pintar con The Beatles de fondo, adquirí el sueño de entrar a la Academia de las Artes en América, pero entre los constantes cambios de casa por el trabajo de mis padres dentro del territorio inglés, jamás había tenido la oportunidad de ingresar.

Hasta noviembre del año pasado...

Aquel sábado, afuera de nuestra casa, el hermoso clima británico daba señal de vida y los cántaros golpeaban mi ventana. Mamá había ido al ensayo de la última función de su obra de teatro y mis hermanos estaban en sus clases particulares.

Recuerdo estar practicando una nueva técnica que había visto días antes en algún video de YouTube con música clásica a todo volumen, mi padre —un hombre trigueño, alto y delgado de cuarenta y ocho años, con unas lentillas sobre sus hermosos ojos verdes y con su cabello corto de forma rebelde—, se encontraba recargado en el umbral.

—¿Practicando desde temprano? —preguntó mi padre, con una inusual energía. Él trabajaba por las noches y eso dificulta un poco nuestra interacción; inmediatamente pausé el video y lo miré sorprendida.

—¡Estás despierto tan temprano, papá! —exclamé, colocándome mis zapatillas deportivas—. Pensé que estarías durmiendo, ¡lamento despertarte!

—Nada de eso —respondió papá, entró a la habitación y se sentó en mi cama—. Cada vez que te observo, los problemas de oficina desaparecen y me transportan a una galería de arte francesa. Tienes muchísimo talento, peach.

Sonreí al escuchar el apodo que mamá y papá me dieron desde el día que nací, justo el día del melocotón.

—Nada de eso, papá —confesé, sentándome a su lado, recargando mi cabeza sobre su hombro—. Me falta muchísimo para ser la mejor...

—¿Y quieres estudiar para hacerlo? —susurró mi padre, llamando mi atención. Asentí extrañada—. Te tengo una sorpresa...

Aquel día, papá me reveló que por fin había obtenido el mejor ascenso en la compañía para la que trabajaba, se volvió director de operaciones internacionales, trasladandolo a América y, junto con él, mis sueños de poder entrar a la Academia de las Artes.

La familia se emocionó tanto y al no tener lazos profundos, pudimos embarcarnos a un nuevo continente, dejando atrás el horrible clima londinense. 

 Llegamos a comienzo de las vacaciones de invierno a Ment Valley, la ciudad conocida como la cuna de la cultura en América; tuve que mover cielo y tierra para poder meter mi inscripción y hacer tanto mi audición como mi examen escrito en poco tiempo, la directora de la Academia fue la encargada de evaluar durante todo el proceso y afortunadamente, aprobé ambos exámenes.

Desde que mi despertador sonó esa mañana, me desperté y abrí las cortinas de nuestra pequeña casa a las afueras de la ciudad, el sol estaba radiante y el cielo teñido de hermosos tonos anaranjados, rojos y violetas. A lo lejos se podía observar la costa y el hermoso mar azul cian.

Era un día perfecto.

Salí temprano de mi casa mientras mis hermanos tomaban el autobús y mamá se despedía de ellos. Tuve que tomar el metro ya que mi papá no pudo traerme, llegué muy temprano a las puertas, fui inmediatamente a la recepción y entré a la oficina de la directora.

Me dio mi horario preestablecido y me pidió retirarme, debido a la insana cantidad de trabajo que ella tenía. Inmediatamente busqué mi salón, no fue fácil, la Academia tenía demasiados edificios y plantas; tuve que preguntarle a más de cinco chicos la dirección del salón.

Por ese motivo llegué tarde a mi primera clase. 

Agradecí mi condición de recién llegada, observé a una maestra demasiado joven que robaba los suspiros de sus alumnos, sonreí pidiendo la entrada y ella aceptó, ingresé y no pude evitar observar los problemas y la cara de terror que tenía un chico de lentes, me acerqué a su lado mientras la profesora cerraba la puerta.

—Es una derivada fácil —le susurré la respuesta al ejercicio más fácil y giré sobre mis talones justo al momento que la profesora llegó a nuestro lado—. Es "8x²+2x+6"

Al ver que aquel chico contestó bien el ejercicio, lo mandó a sentar e inmediatamente se dedicó a buscarme uno de los últimos puestos y subí corriendo a sentarme, justo en el último escalón me resbalé y cerré mis ojos, esperando mi lenta caída. Afortunadamente, el mismo chico de hacía unos momentos, me salvó la vida, tomándome por la muñeca y ayudándome a parar.

Le agradecí y saqué mis cosas. Comencé a jugar con mi lápiz y observé el pizarrón. Sonreí al ver las ecuaciones, eran demasiado sencillas comparadas a las clases inglesas.

Al parecer la clase de matemáticas sería fácil. 

 La primera hora terminó un cuarto antes y salí corriendo a buscar mi casillero, observé el pedazo de papel que me había dado la coordinadora y miré a mis alrededores, había caminado sin pensar y la turba de estudiantes comenzó a rodearme, impidiendo mi visión.

Estaba perdida.

Suspiré y comencé a caminar hacia las escaleras, lo mejor era intentar llegar a la coordinación para encontrar ayuda. No creo que fuese tan difícil.

Sin darme cuenta, llegué al segundo piso y observé la trifurcación de los pasillos, a causa del nerviosismo mi mente era un limbo y no recordaba tan bien la dirección que había tomado.

Mi teléfono sonó y lo saqué para observar la notificación.

«—¿Cómo te está yendo, peach? —leí el mensaje de papá en mi mente. Esbocé una sonrisa, desde que él supo que yo estaría en la Academia no había dejado de preguntarme acerca de la escuela—. Cuando termine tu día, tu mamá pasará por ti, quiere llevarte a conocer la Plaza Coral. ¡Te amo, hija!».

Aún con la sonrisa en mi faz, me hice a un lado y respondí el mensaje de papá. Era extraño, mamá siempre estaba ocupada en el teatro y por eso no la veía demasiado. Guardé el teléfono y respiré profundo, volví a sacar el papelito con el número de casillero y lo observé fijamente, tenía que solucionar esto.

Regresé a la parte central de la trifurcación y observé a un chico con gorro de pescador, respiré profundamente y me dirigí hacia él.

—¡Hola, hola! —exclamé de forma amistosa, intentando llamar su atención. El chico con el gorro de pescador giró y me observó. Se notaba aburrido. Me detuve a una distancia prudente—. ¿Me podrías decir donde está este casillero?

Le tendí el pedazo de papel y el chico lo tomó sin prestarle atención, después de unos minutos, su mirada se posó en mi y de regreso al papel.

Así unas diez veces.

—Ammm... —dudé en las capacidades mentales del chico con gorro de pescador—. ¿Sabes dónde se encuentra?

—Ve a la izquierda, dos divisiones de pasillo más y lo encontrarás fácil —respondió, entregándome el papel con desdén mientras se rascaba el cabello—. Esos casilleros se encuentran frente al Comedor, no creo que te pierdas.

—No estaba perdida —mentí, intentando parecer experimentada—. Solo que me confundo todavía...

—¿Eres nueva? —cuestionó el chico con gorro de pescador. Yo asentí—. Dentro de tu casillero habrá algunas instrucciones y un paquete básico para tu Taller. —Dio media vuelta y metió sus manos en sus bolsillos—. Nos vemos, chica nueva.

—¡Nos vemos, chico pescador! —bromeé, intentando ser amable.

El chico de gorro de pescador elevó su mano para despedirse y tomó el pasillo contrario, desapareciendo de mi vista al girar a la izquierda. Respiré profundamente, ¿todos en la Academia eran así de extraños?

Ignorando mi pregunta, comencé a caminar hacia el comedor. Necesitaba guardar mis libros.

Metí mis manos a mis bolsillos y comencé a observar los pasillos de la Academia. Cada uno estaba pintado con una diferente tonalidad, unos eran pasteles, otros cálidos, otros mate, otros metálicos, otros oscuros y otros blancos. Agradecí ese toque a una escuela excéntrica, cada que movías tu vista, encontrabas más y más detalles. Sonreí, la Academia era un sueño.

Llegué a mi casillero y lo abrí, mis ojos se abrieron aún más y comenzaron a brillar al ver su contenido.

Dentro se encontraba un lienzo rectangular junto con un kit de doce pinceles de marta de la marca Old Holland Kolinsky. Mordí mi labio inferior y di un pequeño brinco de emoción, al parecer el chico del gorro de pescador tenía razón.

De mi mochila, saqué mis libros y demás cosas, a su vez, guardé mi chamarra y saqué mi viejo kit de pinceles que me había regalado mi abuela, en paz descanse. Tomé el más antiguo, mi único pincel redondo de marta, con anhelo. La abuela Addy estaría emocionada y feliz de verme en este lugar, yo estaba recorriendo sus pasos; ella fue mi primer contacto con la pintura.

Cuando la observaba pintar, el mundo se ponía de acuerdo para tener uno de los pocos días imperdibles en Yorkshire, el cielo se teñía de un azul tan perfecto y las nubes desaparecían, la abuela Addy hubiera sido tachada de bruja en la antigüedad.

Cada que tomaba ese pincel, recordaba aquella frase de Da Vinci que tanto le gustaba, la pintura es poesía muda; la poesía es pintura ciega.

Por eso, cada vez que tocaba una brocha viajaba a un mundo pacífico, dichoso e irreal . Una prosa cromática perfecta.

Sonreí, cerrando los ojos. Aún con todo el bullicio estudiantil, por primera vez desde que dejamos Yorkshire hace ocho años, me sentía como en casa.

Por fin estaba en la Academia de las Artes. 

N. de A.

Ha sido un año duro, pero hoy, después de todo y reflexionar. He decidido seguir con esta historia.

Después del apoyo repentino que ha tenido (que agradezco) por fin LMQNU está de vuelta.

Han habido algunos cambios en los capítulos previos que eran necesarios porque Dios mío que mal escribía sin práctica xd. Pero ahora que ya tengo esa constancia y práctica, volvemos.

¡Les presento a Kira!

Espero que les guste, estos capítulos van a ser un poco confusos porque vamos a ver sus distintas perspectivas y no sé cómo voy a manejar esto.

En fin, lo averiguaremos cx.

¡Nos vemos!

Pd. Aquí también hay guioncitos...

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