Capítulo 14

Partí a casa de mis tíos el sábado a primera hora. No necesité siquiera escuchar el gong para despertar. Había pasado alrededor de un mes desde la primera vez que los visité y estaba entusiasmado por volver. Me siento bien en este lugar… en la Sociedad de Almas. He encontrado algo que antes no tenía, y si comienzo a redundar en el tema, lo lamento, pero es que me es tan ajena esta sensación. Por primera vez me gusta ir a la escuela, quiero aprender, quiero destacar y no por el mal comportamiento y las malas calificaciones. Quiero que Rukia y Renji sientan que tenerme con ellos no es una carga… quiero que mi mamá sepa que estoy bien, que la extraño, pero que estoy mejor… que Kazui ya no es mi enemigo porque no tengo nada por qué competir con él. Mis conflictos con él son parte del pasado, porque no es su culpa, nunca lo fue. Solo hay un culpable y creo que no podré perdonarlo nunca.

No pude despedirme de los chicos porque estaban durmiendo a esa hora. Me encontré con los padres y las hermanas mayores que se aprestaban para ir a sus respectivos trabajos. Kimiko andaba por las nubes con la aparición de Gordo y con Ichika las cosas seguían siendo algo delicadas. Era mejor mantener algo de distancia de momento, pero nada absurdo ni cliché de no te hablo ni cruzo miradas contigo. Solo evitábamos mantenernos demasiado tiempo solos, solo eso. Supongo que el traspasar mis entrenamientos a la academia estaba funcionando bien para ello, sin ser el objetivo principal. Seguíamos hablando, similar a siempre, pero evitábamos ciertos temas. A saber: Tontoru, y el preguntar –aunque fuese inocente– dónde estaba cuando llegaba tan tarde… juro que era la misma simple curiosidad de sus hermanos; por otro lado ella evitaba… hablarme de ello. Nos remitíamos al día a día, manteniendo la relación, muy a mi pesar, en la siblingzone… Si es existe algo peor a la friendzonees esa, la zona de la fraternidad. Para Ichika me había transformado en su hermano. ¿Se puede encontrar buena a tu hermana? Creo que no es demasiado correcto… aunque del otro lado es como una moda en los manga y hentai. Nunca vi de esos, me parecen turbo freak… ¿Te puede gustar tu hermana en un sentido no hermanable? Claro que no… o no frente a mis preceptos. Para gustos, colores.

Pero dejemos los líos de faldas, que si bien son parte fundamental de la vida adolescente, no son lo único importante. Hoy partía a ver a mi familia de origen. Quizás parezca extraño, incluso a mí, sentirme tan vinculado con ellos. Recuerdo un chico de mi clase que estaba obsesionado con los árboles genealógicos. Todo el día hablaba de ello, preguntaba sobre si sabías de dónde venías, que de dónde era originaria tu familia y sobre las vidas que ellos habían tenido. Luego supe que tenía esa fijación porque su abuelo había sido hijo natural de su bisabuela –lógico– con un soldado estadounidense durante la ocupación de ellos luego de la segunda guerra mundial. Bueno, eso lo supe por él, ya sabemos que me escapaba de historia.

Fue entonces que pregunté a mi abuelo –a mi padre jamás– sobre su propia historia. Tuvo el detalle de no ser demasiado minucioso, sabía que el tema no era demasiado agradable para mí. Pero me habló de cómo conoció a la abuela, brevemente de lo que ocurrió. De lo que era él del otro lado y lo que era mi abuela antes de conocerlo. Nunca se me ocurrió que las almas tuviesen familia o que pudiesen nacer de este lado. Aunque había escuchado de la división de las almas, que por eso existen almas gemelas que se supone que no son más que una misma alma que se separa… o eso decía mi segunda psicóloga cuando conversaba por celular mientras me tenía pintando a mi familia. Ahora sé que las almas nacen y cuando mueren se van del otro lado. Eso me hacía pensar en que alguna vez, antes, estuve de este lado y no lo recuerdo… o quizás por ser nieto de un alma… nunca estuve de este lado antes. No lo sé.

Al contrario de la primera vez que vine con mi abuelo, procuré acortar camino. Primero intenté caminar veloz para aprovecharlo de entrenamiento. O eso decía Kuchiki Byakuya-sama que sería el primer paso para dominar el shunpo. ¡Ah! No he aclarado eso. Pues bien, los shinigami deben manejar en mayor o menor medida las siguientes capacidades o técnicas de combate:

Primera técnica shinigami, el Hohō, que es la habilidad de moverte tan rápido que no es perceptible para el ojo del contrincante, no solo es como correr, sino que hacer cosas tan cool como dejar sombras atrás, o crear duplicados. El shunpo es parte de ellas, y vendría siendo llegar a un punto a otro con la menor cantidad de pasos posibles. La segunda técnica de combate es Hakuda, o el cuerpo a cuerpo. Tercero, Kidō, o artes demoníacas, que son hechizos básicamente… pero sin varita como en Harry Potter… o sea más cool. Cuarto, Zanjutzu o el uso de la espada.

Honestamente, el que me parece más cool es el kidō. Quizás porque es lo primero que vi en acción cuando Ichika y Kimiko se empecinaron con motivarme. O, porque, Renji mencionó que papá no sabe utilizarlo, tampoco Kazui. Tal vez me convierta en experto en artes demoníacas como Rukia, Renji también me comentó aquello… con cara de baba, debo agregar. En fin, ser experto en kidō me dejaría un paso sobre papá… Muy bien, lo haré. Mi fuerte desde hoy serán las artes demoníacas. Me está gustando esto de caminar por el Rukongai, me inspira positivamente… me siento optimista. Voy a ser el amo supremo en kidō… ¿no sería cool vencer a papá a punta de solo hechizos? Toma un 33, y un 78 y un 99 para ti, perdedor… Shinigami te haces llamar sin saber un puto hechizo, Ichigo Kurosaki… falta solo la risa malévola. Bueno yo tampoco sé –de momento–, estoy tirando números al azar. Solo porque sé que van en ascendente hasta el 99.

Pues bien, como caminar rápido era una buena manera de avanzar lo hice hasta que me cansé, aunque normalmente hubiese sido antes. Pude hacerlo alrededor de una hora. Ya luego me dolieron los pies y pedí un par de aventones, claro que el último kilómetro tuve que volver a caminarlo. En fin, dejando de lado mi naturaleza quejumbrosa, llegué a la puerta de la casa, sentí un golpe en mi trasero que me hizo dar de pleno contra la puerta. Me volteé, era Bonnie. Ahora me olisquea, creo que es su manera de saludar.

–Hola –le digo y se me refriega contra la pierna, me río y le palmoteo suave la cabeza –Yo también te extrañé. Gordo te manda saludos, así lo llamamos.

La puerta se abrió bruscamente. Mi tía Kuukaku me mira con el ceño fruncido.

–¿Son esas maneras de tocar en una casa decente? –me regaña –No estamos en un potrero.

–Hola, tía Kuukaku –saludo con algo de miedo.

–Que no me digas tía –gruñe y me toma por el brazo para llevarme dentro. Bonnie se quedó fuera –¡Ganju, llegó Ikari! –grita mientras caminamos por el pasillo.

Dejé mi bolso en una habitación que daba hacia el jardín interior, muy sencillo, pero tranquilo. Tras el muro se veían unas colinas cuyos árboles ya estaban en tonos ocre. Me quité los calcetines y me sobé los pies, tocaron a la puerta. Ganju ingresó.

–Cuando tu mascota crezca puedes venir sobre ella, son un útil medio de transporte –aseguró, aunque con todas las veces que me caí de ellos la última vez lo pongo en duda.

–Se llama Gordo –le comento y toma asiento a mi lado en la solera –Kimiko, la menor de las chicas, está enamorada de él –Ganju parece entusiasmado con mi relato así que continúo –Ella le puso el nombre. Los chicos lo adoran, juegan todo el día con él, le dan frutas y verduras tal como me dijiste. En la noche Kimiko se lo lleva a dormir con ella, no sé cómo lo hará cuando esté más grande.

–Un jabalí adulto necesita su espacio, tal como las personas –dice en tono de cátedra –Deberás decirle a la muchacha que tarde o temprano tendrá que dejar a Gordo dormir solo –baja su vista a mis pies –Deberías sumergirlos en agua, te van a salir ampollas.

Dicho y hecho, pasado un tiempo ya noté un par de globitos de agua en la planta del pie y otro en el dedo gordo… genial. El resto de la mañana me la pasé sentado en la solera con los pies metidos en agua helada hablando con Ganju. Kuukaku estaba arreglando algo de su trabajo. Para cuando llegó la hora de almorzar ya estaba algo mejor. Mi tía había regresado y estábamos a la mesa.

–¿Cómo va la academia? –me pregunta con interés tomando un trozo de pollo.

–No tan bien como quisiera –respondo con honestidad, ambos se me quedan mirando con algo de sorpresa.

–Tienes que acostumbrarte a todo, es normal –Ganju me excusa, pero Kuukaku lo mira con severidad.

–Tu padre pareció acostumbrarse de inmediato.

–Yo no soy mi papá –respondo con molestia –Y no quiero parecerme en nada a él.

Kuukaku mastica su pollo con calma, yo bajo la vista. Muy bien, Ikari, respondón con tu familia… ¿acaso no puedes comportarte cuando se trata de papá? Lo mencionan y es como que accionaran un botón de ira. ¿Será que tengo un interruptor que dice: Ikari bueno – Ikari malo? ¿Y se acciona cuando mencionan al viejo?

–Supe que tomaste nuestro apellido –continúa mi tía, alzo la vista no muy seguro de si luego de ello viene un sermón –Si querías dejar de parecerte a tu padre, diste un buen paso –sorbeteó los fideos de su ramen –Me pregunto… ¿cómo se han tomado eso en la academia? Porque no creo que haya pasado desapercibido.

Tía Kuukaku es una mujer inteligente sin duda y había intuido lo que estaba ocurriendo. Aunque solo fuese Mizushima y su grupo quienes se me enfrentaron. Al menos tuve una segunda semana tranquila.

–Cosas triviales nada más… hay una familia no demasiado feliz y uno de sus hijos lo dejó bastante claro –busqué mis fideos con los palillos –Mizushima.

Mi tía frunció el ceño y siguió comiendo en silencio. Era como si hubiese mencionado una palabra prohibida. Ganju alzó la voz.

–¿Y las clases? ¿Cómo es?

–Hay clases muy aburridas y otras bastante geniales. Los entrenamientos se me han hecho difíciles, no tengo buena condición física… –bajo la voz. ¿Cómo era que mi papá hizo todo tan rápido y yo parezco un intento de shinigami corriente? ¿Por qué… no podía ser un poco… solo un poco parecido a él? No quiero ser como él, solo quiero tener un poco de lo que él tiene. No es justo… como si yo también soy su hijo… –Pero me estoy esforzando.

–Eso es lo más importante –destacó Ganju –La perseverancia…

–Eso dice Ichika –respondo –Tengo un par de amigos –agrego cambiando el tema –Son buena onda, viven en la academia porque provienen del Rukongai.

–No todo es tan malo entonces –comenta Kuukaku –Mizushima… ese es un tema aparte. Es personal, o en este caso, familiar. La rivalidad de ambos clanes proviene desde hace mucho, quizás desde que se conformaron los clanes. Tendrás que lidiar con ello si quieres sobrevivir a ese muchacho.

–Estoy trabajando en ello –respondo con seguridad.

Kuukaku asiente.

–No creas todo lo que escuches –agrega –No todo es verdad…

–Me alegra escucharlo.

–No es una vergüenza ser un Shiba, todos los clanes tienen sus cosas, solo que… algunos son debilitados y otros sobresalen. Es simplemente eso. Todo es un juego de poderes…

Seguimos comiendo en silencio. Sé que debe ser complejo para Kuukaku seguir ahondando en ello. Quiero preguntar, pero temo que aun es muy pronto. Quizás son el tiempo ella se sienta en confianza para contarme la verdad, su verdad de todo lo que yo sabía… o lo que Akane me había comentado. Lo que el abuelo me confidenció no distaba mucho de lo que ahora sabía, pero quería comprobar que tan sórdido era todo. Pero sabía, por las películas, que cuando se trataba de sociedades de castas, la nobleza tenía oscuros secretos. Y yo era parte de ellos, era mi historia. Tenía derecho a empoderarme de ella… pero no aún, esperaría.

Prefiero volver al tema de la academia, hablar sobre clases, mis compañeros Ito, Tukusuma, Sasaki y, claro, Akane. Ganju se reía mucho de los acosos sexuales de mi compañera. También les hablaba de las clases, de la tarea y de mis profesores. Nunca había hablado tanto como desde que estaba en la Sociedad de Almas. De pronto me veo con la necesidad de contar lo que sucede, debe ser la novedad y que pocos entienden de dónde provengo… salvo Rukia, Renji e Ichika.

–Podemos ayudarte –dice Kuukaku cuando he terminado mi relato –En esta familia siempre hemos sido muy talentosos… tus amigos tienen razón cuando dicen que necesitas solo un empujoncito.

–El capitán Kurotsuchi dijo…

–Me vale madres lo que haya dicho ese maldito loco sádico –exclamó –Yo sé que eres más de lo que aparentas… No por ser hijo de Ichigo… sino porque eres un Shiba. Y te lo voy a demostrar –miró a Ganju –Te lo vamos a demostrar –se soba la tripa –Fumemos… nos espera una ardua tarde.

–¿Vamos a ir a algún lado? –pregunto con curiosidad.

–Vamos a convertirte en el shinigami que Kurotsuchi dijo que no eras.

.

.

–Adelante -se escuchó del interior del despacho la voz de su hermano.

–Nii-sama… -se queda en la entrada esperando que Byakuya le indica que tome asiento.

El líder del clan le indica que se ubique frente a él. Rukia se hinca en el cojín.

–Vengo a hablarte de algo delicado…

–¿Se trata del hijo de Kurosaki otra vez?

Rukia niega suave.

–Te agradezco la intervención con los Mizushima –Byakuya asiente –No tenías porqué hacerlo, has sido muy generoso, Nii-sama –siempre había pensado que su hermano era un hombre tan honorable.

–Te escucho.

–Bueno quizás si tiene algo que ver con Ikari –sonrió nerviosa, Byakuya solo la miraba –Hace un par de semanas recibió la visita de Ganju Shiba –hizo una pausa quizás queriendo ver algún tipo de reacción. Nii-sama no era precisamente un fanático de esa familia –El asunto es que recibió un regalo que no pudo rechazar.

–¿Te refieres al jabalí que se pasea por toda la casa y que estuvo a pasos de ser nuestra cena?

Rukia casi pudo creer que su hermano se reía. Pero no, siempre tan flemático. La menor de los Kuchiki asintió.

–¿Crees que pediré que lo devuelvan? No podría hacerle algo así a Kimiko –dice con calma –Mitsuki me informó sobre el incidente del… rescate de ese animal. Creo que deberé dar mi brazo a torcer en esta oportunidad.

Otra vez, agregó en su mente. Desde que Rukia ingresó a su familia se había saltado cuanta regla establecida en el clan y su propia casa existía. No podía ser de otra manera. Quería a su hermana y adoraba a los niños… Renji… bueno se había ganado su respeto y le tenía algo de afecto. Pero jamás lo admitiría, ni muerto.

–Gracias, Nii-sama.

Byakuya asintió. Rukia detectó que la conversación no había terminado.

–Rukia… Van a citar a concejo de clanes pronto -habló con calma, Rukia se sorprendió -Los Mizushima han presentado su molestia con la presencia del hijo de Kurosaki y su… impulsividad en tomar el apellido de los Shiba. No creí que representaría problema, hasta que me reuní con Katsuro. De alguna forma cree, él y su clan, que la presencia del hijo de Kurosaki representa una amenaza a la estabilidad del sistema de clanes.

–Es solo un muchacho…

–Lo mismo creo –continuó –Los Shiba no pertenecen a los clanes desde hace ochenta años. No tienen clanes menores aliados ni menos poder dentro del Seireitei. Han vivido en el exilio demasiado tiempo como para querer regresar, no creo que sea la intención de Kuukaku tampoco. Además, ese chico no pertenece a la rama principal. No es, bajo ninguna perspectiva, ni será candidato a convertirse en el líder del clan. No es más que un chiquillo amparado por un clan noble. Totalmente inofensivo.

–¿Qué sucederá, Nii-sama?

Byakuya tomó aire profundamente.

–Lo citarán y le harán preguntas. Me temo que puede ser un tanto abrumador para un chiquillo que no está acostumbrado –hizo una pausa –En cuanto regrese de donde su familia quiero que lo envíes a hablar conmigo. Debo informarle a lo que enfrentará… –miró fijo a su hermana –Pueden expulsarlo del Seireitei…

–No puedes permitirlo, Nii-sama –su voz sonó angustiada –Es solo un chico, casi no tiene contacto con su familia. Ichigo… no es un gran apoyo, aunque suele comunicarse para saber de él. Por favor, ha cambiado tanto, tiene sueños, quiere superarse… -notó que estaba siendo insistente y calló.

–El concejo de clanes es la máxima autoridad del sistema… solo pueden obligarlo a salir de los clanes, pero la academia está bajo la jurisdicción de la Cámara de los 46. Estará protegido allí…

–Pero somos su familia…

–No, Rukia. Los Shiba son su familia. Nosotros solo le hemos prestado ayuda. Y, parece ser, que tiene fecha límite. Lo siento, pero no hay nada que pueda hacer…

–Entiendo –suspiró –Pero no estoy de acuerdo.

–Yo tampoco, Rukia, yo tampoco.

Byakuya iba a proponerle a su hermana tomar el té en el salón mientras los niños jugaban cuando una presión espiritual enorme ingresó por el senkaimon. Rukia se volvió en dirección hacia donde aparecía aquella energía.

–Ichigo…

El líder del clan frunció el ceño.

.

.

El fin de semana con mis tíos se me hizo demasiado corto y si no hubiese tenido que ir a clases el lunes me hubiese quedado más días. Patearon mi trasero, pero había aprendido algunas cosas divertidas que hacer con el reiatsu como hacer una gran pelota para introducirse en ella, o dirigirla a diferentes partes como si fuera un balón de futbol. Incluso inventé –según yo– una manera de hacerla explotar cuando llegaba a un objetivo. Claro que hacía un plop y se desvanecía, pero como broma era divertida.

Algo había diferente en la residencia Kuchiki y lo noté cuando estaba a una media cuadra. La atmósfera estaba muy pesada. Ya podía distinguir mejor no solo a Ichika, sino a los shinigami de la familia. Los niños aun me era muy difícil. Claro que si estaban todos juntos en el mismo lugar era una pesadilla, pero saber si alguien andaba por el pasillo era sencillo saber quién. Pues bien, había alguien más con una descuadrada cantidad de energía que parecía tragarse el resto. Me apresuré preocupado, pero al ver a los guardias en la entrada supe que no era nada grave. Sin embargo los pelos se me erizaron en todo el cuerpo, siento algo familiar en esto… muy familiar.

Mitsuki me indica que me esperan en la sala, así que le entrego mi bolso –prácticamente me lo quita para echar a lavar esa ropa con olor a adolescente hormonal– y parto al lugar. Esa fuerza espiritual ya se me hace clara. No es ninguno de la familia, y como dice mi abuelo, solo hay dos personas que tienen un descontrol así… Kazui…

Descorro el shoji y ahí está… papá.

–Cariño, qué bueno que llegaste –me dice Rukia poniéndose de pie y caminando hasta mí –¿Cómo lo pasaste con tus tíos? –me ordena el cuello de la yukata en una postura muy maternal, parece decirme que mantenga la calma.

–Bien, estuvo cool –respondo mirándola solo a ella, normalmente me hubiese fijado en lo muy guapa que es, pero ahora es diferente. No quiero que se aparte, no quiero que me deje solo con él –Me gustaría ir el próximo fin de semana también…

–Lo hablaremos luego, ¿sí? Pero no creo que haya inconveniente –se aparta un poco, solo está papá. ¿Dónde está Renji? ¿Por qué no está? –Tu papá vino a verte… –me sonríe, pero sé que nota mi angustia –Los dejaré un momento para que hablen, cariño…

–No… –susurro.

Solo me sonríe y sale de la habitación. Me volteo para seguirla y solo veo el shoji cerrado. No quiero verlo, no quiero. Pero escucho su voz llamar mi nombre.

–Ikari.

Niego suave. No quiero voltearme, no quiero estar ahí con él. Este es mi lugar… no es el suyo, ¿por qué está aquí? Que se vaya… que se vaya… Yo estoy bien aquí. Él no debería estar aquí. Él decidió irse del otro lado, ¿por qué regresa?

–¿Cómo estás? –me pregunta.

–Bien –respondo seco sin mirarlo.

–Tu mamá te manda un beso y un abrazo grande –me volteo cuando la escucho nombrar –No pudo venir, el bebé de Kazui está algo delicado de salud y está ayudando a cuidarlo.

–¿Es grave? –pregunto con interés, es mi sobrino y es el hijo de mi hermano… por mucha rivalidad que hayamos tenido.

–Nada grave, pero ella se siente mejor que está a su lado.

El silencio cae sobre nosotros como el filo de una katana. Ninguno dice palabra, ninguno se acerca, él solo me mira y yo al suelo.

–Tu madre… ella dijo algunas cosas la última vez que nos vimos –alza la voz –Dice que tu actitud se debe a mí… Vengo a que me aclares porqué tú madre tiene esa idea.

Mi madre tiene esa idea… Papá siempre es igual, cree que no hace nada mal. Cree que todo se debe a mi mala actitud, a mi rebeldía… a que no voy al psicólogo y que no me tomo los medicamentos… esos que me dejaban idiota mirando al techo. Que depresión… trastorno de personalidad… Ahora… ahora sé que nada de eso era cierto. Nada.

–Vete de tu lado –exclamo empuñando las manos –¡Este es mi lado, vete al tuyo!

–De acuerdo, si eso es lo que quieres –concluyó Ichigo –Realmente no entiendo qué hice tan mal contigo para que me odies de esta manera. ¿No crees que estás sobredimensionando las cosas, Ikari?

¿Sobredimensionando? Aprieto los dientes con fuerza, siento que se me acalambran las mejillas. No voy a llorar, no voy a darle en el gusto. Me trago ese sabor amargo que quería llenar mi boca. ¿Sobredimensionando? Que me haya ignorado completamente… que solo se haya dedicado a sermonearme, a compararme con un referente que era inalcanzable, que me obviara como si no existiera… eso era sobredimensionar, al menos para él. Quizás para todos era sobredimensionarlo… y yo estaba mal, como siempre. Porque yo estoy mal… yo actúo mal… Mamá me diría que debo tener respeto por papá, que él es el adulto, que él tiene razón. ¿Entonces? Si yo estoy sobredimensionando las cosas… ¿Por qué Renji no es así con los chicos? Cuando Kouki falló en su prueba con el profesor de matemáticas sumando mal en el ábaco, en lugar de regañarlo, se sentó con él a tratar de enseñarle… aunque sus explicaciones eran malas y solo lograba que Kouki se confundiera más… Pero lo intentaba… Él sí quería estar presente para sus hijos… él sí los quería.

–Tienes razón –digo finalmente y él se sonríe con cierta victoria mezclada con alivio –Sobredimensiono las cosas, ¿verdad? ¿Debería cambiar, cierto?

–Quizás debí prestarte más atención y lo lamento. Tu madre me dijo que solo querías eso.

¿Atención? Debe estar bromeando… ¡Solo quería que me quisiera como lo hacía con Kazui! Pero él jamás lo entendería. Quería que quisiera pasar tiempo conmigo, que le pareciera interesante, que aceptara que no había tenido un hijo super genio, sino uno totalmente normal. Y quizás sí quería su atención… pero no solo eso. Nunca entendería nada…

–Sí eso quería papá, gracias… solo eso –respondo –Es un análisis muy profundo de tu parte, gracias por tomarte el tiempo –comienza a detectar mi sarcasmo.

–Trato de disculparme contigo y ya tomas esa postura negativa. ¿Qué quieres de mí? ¿Quieres que retroceda el tiempo?

–Dile a mamá que lo haga… ¡y no dejes que nazca, porque eso es lo que siempre quisiste! Olvídate que existo. No soy nada tuyo, no quiero ser nada tuyo.

–Acá vas, sobredimensionando todo. Termina el melodrama y hagamos las paces, hijo.

Lo miro un segundo eterno. Cree que esto basta…

–Si hacemos las paces… ¿mamá va a estar feliz? –pregunto con voz baja.

–Eso la haría muy feliz –dice triunfante.

–De acuerdo…

Se acerca y me abraza. Me siento tensar completamente. No lo quiero cerca, quiero que se aparte… pero debo aceptarlo… por mi mamá. Ella debía creer que todo estaba bien, para que dejara de preocuparse por mí, para que pensara que todo se había olvidado. Solo tenía a papá con ella, para mamá él siempre había sido su héroe… debía devolverle a su héroe y hacerla creer que tenía al hombre perfecto a su lado. Y creer que tenía al hijo que siempre quiso… uno que también creyera que su padre era un héroe.

Se aparta.

–Vendré a verte pronto. Modula tu comportamiento, espero que no estés comportándote con mis amigos como lo haces en casa. Recuerda que ellos han tomado tu responsabilidad por el afecto que nos guardan a tu mamá y a mí. Ha sido muy generoso de su parte, no tendrían por qué hacerlo, recuerda eso. Espero que no te estés metiendo en problemas en la academia, al menos intenta hacer un esfuerzo por rendir. Siempre te ha costado ser un buen estudiante, no tienes por qué ser el mejor, anda a tu nivel, ¿sí?

–Sí, papá. Seré bueno… dile a mamá que lo seré.

Nuevamente ha vuelto a ganar, lo he dejado ganar. Pero no saco absolutamente nada tratando de explicarle las cosas… nada. Debo ser bueno, muy bueno. Soy una responsabilidad… no debo dar problemas… A mi nivel… a mi nivel… seré bueno… soy una responsabilidad… a mi nivel…

–Hablaré con Rukia y Renji. Estaban preocupados que las cosas se salieran de control. Pero veo que has cambiado, que al menos escuchas a tu padre. Has aprendido a comportarte. Te felicito. Siempre he hecho las cosas por tu bien, ¿sí?

–Sí, papá…

Me da un par de palmadas en la mejilla, que me saben a una burla. Él siempre será el padre perfecto y yo el que ha actuado mal. Porque soy mediocre, descontrolado, porque lo avergüenzo, porque soy maleducado, grosero… Me siento con la espalda contra el fusuma. Debo ser bueno… debo ser bueno a sus ojos… debo ser como Kazui… porque Kazui es el buen hijo… y yo la oveja negra.

El shoji se descorre. Rukia me mira desde la entrada y se acerca, se sienta frente a mí. Me sonríe dulce, me recuerda a mamá en este momento. Como se ve tan joven, a veces olvido que también es madre y que tiene ese instinto maternal, por eso está aquí. Porque lo sabe, porque sabe que lo que debió decir papá no la convenció.

Puso una mano en mi mejilla.

–Eres un buen chico, eres inteligente, eres dulce, eres responsable –no puedo evitarlo y al escucharla me pongo a llorar como un crío. Me abraza con fuerza –Eres divertido, eres muy valiente, honorable… eres bueno… eres muy bueno… y te queremos mucho, todos te queremos mucho. Estoy tan orgullosa de ti… tanto –la abrazo de vuelta y me cuelgo prácticamente de ella.

Me quedo llorando el alma unos minutos sintiendo su mano en mi espalda que me acariciaba como lo hacen las mamás… como lo haría mi mamá.

–No eres una carga… –se aparta ligero y me limpia las lágrimas con la manga del kimono –Somos tu familia… y en una familia nadie es carga de nadie. Si en una familia alguien se viene abajo, los otros deberán ayudarlo a salir adelante… no por obligación, sino porque una familia es un equipo, cuando uno está mal, el resto también lo está y así no se puede continuar… –asiento en silencio, me vuelve a sonreír dulce –¿Me das otro abrazo grande?

Vuelvo a abrazarla mientras me acaricia la espalda otra vez. Me trata como si tuviera cinco años… tal como me siento ahora, de cinco años. Son heridas tan viejas y tan profundas… No podía darle el poder a papá de sanarlas, porque él no podía. Tenía que hacerlo solo yo… aprender que soy bueno y creer que es verdad… que es cierto… y así que se convierta en realidad.

.

.

–Me alegra haber arreglado las cosas con Ikari –comentaba Ichigo caminando hacia el senkaimon en compañía de Renji –Me he sacado un peso de encima, Orihime estará muy aliviada –Renji guardaba silencio –¿No ha dado problemas?

–Ninguno, es un chico genial, nos hemos encariñado mucho con él.

–¿Se ha comportado?

–Es algo perezoso, pero ¿quién no lo fue de muchacho?

–Yo. Nunca fui perezoso. Tampoco Kazui… –reflexionó –Tampoco Orihime… Ponte firme si es necesario, y con Ikari lo es.

–De acuerdo…

Se despidieron frente a las puertas, finalmente Renji pudo entender qué era lo que sucedía entre Ichigo e Ikari. Su amigo era un tipo genial, lo reconocía, le debía mucho y no quería incordiarlo de ninguna manera. No era su tema intervenir de esa manera al menos. Tuvo ganas de darle un certero puñetazo cuando comenzó a dar charla de cómo controlar a Ikari… cómo si hasta ahora ellos no lo hubiesen hecho bien. El chico estaba bien, se le veía feliz, quería ser bueno en la academia. Era tan diferente al Ikari del otro lado.

Al regresar a casa se dirigió al comedor, notó que Ikari no estaba a la mesa y tampoco Rukia. Todos estaban cenando ya.

–¿Se peleó Ikari con su papá? –preguntó Kouki con un gesto compungido.

–No seas impertinente –lo regañó Naota –Son cosas privadas… –hizo una pausa –Debe estar triste… creo que así uno se siente cuando se pelea con los padres.

–Muy triste –continuó Kimiko, la única que había tenido lo más cercano a una discusión con sus padres –Pero más tristes se ponen los papás, porque son los únicos que siempre te van a querer.

Ichika miró a su padre, ambos sabían que en esta ocasión el mayor afectado no era Ichigo.

–Seguro se quedaron charlando con mamá y se les olvidó la cena. Iré por ellos.

Renji salió del comedor y fue hasta la sala. Ahí estaban ambos, Ikari hablaba con Rukia, estaba tranquilo y ella parecía ya no estar tan angustiada como mientras ambos hablaban en privado. Al sentirlo ingresar voltearon hacia él.

–No quise interrumpir. La cena ya está servida por si tienes hambre, Ikari. –el chico negó suave –Rukia… debes ir a comer…

La madre se puso de pie. Y Renji tomó su lugar esta vez junto a Ikari en el suelo. Rukia salió de la sala.

–Lo siento, no quise distraerla de la cena… –murmuró el muchacho.

–Está bien, hijo –Renji le palmoteó la pierna –Tampoco te hubiese dejado solo… no va en ella. Cuando tu mamá tenía problemas no la dejaba sola hasta que no la sentía mejor… es parte de su naturaleza.

–¿Kuchiki-san está enferma? –preguntó Ikari –Como le dijiste que debía ir a comer…

–No –respondió con un tono alegre –Está embarazada. Tiene que comer a ciertas horas o se desmaya… Pero no le digas al resto de los muchachos –agregó antes que Ikari pudiese hacer alguna acotación –Estamos esperando que todo salga bien esta vez antes de contarles…

¿Esta vez? No quiso preguntar más, pero era obvio que habían tenido problemas con ello. Todas las familias tenían sus historias, lo había descubierto en este tiempo… y todas las familias tenían diferentes formas de lidiar con ello.

–Tampoco le digas a Rukia que te conté…

–No, descuida –respondió Ikari y ahora él fue quien palmoteó la pierna de Renji –Todo va a salir bien esta vez.

El pelirrojo le sonrió.

–Gracias, Ikari.

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