Capítulo 20
Mi primera semana viviendo en la academia era prueba superada. Los almuerzos seguían siendo la peor comida que había probado… A ver, en realidad no. Las peores eran los inventos de mamá, claro que solo tocaba comerlos de cuando en vez. Sobre todo antes de las celebraciones familiares y como solía ser yo quien estaba en casa tenía que pasar por mi aprobación.
Tomo mi bolso y me despido de los chicos. Me sorprende encontrar a un shinigami raso en la puerta de la academia. Me queda mirando mientras voy saliendo a la calle. Noto que comienza a caminar tras de mí y me volteo.
-¿Puedo ayudarlo en algo, señor? -pregunto deteniéndome.
-Camina, muchacho -me ordena.
Retomo la marcha. Entonces entiendo de que se trata. Seguro es uno de esos shinigami que, al no ingresar al Gotei, sirven como guardias de los clanes. Se está asegurando que salga del Seireitei y no me quede dando vueltas o tramando una revuelta. Me río en voz alta. Me volteo a ver al sujeto. Nada, solo me mira.
Vuelvo a detenerme.
-Soy Ikari Shiba -me presento -¿Cuál es su nombre? -el shinigami parece sorprendido, pero no responde -¿Hasta dónde tiene que escoltarme? -nada -El camino a la puerta del Seireitei es largo… al menos podríamos charlar un poco, ¿no le parece?
Nada. Retomo la marcha aprovechando el paisaje. Es bastante bonito, las casas son imponentes. No es la ruta que solía hacer hacia la residencia Kuchiki y siempre he creído que tomar rutas diferentes es divertido.
-Fue una semana buena -vuelvo a hablar -Tuve un examen de Teoría de la Muerte. ¿Sabe cómo le dicen mis compañeros? -no espero su respuesta -Teoría de la Mugre… Pero a mí me gusta. No es la clase más divertida del mundo, pero es interesante. ¿Sabía que llegué directo del mundo de los vivos a este lugar? De eso casi seis meses… las cosas allá son diferentes. Si le contara a alguien de allá cómo es la Sociedad de Almas, seguro no me cree… -hago una pausa -Me gusta aquí… La academia es genial, he aprendido muchas cosas -guardo silencio -Mi familia aquí en el Seireitei era genial… Son amigos de mi papá. Seguro que los conoce. Son los Kuchiki, el teniente Abarai y sus hijos. Él es cool, fue el primer tipo que conocí de este lado. Tiene estilo y su shikai es brutal. Y Kuchiki Rukia-san… -me volteo un segundo -¿La has visto? Yo juré no volver a decir esto, porque no corresponde. Pero está buenaza -vuelvo al frente -¿Pero sabes quién también está buenaza? Su hija mayor, Ichika. Es la mujer más guapa que haya visto en la vida. Dicen que el amor a primera vista no existe y estoy de acuerdo. La vi muchas veces antes de morir, pero cuando la vi de muerto… Viejo, quedé bruto. Más bruto de lo normal. Pero no es solo eso… va a estar de cumpleaños la semana entrante y ni siquiera podré pasar el día o un momento con ella. Cómo demostrarle que me importa si no puedo estar ahí. Pensaba mandarle una carta con alguno de mis amigos, pero seguro la interceptan en la puerta de la residencia Kuchiki. Pensé también en salirme de noche de la academia, porque me imagino que ya te habrás dado cuenta que tengo tan poca energía espiritual que paso casi por un plus, pero si me descubren podría ser peor para mí y no quiero involucrarla en mis problemas… a veces me pregunto, ¿por qué me temen tanto los nobles? No tengo muchas capacidades para ser shinigami. Me ha ido bien en la academia, pero no sé hasta qué momento seguiré mejorando. Todos tienen un techo, eso dice mi senpai, el que nos entrena. Aunque Abarai-san dice que la perseverancia es la clave de todo.
Seguimos caminando, ahora en silencio. Las calles pasan y pasan, el sol comienza a caer y me pregunto a qué hora llegaré donde mis tíos. O si encontraré quien me de un aventón.
-¿Sabe qué extraño del mundo humano? -vuelvo a hablar -Las zapatillas. Estas sandalias son horribles y las calcetas quedan inmundas de tierra. Es bastante desagradable. Pero supongo que para usted, señor shinigami, es de lo más natural.
Seguimos la marcha hasta llegar al acceso del Seireitei. Una vez que he dado un paso fuera, el shinigami deja de seguirme. Voy a extrañar su átona presencia, al menos podía hablar con alguien. Me he dado cuenta de eso, me gusta hablar. Me gusta mucho y en estos últimos meses me he vuelto bastante parlanchín, sobre todo con mi familia. Tanto los Shiba como los Abarai-Kuchiki. Ya en la academia es otra cosa, tengo la fama de silencioso. Creo que me da estilo, como a Kuchiki Byakuya-sama. Él no habla, él tiene contemplaciones internas. Me gustaría ser como él, para imponer estilo.
Cae la noche mientras aun voy en la mitad del camino. Ya nadie circula por las calles. Dicen que el rukongai es difícil, pero espero tener suerte. Tía Kuukaku me recomendó que viajara mañana por la mañana, pero me dio algo de nostalgia y quise adelantarlo. Claro que tuve que informarlo a la academia y ellos al Concejo. Es injusto… no está bien. Soy una especie de reo de un pasado que está tan añejo con Mizushima padre.
Para cuando llego donde mis tíos ha pasado la hora de comer, pero me espera una sopa caliente y un tacho con agua para lavarme los pies. Para qué mencionar que tenía negras las uñas y el agua salió tan oscura como la misma noche. Quizás debería comprarme unas zapatillas y traerlas del mundo de los vivos cuando vaya para navidad. O pedírselas a Santa -a mamá- o a Kazui. A mi viejo no le pido nada porque luego se llena la boca de lo buen padre que es porque me da de comer, tengo un techo donde cubrirme y ropa con que vestirme… y por eso le debo respeto. Al menos ya no vivo bajo su techo para seguir escuchando su discurso del buen hijo.
-¡Tuviste suerte de no ser asaltado! -exclamó tía Kuukaku regañándome aún por mi imprudente decisión.
-Puedo echarles un kidou -respondo con altivez.
-Sí, claro. Con suerte te da para conjurarlo a un oponente.
-Nee-san -interrumpe Ganju y me mira -La próxima vez que quieras venirte el viernes, me avisas y voy por ti. Nos podemos venir en Bonnie -propuso -Y en Clyde. A Clyde le agradas.
Mi abuelo ingresó a la sala vistiendo una yukata normal, nada de uniforme. Se me es raro verlo con tenida tradicional. Si ya no es suficientemente raro verlo de shinigami.
-¿Cómo estuvo esa semana de residente en la academia?
-Como una película del ejército -respondo antes de sorbetear los fideos de mi ramen -Y la comida es mala -agrego.
-Pues habrá que consentirte -le palmotea la espalda -No hay nada mejor que la comida de casa. Siempre lo he dicho.
-Esta no es tu casa, Isshin -bufa Kuukaku.
Mi abuelo se pone de pie y pega un poster en el fusuma. No es de la abuela, es de tío Kaien. Kuukaku se cubre el rostro con desespero, Ganju se ríe.
-¿Te das cuenta cómo me trata tu hermana, adorado sobrino? -le habla al poster -Y delante de tu pequeño clon -se apoya y llora -¿Qué ejemplo le está dando de respetar y honrar a sus mayores? El líder de un clan no puede despreciar su historia familiar…
Kuukaku golpeó a mi abuelo y lo obligó a quitar el poster y guardar silencio. Aunque mi abuelo seguía tratando de ganarse su afecto y discutían graciosamente. ¿Historia familiar?
-Tío Ganju -él me mira -¿Con cuáles familias estamos emparentados dentro del Seireitei?
Guardó silencio un instante mientras terminaba de beber su té.
-Son varias. Más que nada de las menores. En general los Shiba solían casarse con familias dependientes del mismo clan y evitar alianzas peligrosas con los otros clanes. Fue esa misma falta de alianzas la que nos debilitó.
-¿Y esas familias… mantienen alianzas con alguien más ahora? Me refiero a alianzas por matrimonio.
-Claro que sí, muchas de ellas pasaron a ser parte de los otros clanes. Ahora deben estar emparentados con familias menores de todas los clanes.
-Interesante…
-Aunque -dijo pensativo -En general las familias menores solían casarse con oficiales del Gotei del rukongai. En general de comerciantes o de los trigos no muy limpios. De eso ya bastante tiempo…
Asentí en silencio y volví a mi sopa mientras mi abuelo seguía rogándole a tía Kuukaku. Mi mente está algo lejos, recordando la promesa de lealtad de los chicos de las familias menores. No solo estaban ellos… había más en el rukongai. Pero, ¿cómo llegar a ellos?
-¿En que piensas? -la voz de tía Kuukaku pareció una certera estocada.
-En como hacer caer a Mizushima -respondo con lapidaria honestidad -No puede pasarse por el culo a todos los nobles, partiendo por mí.
Ella se rió bastante fuerte. Fruncí el ceño.
-¿Planeando una revuelta, Ikari Shiba? -carcajeó -Nuestra familia no planea revueltas, las ejecuta en las sombras… o lo hacía antes.
-No es necesario derramar sangre… solo hacerlo caer desde donde más le duela. Su poder e influencias. Tengo a las familias menores de mi lado.
-¿Ah sí? -finge interés -¿Y cómo sería eso, sobrinito?
-Juraron lealtad al clan… todos los herederos de las familias -Kuukaku se hizo hacia atrás -Hoy fuiste tú, mañana cualquiera de nosotros fueron las palabras del líder de los clanes menores.
-Ayakama -murmuró -Eso quiere decir que no se han separado aun cuando pasaron a depender de otros clanes… todos en igual número -volvió a carcajear -El muy intrigante de Ayakama, estaba esperando esto… Esta situación se está volviendo interesante. ¿Listo para entrar a las intrigas de los clanes?
-Más que nunca.
-Muy bien, pero antes tendremos que salvarte el culo ante la cámara de los 46… si Mizushima pudo lograr que no ingresaras a los clanes, puedo objetarte de las fuerzas del ejército, por ende de la academia.
-Momento, yo renuncié voluntariamente a mi derecho… -Kuukaku alzó una ceja -Bueno, no tenía muchas chances después de todo. Al menos salí de ahí con honor.
-Jugando al galante caballero con la princesita -se burló.
-Oye, me valió quedarme con la chica.
Todos me quedaron mirando. Mi abuelo sonrió amplio.
-¡Mi nieto! -me abrazó emocionado -Me harás bisabuelo por segunda vez. Si saliste más pillo que tu padre, no pierdes el tiempo -se alejó y me palmoteó emocionado.
-¿Hijos? -exclamo con ataque surtido -¡Claro que no!
-Pero puedes practicar un tiempo, para que te salgan bien lindos -insistió.
-¡Que no! -siento que los colores se me van a la cara violentamente hasta se me calientan las orejas.
Kuukaku me mira seria.
-Un compromiso sería una entrada fácil -reflexiona en voz alta -Pero sería involucrar al clan Kuchiki en un enfrentamiento directo con el Concejo.
-No, por ningún motivo -me niego rotundamente -No es así cómo quiero lograr las cosas. Sería obligar a Ichika a tomar una decisión que no creo que quiera. Además, quiero esto de manera directa hacia Mizushima.
Kuukaku bufó.
-Realmente no sabes cómo armar intrigas -encendió su pipa -Dentro de los clanes de manera oficial cobrarás más poder. Ichika es la heredera de los Kuchiki, tú eres el líder de un clan. No habría manera de oponerse.
-¿Cómo que no? Si ya me sacaron de allí.
-Porque no tienes una alianza directa con un clan del Concejo. Una vez dentro es más sencillo.
-No. Haré las cosas a mi manera -aseguro -Voy a rearmar las fuerzas del clan y hacer caer a Mizushima.
-De acuerdo, luego no te quejes que tus planes no resultan.
-No me subestimes.
-No subestimes a Mizushima.
Decido dejar la conversación en eso. No estoy dispuesto a jugar como los nobles, existen otras maneras más estratégicas… bueno que quizás también juegan los nobles, pero no incluyen nada retrógrado como forzar un compromiso. No, no está mis planes.
Prefiero concentrarme en el entrenamiento de este fin de semana. El abuelo dijo que debía dejar mostrar algo mi reiatsu, cosa que me es bastante difícil. Normalmente sería lo contrario, que no pudiese controlarlo, pero al parecer soy un caso extraño.
-Concéntrate -dice Isshin mientras yo estoy sentado en el suelo en posición de meditación con un ojo abierto para verlo -Trata de encontrar espacio interno donde se concentra tu energía.
-No sabes lo ridículo que me siento en este momento -cierro el ojo -¿No hay otra manera de lograrlo? No sé algo menos zen…
-No -responde tajante.
-Ya, vale… no te enojes -suelto una espiración y me acomodo.
Mi abuelo se sienta frente a mí, lo escucho. Bueno, concéntrate Ikari, respira. Mmm, vamos… Un lugar donde está mi poder. Pero cállate un rato, ¿por qué no puedes dejar de hacer un monólogo mental? Vamos a ver. Vuelvo a respirar profundo, me acomodo otra vez. Noto que muevo un pie siguiendo el ritmo de una canción inexistente.
-Deja de moverte -me indica mi abuelo.
Vuelvo a respirar. No puedo evitar pensar en miles de cosas, mi mente divaga entre las cosas que tengo que hacer para la semana entrante, en imágenes random, en Ichika… si es tan linda… ¡Concéntrate, babas!
Abro los ojos y bufo.
-Es imposible.
Mi abuelo me mira fijo.
-Igual a tu padre.
-Qué simpático.
-Dame las manos -las tomo -Voy a hacerlo yo… cierra los ojos y trata de dejar tu mente en blanco -enarco una ceja -Es algo que cualquier shinigami de alto nivel podría hacer.
-Bueno quizás no tengo un alto nivel.
Me suelta las manos.
-Eres el hijo de unos de los más poderosos shinigami de la historia, no me vengas con idioteces.
-¿Por qué todos piensan que por ser hijo de Ichigo tengo super poderes? ¿No puede ser que sea mediocre? Un mediocre medio bueno en kidou. Está claro que no aprendo rápido, que me cuesta un mundo concentrarme, que…
-¡Son excusas! ¿Tanto te jode ser algo parecido a tu padre?
-¡No me parezco a él! ¡En nada! Él lo dejó bastante claro. No sirves para nada. Deberías ser algo más como tu hermano. No te esfuerzas. Eres una vergüenza. Jamás sería como él. Deja de compararme con él -me pongo de pie -Eres igual a todos… ¿no hay nadie que vea realmente que esto es lo más que puedo dar? ¡No puedo más! ¡Dejen de presionarme!
-¡Te contradices! Dices que quieres mejorar, pero no haces más que quejarte, de poner excusas.
Me siento enfurecer. Siempre es lo mismo.
-Dejamos esto hasta aquí -concluyo -Iré a mi ritmo.
Me doy media vuelta para iniciar la marcha, pero mi abuelo me toma del brazo con fuerza.
-Eres un mediocre -me lanza, frunzo el ceño -No te esfuerzas por nada. No sirves para nada. Eres una vergüenza para el clan que quieres dirigir. ¿Crees que podrás contra Mizushima? ¿Un pobre muchacho como tú? Esperaba mas de ti.
-¡Con que ahora realmente te muestras! ¡Eres igual a él! -me suelto de su agarre -Ya veo de quien aprendió Ichigo, ¡de ti!
-Más excusas… que patético -se burla -Eres un chiste de shinigami.
-¡Vete a la mierda! ¡Déjame en paz!
-Vamos, grítame más. Es lo mejor que haces. Tu padre tiene razón. Eres una pérdida de tiempo.
Apreto los puños. De todos, el único que alguna vez creyó en mí fue mi abuelo. No era como el apoyo compasivo de mi mamá, mi las palabras de ánimo de Kazui que solo buscaban que entendiera a mi padre. Sentía que el abuelo me entendía.
-¿Vas a llorar ahora? -me dice burlón -Eso es lo que siempre, ¿verdad? En lugar de enfrentarme, el bebé de mamá va a llorar. ¡Qué patético!
-¡Déjame tranquilo!
-¿Con quién vas a llorar ahora que no puedes ir a refugiarte con Rukia? ¿A quién le vas a rogar que te diga palabras dulces que solo son consuelo para tu falta de carácter? Pobre Ikari… pobrecito. Sigue inspirando lástima, se te da perfecto. Qué vergüenza, tu padre tiene razón, en todo.
-¡Cállate! -estoy furioso, siento que la sangre se me sube a la cabeza, miles de imágenes pasan por mi mente. Me siento acalorado de la ira.
Veo a mi abuelo sonreírse burlón.
-¡Ya basta! ¡No me mires así!
-Patético.
-¡No soy patético! ¡No soy patético! ¡No lo soy!
De pronto siento una electricidad por todo el cuerpo seguido de una sensación de descontrol y como si algo saliera de mí con fuerza, la ira quizás. Ya no puedo más con esto. No puedo soportar esto otra vez, no voy a pasar por esto otra vez. Si pudiera explotar de verdad es lo que siento que empieza a pasarme. Miro a mi abuelo quien se sonríe socarrón, veo que disfruta de esto. Como si fuera divertido verme fuera de control. Me tratado tanto tiempo que las palabras del resto no me afecten, de ocultar lo que me hacen, de tratar que piensen que soy lo que esperan de mí y así me dejen en paz… no saco nada tratando de esforzarme en nada, porque nunca parece suficiente. Me repito mil veces que no puede afectarme, que ya lo he escuchado tantas veces que me resbala. Contenerlo, no dejar que salga, que nadie lo vea, que nadie sepa… que hay una parte de mí que no me gusta ver, que está muy dentro, que a veces la siento apoderarse de mí, que me asusta y siempre lo ha hecho. Que quiere salir cuando pierdo el control… no es el gritar ni el llorar, es más que eso. No puedo explicarlo… solo que es intenso y no sé que suceda si alguna vez sale de mí. Es una parte de mí que siento si se apodera de mí pueda dañar a alguien. Si se queda dentro… quédate dentro… no salgas… no salgas…
-¡Deja de controlarte, maldita sea! -me gritó mi abuelo -¡Déjalo salir! ¡Demuéstrame que no eres el inútil que tu padre dice!
-No… soy… ningún inútil… -lo miro fijo a los ojos.
-Estás a un paso. ¡Hazlo!
-¡Basta!
Niega con la cabeza y lleva una mano a la altura de mi pecho.
-No me dejas otra opción.
Pone su mano en mi pecho en actitud muy calmada. Siento esa barrera vencerse lento, como si se resquebrajara y se cayera a pedazos. Siento la piel hervir, el corazón latiendo a mil por hora.
-No… -gruño, pero ya es muy tarde.
.
Las muchachas en la oficina charlan de buena gana, la jornada está por terminar y una de ellas se queja porque deberá hacer turno de noche. Ichika cierra la carpeta y se levanta del asiento antes que se le erizara la piel. Su reiatsu se elevó considerablemente y sus colegas se la quedaron mirando con curiosidad.
-¿Qué te pasa? -le preguntó una de ellas.
-Ikari… -murmuró dejando todo olvidado y salió corriendo de la oficina.
.
Isshin observaba a su nieto con orgullo. Al tiempo que Kuukaku y Ganju se asomaban al jardín.
-¿Qué mierda es esto? -balbuceó Kuukaku -Es grosero.
-Es genial -dijo Ganju.
El suelo a los pies de Ikari se arremolinaba mientras él sentía que algo salía sin poder detenerlo era demasiado intenso. Miró a su abuelo con angustia.
-Está bien, chico -se rió Isshin -No vas a matar a nadie -agregó de buen humor -Anda, trata de controlarlo…
-¡Primero que me descontrole y ahora que me controle! -gritó molesto.
-Te es más fácil que dejarlo salir… -suspiró -Toma aire y piensa que es como recoger una red.
Ikari miró a sus pies y su ropa como se agitaba por una especie de ventolera que provenía de si mismo. Extrañamente se sentía mejor.
-¿Una red? ¿Qué clase de analogía mala es esa?
-Analogía… -se volvió a reír su abuelo -Sí que te has vuelto culto. Simplemente piensa en que se detenga entonces.
-Déjate de bromas, ¿quieres? -exclama -No es gracioso. ¿Qué mierda es esto?
-Eso es tu reiatsu… y es impresionante, aunque aún está bastante controlado, de otro modo nos hubieras volado a todos -la sonrisa en Isshin era inamovible -Estoy tan orgulloso de mi descendencia.
Ikari no pudo evitar reírse ante la actitud sobre actuada de su abuelo. Y tal como la ventolera apareció, desapareció. Se miró las manos y las abrió y cerró varias veces. Sentía un cosquilleo en la piel. Se llevó las manos a la cara y se frotó con descuido.
-¿Cómo te sientes? -preguntó su abuelo.
-Bien -se frotó los brazos, algo entumecidos, así como sus piernas, las que agitó una primero y luego la otra sacudiendo ligero. La sensación era algo desagradable, como cuando la sangre vuelve a ellas luego de que se queden dormidas. Esa sí era una buena analogía. Dormido por dentro. -Me pica todo, ¡qué molestia!
-Novato -bufó Kuukaku desde su lugar en la solera.
-¿No vas a decirle nada a mi precioso nieto, querida sobrina?
Kuukaku agitó la mano en el aire.
-¿Quieres que lo felicite? -se burló -Felicidades, Ikari -le dijo con sorna y el muchacho se volteó hacia ella -Ahora sí tenemos material para trabajar. Ya estaba bueno de juegos de niños…
-Ahora se pondrá divertido -comentó Ganju cruzándose de brazos y apoyando la espalda en el muro de la casa -¿Verdad que sí, Nee-san?
Ikari miró a su abuelo aun con el resentimiento en su mirada.
-No es cierto, hijo -le dijo volviéndose serio de pronto -Nada de lo que dije… Entiende, no eres un inútil ni una vergüenza. No es necesario que ocultes de lo que eres capaz solo para consentir palabras sin sentido. La mente es poderosa y si te repites miles de veces que no eres capaz de algo te dará la razón. Pero no hay verdad en aquello que has creído todos estos años. No hay nada de verdad. No eres peor que Kazui, no eres peor que Ichigo… deja de meterte eso en la cabeza. Pudo ser que el inmenso reiatsu de tu padre te haya contenido y que sus sentencias no lo hayan mejorado… pero ahora no hay nada que te detenga… solo tú. No hay nada malo en tener poder, deja de ocultarlo. Cuando lo necesites simplemente déjalo salir, solo necesitas concentrarte en ello -Ikari asintió -Vamos a repetirlo, ¿vale? -volvió a asentir -Sin miedo, ¿listo?
-No, pero intentémoslo.
-Me basta.
-Iré a decir que preparen la cena -anunció Kuukaku -Se le va a desatar el hambre después de esto. ¿Ganju?
-Yo me quedo, esto no me lo pierdo -se frotó las manos -Ver a mi sobrino al cien por ciento es emocionante.
-No hay nada emocionante en verlo finalmente hacer lo que le corresponde -bufó ingresando a la casa.
Ikari se la quedó mirando. Estaba orgullosa, lo sabía. Él mismo estaba… orgulloso no era la palabra, libre era más correcto. Era como si todas esas palabras, su idea preconcebida de sí mismo se hubiera esfumado. Una nueva seguridad lo invadía, una sensación que conocía. Una parte de sí mismo que no conocía.
-¿Y bien? -preguntó Isshin -¿Comenzamos?
Ikari se lo quedó mirando.
-¿Qué debo hacer?
-Lo primero es que te sientes y por una vez te tomes la meditación en serio.
El muchacho chasqueó la lengua y se sentó.
-Vale… eso no quita que me siga sintiendo ridículo.
-Ridículo es que un shinigami de tu nivel no sepa concentrarse -se sentó frente a él.
-¿Vamos a comenzar otra vez? -bufó.
-Cierra los ojos de una vez, muchacho -le revolvió el cabello.
.
Tía Kuukaku tenía razón, nunca había tenido tanta hambre en este lugar. Me metía la comida a la boca como si el mundo se fuera a acabar mañana. Estaba cansado, esa era otra cosa. Si pudiera dormir y comer al mismo tiempo lo haría.
El shoji se descorrió, sorbeteé los fideos de mi sopa -la tercera- y me manché la boca.
-Joven Ikari -dijo uno de los sirvientes de la casa -Tiene visita -se sonrió pícaro.
Se apartó de la entrada y veo a Ichika quien hace una ligera venia a los presentes.
-Buenas tardes, buen provecho.
-Gracias -responden los tres, yo solo me la quedo mirando sorprendido.
-¿Puedo pasar?
-Claro, niña -exclamó Kuukaku -Toma algo de comida antes que este energúmeno se lo coma todo -había un dejo de broma en su voz.
Ichika se sentó a mi lado, parecía estudiarme al tiempo que dejaban un cuenco y un par de palillos frente a ella.
-¿Visita circunstancial? -preguntó Isshin con un gesto divertido -El amor -suspiró.
Ichika se sonrojó y tomó una pieza de pollo en silencio. Me extrañó que no dijera palabra en toda la cena, de tanto en tanto me daba una mirada, pero seguía en lo suyo. Cuando la cena hubo terminado Kuukaku se puso de pie junto con Ganju.
-Isshin -llamó a mi abuelo -Vamos por aire fresco -ordenó.
Se puso de pie y todos salieron de la sala cerrando el shoji tras de ellos. Ichika me miró fijo esta vez.
-¿Todo bien? -preguntó con una mezcla de preocupación y enfado. Ahora soy yo quien la mira de la misma manera -No te hagas el idiota, pude sentirlo desde el Gotei. Creo que nunca utilicé el shunpo como hoy -bufó.
-A que fue cool -opino despreocupado.
-¿Cool? -exclamó molesta -Todo el Gotei debió notarlo. Si querías llamar la atención, lo has conseguido. Ahora tendrán sus ojos sobre ti más que nunca.
-¿No los han tenido ya sobre mí todo este tiempo? -pregunto en la misma actitud y me gano un coscorrón que me hace inclinar la cabeza -Yo también te quiero, cariño -bromeo.
La veo cambiar la actitud y suelta un suspiro.
-Tonto… -parece preocupada -Si no aprendes a controlarte…
-¿Acaso sientes algo diferente ahora?
-No, vuelves a ser imperceptible… -dice suave -Pero…
-Tranquila. Fue algo de un momento… -le tomo la mano -El abuelo dice que es necesario… un poco de descontrol para llamar la atención. Que así querrán tenerme bajo su alero y no dejarán que Mizushima trate de alejarme de la academia.
-¿No entiendes? -preguntó angustiada -Otra de éstas y te transferirán al Gotei. No estás preparado para ello. No es una gracia ni un chiste ingresar sin preparación solo para que te conviertan en una máquina. No nos engañemos, puedes tener todo el potencial que quieras, pero no sabes utilizarlo. No eres tu padre…
-Dios me libre -bromeo. Pone su otra mano sobre la mía encerrándola entre las suyas. Son tan adorablemente pequeñas.
-Tu padre era un aprendiz nato, tú no lo eres.
-Lo sé y no siento vergüenza de ello, quiero aprender. Quiero hacerlo bien -ella suspiró -No se saca nada teniendo un gran poder sin saber sacar todo el provecho de ello. No me saltaré los pasos si es a lo que temes. Haré todo como corresponde.
Volvió a suspirar.
-¿Me lo prometes?
-Dalo por hecho.
Se sonríe con la vista en nuestras manos.
-Gracias.
-No hay nada que agradecer…
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