CAPÍTULO XXVII
¿Cómo podía ella matar a Frederick después de compartir momentos que llegó a considerar especiales?
Dael sentía que algo no estaba bien, de seguro todo estaba planeado, qué podrían conseguir ellos con esa decisión, acaso Frederick se había convertido en un problema, si desde su llegada era tratado como un animal, inclusive peor.
—Y está noticia a sido idea tuya ó solo eres el mensajero que quiere entregar a tiempo su recado para evitar un castigo.
Aquellas palabras tenían un objetivo, quería molestar, a como diera lugar a Araf, tenía que obtener más información.
—Debo decir que yo estoy muy complacido por esa decisión, ahora que lo pienso no entiendo porque continúa con vida, tú y yo sabemos que ese chico no es gran importancia, nunca alcanzaría a ser tan importante como lo eres tú.
Dael miró a Frederick y tomó leve cambios en su cuerpo, algo insignificantes para muchos pero no para ella. Su rostro, ya no tenía esa aura de seguridad o confianza que lo caracterizaba, bajo sus ojos unas grandes ojeras opacaban su atractivo y cuando los vio, seguian siendo de aquel bello azul, como el del cielo que la calmaba, pero ya no brillaban; algo había cambiado en él y Dael sentía que no le gustaría ver que quedaba del Frederick que la había pretendido o ver el nuevo Frederick que se había formado a la fuerza.
—Y estas del todo seguro que voy a hacer lo que me estas diciendo.
Dael quería ganar algo de tiempo, tenía en manos una noticia de gran importancia que debía ser llevada a su reino, pero la única persona que podía ayudarla estaba en riesgo. En su mente se movían a gran velocidad ideas de como lograr salir de esa situación, hasta que logró idealizar una que podía llevar a cabo, aunque no era del todo viable.
—Se que eres una mujer capaz de lograr eso y muchas cosas más, además se que valoras mucho tu vida y si no es así, amas mucho a tu familia y harías lo posible por ayudarlos a pesar de saber que ellos no son nada para ti.
—Si yo lo hago será a mi manera, no podrás entrometerte en eso.
—Será como tú digas, pero no podrás estar muy sola, no quiero saber que en último momento cambiaste de idea.
Un plan se gestaba en su cabeza pero necesitaba que Frederick estuviera al tanto de éste y se llevara a cabo sin duda alguna, de lo contrario los dos estarían muerto y toda la travesía vivida a la salida del castillo, la confianza de los Reyes en ellos habría sido en vano.
—Y cuándo tendré que hacer eso.
—Será al anochecer, no quiero que alarguemos más su vida, su muerte es algo inevitable y de seguro eso nos llevará a nuestra salida.
Una salida, Dael no entendía si se refería a salir de el lugar en el cual se encontraban y trasladarse a un nuevo lugar, más oculto, algo secreto ó era verdad que Frederick era un peligro para todo el pequeño pueblo que la rodeaba y su muerte era, como decía Araf, una salida rápida y segura.
Dael creía saber lo que iba a hacer, esperaba que el no oponerse a Araf le otorgará un beneficio. Había escuchado de algunos hombres el como debería ser su actuar y donde debería ser su actuación, nada daba motivo de permitirse un error.
—Te quiero pedir una única cosa.
Araf estaba algo sorprendido por la petición, como de la actitud tranquila de la mujer que nunca dejaba de luchar ya sea con sus puños o sus palabras.
—Me gustaría escuchar lo que quieras pedir, pero no creo que estés en lugar de hacerlo o de que aquello se cumpla.
—No quiero tantad personas a mi alrededor, quiero que su muerte - Dael señalo a Frederick mientras ella sonreía de una manera muy genuina - sea privada. Si esta en mis manos debe ser algo mío y no me gusta compartir mis triunfos.
—Acaso crees que puedo confiar en ti, tú quien tanto lo defiendes, no confío…
Dael tomó a Frederick y le propinó un par de golpes en su estómago provocando que cayera al suelo en busca de algo de aire. Unos de los hombres que lo llevaba libero sus manos y al ponerse de pie recibió otro golpe directo a su cara, al principio se sintió desorientado y decepcionado ¿Cómo había llegado a eso?
—Quiero que revivamos algo del pasado, sé que no logramos conocer nuestros pasos en la arena y creo que éste es el momento indicado para…
Frederick Welseyer, quien en algún momento se dijo a su mismo que no golpearia a la mujer que lo enamoro cambió de opinión, ahora su vida tenía algo de importancia, talvez no para ella pero si para él, así que en un movimiento rápido logró ponerse de pie y propinarle el mismo golpe a Dael.
—Vaya al parecer no decepcionas.
Dael estaba alegre, se veía en su mirada, no había nada que se comparará al estar en combate con un digno adversario y ella sabía que Frederick lo era.
Araf no daba crédito a los que miraba, sabía que algo no estaban bien en la actitud de aquella muchacha, pero lo que sí eran ciertos eran sus golpes, certeros y con fuerza, de igual manera los recibía y no se enojaba por ello. Pero no quería que aquel juego de niños llegara a algo más lejos y al preciafa joya terminará rota.
Con una mirada autoritaria y dirigida a sus hombres envío un claro mensaje, debían separar a los dos jóvenes antes que ocurriera una tragedia, y en un chasquido de sus dedos, así ocurrió.
El anochecer llegó más rápido que en los días anteriores o eso sintió Frederick, ya nada podía hacer, podía ver su muerte temprana y no temia exactamente a eso, le dolió el dejar atrás a su familia, a su hermana que tanto amaba, su padre exigente y su madre refinada y elocuente. Se odio por ser el muchacho que nunca dio una palabra de cariño o por demostrarlo más seguido. Siempre quizo ser como su padre, el Señor Welseyer del condado de Feix ó como era más conocido, el Conde de Feix. Recordó su última promesa, el tomar la mano de la Princesa y ser el próximo Rey de Rellintogn, talvez le pareció algo avaricioso en un momento, pero cuando vio a la mujer que tanto nombraban cambió de opinión, la deseo en el momento que posó sus ojos sobre los de ella y nada había cambiado hasta ahora.
Fue llevado a un pequeño claro y observó su alrededor, pero creía que todo era igual, los grandes árboles y las aves que cantaban en sus ramas; y ahí estaba ella, se veía algo salvaje, su pelo aún corto no tenía algo de orden, sus ojos claros no dejaban de mirarlo y veía en ellos un mensaje, y entendió que debía esperar, que algo iba a pasar y el tenía que estar atento al momento.
—Estamos reunidos para un célebre acontecimiento, nuestro intruso pasará a mejor vida.
Un hombre viejo inició el momento con algunas palabras, al parecer el era una especie de sacerdote, según lo veía en su vestimenta, una larga túnica oscura y algo remendada, una especie de medallon en su pecho y una tea en su mano. Parecía hablar en una lengua diferente, y poco se escuchaba, todo indicaba que era el inicio de un ritual.
El cielo parecía regir, los truenos hacían temblar la tierra y al juzgar por el rostro de algunos allí reunidos, el ambiente que les rodeaba no era de su total agrado. Mientras todas las miradas se centraban en el viejo charlatán nadie se había percatado de la ausencia de Dael, su Araf se encontrara presente de seguro nada de extraordinario ocurriría, pero él era ajeno a ese momento que consideró de gran importancia, y aunque él quisiera estar allí, razones superiores se lo impedían.
Uno a uno vaina los cuerpos, los golpes eran certeros, y aunque no llegaban a ser de gran importancia eran suficientes como para provocar su inconsciencia; algunos guardias se dieron cuenta del acto y no dudaron en atacar.
—No te quedes mirando, de seguro podemos salir de aquí pero no puedo sola.
Frederick estaba algo dudodso de que hacer, ella le había mostrado un faceta muy diferente a las que ya conocía pero sabía que no tenía un total conocimiento de quien en realidad era Dael, pero el quería vivir un poco más, así que tomó una espada de un cuerpo y lucho junto a ella. Los únicos hombres que podían representar un gran peligro estaba fuera de combate, aunque ahora estaban en gran peligro, el viejo se había escapado en medio de los gritos de seguro daría una señal de alerta, lo que significaba que tenían que salir de ese lugar.
Mientras comenzaban a correr se escucho el sonido parecido a una trompeta, era la señal que Dael tenía que ocurriera de manera pronta, al parecer el viejo tenía demasiada energía.
—Será mejor que tomes solo lo necesario, tenemos que salir de aquí antes que lleguen por nosotros - Dael tomo una pequeña daga y un espada algo rústica y al ver que Frederick pretendía tomar algo de fuego en un palo tiro de él - Será mejor que dejes eso, de lo contrario seremos presa fácil para ellos.
No era fácil salir de un lugar en penumbras, pero tenían que hacerlo. Cuando se cercioraron que tenían lo único que necesitaban emprendieron su huida, pero al dar unos pasos notaron que había alguien con ellos.
—¿Qué hace tu caballo aquí?
Era una pregunta que ella no podía responder ya que no tenía la respuesta, estaba más sorprendida por ese hecho que el mismo Frederick, pero no podían esperar a aclarar esas dudas, así que subieron a Storm. Dael reafirmó su agarren en la crin de la bestia, los brazos de Frederick rodeaban su cintura y con un grito el gran semental emprendió su salida. La único que angustiaba a Dael era el hecho de si podrían llegar al reino, no conocía el camino, no sabía cuál era el lugar donde la había aprisionado así que no sabía que órdenes dar a Storm.
—Se que camino tomar -parecía que Frederick hubiera leído sus pensamientos- tengo entendido que tu caballo no acepta órdenes de otros pero espero que tu si me escuches.
—¿Cómo puedes estar seguro de lo que dices?
—Puede que estuve a punto de morir mientras me llevaban a rastras tras de ti, y la noche fue un impedimento de aclarar bien mi vista, pero soy un experto en seguir un rastro sin importar que tan difícil se vea el panorama, yo puedo llevarte al castillo.
Aquellas palabras lograron convencer, aunque no del todo a Dael, no entendía como podía hacer aquello pero no tenía otra opción.
—Al parecer tendré que confiar en ti, te escucharé.
Un nuevo capítulo, me disculpo si presenta alguno errores ortográficos. Espero lo disfruten ✌
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