Capítulo 8

Los pájaros cantan fuera, siento el ir y venir de los sirvientes de la residencia Kuchiki comandados con la potente voz de Mitsuki. Bostezo a todo lo que da mi boca y me estiro sonoro. Me llevo las manos a los ojos para refregámelos. El dolor en uno de ellos logra que me desperece en un momento.

Abro los ojos y me doy cuenta que apenas puedo abrir el derecho. Me pongo de pie y me miro al espejo pegado en una de las puertas del armario.

En tinta, de un certero puñetazo. Hago memoria de la última escena que recuerdo de la noche anterior. Ahí estaba yo besándome con Ichika. No fue un beso robado ni mucho menos, fue de esos bien dados, con sentimiento… tanto sentimiento que de pronto me apartó y lo último que recuerdo es su puño acercándose a mi cara. ¡Pero si ni siquiera le metí mano! Fui todo un caballero.

Supongo que, de alguna manera, me trajo a mi habitación. Y aquí estamos. Suelto un suspiro.

-Es una bruta -digo mientras constato mi condición, una sonrisa me sale algo pícara. Sí que es indomable y eso la vuelve aun más sexy. Salgo de la habitación rumbo a la ducha.

Apenas fuera puedo ver -o medio ver- a Kimiko medio inclinada recorriendo en puntas de pie en actitud sospechosa.

-Gordo -susurra -Gordo, cariño… Gordo, ven aquí…

Camino hacia ella y llega a saltar, entre sentirse descubierta y verme el ojo.

-¿Qué te pasó? -me toma del mentón y me gira la cara a ambos lados. Se sonríe maliciosa -Un trabajo perfecto. Ichika marca registrada -me suelta la cara. Guardo silencio -Puedo arreglarlo luego… tengo que encontrar a Gordo.

Y sin esperar que respondiera siguió repasando los arbustos llamando al jabalí. Retomo mi camino al baño.

.

.

Abandono mi cuarto cuando Kimiko termina de aplicarme un kidou en mi ojo. Lo repaso en el espejo. La chica es talentosa a pesar de su edad… Aunque debe tener unos 10 años más que yo. Yo necesitaré unos cincuenta para estar a su nivel.

Me dirijo al campo de entrenamiento, quiero reforzar algunas cosas antes de comenzar el semestre. Pero en mi camino veo a Ichika acercarse. Apenas me ve se mete aceleradamente en el primer corredor que encuentra.

-¡Ah, no! No te vas a escapar -le grito saliendo tras de ella. La atrapo y la arrastro al jardín. Se retuerce tratando de zafarse, aunque sé que si quisiera realmente hacerlo ya estaría libre y yo con otro ojo morado.

-Me debes una explicación -le digo soltándola.

-¿Sobre qué? -pregunta molesta.

-Me besaste…

-Yo no hice tal cosa -contesta, sus mejillas encendidas.

-¡Claro que sí!

-Claro que no -responde con las manos en las caderas.

-Intenta hacerte la boba, porque mi memoria no me falla -le doy un par de toques en la sien.

Bufa y se cruza de brazos mirando hacia un lado ignorando mis palabras. De pronto me mira de reojo.

-Parece que el estrés del examen afectó tu cabecita, Shiba-kun -canturreó con un tono agudo e inocentón muy desagradable -Deberíamos llamar al médico.

-Y me golpeaste en el ojo -me indiqué la zona del ataque.

-Pues yo lo veo muy bien.

-¡Porque Kimiko me curó! Pedazo de bruta -acerco y le pico la frente con un dedo -Sabes perfectamente que lo hiciste.

-¿Hice qué?

-Besarme.

Frunció el ceño.

-¡Pues tú lo hiciste primero!

-¿Cuándo? -finjo inocencia.

-¡Lo hiciste! Y no te hagas el bobo.

-¡Tú también lo hiciste!

Una carraspera desde el pasillo nos hace voltear. Renji está apoyado en la pared, los brazos cruzados y un gesto pícaro.

-En lugar de discutir quien besó o no besó al otro…

-¡Nadie besó a nadie! -decimos Ichika y yo al mismo tiempo.

-De acuerdo… Necesito que vengan a la sala.

Ichika parte tras su padre no sin antes bufar y hacerme un desprecio. Solo causa que me ría mentalmente. Me uno a su caminar.

En la sala Rukia, vestida de uniforme nos espera de pie. Ingresamos, Ichika cierra el shoji.

-Nos esperan en el senkaimon dentro de una hora. Ponte su shikakusho, vamos a cruzar del otro lado -la miro sorprendido -¿Acaso no quieres contarle a Orihime que has ingresado a la academia?

Estoy sin habla.

-Ichika consiguió tu pase con el comandante -la chica me guiña un ojo.

Impresionante, técnicamente no tendría autorización para cruzar hasta mi primer año en la academia. La imagino toda adorable haciéndose la niña buena, pestañeando toda vuelta sonrisas.

-No tienes que agradecérmelo, Shiba-kun -otra vez ese tono odioso.

-Gracias, Ichika.

Me sonríe.

-¿Qué esperas, muchacho? Ya escuchaste a Rukia.

Parto rápido a mi habitación a alistarme. En una hora exacta estamos frente al senkaimon. Nunca había estado allí. Era una imagen impresionante, esas grandes puertas. Un par de sujetos abren el paso y el dangai se visualiza. Rukia a mi lado me da una mirada.

-¿Listo?

Asiento e ingresamos. El camino lo recorremos en silencio, las mariposas frente a nosotros. El shoji a la salida comienza a abrirse estando nosotros a unos pasos. Reconozco la calle de mi casa. Estamos a un par de metros. No puedo evitar mirar todo examinando el espacio. Todo está tal cual, la vida continuaba aun sin mí en ella. ¿Por qué habría de ser diferente?

En el antejardín mi madre. Como un niño me largo a correr hacia ella y la estrecho en mis brazos con fuerza.

-También te extrañé, cariño. Kazui quiso estar aquí, pero…

-Está bien -rompo el abrazo.

Me sonríe amplio, sus ojos húmedos. Nos invita a pasar. Me habla sobre sus días, de la casa, de mi hermano… de cuanto me extraña. La escucho parlotear sin pausa, como cada vez que está nerviosa. Rukia se limita a ser una espectadora, ni una sola palabra sale de sus labios.

-Mamá -la interrumpo, me mira con curiosidad -He ingresado a la academia…

Me mira con sorpresa. Leo en ella una mezcla de orgullo y preocupación. Ella sabe lo que ello significa, estar expuesto a peligros… pero por otro lado hay en ella un gesto que no le conocía… esperanza.

-Eso está muy bien -su voz quebrada -Está muy bien… estoy orgullosa de ti.

Le cuento como fue todo, mis días con los Kuchiki-Abarai, sobre los chicos, sobre mis entrenamientos, sobre el día de la examinación. La visita del abuelo Isshin, los Shiba… me guardo lo de Gordo.

Ella me escucha con atención. Trato de ser breve, sé que no contamos con mucho tiempo. Los minutos pasan rápido y llevo la cuenta en el reloj de la pared. Mi tiempo allí se consume.

-Puedes llevarte lo que quieras -Rukia rompe su silencio.

-¡Qué buena noticia! -exclama mi mamá -¿Por qué no subes a tu habitación?

No lo dudo un segundo y subo las escaleras.

Estar en mi habitación me traía muchos recuerdos… no precisamente buenos. Todo estaba tal como lo dejé. Lo único diferente era la chaqueta que usaba el día que morí sobre la cama.

Me volteé hacia el escritorio. Mi laptop estaba abierto. Acerqué mi mano para cerrarlo y llevarlo conmigo, pero antes de hacerlo me detuve. Pude verme sentado frente al escritorio, consumido por mis juegos, tratando de evadir todo lo que me pasaba, convertido en un autómata. No, no podía volver a atrás. No después de todo lo que había logrado en este poco tiempo… había dado un paso para dejar todo atrás y reinventarme.

Solo llevaría mi reproductor de música. Voy a tomarlo de sobre el escritorio, pero mi mano lo atraviesa. Lo intento nuevamente, pero no lo logro.

Otra mano aparece y lo toma si dificultad. Alzo la vista para ver a mi padre sosteniendo y reproductor. El corazón se me acelera, pero lo miro a los ojos desafiante. No puede ser diferente. Revivo cada instante, cada sentimiento que él me trae de regreso. Tenso cada uno de mis músculos.

-Solo concéntrate -me dice.

Acerco mi mano al aparato y vuelvo a traspasarlo.

-Mierda… -mascullo.

No puedo fallar frente a él. No le daré el gusto de verme fallar… no dejaré que vuelva a pensar que soy un fracaso.

-Focalízalo -su voz es severa.

Le doy una mirada de refilón y vuelvo a intentarlo solo para fallar otra vez. Empuño la mano con frustración. Soy una puta mierda… No puedo…

-Hazlo otra vez.

Me siento quebrar por dentro. Vuelvo a humillarme frente a él. Reafirmo que no soy bueno para nada… a sus ojos no valgo nada… soy una vergüenza. Siento que mis manos se vuelven muy calientes. Vuelvo a mirar a mi padre, aprieto los dientes… muela con muela, tan fuerte que las siento crujir. Acerco mi mano al reproductor y lo agarro con violencia. ¡Lo logre!

-Muy bien.

Paso a su lado dispuesto a huir de ese lugar. Me siento enfermo del estómago, las tripas revueltas. Me detiene por el brazo con fuerza.

-Con que Shiba, ¿no?

Quiero responder que no tiene poder en mis decisiones, que no tengo porqué darle explicaciones. Pero las palabras se me atoran en la garganta.

-Un nuevo comienzo… está bien...

-Nada ha cambiado entre nosotros -espeto, pero no soy capaz de mirarlo a la cara.

Muevo mi brazo con fuerza y me suelto de su agarre. Prácticamente corro las escaleras abajo. No quiero estar un segundo más ahí.

Rukia me mira al bajar, la veo cambiar la expresión de su rostro. Mi madre también me mira, con preocupación.

-Mamá… -le digo, la voz temblorosa -Tengo que irme… lo siento…

Ella entiende, siempre lo ha entendido todo. Sabe lo que esas palabras significan. Lo siento por haberte herido y fallado tantas veces. Lo siento por no haber luchado un poco más, por hacerte sentir orgullosa de mí. Lo siento por no poder estar un segundo más aquí… no mientras él esté aquí.

-Está bien, cariño -sus manos en mis mejillas -Te estaré esperando.

Asiento en silencio, doy un par de pasos atrás y siento su tacto abandonar mi rostro. Me volteo hacia la puerta. Una última mirada al segundo piso. Mi padre está al final de la escalera, cruzamos miradas un segundo y huyo de ahí.

-Nos vemos pronto -escucho decir a Rukia antes de sentir sus pasos tras de mí.

Aprieto el reproductor en mi mano, quizás si tuviese más fuerza lo hubiese dañado, pero soy débil… tan débil que siento doler mi palma.

-Ikari -Rukia me llama.

-No quiero hablar… -respondo seco.

Una mujer inteligente, no insiste. Se lo agradezco, no quiero responderle mal y decirle que no es su tema, que no sea entrometida y que me deje en paz. No quiero hablarle así… pero estando aquí solo saca lo peor de mí.

-Solo… -rompo el silencio -Llévame a casa.

-Claro.

La veo desenvainar su zanpakuto y enterrarla en la nada. El shoji, las mariposas y su tintineo. Atravieso dentro del dangai y miro hacia ese mundo. No es mi mundo y nunca lo fue.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top