Capítulo 7
La examinación terminó pasadas las dos de la tarde. Los resultados estarían para las seis y serían publicados sin derecho a réplica.
Aquello me dejaba con poco más de tres horas de tiempo muerto. Honestamente, no quería volver a casa. Odiaría plantar esperanzas en los chicos y luego fracasar horrible. De hecho, no tenía ni una mínima idea de cómo había sido mi rendimiento.
Al menos pude hacer aparecer la bola celeste.
-Oye -escucho a mi lado, un muchacho bajo -Están sirviendo almuerzo en el comedor -lo quedo mirando -Soy Arata Yukimura.
-Ikari Shiba -respondo -De pronto creo que tengo hambre.
Pronto me di cuenta -algo que Yukimura seguro hizo antes que yo- que casi todos los postulantes a la academia conocían a alguien allí. Nunca he sido de los que busca la compañía de las personas, pero no le iba a negar la compañía a nadie tampoco.
El comedor estaba repleto y me recordó al comedor de la escuela. Por eso siempre prefería llevar un sandwich o algo así. Sentarme ahí afectaba mi tranquilidad. Retiramos las bandejas y buscamos algún sitio libre. Encontramos un par de asientos junto a un chico de aspecto nervioso.
Yukimura hablaba mucho, es de esas personas que encuentra los silencios incómodos, supongo. Pero en cosa de media hora había repasado toda su experiencia de la mañana, hablado de sus ambiciones una vez dentro de la academia y hasta había decidido una división para cuando se graduara.
-¿Y tú, Shiba-san? ¿Qué quieres hacer una vez que te gradúes?
Mastico lo que tengo en la boca.
-Me conformo con pasar el examen -respondo breve.
-¿No tienes sueños? ¿No ambicionas ser algo? -me pregunta extrañado. Lo miro con los palillos dentro de mi boca -Mi sueño es ser un gran y poderoso capitán, como el capitán Kuchiki… ¿has escuchado hablar de él?
-Sí -tomo otro bocado.
-Deja de marearlo, Arata -interrumpió un muchacho tras de mí -Discúlpalo -me dijo -Cuando está nervioso no le para la lengua. Soy Fudo Yukimura… su hermano.
-Somos mellizos -dijo Arata -No gemelos, los gemelos son iguales, salvo algunas diferencias mínimas, pero que nadie a simple vista y de primera vez detecta…
-Te lo dije -murmura Fudo -Ya me tenía los pelos de punta, has sido paciente.
-No deberías dejar a tu hermano solo -mascullé y volví a comer.
-… pero Fudo y yo no somos iguales. Él salió a mi padre y yo a mi madre… -continuaba Arata y yo en silencio -¿Shiba-san? -alzo la mirada del plato -¿Tienes hermanos?
-Uno, está del otro lado con mis padres -respondo esperando que no quiera indagar más.
-¿Llegaste solo? ¿A qué distrito llegaste? ¿Es muy horrible?
-No seas impertinente, Arata -bufó Fudo -Se ve que no es del tipo hablador… -me mira pero lo ignoro -¿Cómo llegaste hasta aquí del rukongai? Dicen que mientras más lejos estás…
-Veo que han encontrado una nueva víctima -una chica se sienta junto a Arata.
-Ella es nuestra hermana mayor, Akane -dice Arata -Reprobó el examen los dos años anteriores -ella le pegó un codazo -Él es Ikari Shiba.
-¿Shiba? -pregunta mirándome con curiosidad -¿De los Shiba de los clanes principales? -asiento en silencio -¿De los que fueron expulsados del Seireitei? -ladeo la cabeza -De los que…
-Ya, ya -digo fuerte y los tres hermanos Yukimura me quedan mirando -Basta.
Tomo mi bandeja y me levanto del puesto. Esos hermanos eran un caso… Prefiero dejar el almuerzo a medias y salir a los jardines. Tanto ruido y cháchara me dejaron la cabeza a punto de explotar. Me saco una botella de agua de un dispensador antes de alejarme de esa locura.
La academia era similar a una universidad del otro lado, pero de esas elegantes, de esas que se ven en las películas. No había nada tradicional, sino más bien diría que parecía inglés, alemán o algo así. Ojo, solo hablo de lo que creo por la tele.
Como dije antes, no soy de los que busca compañía, y después de mi experiencia reciente, me pensare seriamente negar mi compañía. Abro la botella de agua y le doy un buen sorbo. Rukia tenía razón, la comida de la academia no era muy buena.
Comienzo a caminar a paso calmo, buscando un lugar donde tirar mi cuerpo y dormir una siesta antes de los resultados. Me recuesto bajo un árbol, las manos en la nuca y cierro los ojos. No sé de mí hasta que me siento remecer.
-Shiba-san… despierta.
Me incorporo aún medio dormido. Noto que la luz ha caído y me sobresalto. Arata está a mi lado.
-Ya están los resultados -me avisa.
Pego un salto y salgo corriendo hasta el salón, Arata tras de mí. El ambiente es ambivalente. Por un lado hay algunos que celebran, otros que lloran o mascullan… ilusión y desilusión, una mixtura perturbadora. Renji me había hablado de como el ingresar a la academia podía cambiar el destino de muchos que no tenían otra posibilidad que el ser shinigami para sobrevivir… Si yo fallo, sería un golpe a mi ego y al juramento que me hice al ingresar a ese salón, pero mi sobrevivencia no estaba en juego. Lamento desde ya a quienes necesitaban un cupo para salvarse de un cruento destino.
Arata se cuela entre los postulantes para llegar a la publicación pegada en la pared.
-¡Estoy dentro, clase avanzada! -exclama. Sus hermanos aparecen junto a él -¡Y tú también Fudo! -puso su dedo en el nombre -¡Y tú, Akane!
Los tres se abrazan y gritan emocionados. Me cuelo por su lado buscando en la lista. Repaso con el dedo.
Shiba, Ikari: aceptado – clase avanzada.
-¡Soy el puto amo! -exclamo y todos alrededor me quedan mirando -Digo… estoy dentro -me corrijo y salgo del montón dejando que otros se busquen en la lista.
Me hago a un lado. Busco a aquellos a quienes vi o crucé alguna palabra durante la examinación. Algunos estaban felices, otros… deberían volver a intentarlo.
-Con que Shiba, ¿no? -escucho a mi lado -Creo que debería dedicarme a pitonisa.
Ichika me sonríe amplio.
-Deberías, tal vez -respondo -Estoy dentro…
-Sí, eres el puto amo -bromeó haciéndome ver que me había escuchado -Felicitaciones. Sabía que lo harías… te esforzaste mucho.
-Me temo que es solo la punta del eisberg.
Asiente y me toma por la muñeca para arrastrarme fuera de la masa de gente. Me volteo para ver que Akane Yukimura me mira por sobre su hombro.
-Vamos, Ikari -insiste Ichika dándome un solo jalón.
No entiendo la prisa de la pelirroja por llegar a casa, pero una vez dentro me hago a la idea. Los chicos habían organizado una celebración, algo pequeño, pero se notaba que habían puesto esfuerzo. No estoy para nada acostumbrado a estas cosas, en realidad las detesto. Me parecen cursis e innecesarias… pero…
-Traté de decirles que no te gustan estas cosas -se disculpó Ichika junto a la puerta de la sala.
-Está perfecto -me sale una risa, no es de burla, ni de nervios… es porque… me gusta.
-¿Entonces está cool? -me bromeó.
-Turbo cool -le respondo.
Ichika no es de las que diga las cosas buenas todo el tiempo, como si no quisiera desgastar las palabras, que su significado no se manosee tanto que luego pareciera trivial. Pero sé, lo leo en sus ojos, que está orgullosa de mí.
-No te quedes en la puerta -me empuja por el hombro -Es tu celebración.
La veo salir por el pasillo.
-Felicidades, Ikari-san -me dice Kimiko volviendo a traerme desde el planeta Ichika. Baja la voz -Gordo está muy bien -me informa.
-Muchas gracias, Kimiko-san -le respondo con el mismo tono confidencial.
Me siento abrazar por la cintura. Bajo la vista para encontrarme con los ojos grandes y claros de Kouki.
-¡Eres el más cool! -exclama con ilusión.
-Felicidades, Ikari -Naota está junto a Kouki.
-Ven aquí -le paso un brazo por los hombros y lo atraigo hacia mí para revolverle el cabello -Han sido los mejores compañeros de entrenamiento. Con la mejor profesora, Kimiko-sensei -la chica me sonríe a cierta distancia. Veo que se mete algunas frutas en la yukata… Gordo tendría una buena cena.
Pronto llegaron los adultos. Rukia, Renji y Kuchiki Byakuya-sama. Quien se excusó de participar en la celebración, pero me felicitó. Luego supe que uno de los regalos que me hicieron era de él. Eran implementos para practicar caligrafía. Parece que, a pesar de no compartir mucho con él, no se le escapa nada.
-Tu madre estaría muy orgullosa de ti -me dijo Rukia tomándome del brazo -Pero ya tendrás la oportunidad de contárselo en persona. Para qué robarte protagonismo -me sonrió amplio.
-Estamos muy orgullosos de ti, hijo -me dijo Renji.
Era esa frase armada otra vez, pero me pegó duro. Algo se quebró en ese instante y ambos padres lo notaron. Asentí en silencio y me tragué las lágrimas que esa palabra había logrado sacarme. Renji me palmoteó la espalda.
-Está bien, ¿sí? Está bien… -lo escucho y vuelvo a asentir.
Los chicos miran algo asustados, escucho a Rukia explicarles que yo estaba muy nervioso y que, a veces, la gente llora cuando ya pasó una situación estresante… como un desahogo. A todos les hace sentido, incluso a mí… aunque ella, Renji y yo sabemos que no es por eso.
Nos sentamos a la mesa luego de un momento y comienza el interrogatorio. Los chicos y los padres quieren los detalles. Comencé el relato desde que ingresé en la sala y miré por última vez a Rukia y Renji. Cuando estuve frente a los tres sujetos que parecían del cretácico -los profesores examinadores- en esa sala y tuve que hacer aparecer la bola celeste.
-¿Estabas nervioso? -pregunta Kouki con un palillo en cada mano. Rukia le indica suavemente que eso no se hace y reacomoda los palillos en una sola mano.
-Creí que mis piernas eran de gelatina -confieso -Y luego me dicen "tienes cinco minutos para materializar tu energía espiritual".
-¿¡Solo cinco!? -preguntó Naota.
-Yo te vi hacerlo en uno -dijo Kouki.
-¿Hiciste lo que te recomendé de la respiración? -cuestiona Kimiko en actitud académica.
-Desde que pisé esa sala… inspira en uno, bota en dos, inspira en tres, bota en cuatro….
-¿Y cuánto tardaste? -ahora Rukia interrogaba emocionada con el relato -En concentrar tu energía…
-Cinco segundos.
-¡Ese es mi chico! -exclama Renji indicándome -Tantas noches entrenándolo valieron la pena -miró a Rukia -Te lo compensaré… -le guiñó un ojo.
-Cuida lo que dices delante de los niños… -masculló la morena.
Iba a retomar la historia para cuando Ichika ingresó en la sala. Se había cambiado de ropa, y llevaba un par de peinetas en el cabello. Estaba muy guapa.
-¿Vas a salir? -le pregunta Rukia.
-No, ¿por qué? -se sienta frente a mí.
-Como te tardabas tanto pensaba que te arreglabas para salir… -respondió la madre en tono casual.
-No podía venir a la celebración de Ikari vistiendo como en el Gotei -dijo con fingida altivez -Siento haberme tardado tanto -se disculpa -¿Qué me perdí?
Kouki se apodera del relato y recapitula. Luego me da el pase para seguir contando. Rukia recordaba sobre su examinación, al igual que Renji y los chicos los llenaban de preguntas. Fue genial que esa instancia fuese un momento para que los chicos pudiesen conocer más de la juventud de sus padres. Ellos estaban muy interesados… no como yo, que nunca quise saber nada.
-¡Vamos a abrir tus regalos! -dijo Kouki tirándome del brazo cuando terminamos la cena.
Quise decir que no era necesario, pero una sola mirada de Ichika me hizo callar y tragarme mis palabras. Parecía que toda la familia estaba disfrutando, tanto o más que yo, mi ingreso a la academia.
Ese día no solo había aprobado mi examen de admisión, sino que ya tenía todo lo que necesitaba.
El uniforme…
-Solo dan uno en la academia, y si lo ensucias debes conseguirte otro o ponértelo húmedo al día siguiente. Así ya tienes dos, para comenzar -dijo Rukia.
Los libros…
-Los de la biblioteca se desarman solos y están todos llenos de notas y rayas de los otros estudiantes. Si tienes los propios no tendrás que esperar que alguien lo devuelva o tener que gastarte la vida tomando notas -agregó Renji.
Los cuadernos…
-Estos son súper absorbentes, así no te manchas las manos con la tinta -comentó Kimiko.
Un arsenal de lápices y plumas…
-Preguntamos cuáles eran los mejores y como nos mostraron varios, decidimos traer uno de cada uno y ya ahí tú decides -dijo Naota y Kouki asentía dándole la razón.
Quizás era nostalgia de aquellos tiempos por parte de los padres, o la emoción de acercarse a un mundillo al que los chicos no necesitaban, pero les causaba curiosidad. Fuese cual fuera la razón, este era un día para recordar.
Hoy di mi examen de admisión a la academia, hoy fui aceptado en la academia… y lo estoy celebrando. Quizás debería escribirlo… quizás…
Ya en mi habitación tomo uno de los cuadernos y una de las plumas. Podía ser que no pudiesd visitar a mi familia en mucho tiempo… a mi mamá… pero siempre podía escribirle. Quizás debería buscar una tinta que no se corriera… porque va a llorar tanto que no va a quedar kanji legible. Saco las plumas y lápices y comienzo a leer cuáles podrían ser a prueba de agua. En eso estoy cuando tocan a la puerta.
-Está abierto…
El shoji se descorre. La cabeza cobriza de Ichika se asoma antes de abrirse el paso al interior.
-¿Probando tus lápices?
-Algo así -respondo.
Guardo todo otra vez en su sitio. Nunca he sido ordenado, pero en esta casa donde todo es perfecto, me siento en la obligación de mantener el estilo minimalista. Eso, o que la última vez que Mitsuki revisó mi habitación me gané un tirón de patillas de aquellos. Esa mujer sabía lo que era motivación, o condicionamiento operante.
Ichika sigue mis movimientos con atención.
-¿Quieres ir a dar una vuelta a los jardines? -me pregunta -Es una noche agradable…
-Claro.
Si algo me gusta mucho de la residencia Kuchiki, es la enorme cantidad de lugares donde poder ir sin ser visto ni oído. Llevo aquí poco más de dos meses y creo que me faltarán años para conocer todos sus rincones. Los mismos chicos decían que habían lugares a los cuáles aún no iban.
-¿Has pensado en lo que puede decir tu padre?
La voz de Ichika rompe el silencio en el que estábamos desde que nos sentamos en la hierba junto al riachuelo que cruza el jardín principal.
-¿Sobre mi ingreso en la academia? No lo sé… creo que se sorprendería, pero tal vez no diga nada.
Ella negó.
-Sobre… -juega con una larga y delgada vara que introduce en el agua -Sobre que ya no eres Kurosaki.
Arranco un par de pastos y los dejo caer en el agua.
-No he dejado de serlo… simplemente llevar ese apellido aquí no me parece correcto -respondo y la miro, ella sigue con la vista en el agua.
-¿Por qué? ¿Te avergüenzas de tu familia? ¿Te avergüenzas de tu papá?
-No me avergüenzo de ser un Shiba, esa es la diferencia. Tú llevas más que yo aquí, sabes lo que ese apellido carga -pestañeó pesado -Es el apellido de mi familia… es el apellido que mi familia llevaba cuando mi abuelo aún estaba aquí. Él mismo lo dijo, alguien debía ocupar el lugar que dejó.
-No creo que lo haya dicho con esa intención, Ikari.
-Puede que no, tienes razón. Pero las palabras tienen dos sentidos, el que quien las dice quiere darles y otro es el que tiene para quien las escucha -me mira ladeando su cabeza -Nunca me he sentido un Kurosaki, jamás. No creas que no amo a mi familia… pero mi vida como Kurosaki no tuvo sentido… incluso aquí, seguir siéndolo no cambia nada. No puedo y me niego a creer que esta existencia se trate, nuevamente, de sobrevivir. O dejar que la vida pase delante de mis ojos. No morí para repetirlo… -la veo desviar la mirada al agua otra vez -Nada tenía sentido… hasta que vi, que en un engranaje de mi vida, de la historia de mi vida había un bache. Mi abuelo Isshin dejó aquí una historia a medio escribir, yo dejé una historia del otro lado a medio escribir. La vida es un balance constante. Es la hora de tomar el lugar que me corresponde para equilibrar la balanza…
-No es tu obligación.
-Nunca dije que lo fuera… Ichika -se voltea hacia mí -Quiero hacerlo… ¿tienes idea hace cuanto tiempo sentía deseos de hacer algo? Creo que lo último que ambicioné fue el último parche del World of Warcraft cuando tenía once años…
-¿Y qué ambicionas ahora?
-Poder demostrar que los Shiba pueden servir al Gotei sin desaparecer o darse a la fuga. Que mi apellido no es sinónimo de yakuza ni estafas… Quiero… tomar lo que mi abuelo Isshin dejó y tomar la responsabilidad de ello… Sé que él tuvo buenos motivos para dejar la sociedad de almas. Y yo tengo buenos motivos para no dejarla.
La veo sonreír.
-Me pregunto… -dice con voz suave -¿Qué ha sido diferente estos dos meses? ¿Qué ha sucedido para cambiar completamente a una persona?
-No he cambiado, soy el mismo… -hago una pausa -Y morí -me rio burlón -algo normal…
-No es gracioso, Ikari. Además, no se me olvida que fue mi responsabilidad. Cometí un error…
-Si van a terminar así de bien, puedes cometer todos los errores que quieras conmigo.
Era una broma, una totalmente inocente. Sin segundas lecturas. Un error de Ichika fue una oportunidad, una que decidí tomar. Si ella hubiese acertado seguiría vivo, pero en esa vida a medias, en ese hoyo en el que esperaba e imaginaba cómo sería que me llevara la muerte. Y la muerte esta precisamente frente a mí ahora.
-Sé que he estado algo distante… -dijo de pronto -Lo lamento.
-Tranquila, entiendo.
Se gira para quedar frente a mí. Parece sorprendida.
-¿Lo haces? -casi podía leer alivio en su rostro.
-Claro… debes dividir tu tiempo entre tu trabajo, tu familia y tu novio. Podías pasar más tiempo conmigo cuando el teniente estaba en misión…
-Siempre he pasado tiempo contigo -murmura y me mira a los ojos -No entiendes nada, Ikari Shiba.
Siento sus manos en las mejillas, el corazón me da un brinco. No tengo demasiado tiempo para prestarle atención a aquello, no cuando lo siguiente que siento son sus labios sobre los míos.
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