☠️ Día de Muertos. ☠️

Historia con derecho de autor.

Los personajes y las imágenes utilizadas no me pertenecen, todos los derechos a su autor.

El lenguaje utilizado es típico en mi país.

Está pequeña historia la escribí por el día de muertos, en mi país es una tradición muy arraigada así que lo que comento en la historia es documentado por siglos de tradición de nuestros ancestros.




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" Ojos tristes miran desde abajo,

Arriba;

Silencio, sombras que acechan lentamente.

"Vengo por tí"

Susurran a la noche, voces desconocidas.

" Tengo que irme"

"Pero tendré eternidad, pues siempre que pienses en mí, estaré vivo.
Estaré aquí . . . junto a tí".

Oshiokinomoto





Día, 28, octubre. Primer día .

<<Según nuestros ancestros, se prende la primer luz (veladora blanca) y flores blancas una también, para dar la bienvenida a las animas solas.>>






Los altares ya estaban puestos, las ofrendas, las flores, el agua, la primer vela, las fotos de los difuntos, papel picado, etc. Era todo un arcoíris de color y se respiraba el olor penetrarte de la flor de cempasúchil, olía a tradición y muerte. En los lugares más fieles a las tradiciones las personas pasan toda la noche en los panteones, llevan comida, todo lo que en vida le gustaba al difunto, suficientes velas, música si se quiere y se "plática" con los familiares, aún cuando no puedas verlos.
El señor de la muerte podía tomar forma humana y pasear entre los vivos sólo en estos días, y por primera vez aprovechó este hecho en el pueblo donde buscaba a alguien que no tardaría en aparecer.

Una chica, de figura delgada con unos ojos profundos y del color del cielo, entraba al panteón con su andar apacible y una mirada cargada de nostalgia, llevaba con ella un ramo de flores, veladoras Y un rosario, pensaba rezar mientras “platicaba” con sus seres queridos, que ya no estaban.

Llegó a la parte más alejada del panteón, dónde las tumbas se encontraban empotradas en una enorme pared, y no eran tan lujosas, a Kagome le gustaba de esta manera, pues le agradaba la soledad. Hija de padres inmigrantes con sangre asiática,de ahí el color de sus ojos y su blanca piel. Sus padres aunque modestamente, vivieron felices y muy unidos con sus dos hijos, después trajeron al abuelo, padre de su padre, hasta que cinco años después de terminar su escuela primaria, su padre enfermo y murió, Sesshomaru recordaba esa alma, muy triste, pero resignada, no pidió como tantas otras más tiempo, pero se le concedió hablar con su esposa en sueños para despedirse y calmar un poco el gran dolor de haber dejado a su familia, sóla.

Esas almas eran las que daba menos trabajo recoger. A los condenados por lo regular los recogía Naraku, un alma oscura que gustaba de torturar, aún así era uno de los muchos asistentes que se le habían asignado para ayudar en la labor del señor de la Muerte. Era conocido en esa parte del mundo como, Xibalba. Y por así decir, el mejor amigo de Sesshomaru.

Mientras se dirigía al panteón, entre las tumbas se encontró con él.

- Vaya! Pero si es el gran señor de la Muerte,¿Que hace el gran Sesshomaru entre estos despreciables mortales? O debo llamarte: " La catrina".

Con una sonrisa ladina, se ubicó al lado de Sesshomaru, le gustaba molestarlo . . . Un poco. Sabía también que no debía llegar muy lejos, pues su castigo podría durar algunas eras, como la última vez. Podría ser su amigo, pero era despiadado, aún más que él mismo.

- Qué haces aquí Naraku?, tienes una tarea que hacer, ya deberías de estar haciendo la selección.

Sesshomaru seguía avanzando a paso lento. Naraku entonces lo miro con cara de sospecha.

- No me digas que sigues con lo de la humana?, Sesshomaru, sabes que está prohibido!! Te das cuenta lo que arriesgas, no sólo eres tú es este mundo humano y el otro mundo, el balance por todos los infiernos!!!!, ¿tanto así es tu obsesión?

Sesshomaru sin detenerse lo miro con los ojos rojos encendidos como brasas.
Naraku lo detuvo por el brazo, aún a sabiendas de que se exponía a su furia.

- Naraku, no tientes a tu suerte, se lo que estoy haciendo y no te incumbe, de todos modos, lo haré. Así que, o ayudas o no me estorbes.

Con una voz ronca y casi sepulcral le advirtió a su amigo, las almas que se habían detenido a tratar de pedirle una indulgencia al señor de la muerte, se retiraron asustadas. Sabían que en esos días se podía solicitar ser llevado ante el gran señor y dependiendo de cómo había sido su vida, podían regresar de nuevo a la tierra, en otro cuerpo. Incluso, volver a coincidir con sus seres amados. Pero le temían al señor de la muerte.
Naraku, suspiro y decidió seguir caminando al lado de su amigo.

- Espero que valga la pena, pero mira si hasta guapo te vez de mezclilla, con tu camisa y tus botitas vaqueras.

Sesshomaru lanzó un gruñido de advertencia.

- Oye!! yo sólo trato de hacer conversación. Pero déjame darte unos consejos, cambia esa cara de huele caca, sonríe un poco pues así la vas a asustar. Llévale flores, invitala a salir a pasear, muéstrale tu lado menos tétrico.

Sesshomaru se detuvo, volteo a ver a Naraku con su típico semblante frío, Naraku entendió la muda pregunta.

- Ni preguntes!, sólo lo sé. Pero si quieres aprovechar estos siete días tendrás que ser muy agradable y gastar plata . . . biyuyos? lana? marmaja?

Al ver cómo se arqueaban las cejas de Sesshomaru, supo que no le entendía.
Se puso dos dedos en el puente de la nariz, y respiro hondo tres veces.

- Dinero!! Sesshomaru, debes tener la moneda de cambio que usan los humanos. Tienes que tener una casa, coche y un apellido . . .¡ Jesús!! Dime qué ya pensaste en todo eso. . . ¿No?
Ok, déjame pensar . . .no te muevas de aquí regresaré en un momento.

Sesshomaru se recargo en un ciprés, que estaba serca y cruzado de brazos cerro los ojos para hacer su trabajo mientras regresaba Naraku.
Almas de fallecidos en todo el mundo fueron enviadas por el señor de la Muerte hacia su destino final.
Al cabo de un rato, Naraku regreso con una gran sonrisa de complicidad frotándose las manos, como quien acaba de cometer una travesura.

- Ya está todo arreglado, tienes un nombre, propiedades, dinero y ningún maldito pariente que pueda reclamar nada.

Sesshomaru abrió sus dorados ojos para mirarle de forma irritable.

- ¡Tu entusiasmo me conmueve!, no me lo agradezcas, soy tu amigo y por eso me preocuparé de los detalles.

Su gran sonrisa le advirtió a Sesshomaru que toda esa amabilidad, le costaría algo.

- Dime, que hiciste y qué pediras.

- Eso es lo que me gusta de tí, piensas rápido y sin rodeos vas directo al grano. Sabes, vas a representar muy bien el papel de la persona por la que te harás pasar, era un tipo despiadado, nunca se casó pues no confiaba en nada ni en nadie, podrido en dinero, fue asesinado por su socio, ¿Qué te parece? Te queda que ni mandado a hacer.

Naraku seguía con su gran sonrisa, le estaba gustando el papel de Ada madrina concediendole deseos a su amigo, claro y si en el proceso él también se divertía, sería una ganancia extra, además del favor que pensaba pedirle a su amigo.

- Cuál es el nombre?

- Joaquín Almeida. Era un abogado y prestamista, de ahí su fortuna, me voy a divertir mucho cuando lo lleve a dónde espiará su pecado, aunque, yo creo que ya lo estuvo pagando mientras vivió.

- Estás seguro, que nadie reclamará? Y cómo era su apariencia?

- No te preocupes la he cambiado para que se parezca a tí.

Ante la mirada furiosa de Sesshomaru, Naraku elevó los brazos en señal de paz.

- Calma!! Nadie lo recordaba!! se la pasaba encerrado, todos sus negocios eran a travez de un intermediario, teléfono y computadora. ¿Vez como he pensado en todo?, Tendrás sólo una herida en el hombro para que nadie sospeche y el socio morirá pronto por haber intentado matarte. Soy genial verdad?

Sesshomaru ya continuaba a dónde la encontraría, volteo la cabeza y mirando sobre el hombro, recordó la última pregunta.

- Qué es lo que quieres, Naraku?

Naraku se cruzó de brazos y sonrió.

- Ya lo sabrás.

Y desapareció.

Sesshomaru continuo buscando, hasta llegar al lugar más apartado, a lo lejos la vió, sentada rezando, un par de lágrimas surcaban sus mejillas, se las limpió. Sesshomaru recordó que debía parecer herido, y sobretodo, cómo justificar el que estuviera ahí. Rápidamente escaneo el lugar y a tres lápidas de la de su familia, estaba la de una niña que había fallecido hace un mes. Ese sería su coartada para acercarse a ella.

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