Capítulo 26

-Cool.

Kouki corría por el pasillo de la casa de los Shiba, asomándose a cada shoji abierto que hubiese. Aun cuando fuese una habitación vacía ingresaba, miraba, le daba una vuelta y…

-Cool.

Rukia y Renji caminaban tras de él junto con Kuukaku quien los guiaba hacia la sala.

-Lo lamento, Kuukaku-san -se disculpó Rukia -No suelen salir mucho de casa y menos estar tan lejos del Seireitei.

-Cool -exclamó Kouki saliendo de otra habitación.

Naota seguía a su hermano con la mirada y luego volvía a su tetrix, el que Isshin le había traído a Ikari y no pudo llevar a la academia.

-Deberías sacarlos a pasear más seguido, Kuchiki -respondió Kuukaku con su tan poco afable tono -Pareciera que los tienes prisioneros.

Rukia no se inmutó con sus palabras, de hecho parecieron hacerle gracia porque se sonrió divertida. Siguieron a Kuukaku por el pasillo hasta llegar a la sala. Rukia se sorprendió de ver todo tan adorablemente decorado. Kuukaku le indicó que tomara asiento en unos cojines que se veían bastante cómodos. En esas pequeñas cosas la mujer demostraba la cuota de afecto que le guardaba. Por el shoji que daba al jardín apareció Ikari en compañía de Ichika.

-Mami, papi -exclamó la pelirroja sentándose junto a su madre -¿Te sientes bien? Te ves cansada…

-Por Dios, Ichika. Claro que me siento bien -se rio -Me viste apenas anteayer -le ordenó el cabello -Tampoco estoy tan enorme…

-Aun -se burló Renji al tiempo que Ikari llegaba junto a ellos -Mi muchacho -pasó un brazo por los hombros del chico -¿Emocionado?

-Uff, un mundo -respondió Ikari de malas pulgas -Tanto aparataje para una simple reunión.

-¿Qué dices? -dijo Rukia mirándolo desde su cómoda posición -Está todo perfecto. Ya quiero ver la cara de Ichigo -se rió burlona -Rodeado de espíritu navideño -siguió riendo -Va a andar con un humor de perros.

-Muy alentador -bufó Ikari.

Renji se rió y palmoteó a Ikari en la espalda soltándolo luego.

-Has estado con ese humor de mierda desde ayer -dijo Ichika mirando a Ikari desde junto a su madre -Ya sería bueno que lo dejaras.

-¿Qué lo deje? -exclamó Ikari sorprendido -¡Se suponía que tú me apoyabas en mi odiosidad!

Renji se sentó junto a Rukia. Ichika se puso de pie para encarar a Ikari.

-Acá van otra vez -se rió el pelirrojo, Rukia se sonrió divertida lista para presenciar el round -Dale duro, cariño -le dijo a su hija.

Ichika se plantó frente a Ikari, las manos en sus caderas. Naota sacó la vista del tetrix y lo guardó dentro de su yukata. Esto no se lo perdía. Kouki seguía revoloteando por todas partes saliendo y entrando del jardín y rodeando la casa para volver a entrar y salir. Kimiko se había perdido con Ganju en el jardín jugando con los jabalíes y Gordo, a quien había traído consigo. Kuukaku había descorrido el trayecto en busca de paciencia.

Ikari tragó saliva al ver la actitud segura de su pequeña, pero fiera novia.

-Te apoyo en lo que quieras, Ikari -dijo seria -Te he apoyado toda tu vida. Pero ya viene siendo el momento que te impongas. En unos minutos tus padres llegarán y no estoy dispuesta a ver como te hundes en un hoyo a la primera que saque tu papá.

Rukia asintió asombrada.

-¡Oye! ¿Qué maneras de apoyarme son esas? -exclamó Ikari con algo de decepción

-¡Mis maneras y te las bancas!

-Anoche eras más comprensiva… -masculló Ikari -Se supone que eres mi dulce y adorable novia.

-Soy tu novia no tu madre, tarúpido -continuó sermoneándolo -Tan machito que te demuestras algunas veces y otras no eres más que un calzones.

Renji y Rukia se quedaron mirando de piedra. Naota se sentó en la mesa y se cruzó de piernas. Estaba disfrutando el momento.

-¿Cómo me llamaste? -gruñó Ikari.

-Lee mis labios, amor mío -sonrió mezquina -Cal-zo-nes.

-¡Si serás miserable, Ichika! -bufó el muchacho.

-Ser un calzones no tiene nada de malo -opinó Renji cómodamente sentado en actitud ganadora -Hazle caso a tu mujer, chico. Nada como una buena reprimenda para sacar a flote la testosterona. Estoy tan orgulloso de ti, hija -la miró con adoración.

-Gracias, papi -respondió Ichika toda inocencia. Se volvió hacia Ikari, quien volvió a tragar saliva -Escúchame muy bien, Ikari Shiba -acortó las distancias y le picó el pecho con un dedo -Eres el líder de tu clan, el mejor de tu clase, un shinigami en formación… uno que será muy bueno. Más te vale que te comportes a la altura. De otro modo te vas olvidando de nuestros hijos.

-Con nuestros hijos no te metes, mujer endemoniada -respondió en actitud desafiante, ella le hizo un feo y se dio media vuelta.

Rukia miró a ambos chicos con curiosidad.

-¿Estás embarazada, cariño? -le preguntó a Ichika con la misma cara de sorpresa y un tono de voz extrañamente calmo.

-¡Claro que no! -exclamaron ambos chicos al mismo tiempo con un vistoso sonrojo.

Rukia miró a Renji sin entender porqué parecían tan incomodos. Él se alzó de hombros despreocupado. Ichika se volvió hacia Ikari.

-¿Entonces? -preguntó la pelirroja.

-De acuerdo -suspiró Ikari dándose por vencido -Será una feliz navidad. Prometo no darle importancia al viejo si sale con idioteces.

-Sí -Naota alzaba la voz desde su lugar -Haz como yo… solo ignóralo -dijo serio mirando a Renji.

-Para ignorar primero tienes que pretender no existo, hijo -respondió Renji con una sonrisa maliciosa.

-¿Es eso el susurro del viento con la voz de mi padre? -preguntó Naota haciéndose el desentendido, Renji masculló.

Ikari miró sorprendido al muchacho.

-Es bueno -apreció e Ichika asintió.

-Naota, Renji -los llamó Rukia -Basta. Los quiero a los dos por igual. No es necesario que discutan como niños -recalcó la palabra con la vista fija en su esposo.

-Pero él comenzó -exclamó Renji indicando a Naota quien volvía a sacar su tetrix -Dile algo.

-Díselo, tú -respondió la madre.

-No puedo si me ignora…

Iba a seguir alegando cuando su hijo se puso de pie y lo abrazó por el cuello.

-Eres divertido, papá. Te quiero.

Y sin más salió de la habitación rumbo al jardín con la vista pegada en su juego. Ikari se le quedó mirando.

-Ichika…

-¿Sí?

-Quiero uno así -indicó a la salida por donde se había perdido Naota.

Ichika lo rodeó por la cintura. Kuukaku volvía a ingresar a la sala en compañía de Isshin. La casa comenzaba a llenarse y aun faltaban los invitados de honor.

-¡Pero qué escena más bella! -exclamó Isshin abrazando a su nieto y a Ichika con emoción -Mi nieto, mi orgullo… y mi nieta tan hermosa como su madre -se apartó y corrió a la pared para sacar su poster portátil de Masaki -Abuela, nuestro muchacho es un hombre de verdad. No como el pusilánime de nuestro hijo -lloraba.

-¡Deja eso! -gritó Kuukaku -¿No te da vergüenza? Menudo payaso… Gracias a Dios que Ikari es el líder del clan. Eres un pelmazo, Isshin -gruñó.

A continuación Isshin sacó el poster de Kaien.

.

.

Orihime repasó la casa una última vez. No quería olvidar nada. Había cortado el gas y desconectado el microondas. Sí, ella era de esas personas que, cuando sale de casa, previene cada posible desastre. Así había sido desde que su hermano había muerto, de eso más de cuarenta años. Pero las enseñanzas de Sora sobre los cuidados al salir de casa, jamás los había dejado de lado.

Segura que ya todo estaba en orden, se dirigió hacia la puerta. Ichigo se calzaba los zapatos.

-¿Revisaste todo? -le preguntó a su esposa.

-Todo -respondió Orihime con tono seguro -Tres veces. No se me escapa nada -agregó haciendo un ademán de capitanía.

Ichigo la miró de reojo y se sonrió. Seguía siendo una niña, a pesar de todos esos años.

-¿Los regalos? -preguntó la mujer notando que ya no se encontraban junto a la puerta.

-En el auto -Ichigo se acomodaba un grueso abrigo gris -¿No crees que exageraste con ello? Bastaba con algo pequeño…

-¿Pequeño? -exclamó enrollándose una bufanda al cuello -No he visto a los chicos de Kuchiki-san en diecisiete años. Ni siquiera conozco a los dos menores… Soy una amiga horrible -suspiró.

Ichigo abrió la puerta y ambos salieron de la casa. Orihime dejó una luz encendida en el recibidor para dar la idea que habían moradores. Había activado el timer de la lámpara para que se apagara pasado media noche y se encendiera al alba.

-Cuidabas de Ikari -comentó Ichigo abriéndole la puerta del auto -No podías cruzar, es entendible. Rukia lo entiende.

Ingresaron al auto. Ichigo encendió el motor y esperó que los vidrios se descongelaran.

-Ichigo… hoy estaremos en casa de los Shiba -dijo con cierta cautela, su esposo se limitaba a mirar el estado del vidrio trasero y decir un "ahá" -Te ruego que no le busques bronca a Ikari, ¿sí?

-Nadie le busca bronca, él se enfada solo…u0i -aclaró -¿Está muy fuerte la calefacción?

-No, está bien.

Así era siempre. Trataba que Ichigo fuera más comprensivo con su hijo y solo lograba eso: indiferencia.

Ichigo inició la marcha hacia la tienda de Urahara mientras Orihime perdía la vista en el camino. El móvil de su esposo comenzó a repicar, atendió la llamada por el manos libres del auto. Algo sobre una cirugía de emergencia. No le extrañaría que, de ser diferente la situación, suspendería los planes y se iría al hospital. Era la manera en que cumplía con su labor de proteger. Y era un excelente cirujano.

-¿A qué hora debemos estar mañana donde Kazui? -la voz de Ichigo la sacó de sus pensamientos.

-Nos esperan a almorzar -respondió con la vista fuera.

-Diré a Minako que agende la cirugía para pasado mañana entonces…

Hablaba sobre la conversación telefónica que ahora retomaba por alta voz. Sabía lo importante que era su trabajo para Ichigo. Lo llenaba, lo hacía sentir pleno. Recordaba cuando comenzó a salvar vidas, el entusiasmo con lo que lo relataba al llegar a casa. Nunca esperó que Ichigo fuese un esposo de esos que llegaban temprano a casa, que se dormían y despertaban a la misma hora, de esos que se quedaban los fines de semana en casa. Un Ichigo sin sorpresas ni imprevistos no sería él. Menos sin proteger a las personas. Y ella estaba muy orgullosa de él.

Ichigo detuvo el auto estacionándose a un costado de la tienda. Descendieron, él fue al maletero por las bolsas y las cargó ingresando al lugar. Todo se veía tal como siempre.

Unas sonoras pisadas llegaron a su encuentro. Urahara se cruzó de brazos con esa sonrisa torcida.

-Vaya, vaya. Si no son los Kurosaki. Justo a tiempo, acabo de abrir el portal. Directo hasta donde Kuukaku.

-Gracias, Urahara-san -sonrió Orihime -¿Dónde está Yoruichi-san?

-Debe estar entretenida con algún ratón por ahí -bromeó haciéndoles una seña para que lo siguieran.

Caminaban por el pasillo en dirección al sótano, lugar donde activaba el portal para cruzar del otro lado.

-Han enviado un par de mariposas demoniacas -informó el tendedero -Kuchiki-san siempre piensa en todo.

Orihime no pudo evitar notar que no parecía haber nadie más en casa. El tiempo no pasaba en vano. Ururu y Yinta habían partido a hacer su vida hace bastante. Sabía que vivían en la capital, Ururu trabajaba en una tienda y Yinta… bueno, él trabajaba en lo que viniera.

-¿Y Tessai-san? -volvió a interrogar.

-Trabajando en el portal -respondió Urahara asomándose a la entrada del sótano -¡Tessai!

-¿Sí, señor? -se escuchó de abajo.

-¿Estás listo?

-Todo perfecto.

Lanzaron los paquetes primero abajo, los que fueron atrapados con habilidad por Tessai. Luego descendieron con cuidado. Ya no eran precisamente unos adolescentes, aunque Urahara se viera tal y como siempre. Brujería, pensó Ichigo.

-¿Cómo está tu chico? -preguntó Urahara finalmente detenidos frente al portal -Isshin solo cuenta maravillas… pero sé que tú eres algo más… objetivo -agregó con malicia.

-Veo que mi padre te tiene muy bien informado…

Urahara acomodó la visera de su sombrero.

-Siempre me causó curiosidad que ese muchacho no manifestara ningún poder espiritual. Y de pronto en la Sociedad de Almas parece ser el próximo Ichigo Kurosaki… ah, no, más bien, el próximo Kaien Shiba -Ichigo frunció el ceño -Es curioso -retomó Urahara -El puesto que debió tomar tu padre y ahora lo toma su propio nieto, sangre de su sangre.

-¿Insinúas algo? -lo encaró Ichigo.

-¡Pero qué carácter, Kurosaki-san! -exclamó sacando su abanico y poniéndolo sobre su boca -Solo que me alegro que la balanza al fin se equilibre. Vida por vida, muerte por muerte.

Orihime sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Puso una mano sobre el brazo de su esposo, logrando distraerlo de la pequeña discusión que estaba librando con Urahara.

Tessai liberó las mariposas demoníacas.

-Que tengan una feliz navidad -concluyó el tendedero -Disfruten la Sociedad de Almas -miró a Orihime -Estás tan encantadora como siempre, Inoue-san.

-Ahora es Kurosaki -corrigió Ichigo en un gruñido.

-La fuerza de la costumbre -rio Urahara -Inoue, Kurosaki… Shiba… son solo nombres. La esencia es la misma, independiente de como la llames.

Las mariposas se adelantaron ingresando al dangai y ambos esposos las siguieron. Ichigo se volteó a ver a Urahara y su sonrisa torcida.

-Me emputa ese sujeto -masculló Ichigo, Orihime lo miró -Gracias a Dios mantuvimos a Kazui lejos de él.

-Te agrada y le agradas -dijo la mujer con un tono conciliador -Solo ha dicho cosas que no quieres escuchar, Ichigo. Por favor, no te desquites con Ikari…

-¿Por qué tendría que hacerlo? Ese niño se metió en problemas por su libre voluntad. ¡Mira que asumir la jefatura de un clan! ¿Qué sabe él de eso? Si supiera mantenerse en su lugar no tendríamos que estar cruzando a la Sociedad de Almas y podríamos haber pasado navidad en casa de Kazui. Pero no, ese chico…

-Ikari -lo interrumpió impositiva -Tu hijo tiene nombre… -suspiró pesadamente -¿Por qué lo detestas tanto?

-¿De dónde sacas eso? Es mi hijo, amo a mis dos hijos con mi vida.

Orihime no respondió y continuaron el camino en silencio. Ella pensaba en las palabras de Ichigo. Él no era bueno expresando sus sentimientos, nunca lo había sido. Aunque era un buen esposo, respetuoso y preocupado. Ni siquiera con ella era demostrativo, aunque no dudaba que la amaba, también a los niños… Con Kazui, Ichigo había tenido una buena relación desde el comienzo, pero con Ikari… Ichigo estaba en medio de un proyecto nuevo cuando ella se embarazó de su segundo hijo. Cuando lo hizo de Kazui, Ichigo estaba en la universidad, la diferencia en cómo se involucró en ambos embarazos fue muy diferente. Lo atribuyó a la edad, a las preocupaciones. No fue ausente, pero no tenía ni la energía ni las ganas que demostraba con Kazui. Tampoco fue mejor cuando Ikari nació. Secretamente ambos guardaban la ilusión que fuese una niña, habían decidido llamarla Hikari. La derivación de nombre se dio en el nacimiento. Curioso juego de palabras, Hikari significaba luz, la que ambos esperaban, la alegría de una princesa en casa. No quisieron saber el sexo del bebé hasta el parto. Ikari, por otra parte, era ancla. Un chico fuerte y templado, eso era lo que esperaban ver al crecer… pero también estaba la otra acepción a su nombre: ira. E Ikari siempre fue iracundo. Sus berrinches eran descomunales, era un bebé demandante y de pésimo dormir. Recordaba perfectamente todas las noches en vela que pasaron. A medianoche despertaba como si hubiese tenido una pesadilla, aterrorizado. Pasaron por muchos médicos, cuando estuvo más grande psicólogas. Tantos y ninguno parecía ayudarles demasiado.

Kazui fue de gran apoyo mientras estuvo en casa. Incluso se lo llevaba a dormir con él. Sus notas bajaron un poco en esa época… Ichigo estaba molesto. Molesto porque no dormía bien, porque el trabajo era difícil, porque estaba preocupado por el menor de sus hijos…

-Hemos llegado -alzó la voz Ichigo -La Sociedad de Almas.

Ganju estaba fuera del portal con uno de sus jabalíes. A su lado una chica de cabello oscuro y menuda sosteniendo un jabalí algo crecido. Si no fuera por su grueso flequillo, Orihime hubiese jurado que era Rukia. Una algo más adolescente.

-¿Cómo estuvo el camino? -preguntó Ganju de buen humor.

-Buenas noches, señores Kurosaki -saludó la muchacha con una venia.

-Ganju -saludó Ichigo -Kimiko-chan.

Orihime se acercó a la muchacha con una gran sonrisa.

-¡Vaya si has crecido, Kimiko-chan! -exclamó fascinada -La última vez que te vi eras una pequeñita -miró al jabalí -¿Y él?

-Es Gordo -lo acarició -Es mi mascota.

-En realidad se lo obsequié a Ikari, pero encontró una buena madre -bromeó Ganju poniendo una mano sobre el hombro de la chica -Vamos dentro. Todos los están esperando.

-¿Todos? -preguntó Orihime.

-Sí -respondió Kimiko -Mis padres y hermanos. Oji-sama se excusó, estaba solucionando unos asuntos en el Gotei.

Ichigo enarcó una ceja con gesto intrigante.

-No quiere participar más bien -bromeó el pelinaranja.

Kimiko lo miró con los ojos llenos de furia. Ichigo se hizo hacia atrás, era la enana endemoniada 2.0.

-Está solucionando unos asuntos, dije -siseó intimidante.

-Como tú digas, Kimiko-chan -asintieron los esposos.

Caminaron por el jardín trasero de la propiedad. Orihime paseó la vista por el lugar, notando la presencia a la lejanía del resto de los jabalíes. Un par de niños estaba con ellos. Uno pelirrojo de cabello corto que parecía jugar con un viejo tetrix. Otro morenito de coleta alta y una bandana que trataba de subirse a uno de los jabalíes, el animal se dejaba simplemente, como si ni sintiera la presencia del muchachito. Supuso que eran los otros hijos de Rukia, a los que no conocía. Kimiko llamó a ambos chicos y se acercaron corriendo. El mayor guardó su juego en la yukata, el otro estaba completamente lleno de tierra.

-Naota, Kouki -dijo la mayor de las hermanas -Ustedes ya conocen a Kurosaki-san -se refería a Ichigo -Ella es la mamá de Ikari.

Ambos chicos hicieron una venia. Reiniciaron la marcha, Naota volvió a sacar su tetrix, Ichigo al verlo frunció el ceño, le recordó un poco a Ikari de niño… tendría que hablar con Renji sobre limitar el uso de ese artefacto. Por su parte Kouki estaba embelesado con Orihime, la mirada como si fuese la mamá más bella que hubiese visto en toda su vida, hasta casi tropieza por no mirar por no quitarle los ojos de encima.

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.

-¿Te ayudo en algo, tía Kuukaku? -pregunto asomándome a la cocina y ver a mi tía junto con los dos sirvientes terminando de cubrir unos tiestos.

-Controla a tu abuelo -me responde al borde del colapso -Si saca una vez más alguno de esos dos estúpidos posters voy a golpearlo.

La veo voltearse a sus labores y me retiro nuevamente al pasillo. Escucho conversaciones en la sala… y una enorme energía espiritual arribar a la Sociedad de Almas. Un escalofrío me recorre el espinazo. Tomo aire profundamente. Me pregunto qué es lo que debo hacer, ¿voy a su encuentro o me regreso a la sala a fingir todo chill? Recuerdo las palabras de Ichika, debo imponerme y actuar como quien soy ahora. Ikari Kurosaki murió del otro lado, ya no soy él.

Aprieto los puños y me doy el valor de encontrarme con ellos en la entrada de la casa. Acelero el paso y pareciera acompasarse con el latido rápido de mi corazón.

Los veo ingresando y me paro en seco. Aun no han notado mi presencia, veo a Ganju y Kimiko detenidos en la puerta dejándoles el paso a mis padres. Kimiko deja en el suelo a Gordo, quien sale disparado al jardín. Naota sigue el camino por inercia pegado al tetrix y pasa junto a mí, creo que no me ve cuando posa sus ojos en mí.

-Demuéstrale, Ikari-nii -me dice con seguridad -Ciérrale la boca.

-P-pero…

-Eleva tu reiatsu -se sonríe con malicia.

Vuelve a su juego y sigue adelante. Respira en uno, bota en uno. Respira en dos, bota en dos… Siento aumentar la temperatura y esa sensación de cosquilleo, tengo solo un par de segundos para hacerlo. Sube… vamos, sube. Pero el solo ver a mi padre a la distancia provoca que mi presión espiritual descienda a nula en un segundo. Noto que Kimiko se me voltea rápido hacia mí al sentir caer mi reiatsu, junto con ella mis padres clavan sus ojos en mí. Fallé… fallé otra vez.

Tomo un respiro profundo y avanzo hacia mis padres. Mi mamá me sonríe enorme, sus ojos húmedos. Sin darme cuenta me estrecha entre sus brazos con fuerza y la escucho respirar trémulo.

-Te cortaste el pelo -me dice aun abrazada a mí -Te ves muy guapo -se aparta y pone sus manos en mis mejillas -Te pareces tanto a tu papá -murmura con una mirada dulce.

Quisiera decir que me emociona ver a mi madre, pero no es así. La presencia de papá y su aberrante presión espiritual me tiene congelado. Sobre todo porque no puedo liberar la mía, por mucho esfuerzo que ponga en ello.

Mamá me suelta y papá me mira fijo a los ojos. ¿Por qué me mira así? ¿Qué quiere decirme? Parece ser una mezcla entre burla y compasión…

-Ha pasado un tiempo, Ikari.

Me da un breve abrazo que no puedo corresponder. Incluso diría que siento su reiatsu elevarse. ¿Será eso o que el mío está muy bajo? Se aleja de mí y veo que me sonríe. Aprovecho de tomar la mano de mi mamá y arrastrarla conmigo más adelante. No hay nada de raro en ello, papá sabe que no voy a hablarle y no creo que le importe.

Ingresamos a la sala. Veo a Rukia ponerse de pie y la mirada sorprendida de mamá al verla barrigona.

-¡Estás hermosa, Kuchiki-san! -exclama llevándose las manos a la boca -Te sienta tan bien el embarazo.

-¿No es una sandía con patas? -escucho a mi padre tras de nosotros -¿Estás bien, Rukia? Pareciera que fueras a parir ahora -se ríe.

-¿No es el abuelito Kurosaki? -responde Rukia llevándose las manos a las caderas en actitud respondona.

Papá vuelve a reír y ella le sonríe en respuesta. Se extrañaban eso es seguro. De menor pensaba que ellos peleaban porque se llevaban mal, ahora sé que es todo lo contrario. Ambos comparten una historia que llevó a cambiar la vida de cada uno. Rukia convirtió a mi padre en shinigami… eso los unirá por siempre. Por Rukia, por mamá, por Renji, por el abuelo, por mis tíos… por todos aquellos que conocen a mi padre hace años, que lo quieren y lo respetan… por ellos debo llevar esto en paz. Papá hizo grandes cosas, papá es un héroe… no el mío, pero es el héroe de la Sociedad de Almas. Su nombre está en mis libros de texto, su nombre es reconocido por todos lados. Este es el mundo que él siempre quiso que yo conociera… Pero no es su mundo, sí el mío. Y, por lo mismo, debo demostrarle que estoy bien, que no soy el mismo del otro lado… Que tal como mi abuelo dejó atrás a los Shiba hace sesenta años, hoy lo hago yo con los Kurosaki. Hoy, Ichigo Kurosaki, conocerás a Ikari Shiba.

-¿Ya estamos todos? -pregunta tía Kuukaku asomándose por la entrada. Nos repasa con la vista -Diré que sirvan la cena.

Pasamos a la mesa. Tía Kuukaku a la cabecera, a su derecha tío Ganju y a la izquierda el abuelo Isshin. Junto a mi abuelo se sienta Rukia y Renji, frente a ellos Ichigo y mamá. Trato de sentarme junto a mamá, pero Kouki me gana y lo veo apegársele como si fuera su propia madre. Mamá se sonríe, le habla y le acomoda la bandana con delicadeza. Kouki está en la gloria. Creo que ha encontrado una abuela, no nos mintamos, mis viejos están pasaditos para tener un hijo de la edad de Kouki que parece de ocho. Más bien pareciera ser un hijo precoz de Kazui. ¿Kazui con un hijo precoz? Eso hubiera sido mas esperable de mí… si tan solo me hubiese duchado más seguido quizás hubiese debutado antes como mis compañeros de juerga.

¿En qué estaba? Ah, sí. Pues al ver usurpado mi lugar junto a mi madre, me siento junto a Renji para quedar frente a ella y poder charlar un poco. ¿Dije charlar? Voy bien encaminado para esta noche. A mi lado se sienta Ichika, frente a ella Kimiko. Naota se sienta junto a Kim-chan y ella le quita con suavidad el tetrix y lo guarda dentro de su yukata. Naota masculla algo por lo bajo. Los platillos llegan y comenzamos la cena. Los adultos comienzan a ponerse al día, lo cual se traduce en preguntar por el Gotei, por la empresa familiar de tía Kuukaku, Kazui y su familia, el hospital…

-¿Cuándo abrimos los regalos? -pregunta Kouki mirando a Ichika.

-Cuando terminemos de cenar -responde mirando la bandeja eligiendo que trozo de pescado horneado tomará.

-¿No deberíamos esperar que viniera Santa? -pregunto tratando de mantener el espíritu navideño y los menores me miran burlones -¿Qué?

-Santa no viene a la Sociedad de Almas, Ikari-nii -aclara Kimiko -Papá y mamá compran los regalos -dijo en tono de sermón -¿Acaso no sabes nada?

-Exacto -se suma Ichika -Santa solo le lleva regalos a los niños del otro lado.

Algo extraño hay en esta conversación. No es que traten de mantener el espíritu navideño. Los Abarai realmente creen que Santa existe. Me sonrío endulzado, cuando creo que no pueden ser más adorables, me sorprenden con esto.

-¿Te imaginas lo que sería para Santa llegar hasta aquí? -exclama Kimiko -Tendría que morir…

-Santa no puede morir, Kim-chan -plantea Naota con el mismo tono de cátedra de su hermana -Santa es inmortal… es como…

-Aizen-sama -exclama Kouki sacando de la nada su muñeco de acción y lo deja sobre la mesa.

-Guarda eso -le indica Kimiko bajando el muñeco de la mesa.

-Saca tus manos del magnánimo Aizen-sama -Naota se lo quita pasando medio cuerpo sobre la mesa y lo vuelve a dejar junto a su plato -Él es el puto amo.

-¡Ikari! -exclama Ichika ahora mirándome seria sabiendo que esa frase es mía.

-Es el puto amo -afirmo con gesto inocente.

Rukia nos mira distraída de la conversación de los adultos. Todos nos callamos en el acto y volvemos a comer en silencio. Ella se vuelve la conversación que acaba de entrar en un hiatus.

-¿Cómo estuvo el cierre de semestre, Ikari? -me pregunta el abuelo Isshin.

Entro en una pugna mental ipso facto. Una parte de mí quiere contarle todo, quiero contarle a mamá, quiero que sepan todo… pero, por otro lado, temo ponerme en evidencia y, con ello, exponerme a algún comentario ácido de papá. Desvío mi mirada hacia Ichika quien parece divertida mascando un trozo de pollo, pero siento su mano rozar la mía. Me mira de reojo y me guiña un ojo. Por ella, por Kimiko, por los chicos, por mis tíos y mis padres… Debo demostrar que no soy el de antes… por mí.

-Estuvo bien… -contesto con tono casual -Aprobé todo. El entrenamiento me sirvió mucho. Te lo debo.

-Me alegro -me responde guiñándome un ojo.

-Sí que eres humilde -bromeó tío Ganju -Es el mejor de su clase.

Veo que mi padre mira a mi tío sorprendido.

-¡Pero qué buena noticia! -exclama mi mamá dichosa -Estoy muy orgullosa de ti, cariño. Debió ser muy difícil.

-La verdad es que sí -respondo centrándome en ella -Pero hemos trabajado mucho con tío Ganju… y el abuelo cuando viene de visita.

-A veces necesita un empujoncito -agrega mi abuelo guiñándome un ojo -Pero es muy talentoso. Tiene a quién salir -lo dice por él el muy jactancioso.

-Y a su papá -dice mamá tomando el antebrazo de Ichigo con cariño -¿Verdad?

-La verdad es que Ikari es cien por ciento shinigami -interrumpe Renji -Mayuri lo examinó al llegar…

-¿Dejaste que ese loco pusiera sus manos en mi hijo? -exclama Ichigo con molestia -¿Eres estúpido, cabeza de piña?

¿Su hijo? Curioso, hace años que no escuchaba esas dos palabras de él. Supongo que mis capacidades han revivido en él su perdida paternidad. Con que finalmente ha comenzado a notarme… ¿Era eso? ¿Era solo esto lo que quería? ¿Ver que era como él? ¿Qué tenía algo de él? No puedo evitar recordar mi viaje a mi mundo interno, al pequeño Ikari que dibujaba obsesivamente a los shinigami, que quería verlos para que su papá lo quisiera. Siento asco.

-Teníamos que salir de la duda -se defiende Renji -Había que saber a qué atenerse. Cómo saber si no era una cosa rara como otros presentes en la mesa… -canturreó.

-Cosa rara que le ha salvado el trasero al Gotei en varias ocasiones -se vanaglorió y varios se rieron -Más respeto…

Siguieron bromeando al respecto. Un héroe eso es lo que Ichigo es. Y yo el hijo de ese héroe, el hijo que no podía reconocer al héroe en él porque no lo podía ver.

-Eso es verdad… -interrumpo -Tu nombre está en mis libros… Eres toda una leyenda por estos lados.

Los presentes se me quedan mirando sorprendidos. ¿Acaso lo estaba adulando? No, le estoy diciendo lo que quiere escuchar y que, por cierto, es lo que quieres escuchar. Lo que siempre quiso escuchar de mí.

-Mis amigos preguntan por ti y me juegan bromas diciendo que nada de novedoso tienen mis capacidades si soy tu hijo -continúo, veo como su gesto cambia para mí, suele verme con el ceño fruncido, pero ahora está relajado, casi sorprendido por mis palabras -Obtuviste tus poderes en tiempo record… Salvaste a Rukia -la miro y ella me observa con un gesto algo turbado, sé que no entiende lo que hago, nadie lo hace -Luego salvaste a mamá y te enfrentaste a Aizen-sama. Pudiste contra poderosos enemigos… Venciste a Yhwach… He aprendido mucho de ti en la Academia. Un gran héroe mi padre…

-Gracias, hijo…

Ahí iba otra vez esa palabra. Pero el camino del héroe tiene dos salidas. La culminación grandiosa, donde éste ocupa su lugar como tal ante todos… y la otra, volver al inicio. Lástima que elegiste esa por ti, bien por mí que lo hicieras. No podría vivir a la sombra de ese héroe. Por esa decisión puedo hacer mi propio camino lejos de ti. Necesito hacerlo… hay una parte de mí que no obedece a mis deseos y es por ti. Porque de alguna manera aún me controlas.

-¿Cómo va el asunto de los clanes? -pregunta Isshin mirando a Kuukaku.

-Complejo, como era de esperarse -responde sin darle mayor importancia.

-Nii-sama mencionó que han dejado la decisión a los clanes menores -comenta Rukia -Él está esperanzado en que todo saldrá bien. Lo primero es revocar la prohibición de Ikari a ingresar al Seireitei.

-¡Qué postura tan extremista! -exclama mamá mirándome con dulzura -Son unos injustos…

-Sus razones tendrán -comenta papá y frunzo el ceño, siento la mano de Ichika en mi muslo bajo la mesa como un "calma" -¿No será que los provocaste? Te conozco, hijo…

Su tono de voz era de broma, pero me cayó como una patada en la boca del estómago. Lo que más me dolía era que tan solo necesitó escuchar palabras de admiración de mi parte para cambiar su actitud. ¿Acaso ese fue siempre mi error? ¿No idolatrarlo? Quizás para él mi aprobación pesaba más de lo que creía… quizás yo sí le importo. Pero, eso ya no es relevante, los cuestionamientos no me sirven.

-Ha sido totalmente injustificado -volvió a alzar la voz Rukia.

-Se están desquitando por rencillas añejas con nuestro clan, Ikari solo es su chivo expiatorio -aclaró Kuukaku -Pero ya saldrá de esa -agregó restándole importancia -Es un chico inteligente… algo impulsivo, pero está aprendiendo a controlarlo.

-¿Ah sí? -papá me mira sorprendido -¿Es eso posible?

-Sí -respondo mirándolo serio y con voz monótona -Te sorprendería saber lo sencillo que resulta a veces modificar malas costumbres. Es cosa de… voluntad.

-Eso sonó más Kuchiki de lo querría -masculló papá.

Ahora Rukia enfrentaba a papá diciéndole que qué había de malo con los Kichiki y se enfrascaban en otra discusión. Miro a Ichika y me sonríe satisfecha. Retira su mano de mi pierna y sigue tomando su comida.

Miro a mamá y parece feliz y orgullosa de mí. Sé que las palabras que dije a mi padre le han calado profundo. Este también es su sueño, el hijo que ella quiere, uno que admire a su padre tanto como ella a su esposo.

-Ha sido un buen semestre, mamá -le digo sacándola de la atención que mantenía a la discusión que papá y Rukia aun mantienen y que Renji y Kuukaku se encargan de alimentar con bencina -Además todos mis amigos pasaron el año y eso me tiene muy contento. Estudiamos juntos… -noto que por un instante vuelve a poner atención a la discusión -A veces salimos a comer algo, me escolta el señor Shinigami que Mizushima contrató para seguirme a todos lados… aunque es buena onda… -asiente, pero sé que no me está escuchando -Mamá…

-Me alegro que tengas amigos, cariño. Los amigos son importantes. La amistad hay que cultivarla y no dejar que se apague -mira a papá y a Rukia que ya han dejado de discutir -¿Ves? Como tu padre y Kuchiki-san. Hay lazos que no pueden ni deben romperse. Espero que crees esos lazos con tus amigos y tengas en quienes apoyarte -me sonríe amplio.

Me quedo pensando en sus palabras. Quizás debí considerar invitar a Ito, Tukusuma y Sasaki para navidad. Ellos son mis mejores amigos, odiosos, pero lo son.

La cena terminó entre conversaciones amenas, algunos enfrentamiento menores entre Rukia y papá o Renji y papá, cuando Rukia estaba ocupada en otra cosa. Un par de veces el abuelo sacó el poster de la abuela Masaki. El de tío Kaien, tía Kuukaku lo escondió en su cuarto.

Luego abrimos los regalos. De parte de mis padres -o mamá, más bien- recibí las zapatillas que tanto quería. Impondré estilo, lo sé. El abuelo Isshin me trajo la lista de películas que le pedí para actualizar las que hay donde los Kuchiki. Quién sabe cuándo podré verlas en todo caso. Dijo que algunas las enviaba tía Yuzu y otras tía Karin. Lo agradezco, nunca fui amable con ninguna de las dos. Fui bastante rata, lo reconozco. De Rukia y Renji recibí un kit para sacarle brillo a mi katana. Son tan prácticos con los regalos.

Mamá trajo dulces a los chicos y un par de mangas para las chicas, supongo que unos shoujo que Kimiko disfrutará. Naota recibió un gameboy de parte de mi abuelo y tíos -son buenos haciendo planes-, mientras que Kouki una pistola de agua -estaríamos todos fritos en el verano- y para las chicas un par de vestidos "como los que ocupa Rukia-chan para cuando vayan de visita del otro lado". Ellas estaban fascinadas con la ropa "moderna", mientras que papá mascullaba que el abuelo era un "degenerado".

El resto de la velada continuó así. De tanto en tanto papá trataba de hacerse el simpático conmigo, con alguna broma o una frase amistosa. Me parecía un patético intento de tapar el sol con un dedo… pero ya no había más que hacer. La última vez que nos vimos él fue muy claro, él no daría su brazo a torcer. Si quiero liberarme de él será dándole lo que él quiere. Un pequeño regalo…

.

.

Los adultos tomaban un té. Kimiko y los niños salieron al jardín a buscar a Gordo como excusa e ir a meterse a las porquerizas como objetivo principal. Ikari e Ichika salieron al otro lado del jardín en búsqueda de privacidad. Ikari encendió un cigarrillo. Lo necesitaba.

-Ha sido una linda velada, ¿verdad? -comentó Ichika a su lado. Ikari asintió -¿Por qué te ves nostálgico?

-Porque lo estoy -respondió sentándose en un tronco, Ichika lo imitó -Trato de no pensar mucho en cuanto extraño estar con ustedes… contigo, tus padres y hermanos -la miró de reojo -No me estoy quejando, estoy muy bien con mis tíos… pero no es lo mismo.

-Yo sé que no -respondió -¿Hay algo más?

Ikari aspiró su cigarrillo y botó una columna de humo al cielo cubierto.

-Como siempre me lees la mente -comentó y ella hizo un gesto de suficiencia -Quiero que estés orgullosa de mí, Ichika…

-Lo estoy.

-Quiero que dejes de pensar que soy un calzones -corrijo y ella se sonríe -Sé que son bromas, pero también sé que hay cosas que debo superar si quiero seguir avanzando como hasta ahora… Siempre quise la aprobación de mi padre y nunca la tuve, hasta hoy.

-Es porque has demostrado que eres capaz de mucho…

-No -la interrumpe volviendo a fumar -Es porque finalmente logró lo que quería, que lo reconociera como el héroe que es. No voy a mentir y decir que no considero que sea uno, porque lo es. Pero no es razón suficiente para admirarlo, menos para borrar todo lo de estos años. Quizás para algunos yo no sea más que un quejica, pero una buena noche no replantea mi relación con él. Yo… tengo que dejar de querer su aprobación y, para eso, tengo que ser capaz de imponerme…

-No lo hagas hoy -le pidió con voz suave -No arruines esta noche. Ha sido perfecta.

-Perfecta tratando cuando he tenido que fingir en todo momento… -la mira con suspicacia -¿Es así como debe ser, Ichika?

-No… es verdad… lo siento, no quise invalidar lo que te pasa. Es que a veces quisiera que encontraras finalmente la paz con él. No digo que se lleven bien, solo que dejes de supeditar tu felicidad a su parecer.

-Eso ya no está en discusión… No puedo supeditar mi felicidad, como bien dices, a una persona cuyo comportamiento depende de cuanto le engorde el ego. Eso no está bien, es salamero e hipócrita… -Ichika asiente -Voy a ser honesto con él, quiero estar en paz con mis sentimientos. Mirarlo a la cara y decirle que ha sido un pésimo padre y que no me interesa seguir teniendo relación con él si debo fingir simpatía por miedo a que termine haciéndome pedazos con la influencia que tiene sobre mí… -vuelve a fumar -Quiero… retarlo a duelo.

Ichika abrió grande sus ojos.

-¿Tú eres tonto o suicida? -exclamó.

A lo lejos Ichigo miraba a ambos muchachos hablar. Había salido por Ikari para despedirse. Rukia lo alcanzó y siguió su mirada hasta los muchachos, quienes charlaban sentados uno junto al otro.

-Se llevan muy bien -comentó Ichigo logrando atraer la atención de Rukia.

-Sí -respondió ella volviendo a mirarlos y por inercia se llevó las manos a la barriga -Aun recuerdo cuando quedé esperando a Ichika… eran tiempos tan difíciles -suspiró -Jamás pensé que podríamos ser felices… que ellos pudiesen serlo. Vivir tranquilos, lejos de toda la violencia y la incertidumbre.

-Tus hijos son felices porque Renji y tú tienen una visión bastante particular de la paternidad -dejó caer en tono socarrón, Rukia no enganchó en la broma -Ikari… ¿es feliz?

-Mucho -respondió con una sonrisa de satisfacción -Sé que saldrá delante de los líos de los clanes. Quizás nunca logre reposicionar a los Shiba entre las familias principales, pero cree que podrá hacerlo. Me gusta su convicción… me recuerda alguien -miró a su amigo y éste se sorprendió.

-Ha cambiado… -comentó Ichigo con un grado de orgullo.

-No, Ichigo -negó la morena con voz profunda -Ikari es quien siempre ha sido, solo que ya no hay quien lo juzgue -Ichigo frunció el ceño -No me pongas esa cara, funcionará con todos, pero no conmigo. Fuiste muy duro con él e hiciste una diferencia muy grande con Kazui… Lo sabes y no me lo niegues. Lo seguirás haciendo, porque en tu mente la imagen de tu hijo menor es una que tú mismo construiste -Ichigo iba a abrir la boca -No me interrumpas por defender lo indefendible. Pensé que siendo sutil iba a ayudar en que reconocieras que es un chico bueno, es cariñoso y muy agradable… Mucho más que tú a su edad. Solo… mírame y dime ¿por qué pareciera que lo detestas?

Ichigo guardó silencio y miró al suelo. Rukia lo observaba expectante. Le era difícil poder expresarse o dar razones, pero Rukia tenía la habilidad de volverlo elocuente y sincero… demasiado sincero.

-No quería otro hijo, Rukia. No lo quería… Me tomó de sorpresa. Sé que está mal que lo diga… ya luego me acostumbré a la idea, pero me costó. Pero después -suspiró -Estoy viejo Rukia, estoy cansado. Ese niño vino a poner a prueba toda mi escasa paciencia. Y no lo detesto, lo amo, es mi hijo... Pero no lo soporto. No soporto su sarcasmo, ni su forma de mirarme altanera, ni su falta de sentido del humor, ni como es su actitud frente a la vida. Es como si me hubiesen dado por hijo a un enemigo… así me siento. Y ahora… está aquí, con la misma actitud, pero enfocada de manera diferente. Sigue siendo tan desagradable y petulante como siempre, pero…

-Los hijos son todos diferentes y está bien que no todo te agrade, pero no puedes atacar a un niño… no puedes ir y decirle todo lo malo si quieres que cambie. Sobre todo si no tiene la culpa de nacer… No todos los padres han querido serlo, siempre puedes redimirte. Sé que lo has hecho, dices que lo amas… pero qué tóxica manera de hacerlo has escogido.

-Esta separación le ha hecho bien… aunque tú no lo creas, ha cambiado. Tú no viviste con él, no sabes cómo era.

-Tienes razón, no conozco a tu Ikari, conozco al mío. Te agradezco que hayas limitado tus comentarios críticos hacia él.

-Me lo pediste la última vez que hablamos, te prometí que lo haría. Además Orihime también me lo repitió un par de veces.

-Ella protege el recuerdo de su hijo, y yo protejo al hijo que nació en mi corazón -concluyó mirándolo fijo a los ojos.

El alzar la voz de Ichika llamó la atención de ambos padres. Parecía que la pelirroja discutía algo con Ikari, aunque él solo la miraba escuchando el sermón.

Ichigo soltó una carcajada.

-Me recuerdan a nosotros… -comentó aligerando el ambiente

Rukia miró a los chicos nuevamente y se rió suave. Ichigo se volvió hacia ellos y pudo ver que Ikari había rodeado a Ichika por la cintura y ella lo abrazaba contra su cuerpo mientras se besaban como si mañana se acabara el mundo.

-¿Decías? -continuó riendo Rukia.

-Olvídalo -gruñó Ichigo con la vista en su amiga -Veo que lo apruebas…

-¿Por qué no? -respondió con tono divertido -Ichika siempre tuvo una debilidad por él… Están muy enamorados y al amor no se le niega oportunidad. Son felices.

-Rukia Kuchiki hablando de amor -se cruzó de brazos -Nunca terminas de sorprenderme. Pensaba que tenías menos sensibilidad que un molusco.

-Que no hable de amor no quiere decir que no lo sienta -lo aleccionó -El amar y sentirse amado es parte del ser feliz.

Guardaron silencio y apartaron la vista de la escena. Rukia miraba al cielo, Ichigo la imitó. Siempre se preguntó cómo era que la Sociedad de Almas tenía estrellas y luna si se suponía que era el cielo. Al mismo tiempo se preguntaba qué hubiese sucedido si él hubiese decidido permanecer en la Sociedad de Almas como se le ofertó al terminar la guerra. Pero debía aceptar que la desesperación lo invadió en ese instante. Sentía que no había sido un triunfo real, no con la amenaza de Yhwach, no cuando su sombra estaría por siempre sobre ellos acechando. Solo sabía por entonces que necesitaba alejarse de todo y todos por un tiempo, recuperar la templanza y la confianza, dejar de pensar en las últimas palabras de su enemigo. Un mundo donde no existiera la muerte y no existiera el miedo. Palabras absurdas para quien, como él, había roto todo equilibrio entre la vida y la muerte.

Así también las palabras de Ikari durante la cena lo habían hecho pensar en qué hubiese sucedido de quedarse en la Sociedad de Almas. ¿Hubiese tomado las decisiones que ahora su hijo tomaba? ¿Hubiese tenido el coraje de tomar el liderazgo de un clan en desgracia? ¿Hubiese ingresado a la academia? ¿Hubiese ambicionado algún puesto en el Gotei? Por entonces debía admitir que su cabeza era un lío, a diferencia de su hijo, él carecía de convicciones en ese momento. Ikari le estaba dando una lección acerca de motivaciones. Un muchacho problemático por quien no daba un peso, un chico a quien consideraba un caso perdido y una cruz que debía cargar en castigo por algo que no entendía. Ese muchacho jamás le dio una satisfacción, solo le dio malos ratos y culpas. Lo único que hacía Ikari era quejarse y llorar. ¡Detestaba que llorara! ¡Parecía una chiquilla llorona! Odiaba esa falta de entereza en él, odiaba ver la desesperación en él… una desesperación sin fundamentos. Ikari no sabía lo que era la real desesperación, Ichigo sí lo sabía. Para él su hijo no era más que un remilgado que nada sabía de dolor y sacrificio, un consentido que se quejaba de lleno cuando tuvo todo cuanto quiso, que él le dio todo cuanto quiso con el fruto de su trabajo y nunca lo supo valorar.

Sin embargo, su paso por la Sociedad de Almas había hecho maravillas con su carácter y se sentía orgulloso de ello. Su hijo finalmente demostraba tener algo de él… y con ello sentía, de alguna manera, estaba haciendo lo que él debió hacer si se hubiese quedado en la Sociedad de Almas… Sí, si se hubiese quedado hubiese hecho lo que Ikari, lógico. Eso lo había sacado de él, podía verse retratado en él… al fin.

-¡Tus manos, Ikari Shiba! -exclamó Ichika.

Bueno, un poco, pensó Ichigo risueño ante el exabrupto de la hija de Rukia.

-¡Pero si he sido romántico toda la semana! -reclamó Ikari con tono quejumbroso -Por favor… ¿Acaso no entiendes que te amo tanto que no puedo mantener mis manos lejos de ti?

-¿Se supone que eso debería aparecerme romántico y conmoverme?

-¿No lo hace? -pregunta el muchacho en tono sorprendido.

-¡Claro que no!

Rukia se adelanta a Ichigo acercándose a los muchachos. Ambos se voltean al escuchar sus pasos.

-Ikari, tus padres ya se van.

El chico se puso de pie y vio a su padre junto al shoji. Caminó hacia él, era el momento de decir adiós y enfrentarse a sus demonios. Decían que el demonio de su padre era su hollow interno, pero el demonio de Ikari era el miedo de enfrentar a quien le dio la vida… y razones para odiarla.

.

.

Caminamos con papá hasta el improvisado senkaimon a varios metros de la casa. Vamos en silencio. Noto que se siente extrañamente cómodo a mi lado. Mamá se ha retrasado, seguramente hablando con Rukia, no les paró la lengua en toda la noche.

-Has madurado mucho, Ikari -me dijo con orgullo interrumpiendo mis pensamientos -Me alegra verte convertido en un hombre, que has cambiado.

He cambiado, es cierto. Antes era un adolescente sin metas y solitario. No creía en mí y vivía aterrorizado de fallarte… hasta que entendí que hiciera lo que hiciera sería un fallo para ti. Entonces me di por vencido. Pero ahora no lo haré… y si no soy honesto y valiente, nunca podré liberarme de ti. No quería hacerlo hoy y se lo había prometido a Ichika, pero el momento es perfecto, simplemente se está dando natural.

-Te lo agradezco -respondo con tono calmado -Supongo que lo único que querías era verme como un par, alguien que pudiera reconocer tu vida y tus virtudes.

-Es lo que todo padre quisiera, es verdad -reconoció aun sorprendido.

-Como ya has visto, lo reconozco y lo valoro. Hiciste grandes cosas, eres un shinigami admirable… Y ya que estamos en buenos términos en ello, creo que he cumplido con mi parte. Puedes estar con tu consciencia tranquila, has logrado lo que querías de mí como tu hijo.

-Así es...

-¿Sabías que cuando alguien muere comienza de a poco a perder sus recuerdos? -le digo casual -Ha comenzado a pasarme, hay cosas que ya no recuerdo, pero hay algunas que sí… Quiero que te vayas con la consciencia tranquila… hiciste un buen trabajo como padre, trataste de enseñarme lo que creías correcto, trataste hacer de mí alguien de quien sentirse orgulloso…

-Me siento orgulloso de ti. Has demostrado que has cambiado y que has sabido hacer las cosas bien.

-Curioso, muy curioso… El día que morí me convertí en otra persona… Tu labor conmigo ha terminado, te libero de mí.

-No entiendo a lo que vas…

-Claro, últimamente se me da muy bien la retórica. Lamento no ser tan directo como antes… es que no soy la misma persona. Te lo diré claramente entonces. Lo de hoy es para cerrar este vínculo que ambos compartíamos. Las almas que llegamos del mundo de los vivos, no tenemos padres… Las familias que conformamos son por necesidad, por compañerismo, por lealtad. Mi familia está aquí… A partir de hoy tú y yo no somos nada, solo compartimos una de las tantas vidas que he tenido y tendré. Tú decidiste dar la espalda a este mundo, yo decido darle la espalda al mundo donde tú eras mi padre. Desde hoy, Ichigo Kurosaki, no eres más que un nombre en un libro de texto. Gracias por cuidar de mí por 17 años -aquí voy, vamos Ikari -aunque hiciste un pésimo trabajo.

Veo su rostro pasar de su apacible expresión a una que conozco demasiado bien.

-¿Un pésimo trabajo? -exclama furioso -¡Eres un malagradecido! Te di todo lo que querías. Soporté tus faltas de respeto y tus berrinches por nada. Pensaba que habías cambiado, parece que disfrutas molestarme. ¿Qué fueron todas esas palabras sentidas allá dentro? ¿Otra de tus burlas? ¿Más ironías para sumar a tu sarcasmo natural?

-Sigue… te escucho.

-Eres un consentido. Un vago, un bueno para nada. Nunca hiciste nada por cambiar, lo único que hacías era meterte en problemas y darme dolores de cabeza. Eres una vergüenza. Deberías estar agradecido de todo lo que hice por ti. ¡Desde niño has sido una molestia! Pero acá has jugado muy bien tu papel de víctima. Todos tienen lástima del pobre Ikari con un padre tan malo. Si supieran como eres en realidad, porque el único que sabe ver el lobo bajo esa piel de oveja soy yo. Si tan solo supieran que los tienes a todos engañados haciéndote la víctima. Todos te adoran y te tratan como si fueras de puto cristal cuando lo que mereces es una mano dura.

Adiós, papáYa puedo ver a los shinigami… soy un shinigami. Escucho en mi cabeza. Me lo habían advertido, es la voz de mi mundo interior… de mi espada. Aquello solo me da más ira. ¿Ahora me quieres, papá? Fuck, fuck, fuck. ¡Yo solo quería que me quisieras como a Kazui! ¿Por qué no podemos entendernos? ¿Por qué solo sabemos hacernos daño? ¿Por qué solo puedo sentir odio por ti? Me paso una mano por el pelo. Estoy furioso, siento la sangre hervir. Ya ni siquiera presto atención a sus palabras, porque solo seguirán aumentando la inseguridad que trato de eliminar.

-Que tengas una feliz navidad con tu hijo, Ichigo Kurosaki -interrumpo su sermón -Y no te molestes en regresar a verme, porque la próxima vez que nos veamos no será en estos términos.

-¿Qué mierda? ¿Me estás amenazando?

-La próxima vez que nos veamos te demostraré de lo que soy capaz. No te cruces en mi camino porque no tendré misericordia en tratarte tal como lo has hecho tú por años…

-¿Y como sería eso, mocoso insolente?

-Voy a humillarte como nadie lo ha hecho para que dejes de creer que alguien te debe algo, maldito cabrón.

Lo siguiente no lo vi venir. Sentí una bofetada en la mejilla que me ladeó la cara. Sentí que toda la ira que estaba controlando se me venía encima. Pensé que había sido papá, pero cuando abrí los ojos era mi mamá la que estaba frente a mí con una mirada furiosa, los ojos inyectados en sangre y los labios temblorosos. Aquello me rompió el corazón. La única persona que del otro lado estuvo conmigo… la única que sentía podía defenderme, a su manera, de mi padre ahora tomaba su partido.

-¿En qué te has convertido? -gruñó mamá -¿Crees que porque ahora tienes algo de poder puedes levantarle la voz a tu padre? Me avergüenzas. Yo no te críe así. A pensar de todo siempre mostraste algo de respeto ante él y ahora… ¿dónde está mi hijo?

Siento todo quebrarse dentro de mí. Un fuego parece quemarme por dentro y siento un nudo en la garganta. Extrañamente, a pesar de la profunda tristeza que me traen sus palabras, una parte de mí se siente liberada. Finalmente ella sabe la verdad, sabe los reales términos de mi relación con papá. Ya no debo mentirle… ni ella a mí.

-Muerto, mamá. Muerto -me acerco a ella y la beso en la mejilla -Gracias por todo y perdóname por no ser el hijo que desearías haber tenido. Lo lamento mucho. Te quiero mucho, lo haré siempre -me mira con un gesto indescifrable y los ojos se le llenan de lágrimas -Adiós.

Me volteo e ingreso a la casa fingiendo que todo esta bien… pero no lo está. Gracias a Dios nadie nota nada. Me despido de los Abarai-Kuchiki hasta el próximo viernes. Ichika nota algo extraño, lo sé por cómo me mira, pero no dice nada. Se lo agradezco, ahora necesito estar solo. Los veo partir, Renji carga a Naota, Ichika a Kouki. Desaparecen con un shunpo. Tía Kuukaku se retira a su habitación, el abuelo duerme medio borracho en su habitación. Tío Ganju termina de ordenar la sala. Me asomo.

-Tío Ganju… ¿puedo pedirte un favor?

-Claro -deja unos adornos sobre la mesa.

-¿Puedes cercar un perímetro con Kidou?

Me mira con curiosidad, pero sale de la habitación sin hacer preguntas. Voy a mi habitación y tomo mi katana. Al salir al jardín trasero lo veo conjurando una especie de domo, ingreso al centro y lo veo cerrarlo a mi alrededor.

Cierro los ojos y me concentro en mi respiración. Siento la energía de mi zanpakuto activarse con la mía. Libero reiatsu a lo máximo que puedo. Las palabras vienen a mí nunca antes más claras. Ya no hay nada que me contenga, nada que me haga temer. Abro los ojos.

-Agita los cielos y la tierra -comienzo a girar la katana en mi mano -¡Hageshiraiu!

Mi zanpakuto se alarga ligeramente, de su empuñadura cuelga ahora una cadena y se vuelve de un tono brillante, tan albo como es su materialización en mi mente. La clavo en el suelo y desde ella una enorme grieta se abre hacia delante, un microsegundo después cientos de rayos salen de esa grieta conectándose al cielo y surcándolo. Cuando se disipa el polvo puedo ver que todo está completamente quemado. Tal como cuando los rayos tocan tierra.

-Brillante -escucho tras de mí. Tía Kuukaku me observa descansando en la solera -Ese idiota de Ichigo tendrá que tragarse sus palabras -mi katana vuelve a la normalidad, la barrera de kidou desaparece ante una orden silenciosa de tía Kuukaku -Curioso… se activa con la misma orden que la de Kaien… curioso. Eres una caja de sorpresas, Ikari Shiba.

Lo único que lamento es el alto precio que tuve que pagar por este shikai. Siempre recordaré este día como el momento en que dejé cualquier atadura con el otro mundo. Pero era como debía ser, ningún alma debe atarse al pasado, esa es la génesis de un hollow, yo no soy un hollow, no tengo nada de ellos… Solo soy…

-Un simple shinigami, ¿no?

-Que de simple no tienes absolutamente nada -comentó tía Kuukaku -Ven, vamos dentro. Intuyo que necesitas un abrazo y una sopa caliente…

-No soy ninguna nena con el corazón roto -exclamo con molestia, ella enarca una ceja. Suspiro -¿Puede ser de pollo?

-Claro que sí, quedó caldo del cocimiento.

-Cool.

Camino hacia ella y me rodea con el brazo acompañándome al interior.

-¿Me puedes explicar de qué se trató todo esa charla salamera hacia tu padre? -me pregunta -Porque creo que el único que se lo creyó fue él… y tu madre, Dios la bendiga.

-Fue mi manera de darle el hijo que siempre quiso. Y, hasta cierto punto, es cierto. Ichigo Kurosaki es una leyenda en la Sociedad de Almas. No puedo negarlo. Pero el Ichigo del que leo en los libros no es a quien yo conozco.

Pone un plato sobre el mesón de la cocina y saca una cucharada de caldo de una olla para verterla en el cuenco. Me la entrega. Me siento en un piso alto con el plato entre las manos.

-¿Quieres que te compadezca por tener un mal padre? -me pregunta con sarcasmo -Porque ciertamente no eres el único que ha pasado por eso y algunos lo han pasado peor.

-No, no necesito que me compadezcas -bebo un sorbo, de ninguna manera me molesta la conversación -Solo necesito que no me cuestiones.

-Nunca lo he hecho. Todos tenemos nuestros motivos. Todos tenemos nuestras heridas y son ellas las que nos van forjando el carácter. Cada uno se defiende de sus demonios como considera adecuado y como necesita hacerlo… -se detiene cuando bufo -A ver… confiesa, ¿qué pasó?

-Reté a duelo a mi padre… por mi honor.

Tomó un vaso y saco de bajo del fregadero una botella con alcohol. Vertió un poco en el vaso y se lo empinó de una sola vez.

-Va a matarte… -me dice con una sonrisa burlona.

-Espero que lo intente, solo ahí sabré que me ve como un igual y no como la rata que cree que soy.

-Estás tan loco como él cuando decidió enfrentarse a Byakuya Kuchiki… y, contra todo pronóstico, venció -dejó el vaso sobre la mesa y pasó junto a mí revolviéndome el cabello -Duerme bien, cariño.

Sale de la cocina. Vuelvo a beber de mi sopa. ¿Me llamó "cariño"? Creo que, finalmente, me he ganado su afecto. O está ebria. Sigo bebiendo mi sopa intentando terminar de cortar todo vínculo emocional que quede del otro lado, destruyendo todo lo que pueda manejar mi miedo. Necesito llevar las riendas completamente si quiero continuar mi camino de manera plena. Ichigo no será un problema de momento, lo será cuando yo lo decida… porque ya no tiene ese poder sobre mí, ya no.

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