Capítulo 27

El viaje desde Karakura hasta los suburbios donde vivía Kazui con su familia eran aproximadamente dos horas. Ichigo estaba acostumbrado a los trayectos largos de conducción, su trabajo lo llevaba a trasladarse de hospital en hospital, y dependiendo de la distancia podía estar varias horas aplanando el trasero en el auto.

Orihime estuvo extrañamente silenciosa durante todo el trayecto, él tampoco quiso romper el silencio. Solo subió el volumen a la música y llevaba el ritmo de la melodía dando ligeros golpes de dedos en el manubrio dándole una actitud relajada. Disfrutaba conducir, le calmaba la mente.

En casa de su primogénito estaba todo extremadamente decorado. Su nuera era una fanática de las fiestas, en eso se parecía a su propia mujer. No solo en eso, ambas eran bastante similares físicamente y en carácter. No le sorprendía en lo absoluto que Kazui hubiese elegido a una esposa así, tenía un buen ejemplo al cual atenerse.

-¿Cómo está la Sociedad de Almas? -preguntó Kazui en medio del almuerzo, su pequeño hijo dormía en el coche al lado de su esposa -¿Novedades?

-Todo como siempre -respondió Ichigo.

-¿Y mi hermano?

Orihime soltó un suspiro. Kazui negó suave entendiendo de inmediato el gesto de su madre. Por enésima vez su padre e Ikari habían tenido un enfrentamiento de aquellos. ¿Qué acaso ni la misma muerte podía arreglar las cosas entre ambos? Ambos con ese carácter jodido, sin querer tranzar en nada.

Recordaba cuando era niño que su padre era bastante exigente con él, pero muy por el contrario a su hermano menor, él concibió aquello como una preocupación, no una molestia. Aunque Kazui no necesitaba que nadie lo exigiera, él era autoexigente, perfeccionista e inteligente… Mientras que Ikari… bueno, él era algo vago, poco persistente y… no era muy brillante. Sabía que lo había intentado, darle el gusto a su padre. Pero simplemente no daba el ancho. Eso sumado a ser completamente diferente a el resto de la familia no terminó siendo una buena mezcla.

Recordaba aquella vez que pasaba las vacaciones de la universidad en casa. Ikari tendría unos cuatro o cinco años. Su padre estaba frustrado cuando Urahara-san le informó que Ikari no presentaba ningún tipo de energía espiritual especial, que era un simple y común humano. Aunque trató que Ikari no notara su decepción, sus acciones hablaban por él. Dejo de prestarle atención, cuando antes dedicaba gran parte de su tiempo en intentar que despertara algún tipo de potencial.

-Papá esta triste, nii-san -había dicho su hermanito -Está enojado conmigo porque no puedo ver a los shinigami…

-¿De dónde sacas eso? Claro que no está enfadado -respondió Kazui viendo a su hermano dibujar en su habitación.

-Lo escuché hablar con mamá… Dijo "Ikari no es como nosotros". Dijo que hasta tía Yuzu puede sentir a los espíritus… ¿Por qué yo no puedo?

-Eso no está mal, Ikari… lo normal es que no los veas… Pero… Puede que si los dibujas mucho puedas verlos.

-¿Tú crees? -sus ojos brillaron de ilusión.

-Claro.

Una mentira piadosa que tuvo a su hermanito obsesionado por meses, hasta que se dio cuenta que no era cierto. Se frustró mucho… En eso él y su padre se parecían mucho. Ambos detestaban no lograr sus metas.

-Pero está bien, ¿verdad? -insistió Kazui.

-Igual que siempre -respondió Ichigo, Orihime guardaba silencio.

-¿Y la academia? Debe ser todo un desafío para él. Espero que esté avanzando y aplicándose en ello.

-Mientras le dure todo estará bien -concluyó Ichigo.

Kazui notó que no era un tema que su padre quisiera tocar, pero que su madre no opinara al respecto lo perturbaba. Ella siempre había sido su defensora, su abogada cuando todos estaban en su contra. Lo excusaba, lo trataba como si fuese intocable… Era su pequeño y lo entendía. Su pequeño gran dolor de cabeza como lo denominaba su padre.

El almuerzo continuó sin volver a tocar el tema, Kazui prefirió no insistir. Quién sabe con qué había salido Ikari esta vez. La última su padre le había confidenciado que lo había encarado diciéndole que su madre retrocediera los eventos para que nunca naciera. Era un melodramático. Nadie deseaba que no hubiese nacido, ¡pero qué ideas tenía su hermanito a veces!

Ichigo y Orihime regresaron a casa poco después del anochecer. Ella se perdió en la sala, mientras que él se encerró en su despacho para terminar unos documentos de su última investigación. Le dio pasada media noche para cuando salió de allí dispuesto a irse a la cama. Le sorprendió ver la luz de la sala encendida y encontrar a su mujer aun ahí. Se acercó a ella para comprobar que revisaba los álbumes familiares.

-¿Por qué nos odia tanto? -preguntó ella al sentir la presencia de su esposo tras de ella. No se volteó -¿Qué hice tan mal?

-Nada -respondió Ichigo sentándose a su lado -Fuiste la mejor madre que pudo tener.

Ella seguía con la mirada perdida en las fotografías sobre la mesita de centro. Todas eran de Ikari, algunas de paseos de la escuela, otras de bebé.

-Ni siquiera tengo tantas fotografías de él como de Kazui -murmuró trémulo -¿Recuerdas que con él teníamos una enorme colección? -tomó una fotografía de ella e Ikari en su primer día en el jardín de infantes -Pero de él tengo tan pocas…

-No son pocas, Orihime.

-No son suficientes -exclamó -No son suficientes… También es mi hijo… No solo Kazui.

-Definitivamente te hace mal ver a ese chico.

Orihime se volteó hacia él. ¿Ese chico? ¿Por qué se refería a su propio hijo como si nada tuviese que ver con él? Y ahora su hijo había decidido romper todo vínculo con ellos…

-Solo me queda esto… Es lo único que tengo de mi hijo. ¿Acaso no entendiste sus palabras?... Él rompió todo vínculo con este plano.

-Déjalo, es otro más de sus berrinches.

-¿Otro más de sus berrinches? ¿Te estás escuchando? Él nos ha dejado, porque encontró otra familia. Tiene otro padre y otra madre… unos a los que realmente quiere.

-Por favor -bufó Ichigo restándole importancia -Eso es porque Rukia y Renji le dejan hacer lo que le da la regalada gana. Ya se volverá en su contra, dale un par de meses. Cuando fracase en la Academia…

-¿Deseas que tu hijo fracase? -exclamó sin poder creerlo -¿Tan ciego eres? Tu hijo ya no te necesita, no me necesita. El tiene todo del otro lado. Amigos, la academia, padres y hermanos… Tiene hasta una linda novia que lo apoya y le da bríos. Una novia que es tal como Kuchiki-san… -acabó en un murmullo.

Se puso de pie y tomó un álbum para arrojárselo a Ichigo en el regazo.

-¡Cuenta en cuántas fotografías estás junto a tu hijo muerto! ¡A ver si luego de ello sigues siendo tan displicente!

Salió de la sala. Ichigo soltó un bufido, pero contra todo pronóstico comenzó a hojear el álbum. Era verdad no estaba en muchas de las fotografías… pero recordaba los momentos en las que aparecía. Se sonrió al ver una en que estaban en el parque. Le enseñaba a andar en bicicleta. Había sido una linda tarde, se había divertido mucho. Recordaba el rostro iluminado de su hijo cuando finalmente pudo equilibrarse en la bicicleta unos metros, aunque luego se fue directo a unas matas. Recordaba haber ido tras de él y sacudirle las ramitas diciéndole que la próxima vez lo haría mejor… y lo hizo. Era de los pocos chicos que iba y regresaba de la escuela en bicicleta.

Tomó otro álbum, eran las fotografías de bebé. Lo sostenía en sus brazos, era tan pequeño… sostenía su cabecita pelinegra con la mano y le sonreía a la cámara como un padre orgulloso. ¿En qué momento dejó de sentir orgullo por su hijo? Seguía pasando fotografías en las cuales podía verlo crecer. Dejó escapar una carcajada cuando lo vio sentado en la silla de comer con un plato de fideos en la cabeza y sonriendo tan amplio… tan feliz.

Siguió pasando las fotografías sin borrar la sonrisa en su rostro. Tomó el siguiente álbum divertido por cada fotografía… hasta que en ellas Ikari ya no lo hacía… no sonreía. Mientras más crecía más serio se volvía su rostro, más vacía su mirada. En el último álbum familiar apenas si aparecía y no miraba a la cámara. Ese era el Ikari que reconocía, el chico apático y sombrío. ¿Por qué le parecía que el muchacho de la Sociedad de Almas no era el mismo? Se puso de pie y tomó los álbumes para dejarlos en su lugar, apilados dentro de uno de los muebles… como si estuvieran escondidos, como si no quisiera verlos. ¿Por qué esos descansaban en el fondo de un mueble, pero los de Kazui estaban a la mano? Una hoja cayó desde de uno de los álbumes. Estaba doblada por la mitad, la abrió.

Era un dibujo, en él con pésimos trazos y una horrible letra podía ver cuatro figuras, tres pelinaranjas y una coronada de negro. Sobre ellas escrito mamápapáhermanito… yo. ¿Por qué estaba ese dibujo ahí si recordaba que Ikari se lo había regalado para un cumpleaños.

-Lo botaste -escuchó la voz de su mujer a su espalda -Dijiste que para qué guardar cada dibujo que hacía…

Ichigo se volteó con el dibujo entre sus manos, pero se deslizó entre ellas para caer al suelo. Tiritaba. Se dejó caer en un sofá, Orihime se mantuvo de pie viendo llevarse las manos a la cabeza.

-Mi hijo… -balbuceó Ichigo -Mi hijo…

Rompió en llanto. Había botado un regalo de su hijo… ¿Por qué lo había hecho? ¿Habría discutido con alguien ese día y se encontraba de mal humor? ¿Habría estado molesto con Ikari por alguna tonta rabieta de niño? Había ignorado a su hijo cuando lo necesitaba… lo había hecho a un lado… lo había botado tal y como con ese dibujo que su mujer rescató.

-¿Qué le hice? ¿Qué hice…?

Orihime no se movió de su lugar y lo observaba sollozar y cubrirse el rostro avergonzado por años de alejarse de su hijo. Años que no supo ver lo que realmente estaba pasando… en que se dedicó a combatirlo como a un enemigo.

Finalmente ella se movió y se arrodilló a sus pies y le tomó las manos.

-Va a olvidarse de nosotros… -Orihime sonrió triste -Pero tiene una nueva familia… Es feliz… ahora es feliz, ¿verdad Orihime? ¿Mi hijo es feliz?

-Aunque me duela saber que lo es lejos de mí, es feliz. Ikari es feliz, Ichigo… Ha encontrado en la Sociedad de Almas todo lo que acá no. Solo… hubiese querido que fuese lo mismo con nosotros…

-Fallamos, ¿verdad? -preguntó y ella asintió. Ichigo volvió a mirar el dibujo repasando los trazos con los dedos -¿Él me quería?

-Mucho… aun lo hace…

-¿Cómo amar a quien solo ha sabido hacer daño?

-No subestimes a Ikari. Lo has hecho siempre… que tu arrepentimiento realmente signifique algo esta vez. Confía en que sabrá perdonar… y verás que te quiere. En lo más profundo de su corazón, lo hace.

Ichigo asintió aun con la vista en el dibujo.

-Dibujaba horrible… -murmuró con una ahogada carcajada.

-A mí me parece adorable. No importa qué tan bueno haya sido, lo que importa es que lo hacía… Da lo mismo cómo.

Ichigo suspiró. Era verdad… no importaba qué tan bueno fuese en algo, mientras pusiera su empeño. Las ganas, la motivación era lo más importante, las ganas de superarse. E Ikari las tenía, se lo había demostrado el día anterior.

Un tintineo se escuchó en la sala. Ichigo y Orihime vieron una mariposa demoníaca posarse en la coronilla del pelinaranja.

-Felicitaciones, papito corazón -era Kuukaku -Tu hijo tiene su shikai… Solo espero que la próxima vez te reviente el culo.

Ambos se miraron, la mariposa seguía en la cabeza de Ichigo. Él llevó una mano hacia ella y se le trepó a los dedos. La acercó a su rostro.

-¿Hijo? Solo tengo un hijo y vive… no tiene nada que ver con la Sociedad de Almas.

La echó a volar. Orihime se lo quedó mirando impactada.

-Espero que eso lo motive lo suficiente para que logre el bankai… o para que Kuukaku lo entrene hasta que lo consiga.

-¿Por qué?

-Si lo enfrento sin un bankai… puedo matarlo. No importa cuantos años tarde… dilataré el tiempo tanto como sea posible… para que pueda dar el ancho.

Orihime suspiró y asintió. Ichigo dejó el dibujo sobre la mesa, ella pasó a sentarse a su lado.

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.

Lista de objetivos de Ikari Shiba:

Obj. 1. Encontrar mi zanpakuto

Obj. 2. Patearle el culo a Suoh Mizushima

Obj. 3. Ser romántico o cómo convencer a Ichika que me deje meterle mano

Obj. 4. Regresar al Seireitei, lo que implica pasar por sobre Mizushima padre.

Obj. 5. Vencer a Ichigo Kurosaki.

Me siento bastante bien de tarjar el primer objetivo en mi lista. Repaso nuevamente el orden de los objetivos. Creo que el de Ichika debería ir en segundo lugar...

El shoji se descorre y cierro mi cuaderno automáticamente y por reflejo. Uno de los sirvientes de la casa a quien tía Kuukaku llama Largo-san se asoma por la puerta.

-Ikari-kun, tienes visita.

-Voy enseguida, gracias.

Largo-san se retira por el pasillo. Guardo mi cuaderno entre la ropa del armario y salgo de mi cuarto. Han pasado cinco días desde Navidad y mi quiebre definitivo con los Kurosaki. Extrañamente me he descubierto olvidando varias cosas y no es una clase de alzheimer o algo así. Sé que le dije a Ichigo que había comenzado a perder mis recuerdos de mi vida anterior, pero eran menudencias… cosas sin mayor relevancia. Ahora han sido nombres y eventos que antes podía evocar. Por ejemplo los nombres de algunos de los sujetos con los que pasaba el tiempo luego de la escuela, mi clave del juego en línea, mi último día en la escuela antes de morir.

No era que me frustrara o algo así, no me voy a poner a llorar por eso. Renji me contó que llegó aquí de nueve años y que solo recordaba eso y su apellido. Nada más. Además dijo que era lo más sano. Hice mis averiguaciones en el equipo de fútbol el miércoles y recibí las mismas respuestas. Ikkaku murió a los dieciséis, Yumichika calculaba que a los cuatro, Hisagi a los diez y Rangiku-san a los ocho. Sé que Rangiku-san no es del equipo, pero dice que es nuestra fanática número uno, así la cuento como una más.

Supongo que es un proceso que debo tomarme con calma y que sucederá quiéralo o no. Lo único que sé es que no me permitiré olvidar a Ichigo… jamás.

Ingreso a la sala y me topo con tía Kuukaku en compañía de Yushiro Shihoin. No es menor mi sorpresa, es claro que un noble como él no suele salir del Seireitei… ni menos esperé tenerlo en la sala de mi casa.

-Ya me preguntaba cuándo tendría al kindergarten metido en esta casa -fue el comentario de mi tía, quien salió de la sala.

Largo ingresó dejando un par de vasillos de té frente a nosotros. El rostro de Yushiro es amigable y, en realidad, me parece buena gente aun cuando solo lo había visto una vez.

-¿Cómo te trata la vida, Ikari-kun?

-Bien… todo bien -respondo tomando la taza entre las manos -Esperando la resolución de los clanes.

-Directo al grano, ¿no? -se rie -Me preguntaba más bien de tu vida en general, pero veo que tu ansiedad te puede.

Me rasco la nuca incómodo al hacer notar la ansiedad respecto al tema, pero dudo que Yushiro haya venido a charlar de la vida.

-Bueno… -digo nada más para romper el silencio.

-Al grano entonces -declaró el líder del clan Shihoin -Tu caso ha sido traspasado al Concejo de Clanes Menores. Las opiniones entre las familias mayores están divididas… Mientras no tengamos unanimidad no podremos tener una respuesta. Y tenemos una piedra de tope.

-Mizushima…

Yushiro asiente.

-De alguna manera te le has puesto entre ceja y ceja. Nadie siquiera cuestiona los antiguos métodos de los Shiba, eran otros tiempos. Además todos los clanes nos beneficiamos de los servicios de tu familia. Sin embargo, no es una probable vuelta a esas prácticas las que tiene a Mizushima en esta postura.

-¿No? -pregunto sorprendido.

-No, verás Ikari-kun… Lo que complica a Mizushima y su clan, son los contactos que mantenían los Shiba en el rukongai. Y teme que, de mantenerte en el Seireitei, eso pudiera hacer que dichos contactos volvieran al clan al que servían… o sea, dejaran de prestar pleitesía a los Mizushima. Ellos controlan ahora gran parte del rukongai, como antes lo hizo tu familia.

-Cool… -digo pensativo.

¿Mi familia era poderosa en el rukongai? Vaya… algo sabía de las influencias, pero de ahí a ser una familia que prácticamente controlara a los plus es…

-Turbo cool… -dejo escapar. Yushiro se sonríe divertido ante mi reacción.

-¿Entiendes ahora, Ikari-kun?

Asiento en silencio. Esto se esta volviendo cada día más interesante. Primero con la noticia que me dieron los hermanos Yukimura, que ahora Yushiro confirma… y ahora resulta que puedo tener la posibilidad de destruir lo que Mizushima más valora, su pequeño imperio.

-¿Viniste hasta acá para decirme esto? -pregunto asombrado -Pudiste mandarlo por carta o una mariposa…

-Es algo confidencial que no debería estarte diciendo, pero… Supongo que estoy algo aburrido de estar rodeado de vejetes estirados. En mi círculo cercano no existen muchos jóvenes y soy algo así como… bueno, me tratan como si fuese de la realeza o algo así…

-Te informo que lo eres, Shihoin-sama -lo bromeo.

-Yushiro -me corrige -Solo Yushiro está bien. Mal que mal si todo resulta como esperamos estarás de regreso en el Seireitei y eso nos deja en igualdad de condiciones, ¿no crees?

Ser un joven noble en la posición de Yushiro Shihoin no era fácil, ahora lo sé. Restringido al Seireitei, sin mayor contacto con otros, teniendo por amigos a sus propios subordinados… sin un igual que le brinde una sincera amistad que no esté supeditada a lealtades. Y con ellas, líos de clanes.

-¿Qué tal eres jugando palillos chinos, Yushiro-san? -cavila en responder -Porque yo soy bastante bueno… ¿te arriesgas a que patee tu noble trasero?

Asintió varias veces.

-Solo si prometes no dejarte ganar…

-Odio perder -respondo de buen humor y voy por los palillos.

Estando del otro lado no me gustaba acercarme a nadie. No necesitaba a nadie… o quizás sí, tanto como Yushiro, solo que no lo supe ver. Si hay algo que he aprendido en este lugar, es que romper mis viejas costumbres es bastante divertido.

.

.

Yoshida-sensei pasaba la vista por el jardín de la residencia Ayakama. El líder de los clanes menores lo había citado a mediodía.

-Yoshida.

Se escuchó nombrar y se volteó. A unos pasos en la solera, Ayakama en compañía de otro hombre, Toraki.

-Acompáñanos a beber un té -retomó Ayakama.

Se dirigieron a una de las habitaciones. La hija mayor de Ayakama sirvió el té que despedía una agradable fragancia. El dueño de casa se llevó la taza a la nariz una vez que la muchacha los dejara a solas.

-Es muy talentosa -comentó Toraki bebiendo un poco -Una mezcla deliciosa.

-Pensaba que querías hablar de la reunión -comentó Yoshida sin probar el té, odiaba las intrigas de los nobles, siendo él uno de ellos tenía libertad de pensarlo -Además, con todo respeto, ¿qué hace Toraki aquí?

El nombrado se autoindicó. Era un hombre delgado, muy bronceado por el sol, de ese bronceado de quien trabaja desde el alba al anochecer. Una fea cicatriz sobre la ceja derecha le daba el aspecto que alguien le hubiese aplastado el cráneo justo en ese lugar. Tenía un aspecto intimidante.

-¿No puedo venir a saludar a un viejo amigo, Yoshida-kun?

-Claro que puedes -dio el visto bueno -Solo que me sorprende verte fuera tu ambiente natural…

Toraki captó el sarcasmo en la voz del instructor de la academia. No le seguiría el juego, sabía cómo disfrutaba Yoshida molestarlo… y como Ayakama se divertiría a costa de ellos.

-¿Hace cuánto tiempo que no nos veíamos, Yoshida-kun? -preguntó Toraki -Ah, claro. Luego de la invasión Quincy…

Yoshida asintió. De eso alrededor de cuarenta años. Toraki era un muchacho adolescente entonces. Uno con convicción y capacidad de liderazgo, tanto como para organizar un pequeño ejército entre la población del rukongai para apoyar a proteger a los shinigami que buscaban en el rukongai refugio huyendo del Seireitei… sí desertores. De ellos aún habían muchos, ocultos como cualquier habitante, protegiendo a los habitantes de quienes abusaran del poder en el rukongai. Toraki controlaba a esa división improvisada, era el amo y señor del otro lado del Seireitei.

-No entiendo nada de esta reunión, Ayakama -dijo Yoshida.

-Un rumor llegó al rukongai… -retomó Toraki con gesto pícaro -De un muchachito que reclamó el liderazgo de los Shiba y que fue expulsado del Seireitei…

-No -exclamó Yoshida poniéndose de pie -No van a meter al chico en sus intrigas. Nunca pensé que llamarías a Toraki, Ayakama.

-No me mires a mí -se hizo el inocente -Nuestro viejo amigo llegó solo atraído por la noticia. Me temo que nuestras familias no han sido precisamente discretas con sus contactos en el rukongai…

-¿Acaso pretendías mantener al joven Shiba oculto de todos nosotros? -exclamó Toraki con fingido sentimiento -Eres muy egoísta, Yoshida-kun.

-Ese muchacho no sabe más que la misma Kuukaku. Kaien quiso que…

-Kaien estaba completamente manipulado e intimidado por Mizushima -bramó Ayakama e indicó a Yoshida -Y tú también. ¿Has cuándo dejaremos que ese imbécil se crea con el poder de hacer con nosotros lo que desee? Mizushima va a caer y ese chico es lo que estábamos esperando.

-A mí no me mires, Yoshida-kun -se excusó Toraki -Yo solo creo que es una muy buena idea. Reposicionar a los Shiba en el Seireitei desequilibrará a los clanes. Es el momento de quebrar el sistema con el que gobiernan… El rukongai solo ha reconocido a los Shiba como sus señores. Su caída solo logró que el resto de los clanes pudiesen hacer y deshacer sin nadie que controlara la situación.

-Creo que subestiman al chico -suspiró Yoshida -Si lo que quieren es usar lo que representa y aprovecharse de ello para tomar el control, me temo que están muy equivocados. Ese chico es como su padre, que se pasó las reglas del Seireitei por donde quiso. Ikari Shiba hará exactamente lo mismo…

-Por eso es mi mejor apuesta -dijo Ayakama en actitud relajada.

-Eso, siempre y cuando los otros clanes menores den su aprobación a su reincorporación -comentó Yoshida y sus colegas se sonrieron maliciosos -¿Qué? ¿Lo autorizaron?

Ayakama soltó una suave risa.

-Te asombrarías la cantidad de nosotros que no queremos más a Mizushima pavoneándose por el Seireitei.

-Y justamente son los mismos con los que mi gente tiene negocios -completó Toraki -Me debo a mi gente, ¿ves?

-Pero no te preocupes, Yoshida -comentó Ayakama con tranquilidad -Tenemos tiempo… No se dará la resolución aun, no mientras el chico no esté listo.

-Tenemos paciencia…

Yoshida guardó silencio. Esta situación se estaba saliendo de control. Ikari Shiba no sabía lo que había hecho el día que apareció en la academia cambiando su apellido. No solo había remecido la estabilidad de los clanes nobles, sino de toda una sociedad que hace más de cien años se encontraba desbalanceada.

Ikari no era más que un muchachito que quería ser shinigami. Un niño que tendría que crecer muy rápido si quería ser un buen líder de clan… y no ser manipulado por otros intereses en el proceso.

-Ikari solo quiere regresar al Seireitei -murmuró Yoshida con ansiedad disimulada -¿Acaso van a negarle eso? Pueden hacerlo regresar hoy mismo si quisieran…

-¿Y de dónde sacará el chico la motivación de enfrentarse a Mizushima si tiene lo que quiere? -preguntó Ayakama -Si regresa al Seireitei volverá a su feliz vida con los Kuchiki-Abarai, con Ichika-sama y perderá el interés en ser un real líder de clan… Necesitamos presionarlo un poquito.

-¿Quién va a enseñarle a ser líder de un clan? -exclamó Yoshida -¿Tú?

Ayakama y Toraki se largaron a reír.

-El único que puede, obviamente -respondió el líder de los clanes menores.

La respuesta se dibujó en la mente de Yoshida: Byakuya Kuchiki.

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