Winter is comming


— ¿Ha muerto?

La voz de Iguro rompió el silencio que se había formado por parte de todos.

La herida del príncipe parecía ya que no era algo que le mataría en minutos o segundos, la hemorragia se había detenido y no era necesario que fuera asistido con la magia de agua del elfo para mantenerlo vivo. Todos habían visto como salía la sangre de esa herida, incluso Uzui estaba cosiéndola en ese momento pues aún está abierta, todos lo que tuvieran dos dedos de frente sabían que aquella había sido una herida mortal por el lugar donde había sido.

Pero ahí estaba el príncipe mordiendo un pañuelo mientras la aguja cerraba su herida. Estaba vivo, con urgencia de ver a un mago de Luz para terminar todo el proceso de inmediato y que no sucediera otra cosa. Sin embargo, había sido a un costo que Rengoku calculaba mayor del que todo pensaban por la mirada fija de los dos príncipes encima del elfo que estaba desmayado en sus manos.

— Respira, pero débilmente — comentó sintiendo como el pecho se expandía y contraía de una manera dificultosa.

— Necesitamos a Shinobu — Mencionó el segundo príncipe firme en sus palabras — Dudo que alguno de aquí pueda hacer lo que él hizo.

Señalaba al elfo, pero ninguno le refuto. Por más que le dieran unas pequeñas clases de primeros auxilios en batalla, por el estado del de cabello negro eso no serviría de mucho. Estaba golpeado, quemado y con un corte profundo en su pierna; no había parte de ese pequeño cuerpo que no tuviera una herida y eso era doloroso de ver para cualquiera. Esas heridas eran comunes por los menos expertos en la caceria y siempre existian algunos equipos que no regresaban o regresaban menos de los que salieron, era un costo que se debia hacer para mantener a las bestias a raya y bien que Rengoku sabia su deber.

— Pero como dijimos antes, ella podría estar en cualquier parte del bosque ¿Cómo la encontraríamos? — Su hermano pregunto de nuevo señalando lo obvio — Además, lo que tardaríamos saliendo a buscarlos, podría ser crucial. No sabemos que mierda le hizo esa co... El elfo — se corrigió enseguida — Me refiero que no sabemos si es algo temporal, la vena se podría abrir de nuevo y otra vez el príncipe estaría en peligro.

Ese era otro problema. Nadie tenía la más mínima idea de lo que había hecho el elfo, había salvado al Príncipe de milagro, no había otra palabra que sintiera que debería usarse para lo que sea que hizo en la mente de Rengoku. Si había oído de magos que usaban gemas y rocas en hechizos o pociones de alquimia, pero ninguna de esas cosas era tan poderosa como lo que había hecho.

Había imitado las habilidades de la magia de Luz... No, lo había escuchado murmurar de las cualidades de cada gema y piedra que utilizo, había buscado unas específicas para todo el ritual que había realizado, ambos habían puesto su magia en cada roca. Eso no era otra cosa que potenciar el poder de cada piedra preciosa que había utilizado.

Tomioka Giyuu había llevado a la alquimia más lejos que cualquier mago en la historia lo había hecho y ahora está en estado grave en sus brazos.

Tenía que hacer algo para salvarlo, su mente decía que tenía que hacer algo con urgencia.

— Por eso tenemos que buscarla con más prioridad, tenemos dos heridos de gravedad en este momento. Conozco las zonas de caza favorita de Shinazugawa, seguro fue a las seguras para evitar que algo le pasara a la señorita. Están lejos, pero si salgo ahorita puede que...

La voz de Rengoku se detuvo cuando sintió la mano del príncipe apretando su brazo, no le estaba apretando para soportar el dolor de la aguja cosiendo su piel viva. Había escupido la tela que tenía en su boca con fuerza y soltó un aullido de dolor cuando Uzui termino con las últimas puntadas. Rengoku había tenido más de un corte en la vida y sabía que cuando cosen una herida y uno está consciente, era preferible evitar una que otra pelea para evitar ese dolor.

Otra cosa realmente resaltante de ese movimiento era que el Príncipe que nunca le había tocado que no sea para otra cosa que dejarle un buen golpe en su cuerpo, se sostenía de su brazo sin otra intención más que pedirle silenciosamente la palabra. Cosa que nunca había hecho tampoco, la palabra de cortesía y el príncipe no era algo que ligaba en su mente jamás.

— ¿Pero que te asegura que ellos estén en esos lugares? Perderías tiempo preciado buscándoles en lugares que no estamos ni siquiera seguro que estén...

— Shinazugawa nunca saldría a lugares peligrosos con la señorita Kocho — intervino recordando la sensatez de su amigo cuando se trataba de las chicas, cuando eran mujeres y de su familia Sanemi era más cuidadoso que cualquier otra cosa, incluso si no quería.

— Pues no conoces a Kocho, si ella está en este maldito bosque es por algo y no cualquier cosa para unirse a los que siempre ganan las cacerías — Aseguró el príncipe con el ceño fruncido.

Cargaba una cara de seriedad que no era común de él, incluso Kyoujuro se atrevía a decir que le molestaba más que su típica sonrisa despreocupada que siempre andaba como si el mundo fuera suyo. Bueno al menos una parte de él lo seria para su molestia. Pero esa seriedad en su cara era amarga, era saber que estaban en problemas y una tragedia podría pasar en cualquier momento.

— Cierto, si fuera por ella hubiera arrastrado a sus amigas. Que ponerse en un equipo que con hombres que le disgustan tanto — El segundo príncipe también estaba de acuerdo con su hermano.

No recordaba que la familia Real fuera tan cercana a los Kocho para conocer a su protegida recién adoptada. Los príncipes tenían un buen punto al señalar ese importante hecho, cualquiera que tuviera ojos y oídos sabia de la animosidad que se tenían Shinazugawa y la señorita Kocho, mayormente debido a que la chica no consideraba al hijo del general un buen prospecto de hombre para su hermana mayor. Por otro lado, estaba el evidente odio que se tenían Urokodaki Sabito y la joven protegida de los Kocho, incluso se podría decir que la joven quería a Sanemi si comparaban su relación con el joven mago de hielo.

¿Qué les aseguraba a ellos que no se habían asesinado uno a los otros en el bosque?

— Ella está buscando algo, lo puedo sentir y con la lógica debe estar alejada de los lugares que ustedes llaman menos peligrosos. Por lo tanto, irla a buscar ahí no es buena idea... Si tuviéramos una señal de barcos.... — En ese momento el príncipe chasqueo sus dedos y la sonrisa volvió momentáneamente a su boca — Tengo una idea. Necesitamos mandar una señal de auxilio al cielo, debemos aprovechar que es de noche.

— Su majestad por mucho que mandemos una señal de auxilio, los demás equipos no se arriesgarían a salir en la noche por otro equipo y toda la seguridad está en las orillas del bosque tardarían un día a llegar a este punto, siendo ese el mejor de los casos — Uzui señalo ese importante hecho. — Sanemi no se movería de donde está por una señal de cualquier equipo.

— Pero no será cualquier señal, es una señal que solo Kocho entenderá solo al verla. Nadie en este lugar conoce el SOS.

.

.

.

.

Rengoku tenía que reconocer el plan del príncipe era mejor de lo que quería admitir para su disgusto por su persona.

Habían armado las tiendas de todos y habían movido del lugar de donde estaban al príncipe y al elfo a una tienda donde Uzui había cosido la herida de su pierna y se había limpiado algunas de sus heridas. Pero seguía terriblemente pálido, sin consciencia y con la respiración tan débil que parecía que en cualquier momento se iba a detener.

El mago de fuego pudo ver la mirada del príncipe en el Elfo, esa preocupación que nunca había visto en su rostro, ese ceño fruncido y como tomaba su mano murmurando cosas, mientras descansaba a su lado. Él estaba tan terriblemente pálido como el elfo, incluso sin que Akaza lo dijera podía decir que todavía le dolía la herida en su pecho por la manera que se quedaba quieto y respiraba con tanto cuidado de expandir su pecho.

Esa debía ser la razón de su insistencia en ese plan en vez de algo tan inseguro como buscarlos en un lugar donde no se sabía si estaban. Así cuando el segundo príncipe los alzo en una torre de roca más alto que la copa de los arboles con Iguro, el lanzo una llamarada gigante iluminando el gran cielo nocturno y su hermano con su magia de viento movió las llamas para diera la clara forma de SOS. No entendía porque la señorita Kocho iba a responder a la forma de dos serpientes a cada lado de un circulo, pero los príncipes insistieron que ella entendería y solo quedaría confiar en ella.

El cielo estrellado se llenó de naranja y amarillo como si fuera de día, incluso la luz de la luna dejo de ser el gran protagonista del momento, para dejar saber a cualquiera que estuviera en el bosque su posición. Cosa que Rengoku consideraba estúpido, pero en momentos desesperados, requerían medidas desesperadas y el mismo se encargaría de cualquier bestia que se les acercara, lo haría para proteger aquel ser que le dejó lleno de una extraña sensación en su pecho esa noche.

Kyojuro se atrevía a decir que por fin comprendía completamente a la señorita Kocho en su insistencia con Tomioka Giyuu, incluso si los Urokodaki no estaban de acuerdo con ella.

— Que les dijimos — Mencionó el príncipe a su lado al ver a lo lejos una gran luz saliendo entre los árboles.

Solo la señorita Kocho era capaz de demostrar un poder que pudiera ser tan gran como el de Rengoku para iluminar aquella noche estrellada.

— ¿Crees que venga, su majestad? — Pregunto Obanai no muy seguro de aquel hecho.

— Duda mucho de Kocho — Dijo él seco.

Rengoku veía donde estaba la Luz, el príncipe tenía razón. No estaban en zona fácil, estaban cercanos al lago, era una zona peligrosa por las sirenas y los monstros marinos. A unas 6 horas como mínimo de caminata, por ser la noche y la poca iluminación incluso unos expertos como Sanemi y Sabito tardarían 10 horas en llegar. Probablemente al amanecer si tenían suerte.

— Deberíamos dejar una antorcha en esta zona para que se puedan guiar en la noche — Rengoku asintió ante las palabras del príncipe, aunque vio la cara de molestia de su hermano.

Eso significaba que atraerían monstruos toda la noche a la zona y podía comprenderle. Incluso si tenían experiencia, estaban cansados y con dos heridos de gravedad. No sería una noche fácil, pero no se podía hacer otra cosa en ese momento que confiar en la señorita Kocho.

Así que, rompiendo una rama, un pedazo de tela y llenándola de algo de grasa de una de las sirenas muertas; la antorcha estaba lista. Iluminando el cielo como una estrella más en el cielo, pequeña, pero se podía ver desde donde sea desde la torre de roca.

— Tomaremos turnos para cuidar el campamento y los heridos — mencionó Rengoku cuando bajaron de la torre de Roca — Tenemos que mantenerlos vivos hasta la mañana. Nos dividiremos en equipos de dos, Uno cuida el campamento, mientras el otro está pendiente de los heridos. Los otros dos descansaran.

— Pido primera guardia — Se ofreció Uzui en seguida — Prefiero acostarme tarde matando bestias, que pararme temprano para hacerlo.

— Él tiene un punto, me uno — Dijo el príncipe Gyuutaro — Igual siempre me acuesto tarde.

Ninguno de los dos hermanos protestó antes el inmediato ofrecimiento, Iguro de inmediato solo se despidió de su hermano para ir a su tienda. Rengoku no pudo culparlo, se habían levantado de temprano para tener un buen día de caza y la noche había sido muy movida.

Iba ir a su tienda cuando vi el lugar donde el Elfo había salvado al príncipe, el lugar de tierra donde había un gran charco de sangre y un cuervo más grande de lo normal estaba tragando las gemas y rocas que había elegido el de cabello azabache.

¿Desde cuándo la garganta de los cuervos se extendía tanto para tragar una piedra del tamaño de una cereza como si no fuera nada?

Ese no era un cuervo normal, puede que ni fuera un cuervo. Nunca había oído de una bestia que imitara la apariencia de un cuervo, no era nada atractiva para los humanos que veían a esas aves como malos presagios. Así que sin dudar tomo el mango de su espada y se dirigió al ave con sigilo.

Un silbido alertó al ave que trago la última gema ensangrentada y alzó su cabeza en dirección del silbido.

— ¡Hakuji! — Graznó el ave para alzar el vuelo en dirección del príncipe que le había llamado.

El ave podía hablar, eso le impacto por un momento viendo como el ave se posaba en la cabeza del elfo que descansaba dentro de la tienda del príncipe que era la más grande de todas y estaban descansando ambos heridos ahí.

— Habla — no puedo evitarse que se le salieran esas palabras señalando lo obvio.

— El problema es callarlo — mencionó el príncipe — ¿Sabías que los cuervos pueden imitar a veces la voz de los humanos, Kyojuro?

La mirada del de cabello corto estaba fija en el desde la tienda, no sonreía para nada. Una parte de él empezaba extrañar esa sonrisa tan molesta que siempre quiso quitarle a punta de golpes a su cara. Era una sensación de incomodidad y mal presagio ver la cara del príncipe tan seria.

— Los cuervos no tragan rocas — mencionó sosteniendo el mango de su espada.

Era obvio que no era un cuervo.

— ¿Cuáles rocas? — Preguntó inclinando su cabeza un poco.

— ¿Cómo que cuales rocas su Majestad? Las que se estaba tragando hace segundos — Dijo señalando el charco de sangre.

— Pues yo no he visto nada, no es bueno mentir Kyojuro.

Rengoku inhalo profundamente y mantuvo el aire sin dejar salir su rabia, ellos dos siempre chocaban y mantener sus manos lejos del otro era casi imposible para ambos. Por ejemplo, en ese momento, quería golpearle, le dolían las manos de no hacerlo. Pero tenía que mantenerlo vivo e intentar asesinarlo a golpes no era inteligente para lo que hacía.

— Su majestad, se lo que...

— ¡Mentiras! — Graznó el ave de nuevo como si supiera de que estaban hablando.

— Cierto, Las rocas son muy grandes para que Kazanburo lo hiciera. Kyojuro, el ave estaría muerta si lo hubiera hecho — Señaló el príncipe con seriedad aquel hecho.

— Eso no es un c...

— ¡Mentiras! — Volvió a graznar el ave, interrumpiéndolo.

Sacó su espada de inmediato, esa cosa sabia de lo que estaban hablando. No era un cuervo y era bestia pensante, algo demasiado peligroso para dejarlo vivir. Se acercó a la tienda sin dudar y la mirada del príncipe tampoco lo hacía un momento.

— Asesínalo, pero te aseguro que eso no hará feliz a Giyuu. Es su mascota después de todo — menciono el príncipe cuando estaba en la entrada de la tienda.

Eso le detuvo viendo como el ave descansaba sobre la cabeza de su dueño tan pasivamente, su dueño quien conocía bien la magia de las gemas, su dueño quien podía mover el agua de los cuerpos. Su dueño que estaba entre la vida y la muerte por salvar la vida de alguien casi a costa de la suya.

— Esa cosa no es un cuervo — mencionó para meter su estada otra vez en su guarda.

— ¿Eso importa? No le he visto haciendo algo malo desde que lo conozco

Eso le decía que el príncipe también era consciente de la identidad del ave, una parte de Kyojuro le gritaba que su deber era librarse de cosas como esa. Pero hasta el mismo príncipe y el elfo no parecían molestos por su presencia.

Vio a Tomioka Giyuu que respiraba con la misma debilidad, había confiado en él y la vida de su majestad estaba salvada ¿Debería dudar en ese momento de su juicio?

No podía evitar mirar esas orejas puntiagudas y su cuerpo le gritaba que Si, que matara al ave y le dejara morir. Eran dos problemas que solventaría para el futuro del reino. Pero cuando intentaba hacerlo, su mano no se movía, su mente se repetía aquella charla en el balcón, como sus manos se juntaron para salvar la vida de alguien, como la luz de la luna ilumino su rostro dejando plasmada en su mente en aquella etérea imagen de uno de los seres más hermoso que había visto en su vida.

Había conflicto en sus decisiones como nunca había existido antes y su mano solo sentía el frío de aquella piel pálida contra la suya añorándola de una manera que nunca lo había hecho ante otra cosa.

Solo se dio la vuelta y fue a su tienda, mañana sería un largo día también.

.

.

.

.

A las 2 de la madrugada fue el cambio de turno. Pudo verlo en la espada de Uzui y las diversas torres afiladas roca, casi como una pequeña fortaleza se había construido alrededor del campamento y la antorcha seguía iluminando desde su torre. Había sido una noche bastante movida, aun parte de la noche había escuchado más de un enfrentamiento, solo tuvo que contener su espíritu de pelea que le gritaba salir, tenía que descansar para cuando sea tu turno

Iguro se había despertado también estirándose un poco y ofreciéndose a recorrer los alrededores de la fortaleza primero, le conocía bien, era para no acercarse a la tienda donde estaba el elfo y verificar su estado. Nunca había muy adepto a esas personas, pero su moral y respecto al reino hacia que participara en toda su protección incluso si estaba molesto por eso. Él mismo no sería muy diferente a su hermano un tiempo atrás, para ser exactos, desde aquel baile en el castillo donde encontró lleno de lágrimas a un hermoso ser que estaba despertando sensaciones que jamás creyó que sintiera por él.

Pero ¿Cuáles serían eso? Obviamente curiosidad, la intriga por conocer todo de él le estaba matando, respecto que se había ganada de su parte, compasión... y otros sentimientos cálidos en su corazón que no quería ponerse a pensar en ese momento, pero no podía evitarlo porque terminaba pensado en su rostro y volvían con fuerza.

Rengoku se aseguró que la antorcha siguiera brillando por un buen rato más, antes de bajar y acercarse a la tienda del príncipe y el elfo. Entró a la tienda y vio a los dos profundamente dormidos, tan pálidos como los había dejado.

El príncipe soltaba quejidos inconscientes mientras estaba dormido, la venda alrededor de su pecho tenía una gran mancha de sangre. Uzui no dejaría un vendaje así por más cansado que estuviera, él sabía de la importancia de un vendaje limpio. Quitó el vendaje con cuidado y vio como de la herida cosida salía sangre, salían de manera lenta y poca, pero sí que la hemorragia había comenzado de nuevo, sin mencionar que la herida alrededor se estaba empezando a volver de un color verdoso oscuro que no lo gustaba para nada.

Una infección había empezado, era de esperarse que eso pasara porque la flecha con que habían sido heridos era vieja y oxidada en la punta, de cacerías pasadas y tirada en el piso del bosque donde las bestias hacían sus necesidades. Solo limpio la herida con algo de agua para cambiar las vendas y fue al lado donde estaba el Elfo.

Las quemaduras en su rostro y cuerpo eran horribles, no había manera que lo pudiera decir de buena manera. Sin ungüento para quemaduras no mejorarían pronto sin la ayuda de la señorita Kocho, para el disgusto de Rengoku. Sostuvo su pequeño y delicado rostro viendo su mejilla izquierda donde estaba la quemadura, le hizo tragar saliva y alejar sus manos calientes de ahí con miedo de empeorar eso con su propia magia. Vio la herida de su pierna y estaba del mismo color que la del príncipe, no estaba sangrando más pero sí que estaba infectada.

El rubio suspiro cansado sabiendo que apenas había empezado su guardia, por los momentos ninguno tenía fiebre, pero sería pronto cuando la infección tomara sus cuerpos y estos reaccionaran para tratar de matar la infección con una fuerte fiebre. Algo totalmente peligroso para el elfo, más que para el príncipe que su cuerpo como el de Rengoku estaba adaptado para soportar altas temperaturas, por eso los magos de Agua soportaban el frío o lo preferían más que el calor.

Solo salió de la tienda mirando a la antorcha de nuevo, si tenían suerte la señorita Kocho llegaría después del amanecer, si es que era ella la que respondió ese extraño mensaje. Rengoku solo rogaba a los Dioses que así sea.

.

.

.

.

Iguro había vuelto dos horas después con unos peces que no dudaron en asar para llenar sus estómagos y mantenerse despiertos. Pero también trajo algo que impresiono a su hermano, unas flores naranjas gigantes, del tamaño de su mano y se alzaban arriba en 6 pétalos como si fueran flamas, también una rama que tenía unas hojas pequeñas verdes pero anchas y ovaladas con una que otra punta alrededor de ellas.

— En la clase de herbología, la señorita Kanroji le encanta ir más allá siempre porque le gustan las flores y las plantas — comentó pretendiendo desinterés, pero cuando se trataba de la señorita Kanroji, probablemente la única otra persona que él escuchaba aparte de los Rengoku — Ella dijo que en su casa hay un árbol gigante con flores de flama, como siempre le ha costado más controlar la magia siempre se quemaba a ella misma o a un sirviente, pero en el interior de la flor hay un néctar que siempre utilizaba para tratar quemaduras.

— ¡Cierto! — Exclamó recordando la historia que ella siempre decía — Los tulipanes de fuego son buenos para las quemaduras. Gracias, hermanos.

— Las hojas son para las infecciones, la profesora de herbología dijo que las hojas y el tallo del avellano sirven para las hemorragias o algo así — mencionó viendo la antorcha — No podemos confiar en el solo hecho que vimos una luz a lo lejos, puede que ellos tomaran la decisión de descansar de emprender el viaje en la mañana cuando es más seguro. Si ellos mueren en nuestras manos estaremos en problemas.

— Entiendo — Le dijo con una gran sonrisa, sabía que Iguro se preocupaba a su manera y era una excelente persona, pero no lo presionaría para confesarlo — Como era de esperarse de mi hermano, siempre estoy orgulloso de él.

— Solo cura sus heridas antes que mueran, no quiero cargar con cadáveres a fuera del bosque — mencionó para agarrar el pescado asado e ir a comer solo.

Solo soltó una carcajada por su comentario y fue a la tienda de nuevo para atender a los heridos.

.

.

.

Adentro del tulipán de fuego, adentro de la flor había un néctar de color azul oscuro, como una baba en vez de consistencia más de miel, la colocó con cuidado en las quemadas del Elfo aunque aún podía escuchar sus quejidos de dolor cuando tocaba la herida.

— Lo siento — murmuraba una y otra vez que escuchaba esos débiles quejidos salir de sus delicados labios — Lo siento.

— Duele — Se quejó con los ojos cerrados, estaba despierto, pero sin la fuerza ni para abrirlos.

— Lo sé, pero esto te hará sentir mejor. Es para las quemaduras — siguió aplicando el néctar azul en su espalda.

El elfo estaba acostado de lado del derecho porque tenía heridas en su espalda y no podía acostarse encima de ella. Justo en su espalda baja estaba la marca clara de una de las palmas del príncipe, Rengoku apretó los dientes y siguió con su trabajo, pero por muy bueno que sea esa planta, esa marca quedaría por siempre ahí porque había comenzado a cicatrizar. La señorita Kocho no podía curar lo que ya había sido curado solo de mala forma, Tomioka Giyuu estaba marcado como un mero animal por su dueño. Aunque sabía que no fue algo que el príncipe hizo intencional no podía evitar que su sangre se calentara por eso.

— ¿Es aloé? Huele como aloé — preguntó medio adormilado el azabache.

— ¿Aloé? — Nunca había escuchado de esa planta.

— Tu sabes, la planta Espinoza que crece en zonas cálidas y adentro de ella tiene cristales de aloe que son bla...

— ¿Una planta con cristales adentro? Creo que debería buscar algo también para contusión — Interrumpió Rengoku, nunca había escuchado de una planta con cristales adentro. La gente se volvería loca si sabía que podría plantar cristales.

— Cierto, no hay aloé — escuchó su murmuró suave — Kocho estará tan decepcionada, ella siempre compraba una crema de aloé para su rostro. Era su favorita.

Rengoku no pudo evitar imaginar una crema llena con pequeños cristales, no entendía porque la señorita Kocho se pondría eso en la cara. Pero su mente se imaginó su pequeño rostro lleno de cristales y rió bajito.

— Usted es cercano a la señorita Kocho por lo que veo, pensé que no lo era como siempre trata de alejarla de usted — termino con su espalda y dio la vuelta para estar del lado de su rostro.

Sus palabras se le fueron cuando vio esos ojos azul zafiro clavados en él. Estaba pálido, con quemaduras en la cara, aunque no era tan grandes, pero aún era una herida en su rostro, totalmente despeinado y con la cara algo hinchada por el sueño, pero simplemente era un ser hermoso y no se podía negar.

— Sí.... No... No lo sé, es complicado — murmuró desviando su mirada — Son tulipanes de fuego, no había visto uno en la vida real.

— Sirve para las quemaduras — le dijo acercando una flor a su rostro.

— Huele como Aloé y el gel se siente como el gel del aloé. Deben tener las mismas propiedades, es bueno para las heridas, tratamientos de belleza, en especial contra las estrías, pero también es bueno con las quemaduras, así como los cortes y es bueno para evitar infecciones — Dijo recordando uno de los tantos discursos de Kocho sobre la importancia del aloe para el mundo — Deberíamos colocarle algo a su majestad para evitar una infección.

— Demasiado tarde, sus heridas ya están infectadas — respondió de inmediato — Pero traje esto — dijo sacando las hojas de avellano — Puede que no cure la infección, pero puede que la retrasé.

Vio como la mirada del elfo divagaba incluso se veía preocupación, no era normal ver tan emociones en su cara para nada.

— No, si empezó una infección se necesitan antibióticos.

— ¿Anti... qué?

Eso devolvió la mirada del elfo a una más vacía, apretó sus puños y dejó salir aire. Parecía frustrado.

— Vamos intentar con esto, no podemos hacer otra cosa —murmuró para intentar sentarse, pero Rengoku le detuvo.

— Alto, usted también esta herido — Le recordó aunque no fue necesario porque había caído otra vez a los brazos de Kyojuro.

Estaba débil por la pérdida de sangre, era un milagro que no estuviera muerto después de todo y aun así quería levantarse.

— Tengo que ayudar a Haku... — Su voz salía de débil.

— Debe descansar, en este momento la mejor manera de ayudar al príncipe es que usted descanse. Eso tranquilizaría más a su corazón — Le dijo para volverlo acostar de lado y quitar alfo que cabello de su rostro.

— Su corazón casi lo atravieso con una flecha oxidada, tengo que ayudarlo — Dijo de mala gana.

— Fue un accidente, él lo comprende.

— Si la infección se extiende a su corazón o sus pulmones... — Murmuraba temeroso, incluso su vista temblaba, parecía que iba a llorar en cualquier momento, pero no lo hacía.

— La señorita Kocho vendrá pronto, ella le salvara — le informo para que se calamara más, pero eso pareció alertarlo más.

— ¿Cómo que ella vendrá pronto? Es de noche, ella no debería estar en este bosque de noche — Se alteró de nuevo e intento levantarse de nuevo.

Maldijo por debajo, no le quedo de otra que con cuidado sin tocar sus heridas acostarse a su lado y sostenerlo para que no se levantara. No era mucho trabajo, de por si Tomioka era más débil que él y en su estado era inútil cualquier intento de soltarse que hiciera, solo se estaba cansado hasta que dejo de luchar viendo que Rengoku no lo soltaría.

Estaban acostado rostro contra rostro abrazados, a escasos centímetros del otro. Podía ver una mirada molesta en el rostro del elfo que no disfrutaba nada de eso, se atrevía a decir que le parecía hasta tierno todo aquello.

— Usted realmente no conoce el significado de espacio personal — bramó con cierta molestia — le pido que me suelte.

— No puedo hacer eso, usted está bajo mi cargo en este momento y estoy dispuesto hacer todo para que se quede aquí cuidando sus heridas — Insistió con una sonrisa.

— ¿Cómo me exige que me quede quieto si Sabito y Kocho están en este momento en el bosque atravesándolo para llegar aquí? — expresó exasperado.

— ¿Cómo esta tan seguro que su hermano y la señorita Kocho lo están haciendo? — No comprendía la certeza de aquello por parte de los príncipes y el elfo.

— Pues no conoce a mi hermano, si sabe que estoy en peligro es capaz de congelar este bosque con la intención de encontrarme — le habló con una seguridad que le sorprendió.

Sabía cómo eran los Urokodaki con la señorita Nezuko y el elfo, todo aquel que estudiara en el instituto Kimetsu era consiente de los cuidados y la sobreprotección de estos a sus hermanos que siempre se enfermaban. Había visto como Sabito abandonaba todo solo para acompañar a sus hermanos sus visitas a la enfermería, incluso si eso significaba que sus notas bajaran considerablemente, la manera que el cabello rosado siempre andaba con el elfo, nunca se alejaba. La vez que solo estornudo y había cruzado el jardín de la escuela en una carrera para darle un pañuelo a su hermano.

Sí, tal vez Urokodaki era un poco sobreprotector a su hermano menor.

— Bueno por más razones se tiene que quedar aquí reposando y evitando que sus heridas empeoren — sugirió con una sonrisa — No haga que ellos pasen por más trabajo cuando lleguen aquí.

El elfo pareció pensarlo unos segundos, se rindió de mala manera, tal vez por parte de que estaba cansado y cayó rendido de nuevo en los brazos de Rengoku que solo pasaba su mano por las largas hebras oscuras de su cabello para relajarlo al dormir.

.

.

.

Había colocado unas vendas bañadas en tintura hecha de las hojas y rama del avellano al príncipe, la infección avanzaba bastante lento. No sabía si era por lo que había hecho el elfo la noche anterior o si era por los cuidados que le estaban dando. También hizo lo mismo con la herida de Tomioka y revisando que estuviera lo mejor que podía en eso momentos mientras esperaba el amanecer.

Después de matar un par de bestias que se acercaban al campamento, vio al cuervo salir de la tienda del príncipe y alejarse en el cielo. Después los enfrentaría por eso, necesitaba respuestas de esa cosa y como era tan tranquila. Habían pasado unas horas y el amanecer está a nada de empezar, algunas aves empezaban a piar para empezar el día.

Habían pasado la noche sin mayor percance, están cada vez más cerca de superar toda es situación.

Entró a la tienda y vio al príncipe sentado viendo al ser de ojos azules. Sus ojos cargaban la culpa y se posaban en las quemaduras que el mismo había hecho, se estaba culpando internamente por cada una de ellas. No había nada que decir, el castigo por ese error ya lo estaba pagando en ese momento. Parecía querer acercarse al elfo, pero se quedaba quito donde estaba, como si tuviera miedo de acercarse y hacer más daño del que había hecho.

— Ya no hace tanto frío en la tienda — comentó Akaza tragando saliva, podía sentirse la preocupación en sus palabras.

Rengoku no comprendió lo que decía al principio, pero cuando entró a la tienda pudo sentir emanando de ella y no era por el príncipe y su magia. Tomioka Giyuu estaba temblando, sudando y sus mejillas estaban rojas, ni siquiera tenía que tocarlo para saber que tenía fiebre.

La fiebre había hecho que la frescura que normalmente emanaba el elfo por su magia desapareciera y dejara un ambiente seco que no le importaría otro momento. Pero era un mago de agua con fiebre y eso nunca significaba algo bueno. Ellos eran más su susceptibles al sobre calentamiento de sus órganos porque no estaban acostumbrados a las altas temperaturas y podía hacer que sus órganos fallaran.

— Tenemos que llevarlo a un lugar con agua de inmediato — Dijo para de inmediato tomarlos en sus brazos.

Era tan ligero que le preocupaba, ¿Cómo alguien de su tamaño podía pesar tan poco?

Su piel fresca como una brisa fría de otoño estaba caliente, no le gustaba para nada esa sensación. Su respiración era agitada y soltaba quejidos mientras que Rengoku corría con él en sus brazos colina abajo. Era peligroso hacer eso y más con alguien en su condición en sus brazos, pero tenía que ser rápido para controlar la fiebre o podría ser una situación letal para el elfo.

Su mente y su corazón solo le gritaba que actuara rápido, que hiciera algo para salvarlo o lo perdería.

No le importaba los gritos de los otros, solo corrió al pequeño estanque de agua donde aún reposaba el cadáver de una sirena en la orilla. Entró al agua con el elfo en sus manos, se adentró al agua donde se sentó y con el débil Tomioka en sus manos el agua helada por la noche cubría su cuerpo completamente menos su cara. El mago de agua en sus manos soltó un pequeño chillido y se removió un poco por el choque de su piel caliente y el agua fría. Debía doler por todo su cuerpo y Rengoku solo murmuraba lo siento sin dejar de ver su rostro.

— Por favor, por favor, por favor — decía una y otra vez en una súplica.

No sabía si lo que había hecho era buena idea del todo, pero era la única idea que se ocurría en ese momento para bajar su temperatura. Recordaba las palabras del elfo en ese momento, no serviría, necesitaba algo llamado antibiótico. Pero ¿Qué demonios era un antibiótico?

Su cuerpo no paraba de temblar, se sentía como si le apretaba de más se rompería en sus brazos y tenía miedo de soltarlo también. No sabía qué hacer para mejorar su estado y eso le llenaba de impotencia y dolor escuchar sus quejidos.

— ¡Kyojuro! — Escuchó la voz de Iguro desde la orilla — ¡¿Qué sucede?!

— ¡La herida se infectó, la fiebre le acaba de empezar! — Su voz salió bastante alta y escuchó maldecir a su hermano — Traigan al príncipe también los dos tiene sus heridas infectadas, puede que una fiebre no sea tan peligrosa para él como para Tomioka. Pero es mejor en mantenerlo en el mejor estado posible, más cuando su herida es tan cerca de sus órganos vitales.

— Entendido.

Unos minutos después Uzui y Gyuutaro traían al príncipe y lo dejaron sentado en la orilla del estanque al lado de Kyojuro que no se había movido ni metro, solo pasaba su mano con agua por la frente del elfo con cuidado. Seguía igual, no había empeorado, pero tampoco mejorado mucho.

— ¿Esto bajara su fiebre? — preguntó el príncipe lleno de preocupación.

— Debería, pero no lo hace — Seguía cuidado suavemente del elfo que seguía con los ojos cerrados.

— ¡Oh, mierda! — Escuchó decir a Uzui que estaba a su lado también el lado, pero este no tenía la vista en el elfo.

Rengoku trago saliva cuando alzo su mirada del elfo y también pudo sentir como la respiración del príncipe se detuvo por un segundo. Alguien sin miedos como él, que algo le causara una reacción así no era bueno, todo eso era peor de lo que se imaginaba.

Algunas plantas se cerraban y algunas no les daba ni tiempo para eso, la escarcha las cubría en seguida. La temperatura del estanque incluso se hizo más fría que corrió a Uzui del agua, desde la dirección de donde habían visto la luz la noche anterior el bosque se iba congelando.

— Winter is comming — Soltó el príncipe Gyuutaro viendo como el bosque entraba en invierno a finales de la primavera.

— Winter is comming — respondió el príncipe Akaza tragando saliva.

— ¡¿Qué?! — No entendía que dijeron o se referían.

— Oh mi dulce niño del verano — respondió el príncipe colocando su mano en su hombro — El invierno se acerca.

— ¡Estamos en plena primavera! — bramó Uzui desde la orilla.

Pero Rengoku si comprendió y solo se repetían las palabras de Tomioka en su mente una y otra vez.

"Pues no conoce a mi hermano, si sabe que estoy en peligro es capaz de congelar este bosque con la intención de encontrarme"

Solo existía una persona de todos los que estaban en el bosque de hacer algo así, una persona que era conocido por su corazón de hielo para todos los que se atrevían a dañar lo más preciado para él. En ese momento estaba congelando todo el bosque solo por la preocupación de saber que su hermano estaba herido, cuando se entera de su estado seria otra historia.

Rengoku podía saber el porqué de la actitud del príncipe, podía comprender su miedo. Porque no importaba si peleaban contra Urokodaki, esto no era una pelea sobre ganadores o perdedores, era pelea sobre venganza y esas eran las peligrosas de todas, porque no había nada más peligroso que una bestia herida.

No sabía si estar feliz porque esto significaba que la señorita Kocho también estaban cerca, ella podría ayudarlos, pero que Sabito estuviera cerca y el estado moribundo no era nada bueno para ellos.

Los inviernos siempre era difíciles de superar y podía comprender las palabras de los príncipes.

— Sabito — escuchó murmurar al elfo en voz baja aun temblando en sus brazos.

— Sí, el invierno se acerca.


Estaban jodidos. 



.

.

.

.

.

.

.


.

.

.

.

.

Si lo se, me tarde en actualizar y no estoy de todo gusto con este capítulo. Pero bueno, ahí vamos 



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top