¦ I ¦ ¿Otra Vez Tarde, Meza? ¦
¦ Música de Multimedia: Run - The Naked Brothers Band ¦
Finales de enero 2017
Mi maldición es siempre llegar tarde.
El primer día del último año en la Academia de las Artes era algo que me emocionaba muchísimo, tanto que la noche previa preparé mi ropa, mochila e instrumento musical para no llegar tarde.
Era un nuevo semestre, nuevos aires y nuevas aventuras que iba a vivir.
No practiqué como siempre lo hacía y me acosté temprano, tenía todo pensado para que, por primera vez, llegase temprano a mis clases, pero Morfeo quiso darme otro camino. Volví a soñar con Beth.
Mi mejor amigo, Jaiden Soprano, el italiano, había dicho que era completamente normal soñar con ella porque estaba en la etapa de duelo, o algo así me dio a entender... la verdad sus metáforas son un poco raras. La tristeza era un sentimiento normal en la ruptura humana, porque una parte importante se fue de tu lado y yo tenía que anteponerme ante ese dolor para salir victorioso.
Pero mi lindo móvil no sonó y disfruté mis horas de sueño, al punto de entrar al quinto sueño...
Dentro de mi sueño, veía su chat, sus fotos, sus mensajes de disculpas y los miles de audios que me mandaba intentando reconciliarnos, al punto de casi desbloquearla para volver a hablar, responderle y perdonarla por todo lo que hizo con aquel fuckboy.
Lo bueno: no lo hice. Lo malo: caí de mi cama y me golpeé contra la mesita de noche, me limpie la baba de mi rostro y después de unos buenos cinco minutos de masajear mi frente, me vestí lo más rápido que pude, tomé mis cosas y partí de casa con medio pan tostado rancio en mi boca.
Tuve suerte de que el metro fuera rápido.
Al llegar a la puerta principal, no calculé la velocidad con la que iba y mi frente volvió a estamparse contra el cristal, maldije en voz alta y empujé las puertas de la Academia. El primer timbre había sonado y las pocas personas que quedaban en el pasillo estaban sacando las últimas cosas de sus casilleros. Suspiré, masajeandome mi magullada frente, y emprendí el camino hacia mi propio casillero de manera veloz.
Un giro a la izquierda, otra a la derecha y, por último, a la izquierda. Me detuve frente a la puerta y volví a maldecir por debajo, mi casillero quedaba lejos de la puerta, pero lo suficientemente cerca de las clases de música.
Mis manos tuvieron que sufrir el tercer golpe del día para frenar mi velocidad de golpe y aprovechando el giro rápido de la contraseña, abrí de un movimiento la puerta, introduje los libros y el estuche de mi pedestal. Di un vistazo rápido y tomé el único libro necesario, lo metí a la mochila y cerré con cautela. El segundo timbre sonó.
—Otra vez no... —susurré frustrado, el auricular izquierdo cayó sobre mi chaqueta de mezclilla—. Me va a matar la Srita. de la Vega.
Cuando metí las materias este semestre, recurrí a los profesores que conocía, que sabían mi reputación y ellos ya tenían confianza conmigo. Una de ellas era la Srita. de la Vega, la mejor profesora de ciencias básicas —en lo personal, las ciencias básicas o de "tronco común" nunca me han gustado y pienso que no sirven en nada— y la que más paciencia tiene conmigo.
«—Meza, ¿tarde como siempre? —pensé la pregunta de la Srita. de la Vega, mientras me recargaba en la puerta mecánica para cerrarla—. Me va a matar».
Mi celular replicó sacándome de mis pensamientos, tomé el aparato electrónico y leí la notificación. Era un mensaje del italiano.
«—¿¡Dónde estás!? ¡Tienes cinco para llegar! —leí el mensaje en mi mente—. La profesora me acaba de ver y me preguntó por ti, ¡corre!».
Golpeé el metal mientras guardaba mi móvil. Volví a suspirar y emprendí la carrera.
Algo malo de todo esto, es que mi clase estaba en el último piso; subí los escalones de dos en dos los cuatro pisos de la Academia. Entre pisos, encontraba a las personas que nunca entran a clase y prefieren disfrutar sus horas, muchos de ellos me conocen por pasar mucho tiempo castigados.
—¿Otra vez tarde, Meza? —preguntó con sarcasmo un chico con un extraño gorro de pescador. Sonreí mientras giraba para seguir subiendo.
—¡Lo siento! —exclamé, aventándole una basurilla. El chico del gorro de pescador tenía una obsesión con la limpieza. Contuve mi risa—. ¡Entra a tus clases!
Mis zapatillas deportivas comenzaron a resbalarse, el piso estaba encerado. El conserje Pedro había decidido hacer esto a primera hora. Esquivé a los vigilantes mientras llegaba al cuarto piso, estornude y volví a correr, esta vez tenía que llegar al último salón.
—Vamos, unos metros más —sentencié, en el camino me encontraba a más conocidos.
Intenté frenar y a consecuencia de la poca fricción del piso encerado, me golpeé contra la puerta, sí, adivinaron, en la frente por tercera vez. Me llevé la mano a la frente conteniendo un grito. Respire profundamente y me quedé inmóvil tras la puerta con la esperanza de que dentro no se percataron de mi golpe.
Tomé la perilla e intenté abrirla. Cerrada, eso quería decir que... había llegado tarde.
Suspiré, bajé el volumen de mi música y toqué la puerta con seguridad mientras levantaba la mirada.
Sentí la ausencia del ruido en el salón, como si el sonido se fuera de este plano, ¿acaso ahora estaba en el espacio? Llevé mi mano libre a mi pecho y sentí mi respiración pesada y mis latidos lentos, estando seguro que mi prima Casey estaría escuchando mis pensamientos hasta su ciudad... al otro lado del país.
¡Por la Santa, estoy alucinando!
Cerré los ojos al sentir el golpe de los tacones de la Srita. de la Vega tras la puerta, tragué en seco y preparé mi mejor sonrisa a la par de que me quitaba los audífonos.
—Buenos días —dije temeroso con una sonrisa tímida mientras la puerta era abierta—. ¿Puedo pasar a su clase, profesora?
Una mujer pelinegra de casi treinta años, alta, delgada y con un cuerpo atlético, con el pelo recogido en una trenza acomodada a la izquierda, vestida de traje y falda que acrecentaba las curvas femeninas, me escaneó de pies a cabeza negando y quitándose los lentes de cristal para masajear el puente de su nariz.
—Otra vez tarde, Meza —sentenció observando su reloj, exhaló con pena—. Tienes suerte de que iba a comenzar con la lista; no tienes retraso, pero ten más cuidado.
Asentí con ímpetu y la sangre comenzó a circular por todo mi cuerpo.
—¡No volverá a ocurrir! —exclamé, acomodando mi mochila en el hombro—. Prometo que llegaré temprano.
—Eres todo un caso, Meza —susurró divertida mientras negaba. Abrió la puerta por completo, haciéndose a un lado—. Pasa en silencio y busca un asiento, que no quiero que vuelvas a perderte.
Expulsé todo el aire que contenía mi ser y entré temeroso al salón.
La estancia de paredes blancas con carteles tapizando el fondo, era lo suficientemente grande para albergar medio centenar de alumnos, con asientos de forma escalonada, con una pizarra electrónica centrada y el asiento del profesor a un costado del mismo.
Intenté buscar con la mirada a mi mejor amigo, rezando para que él me hubiera apartado algún lugar. Di con Jaiden en el centro de la sala y descubrí que estaba rodeado de personas sin un lugar disponible, cruzamos miradas y aplane los labios.
Sus ojos pedían una disculpa y yo exhalé en respuesta.
—¿Piensas quedarte ahí parado? —preguntó la Srta. de la Vega pasando a un lado de mí.
—No encuentro un lugar, profesora —declaré, mordí mi mejilla por dentro, conteniendo los nervios.
La Srita. de la Vega examinó rápidamente el lugar, buscando un sitio para mí.
—¡Ahí! —señaló la Srita. de la Vega dos bancas vacías en el fondo. Oh no—. A lado de Contreras.
Asentí frustrado mientras exhalaba derrotado, comencé a caminar hacia mi destino.
Dos meses sin saber de ella y ¿justamente tengo que verla en esta clase? Mi suerte no es normal. Pedí permiso a mis compañeros, evitando golpearlos y me senté a lado de Sam, dejé mis cosas a un lado e, intentando ignorarla, me coloqué un auricular.
—Hola... —musitó Beth, sonriendo—. Hace tiempo no sabia de ti...
Intenté no observarla, mas fue imposible, giré mi cabeza y no pude negarlo más. Se veía bastante bien, llevaba puesto un vestido largo, dejando su cabello suelto debajo de una bandana. Sus ojos reflejaban un dejo de inocencia pero sus gestos reflejaban pena.
—Hola... —respondí, por educación, con un tono muy seco para intentar ignorarla.
Saqué mis cosas y traté de poner atención. Ignorando el hecho de que mi chica especial estaba a mi lado.
—¿Cómo estuvo tu invierno? —volvió a preguntar, tocándome con la punta de su lápiz para llamar mi atención.
—Normal —contesté de forma seca, intentando observar a la Srita. de la Vega. No quería sonar grosero, así que tuve que preguntarle... Sabía que me arrepentiría de esto después—. ¿El tuyo?
Por inercia, coloqué mi mano en la punta de la banca, ella aprovechó la oportunidad y puso su mano encima de la mía. Sentí su calidez y cerré los ojos, ¿qué me había hecho Elizabeth? ¿Cómo se metió en mi vida tan rápido?
Volví a suspirar y abrí los ojos. Su sonrisa me recibió y caí ante ella.
—¡Meza! —llamó la atención la Srita. de la Vega, haciéndome brincar en el asiento—. ¿Vienes a poner atención o a perder el tiempo?
—¡Lo siento! —Quité mi brazo y centré mi concentración—. No volverá a pasar...
—Bien, pasa al pizarrón...
Exhalé de frustración, me quité mi chaqueta de mezclilla y caminé hacia el pizarrón. Al estar parado frente a esos jeroglíficos griegos, la puerta volvió a sonar y todos nos quedamos estáticos, ¿alguien más llegaría más tarde que yo?
N. de A. (2023)
Y listo, capítulo corregido con nueva rolita acorde con lo acometido.
Pd. La de los guioncitos
N. de A. original
¡Y comenzamos!
Quizás no sea muuuy enorme el inicio, pero es lento; y quizás haya un cap en la noche; ¡recen para que pase mi final de Progra!
Esta historia de Tristan Meza será genial.
Nos vemos después. Quizás en la noche UwU
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