La luna de otoño


La luna estaba llena, grande y amarilla; sin embargo, de manera lenta se empezaba a oscurecer desde una esquina. 


— ¿Un eclipse? 


Giyuu se levantó lento de su cama, saliendo de las sábanas pesadas y gruesas que le ocultaban todas las personas del mundo. Por una razón extraña había empezado a hacer frío, pero esto era diferente, no era refrescante y acogedor como era el frío que adoraba de Sabito. 


Era desolador, tal vez el mismo frío del infierno que congelaba a los traidores, al fin le había alcanzado. 


— Sabito... Yo...


Murmuró con cierto dolor, pero se hizo silencio enseguida.


— Ni se te ocurra — Murmuró su sombra atrás de él — Pedir algo a la luna en eclipse es peligroso y tú bien lo sabes. 



Escuchaba las páginas de su libro de sombras abrirse, incluso si estaba oculto en la habitación, podía sentir su poder y la presión que ejercía al rededor de él. Debía estar en la página que explicaba el poder de la luna, tan poderosa como él sol. 


— El Sol quien dio la magia de la luz, la Luna de la oscuridad — Recitaba el libro con suavidad. 


Sentía su cerebro pesado, sentía su espíritu aplastado y su pasión con su ambición arrebatados. Pero aún si su vista estaba fija en la Luna. 


— La luna es hermosa... Alguien me dijo una vez eso.


Era cierto, esas palabras siempre las recuerda. Al parecer eran importantes y a la vez dolían tanto que le arrebataran el mismo aire, sonaban como un aleteo de mariposa para él, como si ese pequeño ser se posara sobre su mano un segundo y cuando quisiera cerrar su mano sobre él está se fuera volando a la lejanía que jamás podría llegar. 


— La luna es peligrosa y lo sabes — Recordó la sombra, justo como si estuviera recitando un hechizo — Demasiado poderosa, ni siquiera debería mirarla. 


— La luna es hermosa... — Repitió negando, estaba seguro de esas palabras, eran como unas rosas tan hermosas como dolorosas — ¿Sabito sabe que la Luna es hermosa? 


— Aléjate de la Luna... 


— Ve hacia la Luna... — Susurró otra voz, le parecía tan familiar, pero ni siquiera recordaba de quién era. — Tal vez ella te pueda ayudar. 


— No, no puede. La luna es egoísta — más voces se unían a la conversación. 


— Él no puede, ni siquiera está preparado para mirarla. Ni siquiera comprende. 


— ¡Qué se aleje de la luna! ¡Es muy arriesgado! — Chilló otra — Ya nos ha herido, siempre nos ha herido y siempre lo hará. 


Se hacían más ruidosas, más molestas. Las sombras crecían a su alrededor como la sombra oscura que empezaba a tapar la luna. Se sentía como si desgarraban su alma jalandole de todos los lados, todos queriendo una parte de él. 


— ¡SILENCIO! 


La voz de la otra persona logro un silencio sepulcral entre las sombras, como si todas hubieran corrido a esconderse de esa voz. Giyuu lo sabía, atrás de él, estaba esa persona que había tomando el control y se volteo de inmediato. 


Eran idénticos, no había ninguna diferencia entre ellos. Sin embargo ese aire de ira y confianza que tenía el otro le ahogaba, Giyuu tragó saliva y se llenó de valor.


— ¿Por qué la luna es hermosa si ella es tan tenebrosa? — Preguntó sin entender — ¿Por qué me importa que sea hermosa? 


— Sencillamente, debido a que lo es — Su otro yo se colocó a su lado y miraba a la luna también, tan hipnotizado por su belleza como él lo había estado — Se inteligente, no te acerques a ella. 


— Pero Sabito necesita saber que la luna es hermosa — Dijo casi desesperado — Quiero decírselo, ahora él ya no viene aquí... Nadie viene aquí y estoy tan... Solo. 


— Sí a él le importará algo tan trivial como que tan bonita se ve la luna, definitivamente te lo diría sin importar que. Estaría aquí — Declaró su otro yo — Pero no hay nadie, todos están afuera siendo feliz sin ti, disfrutando de la luna sin ti. 


Eso era abrumador, no quería seguir escuchando. 


— Pero alguien me lo dijo una vez, estoy seguro que alguien me lo dijo una vez — Insistió con firmeza. 


— ¡Oh! Eso fue una mentira, ¿No lo recuerdas? — Inclinó su cabeza, con una sonrisa débil. — La gente puede mentir con eso, incluso puede hacer canciones con eso y fingir que es una verdad, pero eso no quita que sea de falso. 


— No, no es...


— ¿Quieres recordarlo? — Había ira en sus palabras, incluso dolor — Si nosotros mismos lo enterramos, sabíamos que no era verdad. 


Él le había arrastrado hasta la cama, la había quitado del camino solo con una patada y abajo estaban las tablas de madera podridas que ocultaban su libro de sombras. Apestaba, incluso habían empezado a salir gusanos y moscas de la putrefacción que ya presentaba. 


Giyuu sintió náuseas, le causaba una gran repulsión aquello y más cuando quitó aquellas tablas para mostrar que no estaba el libro, si no músculos a sangre viva, tripas y un corazón que aún latía, todos siendo carcomidos por los gusanos.


 Él removió los órganos como si buscará algo entre toda la sangre y carne comida; lo que hizo que Giyuu cayera al piso mientras sostenía su estómago y pecho. 


No gritó, no podía, ni siquiera tenía aire. Era la misma sensación que siempre había sentido cada vez que hacía el hechizo para extraer la maldición, pero más crudo y comprendió que esos órganos eran suyos. No fue hasta que sacó algo con su mano llena de sangre que dejó de doler. 


— Lo enterramos tan al fondo, que es como arrancar una parte de tu alma recordar — Dijo mientras le mostraba un broche de mariposa lleno de sangre. 



Tenía razón, ese recuerdo dolía tanto como una operación a corazón abierto sin anestesia. 


"— La Luna está hermosa hoy, Tomioka— Había dicho una vez Shinobu con una sonrisa en su rostro, cargando ese hermoso broche que siempre le quedaba tan bien 


Era doloroso, esas palabras sonaban tan parecido a lo que siempre quiso oír.


 Un "te quiero". 


Ella lo dijo en una noche de primavera después de una larga noche de tragos, él la sostenía para que no se cayera, ella lo dijo con una sonrisa amable y tan real que lo creyó por unos segundos, hasta que dejo sus brazos y se lanzó a los de Douma en risas para decir lo mismo" 


Giyuu sabía que no era su culpa, él no podía forzar sus sentimientos nunca quiso, pero más de una vez deseo que ella le mirará a los ojos y dijera esas palabras. No era culpa de ninguno de los dos, los sentimos son algo algo incontrolable como los desastres naturales. 



Los de Giyuu lamentablemente fueron un Tsunami muy gran en los que se ahogó y nunca emergió, no hasta renacer. Incluso en esa vida cuando no era un Tsunami tan alto, seguía existiendo una tormenta en la que se paraba sin temblar para enfrentarlo todo por ella. 


— Ya no es igual, ya la luna no brilla sobre esto 


Admitió su doble... No, esa persona frente de él también sabía bien ese dolor, podía verlo al sangrar por la boca. Ese recuerdo también le había dolido tan profundo que solo había una explicación. 


También era él, simplemente eran sus emociones que se habían de control. Todo su amor, todo su odio, todo su miedo y tristeza juntos.


— Ve hacia la luna — Susurró otra vez esa sombra que no recordaba a su oído. 


Llegó algo de claridad para Giyuu por unos segundos. 


— Es noche en la que salve a Hakuji, la luna también estaba ahí... — Recordó por unos segundos, pero un fuerte dolor cabeza le hizo retorcerse. 


— No dejaré que arruines esto — Dijo su otro yo — Estoy cansado, ya no puedo más. Tú no eres ni capaz de verlo, niegas todo, actúas a veces como si yo no existo solo por el bien de ellos ¿Qué han hecho ellos por ti? ¿Aparte de usarte? 


— Ellos...


— ¡Si, ellos, siempre ellos! — Bramó con ira — Nunca yo, nunca fui yo. Nunca nos permitimos un segundo porque ellos siempre estaban por encima. 


Giyuu lo comprendía, comprendía porque los gusanos, la carne podría, entendía el eclipse. Había sido muy tonto, la corrupción había llegado a él desde el fondo. Había suprimido tanto sus emociones, siempre se había puesto en segundo lugar por los demás y se odiaba tanto que fue donde las sombras empezaron atacar, en su propia debilidad. 


Había sido un tonto, un completo tonto. 

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Corto pero sencillo, no se me desperté y esto salió. Vamos a la recta final de toda esta madre 

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