6.

Meix.

Lo primero que pensé al verla fue la fachada tan embriagante que traía. Una deliciosa rebeldía que me extasea y me obliga a arrastrarla por su propio caracter hasta el cementerio que cree para mis víctimas.

La bruma asfixiante que me rodea me ensordece inexcrutablemente. La melodía de sus gritos de auxilio inunda mis oídos logrando acallar la fogosidad de mis pensamientos intrusivos , mientras su lucha por abrir la puerta se hace vana a cada paso.

No entiendo porque se empeña en huir de mi , sabiendo que esta en mis manos y que no hay escapatoria. Mis planes para con ella no son amistosos.

Su cuerpo es fusilado por mi mirada depredadora , la cual se hace una con los movimientos insistentes de sus manos en la madera y sus caderas anchas curvilíneas moviendose al compás. La presión de la oscuridad la arropa escondiéndola de su más grande aliado.

Siento mi mente contraerse bajo la laguna de mis cavilaciones. Ladeo la cabeza con una máscara inexpresiva.

— No lograrás nada con eso — admito en su susurro ronco y calculador.

Ella me enfrenta. Su mirada desafiante y molesta se ciñe en mi figura. La analizo de pies a cabeza, haciendo acopio a sus senos tintados de ese líquido rojo que me enloquece y una marcada herida en su cuello ocasionada por mi. Un corte no tan profundo, pero capaz de dejar esa zona palpitar y destilar sangre por un tiempo requerido.

— Déjame salir — exige pretendiendo ser demandante , pero solo alimenta el ego de saber que tengo todo el control de la situación.

La forma en la que intentan querer hacerme sentir algo, cuando estoy completamente muerto por dentro y reacio a expresiones o sentimientos. No me asusta nisiquiera que me esté matando con la mirada.

Dejo a relucir la daga pequeña de redobles, con diseños en negro y rojo. La observo con detenimiento mientras paso el filo por mi dedo sin delicadeza, haciendo un corte fino y punzante. Ella no se inmuta. Permanece con esa mirada de odio, con sus manos empuñadas a cada lado de su costados y el entrecejo fruncido.

— ¿Que te haré primero? — mascullo para mi mismo ,  sin dejar de magullar sus orbes con mi mirada.

Ella se pone rígida en su puesto.

— ¡Déjame salir!

— En mi mente ya has sido poseída de diferentes maneras ¿Crees que te dejaré ir cuando tengo todas las posibilidades de hacer lo que quiera contigo?— admito intimidante y gélido. — Ni una puta broma. Me has dado demasiados dolores de cabeza en una sola noche , te mereces morir de la peor manera posible , no seré gentil contigo.

Se muerde el labio inferior con inquietud.

— ¡Vete al infierno! — grita colerica.

— Cierra la boca o te cortaré la lengua — sonrío despectivo. — Te apuñalare tantas veces que nadie podrá reconocerte, nisiquiera el diablo cuando te haga ir al infierno.

— Eres el diablo — escupe recelosa.

Sonrío de lado.

Me acerco con pasos lentos y desesperantes , no dejando de observarla en ningún momento. Ella al ver mi intento de acercarme , se aleja dando pasos hacía atrás con cautela observándome con sigilo. Mi complexión siendo el doble que la suya, haciendo que tenga que levantar el rostro para encararme.

— No te atrevas a ponerme un dedo encima o ... — comienza a decir pero la interrumpo.

— ¿O que? — ladeo la cabeza a un lado espectante a una respuesta que nunca llega.

De imprevisto , aproxima su puño a mi rostro intentando golpearme , pero me doy cuenta de inmediato tomando su muñeca con fuerza, provocando que gima de dolor. Aprieto con más impetuz llevando mi mano libre a su mandíbula.

— No vuelvas a intentar tocarme o golpearme. Porque cortaré cada pedazo de tu piel y haré que tu familia se la coma — amenazo.

Mi mirada afilada aniquila la luz de sus orbes, como si no me diera cuenta de como su lenguaje corporal dio un giro ante mis palabras. Sus ojos pierden todo enojo remplazando ese brio por algo que conocía demasiado bien: miedo.

— ¿Crees que me vas asustar con tu miedo disfrazado de gallardia? — Me acerco a su cuello — Puedo oler el terror que sale de tus poros, la forma en la que empuñas las manos para dispersar el temblor en ellas. Tu pecho sube y baja delatando una respiración entrecortada , junto a las veces incontables que tragas saliva.

Ella palidece.

— No te tengo miedo — susurra — Deje de temerle a la oscuridad cuando me hice parte de ella.

La observo desde mi altura con soberbia.

— Tu cuerpo no dice lo mismo  — mascullo con calma, acariciando sus labios con mi aliento.

Ella traga saliva intentando desaparecer el efecto que le causan mis amenazas. Pero calan tan profundo que todo su cuerpo se mantiene rígido debajo de mi , incapaz de respirar o articular palabra.

Su lucha no termina. Manotea mi brazo abruptamente pateando mi pierna en el proceso como si lograra moverme. Más no se da por vencida, sigue golpeandome , mientras yo rebaso sus intentos fallidos como algo completamente divertido. No tiene las sufientes fuerzas para enfrentarse a mi , sus golpes son débiles y sin precisión.

La estampo de espaldas con fuerzas hacia mi , su rostro choca contra la pared mugrienta del lugar. Mi mano viaja a sus muñecas apretandolas entre si, sin importar sus reclamos. Ella se mueve con descontrol intentando zafarse de mi , pero solo provoca que se impacte contra mi pelvis, provocando un cierto extasis.

Joder.

El caliente que emana me inquieta. Odio cuando mi propio cuerpo me traiciona. Aunque quisiese mil veces lograr controlar mis deseos , estos me juegan en contra levantándose con cualquiera , logrando que mis pensamientos se desaten al millón y que mis demonios internos salgan descontrolando mis acciones.

— Quédate quieta , joder — discrepo con demanda , tomando su mandíbula nuevamente, alzandola para tener su cuello a mi merced.

—Maldito enfermo — sisea.— Te vas a hundir en tu propio martirio.

— Ich werde dich mit sich ziehen und mit deinem Blut spielen — susurro cerca de su oído.

Una clara amenaza fria que se hace eterna a medida que voy lastimando su orgullo y su cuerpo. 

El filo de la daga se ciñe en su piel trigueña, amenazante y fria contra ella. En un movimiento preciso agujero su abdomen con el filo , cerca de sus costillas provocando un quejido de dolor que es acallado por mi palma. Mi respiración se cuela entre su cabello rizado y su cuerpo se pega al mio como segunda piel. La someto bajo mi dominio controlando su fisonomía a mi antojo, mientras se queja.

— Quiero torturarte y cegarte tanto por el dolor que tengas que rogar para que te mate.

Su cuerpo se tensa.

Nuestras respiraciones se mezclan causadas por el forcejeo anterior. Una invasión mental de mis pensamientos me imposibilita actuar con la cabeza fria. Hago un camino de heridas por su cuello dejando el escozor que provoca mas quejidos desesperantes de dolor. Una pequeña tortura, antes de dar el golpe final.

— Mierda — Masculla en un hilo de voz.

Presiono la daga con más demanda en su piel a medida que avanzo mi recorrido. Aprieto los dientes intentando guardar control , de lo contrario estaría muerta en segundos. Un extasis de sastifaccion me golpea al presenciar sus reacciones a esa sutil penetracion del filo. Ella se remueve buscando alejarse, pero solo ocasiona que se funda más.

— Quieta.

Un letargo posesivo me cubre, mandándome a incrustar ese olor y esa esencia rebelde en un lienzo. Un torrente necesitado de fundirme en su piel trigueña , hasta hacerla completamente un arte anhelado y admirado. Muerto en cuerpo pero vivo en alma , plasmada en un retrato. 

Exigiendo el control de ella y desvivir sus ganas , suplantando su inferioridad por la superioridad de mis deseos. Sin importarme lo que le guste o quiera , solo prevalece lo que mi mente maquina. 

Su respiración es jadeante.

Despego la daga de su cuello provocando que suelte un suspiro de aliento contenido y la paseo por su clavícula con detenimiento , provocando rasguños que aunque sean pequeños , son los más dolorosos.

Disfruto ver como su piel se abre por los cortes provocados por mi y ser el causante de sus gritos. Alentadores a que siga sintiendo esa adrenalina calar por mi torrente sanguíneo. En maldad pura y jodida.

En un movimiento imprevisto hiere la piel de mi mejilla con un pedazo de espejo roto que yacia en el suelo. Por unos breves minutos el desconcierto me corroe dándole tiempo a que huya por la ventana desprolija sin dejar rastros. La ira incontenible cega mis sentidos y es cuando voy detrás de ella como un desquiciado, buscándola donde sea que se esconda.

Mi benevolencia ha cruzado los límites esta vez , al mantenerla con vida tanto tiempo. Termino de despertar la bestia que habita dentro de mi y cuando la encuentre no quedará nada de ella.

Mis pasos son insistentes a media que salgo de la casa abandonada dirigiéndome hacia la calle. Al salir me encuentro con el imbecil de hein recostado de una pared fumándose un porro con tranquilidad. Me acerco enfurruñado hacia su altura chasqueando los dedos delante de su rostro para llamar su atención. El me observa, sus ojos dilatados y rojizos por la droga se hacen notar en medio de la oscuridad.

— ¿Que mierda haces aquí? — me cuestiona con el adormecimiento en su tono de voz.

— ¿Viste a una mujer salir corriendo hacia acá? — Pregunto ignorando su interrogante. Mi pecho sube y baja con enojo.

El se burla al ver la herida de mi rostro.

—¿Ella te la hizo? — carcajea por lo bajo.

Lo miro con la advertencia impresa.

— No entiendo porque te pregunto , sabiendo perfectamente que no responderás — Dice restándole importancia.

— ¡Cierra la puta boca y dime si la viste! — Escupo encabronado.

— Admite que una mujer te ganó está vez , meix —Dice dándole una calada lenta al porro.

— No te metas en mis asuntos.

De pronto , un sonido estruendoso de un motor inunda mis oídos y hace que hein se quite los audífonos por inercia. Sin prestarle atención me dirijo con rapidez hacia donde provino el ruido , dándome cuenta de que la chica se ha ido con la motocicleta de mi hermano , sin darme tiempo alcanzarla.

Suelto una mandicion.

— Mierda , la acababa de comprar — dice hein frustrado. — Te la cobraré, cabron.

Lo ignoro.

La sangre baja por mi mejilla manchando mi camisa en el trayecto. Paso mi dedo por la herida palpando su magnitud y sintiendo el líquido abundar en ella. No mide más de 3 centímetros, pero el escozor no se hace esperar. Acto seguido, lamo los restos que quedaron en mi mano saboreando su sabor gélido.

— Quedara una maldita cicatriz — despotrico.

Paso mis manos con frustración por mi cabello , lamiendo mi labio inferior. Son pocas las veces que alguien se me escapa cuando casi estoy a punto de cometer el hecho. Siendo completamente desalentador para ellos , porque solo me hacían buscarlas y que mis ansias de matarlas aumenten.

Saco ese pequeño retazo de cabello negro rizado de mi bolsillo, perteneciente a ella. Al admirarlo algo brilla en mis orbes además de la maldad y el enojo; es la fascinación de un reto que se inyecta en mis venas, volviéndose un pecado a cometer y una deuda que saldar.

Nadie se me escapa.

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~L~

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