Manipulación


Giyuu enrollo su corbata al rededor de su mano derecha para detener el sangrando antes de entrar al edificio de dormitorios.

Rengoku sólo corrió a su habitación sin mirar atrás, sin decir adiós o una charla larga sobre algo. Es más había estado extremadamente callado desde que Giyuu lo alejo de su mano y le explicó su situación.

No era un vampiro ahora, probablemente si probara la sangre de otra persona le provocaría una infinita repugnancia su sabor. Simplemente era un hechizo para volverlo su familiar, cosa que no había leído que haya sido provado en humanos por otras brujas o brujos anteriores, así que algunos efectos que esto causaría eran inclusos impredecibles para el elfo aún.

" — Digamos así que ahora eres mi esclavo — Mencionó como si fuera poca cosa — No dirás nada sobre lo que sabes de mi a nadie, tampoco dirás nada sobre lo que paso hoy, Rengoku Kyojuro.

Incluso cuando casi no quedaba nada de sangre en su mano por su intensa gula, la sostenía contra su boca con una mirada desesperada, confusa, con esa furia que había estado tratando de evitar por tanto tiempo y algo más que no llegaba a entender.

— No es nada personal, pero no puedo dejar que alguien arruine esta pequeña alianza — Esta vez hablo Gyuutaro a su lado con la voz algo molesta — Te aseguro que si Tomioka o yo tenemos que mentir lo haremos. Sí tenemos que utilizarte de la peor manera que desearías estar muerto también, Kyojuro, no dudaremos. Pues porque seamos muy diferentes, aquí todos tenemos algo que proteger, la única diferencia es que nosotros haremos algo por ello.

Podría ver como la furia recorría el cuerpo del mago de fuego y las llamas se formaban al rededor se sus puños, mientras su mirada ahora se dirigía al segundo príncipe.

— No — Soltó Giyuu firme.

Solo un sonido de su voz basto para que las llamas desaparecieran de sus manos y otra vez su mirada se volvió a dirigir al elfo, con esa profundidad de emociones que Giyuu no comprendía del todo algunas de ellas.

— No te preocupes, tienes una salida que incluso salvará a tu hermano en el proceso — Aclaró el de cabello oscuro con tranquilidad — Después de elimine su maldición, podrás matarme y así mismo te liberaras tu de esto o tal vez alguien me mate, pues me van a odiar así que tu libertad está a la vuelta de la esquina, así que no te preocupes. Todo estará bien."

Eso esperaba Giyuu, que todo fuera bien. Tenía que hacerlo, estaba tan cerca que nada podría ir mal o siquiera retroceder.

Aunque si tenía que ser honesto consigo mismo, sentía que la había cagado de nuevo con otra decisión que probablemente le traería muchos problemas a futuro. Pues pudo verlo en sus ojos...

Rengoku Kyojuro si pensaba seriamente en él como su Pilar, lo que significaba como su alma gemela. Incluso ni siquiera tendría que ver eso de manera romántica, eso formaría un lazo entre ellos que nadie podría romper y menos ahora que Giyuu probablemente había unido aún más sus almas con ese hechizo.

Pero tenía que ser positivo, ese hechizo fue lo mejor. Pues ahora lo vería la oscuridad de su corazón y todas las cosas malas que estaba haciendo, así que había pisoteado ese lazo lo suficiente para que estuviera muy destrozado para que se convirtiera en algo más fuerte.... Esperaba él.

Estaba cansado por la carga que había sido esos dos enfrentamientos en del día, que suspiro cansando pensado que más tarde tendría que pedirle más droga a Gyuutaro y le debería aún más causando un leve dolor de cabeza.

Esa cosa también ya era demasiado tarde para dejarla, no podría pasar por todo un estrés de síndrome de abstinencia y toda esa mierda que conlleva dejar las drogas en ese momento. Tenía tanto que hacer que no podría permitirse un momento de debilidad, menos ahora que estaba más "saludable" en lo que parecía porque seguro se estaba haciendo un daño tremendo a sus pulmones que sería hermoso.

Tendría que preparar otro ritual de sanación para la siguiente luna llena.

Pensando en todos los ingredientes que tenía y los que les faltaba, mientras abria la puerta, se había distraído lo necesario para no notar cuando entró a su cuarto la figura que estaba escondida a un lado en la oscuridad en su habitación. Fue cuando taparon su boca con una mano y la otra sostuvo sus manos atrás de su espalda, para cerrar la puerta, luego pegando su pecho contra la puerta y presionandolo con su propio cuerpo para que no pudiera escapar que alertó todos sus sentidos.

Abrió totalmente sus ojos del miedo, habían detenido sus manos para evitar que hiciera magia, cosa que era normal y lógico en un secuestro de un mago, pero que tapara su boca evitando que soltara un hechizo de magia negra le paralizo del miedo.

¿Esta persona sabía que era una brujo?

¿Desde cuando? ¿Quién era? ¿Por qué Kazanburo no le había alertado a través de su vínculo o le hizo algo a esta persona?

Había tantas preguntas pasando por su mente, tanto temor que le hizo temblar; Aún más cuando sintió una respiración helada contra su cuello, que luego subió con lentitud a su puntiaguda oreja.

Recordó aquella vez cuando era niño en la mansión Urokodaki, aquel hombre tocandolo y trató de quedarse quieto como aquella vez esperando que esa persona bajara su guardia cuando procediera a quitarle la ropa.

Cerró sus ojos esperando su destino, pero llegó algo que jamás pensó.

— ¿Me extrañaste? — Susurró aquella voz seductora y conocida voz contra su oreja erizando cada parte de su cuerpo.

No pudo evitarlo, de la furia di un fuerte pisotón. Claro que no espero que el pie de Sabito fuera lo que estuviera en el camino y pago las consecuencias, haciendo que su esposo gimiera del dolor porque tal vez se había pasado un poco de fuerza soltandole.

— ¡Joder, Yuu! — Dijo sosteniéndose el pie.

— ¡¿Joder, Yuu?!

Soltó incrédulo y totalmente irritado mientras iba a abrir las gruesas cortinas que dejaban todo el cuarto en completa oscuridad, mal idea suya en ese momento, pero muy útil cuando realizaba sus hechizos en secreto.

— ¿Qué mierdas fue eso Sabito? — Se quejó tratando de controlar la furia que recorría por su cuerpo.

— Quería sorprenderte y tener un momento para nosotros que no tenemos desde hace tiempo. — Aclaró saltando en un solo pie hasta la cama y sentándose en él.

— Buen trabajo, casi me da un paro al corazón — La falsa felicidad en sus palabras al decir eso era obvia — Te juró que si no me hablas, juraba que eras alguien más y me las hubiera ingeniado para sacar mi daga de mi bota, así como mínimo con una vena cortada sales de aquí.

— Recuerda, mi amor. Justo en el cuello, en esta zona para que no dure ni un minuto más de sus infelices vidas en este mundo solo por tocarte — Le dijo con una voz coqueta y señalando una zona en su cuello donde pasaba una arteria importante.

Giyuu solo inhalo apretando sus labios antes de soltar una maldición, necesitaba paciencia y resistencia ante esa sonrisa con esos motes cariñosos. Lo iba a matar o besar, pero en ese momento no se merecía ninguna de esas dos opciones.

Así que tomo la acción más racional que podía tomar después de todo lo que había pasado ese día.

Se acercó a su esposo que le sonreía de manera fanfarrona, se sentó en su regazo colando sus piernas a cada lado se sus caderas juntando bien sus cuerpos.

Si Sabito quería jugar con fuego, en ese día se iba a quemar.

Alzó su mano derecha, pero este le detuvo antes que pudiera colocarla en sus hombros.

Maldijo, se olvido de su herida.

— ¡¿Pero qué te ha pasado?! — Preguntó de inmediato preocupado.

— Nada, estaba cortando algunas hojas en la biblioteca y sin querer me lastime — Mintió con naturalidad.

A este punto mentir le era más fácil que respirar y si Sabito se enteraba que había tenido una pelea con Rengoku, él mismo iría a tener una pelea a muerte con el marques.

— Pero ¿No pasaste por la enfermería o...

— La señorita Kocho ha estado bastante ocupada en estos días y no puedo ir con ella por la más mínima cosa. Es un simple corte, incluso no es profundo o algo — Le aseguró juntando más sus cuerpo, pegando su pecho más contra el contrario y acercándo sus labios.

— Igual si es un simple corte o no, al menos tu herida no debería estar envuelta en tu corbata — Dijo sosteniendo su mano como si fuera la cosa más delicada del mundo.

Tenía guantes, por eso no había notado su toque frío, pensó Giyuu. Algo extraño porque el no usaba guantes de manera común cuando estaba con él, siempre se los quitaba para tocar mejor si piel.

— Luego cambiare la venda, primero quiero hacer esto... — Respondió viendo a sus labios sin ninguna vergüenza para acercarse a ellos.

Era un beso calmado y sin ningún apuro, era más con la intención de saborear los del otro y juguetear un poco. El mayor solo paso su otro otro brazo al rededor de la cintura del menor, pegando aun más de lo que era posible, rozando todo su cuerpo.

Sabito no sólo jadeo por ese roce, si no que también por el frío metal que sintió contra su cuello y separó los labios de su amado, dandose cuenta que dentro del beso, con su mano izquierda Giyuu había sacado su daga y la acercó a su cuello justo donde la había dicho antes donde debía clavaro con fuerza.

Había bajado su guardia.

Su ángel le miraba con total seriedad en ese asunto, como si no tuviera sus orejas rojas o su respiración jadeando por su beso.

— Al menos la próxima vez, no uses tus guantes cariño. Por quien sabe, podría clavar mi daga en tu cuello y no queremos eso — Susurró contra sus labios lentamente y una manera tan seductora que hizo temblar del placer al de la cicatriz.

— Dioses, te amo demasiado — Profesó deseoso como si fuera el pecado más oscuro y dulce del mundo — Me tienes tan loco, que siento que hasta morir en tus manos sería el privilegio más grande que podría tener.

— Eres un asqueroso masoquista — Presionó un poco más la daga, esperando una reacción de miedo o sentido común o tal vez otra cosa que no era correcto en ese momento — Me encanta que seas así, me vuelve loco también.

Giyuu no sabía si daban un paso hacia adelante o cinco hacia atrás, ninguno de los dos parecía mejorar en sus tendencias hacia el otro. E incluso parecía empeorar cada segundo más, tal vez no era sólo de la Dula que se debía alejar, si no otra droga que lo tenía peor y ni siquiera podría pensar en dejarla ir.

Sabito le miraba con un amor, un deseo insaciable y una profunda devoción, que le volvía loco y le ponía peor que él otro. Porque era obvio, era Sabito quien se habia enamorado primero, pero era Giyuu quien había caído más fuerte por los dos. Más cuando el otro alzó su cuello sin miedo de lo que el elfo le fuera hacer, aunque para ambos era obvio, jamás podría hacer eso.

Giyuu soltó la daga para pasar sus dos brazos al rededor del cuello de Sabito completamente embelesado.

— ¿Qué pasa, mi ángel? — Le Susurró él con su típica sonrisa que le mataba y seguro sintió como tembló su cuerpo por eso — ¿Ya te divertiste jugando?

— Sí, ahora tu juega conmigo, por favor — Le suplicó casi desesperado.

Ambos se sonrojaron bastante por las palabras del menor. El azabache porque sin querer lo dijo y no sólo lo pensó, pero en su defensa se perdió en esos ojos lavanda y solo respondió. Por otra parte, el de cabello color rosa debido a las implicaciones de sus palabras y el deseo que las dijo.

Giyuu ocultó su cara en el cuello del otro, había sonado como una perra en celo que si no recibía verga en los próximos minutos iba a morir. Había sido completamente vergonzoso a más no poder, pero no era su culpa.

— No te rías — Soltó el menor — Esto es tu culpa, nos casamos en para inicios de febrero y ya es inicio de agosto y sigo virgen.

— ¡Dioses! — Sabito le apretó con más fuerza unos segundos al decir eso — Bueno... Podríamos...

— Podemos — Corrigió el menor — ¿O no puedes? — Se separó un momento de su cuello y lo miró dudoso.

— ¡Claro que puedo! — Proclamó de inmediato hablando desde su orgullo mismo — ¡Obvio que puedo! ¡Sí puedo!

— Lo dices como si trataras de convencerte a ti mismo que puedes — Siguió aun dudoso el elfo separándose un poco del mayor.

— ¡Yo puedo hacerlo! — Soltó alarmado — ¡Soy un hombre, yo puedo!

Giyuu solo suspiro y tomó su camisa para alzarla mostrando todo su pecho a su amado, con algo de vergüenza en su cara, pero no dejaba de verlo.

— Demuestrame que puedes — Le retó desafiante.

Esa fue la flama que quemó por completo a Sabito, que hasta se le olvidó como hablar, moverse o respirar por unos segundos por la imagen que tenía frente de él.

Giyuu sintió que se había pasado, tal vez había sido demasiado para el pobre corazón de su esposo que probablemente había tenido un mini infarto por la cara que tenía. Pensó en decirle que todo era una broma, cuando este le tomó con fuerza y los tumbo ambos a la cama.

Él le sostenía mientras escuchaba una combinación entre gruñido y quejido raro que soltó, mientras apretaba su cuerpo contra el suyo. En especial su mano derecha que dejaría su palma marcada su nalga derecha por la manera que lo colocaba contra su gran problema en sus pantalones.

Giyuu sintió que tal vez el que se quemaría por estar jugando con fuego era él.

¿En serio iban hacerlo?

Bueno era mejor que morir virgen, seria bueno si empezarán a tiempo y aprovecharán todos los días que les quedaban juntos.

Después de tanto tiempo tratando de que eso pasara, ocurria esa tarde y por fin sería sostenido por su amado como llevaba varios meses deseando.

— Ahora te arrepentirás de tus palabras, hoy...

— ¡¡GIYUUU!! — El príncipe Hakuji entró como si fuera flash a su cuarto, corriendo y agitado — ¡¿CÓMO ES QUE TU SI PUEDES TENER UNA PELEA A MUERTE CON RENGOKU KYOJURO Y YO..... Ohhh, interrumpo.

— ¡¿TUVISTE UNA PELEA A MUERTE CON QUIEN?! — Gritó Sabito separándose de inmediato a del el elfo.

Giyuu se sentó totalmente molesto tomando su daga en ese momento. Lo lamentaba por Koyuki, pero les iba tocar adoptar niños.

— Su Alteza, usted es el tercer idiota que amenzó con esta daga hoy — Señaló totalmente molesto, igual ya no podía ocultarlo — Deme una buena razón por la que no debía ser al que corte con ella hoy.

— ¡Tomioka Giyuu! ¿Cómo es eso que te peleaste a muerte con Rengoku Kyojuro? — Preguntó con total molestia su esposo.

Debería estar feliz porque exigía preguntas primero a que ir a golpear a Rengoku. Era un avance muy grande para su amado, pero no era momento de hacérselo saber.

— No fue una pelea a muerte, fue un entrenamiento como cualquier otro — Mintió— Solo queríamos ver como seria ese nivel de magia igualado que dice la profesora de Alquimia, fue algo educacional y totalmente seguro.

— Tu mano — Señaló Sabito — Supongo que tendré que cortale la mano.

— ¿Te quemó la mano? — Por primera vez en mucho tiempo vio ardiendo en furia a su amigo.

— ¿Qué? Noo — Quitó la corbata que cubría la herida.

Un perfecto corto, no tan profundo y nada que unos días en reposo o un mago de luz no podrían resolver. Hakuji se relajo, pero Sabito se quedó viendo la herida por unos segundos.

— ¿Entonces puedo pelear con Kyojuro? — Preguntó el príncipe marcando sus prioridades.

— No, no puedes.

— Sí, si puedo. Los voy a llamar entrenamiento y no me van a decir nada — Concluyó el heredero al trono.

El elfo inhalo profundamente y le dio la daga un a Sabito antes que cometiera un accidente, aunque este se quedó viendo el arma por unos segundos.

— Aún no me has dicho porque no debería apuñalarte con un objeto punzante y mira que cada vez dudo más.

— Porque dejarías sin padre a Kazanburo — Explicó como si fuera lo peor del mundo — Yo le consigo la comida para ave más cara.

— Le podría dar tus ojos y apuesto no notaria el cambio — Insistió el Elfo buscando a su ave con su mirada, pero no lo encontró — ¿Dónde está?

Murmuró extrañado, no era común que Kazanburo dejara la habitación si Hakuji o Giyuu no estaban ahí. Era su misión proteger la habitación y recolectar piedras.

— ¡Oh! — Respondió Sabito con una sonrisa abriendo la puerta del baño. Ahí estaba Kazanburo recolectando varios cuarzos de diferentes tipos y formas, que estaban esparcidos por toda esa habitación — Dijiste que le gustaban las piedras y cosas brillantes, así que le compre unas para que se divertirá un rato.

— Realmente las ama, aunque leí que es común entre las aves adornar sus nidos con cosas brillantes.— Soltó Hakuji nervioso para tapar el extraño comportamiento del ave.

— Sí, estuve un rato con él, Mientras esperaba por alguno de ustedes — Respondió con una sonrisa.

— ¿Estuviste con Kazanburo jugando en el baño un buen rato? — Preguntó extrañado Giyuu.

— Traje muchas y pensé que se iba a emocionar, antes que hiciera un desastre, lo hice en un lugar más fácil de limpiar — Continuó para tomar la mano de su amado — Vamos a limpiar esa herida, para que pueda ir a patear el trasero de Rengoku con más tranquilidad en mi corazón.

— Yo lo puedo hacer por ti — Se ofreció de inmediato el príncipe siguiéndolos al baño — Ni siquiera te cobraría por el trabajo de mercenario.

— Aquí nadie hará el trabajo de mercenario...

Giyuu había estando tan distraído desde que entró en la habitación, que no se dio cuenta que la alfombra donde ocultaba las tablas podrídas debajo de su cama, estaba movida.

.

.

.

.

— ¿La tienes? — Preguntó Shinobu a la princesa Daki una noche en el salón de estudios domésticos.

— Un ramo completo — Dijo ella mostrándo los ingredientes en su canasta y el libro de herbologia que hace tiempo le había quitado a su preciado amigo — Te sorprendes lo que haría un hombre por una cita al día de Venus.

— Bueno, espero que haga milagros. Porque dependemos de lo que haga un hombre para esos días en nuestra misión — Insistió ella mientras encendía el horno. — Así que... ¿Galletas con chispas de chocolate o Galletas de chocolate? Mejor vamos practicando, ellas tienen que quedar perfectas.

Esa noche, la luna menguante era el único testigo de los planes de aquellas dos chicas que podrían ser moralmente cuestionables a la vista de más de uno. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top