Capítulo 3

Miraba aquella oficina que más bien parecía la sala de un hospital. Durante horas me tuvieron con un casco conectado a esa máquina que pitea al fondo. Pusieron unas hinchas alrededor de mi tórax, y hasta en el dedo gordo del pie tenía una especie de pinza, la misma que tenía en cada dedo de mi mano izquierda. Claro que antes de eso me preguntaron si era diestro o zurdo. Zurdo, claro. Sí, esa es mi gracia… aparte de mancharme los puños con tinta cuando escribo y tener la peor caligrafía.

-Es un shinigami de tomo y lomo -dijo el tipo de la máscara extraña. Capitán Mayuri lo llamó Renji -No hay mezcolanzas extrañas en él.

Mezcolanzas raras, repito en mi mente. Pero no tengo ni tiempo de intervenir.

-¿Y por qué no se manifestó antes? -preguntó el pelirrojo.

Era curioso verlo vestido de shinigami con la banda atada a su brazo. Era el distintivo de su rango de teniente, le había explicado. Me parece cool que Renji sea teniente y Rukia capitana. Por un lado es genial que una chica llegue a un puesto así de importante cuando, muchas veces, solo por ser mujer en un ámbito así puede jugarle en contra. Ya saben, el discurso de las mujeres son débiles y bla bla bla. Al menos en casa de los Kuchiki-Abarai ya había tres chicas que pateaban traseros.

Y, por otro lado, me parecía cool que Renji se sintiera orgulloso de tener una esposa más cojonuda que él. No digo que él no sea capaz, dicen los chicos que puede ser perfectamente un capitán, pero que prefiere trabajar con Kuchiki Byakuya-sama. Pero para algunos hombres tener una esposa que gane más dinero o tenga mayor rango, pareciera que les resta masculinidad… Renji es cool, es un progre. Yo también quiero una chica que admirar, no solo por su lindo corazón, sino por su esfuerzo y logros. Sí, a veces soy bastante maduro.

-Para poder manifestar un poder, también hay que poner de su parte -las palabras del sujeto me traen de regreso -Y parece que este chico -me revolvió el cabello -Nunca quiso desarrollarlo.

Las palabras del capitán Mayuri me dejaron pensando. ¿Acaso nunca quise ser como mi familia? No tenía sentido. Toda mi vida era una mierda por no ser como ellos. Si hubiese sido como ellos mi papá… a la mierda con el viejo. Nunca hubiese sido demasiado bueno para él.

En fin, ya llevo un par de semanas funcionante en la Sociedad de Almas y a Renji se le ocurrió llevarme donde el capitán de la décimo segunda división. Gotei 13, trece divisiones, no era demasiado difícil de captar. Rukia dijo que necesitaban saber de qué de trataba mi poder… considerando que parezco un shinigami, pero ni zanpakuto tengo. Quise oponerme y decir que los shinigami me valen madres y que lo estaba pasando pipa en la residencia Kuchiki. No tendrían videojuegos, pero le había agarrado el viejo gusto a los palitos, el tablero chino y el ajedrez. Una buena mierda, pero a Kimiko la divertía y la distraía de su baja laboral. Me caía bien y no me molestaba que fuera una estirada a ratos. Se nota que quiere ser igualita a su tío Byakuya.

-¿Su nivel de energía? -volvió a preguntar Renji sacándome de mis reflexiones.

-Mediocre, no será más que un raso. Y necesitará entrenamiento… -me miró con interés -¿Eres bueno en algo, chico?

Renji se volteó a verme. ¿Era yo bueno en algo? Me la pasaba haciendo nada. Iba a la escuela, pero iba a calentar el asiento. Luego me arrancaba a fumar con un par de tipos que ni siquiera eran mis amigos. Me pasaba el resto de la tarde viendo series o descargaba hentai, haciendo lo que los chicos hacen viendo hentai… y, ¡claro!...

-Soy muy bueno con los videojuegos.

Mayuri asintió.

-Me lo quedo. Ni siquiera te pediré un nivel mínimo. Es una buena oferta, Abarai.

Renji caviló. No parecía demasiado convencido.

-Lo hablaremos en casa… -definió y me tomó por el hombro -Vamos, hijo.

Fue una frase hecha, lo sabía. Pero esa palabra era una que no escuchaba hace tiempo provenir de una voz masculina. Asentí y emprendimos la marcha fuera de la décimo segunda división.

-Creo que lo mejor sería… -el pelirrojo me miró un tanto dubitativo -Que ingreses a la academia.

Momento. ¿Qué le hacía pensar que yo quisiera ser un shinigami de verdad? ¿Para qué? ¿Para pasarme el resto de mi vida persiguiendo bichos o haciendo papeleo? O eso comentó Ichika en la mesa durante la cena de anoche… lo del papeleo. La vida de adultos no me interesa. Debía haber algo más divertido que hacer en este lugar…

-Tómate el tiempo que quieras para decidirlo. Nadie te presiona, ¿vale? -me dijo con liviandad -Solo busca algo que hacer con tu tiempo.

Asentí, pero no tengo mayor idea de qué se puede hacer en este lugar. ¿Qué hacía la gente que no tenía poder espiritual? La respuesta la obtuve pronto de parte de Rukia: sobrevivir. Bastante crudo luego que te pintan todo tan bien del otro lado. En estos días descubrí dos cosas. Si eres bueno, te vienes a la Sociedad de Almas. Si eres malo o sufres o estás atormentado, terminas en el Hueco Mundo. De una forma u la otra, siempre estás jodido. A no ser que te conviertas en shinigami… y en mi mente lo digo con voz magnánima.

Al menos había descubierto otro pasatiempo, además de jugar con los chicos. La caligrafía. Es cool. O al menos se ve cool cuando Kuchiki-sama la practica. Mi primer encuentro con él fue curioso. Lo único que salió de su boca fue: se parece más que Kurosaki. Nunca supe porqué, pero Rukia se puso muy incómoda.

En fin, ahí estaba yo tratando de dibujar un kanji decente. Ya he aclarado que no fui un estudiante brillante, por lo que mi nuevo pasatiempo tiene doble dificultad. Y en eso estaba concentrado cuando golpean a la puerta de la estancia que estaba destinada para ello. Veo que el shoji se descorre y es Ichika quien ingresa.

-Hola -le digo sacando la vista de mi caligrafía.

Ella se acerca a mí y se hinca a mi lado. Observa mi trabajo.

-Eres horrible en esto -comenta con un tono de desilusión.

-Y seguro tú eres mucho mejor -le respondo de mal humor -Además inténtalo hacer con la mano izquierda -agrego malgeniado.

Ichika toma una hoja en blanco y me quita el pincel. Lo mete en la tinta con maestría, retira el exceso y lo desliza con deliciosa delicadeza. La observo con atención. Se la ve tan concentrada. Las líneas son perfectas, las ondulaciones precisas, su sello personal en el kanji… y todo con la mano izquierda.

Retira el pincel y se sonríe orgullosa. Puede leerse perseverancia.

-Las cosas no son gratis y nadie nace sabiendo, Ikari -me dice poniéndose de pie -Kazui está aquí y quiere verte.

-¿Dónde está? -pregunto tratando de disimular mi molestia. Ichika no merece mis descargos. De hecho, hace unos días que no quiero hacer descargos.

-En el jardín del estanque… ¿sabes llegar desde aquí?

-Sí, claro -respondo y me pongo de pie.

Hago como que no me importa mayormente la presencia de Kazui, ni menos enfrentármele. Pero me jode. Sé perfectamente su discurso. No debes tratar así a papá, él te ama. Todos te amamos, ¿por qué no puedes verlo? ¿Has ido a tus sesiones? ¿No estarás juntándote con esos vagos otra vez?

Al salir al jardín veo la brillante cabeza pelinaranja Kurosaki marca registrada. Mi hermano mayor, ejemplo a seguir. Guapo, inteligente, simpático e intachable. Chasqueo la lengua y me acerco a él.

-Hey -le digo alzando el mentón a modo de saludo.

Kazui me sonríe. Es el gesto de mi madre. Se acerca y me abraza con afecto. Pongo una mano en su espalda y le doy un par de toques más que nada para no ser tan apático.

-¿Cómo estás? -me pregunta con su natural amabilidad.

-Estupendo -respondo -Sin contar que estoy prisionero en la época del Edo y ni siquiera sé lo que es eso porque me salí de historia desde octavo grado.

Kazui capta mi ironía y niega con un gesto divertido.

-Mantienes tu humor, a pesar de todo -responde -En serio, Ikari… estamos preocupados por ti del otro lado. Mamá está muy sensible.

Mi mamá. Sí he pensado en ella, todos los días. Al dormir recuerdo cuando era más niño y me cantaba esa tonta canción del viejo ciervo. Si pudiese retroceder el tiempo...

-Dile que estoy bien… que en cuanto pueda cruzar el senkaimon iré a verla. Pero me temo que aun no puedo hacerlo por mis propios medios… y quienes pueden acompañarme están muy ocupados.

-Ella lo sabe… y sabe que estás bien con Kuchiki-san y Abarai-san. ¿Has estado bien?

-Sí -soy sincero esta vez -Ellos son buena onda. Abarai-san se esfuerza en encontrar alguna vocación en mí y Kuchiki-san…

-Debe tener ciento ochenta años más que tú -se rio sabiendo a dónde iría mi comentario.

-Pero está muy buena -reclamo con algo de histrionismo -¿De verdad nunca le miraste el trasero? -Kazui volvió a reír -¿De verdad verdad? -asintió suave aun sonriente -Ja. Lo sabía.

Kazui de pronto se vuelve serio. Sé la parte de la conversación que se viene. Lamento que nunca podamos llevar un momento de hermanos más que un par de minutos.

-Mamá me contó la discusión que tuviste con papá.

-No es tu asunto -declaro tajante -Mi relación con papá es muy diferente a la que tú tienes con él. No las compares de ninguna manera.

-Ikari… Sé que nunca te has llevado bien con él. Pero deberías poner de tu parte. ¿Cómo quieres que cambie su actitud si andas de gandul por la vida? Soy padre, tengo un hijo al cual educar. Y créeme que me pongo en sus zapatos y…

-Pobre papá, ¿cierto? -exclamo aburrido de escuchar siempre el mismo sermón -Soy una desilusión para él y él… él también lo es para mí.

-Ikari, es nuestro padre.

-Es solo tu padre, para mí es una molesta piedra en el zapato y gracias a Dios ya no vivo bajo su puto techo ni tengo que aceptar sus putas reglas. Pero tú eso no lo sabes. No conoces ese lado de él, porque siempre has tenido su favor. En cambio yo… no importa lo que haga, nunca será suficiente para él. Nunca seré como tú.

-No necesitas serlo… solo necesitas ser la mejor versión de ti mismo.

-Ya cállate niño bonito -le espeto sin sentimiento de culpa -Fue bueno verte. Me saludas a tu mujer y a tu hijo de mi parte. Ahora puedes marcharte. Seguro tienes algún importante caso que atender… ve y háblalo con papá más tarde. Le encantará -me alejé un par de pasos -Dile a mamá que la quiero y la extraño.

Dejé a Kazui junto al estanque. Sabía que no intentaría detenerme. Su temperamento no era confrontacional, solo esperaba que yo entrara en razón. Pero Kazui no había vivido lo mismo que yo.

.

.

La tarde cayó pronto y busqué esconderme de los chicos. No estaba de ánimo de ver a nadie y no merecían mi mal humor. Nadie en esa casa lo merecía. Por primera vez sentía que nadie me juzgaba. Incluso sentía que se preocupaban. Por ejemplo, Kimiko. Día a día se daba el tiempo de instruirme aún cuando le pusiera mala cara… quizás era porque no quería fallarle ni hacerle un feo, que seguía sus mandoneos y sus dictámenes sobre la formación en la sabiduría de la sociedad de almas. Aunque sus clases se delimitaran a terminología y algo de historia. O los chicos y sus juegos. Trataban de enseñarme las técnicas infalibles -así las llamaban- para vencer en los palitos chinos. Rukia y Renji pasaban poco en casa, pero escuchaba lo que tuvieran que decir… e Ichika…

-No creo que tío Byakuya esté muy feliz de saber que arrojas guijarros a sus peces koi -dijo la pelirroja acercándose hasta quedar junto a mí -Kazui ya se fue… -asentí en silencio -¿Quieres… hablarlo?

Ichika tenía dos caras. Una fanfarrona y pícara. Donde era dueña del mundo, segura y bravucona. Y una mucho más profunda… cálida y comprensiva. Había probado de ambas en estos días.

-¿Para qué? Kazui es tu amigo, te pondrás de su parte.

-Quizás te equivocas, pruébame.

La miré de soslayo antes de fijar la vista en los peces.

-Mi padre siempre ha preferido a Kazui. Y lo entiendo, Kazui es todo lo que un padre podría querer. Es responsable, inteligente, bondadoso y generoso. No hay cabida en él para el rencor o los malos sentimientos… y yo…

Ichika me miró, sentía su mirada sobre mí. Desvié la vista para clavarla en sus bonitos ojos violeta.

-Pobre Ikari -me dijo con voz dulce y suspiré pesado antes de sentir un puño en la nariz de pleno.

-¿Qué haces, bestia?

-Deberías dejarte de lloriquear de una vez. ¿Tu padre prefiere a tu hermano? De acuerdo, supongamos que lo hace. ¿Y qué? ¿Por eso vas a darle en el gusto? ¿Vas a darle razones para que lo siga haciendo? ¿Tu técnica ha resultado estos diez años? Si su atención es lo que quieres, la tienes. Pero no de la manera que deseas. ¿Quieres que deje de verte como a una bosta? ¡Pues deja de serlo! ¡Deja de quejarte y haz algo al respecto!

-¿Algo como qué, señorita sabelotodo? -la encaré sobándome la nariz.

-Al principio me dabas pena, cuando iba a verte… cuando me di cuenta que algo iba mal contigo. Y también pensé que era culpa de tu papá. Pero no. Has estado aquí dos semanas… y está bien, estás muerto. ¡Lo siento! Pero ya no hay nada que puedas hacer… ¿Quieres que tu padre esté orgulloso de ti? Comienza tú sentir orgullo por ti mismo. Eres un maldito vago. No tienes aspiraciones en la vida o la existencia en este caso. Dejas que los días pasen por ti y no haces nada al respecto.

-¡Claro! Para ti es fácil decirlo. Eres genial. Eres guapa, lista y talentosa -Ichika se sonrojó leve -Tus hermanos te admiran, Kimiko está celosa de ti y tus padres te adoran. Eres la hija ideal…

-¿Quieres ser el hijo ideal? ¿Quieres que tu padre se enorgullezca de ti? ¿Quieres que tu mamá deje de pensar que tu muerte fue en vano? ¿Quieres poder tener una relación con tu hermano sin envidiarlo? ¡Entonces trabaja por ello! No puedo creer que me he preocupado todos estos años por ti… ¡qué pérdida de tiempo!

Me la quedé mirando. ¿Estaba preocupada por mí? ¿Por qué?

-Ichika…

Pero no me miraba, tenía la vista en los peces y un gesto de frustración en la boca. Casi como un puchero.

-Tienes algo que no todos tienen… -dijo más tranquila y me miró -La posibilidad de comenzar otra vez, pero con algo… con una base. Y esa se la debes a tu padre. No eres shinigami porque sí, es porque tu padre lo es, porque tu abuelo lo es… ¿o quieres botarlo a la basura como hiciste con tu vida por diez años? -hizo una pausa -Toma eso, ve a la academia. Fórmate como un shinigami de esfuerzo, no de nacimiento, comienza desde abajo y demuéstrale a tu padre, a Kazui, a tu madre… y a mí… que puedes ser mejor. Que esta vez puedes aprovechar las oportunidades.

Tenía razón. Desperdicié mucho tiempo. Desperdicié mi vida tratando de reafirmar algo que mi mente había generado. Que no era bueno en nada. No importa si nadie cree en mí, mientras yo sí lo haga. Me sonreí ladeado, Ichika parecía sorprendida.

-Tienes razón -le dije -Ya he perdido suficiente tiempo, ¿verdad? No importa si después de todo mi esfuerzo siga siendo una basura… al menos lo intenté.

-No eres una basura, Ikari… solo eres medio tonto -me dijo en un tono calmo.

Me quedó mirando satisfecha de que su discurso diera resultado, seguro estaba tan concentrada en darse palmaditas en la espalda mentalmente que no vio venir cuando la tomé por las mejillas y le planté un beso. Se lo merecía.

Me aparté tan rápido como me acerqué y la vi fruncir los labios mientras los colores se le subían al rostro… pero de furia.

-Gracias, guapa.

Salí corriendo antes que me alcanzara con su lindo shikai.

-¡Voy a matarte Ikari Kurosaki!

Fue lo último que escuché antes de perderme en los pasillos de la enorme mansión Kuchiki.

.

.

Pues bien. Después de aquella conversación y con el ego repuesto… y un beso robado, fui directo a hablar con Renji y Rukia. Los pillé en el salón… jugando palitos chinos. Parecía que era el pasatiempo familiar.

-¿Puedo hablar con ustedes un segundo?

Rukia asintió y Renji hacía un torpe movimiento y toda la ruma de palos se deslizó. Gruñó molesto y pasó a prestarme atención.

-Sé que no tienen ninguna obligación en tomarme bajo su tutela, ni menos invadir espacio de la residencia de Kuchiki Byakuya-sama…

-Lo hacemos porque queremos -dijo Rukia con seguridad -¿Cierto, Renji? -su esposo asintió aún enfadado consigo mismo y su mala jugada.

-Les agradezco enormemente su generosidad. Pero he decidido que debo valerme por mis propios medios… -ambos me miraban intrigados -Ingresaré a la academia.

Rukia miró a Renji y él a mí. Se notaba satisfecho. Quizás siempre me tuvo fe… algo a lo que yo no estaba acostumbrado.

-No es necesario que te traslades a los dormitorios -comentó la mujer con tono despreocupado, pero cargado de ese toque maternal -Puedes venir a dormir y tomar el desayuno y la cena. La comida en la academia no es la mejor -recomendó.

-Las clases no comienzan hasta dentro de mes y medio… -reflexionó Renji -Y debes prepararte para dar el examen de admisión.

-¿Qué debo qué? -pregunté. Seré idiota, claro que sí. -Estoy muy jodido -agregué con desgano.

-No es tan difícil -interrumpió Rukia viendo feo al pelirrojo que ya traía cara de causa perdida -Solo debes demostrar tener cierto control sobre tu reiatsu -ladeé mi cabeza, Rukia miró a Renji -Creo que podemos ayudarte con eso… Ichika y Kimiko pueden darte una mano también.

¿Control de la energía espiritual? Todo lo que tuviera el concepto de control no era precisamente mi fuerte. Control para mí se basaba en armar una estrategia para atacar al grupo enemigo en algún juego en línea… y abstenerme de comprar elementos que me permitiera un over power.

-¿Y si...? -balbuceé y miré a Renji -¿Y si tomo la propuesta del capitán Mayuri? -ambos se miraron indecisos -Me gustaría intentarlo, Abarai-san, Kuchiki-san -dije algo nervioso metiéndome un dedo a la boca y mascándome la uña.

-Esa división no es para un novato -respondió con preocupación el padre -El capitán Mayuri está loco… puede ponerte a hacer quién sabe qué experimentos.

-Pero él dijo que no era gran cosa… -me alcé de hombros -Que soy un simple shinigami…

Renji se puso de pie y colocó sus manos en mis hombros y se agachó un poco para quedar frente a frente. Tal como lo hacía cuando era algo importante.

-Nunca permitas que el juicio de una persona limite tus sueños -lo decía muy en serio.

-Es una propuesta interesante… -Rukia estaba pensativa -Deja que lo hablemos bien con Renji, ¿sí? Luego podemos discutirlo, ¿verdad? -miró al pelirrojo.

-Claro, ¿por qué no? Aunque insisto que el capitán Mayuri me da miedo.

-De él me encargo yo -dijo la también capitana con aires de importancia y un dejo de sobreprotección -¿Necesitas algo más? -negué. Ambos adultos me quedaron mirando -¿Quieres jugar con nosotros?

-Seguro.

Sin duda esta familia era extraña. Los padres jugaban, los hermanos se enseñaban, el tío y patriarca era una especie de deidad y yo en medio de todo.

El shoji se descorrió.

-Yo también quiero jugar -se escuchó la voz de Kouki tras de nosotros y se abalanzó para sentarse junto a su madre.

-Y yo -ahora Naota se abría el paso para conformar equipo con su padre.

Otros pasos ingresaron al salón. Kimiko e Ichika. La pelirroja me lanzó una mirada furibunda. Kimiko alzó su mano vendada.

-Seré el árbitro, nada de trampas -miró a sus hermanos.

Ichika bufó y pasó a sentarse a mi lado, sin siquiera mirarme. Aun así y durante el resto de la tarde fuimos el equipo vencedor.

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