Oneshot.
Una misión larga, aunque algo difícil les fue designada a la rama japonesa en colaboración con la rama argentina en el océano Atlántico.
Algunos barcos pesqueros y buques reportaron una extraña criatura, cercana a una remota isla en el sur del océano. Esto no sería más que una creepypasta si no fuera porque comenzaron los reportes de desapariciones y hundimientos de las naves.
Shura era la representante de los japoneses, y de aquella rama estaban Yukio, quien era un prodigio como doctor, Mila, quien pese a no tener un nivel tan alto como Tamer, ella manejaba a la perfección ambos idiomas, Liz, quien era knight y Ahiru que era Tamer y Dragoon.
Diana era la representante del bando argentino quien era una de las mejores Aria y Dragoon del país latino, junto a ella se encontraban Facu, el único hombre del grupo, un Dragoon de primer clase media, Dany, quien iba de traductora y poseía el meinster de Tamer, Sandra quien era Dragoon y Tamer, Ana, quien era una exorcista de segunda clase media y contaba con los meinsters de Dragoon y knight y Sofía, quien era Tamer y al igual que su hermana Dragoon.
Quizá te preguntes porque rayos la rama japonesa y la argentina colaboraran, una respuesta simple, Japón estaba bastante lejos del Océano Atlántico, no sería un blanco de ataque para este peligroso ser que habitaba aquellas aguas.
Una vez en alta mar, tocó la fase de estrategia, Liz y Ana discutían cual era el mejor lugar para llevar a cabo la batalla, mientras Yukio y Sofía, quien era la hermana gemela de Ana, intentaban separarlas para que el asunto no terminara con violencia física. Mila y Dany se estaban volviendo locas intentado traducir la discusión entre ambas, pues hablaban demasiado rápido. Shura por su parte se había puesto a beber con Diana y Facu, aunque la única que estaba ebria era la pelirroja que todos conocemos. Ahiru y Sandra por su parte, se encontraban observando la discusión y riéndose de la misma.
Al cabo de una hora, finalmente las dos facciones se pusieron de acuerdo sin llegar a la violencia, Dany y Mila estaban mentalmente agotadas en ese momento, así que se tomaron un pequeño descanso para comer algo, los demás decidieron salir a cubierta, mientras que Diana se encargaba de vigilar que el monstruo no asomara la cabeza, quizá lo único que tenían en contra era lo de no saber a qué clase de demonio se enfrentaban.
El plan era sencillo, primero debían esperar a ver donde estaba aquel ser sobrenatural, luego los Dragoons del grupo serían los encargados de propiciarle una lluvia de balas para distraerlo. Shura, Mila y Sofía serían quienes invocarían a demonios en caso de que aquél monstruo atacase el barco desde adentro, Suponían que era un demonio de la familia de Egyn, y para suerte del grupo, el familiar de Mila era un demonio de fuego.
En caso de heridos, se contaba con la ayuda de Yukio y Mila, quien pese a no tener el meinster, sabía bastante de medicina.
Yukio se encontraba hablando con Sofía y Ana, ya que ambos tenían en común lo de tener hermanos gemelos, estaban compartiendo de forma alegre las distintas infancias que vivieron, mientras Mila traducía la conversación.
El castaño de gafas estaba bastante nervioso ante las dos argentinas, no porque les gustasen, si no que ninguna era capaz de pronunciar bien su nombre, y al igual que él y su hermano, a veces solían hablar al unísono, lo cual hacía que un escalofrío le recorriera por su espalda. Ahiru se encontraba escuchando las anécdotas junto a Facu, mientras que los demás estaban hablando con Liz sobre las distintas culturas, una conversación bastante tranquila, la cual Dany podía traducir sin problemas.
Shura poco a poco se fue separando de su grupo y se acercó a Yukio, al parecer quería hablar de algo importante con él, lejos de los demás. Nadie se atrevió a preguntar nada, así que ellos se alejaron a la otra parte de la cubierta a conversar tranquilos.
-Sabes cuatro ojos... estoy algo preocupada.-
Costaba acostumbrarse a la nueva Shura, una que podía decir sus dudas, sus sentimientos sin algún tipo de filtro, algo que Yukio admiraba de ella, o mejor dicho lo envidiaba.
-¿Y eso? Es raro en ti, Shura.-
Ella soltó un pesado suspiro y peinó con sus dedos su cabello, el cual apenas le llegaba a los hombros.
-Es la primera misión importante... sin mí poder, con una espada común... no sé cómo va a salir todo esto...-
-Shura...-
A Yukio le extrañaba bastante no ver a su compañera confiada, aunque a decir verdad también le preocupaba, sabía que Shura era muy temeraria en las misiones, pero porque, gracias a la sangre de Hachiro, ninguna herida iba a ser grave, y si lo era, se iba a recuperar con rapidez, además de tener una espada con un poder casi igualable a la Koumaken de Rin.
-Además... sería más útil si pudiese presentir donde está aquél demonio, esa habilidad se fue junto con el contrato.-
-No te preocupes, Shura, no estamos solos esta vez.-
Shura miró a Yukio y éste la abrazó, era raro verlos a ambos así, pero su lazo se había fortalecido mucho en este año, y bueno, ahora Shura se daba el lujo de crear relaciones con las personas, ella le iba a estar eternamente agradecida lo que había hecho en Aomori. Yukio por su parte, era bastante reservado, pero con Shura era diferente, no valía la pena mentirle a ella, pues ante los ojos de la ninja, el adolescente no era más que un libro abierto, Shura era la única que podía ver a través de él.
-Gracias... señor antiparras.-
Shura lo miró divertido y él soltó un pesado suspiro.
-Es increíble como regresas al "modo Shura" con tanta facilidad... -
Shura soltó una carcajada y estuvo a punto de decir algo más, cuando el barco se agitó de forma brusca, los dos exorcistas de la rama japonesa se agacharon y se aferraron a la barandilla de seguridad para no caerse al agua.
La Hidra atacó por sorpresa a los exorcistas, ninguno había contado con que el demonio iba a ser tan inteligente como para venir desde abajo del agua a atacar.
Yukio se puso de pie y se dispuso a correr para regresar con el grupo, Shura lo siguió aunque intentó frenarlo, pues la pelirroja sabía que aquello podía ser peligroso.
-Cuatro ojos quieto, no vayas, es peligroso.-
-Shura tenemos que estar con el grupo... si no vamos a morir, y ellos también, hay que protegerlos.-
-Idiota, no intentes proteger a alguien más si no te puedes ni proteger a ti mismo.-
Yukio se le quedó mirando a la pelirroja, ahora era él quien estaba dudando, quien estaba confuso.
Shura lo empujó para que el menor de ambos cayera al suelo, a la par que detrás de ella se escuchaba la primera explosión, Shura gritó del dolor que le causaban las quemaduras en su brazo, pero al menos Yukio estaba ileso. El fuego de desató en aquella nave de madera, deberían saltar al agua para estar a salvo, aunque corrían el riesgo de ser atacados por la Hidra.
-S... Shura... yo...-
-Ha-hay que saltar... cuatro ojos... salta y yo distraeré a la Hidra, sálvate...-
-¡No lo haré sin ti!-
Antes de que ninguno pudiera hacer algo, el enorme demonio de tres cabezas golpeó el barco, haciendo que este se parta al medio, los disparos por parte de los demás exorcistas no tardaron en escucharse. Yukio, terco como de costumbre, quería intentar disparar al monstruo, pero Shura se puso delante de él para que no lo hiciera, pues no era conveniente que llamara la atención de la Hidra.
Yukio comprendió sin palabras lo que Shura estaba haciendo, así que guardo su arma, aunque aun estaba algo ansioso por querer colaborar.
Pese a lo que intentó la mayor, la cabeza de la derecha del monstruo clavó sus ojos en la pelirroja, su brazo estaba bañado en sangre, y aquél aroma llamó la atención del demonio de la familia de Egyn.
Lentamente se fue alejando de la mitad donde estaban los exorcistas, para acercarse a donde la pareja se encontraba. La Hidra parecía joven, pues sólo tenía 3 cabezas, y al parecer tampoco era muy lista, pues intento subirse al barco, o bueno lo que quedaba de él.
Por inercia, Yukio y Shura salieron volando en el aire, la pelirroja aprovechó esta situación para tomar una de sus dagas y atarle uno de los sellos que poseía. Pese a haber perdido muchas habilidades, Shura aun seguía siendo una Aria de primera clase. Aún estando en el aire, ella recito un Sutra y lanzó con fuerza aquel filo contra el demonio, dejándolo paralizado, era completamente increíble el genio de la mujer, y la habilidad para salir de los apuros que tenía.
Sólo tuvo un error, uno de cálculos, pues al momento de caer al agua, Shura no pudo acomodarse, y su espalda impacto de lleno, un golpe lo suficientemente fuerte como para dejarla inconsciente.
Yukio había caído primero, y tuvo la oportunidad de ver a su compañera actuar de aquella manera, sólo podía pensar que estaba muy lejos de ella, demasiado, se había quedado sin palabras al ver como ideó un plan prácticamente en segundos, y como había tenido éxito.
-¡Shura!-
Él gritó al ver a su compañera caer, y no dudo un segundo en nadar hacia donde estaba, percatándose de inmediato que la mayor estaba inconsciente y el agua a su alrededor estaba teñida de rojo, Shura estaba herida. Pese a sus palabras previas, Yukio no podía dejarla morir así porque sí, simplemente tomo una decisión fugaz, o ambos morían o ambos se salvaban, aun el castaño no sabía qué era lo que le había hecho realmente la pelirroja a la hidra.
Yukio la acomodó como pudo en su espalda y comenzó a nadar lejos de aquella escena, necesitaba estar en tierra firme para poder tratarle las heridas, y era muy peligroso regresar a lo que quedaba del barco.
Al cabo de unos diez minutos nadando sin rumbo, el ojiverde estaba agotado, era bastante pesado nadar en las frías aguas del Océano, mas encima cargando en su espalda a una mujer, pero a lo lejos logro divisar una isla, no sabía que peligros podía haber allí, pero poco le importó.
Una vez en tierra firme, recostó a Shura en la arena, y se percató de que la mayor no respiraba. Yukio se alarmó y con algo de miedo y nervios presionó el pecho de su superior, comenzando a realizarle RCP, aunque al momento de tener que darle respiración boca a boca dudo, le daba bastante vergüenza. Él suspiro y trago saliva antes de acercar sus labios a los ajenos, pero para su dicha o desdicha, Shura reaccionó cuando el castaño estaba a escasos centímetros de sus labios, oírla toser fue la señal para que él se alejara de ella casi de un salto.
Shura se sentó en la arena tosiendo, escupiendo toda el agua que había tragado, junto con un poco de sangre, aquel golpe había sido bastante duro, incluso para ella.
Tardó unos segundos en reincorporarse pero no preguntó nada, sólo se llevó una mano a su hombro derecho, haciendo una mueca de dolor.
-Dios santo... -
Murmuró Yukio al percatarse que el hombro de la pelirroja estaba fuera de lugar. Shura miró su propia extremidad con pánico, una expresión completamente nueva en ella, Yukio podía haberse burlado, diciéndole algo como "miedosilla" pero no era el momento para cosas así.
-Puedo... yo puedo arreglar esto... pero... pero va a doler Shura... ¿Quieres que lo haga?-
Shura se quedó observando a Yukio, quien se había quitado sus antiparras y las había colocado sobre su cabeza, quedándose solo con sus gafas, no sabía cómo responderle, la pelirroja estaba en Shock, así que simplemente asintió, era consciente de lo que iba a pasarle, pero prefería que duela a tener un brazo complemente inútil.
Yukio estaba muy nervioso, pero de igual manera se acerco a Shura y tomo su brazo y hombro con firmeza, aplicando fuerza para reacomodar el hueso de la mayor. Cuando se escuchó el tronido de la articulación, Shura respondió con un fuerte grito de dolor, aunque ya era capaz de mover su mano nuevamente.
-L... lo siento.-
Ambos se miraron, Shura tenía los ojos llenos de lágrimas, las cuales fueron removidas por el pulgar del cuatro ojos. Ella parecía reaccionar sobre lo que estaba ocurriendo, ambos tranquilamente pudieron acabar muertos.
Yukio pareció reaccionar junto con ella sobre lo ocurrido, sobre el peligro real al que fueron expuestos, sobre que ella casi moría frente a sus ojos. Los dos comenzaron a derramar lágrimas casi al mismo tiempo, parecía una carrera entre ambos para ver cuál de las gotas de sal caía primero para ser absorbidas por la arena. Él tuvo el primer impulso para abrazar a la pelirroja, ella no tardó en corresponder. Ambos lloraban en silencio, consolándose mutuamente, los dos temblaban asustados y también porque tenían algo de frío, pues la ropa de los dos estaba completamente mojada, y corría un poco de viento en la costa de esa isla.
Finalmente ambos se separaron, Shura mantuvo la cabeza agachada, apretándose la herida de su brazo, producto de la explosión. Yukio se quitó su abrigo de exorcista y la corbata que solía llevar. Con cuidado aparto las manos de la mujer, y con delicadeza vendó la herida de ella con aquel trozo alargado de tela. Sabía que no era lo mejor, pero al menos su herida estaba cubierta.
Los dos exorcistas se pusieron de pie, ambos con heridas superficiales, en general, habían salido bastantes ilesos, salvo por los brazos de Shura, claro.
-Debemos buscar un refugio cuatro ojos. -
-Y recorrer la isla... Shura, no sabremos cuanto tiempo vamos a pasar aquí... tenemos que conseguir agua y comida... -
-Lo sé cuatro ojos, pero prioricemos... podemos pasar un día sin comer.-
Yukio asintió levemente y ella se sacó su chaqueta y short mojados, quedando en ropa interior frente a su compañero, quien no pudo evitar sonrojarse.
-¿Qué... Qué haces Shura?-
-Huh... si nos quedamos con la ropa mojada nos vamos a enfermar... vamos.-
Yukio iba a protestar, pero sabía que la mujer tenía razón. Muy a su pesar, el castaño se quitó su calzado y su camisa, para finalizar con su pantalón negro, quedándose solo en bóxers.
Shura pese a que no era la primera vez que veía a un hombre en paños menores, se sonrojó, y sus orbes violetas se clavaron en la entrepierna de su compañero. Al tener la ropa interior mojada, ésta se pegaba completamente a su piel, y aquél adolescente al parecer estaba muy bien dotado.
En cuanto Yukio se percató se sintió completamente avergonzado e intentó cubrirse con disimulo.
-Va... vamos... -
Shura tragó saliva y asintió apenada.
Ambos exorcistas comenzaron a caminar, sin ser capaces de mirarse, pues pese a todo estaban algo nerviosos. Yukio llevaba toda la ropa mojada, había improvisado una especie de bolsa con su abrigo, pues iban a poner a secar la ropa, una vez fijen el lugar donde pasarían la noche, aun era de día, debían ser alrededor de las dos de la tarde.
-Mira cuatro ojos... -
Shura señaló una cueva no muy lejana a la costa, les convenía esa posición pues si algún barco llegaba para su rescate, podían verlo.
No era una cueva muy grande, pero ambos cabían perfectamente, así que no había problemas.
-Shura ve a buscar comida y agua... yo intentaré improvisar alguna cama y pondré a secar la ropa. -
Shura asintió, ambos habían dado una vuelta completa a la playa y se dieron cuenta que no era una isla demasiado extensa, y también que estaba despoblada, sólo había una especie de bosque, pero ninguna señal de que otros humanos hayan pasado por ahí antes.
Yukio dejó que Shura saliera en busca de comida por el simple hecho de que ella quizá era algo más experimentada, conocía lo que era vivir sin algún tipo de tecnología ni ayuda, así que por eso suponía que no tendría ningún problema. El castaño se encargo de cortar algunas hojas de las palmeras cercanas para improvisar unas camas, pues no sería nada cómodo dormir en el suelo. Además, Yukio exploró los alrededores de la cueva para ver que no haya ningún tipo de peligro, para suerte de los exorcistas, sólo habían animales inofensivos. Yukio agradecía eso y uno de sus pensamientos en su inconsciente fue "Comida no nos va a faltar" pero al ver a un pequeño conejo frente a él limpiando su carita con sus patas delanteras, sintió lastima, mucha lástima y agachó la cabeza, pensando que era un monstruo por querer matar a ese ser inocente.
Shura regresó a la cueva con algunas frutas que había recolectado no muy lejos de donde pasarían la noche, ella, pese a lo que se podía pensar, o mejor dicho lo que Yukio indirectamente había pensado en un principio, no era ninguna salvaje, y había sentido lastima por las pequeñas criaturas, aun sabiendo que no le simpatizaban del todo, pues era bien sabido que ella y los animales no se llevaban muy bien. Shura estaba bastante adolorida como para pensar en los animales en ese momento, su cabeza, su espalda y ambos brazos la estaban matando, hay que recordar que ella se dio un golpe seco contra el agua, lo suficientemente fuerte como para sacarle el brazo de lugar y dejarla inconsciente. La pelirroja no iba a decir nada al respecto, no quería preocupar a su compañero, pues sabía que Yukio era... como decirlo... demasiado, DEMASIADO pesado a veces, así que prefería mentirle por esta vez.
Yukio llegó minutos después con algunas hierbas medicinales que había recolectado, para suerte de ambos, él era un prestigioso doctor y la Farmacología Anti-demoníaca no distaba demasiado de la Farmacología normal, así que tenerlo era un poco de luz en la oscuridad. Shura otra vez fijó sus ojos en la entrepierna del menor, era imposible para ella no hacerlo, se marcaba demasiado bien detrás de esos bóxers negros, y la mujer no podía salir de su asombro, al parecer los niños están cada vez mejor, pensó ella, aunque un pequeño carraspeo de la garganta del menor la sacó de todo impuro pensamiento. Yukio quien no era ingenuo estaba sonrojado, pues le ponía demasiado incómodo que le miraran la entrepierna, aun más una mujer como Shura, a quien le veía la cara todos los días.
-Shu... Shura déjame revisar tu herida... encontré algo de Aloe Vera... y algunos arándanos... deberías comerlos para aliviar el dolor. -
Shura se quedó algo sorprendida, pues el cuatro ojos había leído a través de ella, aun se sorprendía mucho que alguien más, a demás de Shiro, pudiese saber lo que pensaba o sentía, pero claro, ellos pasaban mucho tiempo juntos y colaboraban en prácticamente todas las misiones, además de que Yukio había sido quien la salvó de Hachiro, así que sentía un fuerte apreció por aquel castaño de ojos verdes frente a ella, quien se estaba acercando para agarrar su brazo con delicadeza. Yukio removió aquella venda improvisada, la herida seguía abierta, aunque el sangrado había parado.
-¿Me prestas tu Kunai? -
Shura uso su brazo derecho que estaba libre para entregársela, observando al cuatro ojos con cierta curiosidad por saber que planeaba hacer.
-No irás a cortarme el brazo, eh cuatro ojos.-
-Quizá lo haga, quizá no... Quien sabe.-
Ambos se sonrieron de forma divertida y Yukio corto la hoja del aloe vera a la mitad, pero de forma horizontal. Se podía sentir el aroma refrescante de esa planta y al separar las mitades, ella vio aquel liquido viscoso brotar de allí, el cual con rapidez el castaño aplicó sobre la herida de la mayor. Shura hizo un pequeño gesto de molestia, pero no porque le doliera o le ardiera, si no porque aquella sensación era extraña, aunque no era nada del otro mundo. Yukio volvió a vendar la herida de la mujer, dejando el trozo de hoja en medio, pues aquello le daría un poco más de protección.
-Gracias Yukio...-
-No agradezcas Shura, es mi trabajo.-
Pese a que no estaban en un ambiente formal, Yukio seguía sonando de esa manera, lo cual irritaba un poco a Shura, quien no dijo nada, al fin y al cabo, Yukio era Yukio, y nada iba a cambiar como era.
-Por cierto, nuestra ropa está seca ya... el sol en esta isla pega bastante fuerte al parecer.-
-Eso iba a decir... en las sombras hace frío... así que creo que en la noche tendremos que prender una fogata...-
-No te preocupes por ello, en mi cinturón tengo un mechero.-
-¿Hay algo que no tengas en ese cinturón?-
-Alcohol quizá... espero que no llores por pasar quien sabe cuántos días sobria.-
Shura abrió su boca como para responder, pero no le salieron las palabras, Yukio por su parte sonrió vencedor y se puso de pie.
-Vamos a buscar ramas secas cuatro ojos.-
-Y agua... sin agua no vamos a poder sobrevivir mucho tiempo.-
-No te preocupes, encontré unos árboles cuyas hojas guardan el agua, así que por ese lado estamos tranquilos.-
Yukio asintió y ambos exorcistas caminaron juntos por los alrededores de la cueva, Shura le había dado su espada a Yukio, aunque dudaba un poco si el menor de los Okumura iba a saber ocuparla para cortar las ramas que necesitaban... ¿Por qué no lo hacía ella? Simple, ambas extremidades superiores estaban con heridas considerables, y Shura era incapaz de moverse cómodamente, mucho menos de hacer fuerza para poder cortar las ramas, así que el castaño debía encargarse de ello.
Cuando el sol cayó y el cielo se pintó de un color rojizo, los dos regresaron a la cueva, Yukio cargaba una cantidad considerable de ramas, y Shura iba adelante de él algo pensativa, no se podía quitar de la cabeza lo que había ocurrido aquél día.
-Lo siento Yukio...-
-¿Huh?-
El menor dejó las ramas dentro de la cueva y miró a su compañera completamente desconcertado, pues aquello había sido muy repentino y no entendía a que se debían esas disculpas.
-Si... Si yo no te hubiera dicho de hablar... ahora estaríamos con los demás y... -
-No te preocupes idiota... no estoy enojado ni mucho menos... pasó lo que tenía que pasar y punto.-
La pelirroja miro al chico con sorpresa, joder en ese año si que había cambiado Yukio, dejó de ser tan... ¿Histérico? Sí, el Yukio de hace un año estaría completamente histérico en una situación similar, pero este... este se ve mucho más tranquilo y compresivo.
-Gracias...-
Para esa hora la ropa estaba seca ya, Yukio le cedió su camisa a la pelirroja, pues como habían deducido, la noche era bastante fría en comparación al día, y dormir semidesnuda era condenar a la mayor a múltiples enfermedades. Él encendió la fogata, y el ambiente dentro de cueva cambio completamente, aquella calidez se sentía de maravilla en la desnuda espalda del castaño y las piernas de la mujer.
Los dos estaban sentados frente al fuego, calentándose un poco las manos, estaban en silencio, un silencio que no era para nada incomodo, simplemente no sabían de qué demonios hablar.
Aquella noche ninguno comió nada, ambos tenían el estómago cerrado, así que pronto cayeron dormidos.
A la mañana siguiente el primero en abrir los ojos fue el menor de la pareja, quien tomó sus gafas y se las colocó, tardando unos pocos segundos en reincorporarse a la realidad, el fuego se había consumido por completo, y la pelirroja permanecía dormida a un lado de él, no se podía decir que ambos habían dormido juntos, debido a que había un espacio considerable entre los dos. Yukio optó por no despertarla, tenía sed, pero prefirió comerse alguna de las frutas que la pelirroja había traído el día anterior, al menos así no tendría que preocuparse por un rato. El castaño eligió una naranja, que para su suerte estaba bastante jugosa.
Shura despertó poco después, aunque no tuvo ni el mínimo impulso de levantarse o moverse, pues sus hombros, sus brazos y su cuerpo en general dolían y mucho, cualquier pequeño movimiento de sus extremidades superiores se sentía como si mil agujas se le clavasen.
-¿Cómo te sientes?- preguntó Yukio preocupado.
-No te preocupes... mañana se me va a pasar.-
Yukio no pudo evitar mirarla con lástima, en cierto punto se sentía culpable, ya que ella lo había protegido de la explosión y de la Hidra, él simplemente se había quedado sin hacer nada. El estómago de la pelirroja rugió, sacando al menor de todo depresivo pensamiento.
-¿Quieres una fruta?-
Shura asintió e intentó mínimamente sentarse, pero sentía su cuerpo pesado y débil, como si este fuese incapaz de sostener su propio peso. Yukio se percató y de inmediato ayudo a la mujer a sentarse, levantándola un poco para hacer que Shura se apoyara contra la pared. Ella por supuesto no emitió ninguna queja.
-¿No te duele nada a ti?-
-Un poco los músculos... supongo que por haber nadado... no es nada grave... tú... tú te golpeaste de lleno... no me sorprende que estés así...-
-Si tan solo tuviera la sangre de Hachirotaro... yo...-
-¡Deja ya eso! ¡No te aferres al pasado! ¡Ahora eres libre Shura! ¡¿Prefieres estar presa de ese contrato?!-
-Yukio... -
La pelirroja se quedó algo sorprendida ante las palabras de él, realmente no se había acostumbrado a que a veces el castaño podía ser sincero, pero tenía razón, ella debía ser agradecida por la oportunidad de vivir que le dieron los hermanos Okumura. Yukio peló otra naranja utilizando la daga que la mayor le había dado el día anterior, y luego la partió en varios trozos. El castaño tomó uno y lo acercó a los labios de la pelirroja, quien lo miró algo desconcertada.
-Anda... necesitas comer algo Shura... y dudo que puedas mover mucho tus brazos...-
La pelirroja se puso del color de su cabello y desvió la mirada para luego abrir su boca, dejando que el castaño le dé de comer. Yukio tampoco estaba cómodo con esta situación, su mano temblaba y sus mejillas ardían, pero sabía que en ese momento su compañera lo necesitaba.
Ella no quería ver a su compañero, y él se decía mentalmente que era el trabajo de un exorcista suplir las debilidades de su compañero, y que en ese momento Shura lo necesitaba y mucho. Al acabar la naranja ambas miradas se cruzaron nuevamente, aunque los dos estaban incómodos con la situación.
El resto del día transcurrió tranquilo, Shura había optado por no comer otra vez, no quería repetir el sentimiento de la mañana.
A los dos días Shura había recuperado un poco la movilidad de sus brazos, aun le dolía, pero era más aceptable que antes, Yukio por su parte estaba algo molesto, pues luego de cuatro días, se podía notar un poco de barba y bigote en su rostro, aunque aun le crecía de forma irregular. Yukio estaba continuamente tocándola, bastante irritado.
-¿Qué pasa cuatro ojos? ¿Te molesta volverte hombre?-
-Cómo se nota que ya estás mejor vos... -
Shura estalló con una carcajada a la par que el castaño se acomodaba sus gafas nervioso.
-Eres un caso Shura...-
-Ven cuatro ojos... te enseñaré a afeitarte a la antigua.-
Shura agarró una de sus dagas y el menor negó asustado.
-Oh no... Prefiero tener esto, a no tener una parte de mi rostro... -
-Que desconfiado eres Yukio... soy tu compañera ¿No? -
-U... una cosa es el exorcismo.... otra es... eh... ¿Mi persona? -
-Confía en mí...-
Luego de batallar un poco, Yukio acabó accediendo y se sentó en el suelo, permitiendo que Shura se arrodille frente a él. El castaño de ojos verdes estaba más que nervioso al tener a Shura tan cerca, haciendo algo como eso, no era nuevo para él, pero era la primera vez que lo hacía alguien más, aunque sabía que Shura tenía experiencia con las dagas, no sabía cómo era con su pulso. Shura apoyó de forma suave el filo sobre su piel y comenzó a moverla con delicadeza, parecían caricias en su rostro, Yukio se sorprendió. Shura apoyaba su mano libre en la mejilla del castaño para mantener firme su cabeza y no lastimarlo sin querer, su dedo pulgar estaba apoyado en los labios del menor, lo cual aceleraba aun más el pulso del adolescente.
Por su parte Shura estaba concentrada en lo que hacía, así que no sentía la cálida respiración de él en su mano. Luego de terminar, prosiguió con el lado contrario del adolescente, posando ahora su mano libre en la nuca del castaño, estando más cerca de él. Yukio trago saliva nervioso y aquél pequeño movimiento fue suficiente para que Shura hago un pequeño corte en la mejilla de él, aunque el castaño ni lo sintió, estaba muy nervioso.
-Lo siento... -
Susurró ella dejando un momento la daga para llevar el pulgar a su boca y colocarlo sobre la herida de él, acariciándole suavemente. Shura miró ahora los ojos de Yukio, y pudo ver su nerviosismo, el cual de inmediato se le contagió a ella.
La pelirroja estaba prácticamente sentada en las piernas de él, con una mano en la nuca ajena y la otra en su mejilla, pero lo que más hacía que su pulso se acelerara era el hecho de tener su rostro tan cerca.
Yukio estaba petrificado, pero por instinto posó su mano en la espalda de ella y lentamente se acercó a su labios, pese a que su mente se negaba, porque después de todo era Shura, sentía que si no lo hacía se iba a arrepentir.
Yukio la besó con timidez, y Shura se quedo helada al principio, pero luego correspondió con algo de ganas, después de todo ella siempre había tenido un sentimiento confuso por él, y como sospechaba, le gustaba, ese beso la hizo sentir viva otra vez, tomó el control del mismo ya que, como pensaba, Yukio era inexperto.
La lengua experimentada de Shura no tardo en meterse en el terreno de la de Yukio, quien por suerte comprendió de que iba el juego y lo siguió, o bueno para ser su primer beso, lo hizo bastante bien. Era como una guerra, ambas lenguas batallaban por un lugar en la boca ajena, mientras que los brazos de ambos no paraban de acariciarse, Shura tiraba con suavidad del cabello castaño de él, y Yukio bajaba lentamente su mano por la espalda de ella, no podía evitarlo, aquél beso fue casi mágico para ambos.
Lamentablemente para los dos, la falta de aire se hizo presente y debieron separarse, ambos estaban agitados, y se miraban a los ojos con una mezcla de pánico e incertidumbre, ninguno podía creer lo que habían hecho.
-Yu... Yukio yo... -
-Lo siento...-
No sabían que decirse en absoluto, Shura estaba sorprendida por lo que había sentido al tener los labios de él pegados a los suyos, pese a los años jamás había tenido aquella sensación. Yukio por su parte no podía dejar de estar nervioso y preguntándose qué rayos había hecho, y porqué se sentía tan raro.
La pelirroja se separó avergonzada del menor y no le dirigió la mirada en absoluto, Yukio en cambio se le quedo viendo, aun atónito.
-Voy... a buscar algo para tomar... -
Fue la escusa barata que dio Shura para tomar distancia de él. Casi corriendo abandonó la cueva que compartían, con el corazón latiendo como si terminara de correr una maratón, ella estaba temblando y sentía el mismísimo infierno en sus mejillas, aquél beso, la sensación que le había dejado éste, hizo que ella sintiera algo nuevo. Los cálidos labios de él, su traviesa e inexperta lengua tratando de seguirle el juego, sus manos acariciando su espalda con travesura, su respiración, todo él... fue un beso torpe, pero a la pelirroja le hizo bajar por completo su guardia.
Yukio se quedó sentado en la cueva, aun algo shockeado por lo que había hecho. Lentamente su diestra se acercó a su boca, la cual seguía húmeda con la saliva de ella, había sido su primer beso. Miles de veces había pensado en cómo sería ese momento, pero jamás imaginó que sería así, en una cueva luego de cuatro días de estar náufragos ¿Estaba bien empleada la palabra? No era momento de pensar en ello. El corazón del castaño seguía retumbando dentro de su tórax, sentía sus mejillas encendidas y su pulso descontrolado. Él no tenía la suficiente experiencia como ella como para determinar que era con exactitud lo que había sentido, solo podía identificar dos cosas, que le había gustado, y mucho, y que estaba completamente confundido con la situación.
Durante el transcurso del día, ninguno de los dos se dirigió la palabra, ambos estaban muy incómodos con el simple hecho de mirarse, no podían hacerlo, Yukio porque estaba confundido, y Shura porque en cierta manera, estaba enojada, sentía algo en su pecho, algo que nunca había sentido antes, y no podía reprimirlo como solía hacerlo con todo. La pelirroja se acostó en el suelo y se cubrió con su abrigo, aunque obviamente no la tapaba entera, pero era algo más que no tener nada. Yukio la imitó, aunque su abrigo lo cubría un poco más.
-Buenas noches Shura...-
-Buenas noches...-
Ambos emplearon tonos fríos al hablar y tardaron bastante en conciliar el sueño, no podían dejar de pensar en lo ocurrido, había sido demasiado sorpresivo, además de que para ambos había sido en cierta manera especial.
Los días siguientes transcurrieron con cierta incomodidad, aunque poco a poco iban soltándose más al hablar, había sido como recién empezar, ninguno de los dos mencionó nada del beso en los tres días que transcurrieron, por suerte no querían tocar aquél incómodo tema.
Algunos demonios de nivel inferior habían aparecido en la isla, pero no supuso ningún reto para los experimentados exorcistas, aunque Yukio casi no tenía balas ya.
Ambos habían salido a buscar un poco más de madera ya que casi no tenían, cuando una repentina lluvia comenzó a caer, helando por completo la atmosfera de la isla. Shura y Yukio salieron corriendo hacía la cueva, aunque fue inútil, ya que llegaron completamente empapados.
El menor de ambos se apresuró a prender el fuego, aunque no pudieron usar las ramas que traían ya que estaban completamente mojadas. Era la primera vez que llovía desde que habían quedado varados en la isla. Shura con algo de vergüenza se quitó su chaqueta y las demás prendas de ropa mojada, quedando frente al castaño como Dios la trajo al mundo, Yukio hizo lo mismo, pero él se cubrió con su abrigo, ya que para su suerte no lo había usado durante el día y quedó en la cueva, así que estaba seco.
La pelirroja se acercó al fuego para calentarse, aunque era inútil, ella no paraba de temblar.
Yukio se le quedó mirando un momento y suspiro para sus adentros, sacándose el abrigo para ponerlo sobre los hombros ajenos, cubriendo su entrepierna con la mano derecha.
Shura lo miró con cierto desconcierto y negó levemente devolviéndoselo.
Un trueno se escuchó y un rayo ilumino el cielo, mientras que se escuchaba el agua caer y golpear contra el suelo y los charcos que se iban formando. Yukio no quiso insistir mucho y fue hacía su cama improvisada para acostarse, no tenían nada para comer esa noche, aunque de igual modo él no tenía hambre. Usó el abrigo de exorcista a modo de manta como siempre lo hacía y se acomodó, buscando un poco de calor.
Shura por su parte no dejó de observar todos y cada uno de los movimientos de él, y el castaño una vez que se acostó, la miró.
-¿Quieres dormir aquí? Hace frío, y no será nada bueno que alguno de los dos se enferme.-
-Supongo que será lo mejor... espero que nos encuentren rápido.-
-De momento habrá que seguir así...-
Ambos se ocultaban su preocupación, pero a los dos le sorprendía para mal que aun nadie los haya ubicado ¿Tan remota era esta isla?
Shura se puso de pie y camino cubriendo su desnudo cuerpo con sus manos, para luego acostarse a un lado del castaño, quien le hizo un espacio en su abrigo. Los dos se sonrojaron completamente, en especial Yukio al sentir los pechos desnudos de Shura contra su brazo. Él tragó saliva, intentando no pensar en ello, pero le era imposible. Shura por su parte, intentaba no acercarse mucho a él, pero no podía, ella en realidad quería tenerlo cerca, muy cerca, quería acariciarlo, sentir aquella calidez, pero sabía que estaba mal.
Yukio volteó a verla, ella estaba con los ojos cerrados, con su cabeza apoyada en su hombro, él tuvo la necesidad de acariciarle el rostro, pero de alguna manera se contuvo. Ella abrió sus ojos, encontrándose con los orbes verdes de Yukio quienes la miraban. De inmediato se sonrojó y él se acomodó de lado.
Shura no se aguantó más y de manera algo sorpresiva besó los labios del menor de forma apasionada, necesitaba sentir una vez más aquellos labios y la traviesa lengua de Yukio intentando seguirle el juego a la suya. El castaño la abrazó por la cintura y pegó el cuerpo ajeno al suyo, correspondiendo al beso con la misma pasión, pues en el fondo él también lo quería, estaba muy nervioso, y actuaba por puro instinto, buscando lo que le gustaba de aquél beso, sus manos se movían casi poseídas, acariciando la suave piel de la espalda de ella, llegando hasta sus nalgas, la cual apretó con confianza. Shura dio un pequeño suspiro sobre los labios de él y bajó besando el cuello ajeno, dándole una traviesa lamida a éste, realmente esto está a pasando.
Una imagen cruzó la mente de la pelirroja, la imagen de lo que había pasado en Aomori, y aquello detuvo los besos en el cuello de él. Yukio era completamente ajeno a los pensamientos de Shura, y aprovechó que la pelirroja se había separado un poco para ponerse sobre ella, haciendo que sus ojos se encontraran otra vez, Shura le dio un corto beso a sus labios, tomando al menor de las mejillas.
-¿Estás seguro de esto?-
-No... Pero siento que si no lo hago... me voy a arrepentir... ¿Tú lo estás?-
-So... Sólo hagámoslo y ya... -
Ella no iba a admitir que lo deseaba, no iba a admitir jamás lo que sentía por él. Yukio comenzó a besar el cuello de la mayor algo apresurado, aunque para ser la primera vez no lo hacía tan mal, Shura estiró su cuello para darle espacio a él, acariciando con sus manos la marcada espalda del chico. Ella comenzó a jadear por los besos del contrario, su corazón comenzó a latir con rapidez, y sus manos se movían en su espalda con nerviosismo, sin ponerle un dedo encima Yukio había sido capaz de excitarla completamente, y era algo que Shura no podía creer. El castaño subió con sus besos, regresando a los labios de ella, quien correspondió casi con desesperación, no podía contenerse o mejor dicho no quería hacerlo, quería disfrutarlo. Pese a que no era la primera vez de Shura, se sentía como una inexperta, pues jamás había tenido una sensación similar como la de los besos y estímulos de él.
Yukio no fue para nada gentil con ella, quizá por su inexperiencia o porque él estaba igual de excitado y ansioso que la pelirroja, entró en ella de una forma algo brusca y torpe, Shura le devolvió esa agresividad mordiendo la unión entre el cuello y el hombro del castaño, y clavando sus uñas en la espalda ajena, él soltó un leve gemido ante el mordisco y se quedó quieto, había interpretado que a ella le había dolido, y pese a que era su primera vez, quería que ambos se sintieran bien.
-Lo... Lo siento... -
El murmuró una disculpa entre jadeos, y Shura subió sus manos para agarrarlo del cabello y volver a unir sus labios en un acalorado beso, que fue la señal perfecta para que el castaño comenzara lentamente a mover sus caderas, eran embestidas lentas, pero a Shura la estaban volviendo loca, la sensación de placer para ambos era simplemente indescriptible.
Sus agitadas respiraciones chocaban, mientras que sus salivas se combinaban, ambos estaban ahogando sus gemidos en la boca del contrario, parecían dos amantes que no querían ser descubiertos, intentando no hacer ruido o quizá porque les daba vergüenza que el otro les escuchara hacer esos sonidos.
Shura rodeo las caderas de Yukio con sus piernas, y comenzó a acompañar los movimientos de él que poco a poco fueron aumentando su ritmo, llegando un punto donde el beso no pudo contener los gemidos de la pareja. Yukio escondió su rostro en el cuello de ella, y Shura tiraba con fuerza de su cabello, mientras que una melodía excitante de incontenibles gemidos era tocada en la oreja del castaño, quien no podía frenar sus movimientos.
Ambos llegaron al mismo tiempo, gritando de placer al unísono, Shura clavó agresivamente sus uñas en la espalda de él otra vez, y tiró con fuerza del cabello de su castaño cabello a la par que su espalda de arqueaba hacia atrás. Yukio por su parte reprimió su gemido mordiendo el cuello de ella con algo de fuerza.
Lentamente Yukio salió del interior de Shura y soltó su cuello, Shura se relajó un poco y estiró sus temblorosas piernas para liberarlo. Otra vez las miradas de ambos se encontraron, los dos estaban agitados, y sus respiraciones chocaban de forma cálida.
-Ahora... ahora eres... un hombre cuatro ojos...-
-Cállate...-
Yukio besó nuevamente los labios de ella de forma apasionada, ya había conseguido algo de experiencia, aunque aun era algo torpe, Shura por su parte no se podía resistir a la sensación de sus labios rozando con los de él, le costaba admitirlo, pero no había nadie en este mundo que la hiciera sentir como él.
Ambos descansaron bastante tranquilos esa noche, lo hecho, hecho está, y en el fondo los dos querían que sucediera, los dos se gustaban, se tenían ganas, pero lejos de ser algo pasajero, de una noche, había sido especial, porque pese a sus actitudes, los dos tenían un sentimiento confuso por el otro, los dos estaban enamorados mutuamente.
Shura se despertó antes que él, estaba envuelta en sus brazos, ella al principio se quedó algo shockeada, pero luego recordó lo ocurrido y sonrió, dirigiendo sus ojos hacia el pálido rostro del menor, quien descansaba tranquilo. La pelirroja se acercó a éste y dio un corto beso a sus labios, del que Yukio jamás iba a enterarse, eran raras las noches en las que él caía en un sueño profundo, pero lo agradecía, ya que su cuerpo descansaba de forma debida.
Shura se quedó mirándolo a la par que pensaba en todo, en la sensación que le daban sus besos, se sentía como si fuera un amor adolescente, y ella comprendía que él no era un simple compañero, un amigo u otro más, Shura sabía que Yukio era alguien muy especial para ella. Sus ojos se posaron en la marca que había dejado en el cuello de él, lo cual hizo que se sonrojara, se veía a la perfección el mordisco que le había dado cuando él la hizo suya.
La mayor de los exorcistas le dio un tierno beso en la mejilla y volvió a acomodarse en su pecho, no tenía ganas de levantarse, de separarse de él, parecía estúpido que se sintiera así por un niño de dieciséis años, pero así era.
No supo cuanto tiempo pasó, pero ella se quedó dormida, tiempo para que Yukio abriera sus orbes verdes, los cuales no tardaron mucho en acostumbrarse a la luz del día. Él miró la cabellera roja de su compañera y le dio un beso, a la par que acariciaba la desnuda espalda de ella con su mano. No lo podía creer, Yukio no creía todo lo que había pasado aquella noche, no creía como podía estar así con ella, no entendía que era lo que sentía por ella, era algo totalmente novedoso, hacía que su corazón se acelerara, hacía que se sintiera tranquilo a su lado, era tan agradable.
-Te quiero Shura... -
Murmuró él abrazándola un poco más fuerte.
-¿Dijiste algo Yukio? -
Murmuró ella a la par que lentamente se desperezaba, estirándose un poco.
-Nada... sólo que hace una semana estamos acá... no puedo creer que aun no nos encuentren... -
-Es un poco raro... quizá simplemente nos dieron por muertos...-
-Eso sería un problema bastante jodido... -
-No te preocupes cuatro ojos... te volviste hombre en esta isla... -
Yukio se puso rojo.
-L... lo siento... actúe algo... raro... -
-No te preocupes... ¿Te gustó?-
El dudó un poco en si responder o no, pero finalmente suspiró y asintió levemente. Shura esbozó una sonrisa divertida y luego soltó una carcajada.
-Podemos hacerlo cuando quieras, después de todo, eres un niño bien... dotado.-
Shura volvió a reír y se puso de pie con rapidez para evitar que él pudiera notar su sonrojo. Ella buscó su ropa, la cual estaba seca por el hecho de haber estado cerca del fuego durante la noche. Yukio se sentó algo sonrojado por el comentario de ella y volvió a suspirar aburrido.
-Decídete... ¿Soy un niño o un adulto?-
-Eres... un cuatro ojos... -
Yukio decidió no decir más nada, Ella había vuelto a ser Shura, la insoportable mujer con la que no se podía tener una conversación. Imitó las acciones de ella y se dirigió a buscar su ropa para vestirse.
Ambos decidieron ir a buscar algo de agua, pues al haber llovido, las reservas en los árboles de seguro aumentaron además de que estaba fresca.
No muy lejos de la cueva se encontraron con un problema, dos Ghouls se hicieron presentes en su camino. Yukio no tardó en sacar sus armas, pero luego de un par de disparos, se quedó sin balas, y ya no tenía más repuestos, pues con la caída del barco y al haber nadado tanto tiempo, era un milagro que sus armas siguieran con él y funcionando, pero las balas se habían perdido. Shura se percató de esto y antes de que el demonio lo lastimara, ella lanzó su espada con fuerza, para su suerte, sus hombros se habían recuperado bastante bien, aunque ha de decir que ese movimiento le dolió un poco. La pelirroja atravesó la cabeza del Ghoul exorcizándolo, pero a cambio recibió un zarpazo del otro, el cual hizo que ella cayera al suelo, Yukio reaccionó de inmediato y agarró la espada de la mujer para acabar con el demonio restante, si bien el castaño no tenía el meinster de knight, sabía usar espadas.
Yukio corrió de inmediato hacia ella, quién sostenía la herida en su abdomen con su mano derecha. El menor sabía que esas heridas debían ser tratadas de inmediato, y para suerte de él estaban cerca de la planta de Aloe Vera que había encontrado el primer día. Yukio trató con rapidez la herida de la mujer, y la cargó en sus brazos para llevarla a la cueva donde habían dormido la última semana, pues temía que otro demonio se hiciera presente.
Shura no tardó mucho en comenzar a manifestar los efectos de la herida de un Ghoul, no tardó mucho en que su cuerpo se debilitara y comenzara a tener fiebre.
Yukio se puso como loco, no tenía absolutamente ninguna forma de hacer algo por ella, necesitaba su maletín de doctor, las inyecciones contra ese tipo de infecciones, sabía que ella necesitaba tratamiento urgente.
-No te preocupes... esto no va a matarme... no es nada fatal...-
-¿Por qué lo hiciste estúpida?-
-No quería que nada te pasara... -
Yukio cubrió el cuerpo de Shura con su abrigo y se quedó mirándola con algo de tristeza.
-Voy a buscar algo de comer... quédate aquí... -
Shura cerró sus ojos, se sentía algo cansada, estaba poco a poco experimentando como era ser completamente humana, ya que con el poder de Hachiro, ella nunca se había enfermado, dos veces nada más, poco después de lo ocurrido en Aomori, ella pesco un resfriado, y bueno, ahora esta herida de Ghoul era lo causaba el malestar de la mujer.
Yukio salió de la cueva con aquella excusa, realmente él quería llorar por la impotencia que sentía en ese momento, era la tercera vez que Shura terminaba herida por su culpa... la explosión, el retener a la hidra para que no lo siguiera, y ahora esta herida de Ghoul... ¿Por qué rayos no podía ser tan temerario como ella? Las lágrimas no paraban de caer por los ojos verdes de Yukio, sentía un nudo en la garganta y una angustia en su corazón, se sentía tan débil. Antes quizá tenía una escusa, Shura tenía sangre demoniaca y él no, pero ahora ambos tenían igualdad de condiciones, y aun no se veía capaz de llegarle a los talones a ella, lo deprimía demasiado.
Shura no quiso comer nada en todo el día, tampoco quería beber, pero Yukio la obligó a ello, pues el castaño tenía nociones de medicina, y una persona con fiebre debía mantenerse hidratada. Él acomodó la cabeza de ella en sus piernas, y Shura le tomo de la mano, su condición había empeorado bastante desde la mañana. Shura estaba sudada, sus mejillas estaban ardiendo y jadeaba levemente, él sabía que sin tratamiento la fiebre iba a subirle, aunque nunca creyó que tan rápido. Ella abrió levemente sus ojos y miró al castaño, quien estaba acariciándola, corriendo su cabello de su húmeda frente.
-¿Por qué lo hiciste Shura? Yo debía estar así. -
-Te quiero... te quiero tanto... quédate...-
-No me iré Shura...-
Ella murmuró algunas cosas inentendibles, otras que carecían de sentido, y Yukio supo de inmediato que la mayor estaba delirando por la fiebre. El castaño no pudo evitar ponerse a llorar de la angustia que sentía, del miedo. Él la atrajo hacia su cuerpo y la abrazó con fuerza entre sollozos.
-Resiste Shura, por favor, no te vayas... no me dejes solo... te necesito... te necesito mucho... quédate.-
Eran pocas las veces que el castaño se daba el lujo de llorar frente a alguien más, pero no podía resistirse, estaba muy angustiado, muy asustado por el estado de ella, si se moría allí él se iba a quedar completamente solo y lo peor era que la culpa no iba a dejarle avanzar, pues para Yukio era su culpa que Shura haya terminado tan herida.
-Yukio... no llores más... te quiero... me gustas... eres como Shiro... -ella miró al castaño a los ojos- te amo Yukio... cuando seas mayor... quiero casarme contigo... vivir a tu lado... y tener un hijo... o quizá dos... quiero... que sea como un manga... uno de romance... quiero estar siempre a tu lado.-
El castaño miró con algo de sorpresa a la mujer y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa por esas palabras, aunque al verla en aquél estado no pudo evitar sentirse mal, Shura estaba delirando, no podía creer en lo que decía, no tenía tiempo de pensar en esas cosas, necesitaba que alguien los encontrara, necesitaba bajarle la fiebre, necesitaba cuidarla... protegerla de todo, como ella lo había hecho, él debía ser su ángel protector, Shura lo necesitaba más que nunca en ese momento, y el debía... no mejor dicho, quería protegerla....
Así fue como el castaño reaccionó, ese sentimiento hacia la pelirroja se terminó de aclarar, el no la veía como una amiga, la veía como alguien más... pese a que le molestaban sus bromas, su acoso o su actitud, si ella estaba lejos de él se le generaba un vacio en el corazón, lo mismo había sentido en Aomori, cuando la vio en peligro, a punto de morir, él no podía dejar que eso pasara, se dio cuenta que si la perdía, con ella se iba la poca luz que había en su oscura vida. Él se había reprimido durante todo ese año aquél sentimiento por ella, pero ahora que la veía tan frágil otra vez, su amor floreció con más fuerza, no podía reprimirse más.
-Shura... yo... yo también te quiero mucho... y saldremos de esta... sólo resiste un poco más... te prometo... te juro que si salimos de esta me casaré contigo... y tendremos todos los hijos que quieras... pero por favor, no te vayas, quédate conmigo.-
Su voz aun dudaba, su cuerpo temblaba y sus mejillas cambiaron de color en un microsegundo, no podía evitar ponerse así ante una ¿Declaración? ¿Eso era? Aunque bueno, ella de seguro no se acordaría de nada. Rogaba porque no recuerde nada de lo que dijo, aunque realmente no le molestaría vivir su vida junto a ella.
En algún momento de la noche, él se quedó completamente dormido al lado de ella, abrazándola, como queriendo protegerla de todo con sus brazos. Yukio no pasó la noche tranquilo, cada tanto se despertaba a controlar la fiebre de su compañera, que por suerte no aumentó en toda la noche, pero tampoco bajó, según su experiencia debía tener aproximadamente 39 o 40 grados, lo cual suponía un riesgo para su vida, pero agradecía que su cuadro no hubiera empeorado.
Él se quedó observando como ella descansaba en su pecho, acurrucada en éste, parecía como un gatito indefenso, tan frágil y tan linda. Yukio acarició su mejilla tiernamente y Shura lo abrazó con un poco más de fuerza, en ese momento sus dudas desaparecieron, realmente él estaba enamorado, aunque no iba a admitirlo, pero creía que debía sentirse así, Shura era una mujer hermosa, fresca y sabía que por dentro era muy diferente a lo que mostraba. Yukio asumía que ella no podía o no sabía cómo expresarse, pues Shura se había reprimido durante prácticamente toda su vida. Él pensaba que en ello ambos se parecían y mucho.
Yukio se acomodó un poco, abrazando a la pelirroja de forma protectora, sin dejar de acariciarla, de mimarla.
-Ay Shura...-suspiró él.- ¿Qué me has hecho? ¿Por qué deseo protegerte de todo? ¿Por qué siento lo que siento? Eres un caso realmente...-
Él dio varios besos cortos en la cabeza de ella, para luego separarse un poco, pues Yukio tenía ganas de ir al baño. El ojiverde se puso de pie con cuidado de no despertarla, y salió de la cueva que compartían llevándose consigo la espada de la mujer, apenas se asomaban unos rayos de sol por el horizonte, y el cielo se empezaba a pintar de un color rojizo, aunque aun predominaba la oscuridad.
Él no se alejó mucho de la cueva, cuando escuchó un ruido en un arbusto cercano, lo primero que pensó el adolescente fue que era otro demonio, así que se preparó con su espada, pero una voz familiar y un destello azul hizo que el castaño bajara la guardia.
-No puede ser...-
Frente a él se encontraba Rin, Shiemi y sus demás alumnos.
-Y...Yukio... Yukio estás vivo...-
Ambos gemelos se miraron y ninguno pudo contener sus lágrimas, el mayor de los Okumura corrió a abrazar a su hermanito.
-Nii-san... Nii-san...-
Repetía Yukio mientras apretaba a su hermano. Luego de unos segundos se separaron, Yukio temblaba un poco de emoción, estaban a salvo.
-Yukio... cuando nos dijeron que estabas desaparecido... me preocupe tanto...-
-Ayer la orden te dio como caído en misión- añadió Shiemi.
-Yo siempre supe que mi hermanito no moriría tan fácil...-
Yukio no pudo evitar esbozar una sonrisa
-Por algo él es el profesor... sabe mucho...- agregó Ryuji de forma despreocupada.
-¿Los demás? ¿Están bien?-
Todos de inmediato agacharon sus cabezas, lo cual alteró un poco al menor de los Okumura.
-Sí... Mila, Dany y los demás sí... con algunas heridas menores... nos encontramos con ellos antes de venir para acá.- dijo la rubia
-Mephisto nos prestó el barco, ya que al darte por muerto, dejaron las tareas de búsqueda, pero yo sabía cómo tu gemelo que seguías vivo...-
-¿Y el demonio?-
Rin se miró con todos sus compañeros y se tomó una pausa de unos segundos antes de continuar hablando.
- al parecer... Shura lo selló y... luego murió... encontraron su daga y restos de su sangre cerca de la Hidra....y...-
Yukio no dejó que su hermano mayor terminara de hablar, al oír el nombre de su compañera reaccionó que ella estaba sola y mal, de seguro ellos habían traído consigo medicinas. Él castaño salió corriendo dejando a sus alumnos algo atónitos ante esa reacción, pero para suerte del joven profesor, ellos lo siguieron.
Al llegar a la cueva Yukio corrió hacia la pelirroja, quien se movía y se quejaba del calor y el dolor que sentía, aunque sabía que no era consciente de lo que estaba haciendo. Yukio no dudó en cargarla en sus brazos, aun dejándola envuelta en su abrigo.
-Necesita tratamiento urgente, Shiemi-san ¿Traes tu maletín de Doctor?-
-Si... está en el barco...-
Todos estaban atónitos ante el estado de la mujer, pues sabían que era alguien fuerte, y ahora la veían así, tan débil y vulnerable. Todos los exorcistas se apresuraron a llegar a la embarcación color rosa que les había dado Mephisto. Todos querían ayudar, Shiemi e Izumo querían tratar las heridas de la pareja, pero Yukio se negó con algo de prepotencia, pues él deseaba curar y cuidar de Shura.
-Pero Yuki-chan... estás herido...-
-No importa, lo haré yo Shiemi-san, es mi deber.-
Ella prefirió no intervenir, ya que era rara la actitud que tenía el castaño.
Yukio permaneció a un lado de Shura en la habitación en la que ella descansaba. Él se quedó sentado, ambos tenían un suero conectado en su brazo derecho, aunque el de Yukio simplemente era porque estaba algo deshidratado y ya comenzaba a dolerle mucho la cabeza.
La fiebre de Shura bajó considerablemente al cabo de una hora, y ella reaccionó siendo capaz de reconectarse a la realidad nuevamente.
-Shura, al fin despertaste ¿Cómo te sientes?-
-¿Qué pasó? ¿Dónde estamos?-
-Nos vinieron a buscar... pronto volveremos a casa.-
Shura se quedo mirando a Yukio y se sentó en la cama.
-Ni deberías moverte aun... por mi culpa...-
-No hables cuatro ojos, estoy perfecta... bueno estaría mejor con una buena cerveza en mi mano.-
Ella soltó una fresca carcajada, sabía que Yukio se sentía culpable por lo ocurrido, y no quería verlo con esa expresión de tristeza. Él lejos de ese sentimiento tragó saliva y tomó la mano de ella, lo cual cortó la risa de la mujer.
-Shura... Shura... yo...-
-¿Yukio?-
-No hables, déjame hablar a mí...-
La pelirroja se quedó algo shockeada, y guardó silencio, dejando que el menor hablara.
-Shura... yo... yo deseo protegerte de todo, de absolutamente todo... quiero... quiero estar siempre a tu lado... y...-
Shura no pudo evitar sonrojarse ante esa repentina declaración por parte de Yukio, ella se sentía igual, pero temía que él de algún modo se sintiera culpable o responsable por lo que había pasado en la isla.
-Cua... cuatro ojos... ¿Qué cosas dices? -su voz se escuchaba nerviosa- no tienes que hacer algo así... si es por lo que paso en la isla yo...-
Shura fue interrumpida por los labios de Yukio que sellaron los de ella. La pelirroja no se pudo resistir y correspondió con la misma intensidad que él.
-A esto me refiero... yo... yo te quiero mucho Shura... y cuando sea mayor de edad... yo... ¡Yo quiero casarme contigo!-
Shura se quedó sin palabras un momento, no podía quitar aquella mirada de incertidumbre ante lo sincero que estaba siendo Yukio.
-¿Qué pasó? A una le da un poco de fiebre y ya tenemos un cuatro ojos que se cree playboy... ay las hormonas adolescentes, deberías controlar tus impulsos cuatro ojos... mira que besar así a una dama...-
Ella estalló en una buena carcajada y Yukio se sintió avergonzado, humillado por ella, y algo estúpido por creer sus palabras en pleno delirio. Él se puso de pie cubriendo su rostro con una mano, teniendo la intención de irse, pero Shura no soltó la mano de él, y entrelazo sus dedos con los del menor.
La pelirroja agachó la cabeza, y Yukio la miró curioso.
- A... Acepto...-
Murmuro ella.
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