Una prisión con otro nombre, sigue apestando igual de fuerte

El castillo era más grande de lo que parecía en el juego, aunque no era mucho de los que se mostraba de todas formas porque la mayoria de los sucesos eran en la escuela. Este castillo era de piedra blanca algo marrón con más torres, pasillos llenos de alfombras lujosas que lo hacían un inmenso laberinto en vez de un hogar. Seria imposible matar a la familia real si no se conocía bien los caminos del palacio con tiempo de antelación.

Menos mal que esa no era la preocupación de Tomioka Giyuu.

Si bien Douma era diferente, ahora teniendo una mirada inquietante y asquerosa dirigida hacia él, que le hacia preferir al antiguo mujeriego repulsivo de su vida anterior. El mero pensamiento de ser tocado por su antiguo rival de amor le daba unas nauseas profundas que se tenia que tragar por el bien de su plan.

O al menos de alejarse de los Urokodaki un poco, lo estaban volviendo loco con cada segundo que se clavaban más en su corazón haciendo que la culpa y angustia tomaran trozos de su alma de a poco alimentando las voces oscuras en su mente. Tenia que salir de ese lugar donde su consciencia le mataba sin importar el precio.

— Te va a cojer antes de abril — mencionó la princesa Daki con una cara de asco en su rostro.

La ex corista de la banda de metal había recuperado sus recuerdos unas semanas antes de la llegada de Giyuu al palacio, un problema menos en la ruta de Uzui, pensaba el elfo. Ella era una compañía agradable y acogedora entre tantas miradas y malos tratos de los sirvientes y nobles que visitaban el palacio.

— Yo digo que va a esperar a Mayo, antes de entrar a la escuela esa — comento Gyuutaro, el hermano mayor de la princesa en la anterior vida y en esta también — Ni siquiera entiendo el motivo de ir a una escuela.

No es como si el elfo pudiera contarles a los príncipes que antes habían sigo las personas mas oscuras y asqueados por las cosas románticas y cutes, que ahora vivían en un mundo de romance mal escrito para complacer la masa de adolescentes japonesas . Aunque tenia la suerte del guión conveniente en las cosas que se dejaron vacías y sin explicaciones por flojera del autor.

Ahora Giyuu sabia que la escuela había pasado años en construcción hasta ese año, donde todos los jóvenes que eran usuarios de magia elemental estaban obligados por el rey a asistir a Howgarts japonizado y sin las cosas que hacían genial a Howgarts cambiandolo un poco como un instituto japones común. Además si lo pensaba bien, tenia sentido la escuela patrocinada y controlada por el rey.

¿Qué es mejor que mandar a un poco de jóvenes en un ambiente controlado alejado de sus padres y tutores?

Nada mejor que adoctrinar a un montón de niños y pubertos en el momento donde sus mentes son mas susceptibles ya que están pasando por la peor experiencia de sus vidas que es la pubertad, donde ni saben que es lo que quieren de verdad y un montón de emociones que no sentían antes se empiezan a desarrollar.

— Su alteza real solo quiere un pequeño ejercito donde pueda influir pasivamente en sus mentes sin que se den cuenta. Una idea brillante a mi parecer, así también se tiene la oportunidad de que todos estén a un nivel superior en el manejo de magia. No todos los nobles pueden costearse buenos profesores de magia para sus hijos — contestó tomando algo de té con elegancia.

Gyuutaro era el mayor de la habitación y él aún no recuperaba sus recuerdos.

El principe no recordaba su vida anterior como baterista de Upper Moon. Aunque no cambiaba mucho su personalidad anterior, tal vez mas pasivo y con un autoestima aún mas por el suelo; pero seguía siendo el hombre que era capaz de hacer temblar a la tierra si alguien tocaba a su hermana, solo que ahora lo podía hacer literalmente con su magia.

— ¿Impresionado por la mente macabra de mi padre, elfo? — preguntó el segundo principe, incluso se podía sentir la burla y el odio cuando nombró lo que eres — ¿O solo lo dice lo necesario para sobrevivir casto?

— Herma...

— No esta bien, princesa — Giyuu la detuvo de inmediato — El joven príncipe ha hecho una pregunta que pasaría en la mente de cualquiera al oír mis palabras — le dio una pequeña sonrisa con confianza — Me parece un buen trabajo, no me importa las acciones que vayan a desatar o su propósito, un buen trabajo de tiene que reconocer se quiera o no.

— Así llegaras más rápido a su cama, si es lo que quieres — aseguró el principe.

— No es lo que yo quiera, es lo que él quiera. Yo recuerdo bien la posición de ambos muy bien — soltó si una pizca de emoción y movió un poco su pie derecho haciendo sonar la cadena que le ataban a ese inmenso cuarto.

Una cadena grande y gruesa al rededor de su tobillo que le dejaba heridas por los bordes del metal duro contra su fina y delicada piel. El grosor de los anillos de la cadena debian ser mínimo de 4 centímetros aunque la cadena era posiblemente de 7 metros para tener tener un accesibilidad completa de la habitación y el baño consiguiente a esta.

Esa era su vida, de un encierro a otro, un esclavo mas para el rey. Incluso si importar lo que lucharon Hakuji y Ume contra su padre, las ordenes del rey eran la ley en esa tierra. Pero al menos estaba en la habitación más alta en una de las torres mas alejadas donde podia practicar la mayoría del tiempo su magia oscura y sus experimentos.

Los príncipes y la princesa le visitaban con constancia, para asegurarse de su seguridad. No podía agradecer nada más a ellos; incluso si lo pensaba bien el elfo no se quejaba mucho de su vida en ese momento porque no veía diferencia a la antigua, siempre estuvo mayormente en su cuarto encerrado odiado hasta por los mismos sirvientes. Era solo otra prisión, pero si Giyuu era sincero consigo mismo diría que la mansion Urokodaki por muy prisión que se sintiera, también se sentía como un hogar.

— Ese morado en tu mejilla — preguntó Hakuji apenas entro en su habitación — Nombre — no preguntó, exigió.

Giyuu estaba tranquilo en la cama leyendo un libro de magia como siempre, las sirvientas que minutos antes actuaban como si las dueñas de esa habitación eran ellas y no él ahora se encontraban temblando.

— Ni idea, tu padre trajo un noble ayer. Ni siquiera aviso a las sirvientas, tenias que ver su caras desesperadas mientras hacían el trabajo que no habían hecho antes — el elfo se levantó de la cama con lentitud viendo de re ojo como las sirvientas cada vez tenían mas miedo — Solo hable sin que me lo pidieran, no me hicieron nada malo.

Hakuji vio el rostro de su viejo amigo, ¿Nada malo? Aquel moretón marcaba toda su mejilla izquierda hinchandola de manera desmedida marcando su delicado rostro de manera horrible.

— No se si fue buena idea del todo traerte a este punto — el principe se sentó en la orilla de la cama viendo al techo.

Era mejor ver a cualquier lugar en vez de aquella imagen encarcelada y herida que le hacia hervir la sangre. Mataria a este paso, si que aquel idiota había hecho muchas cosas que le habían hecho enojar en su antigua vida, pero en esta todo el daño que estaba causando no era culpa de él, no podía hacerle daño al rey sin hacerle daño a su ex compañero de banda.

— Es un golpe, no es nada que no he recibido antes o dejare de recibir — le hablo tranquilo para sentarse a su lado y colocar su cabeza en su hombro.

— Crei que podria ir contra él — confesó el de cabello corto mientras apretaba sus puños con rabia, todos en la habitación podían sentir el calor de su furia — Extraño al bastardo que era antes, incluso si quería golpearlo la mayoría de veces.

— Solo sigamos adelante, Hakuji — miro a la sirvientas un segundo y luego se acerco a susurrar a la oreja de su amigo — Sacalas de aquí, te mostrare un nuevo hechizo.

No pasaron 10 segundos cuando las sirvientas corrian despavoridas por las escaleras de la torre mientras el elfo tomo las manos del príncipe recitando un antiguo hechizo mágico, concentrando su magia abrió las manos del príncipe donde reposaba un broche para el cabello con la forma de un copo de nieve, brillante como un diamante y hermoso con una mañana de invierno.

— ¿Ahora creas joyería? — Bromeaba mientras inspeccionaba la joya en sus manos.

— Es una protección, para Koyuki. Cualquiera que se atreva a tocarla sin su permiso o confianza no podrá hacerlo —dijo casi sin aire el elfo por la energía que tomaba la magia y vio como los ojos dorados del ex guitarrista se abrian con impresión — Ume me comentó algo de que la estaban asechando otras chicas por ser tu favorita para ser tu consorte.

— Dioses, Giyuu— el chico estaba sin habla y abrazo al elfo, estaba tan agradecido.

Así pasaba su vida en el castillo, practicaba su magia con frecuencia, se perdía en las voces tan fácil que a veces se despertaba con sangre en sus manos que no sabían de donde venia.

La maldición crecía poco a poco más en su piel cada día y el luchaba contra eso cada segundo. Debía hacerlo, debía ser el mago oscuro más poderoso para lograr un hechizo que estaba empezando a estudiar cuidadosamente, tenia que perfeccionarlo; si algo salia mal, alguien podria morir en sus manos y jamás se permitiría eso de nuevo.

Tomaba piedras que le traía Kazanburo sin si quiera fijarse en ellas, solo concentraba algo de magia oscura maldita en ellas. Volviendolas piezas malditas y luego, con un hechizo las insertaba en el alma de un animal que haya traído Hakuji a su habitación.

Aquello no era una extracción quirúrgica, incluso la pieza estaba en el alma y no en un órgano vital. Pero el elfo siempre podía sentir la piedra adentro se los animales; para asegurarse abrió mas de un conejo buscando la gema revolviendo sus entrañas para ver si encontraba otra alternativa; sin embargo, la gema se aferraba al alma y no al cuerpo, solo con magia de su misma procedencia podria sacarla.

Así que pinto un circulo con su sangre; mientras Hakuji colocaba a un conejo blanco en medio del circulo con algo de comida para que se quedará quieto. El hechizo era largo, necesitaba tiempo y técnica elevada para que sea lo mas indolora posible para el poseedor de la pieza. Así que lo recito a la perfección de tantas veces que lo había intentado de las veces que llego al castillo. Otro problema del hechizo era el control de la magia, si colocabas mucha, eso surgira en un proceso rápido de corrupción del alma y morira; si no le colocabas mucha, no haras nada y el pequeño flujo hacia que el cuerpo reaccionara con un gran dolor que podria llevar a la muerte. Lo peor de todo que si se quería hacer completamente el hechizo indoloro, la persona que hacia el hechizo debía sentir todo el dolor del receptor, sentir una mano que se coloba en lo mas profundo de tus entrañas buscando desesperadamente algo en su alma.

El ex guitarrista estaba a su lado, casi sosteniendolo; mientras el elfo movía su mano como si buscará algo en el aire. El dolor era infernal y desolador que repetia cada vez que tenia la oportunidad hasta por fin lograr la perfección.

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