El primer rayo de una tormenta de verano
El sol brillaba y llenaba a todos con su esplendor.
Era un fantástico día para un picnic, así lo había decidido Makomo y Nezuko, de tal modo que no había nada que sus hermanos pudieran hacer contra eso aparte de elegir un lugar y ayudarlas a acomodar el gran mantel en la grama, además de colocar unas grandes sombrillas para que las jóvenes no se quemaran con el sol.
Era un día libre, muchos habían aprovechado para descansar o pasar el rato como ellos entre todos sin tener que molestarse por las tareas del día. Habia jóvenes jugando por todos lados, las risas y las conversaciones no paraban.
Nezuko y Tanjiro jugaban con los amigos del mayor a los aros, por otro lado, Makomo los animaba debajo de una de las grandes sombrillas mientras tomaba una limonada
Ellos con grandes sonrisas en sus rostros. Por otro lado Giyuu estaba como siempre, en su hombro descansado mientras leía uno de sus tantos libros. Su hermoso rostro estaba relajado sin expresión alguna y sus mejillas levemente sonrojadas más por el calor que otra cosa, su cabello recogido en una cola alta por el calor que le causaba tener su abundante cabello en una cola baja.
La vista era de en sueño.
Sabito se sentía en un hermoso sueño del que no queria despertar.
Pero como siempre habia un pajarito mañanero que se acercaba en su ventana a cantar una sus terribles canciones para recordarle que debía despertar, pues después de todo eso era un sueño y no era real.
Esta vez la cosa que provocaba su despertar de su ensoñación no era un ave, pues no estaba soñando del todo. Si estaba despierto, pero ese olor llegaba sus fosas nasales recordándole que algo estaba mal.
Ese olor se asemejaba tanto a la lavanda, pero el mismo sabia que no lo era. No cuando ese olor venia ligeramente de la ropa y del cabello de su amado ángel, como si fuera su verdadero aroma de lo sutil que era.
Eso era tan falso.
Su Giyuu no olía de esa manera, siempre tenia ese ligero olor a rosas y cidra que era embriagante, casi le hacia perder la cordura de vez en cuando deseando nunca separarse de su piel. Pero ese olor de Dula ahora estaba donde debía estar ese olor a rosas; cosa que le molestaría solo poco porque sabia lo que estaba haciendo, pero entre sus tantos debates internos sobre este nuevo olor y como confrontarlo, le hizo caer en cuenta que su Giyuu no siempre habia olido a Rosas y Cidra.
Esos dos olores habían aparecido justo como lo hizo el de la Dula, Justo después que Giyuu se viera realmente enfermo y cuando aparecieron esos olores se veía justo como y en ese momento.
Tan etéreo, tan saludable, tan hermoso, que le quitaba el aliento.
Era totalmente diferente como estaba días pasados, se veía mas tranquilo, mas relajado como nunca lo habia estado. Por eso habia un gran debate dentro de el mismo en ese momento, ¿En serio iba alejar la razón por la que su Giyuu estaba tan saludable en esos días?
Fumar no era correcto, menos con alguien que en meses atrás casi se ahoga con su propia sangre en sus pulmones. No era correcto para alguien tan frágil como él; Sin embargo...
Su Giyuu extendió su brazo agarrando otro pedazo de Sándwich, era la sexta que se comía. Era nomal que se comiera 2 a lo mucho 3 si estaba de buen humor, incluso no era raro cuando no comía nada, lo que le hacia estar de ese estado tan delgado,
Veía lo pequeñas que estaban sus muñecas y las preguntas crecían mas en su cabeza.
Tantas dudas...
Tantas mentiras...
Lo habia esperado, su Giyuu tenia esa manía por mentir que lo hacia sin pensar a veces solo para no preocupar a nadie diciendo cosas como "Si, he comido". "Claro que he descansado", "No pasa nada, estoy bien".
Era idiota de su parte pensar que las mentiras se detendrían, pero una parte de él esperaba que todo eso ya hubiera quedado en el pasado, donde no conocía o compartía su dolor.
Sabito lo quería todo de Giyuu desde sus labios, a sus sonrisas, sus lágrimas y su dolor también. Quería quitar todo lo malo de su vida y dejar todo lo bueno, pero parecía que por más que lo intentara no lograba nada.
Ahora estaba esa madera podrida debajo de su cama y debia averiguar sobre eso ant...
— ¡Oh! — Salió de la boca de su amado quien se habia terminado su sándwich — Ahora tiene sentido eso.
— ¿Qué tiene sentido, Yuu?
Preguntó mientras le ofrecía un pañuelo para que limpiara sus labios, como le gustaría ser él quien los limpiara, con besos tal vez, pero no era el momento indicado.
— Que Rengoku sea mi Pilar.
Ahí fue cuando cayo el primer rayo de una perfecta tormenta de verano que se acercaba lentamente, cuando el elfo soltó esas palabras como si no fueran nada.
Makomo quien era una señorita criada con los mejores modales del mundo no pudo evitar escupir su bebida, incluso Nezuko que era su turno de lanzar un aro a los palos que estaban esparcidos en el césped lo lanzo tan mal que le cayó en la cara a Zenitsu.
— Espera, disculpa creo que escuche mal — Dijo Sabito manteniendo su sonrisa como si esas palabras no habían salido de su boca.
— Según este libro las magias de Agua y Tierra tienen energias receptivas, comparadas a las magias de Fuego y Viento que son de energías proyectivas. Para lograr un buen equilibrio en hacer un poción o hechizo se necesita hacer un buen equilibro de estas — Explicó mientras leía tranquilamente el libro — Así que siempre el pilar de otra persona es su opuesto total que complemente sus faltas y debe ser alguien del mismo nivel de controlo una fuerza podría sobrepasar a la otra.
— Si, pero ¿Eso que tiene que ver con el joven Rengoku? — Preguntó Makomo sin entender.
— ¿No se los dije? — Seguía sin darle mucha importancia a esas cosas con su tono — La profesora de Alquimia descubrió que el joven amo Rengoku y yo somos pilares, lo cual tiene sentido ya que mi magia es receptiva y la de el es proyectiva, ambos tenemos un gran control en nuestro elemento y literalmente somos opuestos.
Hablaba con hechos, si existían dos personas mas diferentes en ese lugar eran Tomioka Giyuu y Rengoku Kyojuro Desde su magia, razas, clases sociales y personalidad. Tal vez la única cosa que tenían en común es que los dos eran hombres.
— ¿Eso significa que el Señor Rengoku y tu se van a casar, hemano? — Preguntó Nezuko totalmente confundida por todo, pero emocionada por el hecho de conocer por fin a alguien que tenia un pilar.
La mayoria en ese mundo sabían que no habia nada mas romántico que tener un pilar, eso se debía a la venta de ese concepto en las novelas románticas a morir. No habia niun solo libro de romance que no usara ese término para aclarar porque los protagonistas se enamoraron a primera vista.
Sabito sabía que no debía preocuparse, eso era una ridiculez y tontería de niños. Pero aun la jarra con limonada y la tetera se habían roto por la rápida congelación de los líquidos. Incluso había ligera escarcha en el césped y una que otra fuente se habia congelado alegrando a mas de un estudiante que buscaba diversión y aliviar el intenso calor.
Eso era ridículo, totalmente ridículo.
No significaba nada. Pero, no podía evitar que sus celos salieran a flote. Por mucho que habia estado trabajando en ellos para controlarlo porque sabia como no le gustaba a su adorado ángel sus celos sin sentido.
— Los hombres no se pueden casar, Nezuko
Soltó tan seco y serio incluso vio como los amigos de Tanjiro se alejaban, eso no era una conversación. Nadie, ni siquiera Inosuke con la inteligencia de un cerdo, era tan estupido para comentar a algo contra eso, no con el frío que crecía rápidamente.
Giyuu le dedico una mirada alzando su ceja; sin embargo, se mantuvo callado sintiendo el peso de su collar en su cuello.
— ¡Owww, un romance prohibido! — Chilló la chica con emoción.
— Nezuko... No creo que sea así — Tanjiro intento salvar la situación viendo las miradas de sus hermanos mayores.
— Cierto, Giyuu no se puede casar con el joven Rengoku — Sentenció Makomo — Es su deber traer un heredero al marquesado y Giyuu bueno, tiene prohibido tener hijos.
— ¡Owww, amor doble prohibido! — Chilló de nuevo la menor. — Pero podrían tener hijos en secreto, la cigüeña podría llegar en secreto a nuestra mansión y yo lo cuidaría mientras ellos escapan al atardecer.
Sabito iba a decir algo en serio abrió su boca, pero tanto como Giyuu como Makomo lo miraron con cara de "Ni se te ocurra". Nezuko y Tanjiro eran muy jóvenes y era obvio que no sabían como los hijos llegaban al mundo. Todos los libros de romance que ella leía, todos eran dados por Giyuu, Makomo o sus antiguos tutores, así que todos se aseguraban que leyera cosas acorde a su edad.
— Nezuko, las cigüeñas me odian — Aseguró Giyuu con la cara mas seria posible— A las cigüeñas solo le gustan las mujeres y solo le dan bebes a ellas.
— Pero yo podría hablar con una por ustedes dos — Dijo ella haciendo los ojitos de cachorro mas lindos que podía.
Sabito agradecía que fuera la menor que estaba diciendo todo eso, porque si hubiera sido otra persona, no estarían verano en ese momento.
— Tú no vas hablar con ninguna cigüeña, a ellas tampoco le gustan las niñas pequeñas — Sabito soltó muy serio a su hermana menor — A ti ni se te ocurra, que tampoco le gustan las monjas — Señaló a Makomo también que se sonrojo por las palabras de su hermano menor y contuvo sus ganas de golpearlo porque estaban los menores presentes — Aquí nadie va hablar con un cigüeña.
— Pero tú tienes hablar con una cuando encuentres una esposa — Le recordó Makomo para su disgusto.
— Aquí nadie va hablar con una cigüeña — Ignoró las palabras de la mayor y volvió a repetir con mas fuerza.
— Pero ellos se aman...
— Nezuko. que Rengoku sea mi pilar solo significa que puedo hacer mejor magia con el no significa que nos amemos o algo — Le explico el elfo a la menor con tranquilidad. —Es como un compañero de trabajo y ya. Creo que eso se malentiende por las historias que usan esa palabra, la romantizan para lucrarse de ellas y no pensar en buenas tramas porque no tienen las capacidades de crear una historia real de amor.
La voz de Giyuu era tranquila, suave, sin mucha expresión, como su rostro. Sin esa sonrisa que le asustaba Era el Giyuu que amaba, él que le hablaba y creería cualquier cosa que saliera de su boca. Si no tenía que preocuparse, después de todo lo que decia Giyuu tenia que ser verdad.
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