23: Cosas para acomodar

—Entonces admites que te gusta Marie pero dejaste que se fuera—dijo Mei, su amiga de clases, cuando le estaba contando lo sucedido.

—No dejé que se fuera, la perdí—acomodó—. La busqué en la fiesta luego y no la encontré, Liam y Levi dijeron que no volvieron a verla tampoco. ¿Qué debo hacer? Necesito una opinión femenina.

—La cagaste feo—respondió ella, Dean rodó los ojos y le tomó la mano.

—Necesito que me ayudes, no que me digas lo que ya sé—le dijo—. Mei, ¿qué hago? ¿Cómo le hago creer en mis palabras?

—Está difícil Dean, debías haberle dicho todo lo que sentías desde hace mucho tiempo—respondió ella—. No puedes llegar ahora como si nada y hacer como si todo lo malo que hiciste nunca hubiese pasado. Las cosas, tristemente, no funcionan de esa forma—le dijo y continuó con el dibujo que estaba haciendo.

Él suspiró y apoyó su cabeza en la mesa en donde estaban ambos sentados.

— ¿Qué te sucede ahora? —preguntó Mei, había terminado ya de hacer su dibujo y lo estaba mirando—. ¿Sigues pensando en lo de ayer?

—Sí, lo arruiné todo—respondió, ella asintió estando de acuerdo—. Cuando salga de aquí voy a ir a verla. ¿Crees que es buena idea?

—Sí, debes demostrarle que no estás jugando con ella. Tómate las cosas enserio.

—Lo hago—mencionó y ella negó.

—No lo haces—respondió—, si lo hicieras, no estarías entonces aquí conmigo pidiéndome un consejo sino que estarías con Marie seguramente besándola o quién sabe qué otra cosa.

—Soy un idiota.

—Lo sé, todos lo saben—respondió ella nuevamente—. Mira, cuando mi novio y yo peleamos, casi siempre es porque yo me molesto por sus metidas de patas en las reuniones familiares, él siempre acomoda todo con una disculpa y una explicación de lo que pasaba por su mente cuando dijo esa metida de pata. Siempre nos arreglamos al final porque lo que pasa por su mente es tan loco que termino riendo.

—No entendí, ¿quieres que le diga a Marie por qué no acepté mis sentimientos por ella antes? —preguntó—. ¿Y si no sé por qué lo hice? ¿Y si es porque antes no me gustaba y ya? Antes sólo quería dibujarla.

—Te gusta esa chica desde la primera vez que la viste, no me vengas con tus estupideces.

— ¿Y entonces por qué pinté a Joanne Jones? ¿Por qué fui a la casa de Ava?

—Porque no querías aceptar las cosas, así de fácil—respondió—. Sólo ve a buscarla y ya.

Dean suspiró y le dio una mirada rápida para levantarse de la silla e irse de la casa de la chica. Iba a verla a la cafetería, tenía que verla.

Había pasado toda la noche sin dormir recordando su encuentro del día de ayer, la tenía tan cerca de él que sólo el hecho de recordarlo le provocaba una sensación de agrado. Recordaba sus besos, recordaba su olor, recordaba cómo ella lo había acariciado y suspiró frustrado porque necesitaba aclarar las cosas con ella.

Tomó el autobús que se dirigía cerca de la cafetería y en todo el camino permaneció recostado en el vidrio de la ventana pensando en lo que debía decirle.

~•~

Marie limpió la mesa seis por tercera vez en ese día, odiaba no estar detrás de la caja registradora porque sus días terminaban siendo más cansados de lo normal. Evan se encontraba ayudándola moviendo las sillas y ordenándolas mientras que Gretta y Sam, otro de los trabajadores, acomodaban todo lo que se encontraba en la cocina. Esa era su rutina de cierre siempre, debían percatarse que nada estuviese en otro lugar para poder cerrar la cafetería por ese día.

—Marie, tu artista está en la puerta—mencionó Evan recogiendo los servilleteros de la mesa. Marie volteó a ver a la puerta y notó a Dean detrás de ella, frunció el ceño y se acercó a ella.

Dean habló pero ella no logró escucharlo, le hizo señas para que esperara un momento y buscó la llave de la puerta para poder abrirla y dejar que él entrara.

—Necesito hablar contigo—le dijo él entrando al local.

—Estoy ocupada.

—Te esperaré—dijo—. Incluso puedo ayudarte si quieres.

—Eso me gusta, nos vendría bien una ayuda—habló Evan—. Puedes llevar esto hacia la barra—le entregó los servilleteros, Dean sólo asintió y empezó a ayudarlos.

Los minutos pasaron realmente rápido, ya eran las once de la noche cuando cerraron por completo la cafetería, Sam era el encargado de cuidar la llave por ende fue el último en salir y percatarse de que todo estuviese en orden.

— ¿Ahora podemos hablar? —le dijo Dean cuando todos ya se estaban marchando.

— ¿No crees que es lo suficientemente tarde para hacerlo? —respondió ella, el pelinegro negó.

—No, necesito hablar contigo.

—Bien, dime—Dean suspiró y tomó la mano de Marie.

—Soy un idiota y antes de que me interrumpas y me digas que lo sabes, quiero que escuches mis razones—ella asintió—. Soy un idiota porque nunca acepto las cosas buenas que me pasan, es como si creyera que no soy lo suficiente como para que me sucedan, quizás porque siempre he tenido esa sensación de no valer realmente la pena.

»Siempre dicen que a las personas buenas le pasan cosas malas, entonces creo que cuando me pasa algo bueno es porque soy una mala persona y no me lo merezco ¿comprendes? Tú eres eso bueno que sucede que no me merezco, no te merezco y seguramente esto suene muy cliché y usado por muchos pero Marie, tú eres arte, eres perfecta, eres la musa que todos necesitamos para continuar porque desde la primera vez que te vi supe que no quería dejar de dibujarte.

Marie quería abrazarlo pero sabía que estaba mal, estaba mal y había una posibilidad de que la volviera a pisotear, estaba mal darle ese poder de tenerla otra vez por mucho que ella quisiera que eso sucediera.

—Dean—lo miró e intentó tener fuerza para no lanzarse a él y besarlo—. Yo no sé si puedo estar con alguien que duda.

—No dudo, ya no más—respondió—. Siempre estás en mi mente, ¿no es eso estar enamorado? Pensarte cada día y querer pasar cada hora a tu lado. Dios Marie, mi mente es mi mayor enemigo siempre, porque temo meter la pata siempre.

—Siempre la metes.

—Lo sé y me insulto siempre por ser tan pendejo—murmuró, ella rió y Dean la miró—. Te hice reír, tan mal chico no soy entonces.

—No eres un mal chico Dean, sólo no sabes lo que quieres.

—Te quiero a ti—acarició su mejilla y la miró con ternura, Marie se le hacía la chica más linda que había visto. Todo de ella le gustaba.

— ¿Qué pasó con Joanne Jones? ¿Te dejó?

—No estábamos en la misma sintonización, cada quién se usa para su arte—le dijo—. Somos amigos, ella escribe un libro en donde el protagonista soy yo y yo la pinto para los concursos que participaré en un futuro—confesó—. Nuestra relación es profesional y ya.

— ¿Y nuestra relación qué es?

—Será lo que quiere que sea—respondió.

—Quiero que seamos amigos, no quiero que me vuelvas a hacer daño—Dean asintió.

—Está bien, intentaré ser tu amigo. ¿Entonces no estás molesta conmigo?

—Realmente nunca lo estuve, Dean.

—Te acompaño a tu casa.

Durante todo el camino hasta la parada del autobús, ambos permanecieron callados. No porque no sabían de qué hablar sino porque estaban cómodos con el silencio que había en ese momento. A veces las palabras no son necesarias para mantener una buena sensación en el aire junto a una persona.

En el autobús hablaron sobre diferentes temas: lo que habían hecho ee día, qué películas habían visto últimamente y ella aprovechó el momento para contarle lo que le había pasado con Kloss, era de esperarse una reacción tan eufórica como la de Dean en ese momento. Marie se rió por el hecho y eso que sólo le había dicho que los había conocido, aun le faltaba contarle la parte en que estuvo en su estudio y habló con Axel Trail y T.J Priester sobre él.

—No lo puedo creer, eres amiguita de Kloss—dijo Dean intentando ocultar su emoción—. ¿Cómo son? ¿Axel es igual de asombroso en persona? ¿La barba de Griffin es real o es puro Photoshop? ¿T.J es amargado como dice toda la banda? ¿Qué tal Gino? ¿Puedes decirles que los amo? —habló rápido llenando de preguntas a la chica.

—Primero relájate—se rió—. Kloss es igual de normal como tú y yo, Axel es brillante pero a veces es muy pesimista, Griffin es muy confianzudo y su barba es real—Dean se llevó las manos a la cara en un gesto de asombro—T.J no es nada amargado aunque sí es directo y te dice las cosas a la cara, no tiene filtro—se rió—. Y Gino es muy reservado, casi no se de él.

—Dile a Axel Trail que quiero ser como él. Diles a todos que los admiro y que una vez les hice una pintura.

—Claro campeón, hoy mismo les mando el mensaje—se rió.

— ¿Tienes sus números?

—Sólo el de Griffin—se rió—. Ya debemos bajarnos—Dean se levantó del asiento y sacó de su billetera un billete por ambos pasajes y selo entregó al conductor quién les abrió la puerta del autobús y se bajaron de él.

Marie continuó explicándole cómo le había ido ese día en la grabación y Dean aprovechó también para contarle sobre las ferias de libros en las que había estado con Joanne. Todo parecía estar en orden hasta ese punto, pero luego llegó la hora de despedirse y Dean no sabía exactamente lo que debía hacer.

¿Le daba un beso en la mejilla y un abrazo o eso era demasiada confianza? ¿Un apretón de manos tal vez? No, eso era demasiado formal para ambos. ¿Sólo un beso en la mejilla y ya? ¿Qué pasaba si él realmente quería besarla nuevamente en los labios?

¿Cómo se despedían las personas que se gustaban pero debían permanecer como amigos?

¿Cómo te despedías de alguien cuando realmente no querías irte?

—Nos vemos luego Dean—le dijo ella rápido y besó su mejilla para luego entrar a la casa antes de que él pudiese hacer algo.

Y esa definitivamente no era la forma en la que él quería despedirse.

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