Capítulo 28
Hay cosas que nunca voy a entender. No estoy filosofando, es verdad. Todos nos hemos preguntado por el sentido de la vida, o la vida después de la muerte o el destino. Pero, no soy de los que se entrampan con esas cosas, sino más bien con situaciones cotidianas como…
-¿Por qué tengo que volver a ese horrible lugar? -pregunto a tía Kuukaku con un puchero, convengamos que no logro conmoverla, pero en intentarlo no hay pecado.
-Porque, de otro modo, no lograrás controlar la energía que emana de ella cuando desenvainas -aclara por enésima vez.
Sí, hay un detalle muy chiquito en el que Yoshida-sensei no pensó cuando me instó a buscar mi zanpakuto. Cada shinigami o entidad con presión espiritual, puede controlar más o menos a voluntad la energía que libera en su vida cotideana. Sin embargo, existe una instancia en la cual puede hacerse notar su real potencial si no es cuidadoso. Sí, al desenvainar una zanpakuto activa y funcional.
-Cada vez que tomas tu zanpakuto le haces honor al descuidado de tu padre.
Frunzo el ceño.
-Yo no tengo padre.
-Lamento informarte que, aunque te la des de malote, tienes un padre que se llama Ichigo, que es un híbrido de todas las razas de entidades espirituales posibles en esta realidad y que es el salvador de la Sociedad de Almas… -la miro de reojo -Dos veces -muestra el número con los dedos.
Mascullo un par de maldiciones y tía Kuukaku se sienta junto a mí en la solera. El día está bastante frío, incluso creo que puede que llueva. Hace un momento sentí un par de gotas caerme en la cabeza mientras practicaba kidou.
Las vacaciones están por terminar y creo que me he acostumbrado demasiado a estar en casa. Como siempre mis tíos están muy ocupados con el negocio familiar y paso bastante tiempo solo. Tengo que reconocer que los primeros dos días después de navidad los dormí y comí como un cerdo todas las sobras. ¿Hay algo más rico que las sobras? Bueno, ¿en qué estaba? Ah, sí, mi horrible mundo interior.
-Tía Kuukaku… ¿cómo es tu mundo interior?
-Bueno… es un enorme prado verde. Es bastante plácido. Hace tiempo que no lo frecuento. No desde que no hago uso de mi zanpakuto…
-¿Aún la conservas?
Frunció el ceño.
-Preocúpate de conservar tus bolas y métete en ese mundillo tuyo en lugar de hacer tantas preguntas -respondió seca y se puso de pie -Ahora.
Se retiró sin más dejándome con mi zanpakuto y el clima que comenzaba a ponerse bastante gris y cerrado en el cielo. Suelto un suspiro y se acomodo tomando a Hageshiraiu dejándola sobre mi regazo. Muy bien, esto no será fácil. Cierro los ojos. Me siento tan idiota haciendo esto… en fin.
Respiro como Kim-chan me enseñó, por tiempos. Cientos de imágenes pasan por mi cabeza y es como si mi mente no se quisiera callar un segundo. Meditar es horrendo y no se me da nada bien. Trato de concentrarme en la respiración. Inspira en uno, bota en uno. Inspira en dos, bota en dos… cuando voy en inspira en ocho y bota en ocho -que es bastante difícil- las imágenes se detienen y el silencio colma todo. Abro los ojos y me soy cuenta que no estoy en casa de mis tíos, sino en la alameda de árboles sin hojas. El cielo está cubierto y no hay rastros del pequeño Ikari… menos del bicharraco horrible ese, un alivio. Comienzo a caminar por la alameda, ya no hay dibujos en el suelo, solo hojas corrientes de los árboles. El viento arremete contra mí y percibo un aroma especial en él, un sonido invade el lugar.
-¿El océano? -me pregunto y sigo el camino hasta ver el horizonte frente a mi y, efectivamente el océano -Cool.
Hace años que no iba a la costa… quizás desde antes que Kazui se casara y ya no pasaba las vacaciones con nosotros. A Kazui le gustaba mucho la playa, papá solía llevarnos un par de semanas. Luego dejó de hacerlo y tomaba vacaciones tarde mal y nunca. Tampoco era como que yo insistiera en salir a la playa…
Me acerco a la orilla y me siento dispuesto a descalzarme.
-No creo que sea buena idea, puedes pescar un resfrío -me volteo al escuchar aquella voz tras de mí -Ikari-kun…
-¡Me lleva Aizen-sama! -exclamo mirando a quien estaba frente a mí. Vestía de shinigami y era como la versión crecida fanservice del pequeño Ikari… No necesito más que unos segundos para unir ideas -Yo te conozco y no eres mi versión guaperas. ¿Tío Kaien?
-Reconozcamos que soy más guapo, sí… -se dio ínfulas -Bueno, si me quieres llamar así no me enfado.
-¿Qué diablos haces aquí? -insisto sin salir de mi sorpresa. Aunque en esta loca existencia mía, ésta era otra de las posibilidades -¿No deberías estar descansando en paz o reencarnando por ahí?
-Calma, muchacho. No soy más que una representación mental de tu yo interior. Aunque debo decir que la anterior era bastante más imponente.
-¿Y aterradora?
-Vale, sí… -acuerda conmigo y se sienta palmoteando a su lado -Ven, muchacho y charlemos un poco. No recibo muchas visitas, que lo sepas.
-Obviamente -me siento a su lado mirando a mi imaginario océano, se parece a donde íbamos de vacaciones. Suelto un bufido y tío Kaien me queda mirando -Dije que quería dejar todo lo del otro lado en el olvido, pero mi mundo interior solo me lo recuerda.
-Al menos son buenos recuerdos.
-Lo son… Se supone que estoy aquí para evitar un absurdo despliegue de energía cuando utilice mi zanpakuto en la Academia.
-Aburrido -canturrea -¿Por qué no hablamos de la vida? O de la muerte, ya luego veremos el resto. Comes muchas ansias, ¿te lo han dicho?
-Todo lo contrario… Ichika dice que debo dar más pelea.
-Ichika Abarai, linda chica. Eres un maldito suertudo. Lástima que no se deje meter mano -comenta relajado, no puedo sino asentir y darle la razón -Con las chicas hay que tener paciencia con esos temas… Si tienes dudas, ya sabes a quien preguntarle -me codea cómplice.
-Se supone que tú sabes tan poco como yo del tema.
-No sabes poco con todo ese hentai que ves desde los doce… Déjame decirte que no tiene nada que ver con la realidad. Y claro que sé más que tú, soy una consciencia milenaria -dijo con histrionismo, me hace gracia -La clave de todo está en el corazón, ¿sabes?
-El romanticismo -bufo -Se me da horrible…
-Podemos escribirle una carta de amor -propuso con convicción.
-No se supone que deberíamos estar entrenando duro, peleando en un enfrentamiento a muerte…
-¿Muerte? ¿Crees que quiero matarte? -exclama sorprendido -¿Quién sería tan idiota para querer matarse? Tú mueres, yo muero… es sumar dos más dos. Y sí, podemos entrenar, pero también podemos hablar de otras cosas igualmente importantes. Un shinigami no es solo correr tras los hollows o una serie de power up salidos de quién saben dónde -cavilo -Somos personas como cualquier otra con una gran responsabilidad: proteger a quienes no puede hacerlo por sí mismas. Y a los primeros que tenemos que proteger es a nosotros mismo. Si tú estás mal, ¿cómo podrás encargarte de otros?
-Suena muy egoísta -reflexiono -Pero tiene lógica.
-A que sí -me sonrié. Me cae bien este tipo de mi mente -En fin, dejémonos de charla. Luego solucionaremos el cómo consigues tocarle las lolas a tu novia -se puso de pie de un brinco, me lo quedo mirando -¿No querías entrenar?
-Bueno… -murmuro y ladea la cabeza -¿Vas a patear mi trasero?
-Un poco, va a ser divertido. Anímate -exclama con entusiasmo, aunque no le veo lo divertido de patearme el trasero -Comencemos.
De pronto toda la playa se llena de diferentes katanas. Paseo mi vista por cada una de ellas. Vuelvo a mirar a "tío Kaien".
-Ikari… -alzó la voz -Para controlar tu zanpakuto, primero debes reconocer su poder. Deberás encontrarla entre todas éstas -tomó una y me apuntó -Antes que te corte en pedacitos.
-Ay, no… -murmuro antes de ver como se abalanzaba hacia mí, me lancé a correr -Mamita, mamita -chillo esquivando la espalda que carga tío Kaien y que pasa a enterrar cada tanto en la arena.
En un arranque de valentía tomo cualquiera de las que encuentro clavadas y me volteo para enfrentarlo. Abruptamente todas desaparecen, dejando la playa vacía. Miro a la katana.
-¿La encontré? -pregunto sorprendido.
-Cualquiera era la tuya, solo bromeaba -se ríe de buena gana -No pongas esa cara Ikari-kun. No planeaba hacerte daño de verdad. Mira -tocó el filo de su katana y pasó el dedo -No corta, ¿ves?
-Tío Kaien, acabas de rebanarte la mano -comento indicándole el corte que se había hecho, se pasa la lengua -Ahora entiendo porqué suelo ser un desastre… -resoplo.
-¿Ah? -me pregunta con la mano aun delante de la boca.
-Somos un patético chiste -me dejo caer al suelo sentado -Casi preferiría estar con el monstruo brillante -apoyo la mejilla en una mano en actitud derrotada -Solo… -resoplo -Cuando estemos en la academia y saque a Hageshiraiu… Haz que no lo note nadie, ¿si? Lo menos que necesito ahora es ser transferido al Gotei sin saber nada de nada.
-Oye… eso no pasará. Somos un equipo -asegura y se encuclilla frente a él -Si esperabas una zanpakuto agresiva y difícil de controlar, lamento defraudarte. No es mi estilo. Eso no quiere decir que no me tome mi trabajo en serio… Tienes a tantos que te entrenan, ¿por qué no ser amigos en lugar de oponentes?
-¿Son todas las zanpakuto como tú?
-No lo sé, no conozco otras -se alza de hombros -Ikari, te conozco bien. Lo has pasado bastante mal… Ya que te has decidido a no verme como un monstruo, podemos…
-¿Yo decidí que fueras el clon buena ondita de tío Kaien? -resoplo -¿No puedes ser su versión cool? Dicen que era muy talentoso y que…
-Aprobó la academia en un año… -termina mi oración -Es verdad, era una especie de genio. Si dejaras que todo tu poder surgiera, a fin de año estarías en el Gotei. Tú dijiste que no querías eso, que querías…
-Ser un shinigami normal y corriente. Pero no lo soy… ¿verdad?
-O sea… -se tendió en la arena mirando el cielo, ambas manos tras la nuca -Eres un shinigami cien por ciento real no fake. ¿Nunca te has preguntado por qué no tienes nada de quincy? -niego -Porque no eres tan cool como tu hermano -se ríe.
-Idiota… -bufo y abrazo mis piernas -Al menos no tengo hadas…
-¿Seguro? -me pregunta aun risueño.
-¿Las tengo? -exclamo impresionado.
Me mira directo a los ojos con un halo de misterio.
-No -vuelve a reír -Te asusté… -gruño por lo bajo -Lo menos que debe preocuparte ahora es el Gotei, hay cosas más importantes a tu alrededor. La visita de Yushiro es solo el comienzo… -se vuelve serio de pronto -Has tomado el camino difícil y Mizushima puede ser un verdadero mojón atorado en el culo. Pero no serías tú si no te complicaras la existencia…
-Supongo…
Guardamos silencio. Parece muy relajado y prefiero no interrumpir en su tranquilidad. Tengo sentimientos encontrados, por un lado, mi yo interno es gracioso, me agrada. Pero por el otro, me temo que no será de gran ayuda. Kim-chan dice que una relación buena con la zanpakuto es fundamental para lograr el máximo desarrollo del poder. Pero mi zanpakuto, o este tío Kaien, es el tipo más pacífico. ¿Cómo voy a poder desarrollar mi máximo poder si solo quiere jugar. Me pongo de pie.
-Entonces… ¿prometes que el Gotei no percibirá nada? -pregunto y tío Kaien me mira pestañeando.
-Lo prometo.
-Vale… Me voy. Quizás la próxima vez podríamos entrenar algo… -propongo.
-Sí, sí, claro -responde sin darle importancia.
Inicio la marcha de regreso bastante defraudado. De pronto el aspecto de todo vuelve a ser medio tétrico con los árboles desnudos y el camino central plagado de hojas secas.
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Dije que no volvería a hacer mención sobre el mundo de los vivos, pero juro que será la última, porque es necesaria. ¿Por qué las vacaciones son tan jodidamente cortas en ambos mundos? Me pregunto si los hollows tienen una academia de hollows donde tengan hollowvacaciones y si esas hollowvacaciones serán tan cortas como en el resto de los mundos paralelos.
-No hay lugar como el hogar -dijo Tukusuma ordenando sus pertenencias de regreso en su lugar en el armario -¿Qué tal tus vacaciones, Shiba?
Me asomo por los pies de la litera, acostado de estómago y dejo caer mis brazos fuera.
-Pues… todo bien -me alcé de hombros.
Ito guardó el bolso bien doblado en su sector y sacó un cuaderno. Se acostó en silencio a releer la materia del pasado semestre.
-¿Y ustedes? -retomo.
Tukusuma se trepa a la litera junto a mí y sobre Ito imitando mi posición. Nuestros otros compañeros andan en lo suyo, nunca suelen prestarnos demasiada atención.
-Nos reventaron el lomo estas dos semanas. Pero resultó bastante interesante a decir verdad…
-Querrás decir que tan interesante como para reflexionar sobre tu rendimiento académico y tus nulas ganas de tener que ganarte la vida como otro de esos pobres diablos -comenta Ito desde abajo -No te veo estudiando, Tukusuma-san…
¿Cuán miserable podría ser la vida de un alma común en el rukongai? Era algo que no experimentaría jamás, y algo en lo que escasas veces había pensado antes de las palabras de Yushiro Shihoin. Cierto es que, mientras las realidades no te sean cercanas, no llegan a tocar ni a conmoverte. Pero, de pronto, siento que tengo cierto deber con esas almas… Uno del que no había sido consciente.
Era una realidad que me competía y que en su momento tendría que asumir. Pero de momento tengo otros objetivos que cumplir, de otro modo, difícilmente podré siquiera tener aquello como un compromiso. Pero claramente no lo olvidaré. Si algo he aprendido en este lugar es que cada cosa tiene su tiempo.
Así es como debo concentrarme en mi jerarquización y quemar etapas. Y eso me lleva a la primera clase del semestre y lejos la más esperada por todos mis compañeros.
-Buenos días, jóvenes -saluda el sensei, un hombre delgado de pelo muy largo atado en una baja cola -Hoy es un momento especial para todos ustedes.
Paseo la vista por mis colegas. Todos están expectantes. Tras el sensei hay veinte katanas. Veinte como nuestro número. Tía Kuukaku se había encargado de entregar mi katana a Yoshida-sensei para que él la dispusiera entre las asauchi que serían entregadas a mi clase. No llamar la atención del Gotei era la regla de oro, sobre todo ahora que había alcanzado mi shikai en tiempo record. No era seguro, decía tía Kuukaku y, en eso, todos los adultos que me rodean coinciden.
Escucho al sensei continuar con su discurso sobre la responsabilidad que supone cargar una katana, del paso que ahora nos lleva más cerca de convertirnos en shinigami y como las asauchi no son para jugar.
Desde ahora las cargaremos por todas partes dentro de la academia, dormiremos con ellas, almorzaremos con ellas… prácticamente solo te apartas de ella para cagar. Me pregunto si las excepciones también incluyen la ducha, porque si es permitido el ingreso de las katanas al baño, se la clavaré en los ojos a ese senpai que vigila las duchas la próxima vez que me ojee el pito.
En fin, llama a cada uno de mis compañeros y le entrega una katana. Poco a poco el número de ellas baja y las sonrisas en mis compañeros son enormes. Sasaki está toda felicidad, pero trata de disimular su entusiasmo como siempre. Ito revisa la propia extasiado. El sensei me llama adelante. Antes de entregarme mi katana me pasa un guante negro.
-Póntelo -me ordena con especial malas pulgas, me lo quedo mirando extrañado -Es una orden, Shiba.
Obedezco sin entender muy bien la razón. Me entrega la katana en su vaina teniendo cuidado de no tomarla por la empuñadura. Me regreso con mi zanpakuto de regreso donde mis compañeros y aun sin entender el porqué de tener que ponerme el dichoso guante. Estando todos con nuestras armas el sensei nos da la orden de desenvainar. Hice el amague de retirarme el guante cuando siento la presencia del maestro tras de mí.
-Cada vez que un shinigami desenvaina su zanpakuto es percibido por la división doce, me imagino que lo sabes. ¿Quieres que descubran el nivel que tienes?
Me volteo de inmediato, me sonríe ladino.
-Me imaginé que no -retoma con ese tono medio impositivo medio burlón -Fue idea de Yoshida… por mí que te ingresen al Gotei mañana mismo, niño maravilla.
Frunzo el ceño, no me gusta nada el apodo ni menos la actitud del sensei. Me da una última mirada y continúa la clase. Básicamente todo el entrenamiento es sobre como desenvainar la katana sin cortarnos en el proceso ni cortar al compañero más cercano. Una total imbecilidad, pero cuando veo a Tukusuma casi cortar a Sasaki en un forzado movimiento entiendo que es justo y necesario.
Para qué voy a entrar en detalles de cómo fue el almuerzo, basta con comentar que el único tópico conversacional fue la entrega de las katanas.
-¿Se supone que tienen alma? -preguntó Tukusuma dejando su arma sobre la mesa.
-Baja eso -ordena Ito -No vaya a ser que cortes a Sasaki otra vez.
-No corté a Naomi -exclama mirándola -Entre casi cortarla y cortarla de cuajo hay un abismo de diferencia.
-Eres un torpe, Tukusuma -se burla Sasaki -Es un mono con navaja -se voltea hacia mí -Demasiado callado, Shiba-kun. ¿Pasa algo?
Niego un par de veces y me meto otro poco más de arroz en la boca. Todos continúan su conversación extasiados en sus expectativas. Me es difícil fingir que no sé nada de mi zanpakuto, cuando es todo lo contrario. Hasta cierto punto quisiera que fuese lo que es para ellos. Ser uno más, vivir ese momento tal y como ellos. Pero la vida -o la muerte- quiso que las cosas tomaran un rumbo diferente. Aun así, hay muchas cosas que me restan por aprender como, por ejemplo, kidou. ¿Es muy ambicioso pensar en ser el mejor en ello? He pensado mucho en ello, en enfrentar a Ichigo en base solo a kidou y luego rematarlo con mi shikai. Sería muy cool… muero por ver su cara.
-Toma, maldito idiota -gruño.
-¿Perdón? -pregunta Sasaki al escucharme.
Miro a mis amigos y ellos pestañean sin quitarme la vista de encima. Vuelvo a negar, pero no me apartan la vista de encima. Suelto un suspiro, sin embargo no suelto palabra. Ellos se alzan de hombros. Unos pasos se nos acercan, veo a Mizushima a mi lado con sus secuaces.
-Con que ya les entregaron las asauchi a los novatos. Interesante… -dice con tono burlón, lo ignoro -¿Sabían que solo el uno por ciento de los shinigami logra que su asauchi desarrolle el shikai? Y quién sabe si siquiera logren realizar un entierro espiritual.
-Escucho un zumbido -dije a mis amigos -Los mosquitos salieron temprano este año y especialmente enormes y deformes -comento en jugarreta -Me pregunto si se pueden matar con una katana -me llevo un dedo al mentón.
-¿Me estás amenazando, Shiba? -gruñe y sus secuaces asoman sus cabezas tras de él, quien me mira intimidante -¿Quieres comenzar el semestre con una merecida golpiza?
Parpadeo un par de veces dándole a entender un fingido despiste.
-¿Y esa golpiza me la darás tú solo o volverán a ser cuatro contra uno? Porque eso me parece bastante cobarde.
En un rápido movimiento me toma por el uniforme, me alza de la silla y me estampa contra la mesa. Varias cosas cabe al suelo. Mis amigos se ponen de pie. Tukusuma toma su asauchi apuntando a los secuaces de Suoh.
-Yo que ustedes retrocedo -gruñe Sasaki -Es un loco con su katana.
-Voy a matarte, Shiba -exclama Suoh golpeándome nuevamente contra la mesa.
Levanto la rodilla y lo golpeo con todo en el abdomen. Se inclina sobre sí mismo y aprovecho para incorporarme rápido. Ahora yo lo tomo por el uniforme y lo golpeo contra la pared.
-Escúchame muy bien, subnormal -digo apretando los dientes -Vas a mantenerte muy lejos de mí y de mis amigos. O vas a arrepentirte…
-¿Qué diablos pasa aquí?
La voz de uno de los shinigami que sirve el almuerzo se alza tras nosotros. Viste un delantal y una pañoleta en la cabeza. Suelto a Suoh y él se arregla el uniforme.
-Él comenzó, señor -exclama Mizushima -Solo bromeábamos y perdió los estribos. Está loco… es un peligro para todos. ¡Todos los Shiba deberían permanecer lo más lejos del Seireitei, son todos unos lunáticos!
-¡Cállate, maldito cabrón! ¡Deja a mi familia en paz!
-¡Suficiente! -exclamó el shinigami -Ambos… a la oficina del director.
-Yo no voy a ninguna parte -se negó Souh -Tú no me mandas -indicó al hombre -Tú y todos los tuyos me deben respeto.
Pasó de nosotros y salió del comedor seguido de sus secuaces. El shinigami gruñó algo que no alcancé a entender.
-Vuelve a tu almuerzo, Shiba -me ordena y se regresa tras el sector de la comida.
Tukusuma e Ito vuelven a sentarse. Sasaki se queda observando al sujeto volver a servir platos.
-¿Estás bien, Ikari-kun?
Akane está a mi lado y me mira con preocupación. Asiento en silencio. ¿Qué mierda tiene ese Mizushima en la cabeza? ¿Cuál es el poder que ejerce en todos que nadie parece ponerle atajo?
-Ikari-kun…
Akane me saca de mis reflexiones. Sigue con ese gesto preocupado, suelto una espiración.
-Ikari-kun -se acerca a mi oído -Estás derrochando reiatsu -dice en un susurro -Estás empezando a asustar al resto.
Miro al resto de mis compañeros en el comedor, sí parecen asustados. Mizushima logró lo que quería, dejarme mal frente a todos los que aun dudan que debería estar entre ellos. Paso a sentarme nuevamente, sin solicitarlo Akane se sienta a mi lado dejando a Sasaki sin lugar, quien bufa con molestia.
-¿No se supone que no debías mezclarte con nosotros, Yukimura? -pregunta Sasaki a Akane, quien parpadea -No querrás tener problemas con tus papis…
-Tienes razón -responde con ese tonito agudo -Pero a los amigos no se los deja solos… ¿verdad? Lamento mucho haberlo hecho -me mira con inocencia -No volverá a pasar.
-Eres un imán de problemas, Shiba -bufó Sasaki tomando su asauchi y saliendo del comedor.
-Espera, Naomi, voy contigo -exclamó Tukusuma saliendo tras de ella.
-Y yo -saltó Ito.
Menudos amigos.
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